lunes, 13 de abril de 2020

El Desánimo

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Pensamientos negativos
2.- Sublime expiación
3-  El desánimo
4.- El Espiritismo al alcance de todos(2)






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             PENSAMIENTOS NEGATIVOS
 Son producto de mentes de personas que tienen la deplorable tendencia de ver en todo el lado oscuro, problemático o negativo de las cosas, y estos producen efectos negativos como resultado de tener una mente negativa. 
La Ley de Vibración funciona permanentemente y por Ley de Afinidad, atrae lo que vibra en sintonía semejante. De ahí se comprende el funcionamiento de la oración, como se comprende que hayan personas que tienen esta desgraciada tendencia y como resultado, no deja de acontecerles cosas de la misma calidad de sus pensamientos o temores.
La forma de pensar determina mucho de lo que pasa en nuestra vida; si pensamos con optimismo, positividad y fe, lo que se nos presentará en hechos concretos tendrá esa misma tónica;   
Cuando se camina con una mentalidad negativa, cargada de ideas que nos hacen ver el lado más oscuro, el más triste, el más doloroso, de lo que nos toca vivir, las cosas van a tener un peso paralizante, que se puede convertir en un abismo sin fin, recordemos el caso de esas personas tristes, apocadas y deprimidas, cuyos pensamientos  y formas de enfocar la vida son negativos, a las cuales se les ha denominado a veces como "gafes" o "personas con "mala suerte". No existe la buena o mala suerte; existe el producto de los pensamientos y actitudes buenas o malas.
  Por último, no olvidemos que  la negatividad puede tener efectos negativos  múltiples en el cuerpo, la mente, y las emociones.

- Jose Luis Martín-

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SUBLIME EXPIACIÓN

El sufrimiento  es impositivo de evolución  y nadie padece lo que no necesita sufrir.
La Revelación Espirita al ser un medicamento de naturaleza superior y de excelente elaboración, es en la actualidad,  la terapéutica  más eficaz  para el hombre moderno, cuya rutilante inteligencia – que es capaz de impulsarlo en dirección a las estrellas – comúnmente lo encarcela en la mazmorra del escepticismo.
    Si ayer los sectarismos religiosos incentivaron el materialismo, hoy el cientificismo debilita  al hombre  que lo elaboró, castigando su presunción.
Entretanto, a pesar de las no siempre razonables ambiciones humanas, la tumba  hace tabla  rasa para todos  e induce, tarde o temprano,  a profundas reflexiones  acerca de la supervivencia espiritual. Entonces, en esta hora, la Doctrina Espirita eleva  al ser atormentado en dirección a los astros, liberándolo del charco en que se detiene  por un impositivo de su propia  insania y finalmente lo hace feliz.
    Todo socorro emana del Padre, a quien debemos  dirigir nuestras suplicas, confiando con una tranquila seguridad. Los espíritas sabemos que el rio de las lágrimas tiene sus vertientes  en el pretérito espiritual.  Hay dolores que funcionan  como reparación de culpas;  la reeducación que disciplina  y los dolores, que son como aguijones, nos impelen hacia delante. Frente a esto, es inútil ser recalcitrante. En los casos de tal naturaleza, el odio solamente  complica y la rebeldía desequilibra cada vez más. Sin embargo, una actitud serena logra alcanzar resultados positivos e inesperados.
    Es necesario observar las cosas con su legítima configuración para no caer en errores de interpretación. Examinando los hechos siempre  con serenidad.
    Cuando algo nos ocurre contra nuestra voluntad, llevándonos al sufrimiento, es por consecuencia del pasado culpable que somos obligados a rescatar. Las personas los accidentes que nos afligen y que despedazan   nuestras esperanzas o que oprimen nuestras fuerzas, proceden de la noche de los tiempos, elevados a la categoría  de severos cobradores, gracias a los cuales nos podremos libertar de las circunstancias  y de los vicios infelices. De esta manera sufrimos lo que se hace indispensable padecer para conseguir  la victoria sobre nosotros mismos. El aparente adversario  también merece  nuestra compasión y el perseguidor se vuelve digno de nuestra amistad. Realmente ellos no saben lo que están haciendo. Entrar en sintonía con las fajas del odio en que permanecen es darles  nuevas fuerzas opresoras que se volverán contra nosotros, haciéndonos todavía más desdichados…
    La tumba y la cuna han dejado de ser  lugares misteriosos, representativos del fin y del comienzo de la vida, para transformarse en pórticos de acceso a nuevos aprendizajes de la existencia. El ser espiritual y verdadero es indestructible.  Mortal es solo el cuerpo, a través del cual el alma adquiere experiencias, perfecciona  sentimientos y asciende incesantemente. Las victimas y los verdugos acumulan las expresiones de amor y de odio en sucesivos y nuevos comienzos, hasta eliminar todo el vinagre de la animosidad del receptáculo del corazón.
    Nunca en la prueba dolorosa y aflictiva huyamos de ella por la puerta falsa del suicidio, ya que en vez de resolver los problemas, los complica  de manera insospechada y nos conduce a los laberintos de indecibles alucinaciones, con eternos punitivos al cuerpo en dolorosas condiciones reparadoras. Cambiamos  una breve prueba por largas décadas de martirio, pues nos olvidamos que el Padre posee medios para modificar las situaciones más terribles, a través de soluciones inesperadas y liberadoras.
    Cuando el hombre se dispone  a confiar y esperar, surgen caminos en las más intrincadas marañas  de la desesperación y aparecen barcos salvavidas en los mares agitados.
   Dios conoce todas las constricciones que afligen a los espíritus, y dispone recursos para sanarlas en el momento cierto.
   Rebelarse es desafiarlo; huir, significa la indebida postergación de un pago; reaccionar con la ira o a través del resentimiento, aumenta la cuota de sufrimiento. Solo una actitud esclarecida y equilibrada puede granjear  valores que superen el mal.
   Es de Ley Suprema que nadie se liberará  de la deuda  antes de rescatarla integralmente, el camino  de las pruebas surge como una ruta que debe ser necesariamente recorrido, a precio muchas veces de renuncias.
   Los continuos  testimonios de paciencia, resignación y humildad,  nos hace merecedores de la tierna asistencia de los Buenos Espíritus.
    Cada vez es más grande el interés por el Espiritismo, que al tener sus raíces  en las tierras fértiles del Evangelio, en el cual absorbe vitalidad y luz, este se afirma y se difunde gracias al bien que propicia a los que lo profesan, por tanto  debemos comprender que el Espiritismo no necesita de propaganda  intempestiva  o apresurada.
     Es en el clima de explicaciones necesarias y de acalorados discursos, además de conferencias  espiritas,  donde  la incomparable figura de Jesús  vuelve  a la convivencia de los sedientos oyentes  y a la de los sufridores, como aconteció  antaño en las mañanas claras  y en las tardes doradas en la antigua Galilea, donde brotaban las vertientes de la Buena Nueva…
    Un futuro sublime  está reservado al Espiritismo, en el ministerio de esclarecer y de conducir al espíritu humano. Llegará un día en que han de reverdecer los paisajes  espirituales de la Tierra, y el amor – Alma de la creación – esparcirá felicidad, según las promesas  auspiciosas del Cristo de Dios.
    La Doctrina Espirita eleva  al ser atormentado en dirección a los astros, liberándolo del charco en que se detiene  por un impositivo de su propia  insania y finalmente lo hace feliz.
    El sufrimiento  es impositivo de evolución  y nadie padece lo que no necesita sufrir.

Trabajo realizado por Merchita

Extraído del libro  “Sublime Expiación” de Divaldo Pereira Franco

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                 El Desánimo

aHay momentos en la vida de cada ser humano, que las cosas se presentan oscuras, inciertas, problemáticas. No sabemos qué camino tomar y, pese a la Doctrina Espírita tan consoladora y útil, parece como que no es suficiente; que las cosas terrenales, las materiales, etc., sean más importantes que aquellas que nuestros ojos no pueden ver, aunque creamos que existen; pero este mundo es aún tan atrasado, que nos cegamos ante los acontecimientos negativos, ante las pruebas difíciles; expiaciones dolorosas, o nos perdemos en las falsas ilusiones; la pretendida “felicidad terrenal”, y tantas cosas por el estilo, que llegamos a perder el ánimo y la fe (si es que las tuvimos alguna vez), muletas tan necesarias para caminar, sobre todo, en un camino de piedras y espinos, como es el que debemos recorrer en la Tierra. 
Nos decimos muchas veces que sabemos la ley de causa y efecto, que nadie sufre por nada que no deba, que venimos a rescatar deudas e, incluso, que debemos conformarnos, porque podríamos estar peor, pero no siempre es fácil, al contrario, resulta penoso y agotador.
En algunos momentos o días, nos parece que no vamos a levantar cabeza, que el desánimo puede vencernos, o las tentaciones y, nuestra inclinación a la pereza.
La vida que es un soplo en la eternidad, se nos hace larga y dura, pero se nos hace penosa, aunque, a pesar de eso, nos agarremos a ella con desesperación, porque nos parece que después de la muerte, o durante el tránsito lo vamos a pasar mal.
El miedo es un obstáculo para progresar. Mal lo pasamos cuando damos cabida al desánimo, una de las grandes enfermedades del Espíritu.
Se cuenta que un día, a un buen hombre, para probarle, los espíritus que siempre están a nuestro alrededor tramando como hacernos caer; se le presentó la crítica, la envidia, la pereza, la ambición, el orgullo, pero como era humilde y trabajador en el bien, supo superarlo con acierto, pero los enemigos del bien, buscaron algo más sutil, una estrategia que, seguramente sería muy útil: el desánimo. Este buen hombre de pronto sintió, mediante las descargas de sugestiones hacia él, que no servía para nada, que estaba solo, que era muy poca cosa lo que él hacía, se deprimió y dejó abierta la mente a los enemigos de la doctrina.
Nuca más levantó cabeza, permaneciendo desanimado hasta su desencarnación.
No pensemos que esto sólo les pasa a los demás, o que pueda ser una historia irreal. A cada uno de nosotros nos puede pasar lo mismo; sentir el desánimo, es sentir apatía, desgana, desmotivación, cansancio de vivir, estudiar y progresar. ¿Qué mejor freno para los trabajadores que quieren, pero no pueden, porque se abandonaron, se apartaron poco a poco del camino seguro? ¿Queremos nosotros ser o estar en un estado de desánimo y apatía, siendo los trabajadores de la última hora?
Nuestra cabeza se llena de ideas, sugerencias, consejos negativos, cuando prestamos oídos a aquellos que buscan nuestra perdición, porque no hay mayor amenaza para ellos que nosotros sepamos de la supervivencia del Espíritu, sobre la reencarnación, que somos eternos, que el mal no dura siempre e, identificarlos, a través de la mediumnidad o, simplemente, la reflexión y el auto conocimiento.
Ya que sabemos esto de sobra, por los estudios, experiencias, charlas etc., deberíamos hacer una reflexión y medir nuestro estado de ánimo y, cuando veamos que baja, orar con mucho empeño, con fervor y necesidad. Nuestros ruegos, si son sinceros, serán oídos y, de alguna forma, nos sentiremos mejor; con más energía, más fuerza y, sobre todo, algo que es imprescindible: La Fe.
Si nuestra fe fuese del tamaño de un grano de mostaza, “moveríamos montañas”. Esas montañas no son ni más ni menos, la voluntad que pongamos en salir del “momento” malo que hemos vivido, o estamos viviendo.
No le demos facilidades a los que quieren nuestra perdición: encarnados o desencarnados. Sigamos por el camino estrecho, de dificultades y dolor; pero el más seguro cuando lleguemos al final: la perfección y, sobre todo, a Dios.
Examinemos como esta nuestro ánimo, y obremos en consecuencia de todo lo que hemos aprendido, y que debemos compartir con los demás, para que también se beneficien ellos y no haya nadie desamparado de conocimiento, ni por nosotros, compartiendo la Doctrina de la fe, la esperanza y la seguridad de que estamos viviendo “momentos” muy especiales.
Aprovechemos estos “momentos” y, con nuestra disposición, colaboremos en el bien y la divulgación de los principios espiritistas.
¡¡Ánimo!! Se puede y debemos hacerlo.
Por Isy
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EL ESPIRITISMO AL ALCANCE DE TODOS (2)

    Bajo el punto de vista moral, no hay duda de que Dios ha dado al hombre un guía en la conciencia, que le dice: no hagas a otro lo que no quieras para ti. Ciertamente que la moral natural está escrita en el corazón de los hombres, pero ¿saben todos leer en ella?,¿no han desconocido nunca esos sabios preceptos?,¿que han hecho de la moral de Cristo?,¿cómo la practican los mismos que la enseñan?,¿no se ha convertido en letra muerta, en una bella teoría, buena para los demás pero no para sí mismo?. ¿Reprocharían a un padre que repita a sus hijos las veces que sean, las mismas instrucciones si no se aprovechan de ellas?,¿Por que iba a ser Dios menos que un padre de familia?,¿Por qué de vez en cuando no ha de enviar a los hombres,mensajeros especiales, para recordarles sus deberes e indicarles el buen camino,cuando de él se separan; de abrir los ojos de la inteligencia a quienes los tienen cerrados?..
   Los espíritus no enseñan otra moral que la de Cristo, porque no hay otra mejor y si la hay, la humildad aún no está preparada para recibirla. Pero entonces (se insistirá),¿a qué viene esa enseñanza, puesto que no dice más de lo que ya sabemos?. A esto contestamos: gran parte de la moral de Cristo fue antes dada por Sócrates y Platón, y aun antes por Krisna y otros fundadores de religiones; entonces, ¿a que vino Cristo si no trajo nada nuevo a lo que ya sabía la humanidad de su tiempo o al menos enseñando los moralistas y filósofos de la antigüedad?.
   Lo que añaden los espíritus a la moral de Cristo es el conocimiento de los principios que unen a los muertos y a los vivos, es la explicación de la parte esotérica del Evangelio, porque hoy se puede comprender y no en tiempos de Jesús. El Espiritismo completa las nociones que los pensadores de la antigüedad- incluído Cristo., dieron sobre el alma, su pasado y su porvenir, y comprueban esas nociones de todas las épocas de modo real, positivo y científico. Con ayuda de la nueva luz traída por el Espiritismo, el hombre comprende la solidaridad que debe unir a los seres; la caridad y la fraternidad vienen a ser una necesidad social, haciendo por convicción lo que solo se hacía por obligación.
   Cuando los hombres practiquen la moral de Cristo, podrán decir que ya no necesitan moralistas, encarnados o desencarnados, pero tampoco Jesús los enviará..
    Como vemos, los espíritus no enseñan nada nuevo o diferente a lo ya enseñado por Jesús, y si hoy revelan doctrinas o principios aparentemente extraños, es porque ha llegado el momento de que esta moral se conozca y practique, con su grandeza y sus consecuencias.
     Todos los problemas religiosos sin una solución racional; todas las cuestiones relativas al pasado, presente y porvenir del hombre, cuya oscuridad ha aumentado considerablemente el escepticismo y el ateísmo, hoy el Espiritismo los presenta claros, sencillos y evidentes a toda razón o criterio, por mediocre que sea y la incógnita desaparece del alma torturada por el temor y la incertidumbre, para dar lugar a esperanzas y consuelos que por sí solos son la mayor felicidad que se puede alcanzar en esta existencia.
    Es necesario ser ciego del alma o tenerla encadenada a los más lastimosos prejuicios de secta, para no sentir al Espiritismo como luz de vida, manantial de consuelos y fuente fecunda de esperanzas.
    Como ya hemos manifestado, es  que esta revelación no constituye toda la verdad, sino una verdad más cierta que las anteriores, porque la fuente de que dimana: los espíritus, es limitada y no es infalible.a sus medios de conocimiento, falibles y defectuosos. Suponiendo que la verdad absoluta hubiese descendido a nosotros, jamás la hemos apreciado en toda su amplitud y nitidez, porque una inteligencia, razón  o conciencia limitada o imperfecta, no puede comprender ni abarcar lo que es absoluto, puro y divino..
     Esta verdad de la revelación espírita no consiste solo en la enseñanza de los espíritus, en el sentido de que nosotros, lo que la recibimos, estemos obligados a aceptarla a ciegas y sin que intervenga nuestro propio criterio; no el hombre coadyuda a la revelación con su inteligencia y su juicio, desde el momento que los espíritus se limitan a ponerla en el camino de las deducciones que se pueden sacar de los hechos observados. Las manifestaciones y sus variantes son hechos; el hombre los estudia y busca sus leyes. En ese trabajo es ayudado por espíritus de todos los órdenes, que son colaboradores mas bien que reveladores. Somete sus aseveraciones a la comprobación de la lógica y del sentido común; de este modo aprovecha el hombre los conocimientos especiales que tienen los espíritus por su posición, sin tener que abdicar de la razón.

(Continuará)
- Cosme Mariño-

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