¿DUENDES, ELEMENTALES – CREENCIA, FANTASIA O REALIDAD?
No encontramos la palabra “Elemental” en el diccionario de Aurelio, y que tampoco consta en las obras codificadas por Allan Kardec. Más allá, el Espíritu San Luis, en la Revista Espirita del mes de marzo de 1860, empleo el término “elementar” (1) en vez de “Elemental”.(2) El profesor Rivail cita la palabra “duende “refiriéndose a los espíritus perturbadores, en dos oportunidades. (3) La primera cuando hace alusión o duende de Bayonne, que apareció para su hermana, provocando travesuras. En la segunda, describe la experiencia del Sr. J. con algunos espíritus perturbadores, en su residencia. Más, en ambas las oportunidades, el Codificador los describió como espíritus perturbadores, sin, no en tanto conferirles las propiedades que la creencia popular da a los duendes y elementales. (4)
En este abordaje teórico, no podemos adentrar por la puerta larga de las concepciones místicas, hasta porque la nomenclatura espirita es concisa y clara, y precisa estar por encima de la imaginación popular, que concibe, generalmente, la mediúmnidad de manera mística, y casi siempre denominando esos seres de Silfos (elementales del aire), salamandras (elementales del fuego), Ondinas (elementales del agua) y Gnomos (elementales de la tierra).
Sabemos que en las huestes espiritas existen muchas terminologías nuevas, que no están escritas en las Obras Básicas. Todavía, en el transcurso del siglo XX, fueron siendo incorporadas en el diccionario Kardeciano, a ejemplo de los términos “colonias espirituales”, “bioenergía” “monoideismo”, “ovoides”, “umbral”, “vampirismo”, “aura” etc. Expresiones esas que, si no fueran utilizadas por el Codificador; estaban de alguna forma implícitas, a través de otras terminologías del siglo XIX.
El término “Elemental” es comúnmente empleado de forma esotérica, sobretodo en la cultura teosófica. Sin embargo, André Luiz hace alusión a la palabra refiriéndose “a entes servidores comunes del reino vegetal” (5), o sea, espíritus de la Naturaleza totalmente extraños a su comprensión (6).
Algunas obras espiritas complementares confirman que los seres infra-humanos son los “entes servidores de la naturaleza”, ejecutores de fenómenos naturales. Según el ilustre lionés, “los Espíritus constituyen la fuerza inteligente de la Naturaleza y concurren para la ejecución de los designios del Creador” (7), que, no creó seres intelectuales perpetuamente destinados a la inferioridad, una vez que “todo en la Naturaleza se encadena por hilos que aun no pudimos aprender” (8).
Los Instructores Espirituales intervienen en la mayoría de las formas evolutivas inferiores, en las cuales el principio inteligente actúa. En verdad “todos los campos de la Naturaleza cuentan con agentes de la sabiduría Divina para la formación y expansión de los valores evolutivos.” (9) A rigor, el espíritu no llega a la fase de la razón “sin haber pasado por la serie divinamente fatal de los seres inferiores, entre los cuales se elabora lentamente la obra de su individualización.” (10) De esta manera, “el principio inteligente, distinto del principio material, se individualiza y se elabora, pasando por los diversos grados de la animalidad. Es ahí que el alma se ensaya para la vida y desenvuelve, por el ejercicio, sus primeras facultades.” (11).
Cierta vez, conociendo una colonia purgatoriales de vasta expresión, André Luiz fue informado sobre las millares de criaturas “utilizadas en el servicio más rudos de la naturaleza, que se desenvolvían en aquellas regiones en posición infra terrestre.” (12). Tal vez esas entidades no habiten en el interior de la Tierra, sin embargo “presiden a los fenómenos geológicos y los dirigen de acuerdo con las tribulaciones que tienen. “(13). Día vendrá en que recibiremos la explicación de todos esos fenómenos y los comprenderemos mejor.
En la escala de la evolución, ellos estarían entre la fase animal y hominal. Muchos esotéricos acreditan que esas entidades son superiores al hombre, creencia esa contraria a los conceptos y conocimientos espiritas. Para nosotros, esos seres “se sitúan entre el raciocinio fragmentario del macocoide y la idea simple del hombre primitivo de la floresta.” (14).
En el capitulo IX de El Libro de los Espíritus, cuestión 536 a 540, el maestro lionés hizo preguntas pertinentes sobre la acción de los espíritus en los fenómenos de la naturaleza. Comprendemos, así, sobre la existencia de “principios inteligentes” que auxilian en el control de los fenómenos de la naturaleza, bajo la supervisión de espíritus más elevados, operando en nombre de Dios, que “no ejerce acción directa bajo la materia” (15).
No sería justo decir que los elementales no existen. La experiencia, la tradición y la propia Doctrina Espirita acogen tales seres como realidad y no como mera fantasía. Todavía, no podemos olvidar que el Espiritismo tiene en su vocabulario los términos adecuados para designar precisamente esos entes espirituales. Razonable es, entonces, no adoptar palabras inadecuadas y distorsionadas por las creencias mitológicas.
Jorge Hessen
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