INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Lo que realmente somos
2.- Exorcismo
3.- Reflexiones sobre el cuerpo y la muerte
4.- La muerte no existe
LO QUE REALMENTE SOMOS....
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EXORCISMO
El casi total
desconocimiento de la vida espiritual o la ignorancia al respecto, son
responsables de las extrañas prácticas de exorcismo desde épocas... remotas. La
presunción y falso conocimiento de las personas que se creen capacitadas para
imponer su falsa autoridad sobre otro, hacen que transfieran el mismo
sentimiento a los espíritus sufrientes o perversos que embisten contra aquellos
a quienes afligen con insistente crueldad.
La obsesión es el
resultado del intercambio psíquico, emocional o físico, entre dos seres que se
aman o se detestan. La raíz del fenómeno se encuentra, en la identificación
vibratoria que facilita el proceso perturbador. Aquel que se sintió engañado o
traicionado por su opositor, busca retribuir el mal que sufrió, imponiéndole la
crueldad de la persecución sin cuartel, desde el mundo espiritual donde hoy se
encuentra.
Disponiendo de mayor
campo de comprensión mental y de técnicas sofisticadas para imponer su
voluntad, sobre aquel a quien detesta y desea martirizar, establece el
intercambio nefasto, que culmina con la instalación de disturbios, que se
convierten en sufrimiento de corto o largo curso, siempre dolorosos. Otras
veces, son vinculaciones amorosas de calidad inferior, en las cuales ambos
intercambian sentimientos vulgares, que los llevan a una convivencia mental de
torpes satisfacciones o de deseos inconfesables, que la muerte de uno de ellos
no permite realizar más.
La obsesión solamente
se instala, porque la receptividad del paciente, lo envuelve en mallas constrictoras. Cualquier tentativa de tratamiento, deberá iniciarse con
el conocimiento de las razones que desencadenaron el acontecimiento infeliz. No
hay razón para que alguien imponga su voluntad sobre la de otra, y
especialmente en lo que respecta a las ingratas obsesiones, así como tampoco a nadie se
le ha dado el derecho de afligir a su prójimo sin incurrir en la auto punición,
de cara a las soberanas leyes que se establecen en la vida de todos.
La imprudencia y las
pasiones que predominan en la naturaleza humana, lo llevan a desviarse en el
cumplimiento de sus deberes, transformándose en insensato enemigo de su
compañero de jornada, quien entonces, sufre la crueldad o persecución
sistemática, afligiéndolo, y generándole situaciones embarazosas mediante las
cuales se siente feliz…
Esa conducta nefasta,
que muchas veces pasa inadvertida para la víctima, luego de su desencarnación
pasa a entender lo que le ocurrió, y mediante procesos de sintonía y afinidad,
se vincula a su verdugo, y al no poseer valores ético-morales para comprender
el perdón, toma la maza de la justicia en sus manos y se cree con el derecho de
desquitarse de aquel que tanto daño le hizo. Si tuviese otro conocimiento de la
vida, de sus leyes y de la Justicia Divina, que jamás engaña o desvía, y se
apoyara en el olvido del mal para tornarse feliz, se liberaría mentalmente de
quien lo ha atormentado y ha sido responsable por su desdicha.
Sin embargo, la
inferioridad moral de la víctima, cualidad peculiar en la mayoría de los
temperamentos humanos, impone la venganza como el mejor mecanismo para cobrar
el mal que padeció, tornándose, a su vez, en perseguidor, cuando podría
continuar siendo creadora del respeto, en su condición de acreedor compasivo.
Siendo así, la práctica del exorcismo resulta inútil, particularmente en lo
atinente a los llamados gestos sacramentales y las palabras cabalísticas, que
producen risa en los Espíritus perseguidores, más aún cuando los Espíritus
burlones, se complacen acompañando al ridículo de aquellos que pretenden
expulsarlos con comportamientos extraños, sin ningún requisito moral que los
acredite en la terapéutica curativa.
Cuando ocurren
resultados positivos en el tratamiento de la obsesión por medio de ese recurso,
se debe a las cualidades espirituales del terapeuta y no a los rituales
extraños que realiza, por cuanto, solamente las energías elevadas, que devienen
de una conducta moral y mental, pueden apartar a los Espíritus infelices de
aquellos que padecen la imposición penosa. A pesar de eso, para que el proceso
curativo se de correctamente, son indispensables la transformación ética del
paciente, en sus actividades de beneficencia y de fraternidad y en el
compromiso con el amor y la oración, a fin de revestirse de valores elevados
que le permitan la sintonía con otras fajas vibratorias, evitando la influencia
de nuevas perturbaciones.
Es por eso que, en
el tratamiento de las obsesiones, el diálogo con el enfermo espiritual se torna
esencial, a fin de esclarecerlo en cuanto al mal que ejecuta, cuando podría ser
feliz liberando a su opositor y entregarlo a su propia conciencia y a la
Conciencia Divina. Prosiguiendo en la obstinación de hacer el mal a quien lo
perjudicó, permanece sufriendo, afligiéndose sin cesar, cuando tiene el derecho
de disfrutar de paz y renovación, ya que todos nos dirigimos hacia la
felicidad a la que estamos destinados.
El proceso de
iluminación interior es la meta fundamental de todas las experiencias
espirituales, por proporcionar direccionamiento saludable y equilibrado a quien
experimenta el infortunio, resbalando por las rampas del odio y de las pasiones
más primitivas.
Cuando Jesús,
exhortaba a los Espíritus inmundos y a la Legión a que abandonasen a aquellos a
quienes atormentaban, había en el Maestro la energía liberadora que interrumpía
el flujo de la obsesión. Además, el Señor sabia cuando terminaba la deuda del
antiguo verdugo, liberándolo del dolor. A su vez, las Entidades infelices lo
veían aureolado de luz y se conmovían ante su irradiación, alterando su
conducta y descubriendo la necesidad de cambio en su comportamiento.
A través de los
tiempos, algunos seguidores de la doctrina cristiana, enfrentando a los
Espíritus enfermos y vengativos, intentaron repetir las hazañas del Nazareno,
muy distantes sin embargo, de las cualidades vibratorias indispensables para el
acometimiento superior, fracasando de inmediato en sus objetivos. Y cuando eso
acontecía sin poseer resistencias psíquicas propias, se irritaban, pasando a
exigencias descabelladas, cuando no se entregaban a griterías y pugnas verbales
injustificables con los obsesores, que se fortalecían en dichos combates.
Con el conocimiento
del Espiritismo, gracias a las seguras informaciones ofrecidas por los mismos
desencarnados, se pueden descubrir las saludables terapias para atender las
obsesiones y sus víctimas, atendiendo no sólo al encarnado, sino también al hermano
que sufre más allá de la cortina carnal, quien sufre la influencia perversa y
continua, experimentando sinsabores y amarguras.
La criatura humana,
sedienta siempre de novedades, y sufriendo las consecuencias de su conducta
arbitraria, resbala en los profundos fosos de las obsesiones, pero deseando
recibir ayuda sin el mayor esfuerzo, se adhiere a los procesos de exorcismo, en
escenas grotescas de debates entre los presuntuosos terapeutas y los Espíritus,
provocando admiración y creciente fascinación. Sucede que, en muchos casos,
aquellos que aturden a los negligentes, a fin de volver a la carga
posteriormente, fingen estar arrepentidos del mal que están practicando, y
abandonan a su compañero espiritual, sólo por algún tiempo, volviendo después
con mayor carga de aflicción y rebeldía.
En cualquier situación
de enfermedad espiritual, las conductas terapéuticas a adoptar son la compasión
y la caridad, el amor y el perdón en relación a la víctima, así como a su
perseguidor, ambos incursos en los soberanos códigos de la Vida de los cuales
ninguno consigue huir.
Espíritu: Manoel
Philomeno de Miranda
Médium: Divado Franco
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Hoy he meditado sobre lo que es la materia humana; la misma que forma nuestros cuerpos tal y como son por dentro: grasa, intestinos, sangre, carne y huesos. Exactamente igual que la que se puede observar de cualquier animal de los que a diario se sacrifican para nuestra alimentación.
No se llega comúnmente a comprender, que ese bulto de materia carnal que es un cadáver humano, no constituye ningún ser individual, ninguna persona. Habitamos en la materia carnal y vivimos íntimamente ligados a ella, pero cuando la abandonamos, solo queda ante los ojos de los demás, aquello que confundimos con nosotros mismos, pero que a veces, se puede sentir que esto es solamente lo que es: Despojos carnales, órganos y tejidos, tan semejantes a los de cualquier animal que se podrían confundir unos y otros. Pero esto no significa ni que el animal sea humano, ni que el humano sea animal, aunque por su cuerpo sí lo es. Lo que en verdad hace la diferencia entre el hombre y los animales, no es la materia de sus cuerpos, sino el Espíritu divino que anima al Ser humano, y el alma animal, aunque diferente, pero también implicada en un proceso evolutivo constante, cuya meta final es llegar a alcanzar algún día la etapa hominal transformada en Espíritu humano. Ambas clases de espíritus o almas, las de los humanos y las de los animales, son diferentes, aunque relacionados por la Ley de Evolución; ambos se encuentran en pleno proceso evolutivo, pero en dos escalas evolutivas paralelas y diferentes. Así, como ya hemos señalado, el alma animal tiene como meta tras su periplo evolutivo por diversas especies animales, tras muchos millones de años, llegar finalmente a alcanzar la etapa humana, en la que comienza su andadura evolutiva como Espíritu humano, sencillo e ignorante, pero perfectible para llegar finalmente a alcanzar tras un periplo indeterminado de vidas humanas, una categoría espiritual más perfecta, más sutil y más feliz.
La mayoría de las veces esta materia humana recién abandonada tras la muerte en cualquier cementerio, no se nos muestra en su imagen con un aspecto repulsivo sino como una figura humana en estado de sueño tranquilo o de reposo, lo cual ha creado la falsa idea del “descanso eterno”, pero sin embargo causa la impresión de que a esa figura inerte le falta algo para ser de verdad un ser humano completo, como cuando ese cuerpo tenía vida: el alma. Y esto se nota porque la sensación que nos produce es como si estuviésemos ante un cascarón de un huevo vacío que conserva la figura del huevo, pero sin su contenido, sin vida, al no tener dentro su embrión en desarrollo lleno de vitalidad, o bien la sensación de que el cadáver solo es una figura material, que más bien parece un muñeco inerte de cera, sin el hálito de la vida; cualquier cosa menos una persona; un ser que sentimos que ya no está en el cadáver: en este si acaso queda solo su apariencia física que al paso del tiempo o tras su cremación, queda disgregado, hecho cenizas, para devolver finalmente a la tierra sus componentes minerales.
No debemos mirar a la muerte con horror, pues simplemente supone una separación definitiva del Ser con su materia humana, o también como una separación temporal entre el Ser que pasa a otra dimensión de la vida, y los seres que se quedan aún en la Tierra. Para los Seres que habitan el plano espiritual posiblemente sea mucho más horroroso el tener que afrontar una nueva reencarnación, por tener que someterse y ligarse a una materia carnal, tantas veces achacosa o enferma, pero que se comprende y admite como una experiencia necesaria para la vida y su desarrollo, aunque con la aprensión y el temor por las experiencias que le aguardan, al ignorar lo que la vida material pueda depararle ; en definitiva, el temor al fracaso ante las pruebas de la vida .
¡ Qué ilusión es la del Ser espiritual que se oculta bajo las formas materiales!. Cuando se ha visto y comprendido la vida y la muerte, tal y como son, ¿ qué importancia tienen entonces las cosas que nos atan a esta vida material, como la concupiscencia y el deseo carnal, el coqueteo , la presunción o la avaricia? ; ¿ donde quedan las falsas apariencias con las que tratamos a veces de distorsionar nuestra realidad ante los demás?; ¿ acaso nos vamos a llevar algo de todo eso “al otro lado de esta existencia”?, o ¿todo eso será solamente un recuerdo de la materia que se pudre en la tumba? .
Todos los seres humanos somos espíritus inmortales que tenemos transitoriamente una materia. En esencia somos energía como la que existe en todo el Universo, pero una Energía que configura un Ser que una vez creada o individualizada de la Fuente de Origen ( Dios), es capaz de pensar, sentir, crear, ¡ vivir ¡, y esta energía viviente, pensante, sintiente, creativa y con una voluntad propia, continua existiendo en un Plano espiritual, o permaneciendo transitoriamente ligada a una materia carnal a la que transfiere la vida y el movimiento, expresándose y manifestándose a través de dicha materia, pero sin embargo no dependemos de la materia para seguir existiendo, porque nuestra Esencia no ha sido originada por dicha materia. Ya existíamos antes de tenerla, y vamos a seguir existiendo después de abandonarla. Prueba de esto, es que la materia animal, es semejante a la nuestra, pero el espíritu humano se manifiesta solamente a través de un cuerpo humano, y no en los cuerpos de los animales, que ya tienen su propia alma. La materia no ha creado nuestros espíritus, pero estos sostienen sin embargo la vida de la materia carnal mientras permanecen ligados a ella.
Cuando el pensamiento y el sentimiento humanos son muy profundos, llegan a ser abstractos, existiendo como idea anónima, increada, sin palabras que le den forma. Ese es el grado de asimilación que nuestros conceptos espíritas han de comprender en lo más íntimo del alma, y así los podremos compartir con seguridad, ayudando a evolucionar con ellos a tantos hermanos que se estancan en las ilusiones de la materia.
- José Luis Martín-
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La muerte no existe
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