sábado, 2 de diciembre de 2023

Exhortaciones de Juana de Ángelis

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Relaciones entre amigos y familiares tras la muerte.

2.- Psicología en el Más Allá

3- Ley de Consecuencias

4- Exhortaciones de Juana de Ángelis

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RELACIONES ENTRE AMIGOS Y FAMILIARES TRAS LA MUERTE

                                            


285 – ¿Se conocen los Espíritus por haber vivido juntos en la Tierra? ¿Reconoce el hijo al padre y el amigo a su amigo?
– Sí, y así de generación en generación.

– ¿Cómo se reconocen en el mundo de los Espíritus los hombres que se conocieron en la Tierra?
– Vemos nuestra vida pasada y leemos en ella como en un libro, y viendo el pasado de nuestros amigos y de nuestros enemigos, vemos su paso de la vida a la muerte.

286 – Dejando el alma sus despojos mortales, ¿ve inmediatamente a sus parientes y amigos que la precedieron en el mundo de los Espíritus?
– Inmediatamente no es siempre la palabra; pues como os dijimos, necesita cierto tiempo para reconocerse y sacudir el velo material.

287 – ¿Cómo es acogida el alma a su regreso al mundo de los Espíritus?
– La del justo, como a un hermano muy amado, a quien de mucho tiempo se esperaba; la del perverso, como un ser que se equivocó.

288 – ¿Qué sentimiento experimenta un Espíritu impuro cuando llega otro Espíritu malo?
– Los perversos quedan satisfechos en ver seres semejantes privados de la dicha infinita; como sobre la Tierra, un bellaco entre sus iguales.

289 – ¿Salen a veces a nuestro encuentro nuestros parientes y amigos, cuando dejamos la Tierra?
– Sí, salen al encuentro del alma que estiman; la felicitan como al regreso de un viaje, si se libró de los peligros del camino, y la ayudan a desprenderse de los lazos corporales. Es un privilegio para los buenos Espíritus cuando los que estiman vienen a su encuentro, al paso que es un castigo para el impuro el que permanezca en el aislamiento, o rodeado únicamente por los que le son semejantes.

290 – ¿Los parientes y amigos se reúnen siempre después de la muerte?
– Esto depende de su elevación y del camino que siguen para su progreso. Si uno está más adelantado y camina más aprisa que el otro, no podrán estar juntos; podrán verse a veces, pero sólo podrán estar reunidos para siempre cuando puedan alcanzar la igualdad en la perfección. Así la privación de ver a sus parientes y amigos es a veces un castigo.

ALLAN KARDEC.

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         PSICOLOGÍA EN EL MÁS ALLÁ                                                   

                                                             


Para algunas personas, la idea de una “psicología en el más allá” puede parecer difícil de aceptar o de comprender. Es innecesario decir que para el que no cree en nada más que en la materia y piensa que con la muerte del cuerpo físico se extingue la existencia, una psicología al otro lado de la tumba no es más que una fantasía. Sin embargo, tampoco está del todo claro qué puede ofrecer una terapia psicológica en el plano espiritual entre aquellos que sabemos que somos seres espirituales inmortales en transitoria experiencia corpórea. Esto sucede porque no deja de estar extendida una percepción un poco mágica del momento de la muerte. Son muchos los que ignoran que hacer balance de lo vivido en la última encarnación puede llegar a ser una tarea muy difícil y penosa, aunque esencial. La comprensión de la vida en el plano espiritual y la planificación de futuras existencias están íntimamente relacionadas con la capacidad del desencarnado de sopesar sus recientes logros y fracasos con sinceridad y serenidad, armonizándolos con los archivos del inconsciente aún inaccesibles al desencarnado en los primeros momentos del regreso a la patria espiritual.

Gracias a la psicografía, hoy conocemos relatos que nos exponen cómo los espíritus desencarnados son amparados psicológicamente en el plano espiritual. Reciben así el auxilio terapéutico necesario para que puedan comprender la nueva etapa de vida que se revela ante sus ojos tras la muerte física. No hay que subestimar el choque que puede suponer para una persona que no creía en nada más que en la materia, que despierte al otro lado de la vida, habiendo dejado atrás todo cuanto pensaba ser lo único que poseía. Tampoco hay que infravalorar el inmenso desamparo emocional que experimentan algunos espíritus que, creyendo saberlo todo sobre la vida espiritual cuando están encarnados, se encuentran algunas veces como niños que deben reaprender tantas cosas. Todo esto, sin mencionar la angustia que puede provocar la separación de la familia o la decepción que resulta de la constatación de que los méritos conquistados en la Tierra, si no están avalados por una conducta ética, moral y humana, no tienen ningún valor en el más allá.

La verdad es que la muerte nos devuelve a la realidad creada y alimentada por nuestra propia conciencia durante nuestra jornada en la Tierra. Despojarse del cuerpo físico no implica un conocimiento inmediato de las vidas pasadas del espíritu, ni tampoco una capacidad de auto-análisis sincera y realista. Puesto de otra manera, el paso por la carne deja reminiscencias en el periespíritu que no se eliminan tan fácilmente con la muerte. Cuanto más apegados estamos, más ayuda necesitamos para eliminar los registros asociados al orgullo, a la vanidad y al egoísmo. Desencarnado, el hombre debe verse frente a frente con su propia verdad. Pero nadie puede ver la verdad mientras tenga la visión ensombrecida por el orgullo, el egoísmo o la vanidad. Precisamente por esto, en la condición evolutiva en la que nos encontramos en la Tierra, es muy raro que un desencarnado se acuerde automáticamente de todo cuanto vivió en otras encarnaciones. El acceso sin restricciones a la información archivada en el propio espíritu sobre la historia evolutiva de cada uno es tan raro como lo son la auténtica humildad y el altruismo legítimo en nuestro planeta.

El hombre encarnado es de una triple naturaleza: cuerpo, periespíritu y espíritu. Durante su jornada física todo lo que hace, piensa y siente queda registrado en todas las zonas de su ser, que son interdependientes. Se podría decir que el objetivo de la psicología en el más allá es ayudar al hombre a enfrentarse a su nueva situación, en la que ya no posee un cuerpo físico, sino que vive según la cosecha de lo que haya cultivado durante su paso por la carne. No se pretende que el desencarnado supere imperfecciones como el orgullo, el egoísmo y la vanidad, tarea que le corresponde en el transcurso de su inmortalidad. Se trata, sin embargo, de ofrecer al ser situaciones en las que, analizando su propia condición, cada uno sea capaz de reducir su orgullo, vanidad y egoísmo apenas lo suficiente para comprender el presente, empezar a armonizar el pasado en su fuero interno y posibilitar la elaboración de planes más realistas y útiles para el futuro.

La atención psicológica en el más allá se ocupa fundamentalmente de la delicada tarea de ayudar a los recién llegados de la jornada física a comprender por qué están donde están. Es importante observar que para acceder a este tipo de tratamiento el espíritu debe estar en posesión de sus facultades mentales, aunque se sienta aturdido o tratado injustamente. Para los espíritus que desencarnan en penosas condiciones de inconsciencia y desequilibrio mental y emocional hay que ofrecerles, antes de la atención psicológica, los servicios de primeros auxilios. Solamente una vez que el espíritu ya se encuentra en posesión de sus facultades mentales podrá obtener el debido provecho de las sesiones psicológicas que le serán ofrecidas.

La literatura mediúmnica nos ha ofrecido relatos en los que queda evidente que el apego es uno de los principales obstáculos al que nos enfrentamos en la condición de recién desencarnados. Podemos sentir diferentes niveles y diferentes tipos de apego. Por ejemplo, podemos sentir apego a las condiciones transitorias de la vida de encarnados, echando en falta los bienes materiales o la condición de superioridad que el poder o los recursos económicos nos concedían en la Tierra. Esta forma de apego está directamente relacionada con la vanidad y el desencarnado debe comprender que en la nueva realidad en la que ha penetrado, tras su muerte física, el único valor es el bien que haya hecho o el esfuerzo de educación que haya realizado.

Otra forma de apego es el que sentimos por las personas que quedan atrás, como familiares, cónyuges y amigos. Pese a que lo que inicialmente anima dicho afecto sea un sentimiento positivo, el apego a los lazos establecidos en la Tierra puede dificultar que el desencarnado se centre en lo que es su nueva tarea: armonizarse con su pasado, comprender su nueva situación y empezar a caminar hacia adelante. El egoísmo es la emoción desequilibrante que ofrece el trasfondo de este tipo de apego, sea porque deseamos ardientemente volver a disfrutar de la compañía de los que amamos, sea porque nos creemos indispensables para la vida de los nuestros, olvidando que en los planes de la Espiritualidad Superior no existe espacio para improvisaciones. Podemos además experimentar el apego a un sentimiento de superioridad espiritual o auto-iluminación. Personas que, cuando estaban encarnadas, desempeñaban posiciones de orientación espiritual, pueden experimentar el apego por las ideas que defendieron en el campo religioso o filosófico al que estaban afiliadas. Éstos necesitan hacer grandes esfuerzos para superar el orgullo por su conocimiento de la realidad espiritual o por la elevación moral que creen tener.

La psicología del más allá está fundada en el tratado psicológico más sencillo y sublime del que se tiene conocimiento en la Tierra, el Evangelio de Jesús. ¿En qué se basa esta terapia? El Médico de Almas ofrecía información a sus discípulos en la medida de su capacidad de comprensión de las cosas del cielo y de la tierra; también dialogaba con ellos, les hacía preguntas, desafiándoles a pensar sobre el significado de sus parábolas; Jesús no esperó hasta que sus discípulos fueran moral o intelectualmente perfectos para enviarles a difundir su palabra. Por el contrario, el Maestro consideró que el propio trabajo edificante, aliado a lo que habían escuchado de él, les enseñaría a superar sus límites y crecer espiritualmente. Hay diversos ejemplos en la literatura mediúmnica que nos demuestran cómo estos principios son aplicados de forma sistemática en la espiritualidad para ayudar a los desencarnados a enfrentarse al orgullo, la vanidad y al egoísmo del que llegan impregnados a la patria espiritual.

En Nuestro Hogar, André Luiz nos cuenta, por las manos del inolvidable Chico Xavier, cómo tras recibir los primeros auxilios y sentirse más fuerte, le invadió un gran deseo de colaborar con los demás. Su orgullo de la condición de médico en la Tierra, sin embargo, le hizo creer que sus conocimientos serían útiles en la colonia espiritual que le acogiera. Nuestro querido amigo tuvo que empezar colaborando en la limpieza de la enfermería, trabajo que, hasta entonces, había considerado inferior. Durante la realización de esta tarea, pasó a observar a los pacientes allí ingresados. Abandonando la máscara del médico de la Tierra que sólo veía a pacientes, pasó a ver hermanos de sufrimiento. Durante su trabajo en la enfermería, mientras hacía tareas que nunca había realizado en su última encarnación, André Luiz aprendió a amar el servicio y a servir con humildad. La forma como consigue autorización para la tarea tampoco debe ser olvidada. André Luiz solicita una cita con Clarencio, Ministro del Auxilio, y se da cuenta que el honorable bienhechor recibe a los que le vienen a consultar de dos en dos. De esta manera, cada uno de los entrevistados no sólo tiene que superar la vergüenza de exponer su caso ante otra persona, sino que también tiene la oportunidad de aprender de las elucidaciones recibidas por su compañero de cita.

En Memorias de un Suicida, psicografiado por Ivonne do Amaral Pereira, vemos cómo las labores educativas se entremezclan con la revisión del pasado delictuoso de los espíritus “aprisionados” en la Torre. Allí, espíritus, antes criminales en la Tierra o en la espiritualidad, reciben lecciones sobre los derechos de cada individuo en la sociedad terrena y en la espiritual. Los reclusos viven en pequeños recintos para estudio y residencia, recibiendo amplias oportunidades de reflexión. Conocemos además una especie de gabinete de fenomenología transcendental donde un complejo equipo, cuyo magnetismo ejerce la influencia de un imán, posibilita la visión de los pensamientos y acciones pasadas de los sujetos investigados. Para la reeducación de los espíritus ignorantes e inferiores, dicha clase de aparatos es muy útil e indispensable. Esto sucede porque pese a recibir las instrucciones más elevadas, muchos siguen cegados por el orgullo. Éste sofoca las conclusiones lógicas del razonamiento, que prefiere presentar quejas y otros argumentos para justificar las faltas. Pese a que intentemos esquivar nuestras responsabilidades por miedo al futuro preparado por nuestras actitudes del pasado, la espiritualidad dispone de métodos tan energéticos como nuestra resistencia en asumir nuestros compromisos.

No podría terminar esta colaboración sin recordar al Hospital Esperanza, que conocemos en el libro Lirios de Esperanza, psicografiado por Wanderley de Oliveira y dictado por el espíritu Ermance Dufaux. El objetivo de dicha institución erguida en la psicosfera brasileña, es ofrecer socorro y orientación a los seguidores de Cristo de distintas tradiciones filosóficas y religiosas, que no supieron o no quisieron asumir el compromiso con su mensaje de amor. Quizá sorprenda al lector saber que en este hospital existe un área, denominada Judas Iscariote, dedicada especialmente a la recuperación mental de líderes espiritistas que analizaron con gran atención las necesidades de los demás, pero se olvidaron de su propia liberación. Los que ingresan allí entienden el mensaje de Jesús y del Espiritismo por las vías de la razón, pero son adictos a la admiración y a la notoriedad, aún principiantes en el amor desinteresado y fraterno.

En conclusión, debemos comprender que el hombre desencarnado es simplemente el hombre desprovisto de su cuerpo físico. Cuando volvemos a la espiritualidad llevamos con nosotros todo el progreso moral que hayamos realizado, pero obviamente también cargamos con todas nuestras imperfecciones. Éstas siguen poniendo trabas a nuestro progreso en la espiritualidad, así como lo hacían en la carne. Gracias a la misericordia divina y a la tolerancia y dedicación de la Espiritualidad Superior, el hombre no estará jamás desamparado en cualquiera que sea el plano en el que se encuentre. Los métodos y equipos utilizados por los trabajadores de la psicología del más allá lo demuestran. Demos gracias a Dios y a los amigos y mentores que, pese a nuestras imperfecciones, nos siguen ofreciendo la oportunidad de armonizarnos con el pasado, comprender el presente y construir un futuro de más luz para toda la humanidad.

Janaina Minelli de Oliveira es Doctora en Lingüística Aplicada y profesora de Habilidades Comunicativas en la Universidad Rovira i Virgili. Colabora en los proyectos de asistencia social y divulgación del Centro Espírita Amalia Domingo Soler de Barcelona.                                           

Tomado de la Revista Espírita
Número: 4 • Edición Septiembre 2012

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               LEY DE CONSECUENCIAS 

Todo el universo, el espacio cósmico infinito, en el cual navegan los mundos, está impregnado de fuerzas poderosas que denominamos leyes: físicas, psíquicas, magnéticas, etc. 
A medida que la ciencia de la física, de la química, de la biología y otras, progresan en nuestro mundo; a medida que se profundiza en el estudio del psiquismo; más y más vamos acercándonos a la Verdad de la Vida, y más nos acercamos también al conocimiento de las leyes cósmicas que rigen todo el universo en sus múltiples formas y manifestaciones. 
Si durante el siglo pasado, alguien hubiese dicho que una persona desde Europa podría mantener una conversación con otra persona en América, sin salir de sus respectivas residencias, posiblemente sería tildado de loco, hasta por los científicos de la época. Sin embargo, hoy es una realidad. 
Y esta realidad ha sido posible, por el descubrimiento de las ondas eléctricas, más conocidas por ondas hertzianas. 
Sin embargo, estamos sumergidos en un océano de vibraciones que afectan a nuestra vida en un modo tal, que actúan sobre 
nosotros con tal intensidad, que el desconocimiento de esta verdad es causa de tanto sufrimiento y dolor en nuestra humanidad. Por ello, es de urgente necesidad conocer aquellas leyes que inciden directamente en la vida del hombre, a fin de no quebrantarlas, evitando así las consecuencias dolorosas. 
Entre las múltiples leyes que inciden en la naturaleza psíquica del ser humano, existe una, que es de trascendental importancia. Esta es la ley de consecuencias, que en psicología se le denomina Ley de la Causalidad, y en las escuelas espiritualistas y en las esotéricas, es conocida con el nombre de Ley de Causa y Efecto, y también como Ley del Karma (1) y Ley de Retribución. 
Podríamos compararla a la ley física de acción y reacción, ya que la reacción es un fenómeno consecuencia! de la acción. Pero, mientras la ley física actúa en el plano físico y con efecto inmediato, la ley de consecuencias o de causalidad actúa en el plano psíquico, pero no de efecto inmediato. 
El filósofo Pietro Ubaldi, en su obra «La Gran Síntesis», refiere a este respecto: «... se trata de una ley omnipresente en el espacio y en el tiempo. No hay distancia o espera que puedan detener su reacción, de la que no escaparéis porque se encuentra dentro de vosotros mismos, así como está en todas las cosas. ¿Se puede engañar —dice— a la ley de gravitación? Del mismo modo, tampoco se evita ni se engaña a la reacción de la Ley, o sea, la Justicia Divina». 
La Justicia Divina, que trasciende y está inmanente en nuestra propia naturaleza psíquica, nos devuelve, en cada una de las vidas, el bien o el mal que hayamos hecho en vidas anteriores. NO HAY CASTIGOS. El castigo, tal como la generalidad de los humanos entienden, no existe; porque ello estaría en contraposición con el amor infinito de la Divinidad Creadora. Con la creencia del castigo, se rebaja la Divinidad a la condición humana. No. Lo que existe en todo cuadro de dolor, es el efecto de causas, la reacción de la Ley violada. 
¿Qué es la expiación, sino el pago en la vida presente, de las deudas contraídas con la Ley en las vidas pasadas, como son los casos de los minusválidos ya desde la infancia, así como los sufrimientos, en diverso modo, en los primeros años o siguientes de la vida humana? 

Sebastián de Arauco.

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EXHORTACIONES DE JUANA DE 

ÁNGELIS


Dios te dotó de fuerza de voluntad. 
Si te parece débil, es porque no la has ejercitado. 
Todo y cualquier función orgánica o moral necesita de ejercicio a fin de atender con rapidez a los comandos mentales. 
Entrénala en los pequeños hábitos-viciosos, buscando corregirlos, y, lentamente, ve pasando para desafíos más expresivos. 
A través de una voluntad disciplinada conseguirás alcanzar los objetivos máximos de tu actual existencia. 
No desistas si, de inicio, fracasas. 

*** 
Quien guarda rencor, colecciona basura moral y, consecuentemente, termina enfermando. 
El mal que te hagan, no debe merecer tu sacrificio. 
Si alguien desea verte infeliz, obra de forma contraria, viviendo con alegría. 
Si otro planea perturbarte, insiste en la posición de armonía. 
Si aquel que se tornó tu adversario trabaja por tu desdicha, continua en paz. 
Para quien procura hacer infelices a los otros, el mayor dolor es verlos imperturbables. 
Se inteligente y no te desgaste inútilmente. 

*** 
El perdón real es siempre acompañado por el olvido del mal recibido. 
Si perdonas, pero te refieres al acontecimiento, estás vitalizando el error. 
Trabaja la inferioridad personal que se fija en el recuerdo del sufrimiento experimentado y agradece la oportunidad de perdonar. 
¿Cómo evolucionar sin las pruebas de perfeccionamiento moral? 
El perdón, que ahora concedes, será tu padrino mañana cuando necesites de la benevolencia y de la disculpa de otra persona. 
Perdonar es siempre mejor para quien lo hace. 
Obra siempre así y vivirás. 

*** 
Los malos pensamientos intoxican al alma. 
Atraen el pesimismo y las presencias enfermas de los Espíritus perturbados y malos. 
Mantén tu mente presa a las ideas positivas, iluminativas, a los programas de ennoblecimiento, de cuya conducta te dará el bienestar íntimo y la alegría de vivir. 
Lo que pienses con insistencia, hoy o más tarde se concretizará. 
Los hechos se corporifican, de inicio, en el campo mental, para después hacerse realidad en el cuerpo físico. 
Piensa en el bien y báñate con la luz del amor. 

Vida feliz 
Espíritu Joanna de Ângelis 
Médium Divaldo Pereira Franco 

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