INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-¿ Se puede reencarnar en un animal ?
2.- Enseñanza, divulgación, iluminación y creencia.
3.- El por qué de la reencarnación y qué sentido tiene?
4.-Entre el negativismo y la superstición: El equilibrio espiritual del hombre
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218.- La propaganda doctrinaria para la multiplicación de los prosélitos es la necesidad inmediata del Espiritismo ?
De modo alguno. La dirección del Espiritismo, en su fase de Evangelio redivivo, pertenece a Cristo y sus discípulos, antes de cualquier esfuerzo humano, precario y perecible. La necesidad inmediata de los campamentos espiritistas es la del conocimiento y aplicación legítima del Evangelio, de parte de todos los que militan en sus filas, deseosos de luz y de evolución. El trabajo de cada uno en la iluminación de sí mismo debe ser permanente y metódico. Los fenómenos despiertan al espíritu adormecido en la carne, pero no ofrecen las luces interiores, solamente conseguidas a costo de gran esfuerzo y trabajo individual. La palabra de los guías y mentores del Más Allá enseña, pero no puede constituir elementos definitivos de redención, cuya obra exige de cada uno sacrificios y renuncias santificantes, en el laborioso aprendizaje de la vida.
219.- En los trabajos espiritistas, ¿dónde podremos encontrar la fuente principal de enseñanza que nos oriente para la iluminación? ¿Podremos obtenerla con los mensajes de nuestros entes queridos, o sólo con el hecho de guardarnos el valor de la creencia en el corazón?
Numerosos filósofos han compendiado las tesis y conclusiones del Espiritismo en su aspecto filosófico, científico y religioso; todavía, para la iluminación de lo íntimo, sólo tenéis en el mundo el Evangelio del Señor, que ningún derrotero doctrinario podrá traspasar. Además, el Espiritismo en sus valores cristianos no posee finalidad mayor que la de restaurar la verdad evangélica para los corazones desesperados e incrédulos del mundo. Teorías y fenómenos inexplicable siempre hubo en el mundo. Los escritores y los científicos doctrinarios podrán movilizar sus conocimientos en la construcción de nuevos enunciados para las filosofías terrestres, pero la obra definitiva del Espiritismo es la edificación de la conciencia profunda en el Evangelio de Jesús-Cristo. El plano invisible podrá traeros los mensajes más conmovedores y convincentes de vuestros bien amados; podréis guardar los más elevados principios de creencia en vuestro mundo de impresión moral. Todavía, ese es el esfuerzo, la realización del mecanismo doctrinario en acción, junto a vuestra personalidad. Sólo el trabajo de auto-evangelización, sin embargo, es firme e imperecedero. Sólo el esfuerzo individual en el Evangelio de Jesús puede iluminar, engrandecer y redimir al espíritu, porque, después de vuestra edificación con el ejemplo del Maestro, alcanzaréis aquella verdad que os hará libres.
220.- ¿Hay alguna diferencia entre la creencia y la iluminación?
Todos Los hombres de la Tierra, aún los propios materialistas, creen en alguna cosa. Todavía, son muy pocos los que se iluminan. El que cree, apenas admite; pero el que se ilumina vibra y siente. El primero depende de los elementos externos, en los cuales coloca el objeto de su creencia; el segundo es libre de las influencias exteriores, porque hay bastante luz en su propia intimidad, de modo que puede vencer con coraje las pruebas a que fue sometido en el mundo. Es por esa razón que los espiritistas sinceros deben comprender que no basta creer en el fenómeno o en la verdad de la comunicación con el Más Allá, para que sus sagrados deberes estén totalmente cumplidos, pues la obligación primordial es el esfuerzo, el amor al trabajo, la serenidad en las pruebas de la vida, el sacrificio de sí mismo, de modo de entender plenamente la ejemplificación de Jesús-Cristo, buscando su divina luz para la ejecución de todos los trabajos que les competen en el mundo.
221.- ¿El análisis por la razón puede cooperar, de modo definitivo, en el trabajo de nuestra iluminación espiritual?
Es cierto que el hombre no puede dispensar de la razón para vencer en la tarea confiada a su esfuerzo, en el círculo de la vida; con todo, se hace menester considerar que esa razón viene siendo comerciada, desde muchos siglos en el planeta, por los vicios de toda suerte. Tenemos plena confirmación de este aserto en el ultra-racionalismo europeo, cuya avanzada posición evolutiva, aún ahora, no ha vacilado entre la paz y la guerra, entre el derecho y la fuerza, entre el orden y la agresión. Más que en cualquier parte del orbe, la razón humana ahí se elevó a las más altas cumbres de realización y, todavía, desequilibrada por la ausencia del sentimiento, resucita el salvajismo y el crimen, a pesar del lujo de la civilización. Reconocemos, pues, que en la actualidad del orbe toda iluminación del hombre ha de nacer, antes de todo, del sentimiento. El sabio desesperado del mundo debe volverse hacia Dios como el niño humilde, para cuidar de los legítimos valores del corazón, porque sólo por la reeducación sentimental, en los bastidores del esfuerzo propio, se podrá esperar la deseada reforma de las criaturas.
222.- ¿Qué significa el llamado “toque del alma”, al cual tantas veces se refieren los Espíritus amigos?
Cuando la sinceridad y la buena voluntad se hermanan dentro de un corazón, se hace en el santuario íntimo la luz espiritual para la sublime comprensión de la verdad. Ese es el llamado “toque del alma”, imposible para cuantos perseveren en la lógica convencionalista del mundo, o en las expresiones negativa de las situaciones provisorias de la materia, en todos los sentidos.
223.- ¿Hay un tiempo determinado en la vida del hombre terrestre para que él se pueda entregar, con más probabilidades de éxito, al trabajo de iluminación?
La existencia en la Tierra es un aprendizaje excelente y constante. No hay edades para el servicio de iluminación espiritual. Los padres tienen el deber de orientar al niño, desde sus primeros pasos, en el capítulo de las nociones evangélicas, y la vejez tiene el derecho de alegar el cansancio orgánico en vista de esos estudios de su necesidad propia. Es cierto que las adquisiciones de un viejo, en materia de conocimientos nuevos, no pueden ser tan fáciles como las de un joven en función de su instrumentabilidad sana, físicamente hablando; los hombres más avanzados en años tienen, con todo, a su favor las experiencias de la vida, que facilitan la comprensión y ennoblecen el esfuerzo de la iluminación de sí mismos, considerando que, si la vejez es la noche, el alma tendrá en la mañana del futuro la alborada brillante de una nueva vida.
224.- ¿Las almas desencarnadas continúan igualmente en el servicio de la iluminación de sí mismas?
En los planos invisibles, el Espíritu prosigue en la misma tarea bendecida de adquisición de los propios valores, y la reencarnación en el mundo tiene como objetivo principal la consecución de ese esfuerzo.
EL CONSOLADOR – Iluminación: Necesidad -. Por el Espíritu Emmanuel – Chico Xavier
La Reencarnación es necesaria para adquirir las experiencias en la materia que permitan al Espíritu su evolución hacia una perfección espiritual cada vez más elevada .
Esta ley nos da tantas oportunidades como precisemos, para enmendar los errores del pasado y así poder avanzar progresivamente, enriqueciéndonos y perfeccionándonos en virtud y sabiduría a lo largo de muchas vidas como Seres humanos.
La Reencarnación es el modo dinámico como se desarrolla la evolución que impulsa el progreso del Ser espiritual en cada vida, y gracias a ella se hace esto posible, o sea que el auténtico sentido de la Reencarnación es llevar a cabo la evolución de cada espíritu a través de múltiples vidas en la materia.
En su infinito Amor, Dios no nos permite vivir tan solo una única existencia en una sola vida, para capacitarnos en Amor y sabiduría, por larga y buena que esta pudiese ser. Si así lo hiciese dándonos una sola existencia en este mundo sin posteriores oportunidades de progreso, sería comparable con la idea monstruosa y absurda del padre que condenase a su hijo, a que siempre fuese pequeño y a que nunca pudiese crecer ni pudiese llegar a ser algún día un ser adulto.
Básicamente la causa de la Reencarnación es la misma para todos: la Evolución, que es el crecimiento del alma en cuanto a virtudes y sabiduría, al tiempo que se superan o se eliminan los defectos morales residuos de etapas evolutivas anteriores. Pero a nivel individual se puede matizar más: unas veces es para conquistar un aprendizaje y desarrollo evolutivo y otras para afrontar deudas contraídas en el pasado, lo que equilibrará la balanza de la Justicia Divina y de paso podrá seguir aprendiendo y perfeccionándose, en definitiva, evolucionando.
Solo durante las existencias en mundos físicos se puede aprender en profundidad lo necesario que ofrecen las experiencias de la vida material, muy diferente a la espiritual, con el fin de que el Ser espiritual progrese en su propia evolución , afrontando circunstancias y vicisitudes humanas, equivocándonos muchas veces y rectificando otras tantas, y así nos podemos ir librando poco a poco de modo casi imperceptible, de los defectos y lastres que pesan en el desarrollo de nuestra alma.
La evolución que se logra a través de la ley de la reencarnación, como ya vimos, es otra ley natural que se apoya en ella y que como tal, está impresa en toda la Naturaleza y a todos nos afecta. Toda planta está destinada a crecer y todo fruto está destinado a madurar.
¿Cómo si no, podríamos llegar a realizar lo que Jesús de Nazaret encomendó cuando dijo: “Ser perfectos como mi Padre Celestial es Perfecto”? ; ¿Quién podría llegar a alcanzar la Perfección Absoluta del Padre Celestial en una sola vida por larga que esta fuese?; además de que sería una injusticia permanente el tener que lograr esa perfección en medio de tanta desigualdad de oportunidades en cuanto a las clases diferentes de vida humana en cuanto a su duración, su época, su cuna social, su estado de salud, etc. El motivo que fundamenta la Reencarnación es, definitivamente, la necesidad de progresar y de aprender del espíritu, por medio de la experiencia humana, creciendo en valores y desarrollando cualidades de Amor y Sabiduría , que son los atributos divinos que nos aproximan al Creador.
Mediante la reencarnación se otorga al Ser humano el uso del libre albedrío para decidir a cada paso su destino, tanto en este mundo como en el del plano espiritual en donde seguirá existiendo después de la muerte.
Al reencarnar el Espíritu errante deja a su familia de Espíritus amigos en el plano espiritual en donde se ubicaba antes de descender a la Tierra o a otros mundos físicos de similar nivel, a donde vienen para cumplir una misión que, como ya se ha dicho, puede ser de expiación por faltas cometidas en vidas pasadas o para superar nuevas pruebas de la vida para seguir creciendo, al eliminar alguna tendencia negativa o algún defecto espiritual y así poder seguir avanzando en un proceso evolutivo indefinido.
-José Luis Martín-
ENTRE EL NEGATIVISMO Y LA SUPERSTICIÓN: EL
EQUILIBRIO
ESPIRITUAL DEL HOMBRE
Fragilidad de las
posiciones extremas del espíritu — Fijación de la mente en el torbellino del
mundo material o de las convenciones religiosas — La lucha espírita por
el esclarecimiento espiritual del hombre.
La vida pierde su sentido, su significación, su
razón de ser, cuando el hombre se aleja de la comprensión espiritual, buscando
en el mundo material la única explicación de las cosas. El llamado hombre
práctico de nuestros días, enteramente inmerso en los problemas inmediatos,
funciona como una máquina. Está muy próximo a la concepción cartesiana de los
animales: cuerpos en actividad mecánica, sin alma. Si en medio de ese
funcionamiento inconsciente a que se entrega, alguna desgracia le ocurre, los
horizontes se cerrarán a su alrededor. Ninguna perspectiva le restará. Es por
eso que, en general, el hombre práctico, alcanzado por un golpe arrasador,
recurre al suicidio.
Pero, si el materialismo
de la vida práctica es peligroso, también lo es el materialismo teórico,
intelectual, equivalente a una ceguera mental, que no permite al hombre divisar
los contornos de la realidad. El materialista intelectual, que se apoya en una
doctrina filosófica negativa, se siente fuerte para enfrentar el mundo mientras
no le faltan las fuerzas físicas y los recursos materiales de la existencia.
Una idea, como bien acentúa Annie Besant en su “Autobiografía”, lo sostiene en
las duras luchas de la vida: la idea de la dignidad intrínseca del ser humano,
que debe mantenerse digno por la propia dignidad, sin esperar cualquiera
recompensa por eso.
Pero, delante del
desastre, del fracaso temporal, de una mutilación moral o física, esa idea será
fácilmente eclipsada por otra: la nada. Por otro lado, en el reverso de la
medalla, la superstición del religiosismo común no es menos peligrosa que el
materialismo. El hombre que cree sin indagar, sin comprender ni querer
comprender, apegado a las creencias que le impusieron a través de la tradición,
está sujeto a las mismas dolorosas sorpresas de aquel que no cree. La fe por la
fe es tan insegura cuánto la dignidad por la dignidad, a que arriba aludimos.
Tanto para una, como para otra, la mente humana exige una base racional. Fe
ciega y dignidad ciega son frágiles como piezas de vidrio. Ambas pueden
quebrarse con la mayor facilidad, ante los golpes de la vida. Porque en una
cómo en otra el hombre está prendido a un punto de vista estrecho, sin la
visión global del proceso de la vida, que le daría comprensión y coraje para
enfrentar la lucha en cualquier circunstancia.
Ateísmo y superstición
son los dos extremos peligrosos de la condición humana. Y tanto así, que ambos
resbalan hacia las soluciones extremas, con la mayor facilidad, no solamente en
el plano individual, sino también en el colectivo. Los crímenes del fanatismo
religioso y del fanatismo materialista mancillan la historia humana. Porque
tanto a la incredulidad absoluta como la superstición beata le faltan las luces
del verdadero esclarecimiento espiritual, de la verdadera conexión del hombre
con el sentido de la vida. El materialismo actúa como un imán, fijando la mente
en el torbellino de la materia. La superstición fanática hace la misma cosa con
los convencionalismos religiosos, en cuyo remolino de ceremonias y dogmas
prende a la mente subyugada. De ahí las terribles contradicciones que señalan
la historia de la religión, con los dramas crueles del fanatismo.
Fue por eso que Kardec
inscribió, en “El Evangelio según el Espiritismo”, esta leyenda de luz: “Fe
inquebrantable sólo es la que puede encarar frente a frente a la razón, en
todas las épocas de la Humanidad”. Por eso es que el Espiritismo insiste en la
necesidad del esclarecimiento permanente de la razón para los problemas de la
fe. Combatiendo el materialismo, con las propias armas de este, a través de la
observación y de la experimentación científica, el Espiritismo combate, por
otro lado, el religionismo ciego, la aceptación fanática de los principios
religiosos. No combate ninguna religión, pero combate el fanatismo religioso. Y
en ese combate no usa jamás las armas de la impiedad, porque sus armas son el
esclarecimiento a través de la investigación, del estudio y de la exposición de
la verdad. Ayudar al hombre a equilibrarse en la posición justa del
espiritualismo esclarecido, para que el mundo sea mejor y más bello, es la
misión del Espiritismo en este periodo difícil de la evolución terrena.
J. HERCULANO PIRES
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