martes, 12 de marzo de 2013

Amalia Domingo Soler y Juana de Ángelis




UNA HISTORIA DE  AMALIA DOMINGO SOLER

Alicia era una mujer distinguida, de porte aristocrático, de educación esmeradísima de vastísima instrucción; espiritista convencida que leía con gran aprovechamiento todo cuanto se escribía de espiritismo. Era hacedora del bien por el bien mismo, trabajaba sin desear los lauros de la gloria, pero la gloria de la elevación de sus sentimientos la llevaba en todo su ser; era una mujer de edad mediana y conservaba la esbeltez y la elegancia de la juventud; había en ella algo  que atraía, que seducía, que interesaba. Era amiga de Amalia y acudía con asiduidad a visitarla. Casada y madre, se debía toda a su familia ( que no tenía sus ideales), y ella, prudente reservada, ocultaba el tesoro de sus creencias y evitaba altercados con sus deudos; vivía en un mundo superior, participaba de las luchas terrenas para llorar con sus hijas si estas padecían los dolores naturales que proporciona la vida de casada, y después que cumple sus deberes de madre amantísima, parecía que entraba en otro mundo, se reconcentra en sí misma, parece que vive de recuerdos, recuerdos que debían ser muy dolorosos, porque su rostro adquiere una expresión tristísimo, evitaba siempre hablar de sí misma. Cuando se hablaba con ella parecía leerse en un libro del cual solo se ve la primera página, las demás estaban sin cortar. La última vez que fue a visitar a Amalia esta se sorprendió de verla más comunicativa; a que espíritu superior descendía de su alto pedestal, se humanizaba, acortaba las distancias que indudablemente existen entre ella y la generalidad de los mortales. Amalia, se alegro de ello, le manifestó que la encontraba más cariñosa, más cerca de ella, que no sabía que notaba en ella. El dolor es  el gran demócrata del Universo. Los que sufren se entienden fácilmente; tu Amalia hace tiempo que sufres; yo también sufro grandes reveses, y por ley de afinidad me pongo al habla contigo, a ver si tú me puedes aclarar lo que yo no alcanzo a ver. Sabes Amalia que te quiero y te admiro, tu  Espíritu y el mío se conocen hace tiempo; y aunque por esta vez el destino nos separa, no importa; las almas no necesitan del roce de los cuerpos para entenderse, para quererse y para prestarse señalados servicios. _.Creo que ya sabes que me quede viuda_.Mi esposo murió de la muerte más horrible que tú puedas imaginar._. ¿De qué murió?_. ¡De hambre!_. ¡Jesús qué horror!, ¿Tenia algún cáncer en el estomago que le impidiese alimentarse? _.No, estaba muy bueno y muy sano, sabia cuidarse como pocos hombres, su ciencia médica le serbia admirablemente para no padecer dolores físicos, pero un dolor moral le hizo olvidar todos los métodos higiénicos, se entregó en brazos de una muda obstinación y su vida fue extinguiéndose como se extingue la luz de una lámpara a la cual le falta el aceite necesario. _. Dolor inmenso seria el que sufrió, porque, según tengo entendido, no era tu esposo hombre dado a las sensiblerías. _. No, ciertamente; era bueno, pero adusto; su mundo era la ciencia, su familia, sus innumerables enfermos, y sus únicos goces devolver la vista a los ciegos; por centenares se cuentan los ciegos que él ha curado, en todas las clases sociales; él estaba donde había más peligro, igual le daba que fuera un leproso que un rico acaudalado; el respondía a todas las llamadas, jamás se hizo el sordo cuando lo llamaron los afligidos. Una de mis hijas se casó y fue madre de una niña preciosa con unos ojos hermosísimos que parecían dos luceros. Desde que nació, mi marido enloqueció por ella y ella por el; el abuelo y la nieta eran dos cuerpos y un alma, estando juntos ya estaban contentos; mi marido rejuveneció,, y siempre estaba con su nieta en los brazos, evitándole los dolores de la dentición y demás enfermedades de la niñez; pero la viruela se apoderó de todo el cuerpo de mi nieta y de sus ojos, mi marido no comía, ni dormía, estaba al lado de la pobre niña devorando libros, buscando la luz para aquellos ojos que eran su vida; devolvió la luz a uno, pero el otro salió de su órbita y mi marido creyó enloquecer, se retiró a su cuarto y yo le oía que exclamaba a solas:¿ Será posible yo que he devuelto la vista a tantos ciegos, yo que he curado a tantos sifilíticos, y a este ángel tan hermoso no he podido curarle más que a medias; le pondrán un ojo de cristal, se harán prodigios… pero ver.. Ver no verá más que la mitad, y aun el ojo que le he salvado no será tan hermoso; no tendrá a aquel brillo deslumbrador; ¿para qué me haya servido mi ciencia? Para nada. Se negó a tomar ninguna clase de alimento, vivió algunos días alimentándose con agua y murió de hambre sin exhalar una queja. Me pregunto porque mi esposo sufriría así por esta nieta, no ha querido igual a los otros nietos, me gustaría Amalia que preguntases al padre German  que historia guardan estos dos espiritus. Amalia prometió hacerlo y el Padre German unos días después narró lo siguiente: El médico y su nieta, son dos espíritus que caminan juntos hace muchos siglos, han estado unidos por todos los lazos terrenales y en sus últimas existencias han sido amigos inseparables, mejor dicho, maestro y su  discípulo más aventajado; su ayudante más práctico; tenía fama, tanta como su maestro; el uno complementaba al otro; tanta suerte tenían en sus curaciones que llegaron a enorgullecerse el maestro y el discípulo, porque eran realmente infalibles en sus juicios médicos; sus palabras eran proféticas, nunca se equivocaban, ni asegurando bienes ni presintiendo males; y se llegaron a persuadir de tal modo de su inhabilidad, que no se contentaron con seguir las huellas de otros sabios doctores, sino que inventaron nuevos métodos y procedimientos especialísimos; no se contentaron en hacer experimentos con animales, sino que en los hospitales y en los asilos de la infancia hacían sus ensayos con infelices niños sin familia; los unos morían, los otros se salvaban y los dos sabios no sentían el menor remordimiento por la muerte de aquellos inocentes. La fama les llenaba de orgullo; se creían infalibles, porque de lejanas tierras venían familias a pedirles ayuda. El discípulo era una celebridad médica, y no se separaba del un momento, no envidiaba a su maestro, como estaban unidos desde hacia tantos siglos, su mayor placer era tener contento a su profesor, proporcionarle niños para sus experimentos, se creyeron ambos dioses, el orgullo los cegó y el orgullo también es un pecado, y como todo pecado tiene su condena. El discípulo amado es hoy  la tierna niña, cuyo abuelo, con toda su ciencia, no ha podido curar más que a medias; el sabio orgulloso, el que se cree infalible en sus juicios, se ha visto impotente para curar a su ángel querido; y este que no tuvo compasión de los pobres niños sacrificados al estudio y a las investigaciones científicas, sufre hoy las consecuencias de su indiferencia de ayer; dolor que no se compadece; es necesario sufrirlo para apreciarlo en su verdadero valor. El abuelo sufrió la decepción de que su acción curativa no respondía al impulso de su pensamiento, su desesperación llegó al grado Máximo cuando se vio impotente para salvar a la nieta, que era el amor de todos sus amores; muriendo como era necesario que muriera, humillado, convencido de su insignificancia, de su pequeñez, se creyó un dios y murió persuadido de que no hay dioses, que no hay más que un Dios, y como el pecado del orgullo científico es hasta cierto modo perdonable, y el era un Sol en el mundo de la ciencia, hoy comprende perfectamente que hay una grandeza superior a la suya, una ciencia para él desconocida, un poder maravilloso, una fuerza que sostiene la maquina del Universo, y ante tanta luz, ante tanta magnificencia, ante tantos mundos, hay grandes sabios que preguntan a Dios porque brillan los soles, y porque su fuego no incendia el Universo, el se considera uno de los alumnos en la gran Universidad del Infinito; se reconoce grande y pequeño a la vez y el orgullo no lo volverá a cegar. Tiene luz propia, vive en medio de la luz, con su fluido luminoso envuelve a su nieta, que es el amor de todos los amores. No basta penetrar en el espiritismo, hay que amar, hay que compadecer, no se puede menospreciar al paria de la sociedad, porque aquel ser abandonado tiene un Espíritu quizás más adelantado que el que se cree infalible por su sabiduría, y en el mero hecho de nacer hay que considerar que viene a la Tierra a cumplir una misión, sea esta de gran importancia o insignificante. Todo hombre merece respeto y hay que esforzarse en protegerlo y en amarle; la ciencia que no desciende hasta el desamparado, llega un día en que recibe el castigo merecido, como hemos visto en el médico.

Solo el espiritismo nos hará grandes en medio del dolor, porque sabiendo que vivimos eternamente,  haremos lo posible para ser mejores que ayer y ser mañana  grandes benefactores de la humanidad.

- Amalia Domingo Soler-
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Juana de Angelis
EL REGRESO DEL APOSTOL

Cuando se sumergió en el cuerpo físico, para el ministerio que debería desarrollar, todo era expectativas y promesas, injertado con inconcebible patrimonio de bendiciones, especialmente en el área de la mediumnidad.

Mensajeros de la luz prometieron inspirarlo y ampararlo durante todo el tiempo en que se encontrase en la trayectoria física, advirtiéndole de los peligros de la travesía en el encapotado mar de las pasiones, así como de las luchas que debería tener para alcanzar el puerto de seguridad.

Orfandad, rudas persecuciones en la infancia, soledad y amargura, establecieron el cerco que le podría haber dificultado el avance; sin embargo, las providencias superiores le auxiliaron para vencer esos desafíos más rudos y a crecer interiormente en rumbo del objetivo de iluminación.

Adversarios del ayer que se habían reencarnado también, lo acribillaron de aflicciones y de crueldad durante toda la existencia orgánica, pero él consiguió amarlos, sin devolver jamás las mismas púas, las espinas y el mal que le dirigían. 

Experimentó el abandono y descrédito, necesidades de todo orden, incontables tentaciones que le siguieron los pasos amenazándole la integridad moral, pero no cedió al dinero, al sexo, a las proyecciones engañosas de la sociedad, ni a los viles sentimientos.

Siempre se mantuvo en clima de armonía, sintonizado con las fuentes generadoras de la vida, de donde tomaba coraje y fuerzas para no desfallecer.

Trabajando infatigablemente, alargó el campo de la solidaridad, y encendiendo la antorcha de la fe racional que distendía a través de los testimonios mediúmnicos fuera de lo común, iluminó vidas que se tornaron faroles y amparo para otras tantas existencias. 

Nunca se exaltó y jamás se entregó al desánimo, ni tan siquiera bajo la metralla de perversas acusaciones, permaneciendo fiel al deber, sin presentar defensas personales o justificativas para sus actos.

Lentamente, a través del ejemplo, de la honradez y del esfuerzo de héroe cristiano, sensibilizó al pueblo y a sus líderes, quienes lo amaron, se convirtió en un parámetro del comportamiento, transformándose en persona de referencia para las informaciones seguras sobre el mundo espiritual y los fenómenos de la mediumnidad.

Su palabra dulce y ungida de bondad siempre sonaba enseñando, dirigiendo y encaminando a las personas que lo buscaban hacia la senda del Bien.

En continuo contacto con su Ángel tutelar, nunca lo decepcionó, extraviándose en el camino del deber, manteniendo disciplina y fidelidad al compromiso asumido.

Abandonado por unos y por otros, afectos y amigos, conocidos o no, jamás dejó de realizar su compromiso para con la Vida, no desertando nunca de sus tareas.

Las enfermedades le minaron las energías, pero él las renovaba a través de la oración y del ejercicio interminable de la caridad.

La claridad de los ojos disminuyó hasta casi apagarse, sin embargo, la visión interior se convirtió más poderosa para penetrar en los arcanos de la espiritualidad.

Jamás se excusó en ayudar, pero nunca dio trabajo a nadie. Sus silencios homéricos hablaron más alto que las discusiones perturbadoras y los debates insensatos que acontecían a su alrededor y lejos de él, sobre la Doctrina que esposaba y sus sublimes enseñanzas.

Fue la mayor antena parapsíquica de su tiempo, consiguiendo viajar fuera del cuerpo, cuando estaba parcialmente desdoblado por el sueño natural, así como penetrar en mentes y corazones para ayudarlos mejor, tornándose maleable a los Espíritus que lo utilizaron casi durante setenta y cinco años de devoción y de renuncia en la mediumnidad luminosa.

Por eso mismo, lo suyo fue un incomparable mediumnato.

...Y al desencarnar, suave y dulcemente, permitiendo que el cuerpo se aquietase, ascendió a los rumbos del infinito, siendo recibido por Jesús, quien lo acogió con Su bondad, aseverándole:

- Descansa un poco, hijo mío, a fin de que olvides las tristezas de la Tierra y disfrutes de las inefables alegrías del reino de los Cielos. 

JOANNA DE ANGELIS

NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española.
Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una conferencia en la misma sala.
  Los domingos a las 21,00 horas  tenemos  la clase de Estudio del Espiritismo por el "Grupo espírita Sin Fronteras".dirigido por Carlos Campetti-

    Y además recomiendo los Blogs: El espirita albaceteño.-  elespiritadealbacete.blogspot.com.es                                                
                                                          Albacete espírita:          espiritismoalbacete.blogspot.com.es

                                            kardeciano.blogspot.com
                                       elblogdeazucena.blogspot.com
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