miércoles, 9 de enero de 2013

Formación y propiedades del periespíritu





     El periespíritu, o cuerpo fluídico de los Espíritus, es uno de los productos más importantes del fluido cósmico; es una condensación de este fluido en torno de un foco de inteligencia o alma. Se ha visto que el cuerpo carnal tiene igualmente su principio en este mismo fluido transformado y condensado en materia tangible; en el periespíritu, la transformación molecular se verifica de distinto modo, porque el fluido conserva su imponderabilidad y sus cualidades etéreas. El cuerpo periespiritual y el carnal, tienen, pues, su origen en el mismo elemento primitivo; uno y otro, son de la materia, aunque bajo dos estados diferentes.
   
     Los Espíritus retiran su periespíritu en el medio donde se encuentran, es decir, que esta envoltura está formada de fluidos ambientes; de donde resulta que, los elementos constitutivos del periespíritu deben variar según los mundos. Júpiter siendo un mundo muy adelantado, en comparación con la Tierra, donde la vida corporal no tiene la materialidad de la nuestra, las envolturas periespirituales deben ser allí de una naturaleza infinitamente más quintaesenciada que sobre la Tierra. Ahora bien, del mismo modo que nosotros no podríamos existir en ese mundo con nuestro cuerpo carnal, nuestros Espíritus no podrían penetrar allí con su periespíritu terrestre. Al abandonar la Tierra, el Espíritu deja en ella su envoltura fluídica y se reviste con otra apropiada al mundo a que debe trasladarse.

     La naturaleza de la envoltura fluídica está siempre en relación con el grado de adelantamiento moral del Espíritu. Los Espíritus inferiores no pueden cambiarla a voluntad, y por consecuencia, no pueden, a voluntad, trasladarse de un mundo a otro. Hay algunos cuya envoltura fluídica, aunque etérea e imponderable, en relación con la materia tangible, es aún muy pesada, si puede decirse así, con relación al mundo espiritual, para permitirle salir de su medio. Es necesario clasificar, en esta categoría, aquellos cuyo periespíritu es bastante denso para que los confundan con su cuerpo carnal, y que, por esta razón, se creen siempre vivos. Estos Espíritus, y el número de ellos es grande, permanecen en la superficie de la Tierra, como los encarnados, creyendo siempre ocuparse de sus asuntos; otros, un poco más desmaterializados, no lo son lo bastante para elevarse por encima de las regiones terrestres. (1) Los Espíritus superiores, por el contrario, pueden venir a los mundos inferiores y aun encarnarse en ellos. Toman entonces de los elementos constitutivos del mundo en que entran, los materiales de la envoltura fluídica o carnal, apropiada al medio donde se encuentran. Hacen como el gran señor que deja sus hermosos ropajes para ponerse aunque temporalmente, el sayal, sin dejar por ello de ser un gran señor. Así es como los Espíritus del orden más elevado, pueden manifestarse a los habitantes de la Tierra, o encarnarse para cumplir una misión entre ellos. Estos Espíritus traen consigo, no la vestidura, sino el recuerdo, por intuición, de las regiones de donde vienen, y que ven con el pensamiento. Son videntes entre ciegos.

      La capa de fluidos espirituales que circunda la Tierra puede ser comparada con las capas inferiores de la atmósfera, más pesadas, más densas, menos puras que las capas superiores. Estos fluidos no son homogéneos, son una mezcla de moléculas de diversas cualidades, entre las que se encuentran, necesariamente, las moléculas elementales que forman la base, pero, más o menos alteradas. Los efectos producidos por estos fluidos estarán en razón de la suma de las partes puras que contengan. Tal es, en comparación, el alcohol rectificado o mezclado en diferentes proporciones, con agua u otras substancias. Su peso específico aumenta con esta mezcla, al mismo tiempo que su fuerza e inflamabilidad disminuyen, aunque en todo haya alcohol puro. Los Espíritus que son llamados a vivir en ese medio obtienen de él su periespíritu; pero, según el Espíritu sea más o menos depurado, él mismo, forma su periespíritu con las partes más puras, o las más groseras, del fluido propio del mundo donde se encarna. El Espíritu produce allí, siempre, por comparación y no por asimilación, el efecto de un reactivo químico que atrae hacia él las moléculas que se asemejan a su naturaleza. De esto resulta este hecho capital, que la constitución íntima del periespíritu no es idéntica entre todos los Espíritus, encarnados o desencarnados, que pueblan la Tierra o el espacio circundante. No ocurre lo mismo con el cuerpo carnal que, como ha sido demostrado, está formado por los mismos elementos, cualquiera que sea la superioridad o la inferioridad del Espíritu. También, entre todos, los efectos producidos por el cuerpo son los mismos, las necesidades semejantes, mientras que difieren en todo lo que es inherente al periespíritu. Resulta además que: la envoltura periespiritual del mismo Espíritu se modifica con el progreso de éste, en cada encarnación, aun cuando se encarna en un mismo medio; que los Espíritus superiores encarnándose, excepcionalmente, en misión en un mundo inferior, tienen un periespíritu menos grosero que el de los indígenas de ese mundo.

      El medio siempre guarda relación con la naturaleza de los seres que deben vivir en él; los peces están en el agua; los seres terrestres están en el aire; los seres espirituales están en el fluido espiritual o etéreo, incluso sobre la Tierra. El fluido etéreo es para las necesidades del Espíritu, lo que la atmósfera es para las necesidades de los encarnados. Ahora bien, al igual que los peces no pueden vivir en el aire; que los animales terrestres no pueden vivir en una atmósfera muy rarificada para sus pulmones, los Espíritus inferiores no pueden soportar el esplendor ni la impresión de los fluidos más etéreos. No mueren con eso, porque el Espíritu no muere, pero una fuerza instintiva los mantiene alejados de él, como alguien se aparta de un fuego muy vivo o de una luz que enceguese. He aquí por qué no pueden salir del medio apropiado a su naturaleza; para cambiar esto, es preciso que cambien primero su naturaleza; que se despojen de los instintos materiales que los retienen en los medios materiales; en una palabra, que se depuren y se transformen moralmente; entonces, de manera gradual, ellos se identifican con un medio más depurado, que se hace para ellos una privación una necesidad, como los ojos de aquel que vivió, por mucho tiempo, en la obscuridad, se habitúan insensiblemente a la luz del día y al brillo del Sol.

      Así, todo se une, todo se eslabona en el Universo; todo está sometido a la grande y armoniosa ley de la unidad, desde la materialidad más compacta hasta la espiritualidad más pura. La Tierra es como un recipiente de donde se exhala un humo espeso, que se clarea a medida que se eleva, y cuyas partículas rarificadas se pierden en el espacio infinito. El poder divino resplandece en todas partes de este conjunto grandioso; y se querría que, Dios, para probar mejor su poder, no contento con aquello que hizo, viniese a perturbar esa armonía! ¡Que se rebaje al papel de un mago, produciendo efectos pueriles dignos de un prestidigitador! ¡Y por añadidura se osa crearle un rival en habilidad: Satanás! ¡Nunca en verdad, se rebajó tanto la majestad divina y se extrañan con el progreso de la incredulidad! Tenéis razón en decir: “¡La fe se va!”, pero es la fe en todo lo que choca al buen sentido y a la razón la que se va; la fe semejante a la que hizo decir en otros tiempos: “¡los dioses se van!” ¡Pero la fe en las cosas serias, la fe en Dios y en la inmortalidad está siempre viva en el corazón del hombre, y, si fue sofocada con historias pueriles con las cuales la sobrecargaron, se revela más fuerte desde que sea libre, como la planta comprimida se eleva desde que recibe el Sol! Sí, todo es milagro en la Naturaleza, porque todo en ella es admirable y testimonia la sabiduría divina. Estos milagros son para todo el mundo, para todos aquellos que tienen ojos para ver y oídos para oír, y no en beneficio de unos pocos. ¡No! No hay milagros en el sentido que se da a esta palabra, porque todo resalta de las leyes eternas de la creación y esas leyes son perfectas.

(1) Ejemplos de Espíritus que se creen aún de este mundo: Revista Espírita, dic. 1859, p. 310; – nov. 1864, p. 339; abril, 1865, p. 117.
Allan Kardec
Extraído del libro "La Génesis"
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Cuando cada uno de nosotros se transforme en libro abierto, actuante y vivo de lecciones para cuantos nos observan el ejemplo. las fronteras de la interpretación religiosa cederá lugar a la nueva era de fraternidad y paz que estamos esperando.
(Chico Xavier)



NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española.
Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una conferencia en la misma sala. Este próximo viernes día 11 será impartida por Alvaro Velez bajo el título: " ENCARNADOS, POSEÍDOS Y CONVULSIONARIOS ".
  Los domingos a las 21,00 horas  tenemos  la clase de Estudio del Espiritismo por el "Grupo espírita Sin Fronteras".
             
            Y además recomiendo los Blogs: El espirita albaceteño.-  elespiritadealbacete.blogspot.com.es                                                                          
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