martes, 12 de enero de 2016

El egoísmo de los que gobiernan




              Encarnaciones en los Diferentes Mundos
 
172) Nuestras diferentes existencias corporales se pasan todas en la Tierra? 
– No, no todas, sino en diferentes mundos. Las que pasamos en la Tierra no son ni las primeras ni las últimas, aunque  sean de las mas materiales y mas distantes de la perfección.
173) El alma, en cada nueva existencia corporal, ¿pasa de un mundo para otro o puede tener varias existencias en un mismo globo? 
– Ella puede revivir diversas veces en un mismo globo, si no fuese suficientemente avanzada para pasar a un mundo superior.

173a) De ese modo, podemos reaparecer muchas veces en la Tierra? 
– Ciertamente.

173b) Podemos volver a la Tierra después de haber vivido en otros mundos? 
– Seguramente. Ya vivesteis en otros mundos además de la Tierra.

174) Volver a viver en la Tierra es una necesidad? 
– No; pero si no avanzais, podreis ir para  outro mundo que no sea mejor y que puede hasta ser peor.

175) Existe alguma vantaja en volver a habitar la Tierra? 
– Ninguna vantaja en particular, a menos que se esté en misión. En ese caso se progresa  como en cualquier otro mundo.

175a) No seria mejor permanecer como Espíritu?
– No, no. Sería permanecer estacionário, y lo que se quiere  es avanzar para Dios.

 
(El Libro de los Espíritus - Preguntas 172,173,173a e b, 174,175 e 175a)

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             La paciencia
              
La paciencia es definida como la virtud de aquellos que soportan males y contratiempos sin quejas ni protestas, siendo también, la cualidad de quien espera con calma aquello que se demora.

Ante las enfermedades o dificultades que enfrentamos, la paciencia se manifiesta con el equilibrio que favorece la ayuda que nos será prestada, inclusive por la espiritualidad, facilitando, al mismo tiempo, la convivencia con los parientes y amigos que pueden aproximarse de nosotros sin manifestar irritación o agresividad. Ella es igualmente necesaria en las filas y en las salas de espera de los consultorios o empresas oficiales, que nos conducen a perder mucho tiempo, situación que comúnmente nos lleva a reaccionar con acidez y crítica irresponsable. Debemos utilizarla, también, para aguardar los resultados de las buenas acciones emprendidas que, raramente, son inmediatos.

En verdad, la impaciencia nunca es justificada, puesto que, permanentemente nos encontramos bajo el acompañamiento de las leyes divinas, que nos destinan siempre lo mejor – que no es necesariamente agradable – debiendo, entonces, entender que enfermedad o decepción como experiencias, a veces ásperas, pero cuyo valor educativo invariablemente es constatado después.

Por otro lado, la impaciencia en las horas de espera proviene de nuestra dificultad en ocupar la mente con temas positivos en esas ocasiones – en las cuales una buena lectura puede ayudar mucho – pasando, entonces, a sintonizar con la insatisfacción común a la mayoría en tales momentos. Los Espíritus superiores nunca se impacientan. Son siempre puntuales en sus compromisos mas no se alteran cuando circunstancias ajenas a su voluntad les impone atrasos o cambios de planos, prosiguiendo serenos, aún cuando alcanzados por una enfermedad o imperiosas adversidades.

La Doctrina espiritista nos auxilia valiosamente en este terreno, mostrándonos la importancia y la necesidad – en nuestro propio beneficio – de preservar nuestra armonía interior en las horas de incerteza y dificultad, así como ante las deficiencias ajenas, sobretodo, de personas con las cuales convivimos, esclareciéndonos que esta es una forma de caridad. Debemos recordar, finalmente, que el mayor ejemplo en este particular – como en todo lo que se refiere al bien – es Jesús, que trayéndonos personalmente la Buena Nueva hace veinte siglos, aguarda, pacientemente, y en acción incesante, que aceptemos su invitación amorosa para la paz y la alegría verdaderas.

“El Evangelio según el Espiritismo” (capítulo 9, ítem 7).

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   EN  CONCIENCIA,¿ QUIEN PUEDE ARROJAR LA  PRIMERA PIEDRA?


Jorge Hessen

Vivimos una de estas ocasiones poco comunes en las que, a partir de una nueva representación tecnológica, est es, de una nueva relación con la sociedad moderna, un nuevo modelo de humanidad es concebido. Estamos en un estado social en el que el mundo virtual es casi o real, con todo el nos brota como un sueño. Algunos sueñan con cuidado, otros se sumergen en los golpes de los desvaríos oníricos. En todos esos estados hay el peligro de esa situación convertirse en una pesadilla. Ese es el precio que el hombre paga por el avance de la Tecnología de la Información (TI), a pesar de muchos ciudadanos aun no se habrían dado cuenta de que sus actos por las vías virtuales están estableciendo desastres morales de consecuencias imprevisibles. Veamos: la cuestión colocada aquí como inquietante es el doble adulterio ocurrido por las herramientas virtuales, desaguando casi siempre en la vida real.
  Una pareja bosnia se está divorciando, después de descubrir que uno atraía al otro en el chat de internet. Detalles: ellos comenzaron la relación virtual usando pseudónimos, y solo descubrieron la verdad cuando combinaron un  encuentro con los "los nuevos socios". Sana Klaric, 27, y el marido Adnan, de 32 años, utilizó los seudónimos de "Sweetie" y "Príncipe de la Alegría" en las salas de chat. Se conocieron e iniciaron una relación, confidenciándose mutuamente los problemas que tenían en su casamiento . Los dos estaban convencidos de haber finalmente encontrado su alma gemela y resolvieron marcar un encuentro real para conocerse y descubrir la verdad.La esposa dijo que “de repente estaba apasionada, parecía que ella y “el Príncipe Of Joy” [pseudónimo del esposo] estaban atados en un mismo tipo de casamiento infeliz”. Después se sintió tan atraída”, dijo la esposa. El marido continua sin poder creer en lo que aconteció. “Es difícil pensar que “Sweetie”[pseudônimo de la esposa], que escribió cosas tan maravillosas para mi [en internet] , es la misma mujer con quien me case y que, por años, no fue capaz de decirme una sola palabra agradable”.
Sin duda estamos ante una insólita ocurrencia completamente edificada sobre las arenas de un casamiento arruinado, de la escapatoria del consorcio por medio de la reciproca infidelidad conyugal y de la auto conmiseración cara al mutuo adulterio. Ante el hecho se busca el “divorcio” para “resolver” la demanda de dos corazones lesionados. Más sabemos que la traición duele en todos los sentidos ya sea virtual o real.
Delante de la deslealtad conyugal, gran contingente de personas exhiben dos fases de reacción: protestas y desespero. La persona se revela, grita, llora, implora por una nueva oportunidad. Ya en la segunda fase, la reacción será muy parecida con la de los pacientes en depresión: falta de voluntad de interactuar socialmente, pérdida de apetito, insomnio y desinterés por cualquier actividad. Obviamente no existe adulterio donde reina el sincero afecto reciproco.No estamos aquí para lanzar juicio bajo los auspicios de falsos conceptos de superioridad ante los que se encuentran dilacerados en los sentimientos. Sobre el adulterio preferimos recurrir a la sentencia de Cristo que dijo: “aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, 3 Esta sentencia hace de la indulgencia un deber para nosotros porque nadie hay que no necesite, para sí mismo, de la indulgencia. “Ella nos enseña que no debemos juzgar con más severidad a los otros, de la que nos juzgamos a nosotros mismos, ni condenar en otro aquello de que nos absolvemos. Antes de promulgar a alguien una falta, hemos de ver si la misma censura nos pude ser hecha.
Sobre el dictado, “tire la primera piedra” es “curioso notar que Jesús, en tratándose de faltas y caídas, en los dominios del espíritu, haya elegido aquella de la mujer, el faltas del sexo, para pronunciar su inolvidable sentencia.Todavía, de los milenarios y tristes episodios afectivos que reverberan en la conciencia humana, resta, aun, por herida sangrienta en el organismo de la colectividad, el adulterio que, en el futuro, será clasificado en la patología de la dolencia del alma, extinguiéndose, por fin, con remedio adecuado.”
El “adulterio aun permanece en la Tierra, como instrumento de prueba y expiación, destinado naturalmente a desaparecer, en la ecuación de los derechos del hombre y de la mujer, que se armonizaran por el mismo peso, en la balanza del progreso y de la vida. Cuando cada criatura sea respetada en su foro íntimo, para que el amor se consagre por vinculo divino, mucho más de alama para alma que de cuerpo para cuerpo, con la dignidad del trabajo y del perfeccionamiento personal luciendo en la presencia de cada una, entonces el concepto de adulterio se hab distanciado de lo cotidiano, una vez que la comprensión apaciguará el corazón humano y la llamada desventura afectiva no tendrá razón de ser.”
El sabio Espíritu Emmanuel ilustra que “en el rol de las defecciones,deserciones, flaquezas y delitos del mundo, los problemas afectivos se muestran de tal modo enclavados en el ser humano que persona alguna de la Tierra haya escapado, en el conjunto de existencias consecutivas, a los llamados “errores del amor”,
“Quien no haya sufrido trances difíciles, en las áreas del corazón, en el periodo de la reencarnación en que se encuentre, investigue las propias inclinaciones y deseos en el campo intimo, y, en su conciencia, verificará que no se halla ausente del enmarañado de conflictos, que renacen del acervo de luchas sexuales de la Humanidad.” 
Nos hallamos muy lejos de la pureza del corazón, por eso mismo, si alguien nos parece caer, bajo engaños del sentimiento, no critiquemos, en vez de eso silenciemos y oremos en su beneficio. Ninguno de nosotros consigue conocerse tan exactamente hasta el punto de saber hoy cual es la dimensión de la experiencia afectiva que nos espera en el futuro.
Somos incapaces de examinar las conciencias ajenas y cada uno de nosotros, ante la Sabiduría Divina, es un caso particular, en materia de amor, reclamando comprensión.
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El egoísmo de los que gobiernan

Observando esta sociedad nuestra, sin necesidad de ser espíritas, podemos darnos cuenta del egoísmo e intransigencia de los que gobiernan.

En estos momentos, en que estamos en el tercer milenio, las dificultades cada vez son mayores. Hay conflictos en muchos rincones del planeta y, como consecuencia: la guerra. ¡Qué aberración matarnos unos a otros! Ni siquiera en los animales vemos este comportamiento sin sentido, primitivo y contraria a la Ley Divina.

Como consecuencia de esta conducta nuestra, los que más sufren, son los más indefensos: ¡los niños!
Están muriendo miles de niños, ancianos, enfermos, por falta de alimentos, medicamentos, falta de higiene etc., Y, como no, como consecuencia del armamento que los hombres fabrican y utilizan, los hombres, para defender en la mayoría de las veces, causas absurdas e intereses propios.

Ya que no hay forma de detener esta barbarie, ¿por qué el hombre pone por encima de los sentimientos, los intereses materiales? Deberían al menos, ya que ellos no lo hacen, dejar que otros ayuden, especialmente, a los niños, por aquellos que no quieren sumarse a esta locura.

Puesto que los niños son la población más indefensa, ¿por qué dejarles morir, si eso se puede evitar? No caigamos en el error de hacernos indiferentes acogiéndonos a la ley de causa y efecto, que lo que tiene que pasar, pasará. Eso no es así, porque Dios nos da muchas oportunidades de alterar el curso de nuestras vidas, ya sea para bien o para mal, si es así como nosotros lo decidimos.
Hay muchas personas solidarias, dispuestas a ayudar en estos casos, de forma desinteresada y, en muchas ocasiones, arriesgando sus vidas. ¿Por qué no nos mentalizamos y nos ponemos en el lugar del que sufre, y hacemos algo?

Los niños están muriendo en las guerras, en proporciones exageradas y, los que no mueren, se quedan huérfanos, que es otra como otra forma de morir, ya que no se les puede atender en su mayoría.

¿Y por qué ocurre esto? Por dos razones:

la primera que no hay personal suficiente para esta tarea inmensa, ni medios, ya que se emplean en armamentos muchos recursos innecesarios. Estas catástrofes ocurren en lugares remotos, muy pobres y, casi olvidados de todos.

La segunda razón, es que los gobiernos no se ponen de acuerdo en sus tratados, pactos, leyes etc., y, por eso, por mucho que haya personas dispuestas a ayudar, resulta imposible, por la burocracia y egoísmo de los que gobiernan.

La solución a muchos problemas que tienen actualmente muchos niños en el mundo, sería la posibilidad de la adopción. Hay
muchos matrimonios sin hijos y, otros, que aún teniéndolos, desean ser solidarios, pero los que mandan lo impiden con su burocracia, sus demoras, sus leyes negando la adopción por motivos absurdos etc.
Qué diferente sería todo, si a los que gobiernan y a los que no lo hacemos, se nos removiera el corazón, al ponernos en el lugar de los que sufren. Cuantos hay que mentalizados ya, están dispuestos a trabajar con solidaridad, acogiendo a niños en su casa, apadrinando a los más desvalidos, visitando enfermos, ayudando incluso, a enfermos terminales, que viven sin esperanza y algunos están solos. Todos los gobernantes traen la misión de rectificar errores del pasado, haciendo el mayor bien posible, en la situación en que ellos están, pero, sin embargo, en muchos aumenta su egoísmo, sus inclinaciones de poder y ambición y, en vez de rectificar, se endeudan más, por su materialismo e indiferencia hacia sus semejantes.

No imitemos ese ejemplo de indiferencia y hagámosno solidarios, no hace falta que nos desprendamos de nuestros bienes, sino que compartamos algunas de las cosas que tenemos, que tal como esta nuestra sociedad, cada día somos más consumistas y materialistas. Damos de todo a nuestros hijos, para tenerles contentos, pero ¿sabemos lo que estamos haciendo con eso? Seres egoístas, que no saben apreciar lo que tienen, ya que ven a su alrededor ese ejemplo.

Gracias a Dios, nadie escapa a su justicia y, estos que hoy son los que gobiernan, causando tanto daño, en tantísimas ocasiones, un día vivirán ellos las mismas experiencias de las que hoy se hacen indiferentes y duros, por su irresponsabilidad, egoísmo y crueldad con su semejantes, un día sufrirán por no haber aprovechado esta posibilidad de hacer un bien muy grande a la sociedad, actuando con justicia y equilibrio.

Veremos en el futuro, sí así Dios lo permite, a muchos sufriendo lo que ahora sufren, los que ellos no quieren ayudar.

La Ley de Causa y Efecto es muy justa, demos gracias por haberla conocido y sigamos nuestro camino de hacer el máximo bien posible, sin preocuparnos qué será de estos gobernantes en el futuro, seamos caritativos y pidamos por ellos, que mucha falta les hace una buena vibración. Tengamos la esperanza de que algún bien les harán, y aprovechemos todas las posibilidades que asoman en nuestras vidas, de hacer algo por los demás, que son los que Jesús dijo que debíamos amar como a nosotros mismos.

Artículo de: Isabel Porras González
    
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