jueves, 24 de enero de 2019

El horror de la muerte

ESPIRITISMO 

 Lecturas propuestas para hoy:
1.- Espiritismo es ciencia
2.-¿Cómo es Dios?
3.-El Desánimo
4.-El hombre no es extranjero en ninguna parte
5.-El horror de la muerte



                                                 *******************************
.


                                                                               
                  Espiritismo es Ciencia

El Espiritismo sin la ciencia estaría sin apoyo y sin control  podría enfriar ilusiones.
Allan Kardec, en “La Génesis” .

   Es frecuente lamentarse en el medio espírita, del hecho de no hacer ciencia entre nosotros, Al final, se dice que Allan Kardec definió el Espiritismo, como una ciencia, soñando con darle en el mundo moderno, precisamente, esa identidad principal, en conjunto con las consecuencias éticas que de su conocimiento naturalmente se devendrían.
    Desde el siglo XIX a los tiempos actuales, entretanto, el escenario científico se transformó profundamente. La ciencia se hizo mucho más exigente en sus parámetros. Con el desarrollo de la tecnología, la misma ciencia que la creó, pasó a depender de ella. Un experimento científico para ser reconocido como tal, necesita para eso, el concurso de cada vez más sofisticados medios tecnológicos. Sin avanzadas tecnologías, imposible hacer ciencia.
    Otro era el cuadro de la llamada "ciencia experimental", del siglo de Kardec. Los fenómenos de las mesas giratorias, los tantos y tan ricos episodios de materializaciones, producidos o abonados por eminentes científicos en las décadas en las se sucedieron, fueron, al entender de ellos, suficientes para la comprobación de la propuesta fundamental espírita: la de la inmortalidad y la de la comunicabilidad de los espíritus.
.    Resulta así, extremadamente difícil, o incluso imposible, hacer ciencia en el medio espírita. En contrapartida, el Espiritismo se encamina poco a poco, en los países en donde es conocido, a identificarse como un respetable movimiento de ideas. Movimiento tanto más respetado, por los padrones laicos de la sociedad moderna, cuanto más fuera capaz de abdicar de su calificación de religión, para identificarse como una filosofía. La racionalidad espírita, aliada a la visión humanista y progresista del Espiritismo, son factores que lo cualifican y le pueden asegurar un lugar de destaque en la contemporaneidad.
    Incluso así, los postulados espíritas filosóficos, reclaman, para conquistar la validez universal, un soporte científico. Algunas áreas de la ciencia actual- destáquense las modernas concepciones de la física cuántica, la parapsicología, la psicología transpersonal y otras,-  respaldan en alguna medida las propuestas espíritas. En el ámbito de las ciencias biológicas, siendo preponderante un acentuado reduccionismo, fundado en arraigadas concepciones materialistas, es de reconocer que ni en el avance extraordinario de la genética, ni en el conocimiento minucioso de la fisiología del cerebro y de sus funciones, vienen siendo capaces de explicar toda la grandeza de la mente, sus capacidades, aptitudes y potencialidades. La genialidad en los niños, sin que atributos idénticos puedan ser encontrados en sus antecedentes genéticos y tampoco en su entorno socio-cultural, es solo uno de los factores que sugieren que la ciencia tiene por delante un largo camino hasta poder definir cabalmente el fenómeno de la inteligencia, precioso bien de la vida humana. En su esencia, además, la vida continúa siendo un enigma.
   Al espírita y a sus instituciones representativas, cabe pues, mantenerse razonablemente atentos a todo lo que pasa en el vasto campo de las ciencias humanas. Cumple esforzarnos por mejor entenderlas, identificando en su trayectoria, tendencias y descubrimientos, a aquellos factores capaces de acoplarse a la concepción filosófica por nosotros adoptada. Si no estamos habilitados para hacer ciencia, en nuestro medio, habituémonos a practicar la filosofía de la ciencia, desarrollando una postura crítica en relación a ella.  Recordemos siempre que Kardec demostró, invariablemente, un inmenso respeto por la ciencia, abrigando la convicción de que será por la actuación de esta, y no por la fuerza de la fe, que se habrá de inaugurar, un día, la Era del Espíritu.

- Editorial de Opinión Espírita-


                                                        ******************************


                     ¿Cómo es Dios?



   ¿Es un tirano? ¿Es bondadoso? ¿Un juez castigador? ¿Cómo es realmente Dios? Nuestra historia, nuestra educación y nuestra cultura nos ha podido influir en la imagen que tenemos de Él.

    El concepto teológico, filosófico y antropológico de Dios, hace referencia a una deidad suprema. La vigesimotercera edición del Diccionario de la Real Academia Española lo define como el «ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo». 

     También hay quienes niegan su existencia, por el mero hecho de que no es visible, o no creen que actúe directamente en los acontecimientos de la humanidad para poner remedio a sus males. Otros, que defienden esa idea no piensan que haya habido ni siquiera un creador (ateísmo). A otros les es más fácil negar su existencia solo por no tener que agradecer cada día todas las bendiciones que resultan de Dios, cada amanecer y atardecer, los paisajes majestuosos, un cielo estrellado, la lluvia, etc.

   El teísmo (del griego θεóς, theós, «Dios») se entiende generalmente como la creencia en deidades, o la creencia en un Creador del universo que está comprometido con su mantenimiento y gobierno, pero que no actúa en los asuntos de los hombres (cosmogonía).
     Un deísta, por lo general, es aquel que se inclina a aseverar la existencia de un Dios supremo o más de uno, pero no necesariamente practica una religión, y niega la intervención divina en el mundo. No obstante, dentro de religiones como el hinduismo, el budismo y el helenismo pueden existir posturas deístas. En este caso, quienes las siguen simplemente creen que Dios (o los dioses), no intervinieron en el mundo más que para crearlo.
     Por el contrario, la Divina Providencia, en la que creemos otros muchos, es el término teológico que indica la soberanía, la supervisión, la intervención o el conjunto de acciones activas de Dios en el socorro de los hombres.

"Lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es lo más importante de nosotros." Así dice A. W. Tozer en su libro clásico sobre los atributos de Dios: "The Knowledge of the Holy". (El conocimiento de lo sagrado) Tozer continúa diciendo: "La historia espiritual del hombre demostrará positivamente que ninguna religión ha sido más grande que su idea de Dios. La adoración es pura o vil, dependiendo si el adorador tiene pensamientos elevados o inferiores acerca de Dios." 

    ¿Misterio, Invento humano, Creador, Miedo, Energía, Amor, Culpa, Paz? ¿Cómo concebimos nosotros a Dios? ¿Lo imaginamos a modo de las mitologías antiguas? ¿A Zeus con un trueno en la mano? ¿Anubis, mitad hombre mitad perro de los egipcios? ¿Al Dios Sol de los Mayas? ¿Dioses fuertes, poderosos, astutos, también celosos, envidiosos e irascibles? Demasiado humanos para ser Dioses.

     Quizás nos ha llegado la imagen de un Dios violento, que impone su verdad, su ley y su orden a sangre y fuego. Ese Dios al que invocan violentos terroristas y desquiciados de todo tipo, armados hasta los dientes con cuchillos espadas o fusiles. Un Dios muy poco amable.
    Posiblemente por la educación o por nuestra historia o cultura en la que hemos crecido, o porque traslademos a Dios nuestras frustraciones, o por la mala relación que hemos tenido con nuestros padres o mayores, concibamos a Dios como alguien que coarta nuestra libertad, pendiente constantemente de nuestros pecados e intimidades.

     Quizás lo concibamos como una energía, impersonal y difusa. Como una especie de armonía universal. Una dimensión mística de la naturaleza, una con la que se entra mejor en contacto, si tomas drogas o alcohol …

     Un dios cruel que envía mandatos terribles cuando se enfada, y que nos castiga a su antojo cuando hacemos algo mal.

     Un anciano con largas barbas, que se pasea por las nubes, entre flores y arco iris…

   Un ser narcisista e impasible, que busca la servil adoración de los seres humanos y que es incapaz de empatizar con sus alegrías y sufrimientos.

   ¿Podemos decir algo de Dios desde la razón?

   ¡Claro que podemos! porque Dios ha dejado huellas de sí mismo en todo lo que existe – el esplendor y la belleza de la naturaleza, la impresionante complejidad de los fenómenos biológicos, el sentido de lo justo que todos llevamos dentro, la nostalgia de perfección que hay en el fondo de nuestro corazón – y el hombre es naturalmente capaz de descubrir esas huellas y, por ese camino, llegar a Dios.

     Del mismo modo que nos hacemos una imagen mental de alguien a quien no hemos visto jamás, por lo que nos dicen o cuentan de él, tanto moral como físicamente, bueno o malo, así es la idea o imagen que nos formamos cuando se trata de Dios.

   Sin embargo, no es raro encontrar opiniones muy dispares en cuanto a lo que escuchamos o leemos acerca de Dios y sus atributos, dependiendo de dónde, cómo, o quienes hagan esas declaraciones. Entre tanto laberinto de opiniones y creencias, resulta difícil tener una imagen concisa y clara de cómo es Dios realmente.

    De la misma forma en que somos conscientes de tan diversas opiniones y creencias, para saber cómo es realmente alguien, deberíamos consultar a los que han tratado y convivido directamente con él, dejando a un lado aquellos comentarios hechos por personas triviales, o que desconocen realmente los hechos o caracteres de quienes queremos saber.

   Sabedores del impacto que pueden causar los bulos que llegan hasta nosotros a través de la ignorancia, la maledicencia, o quizás intereses por parte de los detractores de ciertas ideas, personas, o creencias, haríamos bien en contrastar las fuentes de las que buscamos y sacamos información, para definir una visión más clara de lo que buscamos, en este caso ¿Cómo es Dios? 

   Sería razonable pensar que si queremos saber cómo es un país o nación y sus gentes, lo hagamos a través de los que han vivido allí. De la misma forma pues, si queremos saber acerca de Dios, lo mejor sería que lo hiciésemos con la ayuda de los espíritus superiores, que son quienes más cerca pueden estar de Dios. Espíritus superiores, que reflejan con mayor fidelidad los atributos de Dios.

    "El libro de los Espíritus", (Allan Kardec) en sus cuestiones de la diez a la trece, nos responde de forma clara a estas preguntas y nos explica cuáles son los atributos más destacables de Dios. 

   Estas preguntas a los espíritus, seguidas de sus respuestas, arrojan luz a tener conceptos más claros de cómo es Dios realmente:

    10 ¿Será algún día dado al hombre, comprender el misterio de la divinidad? - No. Le falta un sentido para ello.

    Por supuesto, el hombre como tal no puede comprender lo que solo los espíritus avanzados y puros observan.

    11 ¿Puede el hombre comprender la naturaleza íntima de Dios? - Cuando su Espíritu no se halle ya oscurecido por la materia y por su perfección se haya acercado a Ella, entonces la verá y comprenderá.
    Seguidamente nos aclaran: La inferioridad de las facultades del hombre no le permite comprender la íntima naturaleza de Dios. En la infancia de la humanidad, el hombre lo confunde a menudo con la criatura, cuyas imperfecciones le atribuye. Pero, conforme el sentido moral se va desarrollando en él, su pensamiento penetra mejor en el fondo de las cosas y se forma acerca de Dios una idea más justa y más de acuerdo con la sana razón, si bien siempre incompleta.

    12. Si no nos es posible comprender la naturaleza íntima de Dios, ¿podemos tener una idea de algunas de sus perfecciones?

    - De algunas, sí. El hombre va comprendiéndolas mejor a medida que se eleva sobre la materia, ya las entrevé mediante el pensamiento.

   13. Cuando decimos que Dios es eterno e infinito, inmutable e inmaterial, único y todopoderoso, soberanamente justo y bueno, ¿no tenemos una idea completa de sus atributos?

    - Desde vuestro punto de vista, sí, porque vosotros creéis abarcarlo todo. Pero sabed que hay cosas por encima de la inteligencia del más inteligente de los hombres, y para esas cosas vuestro lenguaje, que se limita a vuestras ideas y sensaciones, no posee expresiones. La razón os dice, en efecto, que Dios debe poseer esas perfecciones en el grado supremo, porque si careciera de una sola de ellas, o bien no la poseyese en grado infinito, no sería superior a todo y, en consecuencia, tampoco habría de ser Dios. Para estar por encima de la totalidad de las cosas, Dios no debe sufrir ninguna vicisitud y no ha de tener ninguna de las imperfecciones que la imaginación (del hombre) puede concebir.
      Dios es eterno: Si hubiera tenido principio, habría surgido de la nada, o bien hubiera sido creado por un ser anterior a Él. Así, poco a poco, nos remontamos hasta lo infinito y la eternidad.
      Es inmutable: Si Él se hallara sujeto a mudanzas, las leyes que rigen el Universo no poseerían ninguna estabilidad.

     Es inmaterial: Vale decir, que su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De lo contrario no sería inmutable, debido a que se encontraría sujeto a las transformaciones de la materia.
    Es único: Si hubiera varios dioses, no existiría ni unidad de propósitos ni unidad de poder en la ordenación del Universo.

   Es todopoderoso: Porque es único. Si no poseyera el soberano poder habría algo más poderoso que Él o tan poderoso como Él. No hubiera creado la totalidad de las cosas, y aquellas que Él no hubiese hecho serían obras de otro dios.

   Es soberanamente justo y bueno: La providencial sabiduría de las leyes divinas se pone de relieve así en las cosas más pequeñas como en las más grandes, y esa sabiduría no permite dudar ni de su justicia ni de su bondad.

   En las cuestiones de la una a la tres, nos habla más de cómo es Dios: Dios y el infinito
1. ¿Qué es Dios? - Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.
2. ¿Qué se debe entender por infinito? - Lo que no tiene principio ni fin: lo desconocido. Todo lo que sea desconocido es infinito.
3. ¿Se podría decir que Dios es lo infinito? - Definición incompleta. Pobreza del lenguaje de los hombres, que es insuficiente para definir las cosas que se hallan por encima de su inteligencia.
Dios es infinito en sus perfecciones, pero lo infinito constituye una abstracción. Decir que Dios sea lo infinito es como tomar el atributo de una cosa por la cosa misma, es decir, definir algo que no es conocido por otra cosa que tampoco lo es.

    Las respuestas de los espíritus a tales cuestiones son claras y concisas, y algo en lo que la mayoría de las afirmaciones referentes a Dios coinciden, son sus atributos: Eterno, Inmutable, Inmaterial, Único, Todopoderoso, soberanamente justo y bueno, …

   A la luz de las preguntas formuladas a los espíritus más elevados, nos hacemos una idea bastante más clara de lo que es y cómo es, pero también de cómo no es… Esos atributos no son compatibles con un Dios vengativo, con un Dios egocéntrico que exija devoción exclusiva, con uno que castigue a sus hijos, o que los destruya si no cumplen sus designios.  Es más, que después de la muerte material de sus hijos, haya dispuesto de un lugar donde sufran eternamente.  También sería muy injusto, y nada más lejos de los atributos de Dios, que es inmensamente justo y bueno, ceñirse a una sola existencia para juzgar y condenar a sus criaturas, y a las que no da entre ellas las mismas condiciones de igualdad.

    ¿Qué podemos pensar de un Dios, que se encuentra en ambos lados del campo de batalla en una guerra? O.… que requiera de sacrificios dolorosos o penosos, como pago por los pecados. Un Dios que incite al separatismo sectario o religioso. Alguien radical, que induzca a matar y atentar contra sus semejantes, los que no piensen como él.
    No nos cabe la menor duda que son los pensamientos de los hombres, ignorantes de las leyes inmutables del creador, los que distorsionan la imagen verdadera de Dios, haciéndolo a la medida de sus intereses, atemorizando y engañando a las masas para conseguir ponerlas bajo su dominio.
    Todas las religiones nos acercan a Dios, pero no todas nos dan una imagen real sana y verdadera de él y sus designios.

   No perdamos de vista el mayor y más apreciado atributo de Dios, El amor. Si pasamos por el tamiz de la razón la mayoría de las cosas que leemos y escuchamos en el inmenso laberinto de todo aquello que se atribuye al Creador, encontraremos que no solo conoceremos mejor a Dios, y esto nos acercará más a él, sino que comprenderemos cuáles son sus verdaderas enseñanzas, y comprenderemos cual es nuestro papel como hijos amados suyos, y la esperanza grandiosa que se muestra ante nosotros.

   Los espíritus buenos y elevados, aquellos que conocen mucho más de Dios que nosotros, y de los que podemos aprender mucho para acercarnos a él, nos han dado por deseo expreso de Dios, La doctrina espirita. En ella encontramos cual es el camino a seguir para llegar a ser felices. 

   Hace del progreso la finalidad misma de la vida y la ley superior del universo. Da término al reinado de la gracia, de la arbitrariedad y de la superstición, poniendo de manifiesto en la elevación de los seres el resultado de sus propios esfuerzos. -León Denis. (Después de la muerte)
   De todo esto, destacamos que, aunque no podemos saber todo de Dios, sí que podemos conocer sus verdaderos atributos, que para nada son los que encontramos en los hombres. Dios está muy por encima de nuestros defectos de humanos. Del mismo modo también sabemos lo que no encaja en sus atributos y que podamos romper los moldes, que por tanto tiempo se le han atribuido a él.

    Si nosotros como padres y madres humanos solo queremos lo mejor para nuestros hijos, ¿Cómo podemos pensar que Dios sería peor que nosotros?

    La doctrina espírita nos aclara muchas cosas como esta, y también nos da esperanza nueva y quizás nuevos puntos de vista, que quizás no conozcamos, pero que son reveladores en cuanto a Dios, los espíritus, y lo que estos hacen por todos nosotros para poder alcanzar el progreso y conocer mucho mejor a Dios.

    Si usted no conoce esta doctrina, puede ponerse en contacto con alguno de los centros espiritas que aparecen en la contraportada y pedir información gratuita y sin ningún compromiso.
    "Creamos en esa Providencia generosa que lo ha hecho todo para nuestro bien; recordemos que, si parecen existir lagunas en su obra, no provienen sino de nuestra ignorancia y de nuestra razón insuficiente. Creamos en Dios, gran Espíritu de la naturaleza, que preside el triunfo definitivo de la justicia en el universo. Tengamos confianza en su sabiduría, que reserva compensaciones a todos los sufrimientos, goces a todos los dolores, y avancemos con un corazón firme hacia los destinos que nos han sido otorgados. Es hermoso, consolador y dulce." - ,León Denis. ("Después de la muerte").
Javier Campos- Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"
                                                       
                                                       ************************************
                  El Desánimo

a    Hay momentos en la vida de cada ser humano, que las cosas se presentan oscuras, inciertas, problemáticas. No sabemos qué camino tomar y, pese a la Doctrina Espírita tan consoladora y útil, parece como que no es suficiente; que las cosas terrenales, las materiales, etc., sean más importantes que aquellas que nuestros ojos no pueden ver, aunque creamos que existen; pero este mundo es aún tan atrasado, que nos cegamos ante los acontecimientos negativos, ante las pruebas difíciles; expiaciones dolorosas, o nos perdemos en las falsas ilusiones; la pretendida “felicidad terrenal”, y tantas cosas por el estilo, que llegamos a perder el ánimo y la fe (si es que las tuvimos alguna vez), muletas tan necesarias para caminar, sobre todo, en un camino de piedras y espinos, como es el que debemos recorrer en la Tierra.
    Nos decimos muchas veces que sabemos la ley de causa y efecto, que nadie sufre por nada que no deba, que venimos a rescatar deudas e, incluso, que debemos conformarnos, porque podríamos estar peor, pero no siempre es fácil, al contrario, resulta penoso y agotador.
En algunos momentos o días, nos parece que no vamos a levantar cabeza, que el desánimo puede vencernos, o las tentaciones y, nuestra inclinación a la pereza.
La vida que es un soplo en la eternidad, se nos hace larga y dura, pero se nos hace penosa, aunque, a pesar de eso, nos agarremos a ella con desesperación, porque nos parece que después de la muerte, o durante el tránsito lo vamos a pasar mal.
     El miedo es un obstáculo para progresar. Mal lo pasamos cuando damos cabida al desánimo, una de las grandes enfermedades del Espíritu.
     Se cuenta que un día, a un buen hombre, para probarle, los espíritus que siempre están a nuestro alrededor tramando como hacernos caer; se le presentó la crítica, la envidia, la pereza, la ambición, el orgullo, pero como era humilde y trabajador en el bien, supo superarlo con acierto, pero los enemigos del bien, buscaron algo más sutil, una estrategia que, seguramente sería muy útil: el desánimo. Este buen hombre de pronto sintió, mediante las descargas de sugestiones hacia él, que no servía para nada, que estaba solo, que era muy poca cosa lo que él hacía, se deprimió y dejó abierta la mente a los enemigos de la doctrina.
      Nunca más levantó cabeza, permaneciendo desanimado hasta su desencarnación.
      No pensemos que esto sólo les pasa a los demás, o que pueda ser una historia irreal. A cada uno de nosotros nos puede pasar lo mismo; sentir el desánimo, es sentir apatía, desgana, desmotivación, cansancio de vivir, estudiar y progresar. ¿Qué mejor freno para los trabajadores que quieren, pero no pueden, porque se abandonaron, se apartaron poco a poco del camino seguro? ¿Queremos nosotros ser o estar en un estado de desánimo y apatía, siendo los trabajadores de la última hora?
Nuestra cabeza se llena de ideas, sugerencias, consejos negativos, cuando prestamos oídos a aquellos que buscan nuestra perdición, porque no hay mayor amenaza para ellos que nosotros sepamos de la supervivencia del Espíritu, sobre la reencarnación, que somos eternos, que el mal no dura siempre e, identificarlos, a través de la mediumnidad o, simplemente, la reflexión y el auto conocimiento.
Ya que sabemos esto de sobra, por los estudios, experiencias, charlas etc., deberíamos hacer una reflexión y medir nuestro estado de ánimo y, cuando veamos que baja, orar con mucho empeño, con fervor y necesidad. Nuestros ruegos, si son sinceros, serán oídos y, de alguna forma, nos sentiremos mejor; con más energía, más fuerza y, sobre todo, algo que es imprescindible: La Fe.
Si nuestra fe fuese del tamaño de un grano de mostaza, “moveríamos montañas”. Esas montañas no son ni más ni menos, la voluntad que pongamos en salir del “momento” malo que hemos vivido, o estamos viviendo.
    No le demos facilidades a los que quieren nuestra perdición: encarnados o desencarnados. Sigamos por el camino estrecho, de dificultades y dolor; pero el más seguro cuando lleguemos al final: la perfección y, sobre todo, a Dios.
     Examinemos como está nuestro ánimo, y obremos en consecuencia de todo lo que hemos aprendido, y que debemos compartir con los demás, para que también se beneficien ellos y no haya nadie desamparado de conocimiento, ni por nosotros, compartiendo la Doctrina de la fe, la esperanza y la seguridad de que estamos viviendo “momentos” muy especiales.
Aprovechemos estos “momentos” y, con nuestra disposición, colaboremos en el bien y la divulgación de los principios espiritistas.
¡¡Ánimo!! Se puede y debemos hacerlo.
 - Isy -

                                            ***********************************



EL HOMBRE NO ES EXTRANJERO
EN NINGUNA PARTE

 Exponer este tema para aquellos que no tienen un conocimiento filosófico o que no pertenecen a alguna escuela espiritual o metafísica  resulta  una tarea arduo difícil. Sin este conocimiento espiritual sería casi imposible comprender por qué el hombre no es extranjero en ninguna parte.
    Nuestro planeta  se encuentra  dividido en diferentes continentes, países, razas, idiomas, culturas,  religiones, etc. Los pueblos están delimitados por fronteras que vienen a determinar un supuesto territorio sobre el cual se dice que existe soberanía; pero esta soberanía no es más que la consecuencia de los deseos de  poder y ambición en la que está sumergido el hombre. Cegado por el mundo de los sentidos centró sus intereses en obtener riquezas y beneficios materiales, olvidándose  de desarrollar la parte espiritual que lo conforma y obviando las  palabras del sabio Galileo: “Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
    Remitiéndonos a la historia, vemos cómo para obtener esa soberanía ha prevalecido el dominio del hombre por el hombre. A base de guerras, conquistas, exterminios y violaciones, muchas de ellas en nombre de Dios,  hemos producido todas estas divisiones étnicas, culturales  y territoriales; pero ¿Somos realmente diferentes por tener  diferentes culturas o creencias? ¿En qué nos diferenciamos los unos de los otros?
Parodiando a Hegel, ésta es una “diferencia que no es diferencia” porque el ser humano es un ser infinito-finito.  En el mundo de los sentidos nos vemos deslindados de nuestro prójimo; pero en realidad estamos unidos por un lazo indisoluble, común a todos los seres que habitan el infinito Universo.
   Si se tiene la oportunidad de conocer diferentes países,  uno  va poco a poco apropiándose de culturas y maneras de pensar distintas, aparentemente contradictorias,  pero cuando se analiza al ser humano, se llega a comprender que las necesidades del hombre, son iguales en todas partes; que sus sueños e inquietudes espirituales son los mismos, no importa lo distante de un país de otro, no importan las fronteras, las creencias religiosas o los aprendizajes culturales. En esencia, todos los seres humanos buscan y trata de alcanzar un estado óptimo de bienestar, que es lo que llamamos felicidad.
   Cuando el hombre ha experimentado lo suficiente y logra un nivel cognoscitivo superior, puede comprender la sabia sentencia de Jesús de Nazareth: “La casa de mi Padre tiene muchas moradas”; entonces entiende que en el mundo real no existen fronteras ni divisiones y que, como hombre, está en la necesidad de aprender y demostrar la vida a través de múltiples reencarnaciones y que en función de su plan de trabajo debe vivir no sólo en diferentes países de la tierra, sino también en distintos mundos del Universo, unas veces nacerá como blanco,  otras como negro o mestizo, como rico o pobre,  como hombre o mujer, según sea  su actuación en la tierra y según sea su programa.
     En cada existencia y de acuerdo con nuestro programa espiritual, escogemos la raza, el sexo, el país, los padres y circunstancias particulares que nos van a permitir desarrollar nuestro  plan de vida;  siempre en función de los compromisos y deudas contraídas  en existencias anteriores. Esta experiencia de vida trae como lógica consecuencia que el ser humano se desarrolle como ente corpóreo-espiritual  y alcance un grado elevado de conocimiento  que le permitirá reconocer en los demás  seres humanos a su hermano.
Para entonces ya su nivel de espiritualidad le  hará  comprender  las leyes universales que  lo llevarán a afirmar axiomáticamente  que el hombre no es extranjero en ninguna parte y  que su patria es  el Universo.
Por: María Di Matteo
                                           *****************************

                          El horror de la muerte

    
   Aquella tarde de invierno, en un día nublado, frío y triste que cayó sobre aquel pueblo, muchos  vecinos hablaban en voz baja, impresionados con lo que había acontecido. Y es que en el fondo, se sentían como una gran familia, y uno de sus miembros, tras una penosa enfermedad, acababa de fallecer.
Esa mujer que ayer mismo aún respiraba, se movía, nos hablaba de sus preocupaciones y temores; nos contaba sus historias y vivencias, se había ido;Ya no está; pero, ¿por qué?;  ¿que ha pasado?;  ¿por qué ayer sí, y  hoy  ya no?; ¿ volverá?.; parece mentira... El caso es que hoy se ha ido y ya no está,... pero la vida, como un reloj sin alma, sigue  caminado y continúa impasible desgranando sus horas y sus días como si nada pasase ni le afectase, con arreglo a lo determina su mecanismo ciego e  imperturbable.
    Mientras tanto, ella ya no está, pero el escenario de su vida permanece; sus cosas, su casa, sus ropas, sus cuadros, su ambiente y hasta los olores que tenía la casa cuando ella aún estaba. 
    Algunos presenciaron con horror como la tapadera de la caja mortuoria, se cerraba para siempre, guardando al ser querido; ¿ o no era aquello el ser querido, y solamente era una inerte apariencia de su imagen?

     En el templo religioso, solamente se aumentó la tristeza y la amargura de los allegados, alimentando su desespero al contemplar un ritual religioso con un discurso vacío, sin alma, ininteligible y que no aportaba ningún consuelo. ¿ Pero, por qué ella ya no estaba con nosotros?; ¿ Qué es lo que se quedó guardado  dentro de aquella caja ?.

    La procesión que se formó después acompañando el cadáver a su última morada, caminó lentamente, salpicada por una fría llovizna y en medio de un silencio cabizbajo, roto solo por algún sollozo mal contenido , formando así   una comitiva que avanzaba lentamente , acompañando  al ser querido en  su  camino sin retorno.
      ¡ Qué dolor y qué tormento!, cuando en aquel oscuro y estrecho agujero entró la caja de madera con su doloroso contenido, a donde iba destinado a permanecer para siempre, con la sola y horrible compañía de otra osamenta, la de su madre, que en el interior de un saco de tela quedó depositada  para siempre a su lado.

     Después que el nicho fue sellado bajo la mirada, entre curiosa y perdida de sus deudos, de sus vecinos y de sus amistades,en medio de un silencio roto solamente por el llanto y la desesperación de algún ser querido y allegado, que lleno de incomprensión se rebelaba contra la irreversible y horrorosa situación que atravesaba como si de la peor pesadilla posible se tratase. “¿ Por qué nos pasa esto a nosotros?”; Dios mío, si existes, ¿por qué te la llevas ahora ?; ¿Por qué nos la quitas?. En esos instantes de dolor arrasador nadie le puede aliviar ni contestar a esos humanos y desesperados interrogantes. Uno no puede dejar de pensar en esos momentos, si el desespero y las lágrimas son por la persona que ya no está en el mundo, o por los que de un modo egoísta quisieran que hubiese seguido estando.
    Ante semejante cuadro sufro por sentirme  torpe e  impotente  al  no poder ayudar de algún modo en aquellos tristes momentos, a pesar de que creo conocer las respuestas que deberían aliviar sus almas atormentadas, y sin embargo no me atrevo ni a ponerme en su  lugar, a practicar eso que llaman empatía, porque a pesar de mis conocimientos y posibles respuestas, pienso que tal vez, si fuese yo quien atravesase ese drama en primera fila de protagonismo, posiblemente también sucumbiría al dolor.
     Siempre tendemos a hablar bien de los que ya se han ido de este mundo, pero lo cierto es que esta mujer, y no lo digo porque ya no esté entre nosotros,  siempre demostró ser una persona generosa, buena y hospitalaria. Además , ciertamente siempre fue una excelente y abnegada madre y esposa.  No la conocí durante mucho tiempo, pero sí el suficiente como para llegar a quererla a ella y a su familia, gente sencilla, buena y noble por naturaleza.

    Creo que lo que quedó encerrado en el interior de aquella caja, era solo materia inerte; una materia de la que ella se revistió humanamente cuando estuvo aquí, pero lo que me resulta evidente es que aquella materia muerta no era ella, el ser amigo y querido, ahora ausente. ¡ Qué horrible sería  la posibilidad de que ella en verdad hubiese podido quedar encerrada allí, para siempre!.  No me extraña que  alguno de esos familiares dolidos por su pérdida, ante la envoltura yacente como un cascarón vacío, puedan confundir la realidad con que el hecho de que el ser amado queda allí metida, y eso, si pudiese ser así, sería peor que el peor de los infiernos imaginados por la teología.  Y es que las religiones, aun las llamadas “cristianas”, nunca han abordado esta realidad tal como es, sino que “ se han ido por las ramas” del dogma y la fantasía, pintando un Dios y un Más Allá en el que ya casi nadie cree. Nunca han hablado claramente de lo que es la muerte, y es que las teologías se han ido por las explicaciones del misterio y del dogma absurdo; no aclarando el para qué y el por qué estamos aquí; el por qué nacemos y morimos; qué sentido tiene todo esto, y tantos y tantos interrogantes que en el fondo, la mayoría nos hemos planteado alguna vez, y para los cuales nunca han dado respuestas filosoficamente correctas y coherentes, y cuando las han querido dar, estas han sido tan ambíguas  e incomprensibles, basadas en la obligada creencia dogmática, que en el fondo solamente han dejado un vacío y un estado de confusión e incertidumbre  en nuestro interior, o sea una falta de luz y de la necesaria y auténtica fe, que es aquella que no ofende a la razón y al sentido de lo lógico y coherente.
    Ojalá algún día, estas personas , y tantas y tantas que como ellas se enfrentan a esta realidad de la que  jamás nadie estaremos libres, que puedan encontrar alguna respuesta aceptable que les reporte algo de luz y de consuelo.

    Mientras tanto, a mi me queda el consuelo de saber, más que de creer, que nuestra amiga sigue viviendo en otra dimensión. Esto es algo así como considerar que la vida es como quien contempla un río que nos trae de todo  y que se lleva de todo: penas, alegrías, esperanzas, luchas, pruebas, que llegan y pasan. Cuando el río de la vida nos trae nuestra  propia muerte, la vida no cambia, sigue su rumbo de traer y  de llevarse aquello que nos trajo; lo único que cambió es que se nos llevó a nosotros mismos a la otra orilla del río, la otra dimensión,  desde la cual seguimos viendo transcurrir la vida, pero desde el otro lado, de modo que los que quedaron en la orilla anterior, no nos ven, y piensan que nos hemos ido con la corriente del río como todo lo demás, pero sin embargo, esa misma corriente al cabo de mas o menos tiempo, termina por devolvernos de nuevo a esta orilla, en donde seguiremos viendo el río y aprendiendo de todo lo que nos trae. No recordamos detalles más concretos de nuestras vidas anteriores porque nuestra materia orgánica está limitada en el tiempo, con un principio y con un final; es parte de lo que nos trae y de lo que después se vuelve a llevar el mencionado río de la vida.
    Cuando se penetra un poco en el estudio de la Filosofía  Espirita, enseguida podemos encontrar numerosos testimonios mediúmnicos que nos aclaran y nos describen como es esa “ otra orilla”, en medio de la lógica y avalado por unas pruebas inapelables de que, en efecto, sigue la vida después de la muerte del cuerpo; sabemos lo que hay tras el “Velo de Isis” de este mundo  en el que nos creemos vivos y además los únicos seres vivos que existen en medio del universo infinito.  Por eso creo que es tan importante seguir avanzando en el estudio  y el aprendizaje del  conocimiento espiritual libre de dogmas y preconceptos religiosos. Para las religiones  solamente son creencias que hay que admitir por la fe ciega impuesta. Para los estudiosos y adeptos de la doctrina espírita, este conocimiento es razonado y razonable, y supone cuando se adquiere, proporcionarnos  una seguridad, una serenidad y una aceptación ante hechos humanos como los aquí relatados, que la gente no termina de comprender y si acaso los achacan al escudo autoprotector ante el dolor  con el que, dicen, que  los espíritas nos defendemos de los golpes que da la vida. Este conocimiento nos proporciona una paz y un equilibrio interior, que a veces podemos transmitir a los demás, aliviando así , al menos en parte, esos cuadros de dolor humano que se originan ante la pérdida de seres queridos.

- Jose Luis Martín -
                                              ***************************



No hay comentarios: