La cura en la visión de la OMS
La salud, en la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) está definida como un “estado de completo bienestar físico, psíquico y social y no meramente la ausencia de enfermedades”. Esa definición, aunque bastante osada y vanguardista, fecha de 1949 y representa el ideal que todos nosotros perseguimos, pero que no logramos alcanzar. No conseguimos porque delante de los incontables desafíos en la vida, raros son aquellos que consiguen mantener el equilibrio en todas las áreas, cuanto más el completo bienestar, como pretende la OMS.
La práctica de salud actual, a pesar de todos los avances científicos, se presenta fragmentada y enfocada en la súperespecialización y en el tecnicismo y está muy lejos de suministrar al individuo recursos de autoconocimiento, instrucción y autoamor que lo capacite a sedimentar la búsqueda de la salud de forma eficaz y permanente.
La cura en la visión espírita
En la visión espírita, la salud es entendida bajo el prisma de la inmortalidad del alma y las experiencias de vida como construcciones personales, intransferibles. Emmanuel nos afirma que “Salud es la armonía del alma”, dándonos la orientación precisa para comprender que el foco de atención es el espíritu inmortal, viajero de la eternidad, constructor de su destino y mantenedor de los estados íntimos que constituyen la salud y la enfermedad. Armonía significa sintonía con su momento de vida, su estado de madurez, sus necesidades psicológicas, sociales y biológicas, así como integración con el medio e interacción consciente y útil con la sociedad y el universo.
La armonía no depende de la ausencia de enfermedades, pudiendo manifestarse incluso en la presencia de estas. Chico Xavier traía el cuerpo cubierto de enfermedades y el corazón pacificado en Dios, armonizado con su propuesta y su misión. Ya Hitler, cogiendo los extremos como ejemplo, traía el cuerpo aparentemente saludable y el alma desarmonizada, desconectada con su papel en el universo y en su momento evolutivo. La armonía representa el resultado del plantío, la respuesta de la vida a la búsqueda consciente del sentido y significado más profundos, para la comprensión de sí mismo y su papel en el actual contexto encarnatorio, pero, sobre todo, la consecuencia natural de las acciones en el bien particular y colectivo.
Joseph Gleber, en el libro El Hombre Saludable, nos propone que ‘Salud es la real conexión criaturacreador y la enfermedad el contrario momentáneo de tal hecho’, dirigiéndonos a la reflexión de la relación del ser con el Padre, con la fuente de sabiduría y supremo amor. El apóstol Juan nos informa que “aquel que no ama no conoce a Dios porque Dios es amor” (I Juan 4:8). Jesús, la manifestación directa del Padre, el “mejor y mayor modelo dado por Dios a los hombres” (LE q625), nos advirtió que sano, por lo tanto, es aquel que ama, independiente de su creencia, de su posición social, económica, política o religiosa, visto que el amor es la síntesis de la ética cósmica, la propia expresión del creador, en el cual “vivimos, existimos y nos movemos”, conforme aseguró Pablo de Tarso (Actos 17:28).
La cura, en la visión espírita, es resultado de un movimiento personal, de un encuentro del ser consigo mismo y con el Dios que habita en sí. Ella es fruto del despertar gradual que el espíritu realiza mientras camina en dirección a la casa del Padre (su intimidad), retornando al seno de aquel que es todo justicia, poder y bondad. Es La Curación en la visión Espírita una visión basada en las curas de Jesús resultado de la armonía que es consecuente al esfuerzo de autosuperación y desarrollo de las potencialidades amorosas del alma, virtudes divinas existentes en germen en la intimidad humana.
La cura según Jesús
“Y recorría Jesús toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, y predicando el evangelio del reino, y curando todas las enfermedades y molestias en medio del pueblo...” (Mateo 4: 23). Si analizáramos la postura terapéutica de Cristo y sus curas, encontraremos bastante material simbólico y arquetípico para direccionarnos el pensamiento y el sentimiento hacia la conciencia de nuestro papel cocreador y autocurativo. Analizaremos cinco curas, de forma integrada, proponiendo una visión posible de entre las incontables sugeridas por la acción crística.
Nos narra el evangelista Marcos (Marcos 10: 46-52), que Jesús pasaba por la ciudad de Jericó, acompañado por gran multitud, cuando un invidente que mendigaba a arriba del camino, de nombre Bartimeo, el hijo de Timeo, oyendo que la turba se aproximaba y que el mesías nazareno se encontraba de entre ellos, comenzó a clamar: Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí. Y clamaba gritando muy alto, de tal forma que los que acompañaban a Jesús lo advirtieron para que no molestara el maestro. Él, tocado en sus fibras más íntimas, sintiendo ciertamente que su momento de despertar espiritual había llegado, clamó sin cesar hasta que el maestro, parando, le mandó venir a estar con él. Interesante la postura de Jesús, que no va hasta el invidente, no se compadece del mendigo a la manera habitual, creyéndole un necesitado eterno. Él ordena que él, aún ciego, se levante y vaya hasta él, que se encuentra en medio de la multitud. Nos narra el evangelista que Bartimeo, quitándose la capa (todo aquello que encubría su ser), se levantó y fue con Jesús. El hijo de Timeo, olvidándose de sus ilusorias limitaciones, se levantó, mostrándose tal cuál era, rescatando su espontaneidad y naturalidad al influjo de la palabra del maestro y busca a Jesús.
Importante observación para todos aquellos que viven la vida a la semejanza del mendigo de Jericó, a la espera de la migaja ajena en forma de afecto, atención, consideración y valor personal, sin conocer las propias capacidades y bellezas, sin encarar su posibilidad de enfrentar la multitud de sus desafíos personales con optimismo y confianza en sí mismo y en la vida. Tomar la iniciativa de buscar a Jesús es una actitud imprescindible en el camino de reequilibrio, pues Cristo representa las leyes divinas, la moral y la ética cósmica, transpersonal, capaz de nortear, como una brújula segura, el barco que amenaza naufragar en los mares de la existencia en búsqueda de puerto firme...
Cuando Bartimeo alcanza a Jesús, el divino pedagogo, conocedor profundo del alma humana, le pregunta: ¿qué quieres que te haga? Ciertamente que Cristo, enviado celeste, sabía lo que tenía para ofrecer, pero para aquel que busca la cura se hace esencial la conciencia del proceso. Bartimeo tenía deseos, expectativas, visiones que fueron validadas por el Maestro cuando le cuestionó a que vino y lo que deseaba de él. Y el hijo de Timeo, tocado en su alma por la sabiduría y madurez le respondió: Señor, que yo vea... que yo pueda ver los caminos de la vida por donde mis piernas habrán de andar, por donde habré de buscar mi felicidad y mi alegría, la realización de mi alma... Que yo vea los guiones de luz que tú tienes para indicarme a fin de que pueda restablecer mi autoestima y sedimentar mi confianza en la roca firme de las convicciones profundas que me direccionen para la autosustentación y autogerencia con dignidad y eficacia en la búsqueda de la felicidad... Y la visión de Bartimeo se abrió por orden de Jesús, que le afirma que su fe lo había salvado, su madurez lo había liberado.
Jesús representa el eterno amor de Dios a disposición de las criaturas, incondicionalmente, a la espera de que estas puedan usufructuar de ese estímulo y sostenimiento divino en la conquista de sí mismos. Pero Jesús continúa su caminada y lo volvemos a encontrar ahora en la baranda del templo de Jerusalén, al borde del tanque de Betesda, o piscina de las ovejas, como era conocido aquel tanque cuyas propiedades del agua, se creía, eran milagrosas. De tiempos en tiempos un ángel vendría del alto a mecer las aguas y el primero que allá dentro se tirara sería curado de sus enfermedades. Y esa creencia era de tal forma arraigada en aquel pueblo, que una multitud se empujaba en aquellos parajes a la espera de un milagro. Así también sucede con la humanidad actual, que cree que las respuestas para sus dramas y la cura para las enfermedades del cuerpo y del alma vendrán exclusivamente de fuera, de la ciencia, de la psicología o de la religión, y aguardan inmóviles la solución milagrosa que las libere de su sufrimiento y de su vacío interior.
Nos narra el evangelista Juan (Juan 5: 1 – 15) que en aquel lugar estaba un hombre que hace 38 años yacía enfermo. Estaba acostado sobre un catre, aguardando la cura de su enfermedad. Jesús, con una nueva postura terapéutica, no espera su pedido, no le pide venir hasta él, sino que reconociendo la circunstancia educativa en que el hombre se encontraba, fue hasta él y le llamó por el nombre diciendo: ¿quieres sanarte? El paralítico, aún sumergido en la parcial ilusión de su dependencia, pero ciertamente ya madurado por los años de enfermedad y reflexión, responde a Jesús que ese era su deseo, pero tan pronto como el ángel sacudió las aguas de la piscina, otra se tiró delante de él y no consiguió la cura anhelada. Aún hoy, en la humanidad sigue en vigor la creencia de que la cura, la felicidad y la realización son frutos de la disputa y que una vez que el otro lo ha conseguido no hay espacio para conquistas semejantes o aunque las haya, la disputa, la envidia y la comparación destruyen las mejores aspiraciones... Jesús, ignorando la ilusión en el alma del enfermo le llama al orden y al equilibrio determinando, con su magnetismo vigoroso, que él se levantara, dejase su cama y andara. La parálisis se cura y el hombre tiene sus miembros, antes atrofiados, rejuvenecidos y vigorosos para caminar por la vida con libertad y conciencia de su papel y deber frente a sí mismo, el prójimo y Dios.
En la secuencia de la narrativa, Jesús le encuentra en el templo, lugar dedicado a la adoración al Padre, y Cristo, percibiéndole en adoración íntima y verdadera, nos presenta esta lección magistral: “he aquí, has sido sanado ( vuelve a conectar con el creador ) ; no peques más para que no te suceda algo peor”. El pecado, cuando era expresado por Jesús, según los estudiosos, tenía un sentido muy diferente del que entendemos hoy. La palabra hebraica que lo originó, traducida al griego, según el teólogo Jean Yves Leloup, era Hamartia, que en sentido literal significa: perder el eje, el centro, desviarse del objetivo, estar fuera del blanco”. Así como él advirtió a la mujer considerada adúltera (Juan 8:311), mostrándole la ausencia de juicio exterior e integrándola en la posesión consciente de su experiencia de vida, para que fuera y no pecara más, él advirtió al exparalítico de la piscina y a todos nosotros, para que delante de los fracasos de nuestros caminos evolutivos, no nos dejáramos dominar por la culpa, el orgullo y el desánimo, volviendo a comenzar siempre la búsqueda por la cura de nuestras almas y el encuentro de la paz. Al exparalítico Jesús pareció querer decirle que ahora que sus piernas estaban rehabilitadas y su corazón entregado al Señor, que él redimensionara sus metas, propósitos e instrumentos para alcanzar los objetivos destinados por su interés y corazón, en la conquista de la felicidad permanente en su alma. Sin culpas, sin miedos, sin amarras, pero con coraje, que, literalmente, significa actuar con el corazón. Percibimos aquí que el mirar restablecido en el invidente de Jericó tiene la continuidad en las piernas revitalizadas en la piscina de Betesda. Pero Jesús prosigue y no termina ahí...
En Lucas 17:11-19 vamos a encontrar al maestro delante de diez leprosos, los portadores antiguos del mal de Hansen de la actualidad, infección bacteriana por el bacilo de Koch que en aquella época era desconocida. Esa enfermedad se caracteriza por afectar, predominantemente, el sistema nervioso y tegumentario (la piel y capas más superficiales), generando lesiones de gran impacto y sufrimiento, en las fases más avanzadas de la enfermedad. Sin acceso a la real comprensión de la molestia, los portadores de la Lepra eran discriminados y estigmatizados por la sociedad, que los consideraba impuros y los proscribía en sociedades aisladas de la comunidad mayoritaria, en los llamados valles de los leprosos, donde sufrían en la soledad y en el casi total abandono el avance de la enfermedad. Aquellos enfermos observaban a Jesús de lejos, sin coraje de aproximarse, siguiendo los preceptos sociales de la época. Cristo, en una nueva postura terapéutica, viéndolos se compadece y manda que ellos se dirijan al sacerdote y a él se presenten. Mandaba la ley mosaica que cuando un leproso fuera curado por el poder divino, que él debía presentarse al sacerdote para que fuera considerado purificado y pudiera reinsertarse en la sociedad de origen. Mientras se dirigían para el templo, quedaron curados y se maravillaron de eso. De los diez, sólo uno volvió a agradecer al señor y la bendita intervención divina. Jesús, viéndolo, preguntó: ¿No fueron diez los curados? ¿Dónde están los otros nueve? Y sin aguardar respuesta dijo: ve, tu fe te curó. Aunque la intervención del alto se dé indistintamente, pocos son aquellos que meditan de cura real y aprovechan las divinas concesiones para purificar el alma en los caminos de la vida. El amor de Dios, disponible a justos e injustos, testifica aquello que Jesús afirmó, al repetir las palabras del profeta Oséias: “misericordia quiero, y no sacrificio” (Oséias 6:6 y Mateos 9:13).
La lepra, en ese contexto, simboliza todo aquello que aísla y aleja al hombre de la convivencia saludable con los suyos, con la sociedad de que forma parte, en el cumplimiento de su papel y su misión. La piel es símbolo del cambio, del afecto. Es lo que nos limita y nos separa del otro, pero también es la fuente de la sensibilidad y de la percepción, de la interacción con el medio, así como el sistema nervioso representa la fuente de orientación y acción, el guía y controlador del cuerpo. En esa interpretación, los leprosos simbolizan la enfermedad de la separación, del aislamiento, del prejuicio y discriminación, en todas las formas en que ella se presente. Curándolos, Jesús invita a toda la sociedad a reinsertarse en su papel cocreador, a curar las relaciones que son la fuente de la vida y restablecerse en la expresión de la sensibilidad y del afecto inherente a las almas que se conectan con la fuente de compasión, ternura y misericordia que emana del Padre. Ante los ojos del curado de Bartimeo, para percibir la vida, de las piernas restablecidas del paralitico de la piscina de Betesda para caminar por la vida, Jesús nos direcciona los pasos invitando al candidato a la cura real del espíritu a asumir su papel social como un digno representante de Dios, como un ser consciente que implementa acciones transformadoras de afecto, que enfoca en las relaciones invertido de alteridad verdadera y que busca su realización en la capacidad de interaccionar ofertando lo mejor de sí.
Jesús prosigue su camino y ahora vamos a verlo en la región de Gadara (Mateo 8: 2834), cuando encuentra a los enfermos que estaban posesos y vivían en los sepulcros, tomados por una legión de espíritus que con ellos afianzaban y con los que entraban en sintonía. Jesús, en una postura terapéutica singular, no les da conversación, no perdiendo el tiempo con el mal temporal y a pesar de sus protestas libera a los enfermos que habían cedido su voluntad a la dominación de la voluntad ajena, por la concordancia y aceptación de los pensamientos, acciones y sentimientos inspirados, dejando a la legión de espíritus desviados al mal, la compañía de la manada de cerdos, símbolo de la caída moral, que, perturbada la por la vibración adolecida de aquellos seres, se agita, precipitándose en el mar. La posesión, representando el estado máximo del fenómeno obsesivo, simboliza la letargia espiritual, la rebeldía y el dolor de estar apartado del bien y de la paz. Nos llama Jesús la atención hacia la consecuencia del alejamiento del bien y la intensidad de desequilibrio a que se arroja el ser cuando se desvía del amor y de los esfuerzos por conquistarlo.
El mal, sin tener existencia real, así como la sombra, desaparece al amanecer el día en el alma del hijo de Dios que desea reencontrarse y asumir su destino con conciencia e integridad. La libertad relativa dada por Dios a los hombres se limita en la elección de los mecanismos de amor y de amar, visto que sólo hay libertad verdadera para el bien. Cuando nos desviamos en la maldad o en la crueldad para con nosotros mismos o para con nuestro semejante, la vida acciona mecanismos automáticos de retorno al equilibrio, haciendo la criba de la paja y del trigo, aunque por medio del dolor. Jesús simboliza en ese pasaje, la intervención misericordiosa de Dios poniendo término a la connivencia de mentes y voluntades enfermas debido al alejamiento del bien. Liberando los endemoniados gadarenos, Cristo invita la humanidad esclarecida a ejercer su libertad para el usufructo de los dones divinos, en el ejercicio de la creatividad elevada para lo bello y para el bien, a servicio de la educación espiritual del ser humano. El mirar de Bartimeo que ve los caminos, que camina en las piernas del paralítico de la piscina de Betesda, camino de la inserción social necesaria y proficua, es ahora individualizada en la edificación de la identidad sagrada y única del hijo de Dios que despierta para seguir alabando al señor en sus testimonios diarios.
Finalmente, el evangelista nos presenta la escena en que el Maestro, en día de sábado, se encuentra en el templo para alabar a Dios y deseoso de dar una lección importante a la hipocresía religiosa dominante en aquella época y en todas las épocas, cura el joven que tenía la mano marchita diciendo: ábrete, y ella se abrió (Lucas 6: 6 – 11). Feliz es el alma que se encuentra en el reconocimiento de la grandeza del señor y se identifica con ella, alabando a Dios en toda parte. Pero Jesús testifica que más feliz aún son aquellos que, adorando al señor, no se circunscriben a la adoración de los labios y de las actitudes inútiles, haciendo de su comunión con el Padre un ejercicio de fe, vitalidad y amor práctico a servicio del semejante, al servicio del alivio del dolor humano y del cultivo del optimismo y de la esperanza en los corazones necesitados. Abriendo la mano del joven en el templo, el señor sintetiza la propuesta de cura del evangelio sugiriéndonos que el adorador de Dios abre las manos en la dirección de su hermano, estableciendo conexiones, conectando las almas y sintiendo a todos como una familia hermanada en Dios, nuestro Padre.
Conclusión
Ver, caminar, interaccionar e integrar, individualizar y finalmente servir, he ahí la síntesis luminosa de la propuesta de cura del alma expresada en el evangelio para el hijo pródigo que retorna a la casa paterna, en búsqueda de consejo, trabajo y consideración. “Ve, tu fe te curó”, representa el coronamiento de un trabajo largo de automodelaje, autoconciencia y superación personal en la dirección del objetivo sagrado de la renovación del alma para la felicidad anhelada. El amparo divino no escasea nunca y en ninguna época, siendo abundante fuente de nutrición y consuelo, estímulo y sostenimiento en el caminar de todo hijo de Dios. Suena en nuestros oídos el mensaje de Cristo a los apóstoles, delante de las dificultades y limitaciones de la jornada afirma: “he ahí que estaré hasta el fin con vosotros”; “Aquel que perseverare hasta el fin será salvado”, dándonos la exacta noción de la responsabilidad que nos es debida y de la misericordia que nos es concedida diuturnamente.
La visión de salud de la Organización Mundial de Salud y la propuesta espírita se entrelazan en la búsqueda de la armonía del alma y el equilibrio dinámico del bien estar holístico. El Espiritismo, como ciencia del espíritu, nos invita a la individualización con Jesús, en la renovación del hombre viejo por un hombre nuevo, vitalizado por la revelación de la buena nueva y las vibraciones del amor. Como consecuencia de ese movimiento de cura interior nace el hombre de bien, que venciendo sus dolores interiores, compañeros aún presentes en el actual estado de salud posible al hombre de la Tierra, se muestra comprometido con el colectivo, con la utilidad general, consciente de sí mismo y conectado a la fuente suprema, bebiendo de la fuente sagrada de la inspiración superior y atento al cuestionamiento del maestro a los discípulos despiertos a las verdades superiores de la vida: y Tú, (delante de la cura que construisteis y conquistaste ) que haces de especial (Mateo 5:47)?
Dr. Andrei Moreira Médico generalista integrante de un equipo del PSF en BH/MG Presidente de la Asociación Médico Espírita de MG Fuentes: 1) La Biblia Sagrada – traducción de João Ferreira de Almeida 2) El Consolador – Emmanuel/Francisco Cándido Xavier, Ed. Feb 3) El Hombre Saludable, una nueva visión – autores diversos, psicografía de Alcíone Albuquerque y Roberto Lucio Vieira de Souza, Ed. Fuente Viva 4) El Libro de los Espíritus – Allan Kardec 5) El Romance de María Madalena – Jean Yves Leloup, Ed. Voces 6) Preamble to the Constitution of the World Health Organization as adopted by the International Health Conference, New York, 1922 June, 1946; signed on 22 July 1946 by the representatives of 61 States (Official Records of the World Health Organization, no. 2, p. 100) and entered into force on 7 April 1948
Revista "Ángel de bien" *******************************
Comunicado de un Espíritu
Los individuos
Las existencias de las distintas reencarnaciones, os permiten expandir vuestra conciencia, vuestras ideas, vuestras percepciones y vuestros valores. Rompéis con las restricciones que habéis adoptado, y crecéis espiritualmente en la medida en que aprendéis a liberaros de concepciones y dogmas que os limitan. Sin embargo, vuestro ritmo de aprendizaje depende enteramente de vosotros. Tener conceptos limitados, dogmáticos o rígidos sobre el bien y el mal puede frenaros. Las ideas estrechas sobre la naturaleza de la existencia pueden seguiros a través de varias vidas, si no elegís ser flexibles espiritual y psíquicamente.
Estas ideas rígidas pueden actuar verdaderamente como cadenas, que os forzarían a describir círculos como un cachorro atado a una cuerda. En tales casos, y quizás a lo largo de una serie de existencias, os podríais encontrar batallando contra los conceptos del bien y del mal y metidos en un círculo de confusión, duda y ansiedad.
A vuestros amigos y conocidos les preocuparán los mismos problemas, ya que atraéis a aquellos que tienen vuestras mismas preocupaciones. Por lo tanto, os repito: muchos de vuestros conceptos del bien y del mal están muy distorsionados y ensombrecen la comprensión que tenéis sobre la naturaleza de la realidad. Si dais forma en vuestra mente a una culpa, ésta se volverá real para vosotros, y tendréis que resolverla. Pero muchos de vosotros creáis culpas para las que no existe una causa justificada, y os cargáis a vosotros mismos con esas culpas sin motivo alguno. En vuestra dimensión de actividad parece haber una terrible variedad de males. Permitidme deciros que aquel que odia un mal se limita a crear otro. [...]
Si odiáis a otra persona, ese odio puede ataros a ella durante tantas vidas como vosotros permitáis que el odio os consuma. Vosotros atraéis, en esta existencia y en todas las otras, aquellas cualidades en las que concentráis vuestra atención. Si os preocupáis intensamente por las injusticias que creéis que os han hecho, atraeréis más ese tipo de experiencia; y, si continuáis de esa manera, eso se reflejará en vuestra siguiente existencia, si bien en el período entre vidas hay un «tiempo» para la contemplación y la comprensión.
Aquellos que no aprovechen en esta vida las ventajas de tales oportunidades, normalmente tampoco lo harán cuando ésta acabe. La conciencia debe expandirse. Debe crear. Debe volverse del revés para hacerlo. No existe nada a excepción de vosotros mismos que os pueda forzar a comprender estas cuestiones o a hacerles frente. Por lo tanto es inútil decir: «Cuando termine esta vida analizaré mis experiencias y corregiré mis acciones.» Eso sería como si un hombre joven dijera: «Cuando sea viejo y me retire, usaré todas las capacidades que estoy desarrollando ahora.» El escenario para vuestra «próxima» vida lo preparáis ahora. Los pensamientos que pensáis hoy se convertirán, de una manera u otra, en el tejido de vuestra próxima existencia. No existen palabras mágicas capaces de convertiros en sabios, de llenaros de comprensión y compasión, y de expandir vuestra conciencia.
Vuestros pensamientos y la experiencia cotidiana contienen las respuestas. Cualquier éxito en esta vida, cualquier capacidad los habéis desarrollado en las experiencias pasadas. Os corresponden por derecho. Habéis trabajado para desarrollarlos. Si miráis a vuestro alrededor a vuestros parientes, amigos, conocidos y compañeros de trabajo, también veréis qué tipo de personas sois, pues estáis atraídos hacia ellos, como ellos lo están hacia vosotros, a través de similitudes internas muy básicas.
Si examináis vuestros pensamientos durante cinco minutos algunas veces al día, varias veces al mes, tendréis una impresión correcta del tipo de vida que hasta ese momento os habéis preparado para la próxima existencia. Si no estáis contentos con lo que descubrís, será mejor que empecéis a cambiar la naturaleza de vuestros pensamientos y sentimientos... No existe una ley que diga que en cada vida deberéis encontrar a aquellos que habéis conocido antes; y, sin embargo, debido a la naturaleza de la atracción, sucede así a menudo. [...]
Cuando tu mente consciente ordinaria y en vigilia se adormece en el estado de sueño, viajas en otras dimensiones. Estás preparando tu propio camino. Cuando mueres, vas por esos caminos que has preparado ya. Existen varios periodos de adiestramiento que varían, de acuerdo con el individuo.
Debes entender la naturaleza de la realidad, antes le que puedas moverte bien dentro de ella. En la realidad física estás aprendiendo que tus pensamientos poseen realidad y que tú creas la realidad que conoces. Cuando abandonas esta dimensión, entonces te concentras en el conocimiento que has ganado. Si todavía no comprendes que puedes crear tu propia realidad, entonces regresas y de nuevo aprendes a manipular una y otra vez los resultados de tu propia realidad interna, cuando la encuentras objetivizada. Te enseñas a ti mismo la lección, hasta que por fin la has aprendido; luego empiezas a aprender cómo manejar la conciencia que es tuya, correcta e inteligentemente. Luego puedes formar imágenes para beneficio de otros y conducirlos y guiarlos. Luego agrandas constantemente el alcance de tu entendimiento.
Tú determinas el tiempo entre reencarnaciones. Si estás muy cansado, entonces te tontas un descanso. Si eres sabio, tomas tiempo para digerir tu conocimiento y planear tu siguiente vida, de la misma manera que un escritor planea su próximo libro. Si tienes demasiadas ligas con esta realidad o si eres demasiado impaciente o si no has aprendido lo suficiente, entonces puedes regresar con demasiada rapidez. Siempre queda esto como decisión del individuo. No existe la predestinación. Las respuestas se encuentran detrás de ti mismo entonces, como están dentro de ti ahora.
Las Familias
Hay varias razones que os hacen nacer en vuestra familia actual. Puede ser que después de la muerte os encontréis con una relación emocional muy fuerte con una personalidad de una vida pasada. Por ejemplo, si estáis casados y la relación con vuestro compañero no es verdadera, podría suceder que encontrarais una esposa o un marido de otra vida esperando por vosotros.
A menudo, los miembros de un grupo -militares, eclesiásticos, grupos de cacería-, establecen relaciones de familia en otra vida para resolver viejos problemas de una manera nueva. Las familias deben ser consideradas como una Gestalt de actividad psíquica; poseen identidad subjetiva, por más que ningún miembro particular del grupo sea consciente de ello.
Las familias tienen propósitos subconscientes comunes, aun cuando sus miembros individuales estén persiguiendo esas metas sin conocimiento consciente. Estos grupos se establecen con antelación, por así decirlo, en los períodos entre existencias físicas. A veces, un grupo de cuatro o cinco individuos se plantea un reto concreto y asigna a sus distintos miembros los diferentes papeles de una obra y posteriormente desarrollan esos papeles en una existencia física.
El ser interno es siempre consciente de los mecanismos ocultos de estas Gestalts familiares. Aquellos que han estado estrechamente vinculados por lazos emocionales prefieren permanecer unidos por relaciones físicas más o menos estrechas que pueden continuar durante muchas vidas. Sin embargo, siempre se recomienda establecer nuevas relaciones para evitar formar en las reencarnaciones «familias» limitadas, de crecimiento cerrado. Muchas de ellas forman organizaciones físicas que realmente son manifestaciones de grupos internos.
He hablado anteriormente de lo que sucede cuando se tienen conceptos rígidos sobre el bien y el mal. No hay más que una manera de evitar este problema: sólo la verdadera compasión y el verdadero amor conducen al entendimiento de la naturaleza del bien, y sólo estas cualidades sirven para aniquilar los conceptos erróneos y distorsionados sobre el mal.
Simplemente, ocurre que, si creéis en el concepto del mal, éste se hace realidad en vuestro sistema y siempre lo vais a encontrar manifestado. Por consiguiente, esa creencia vuestra en él os parecerá sumamente justificada. Si seguís acarreando estos conceptos a través de las sucesivas generaciones, a través de las encarnaciones, entonces estáis ampliando su realidad.
Permitidme intentar arrojar algo de luz sobre lo que estoy intentando deciros. Ante todo, el amor siempre debe ir acompañado de libertad. Si un hombre dice que os ama, pero niega vuestra libertad, normalmente lo odiaréis. No obstante, sus palabras harán que no justifiquéis vuestra emoción. Este tipo de enredo emocional puede conducir por sí mismo a otros enredos continuos que duran varias vidas.
Si odiáis el mal, debéis tener cuidado con vuestra concepción del término. El odio es restrictivo: estrecha el campo de vuestra percepción. Es realmente un cristal oscuro que ensombrece la totalidad de vuestra experiencia. Él hace que cada vez encontréis más y más cosas que odiar, y que llevéis esos elementos odiados a vuestra propia experiencia.
Bien. Si, por ejemplo, odiáis a uno de vuestros padres, os resultará relativamente fácil odiar a cualquier padre, porque en su cara veréis y proyectaréis siempre al que os ofendió originalmente. En las vidas siguientes podéis también veros empujados hacia una familia y encontraros enredados en las mismas emociones, ya que el problema son las emociones en sí y no los elementos que parecen provocarlas.
Si odiáis la enfermedad podéis atraer una vida siguiente de enfermedades, pues es el odio el que las ha atraído hacia vosotros. [...] Si vosotros expandís vuestro sentido del amor, o de la salud y de la existencia, en esta vida y en otras estaréis atraídos hacia esas cualidades, porque es en ello en lo que os concentráis. Una generación que odie la guerra no traerá la paz. Una generación que ame la paz traerá la paz.
El morir con odio hacia una causa o una persona es una gran desventaja. Ahora tenéis todo tipo de oportunidades para recrear vuestra experiencia personal por caminos más benéficos, y para cambiar vuestro mundo. En vuestra próxima vida vais a trabajar con esas aptitudes que son vuestras ahora. Si ahora insistís en hacer crecer el odio en vuestro interior, es muy probable que continuéis haciendo lo mismo. Por otro lado, esos chispazos de verdad, intuición, amor, alegría, creatividad y realización conseguidos ahora seguirán siendo vuestros más adelante al igual que lo son ahora. [...]
A lo largo de vuestra vida interpretáis a vuestra propia manera la realidad que veis y eso tiene cierto efecto sobre vosotros y, a su vez, sobre los demás. El hombre que odia prejuzga la naturaleza de la realidad de acuerdo con su propia y limitada comprensión.
El odio
Bien, en este capítulo sobre la reencarnación pongo énfasis en el tema del odio porque sus resultados pueden ser desastrosos. Un hombre que odia siempre se justifica a sí mismo, ya que nunca odia algo que reconozca como bueno. Por lo tanto, cree ser justo en su odio, pero el odio es en sí mismo una afirmación muy fuerte que lo seguirá durante sus vidas sucesivas, hasta que aprenda que el único destructor es el propio odio.
Me gustaría dejar claro que tampoco se gana nada odiando al odio, pues se cae en la misma trampa. Lo que hace falta es confiar plenamente en la naturaleza de la vitalidad, y tener fe en que todos los elementos de la experiencia se utilizan para un bien mayor, aunque no podáis percibir la manera en que el «mal» se transmuta en creatividad. Aquello que amáis también formará parte de vuestra experiencia en esta vida y en otras.
El concepto más importante que debéis recordar es que nadie os impone la experiencia de determinada vida, sino que ella se conforma fielmente de acuerdo con vuestras emociones y creencias. El gran poder de la energía del amor y la creatividad resulta evidente en el mero hecho de vuestra existencia. Ésta es una verdad olvidada muy a menudo: que [la combinación de] la conciencia y la existencia continúan y absorben aquellos elementos que os parecen tan destructivos a vosotros.
El odio es poderoso si creéis en él; sin embargo, aunque odiéis la vida, continuaréis existiendo. Cada uno de vosotros ha concertado citas que habéis olvidado, citas que, por así decirlo, habéis concertado antes de nacer en esta existencia. En muchos casos, los amigos que hacéis eran vuestros íntimos mucho antes de que los encontrarais en esta vida presente. Esto no quiere decir que todas vuestras amistades actuales hayan sido conocidos vuestros, y ciertamente no implica un disco aburrido que se repite y se repite, ya que cada encuentro es nuevo en sí mismo a su manera. Si recordáis lo que dije sobre las familias, comprenderéis que también los pueblos y las ciudades pueden estar compuestos por los habitantes pasados de esos mismos pueblos y ciudades, transportados con experiencias e historiales nuevos con los que el grupo intenta distintas experiencias.
Bien, a veces también hay variaciones, como por ejemplo que los habitantes de cierta ciudad de Idaho podrían ser los mismos habitantes renacidos que vivieron, digamos, en 1632 en una pequeña aldea irlandesa.
Algunas personas que quisieron viajar del Viejo al Nuevo Mundo podrían renacer en el Nuevo. Debéis recordar también que las capacidades adquiridas en vuestras vidas pasadas están a vuestra disposición para vuestro uso actual: cosecháis vuestros propios premios. A menudo se os da información sobre esto durante el sueño, y también existe un tipo de sueño a manera de Gestalt, un sueño raíz, a través del cual se comunican entre sí aquellos que se conocieron en vidas pasadas.
En estos sueños se da información general colectiva, que luego las personas pueden usar según su deseo. Se hacen planes globales para el desarrollo, y los miembros de un grupo -digamos, de una ciudad- toman decisiones sobre su destino. Algunos individuos siempre escogen nacer formando parte de algún grupo -es decir, renacen con contemporáneos del pasado-, mientras que otros desdeñan tales esfuerzos y vuelven en posiciones mucho más solitarias.
Esta es una cuestión de sentimientos psicológicos. Ciertos individuos se encuentran más cómodos, más seguros y más capaces trabajando en compañía. Podríamos considerar la analogía de una persona que llega a la universidad con su clase del jardín de infancia. En sus reencarnaciones, esta persona siempre escogería volver con sus compañeros. Otros, en cambio, saltarían de escuela en escuela y aparecerían solos -hablando relativamente- con una libertad y un reto mayores, pero sin el reconfortante marco de seguridad que escogen los anteriores.
En todos los casos el individuo es el juez, no sólo de cada vida sucesiva, de su tiempo, su entorno y la fecha histórica, sino también de su carácter superior y los métodos para lograrlo. Por consiguiente, hay tantas maneras distintas de reencarnarse como seres internos, y cada ser interno escogerá sus propios métodos característicos.
Las civilizaciones
En cierta manera podría decirse que las civilizaciones se reencarnan al igual que se reencarnan los individuos. Cada entidad que se encarna trabaja en pro del desarrollo de aquellas capacidades que se nutren del entorno físico y se realizan plenamente en él. La entidad tiene una responsabilidad para con la civilización en la que tiene cada una de sus existencias, ya que ayuda a conformarla a través de sus pensamientos, emociones y acciones.
Aprende de sus fallos al igual que lo hace de sus éxitos. Vosotros creéis que la historia física comenzó con el hombre de las cavernas y ha continuado hasta el presente, pero también han existido otras grandes civilizaciones científicas; de algunas de ellas se habla en las leyendas y otras os son completamente desconocidas; pero todas, hablando en vuestros términos, ya se han desvanecido.
Quizás os parece que como especie sólo tenéis una oportunidad para resolver vuestros problemas, y que en caso contrario seréis destruidos por vuestra propia agresividad, por vuestra propia falta de comprensión y de espiritualidad. Igual que se os dan varias vidas para desarrollaros y completar vuestras capacidades, de la misma manera las especies han sido dotadas con algo más que la única línea de desarrollo espiritual que conocéis en la actualidad. La estructura de la reencarnación sólo es una faceta más de la totalidad del cuadro de posibilidades. En ella tenéis literalmente todo el tiempo necesario para desarrollar aquellos potenciales que necesitáis desarrollar antes de dejar el ciclo de reencarnaciones. Hay grupos de personas que, a lo largo de las reencarnaciones, se han encontrado con crisis tras crisis, han llegado a vuestro mismo punto de desarrollo físico, y entonces o bien han llegado más allá, o bien han destruido su propia civilización.
En este caso se les dio otra oportunidad, así como el conocimiento inconsciente no sólo de su fallo, sino de las razones que lo provocaron. Empezaron, pues, con una gran ventaja psicológica cuando formaron nuevos grupos primitivos. Otros, que solucionaron los problemas, dejaron vuestro planeta físico y se dirigieron a otros puntos del universo físico. Cuando alcanzaron ese nivel de desarrollo ya estaban maduros espiritual y físicamente, y fueron capaces de utilizar unas energías de las que vosotros no tenéis conocimiento práctico.
Para ellos la Tierra es ahora un hogar legendario. Formaron nuevas razas y nuevas especies que ya no podían acomodarse físicamente a vuestras condiciones atmosféricas. Aun así, también continuaron en el ciclo de reencarnaciones mientras habitaban la realidad física, aunque algunos de ellos han mutado y hace tiempo que han dejado tal ciclo.
Los que lo han dejado han evolucionado y se han convertido en las entidades mentales que siempre fueron, han abandonado la forma material. Este grupo de entidades sigue teniendo mucho interés en la Tierra, y le brindan apoyo y energía. En cierta manera, ahora se los podría considerar como dioses de la tierra. [...]
Lo primero de todo es que, como raza, vosotros os habéis considerado separados del resto de la naturaleza y de la conciencia.
Vuestra propia supervivencia como especie ha sido vuestra principal inquietud. Sólo considerabais a las otras especies a la luz del uso que pudierais darles. No habéis tenido ninguna concepción verdadera de lo sagrada que es toda conciencia, ni de vuestra relación con ella. Estabais perdiendo el control de esa enorme verdad.
En las circunstancias presentes continuáis manteniendo la idea de la supervivencia racial sin tener en cuenta sus consecuencias, la idea de cambiar el entorno para adaptarlo a vuestros propósitos; y eso os ha llevado a descuidar las verdades espirituales.
Por consiguiente, ahora estáis viendo los resultados en la realidad física. Bien, esas personalidades que están volviendo lo hacen por varias razones. Algunos de ellos se ven arrastrados de nuevo a la vida física debido a sus actitudes. Son aquellos que, en el pasado -hablando en vuestros términos-, deseaban fervientemente la existencia física sin considerar los derechos de las otras especies. Son sus propios deseos los que los conducen de vuelta.
La raza debe aprender el valor del hombre individual. También está aprendiendo su dependencia de las otras especies, y empieza a comprender su posición en el marco total de la realidad física.
Bien. Ciertos individuos renacen en este tiempo, simplemente para ayudaros a comprender. Están forzando el problema y están forzando la crisis, pues aún tenéis tiempo para cambiar de actitud. Estáis trabajando en dos problemas principales, pero ambos conciernen a lo sagrado del individuo, y la relación del individuo con los demás y con toda conciencia orientada físicamente.
El problema de la guerra os va a enseñar antes o después que, cuando matáis a otro hombre, básicamente acabáis matándoos a vosotros mismos. El problema de la superpoblación os enseñará que, si no os preocupáis con cariño por el entorno en el que vivís, a la larga éste no podrá manteneros, ya que no seréis dignos de él. No vais a destruir el planeta. No vais a destruir los pájaros y las flores, o los cereales y los animales. Vosotros no seréis dignos de ellos y ellos, os destruirán a vosotros.
Habéis creado el problema para con vosotros mismos dentro de vuestro marco de referencia. No entenderéis cuál es vuestra parte dentro del marco de la naturaleza hasta que realmente os veáis a vosotros mismos en peligro de destrozarla. No podéis destruir la conciencia. Ni tan siquiera podéis anular la conciencia de una simple hoja; pero, en vuestro contexto, si no se solucionan los problemas, ellos se desvanecerán de vuestra experiencia.
Sin embargo, la crisis es un tipo de terapia. Es un método de enseñanza que habéis creado para vosotros, porque lo necesitabais. Y lo necesitáis ahora, antes de que vuestra raza se embarque en viajes a otras realidades físicas. Debéis aprender ahora las lecciones en vuestro patio trasero, antes de poder viajar a otros mundos. Así que habéis traído esto sobre vosotros con ese propósito y vais a aprender.
(Extractado de los primeros capítulos de Habla Seth II, Jane Roberts, Ed. Luciérnaga)
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"La felicidad agrupa, pero el dolor reúne"
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AISLAMIENTO SALUDABLE
Define el diccionario a la "Soledad", como un estado de quien se siente o está solo. Para los psicólgos la soledad es una "molestia astuta", que ningún instrumento médico consigue identificar,lo que resulta casi siempre, en determinados reflejos comportamentales, a saber: aislamiento, andar contracorriente, irrepimible indisposición, tristeza sin causa, baja autoestima.
El psicólogo John Cachopo, después de 6 años de estudios con 2.000 personas, afirma que los solitarios corren más riesgo de fallecer que los demás. Y es que la soledad eleva la presión arterial, por lo que aumenta también el riesg de infartos y derrames. Además de eso, el aislamiento debilita el sistema inmunológico y empeora la calidad del sueño.
No ignoramos que hoy en día muchas personas viven solas y llevan una vida relativamente serena. No se puede decir que son personas "enfermas" si se sienten bien en esa circunstancia. Porque la sensación de aislamiento puede estar presente en cualquier lugar o situación, co en una fiesta con los amigos, en el trabajo y hasta dentro de casa con la propia familia.
Actualmente se experimenta la sediciosa sensación de aislamiento en la multitud. Indivíduos rodeados por personas, en el autobús, el metro, los aviones, estadios, avenidas, calles, y con todo, en esa avalancha de gente, abundan los solitarios entre la multitud. Y cuanto más están rodeados de personas, de barullo, de tareas, más se agrava la sensación de que están solos. Parece algo contradictorio. ¿ Será la "tal soledad" la ausencia de compañía?,¿ Consistiría en una fuga de la civilización?.
Hay los que defienden que la soledad sea el arte del encuentro con el vacío existencial. Ese vacío es de mano doble. Una es de la existencia, de la búsqueda de un significado metafísico; la otra es el de la ausencia, de la pérdida de algo importante. La libertad es un descubrimiento solitario, y por eso muchos intantan evitarla. Garantizan tales estudiosos que la soledad es buena, que quedar solo no es vrgonzoso. Toodas las personas deberían quedar solas de vez en cuando, para estaablecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal. En soledad, el indivíduo entiende que la armonía y la paz del espíritu solo pueden ser encontradas dentro de él mismo.
Realmente hay quien use la prodigiosa soledad como tiempo de inspiración, análisis y programación. Cuando hacemos silencio exterior, hacemos el vacío en el mundo interno, intenso y palpitante. Hay tanta gente cargada de gritos indigestos, dominada pr conversaciones maledicientes o por el estruendo de risas burlescas; hay tanta gente rodeada de personas, per con el alma amargada, oprimida. Recordemos que todo tiene su tiempo determinado, conforme narra el Eclesiastés: "Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de coger, tiempo de llorar y tiempo de sonreir; tiempo de hablar y tiempo de silenciar también". Entonces ¿por qué temer la fructífera soledad?. Si la vida nos ofrece ocasiones de soledad, sepamos guardarla como un tesoro. Aprovechemos cada instante para meditaciones.
Obviamente, el "aislamiento absoluto" es contrario a la ley de la Naturaleza. Somos seres sciales y por instinto buscamos la sociedad y debemos contribuir para su progreso, auxiliándonos mutuamente. Completamente aislados no disponemos de todas las facultades. En un aislamient incondicional, quedamos brutalizados y morimos. Por esas razones es importante caracterizar las distintas soledades- aquella que significa fuga deliberada de la convivencia social, de aquella otra que nos abastece el alma.
La soledad con el servicio a los semejantes genera la grandeza. La roca que sustenta la planicie acostumbra a vivir aislada, y el Sol que alimenta al mundo entero, brilla solo. Emmanuel enseña que "Jesús escaló el Calvario, con la cruz en los hombros heridos y nadie lo siguió en la muerte afrentosa, a excepción de dos malhechores, condenados al castigo, en obediencia a la justicia.
No esperemos por los otros en la marcha del sacrificio y el engrandecimiento. " Y no olvidemos que, por el ministerio de redención que ejerció para todas las criaturas, el Divino Amigo de los Hombres, no solamente vivió, luchó y sufrió solo, sino que también fue perseguido y crucificado."
Jorge Hessen
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Inconvenientes y peligros de la mediumnidad
Influencia del ejercicio de la mediumnidad sobre la salud. - Idem sobre el cerebro. - Idem sobre los niños 1. ¿La facultad medianímica es indicio de un estado patológico cualquiera o simplesmente anómalo? "Anómalo algunas veces, pero no patológico; hay médiums de una salud robusta; los que están enfermos lo están por otras causas."
2. ¿El ejercicio de la facultad medianímica puede ocasionar la fatiga? "El ejercicio demasiado prolongado de cualquiera facultad causa fatiga; la mediumnidad está en el mismo caso principalmente la que se aplica a los efectos físicos; ocasiona necesariamente un gasto de fluido que atrae la fatiga y se repara con el descanso."
3. ¿El ejercicio de la mediumnidad puede tener inconvenientes para sí mismo desde el punto de vista higiénico, abstracción hecha del abuso? "Hay casos en que es prudente y aun necesario el abstenerse de ese ejercicio, o al menos moderarlo, eso depende del estado físico y moral del médium. Por otra parte el médium lo conoce generalmente, y cuando se fatiga debe abstenerse."
4. ¿Hay personas para las cuales este ejercicio tiene más inconvenientes que para otras? "He dicho que esto depende del estado físico y moral del médium. Hay personas que deben evitar toda causa de sobreexcitación, y esta es una de ella."
5. ¿La mediumnidad podría producir la locura? "Menos que cualquiera otra cosa, cuando no hay predisposición por la debilidad del cerebro. La mediumnidad no producirá a la locura cuando el principio no existe; pero si el principio existe, lo que es fácil reconocer en el estado moral, el buen sentido dice que es menester usar de miramientos bajo todos los aspectos, porque toda causa de conmoción puede ser dañosa."
6. ¿Hay inconveniente en desarrollar la mediumnidad en los niños? "Ciertamente, y sostengo que es muy peligroso; porque estas organizaciones tiernas y delicadas se conmovierán demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; por lo mismo los padres discretos les alejarán de estas ideas o al menos no les hablarán sino desde el punto de vista de las consecuencias morales."
7. Sin embargo, hay niños que son médiums naturalmente, ya sea para los efectos físicos, ya para la escritura y las visiones, ¿tiene esto el mismo inconveniente? "No; cuando la facultad es espontánea en un niño, es que está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. Observad que el niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas, le parece una cosa muy natural, en la cual no se fija sino débilmente, y a menudo olvida; más tarde el hecho se le presenta en la memoria y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo."
8. ¿Cuál es la edad en la cual se puede, sin inconveniente, ocuparse de la mediumnidad? "No hay edad precisa; eso depende enteramente del desarrollo físico y aún más del moral; hay niños de doce años que se afectarán menos que ciertas personas adultas."
"Hablo de la mediumnidad en general, pero la que se aplica a los efectos físicos fatiga más corporalmente; la escritura tiene otro inconveniente que se refiere a la inexperiencia del niño, en el caso que quisiera ocuparse a solas y hacer de ello un juego."
La práctica del Espiritismo, pide mucho tacto para librarse de las astucias de los Espíritus mentirosos; si los hombres son sus juguetes, la infancia y la juventud están aún más expuestos por razón de su inexperiencia.
Se sabe, además, que el recogimiento es una condición sin la cual no se pueden tener relaciones con los Espíritus formales; las evocaciones hechas con aturdimiento y a manera de diversión, son una verdadera profanación que abre fácil acceso a los Espíritus burlones o malévolos; como no se puede esperar de un niño la gravedad necesaria para un acto semejante, seria de temer no hiciese de esto un juego si se entregaba a sí mismo.
Aun en las condiciones más favorables, es de desear que un niño dotado de la facultad medianímica no la ejerza sino a la vista de personas experimentadas que le enseñarán con su ejemplo el respecto que se debe a las almas de aquellos que han vivido. Se ve, según eso, que la cuestión de la edad está subordinada a las circunstancias del temperamento, como del carácter. Sin embargo, lo que resalta claramente de las respuestas arriba hechas, es que no se debe excitar el desenvolvimiento de esta facultad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que no se debe tampoco excitarla ni alentarla entre las personas débiles. Es necesario desviar de esto, por todos los medios posibles, a los que hubiesen dado los menores síntomas de excentricidad en las ideas o debilidad de las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cualquiera causa sobreexcitante puede desenvolver.
Las ideas espiritistas no tienen bajo este aspecto una influencia mayor, pero viniendo a declararse la locura, tomaría el carácter de la preocupación dominante, como tomaría un carácter religioso si la persona se daba con exceso a las prácticas de devoción y se haría de esto responsable al Espiritismo.
Lo que mejor puede hacerse con cualquier individuo que muestre una tendencia a la idea fija, es el dirigir sus preocupaciones por otra parte, a fin de procurar el descanso a los órganos debilitados. Llamamos acerca de lo mismo la atención de nuestros lectores sobre el párrafo XII de la introducción del Libro de los Espíritus.
Allan Kardec / (las respuestas de las preguntas por los Espíritus Superiores) Extraído de: "El Libro de los Médiums" de Allan Kardec
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