EL CLAMOR DE LAS MASAS
Cuando
las injusticias sociales alcanzan el clímax y la indiferencia de los
gobernantes por el pueblo que aprietan en las amarras de las
necesidades diarias, bajo el despertar de los conflictos íntimos y
del sufrimiento que se generaliza, en las culturas democráticas las
masas corren a las calles y a las plazas
de las ciudades para presentar su clamor, para exigir respeto, para
que sean cumplidas las promesas electorales que le fueron hechas...
Ya
no es más posible amordazar a las personas, oprimiéndolas y
amenazándolas con los instrumentos de la agresividad policial y de
la indiferencia por sus dolores.
El
ser humano de la actualidad se encuentra inquieto en todas partes,
recurriendo al derecho de ser respetado y de tener deseo de vivir con
el mínimo de dignidad.
No
hay más lugar en la cultura moderna, para el absurdo de gobiernos
arbitrarios, ni de la aplicación de los recursos que son arrancados
del pueblo para extravagancias disfrazadas de necesarias, mientras la
educación, la salud, el trabajo son escasos o colocados en plano
inferior.
La utilización de estadísticas falsas, adaptadas a los intereses de los administradores, no consigue aplacar el hambre, iluminar la ignorancia, auxiliar la liberación de la dolencias, extender el rango de trabajo digno en vez del asistencialismo que enmascara los sufrimientos y abre espacio para el clamor que hoy explota en el país y en diversas ciudades del mundo.
Es
lamentable, sin embargo, que personas sin escrúpulos, confundiendo,
que viven a sueldo de la anarquía y de la falta de respeto,
aprovechándose de esos nobles movimientos y los transforman en
festival de destrucción.
Que,
para esos inconsecuentes, sean aplicadas los correctivos previstos
por las leyes, pero que se preserven los derechos del ciudadano para
reclamar justicia y apoyo en sus reivindicaciones.
El
pueblo, cuando clama en sufrimiento, no silencia su voz, sino cuando
son atendidas sus justas reivindicaciones. En ese sentido, cabe a los
jóvenes, los ciudadanos del futuro, la iniciativa de increpar contra
las infames conductas... sin embargo, en orden y en paz.
Artículo de Divaldo Franco publicado en el periódico La Tarde en 20.06, con repercusión mundial
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Lo que yo oigo, olvido. Lo que yo veo, recuerdo. Lo que yo hago, aprendo. Confucio
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PERDONAD
Mensaje del Espíritu Bezerra de Menezes a
través del médium Divaldo Pereira Franco, en el cierre de la 60ª
Semana Espírita de Victoria de la Conquista, en 08 de septiembre de
2013, en el Centro de Convenciones Divaldo Franco.
Hagamos
una reflexión en torno a los objetivos esenciales de nuestra
existencia en la Tierra, preguntando de manera profunda y
significativa: ¿qué
quieres que yo haga, Señor?
Cuando Él apareció a las puertas de Damasco al enemigo, su pregunta
fue caracterizada por la ternura: ¿Saulo,
Saulo, por qué me persigues?
Cuántas veces estaremos repitiendo esa misma pregunta porque el
dolor se acogió en nuestro corazón, porque el sufrimiento envolvió
al país de nuestra alma. Saulo, sin embargo, tuvo la sabiduría de
contra preguntar al Señor.
Era el siervo
que encontraba a su amo, el esclavo que encontraba a su señor. ¿Qué
quieres que yo haga?
Él respondió: ve
a Damasco y allí te dirán lo que debes hacer.
Damasco, hijos del alma, es la provincia de nuestra conciencia.
Sigamos en dirección de nuestra conciencia y descubramos lo que nos
es lícito hacer, delante de los desafíos que se encuentran a
nuestro frente. Jesús vino para que tuviéramos vida y vida en
abundancia. Y nos ofreció en holocausto su vida. No temas a aquel
que permanece en el mal. No os puede hacer mal alguno, si no aceptáis
el desafío de su atrevimiento. Con Jesús aprendí a permanecer en
el bien. El dolor que a todos nos asalta es nada más que un
accidente de recorrido induciéndonos a la madurez espiritual. Sin
ningún masoquismo, bendigamos el dolor liberador que demuestra la
fragilidad del cuerpo en el cual estáis y la debilidad de las
fuerzas morales que a todos nos caracteriza. Somos de la Divina Luz
generados. Permitamos que el Dios interno se expanda y consiga vencer
todas las tinieblas. ¡Id y amad! ¡Partí de aquí con el alma
repleta de esperanza y perdonad! Aún a aquel que parece no ser
acreedor del perdón, perdonad, porque a vosotros hará bien.
La Justicia Divina, a su modo y
término, realizará la rectificación del infractor. Pero a
vosotros, a nosotros, cabe perdonar siempre e incesantemente. Los
espíritus espíritas que aquí se encuentran en nombre del brasil
espiritual, enternecidos, distribuyen energías saludables
por sobre todos vosotros que nos oísteis dondequiera que estéis y
que acompañáis este momento de clausura de una etapa más que
ofrece iluminación para que las conciencias salgan de aquí
modificadas por el Espíritu de Cristo, vosotros que tenéis la
honra y la gloria de conocer a Jesús. Y cuando
alguna noche os parezca excesivamente tempestuosa, buscad la Estrella
de primera grandeza que es Jesús y seguid su rumbo, para que en el
término Él pase a vivir en vosotros. ¡Mucha paz, hijos del alma!
Son los votos del servidor humildísimo y paternal de siempre,
Bezerra. Mucha paz.
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Vida y valores (La misión de la maternidad)
¿Qué misterio es ese que envuelve a las madres? E aquí una pregunta difícil de explicar. No existe una única criatura en el mundo que no haya experimentado el envolvimiento de su madre. Sea un envolvimiento positivo, amoroso, sea un envolvimiento lamentable, enfermizo, patológico. Pero, nadie escapa de la presencia de la madre. Alguien puede nacer sin la presencia del padre, pero es imposible que alguien nazca en el mundo sin la presencia de la madre. La madre es esa criatura tan especial que, muchas veces, atormenta la vida de los hijos, deseosa de impulsar sus vidas. Muchas veces asfixia al hijo, queriendo protegerlo. ¡Cuánto es importante esa figura en el mundo!
En El libro de los Espíritus, de Allan Kardec, pregunta a los seres espirituales cual es la misión más importante de entre aquellas que Dios concedió a los hombres en la Tierra. Los inmortales responden a Allan Kardec que la misión más importante es la de la mujer. Y añaden- porque es ella que educa al hombre. Cuando pensamos en eso, vemos la importancia de la mujer consciente, cuando ella percibe su papel y esa certeza de su influencia, porque no hay una única madre que no ejerza influencia sobre sus hijos. Podemos tener osadía y decir que, como base de todo lo bruto, de todo el hombre grotesco que hubo en la Humanidad, había la figura de una mujer, su madre. Porque fue ella que hizo que el no llevase ningún descaro para la casa, fue ella que lo enseño a devolver agresión con agresión, lo enseño a ser egoísta. Pero, por debajo de la historia de todo santo, de todo misionario, de toda persona de bien, existe la figura de una mujer, de su madre.
Fue ella que dijo: Hijo mío, cuando uno no quiere, dos no discuten. Hijo mío, es mejor un cobarde vivo que un valiente muerto. Hijo mío, ven a lavar en casa los problemas de la calle, porque en casa encontraras amor. Ropa sucia, hijo mío, se lava en casa. Así, encontramos madres que criaron sus hijos para arriba, y madres que empujaron sus hijos para abajo. Encontramos aquellas que saben que sus hijos no les pertenecen, saben que sus hijos son hijos de Dios esencialmente, son hijos de la vida y que para la vida ellas los deberán educar. Hay otras que suponen que ellos, son sus pertenencias, depositan en ellos sus debilidades, sus miedos, sus temores, sus puntos de vista. Ahí, comenzamos a pensar en la trayectoria de la madre sobre el mundo, cuando ella tuvo esa consciencia de su papel junto a los hijos, cuando ella admitió que serán sus hijos los profesores del mañana, los médicos, los abogados, los jueces, los políticos. Cuando ella admitió que serán sus hijos que administraran las ciudades, los Estados, los países, que responsabilidades tendrán en sus manos, ella misma se tratara mejor, para que no tenga la cabeza enfermiza por complejos de culpa, por conflictos y pueda pasar para sus hijos ese respeto a la vida, ese respeto a los otros. Jamás esas madres enseñaran a los hijos que tienen que respetar a los mayores, pero enseñaran a sus hijos que ellos tienen que respetar a todo ser humano, a todo ser viviente. Enseñaran a los hijos a amar a los vegetales, a proteger los bosques, comenzando a cuidar de los jardines de casa. Enseñaran el respeto a los animales. Quien empieza las cosas simples, tendrá capacidad de realizar las cosas más complejas. ¡Ah, mujer madre! ¿Qué misterios envolverá tu figura?
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La misión de la mujer es una misión misteriosa, porque ella consigue penetrar el alma de su hijo, consigue conocer su hijo como nadie. Si paramos para pensar, la mujer pasa nueve meses lunares cargando en las entrañas su retoño, nueve meses en que ella hace un curso de especialización en percepción fluídica, en percepción psíquica. Capta las emisiones de su feto, de su hijo aun feto y las interpreta, como cualquier sensitivo interpretaría una influencia espiritual sobre su psiquismo. Es de esa interpretación, de las emisiones del hijo reencarnarte que nacen los famosos antojos de la mujer durante el embarazo. Es la interpretación que ella hace de lo que está sintiendo. No siempre son verdaderas las interpretaciones, como no siempre las criaturas transmiten correctamente aquello que reciben de los seres espirituales. El fenómeno es el mismo. Podemos afirmar que el embarazo corresponde al periodo de mayor trance mediúmnico de que se tiene noticia. Son nueve meses en que la mujer madre filtra el psiquismo de su hijo. Son nueve meses en que ella proyecta sobre el su propio psiquismo. Tanto el niño conoce a su madre íntimamente, tanto la madre conoce su hijo como nadie. La madre conoce a los hijos por el andar de ellos, por el modo en que respiran, por el modo de mirar. Ella conoce a su hijo. Jamás un hijo se esconderá de su madre porque ella conoce sus emisiones, sus fluidos, su psiquismo. Del mismo modo, jamás una madre se esconderá de su hijo. El consigue leer en su madre si ella está contenta, si está triste, si está feliz, si ella está mal. El consigue leer sin que ella diga nada, por causa de esa habitualidad en convivir uno con el otro, con esa intimidad visceral.
Nuestras madres son aquellos instrumentos que Dios puso para que El se manifestase en la Tierra, enviándonos a la Tierra a través de ellas. La mujer rica, la mujer inteligente, intelectual como la mujer pobre, la mujer sencilla e ignorante tienen la misma habilidad para ser madre. Toda mujer, psíquicamente, nace con esa estructura para la maternidad. A veces, ellas consiguen ser madres de hijos carnales, pero son madres de los sobrinos, son madres de los hermanos más jóvenes, son madres de todos los niños que se les acerca, porque es de la mujer ese instinto de maternidad, aun que no tenga sus propios hijos carnales. Vemos que hay un misterio importante en la maternidad, y ese misterio se llama amor. Ese amor que viene desarrollándose del instinto para la razón. Es ese amor, en las debidas dimensiones, que hace el nido entre los irracionales, que hace que la gallina guarde sus pollitos bajo las alas, que hace que los felinos laman sus crías, que hace que los pájaros pongan en la boca de sus hijitos el alimento que trajeron en su propio estomago. Es eso que se desarrollo a lo largo de los milenios y exploto aquí en la cima de la corona humana y recibió el nombre de amor de madre, profundamente irracional.
La madre ama a su hijo, independientemente de lo que él sea, de quien sea. El mayor santo recibe el amor de su madre, el mayor villano, el más espurio de los seres recibe el amor de su madre. En todas las cadenas públicas, en los días de visita, puede faltar la esposa, el hijo, el amigo, nunca la madre. Ella estará siempre allá, amando a su hijo, en la felicidad o en la desdicha, en la alegría o en la tristeza. Porque ser madre es de hecho traer una propuesta de Dios para aliviar las luchas del mundo. En cuanto Dios manda a la Tierra a Sus hijos al seno de las mujeres madres es porque El aun confía en el progreso de la Humanidad.
Raúl Teixeira
Transcripción del Programa Vida y Valores, número 147, presentado por Raul Teixeira, bajo coordinación de la Federación Espírita de Paraná. Programa grabado en abril de 2008. Presentado por la NET, Canal 20, Curitiba, el dia 10 de mayo de 2009. Traducido por Jacob
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REENCARNACIÓN
"Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, es espíritu"
( Juan 3.6)
"Abriré mi boca en parábolas y revelaré misterios ocultos desde la fundación del mundo" (Mateo-13-35). Cada cita de Jesús tiene un sentido profundo. La Vida en la Naturaleza está constituida de planos, o sea, reinos que clasifican originalmente a los seres vivos, ordenados para desenvolverse en sus planos concienciales de vida. Así, tenemos los reinos : mineral, vegetal, animal constituido por los animales irracionales, y también el hominal, formado por los seres humanos; el reino espiritual por los espíritus; el angelical por los espíritus puros, y el reino divino, el más elevado nivel de conciencia celestial con Dios, el Creador.
Así, de acuerdo las leyes físicas y espirituales que rigen la Creación de Dios, para un ser vivo interactuar dentro de su reino, tiene que nacer normalmente en el plano donde está ordenado a vivir.
El hombre no crea el Espíritu, "la vida", apenas proporciona los elementos fisiológicos hereditarios para la generación del cuerpo carnal, el Espíritu viene de Dios, por eso Jesús reamarcó: "lo que es nacido de la carne es carne y lo que es nacido del Espíritu es espíritu", porque Dios es Espíritu (Juan 4.23-24). Nacido de la carne es la existencia material, nacido del Espíritu es la vida espiritual.
El alma o espíritu para hacer su progresión al Reino de Dios, comienza su caminar en el reino humano, naciendo en un cuerpo carnal humano. Y, para ingresar en el reino angelical, que es el último estadio de ascenso al Reino Divino, el alma va haciendo sus nacimientos/encarnaciones normales de crecimiento dentro de esos planos mentales de cración de Dios, iniciado en el reino hominal, después el reino espiritual, se va perfeccionando en el reino angelical y finalmente se integra en el reino divino, desenvolviendo la consciencia espiritual hasta la perfección superior, alcanzando la culminación de espíritu puro, adentrándose así en la unidad divina con el Padre Celeste, en espíritu, en el que pasa a vivir la vida eterna y feliz en el sseno inmaterial de Dios(Juan 17.21-23)
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