Influencia del aura en las
interrelaciones humanas.
El contacto
entre las auras de dos personas desconocidas cuando se encuentran por
vez primera, posiblemente determina la inexplicable repulsión o
atracción que experimentan entre ellas, según sea el grado de
semejanza o afinidad de las emanaciones vibracionales de sus
energías psíquicas respectivas .
Cuando el grado
de aproximación es elevado, suele darse una “interrelación de
campos magnéticos”, por la que los sentimientos de atracción o de
repulsión, según la afinidad entre ambos sujetos se intercambian
instantáneamente. Esta interrelación afecta al “ magnetismo
animal” o “Aura Vital” del cuerpo físico, lo cual explica esos
casos de personas que captan y sufren físicamente, incluso a
distancia, las dolencias de otros que les están psíquicamente
ligados por sentimientos afines o simplemente por compenetración
psicológica .
En esta
interrelación de campos , además de los sentimientos y los
desequilibrios energéticos que afectan a un organismo, pasando sus
sensaciones al otro, también a veces se dan casos de personas con
un alto nivel de energía vital que a través de este proceso al
entrar en contacto con otros que por cualquier causa, tal como una
enfermedad física o psíquica, experimentan de modo brusco un “bajón
vital” y se encuentran de repente con pocas energías, decaídos y
hasta deprimidos. Esto es debido a que estas energías como
cualquier fluido por un principio similar al de los vasos
comunicantes, se transmiten normalmente desde donde hay más hacia
donde hay menos, y tanto los enfermos físicos como los
desequilibrados psíquicos, suelen tener niveles de energía vital y
psíquica, bajos o contaminados por vibraciones de energía negativa,
por lo que , generalmente aun de modo inconsciente, actúan como
vampiros de esta energía vital que les falta.
En las auras
espirituales y periespirituales se conserva el recuerdo grabado en
la memoria subconsciente, así como los sentimientos e impresiones de
vidas anteriores, por lo que de modo inconsciente se atraen o se
repelen entre ellas, según que los recuerdos del subconsciente son
de una relación grata o ingrata; si fueron de amor o de odio.
- Jose Luis Martín -
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“Si
nuestras creencias estuvieren perteneciendo solamente a aquello que
vemos y tocamos, a poca cosa quedará reducida nuestra forma de
creer”.
-
Allan Kardec -
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La fina línea que separa la vida de la muerte,
siempre ha sido algo inquietante para el Ser humano desde lo más
remoto de sus orígenes.
Según la Ciencia, la vida
humana comienza al unirse los veintitrés cromosomas del
espermatozoide, con los veintitrés del óvulo; a partir de ese
momento ya hay una vida humana embrionaria como un proyecto de
persona en desarrollo. Por tanto la vida no
comienza en el momento en que una persona nace, sino mucho antes,
desde el momento de la concepción en el seno materno.
La vida humana cesa con la muerte, pero no así la
vida del Ser espiritual que conforma cada ser humano en su paso por
la Tierra , porque siendo inmaterial, continúa existiendo después
de abandonar el cuerpo físico tras la muerte del mismo.
Siguiendo con los parámetros de la Ciencia, la
muerte supone la cesación de todas las funciones vitales,
considerando este cese irreversible, a partir de la parada de la
actividad cerebral y de la función cardiopulmonar ; sin embargo,
existen a veces casos de reanimación y vuelta a la vida, tras
estados de muertes aparentes o Catalepsia,
así como también casos de reanimaciones después de una muerte
clínica o tras una congelación con paradas cardiorespiratoria y
de actividad cerebral, a modo de lo que sucede con ciertos anfibios ;
estos casos parecen desmentir estos parámetros científicos sobre
la vida y la muerte.
Por ello se podría diferenciar entre la muerte como
separación definitiva del Ser espiritual del cuerpo físico que
tenía como ser humano, - lo que se conoce como desencarnación,
en referencia al proceso inverso del nacimiento o encarnación -, y
la muerte como cesación de toda actividad orgánica, y que afecta
al proceso de separación corporal definitiva del Ser espiritual.
Por tanto la muerte del cuerpo físico, que aún conserva por corto
tiempo sus energías vitales, no presupone que siempre se produzca
una separación del espíritu, definitiva e inmediata del mismo
tras el último aliento vital.
- Jose Luis Martín-
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“La vida es la novia
de la muerte.”
-Proverbio
Hindue -
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El trabajo es ley de la Naturaleza, por eso mismo constituye una necesidad y la civilzación obliga al hombre a trabajar más, porque le aumenta las necesidades y los gozos.
- Libro de los Espíritus-
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La práctica del Espiritismo no debe solamente proporcionarnos la lecciones del Más Allá, la solución de los graves problemas de la vida y de la muerte ; ella puede además enseñarnos a poner nuestras propias radiaciones en armonía con la vibración eterna y divina, a dirigirlas y disciplinarlas. No olvidemos que es mediante un ejercicio psíquico gradual, una aplicación metódica de nuestras fuerzas, de nuestros fluidos, de nuestros pensamientos y de nuestras aspiraciones, como preparamos nuestro papel y nuestro futuro en el mundo invisible; la actuación y el porvenir que serán mayores y mejores a medida que conseguimos hacer de nuestra alma un foco más radiante de fuerzas, de sabiduría y de amor.
Inicialmente, es preciso vencer el mal en sí, a fin de hacerse apto para combatirlo y vencerlo en el orden universal. Es preciso convertirse en un espíritu radiante y puro, para asimilar las fuerzas superiores y aprender a utilizarlas.
Es solamente en esas condiciones como el ser se eleva, de peldaño en peldaño, hasta las alturas espirituales donde resplandece la gloria divina, donde el ritmo de la vida arrulla, en sus ondas poderosas, la obra eterna e infinita.
Léon Denis
Inicialmente, es preciso vencer el mal en sí, a fin de hacerse apto para combatirlo y vencerlo en el orden universal. Es preciso convertirse en un espíritu radiante y puro, para asimilar las fuerzas superiores y aprender a utilizarlas.
Es solamente en esas condiciones como el ser se eleva, de peldaño en peldaño, hasta las alturas espirituales donde resplandece la gloria divina, donde el ritmo de la vida arrulla, en sus ondas poderosas, la obra eterna e infinita.
Léon Denis
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