martes, 26 de julio de 2011

Cómo debemos ser

Miguel Vives




LO QUE DEBE SER EL ESPIRITISTA ENTRE SUS HERMANOS...

   Todo espiritista debe hacer uso de toda la humildad posible ante sus hermanos, porque la humildad es siempre un ejemplo constante de buenas formas y nunca compromete ni es causa de disturbios ni rencillas.

   Pero esta humildad no debe nunca ser fingida, sino leal y dispuesta a todo servicio, mientras éste sea justo y pueda redundar en bien de alguno de nuestros hermanos.

   Siempre debe considerarse el espiritista inferior a sus hermanos y dispuesto a ser el servidor de todos, porque ya sabe que el primero debe ser el servidor de todos.

   Y por más que haga y haya hecho, nunca podrá pagar lo que debe a Aquel que es el autor de todo; y, por más que sepa, no alcanzará nunca la infalibilidad: así, pues, siempre podrá equivocarse.

   Por lo tanto, bajo este punto de vista, no hará nunca ni alardes de saber, ni de poseer facultades y menos considerarlas extraordinarias, sino exponer sus ideas y sus opiniones de una manera prudente, sensata y con oportunidad.

   Así como para realizar una empresa, realizar un negocio, adquirir algún objeto que nos agrada mucho, hacemos a veces sacrificios y trabajos, y realizamos empresas de alguna importancia.

   No debe olvidar el espiritista que no hay empresa más grande, ni trabajo más noble que el de atraerse el amor leal y sincero de sus hermanos.

   No hay en la tierra nada de tanto provecho como el de ser hombre de paz, de amor y de concordia; este hermano es una garantía para la paz y el progreso de sus hermanos.

   Y es la base de toda propaganda provechosa y eficaz del Espiritismo... Para más claridad: debemos estudiarnos las cualidades buenas que hay en nosotros, para ver si, con la unión de estas, reparamos defectos.

   He dicho que todo espiritista debe ser caritativo con su hermano, y esto lo demuestra el que, si se nos obliga, según ley divina, a practicar la caridad en todo.Mucho más debemos practicarla entre los que, bajo el punto de vista espiritual, debemos formar una sola familia. Así , pues, el espiritista no debe abandonar a su hermano, ni en la crisis, ni en la enfermedad, ni en la miseria.

  Muy al contrario, debe ser para él como un padre o como una madre; consolarle en sus aflicciones, asistirle en sus enfermedades, ayudarle en sus necesidades, protegerlo en su ancianidad, darle la mano en su juventud.

  En una palabra, debe ser todo espiritista para su hermano, la verdadera providencia terrenal, sosteniéndole hasta donde se pueda, en todos los trances de la vida planetaria.

  Así como en la parte moral debemos ser caritativos, indulgentes y humildes con nuestros hermanos, no lo debemos ser menos en la parte material. Así es cómo crearemos entre nosotros una verdadera fraternidad.

  Porque el amor dispensa muchas cosas, y si llegamos a amarnos mucho, no hay duda que nos sufriremos nuestros defectos con gusto.

  He aquí la manera de dar buen ejemplo a la humanidad, que tan llena de males y egoísmos está; he aquí la manera de hacer más llevadera la cruz que por ley hemos de llevar en este mundo.

  Porque el amor es la savia divina y el bien y la paz; he aquí la manera de atraer las miradas de la humanidad y demostrarle que la palabra hermanos no es una pura fórmula, sino la expresión del amor que nos sentimos.

  He aquí la manera de constituir una familia, que nos quitaría muchas amarguras que hoy nos agobian y nos daría muchos días de paz y de alegría.

   Y reinaría en nuestras reuniones tanta cordialidad y tanto amor, que en ellas se regenerarían nuestros espíritus.


Guía Práctica del Espiritista
         Miguel Vives -

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