Divaldo |
El comenzar en un nuevo cuerpo sin los recuerdos torturantes resultantes de las malas acciones de existencias anteriores, constituye en la criatura la verdadera misericordia de Dios.
El traer a la memoria esos acontecimientos dañinos, nos ocasionaría, sin duda alguna, una alta carga de sufrimiento derivado del remordimiento. El desanimo ocasionaría estímulos perjudiciales que nos aria abandonar los deberes y el miedo nos impediría afrontar nuevos desafíos. Además, el recuerdo detallado de determinados hechos traería a nuestra memoria la presencia de cómplices igualmente comprometidos u otras personas victimas e incluso responsables por los actos indecorosos, lo que aumentaría la animosidad con relación a estos últimos.
El recuerdo de los momentos gloriosos, de los efectos especiales, si de una forma, pudiesen transformarse en emulación para la continuidad del esfuerzo, nos haría correr el riesgo de elecciones especiales en detrimento de nuevas vinculaciones afectivas, lo que disminuiría el círculo de crecimiento fraternal en la búsqueda de la inmensa familia universal.
Ya constituye un grave compromiso la carga de los recuerdos de la existencia actual, para que si adicionamos los provenientes de experiencias pasadas, nos perturbarían el equilibrio, ya que no seria posible poder soportar la suma de emociones que superarían la capacidad de la resistencia fisio-psíquica.
El organismo humano tiene un límite de apropiada energía para soportar emociones y sensaciones que cuando son superados, se transforman en desajustes, de sus equipos psíquicos produciendo lecciones irreversibles. Por esa razón, muchos seres que conviven simultáneamente en las dos esferas de la vida; la material y la espiritual – cuando no moralizados o no consiguen armonizar el comportamiento con la estructura física, caen en alucinaciones, en distonías nerviosas y mentales de difícil recuperación durante la existencia.
El ser humano permaneciendo más en la faja fisiológica que en la psicológica, más en la sensación que en la emoción va cambiando valores que le posibilitan liberarse de algunas de las constricciones impuestas por los actos infelices de las reencarnaciones anteriores, que pesan en su interior, generando muchos sufrimientos, afligidas alteraciones y otros problemas en el área de las relaciones inter-personales, de los conflictos sexuales, de los desafíos económicos y financieros, que lo conducen a mayores descalabros y a fracasos muy perturbadores.
Es necesario restablecer los códigos de honor que fueron quebrantados y que se recuperen los niveles de armonía que los actos desdichados produjeron pues las Leyes Divinas son de justicia, pero también de amor. La reparación de los errores, es inevitable, por eso mismo, no es necesario de forma inexorable que esa recuperación se de exclusivamente a través del sufrimiento.Por medio del amor la criatura puede rehabilitarse de cualquier acción nefasta que se haya permitido, siempre que se empeñe en la rehabilitación, que es la gran meta de todo aquel que busca crecer y ser feliz.
La criatura en sus archivos actuales guarda los registros de los comportamientos pasados que, en cierto modo, le dictan nuevos procedimientos o repeticiones de gravámenes que se esculpieron como agentes de perturbación.
Es posible revivir las experiencias olvidadas, a través de las cuales se puede explicar un sin numero de acontecimientos actuales, en procesos de ecmesia o recuerdo de vidas pasadas, o incluso mediante el recurso de la hipnosis.
Por las infinitas posibilidades de los archivos del inconsciente actual como también del profundo, importantes psicoanalistas encontraron en los acontecimientos de la vida peritoneal la causalidad de muchos traumas, fobias, complejos, de inferioridad y superioridad, narcisismo, perturbando la conducta de sus pacientes… Liberan a muchos sufrientes de sus estados tormentosos del alma, limpiándolos de las manos lo que tienen grabados.
Llegando a los procesos más profundos de los registros, a los arquetipos colectivos, que nada más son reminiscencias del pasado, encontrando allí los factores responsables de los disturbios que los inquietan.
Una vez identificadas las causas, se trabaja en los efectos y se contribuye para que muchos sufrimientos enigmáticos cedan a la concientización de los mismos, superándolos, por medio de la repetición de los hechos, bajo el auxilio y la orientación que demuestran ya haber tenido lugar y no deben proseguir emitiendo más ondas devastadoras sobre el psiquismo actual.
En las evocaciones bajo la hipnosis o inducción más suave, el paciente no recuerda plenamente la reencarnación anterior, sino que es orientado a encontrar el factor que detona en problema y que se encuentra grabado en el mismo. Para penetrar en el asunto habrá que estudiarlo, para penetrar bien en el, evitando que nuevos recuerdos aumenten la suma de lo que ya existe en el consciente y corramos el riesgo de producir la desarmonía homeostática.
Tal proceso, no repercutió de la misma forma en todos los pacientes que fueron objeto de recordaciones, algunos no se liberan de los efectos perniciosos de los actos infelices, y esto es porque en algunos se hace necesario el cambio de comportamiento para mejor, la alteración de los planos mentales, identificando deberes olvidados o nuevamente quebrantados, que constituirán un recurso reparador, la liberación de los resultantes kármicos.
La concientización de la responsabilidad del ser humano delante de la vida es primordial para la conquista de la salud física y mental, sobretodo para la realización moral, cuyas preliminares de actividad no siempre feliz, se encuentran en los paneles de la mente profunda, en los cimientos del inconsciente espiritual.
No obstante, cualquier incursión en esos dominios, sin una orientación competente y especializada, destituida de objetivos nobles, que esta animada por la curiosidad o la frivolidad improcedente, siempre resultará desastrosa, imprevisible fracaso muchas veces de sabor amargo.
El ser humano es la medida de si mismo. Auto-conocerse, haciéndose cada vez más dueño de su realidad actual y pasada, constituye el gran desafió que aguarda una resolución firme y una dedicación continua de cada cual.
Toda inversión de amor y de interés para la auto-iluminación debe ser aplicada a favor del proceso evolutivo, de forma que no cese el anhelo por el crecimiento interior, por la ambición de los recursos ético-morales e intelectuales, produciendo sin cesar para el bien y para la vida, en la cual indiscutiblemente nos encontramos comprometidos.
Extraido de "Dias gloriosos" de Divaldo P.Franco
Adapación: Oswaldo E. Porras Dorta
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