miércoles, 6 de julio de 2011

Catástrofes Naturales



Las grandes pruebas son casi siempre un indicio de fin de sufrimiento y de perfeccionamiento del Espíritu, desde el momento en que sean aceptadas por amor a Dios”. (1)

En la vida humana todo tiene su razón de ser, nada ocurre por acaso, aun mismo cuando las situaciones se nos figuran trágicas. El caos catarinense nos parece un evidente episodio de rescate colectivo. Pero, urge reflexionar necesariamente que, ante las situaciones trágicas de la Tierra, el ser humano adquiere más experiencia y más energías iluminativas en el cerebro y en el corazón, para defenderse y valorizar cada instante de su vida. Con las verdades reveladas por el Espiritismo, se comprende, hoy, la justicia de las pruebas. La Ley de causa y efecto, entendiéndola como siendo, de entre otras posibilidades, una amortización de debitos de vidas pasadas, nos esclarece sobre el problema del dolor.

Para cada tragedia, tiene que haber una explicación plausible. ¿Cuál es el significado de los millares de seres que fueron tragados por las aguas del Tsunami – catástrofe, cuyas dimensiones dejaron al mundo entero consternado? Para las tragedias colectivas, solamente el espiritismo tiene las respuestas coherentes profundas y claras,que explican, esclarecen y, por vía de consecuencia, consuelan a los corazones humanos, ante los resabios de esas situaciones.

Es bien verdad que las catástrofes naturales o accidentales, como la de Santa Catarina, victiman centenares o millares de personas. En esos episodios las imágenes mediáticas, virtuales o impresas, nos muestran, con colorido fuerte, las tintas del drama de innumerables seres, cuando la población recoge lo que sobró y llora a sus muertos.En muchas de las situaciones, la conexión causal, entre la catástrofe y la acción humana, se halla presente. (2) Actualmente, no es preciso tener el don de la profecía para hacerse una proyección sobre el triste escenario del futuro de nuestro Planeta. Tenemos conciencia de que estamos en la inminencia de desastres ecológicos, sin procedentes, cara a la ruta de colisión entre el hombre y la Naturaleza.

En 1985, los científicos identificaron un agujero en la capa de ozono, sobre la Antártica, que continua expandiéndose, asustadizamente. La reducción del ozono contribuye para el “fenómeno estufa”. Las consecuencias de ese síndrome son catastróficas, como el calentamiento y la alteración del clima, precipitando la ocurrencia de los huracanes, tempestades severas y, hasta terremotos. El hecho de “El Niño y La Niña” también es aterrorizante, pues acelera el deshielo de las cataratas de las esferas polares, aumentando, consecuentemente, el nivel del mar e inundando regiones limítrofes. Prueba de eso, son los registros de disminución de las galeras en el Himalaya, en los Andes, en el Monte Kilimanjaro, y la única estación de esquí de Bolivia, Chacaltaya, puso fin a su actividad, por la escasez de nieve en aquella región.

¿Por qué no nos movilizamos en adoptar medidas urgentes de prevención, evitando, así, un mal mayor, o sea, un caos ecológico para nosotros mismos y, principalmente, a las generaciones futuras, en vez de quedarnos, apenas, como simples espectadores? Debemos estar atentos, abrir nuestros ojos para las llamadas de los especialistas, pues ya está demasiado claro que es, apenas,cuestión de tiempo, para que las consecuencias nefastas de las previsiones comiencen a afectar, brutalmente, a nuestras vidas y, principalmente, la vida de nuestros hijos y nietos.

Los flagelos destructores también ocurren con el fin de hacer al hombre avanzar más deprisa. La destrucción es necesaria para la regeneración moral de los Espíritus, que adquieren, en cada nueva existencia, un nuevo grado de perfección. “Esos trastornos son frecuentemente necesarios para hacer que las cosas lleguen más prontamente a un orden mejor, realizándose en algunos años lo que necesitaría de muchos siglos.” (3) Por tanto, esos flagelos destructores tienen la utilidad del punto de vista físico, malogrado los males que ocasionan, “pues ellos modifican algunas veces el estado de una región; más el bien que de ellos resulta solo es generalmente sentido por las generaciones futuras.” (4)

Sobre la cuestión de rescates colectivos, muchos autores espirituales explican, que individuos envueltos en crímenes violentos, en el pasado y, también, en el presente, la ley los trae de vuelta, por haber descuidado la ética evangélica. Retornan y se agrupan, en determinado tiempo y local, sufriendo muertes accidentales de variada naturaleza, inclusive en las calamidades naturales.

Así, de reencarnar, bajo el peso de debitos colectivos, somos informados, en el túmulo, de los riesgos s que estamos sujetos, de las formas por las cuales podemos perder la vida, sin embargo, el hecho, por si solo, no es determinativo, hasta, porque, dependen de variadas circunstancias en nuestras vidas para su consumación, una vez que la Ley de causa y efecto admite flexibilidad, cuando el amor rige la vida y “el amor cubre una multitud de pecados.” (5)

Emmanuel explica que: “en la prueba colectiva, se verifica la convocación de los Espíritus encarnados, participantes, del mismo debito, con referencia al pasado delictuoso y oscuro. El mecanismo de la justicia, en la ley de composiciones, funciona entonces, espontáneamente, a través de las propuestas de Cristo, que convocan las comparsas en la deuda del pasado por los rescates en común, razón por la que, muchas veces, intituláis – doloroso acaso – las circunstancias que reúnen a las criaturas más dispares en el mismo accidente, que les ocasiona la muerte del cuerpo físico o lasmás variadas mutilaciones, en el cuadro de sus compromisos individuales.” (6)

Aquel que se complace en caminar por los atajos del mal, la propia ley se incumbirá de traerlo de retorno al presente que, por su vez, determina el presente que, a su vez, determina el futuro. “Quien con Hierro hiere, con hierro será herido” – dijo el Maestro. Sin embargo, cave la resalva de que no todo sufrimiento es expiación. En el ítem 9, Cáp. V, de el libro El Evangelio Según el Espiritismo, Allan Kardec señala: “No se debe creer, entretanto, que todo sufrimiento por el que se pasa en este mundo sea, necesariamente, el indicio de una determinada falta: se trata. Frecuentemente, de simples pruebas escogidas por el Espíritu para su purificación, para acelerar su adelantamiento”. (7) Por tanto, el medio ambiente en que el alma renace, muchas veces constituye la prueba expiatoria; con poderosas influencias sobre la personalidad, se hace indispensable que el corazón esclarecido coopere en su transformación para el bien, mejorando elevando las condiciones materiales y morales de todos los que viven en su zona de influencia. (8)

Jorge Hessen


( visitar mi otro blog:  elespiritadealbacete.blogspot.com)

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