domingo, 14 de junio de 2015

Una vida sencilla; un ejemplo profundo.


Princípios básicos del Espiritismo


Alguien nos pregunta que cual es de entre los principios básicos del Espiritismo, el más importante.
De los llamados principios fundamentales del Espiritismo, se destacan tres: la existencia de Dios como Creador de todo lo que el hombre no hizo; la existencia de los Espíritus como criaturas suyas, y el principio de la naturaleza espiritual del alma humana, que constituye la individualidad consciente, permanente e imperecedera del hombre.
Todo lo demás que los Espíritus revelaron- la pluralidad de mundos habitados, la encarnación y la reencarnación, la ley de causa y efecto, el principio de la necesidad de las pruebas y de las expiaciones como medio de progreso,- son la consecuancia natural de los tres primeros.
Fulgura, entre tanto, exiberante y al frente de todos, el principio de la existencia del Eterno Creador.
Kardec inicia "El Libro de los Espíritius", con un capítulo enteramente consagrado a Dios y las pruebas de su existencia, y en "El Génesis", su última obra, después de explicar en el capítulo I el caracter de la revelación espírita, trata nuevamente de la existencia de Dios, mostrando que es el principal y más importante principio de la ´Doctrina Espírita. El Espiritismo nos da una idea de Dios que está de conformidad con las más perfecta y justa racionalidad. Nos convence de la existencia del Creador sin necesidad de recurrir a otras pruebas que no son la simple contemplación del Universo, donde Dios se revela por medio de leyes sabias y de obras admirables que constituyen un conjunto grandioso de tanta armonía, y donde hay perfecta adecuación de los medios a los fines, que se hace imposible no ver tras ese mecanismo, la acción de una Suprema Inteligencia, como los Espíritus Superiores hicieron la cuestión de decir en la respuesta dada a la pregunta de apertura de "El Libro de los Espíritus": "Dios es la inteligencia Suprema, causa primera de todas las cosas".

- Astolfo de Olegario Oliveira Filho-
Art. procedente del bolg espiritismo siglo XXI

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Como se forman las famílias


        
Un lector nos pide que expliquemos, a la luz de la doctrina espírita, cual es la importancia de la familia y cómo son formadas las familias terrestres.
La familia es, como las personas saben, bendecida escuela de educación moral y espiritual. En ese sentido, su importancia es fundamental en el proceso evolutivo, porque en ella de labran caracteres y se modelan sentimientos, se estructuran aspiraciones, se refinan ideas y antíguas diferencias, se pueden transformar en posibilidades preciosas para la elaboración de tareas edificantes.
La familia es, por tanto, el más prodigioso educador del progreso humano.
Los que se encarnan en una misma familia, sobre todo como parientes próximos, son la mayor parte de las veces, simpaticos, ligados por anteriores relaciones, que se expresan por una afección recíproca en la vida terrena. Puede, no obstante ocurrir, que sean completamente extraños unos a otros, algunos de los espíritus que ahí se reencarnan, los cuales continúan nutriendo sentimientos de enemistad o antipatía que tienen origen en el pasado y se traducen por un mútuo antagonismo en la existencia actual.
Evidentemente,de ese hecho, podemos deducir que existen dos especies de familia y ,en consecuencia, dos categorías de lazos familiares: las familias que proceden de la consanguinidad y las que proceden de ligaciones espirituales.
Los lazos familiares que resultan de la simpatía y de la comunión de pensamientos, son duraderos y ligan a los Espíritus no solo durante la encarnación, sino igualmente después de finalizar la existencia terrena. Ellos forman entonces, lo que llamamos familias espirituales.
En cuanto a los lazos familaires basados solo en la consanguinidad, es fácil entender que son frágiles como laa materia y pueden extinguirse después de finalizar la existencia corpórea, y en algunos casos, antes incluso de que la muerte los separe.
- Astolfo de Olegario Oliveira Filho-
Art. procedente del blog espiritismo siglo XXI

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 UNA VIDA SENCILLA;UN EJEMPLO             PROFUNDO

Zezé, Bizé, Maria José...  El nombre poco importaba. Al pronunicarlo, todos sabíamos que seríamos atendidos, ya fuese en el ámbito de la familia, en el recinto de un hospital o en un rincón cualquiera de la Casa Espírita.
Hoy día 14, hace ocho días que ella partió.
Quien no es espírita, ciertamente ha de preguntar: ¿Partió para dónde?
Partió para un lindo lugar de donde, hace poco más de 73 años, ella salió para constituir en nuestro país (Brasil) una linda familia.
Partió para reencontrarse con el compañero amado que había regresado antes, como dando curso a una programación en la que alguien llega primero para preparar la recepción de los que vendrán después.
Ligada desde la creación de esta revista(1) al
grupo  de compañeros que fundó y mantiene este proyecto, Zezé Bargamo (foto),  hizo por nosotros lo que ya  hiciera antes y también después, en todos los lugares por donde pasó y en todos los emprendimientos a que se dedicó, con una abnegación poco vista y por eso admirada por todos.
  Su actuación en la existencia, ahora finalizada, probó que es posible, aun en el mundo atribulado donde estamos, atender los deberes de naturaleza familiar sin olvidarnos del compromiso que tenemos para con los demás, nuestros hermanos, especialmente los que sufren.
Ligada desde hace varios años, tal como su hermano Cid, a las actividades del Hospital de Cáncer de Londrina, no hay ente las personas que allí sirven, quien desconozca la importancia del trabajo que ella realizaba, lo que era reconocido también y principalmente, por los familiares de los pacientes que en aquel hospital se encontraban internados.
Vinculada a várias actividades en la Casa Espírita, integraba también el Grupo Esperanza, que realiza en una de las salas del Hospita, de Cáncer, un trabajo inspirado por Lucilla Ballalai, denodada trabajadora espírita que fundó el  conocido establecimiento hospitalario. En el citado Grupo son acogidos y orientados, además de muchos otros, Espíritus de hermanos que desencarnaron en el aludido hospital, bien como realizando el importante trabajo de las preces y vibraciones por enfermos allí hospitalizados.
El trabajo de Zezé Bergamo era, evidentemente, mucho más de todo eso, y no es preciso mencionar el cariño y la diligencia con que atendía y buscaba resolver las dificultades de cada hijo, de cada nieto, de cada familiar, que tenían en ella eso que llalamos como puerto seguro.
Zezé Bargamo partió, pero sabemos que en espíritu ella jamás estará ausente y mucho menos distante de sus seres queridos, familiares y de todos aquellos a quien dedicó horas preciosas de su tiempo y de la propia vida.
Es esa certeza la que nos conforta y consuela, porque aprendemos en las lecciones del Espiritismo, que la muerte, efectivamente no existe, porque constituye  tan solo un cambio de dirección de aquel que parte, sin afectar el amor, el cariño y la estima que unen a las personas que realmente se aman.
Feliz regreso a la patria espiritual a la querida amiga, con los votos de todos nosotros, que formamos parte del equipo que semanalmente busca llevar una palabra de confort y de esclarecimiento a todos los que nos leen.

(1)El presente texto fue escrito para ser la editorial de la edición 418, de 14/6/2015, de la revista “El Consolador” 
( Copiado y traducido del blog Espiritismo Siglo XXI)

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LA   TENTACIÓN   


(SUS MANERAS DE SER Y 

MODO DE COMBATIRLAS)


Miguel Vives


Así como es muy difícil encontrar en la tierra ningún ser que en su parte física goce siempre y en todas las ocasiones de una salud perfecta, lo es mucho más encontrar un ser verdaderamente equilibrado en su parte moral; nada hay perfecto en este mundo, y así como la atmósfera y la manera de ser en lo material tiene una relación muy distinta en la manera de ser de nuestro organismo y nos predispone a ciertas enfermedades, así los elementos espirituales que nos rodean indagan de tal modo nuestra manera de ser moral que aprovechan lo más insignificante para desarrollar en nosotros sufrimientos morales o malestar interior con el objeto de mortificarnos o detenernos en la vía del progreso, porque los elementos espirituales que constantemente nos rodean se infiltran y penetran en nosotros, como los elementos atmosféricos crean a nuestro alrededor microbios y otros bacilos que desarrollan enfermedades, cuando la manera de ser en nuestro físico no se opone a su desarrollo.

Así pues debemos estar prevenidos para ahuyentar las influencias espirituales tanto como los miasmas materiales, y así como por más precauciones que tomemos no podremos separar del todo las influencias del frío y del calor y otros cambios bruscos, así tampoco por más precauciones que tomemos no podremos separar del todo la tentación; lo que podremos hacer es no caer en lo que a ella nos induzca; y aquí debe estar nuestro método, en esto debemos poner toda nuestra atención y todo nuestro cuidado, aunque esto nos cueste sacrificio. Con los elementos atmosféricos, ¿qué hacemos? En invierno nos abrigamos y en verano nos desabrigamos y buscamos lugares frescos para que no sintamos tanto las molestias de los rigores del tiempo, y si de todos modos hemos de sufrir las molestias del tiempo, nos conformamos y no las damos importancia; sufrimos resignados y procuramos resistir todo lo posible, y decimos esto es el frío o el calor, esto ya pasará, concluyendo por no hacer caso de ello; pues lo mismo debemos hacer con la tentación, porque es un mal inherente a todos; porque no hay ser encarnado que no sufra, porque casi diríamos es una condición precisa y casi me atrevería a afirmar necesaria a nuestro progreso.

Pero entiéndase que la tentación no tiene siempre y en todos los individuos el mismo carácter y las mismas formas; como los grados de virtudes y de defectos son múltiples, varios e infinitos, también son muchas las variedades de tentación. No siempre el espíritu que nos tienta se vale de incitar deseos y pensamientos malos en nuestro entendimiento sino que a veces penetra en nosotros, y desde dentro nuestra conciencia, nos hace sentir deseos que parece que son una necesidad satisfacerlos; que éstos lo mismo pueden pertenecer al orden físico, como la sensualidad y las distracciones, recreos, vicios, etc., etc., como deseos de venganza, de crítica, de amor desmedido, o de repugnancia hacia determinadas personas.
Hay seres de bastante rectitud y buenos deseos en quienes les es muy difícil al espíritu de tinieblas penetrar ni en su entendimiento, ni en su interior; pero muy a menudo sucede que estas personas muchas veces a la primera contrariedad sueltan palabras inconvenientes y dichas con tono áspero, o se excitan por poca cosa, y es que, aunque no sentían, ni en su entendimiento ni en su interior, influencia o malestar alguno, el espíritu de tinieblas tenía aquel ser preparado para darle embestida y hacerle caer, y lo lograría o lo ha logrado a la primera ocasión. Generalmente la tentación radica en el entendimiento, por eso se llama así; pero no es esta sólo lo que ejecuta el espíritu de tinieblas para hacernos caer.

Sucede, a veces, que el ser siente una tristeza y un malhumor, muchas veces sin motivo aparente, y si lo hay, es a veces tan insignificante que el mismo individuo se sorprende que motivo tan deleznable le produzca tanto malestar; este estado es más bien posesión que tentación; el espíritu que causa este estado, si no se le resiste mucho, puede hasta no solamente quitar la tranquilidad y poner al individuo en una situación comprometida, sino alterarle la salud. Ya explicaré, después, los medios para resistir a este estado. A veces la tentación o posesión reviste otra forma y es la de prendarse demasiado de otra persona, que, sin saber porque, se siente hacia ella un afecto injustificado; esta posesión la ejerce el espíritu de tinieblas para hacer cometer injusticias; esto lo mismo puede suceder entre y dentro de la familia, como al tratar personas extrañas; esta clase de posesión, como la anterior, a veces hace sufrir mucho y se necesita mucha fuerza de voluntad para contrarrestarla.

Aquí es cuando debemos recordar las palabras del Señor y Maestro: Velad y orad; es cuando debemos tener el pensamiento muy levantado y ejercer un grande espíritu de justicia, para no separarnos ni en nada ni para nada de lo que sea justo, y si con esto no podemos separar la posesión, no debemos cansarnos de pedir y tener pensamientos elevados y oponer una paciencia y resignación a toda prueba, que con esto el ser encarnado adelanta mucho; estas penas ocultas que a veces por nada del mundo el ser comunicaría a nadie tienen gran mérito ante Dios y hacen muy fuerte al espíritu encarnado.

No debe olvidarse nunca que en la tierra no tendremos nunca paz completa, y si esta llegamos a sentirla alguna vez, durará poco; así pues, cuando seamos atormentados por estos estados, debemos ser fuertes, resistir y oponer una paciencia, serenidad y calma sin límites; al mismo tiempo no debernos olvidar que a pesar de la pena que en un momento dado nos puede ocasionar, en un momento dado desaparece y nos quedamos tan tranquilos como si nada hubiese sucedido; esta es la causa de estos cambios tan súbitos en la lucha que hay entre los espíritus que nos aman y los que nos aborrecen; por eso nunca debemos desconfiar de los seres del espacio que nos aman; al contrario, debemos confiar mucho en ellos y pedirles y suplicarles su protección cuando nos veamos apurados, que mucho hacen para nosotros si nos ponemos en condiciones para recibirlos o para recibir de ellos la influencia necesaria en nuestras necesidades.

La tentación de pensamiento no nos causa tanta pena como la posesión; esta debemos combatirla, extirpando pasiones, vicios y deseos ilícitos; esta tentación la conoce todo el mundo menos los que están dominados por la incredulidad, pero los que en algo creemos respecto a la vida venidera, todos la conocemos. En esta tentación, el espíritu de tinieblas empieza por hacer el pensamiento y el deseo ilícito, promover sensaciones y excitar deseos si se le presenta ocasión; en esta tentación se debe cerrar el pensamiento a toda idea que sea una infracción de la ley divina, y si a pesar de la resistencia el pensamiento continúa excitado, debemos colocarnos en el lugar de la víctima y reflexionar si nos agradaría a nosotros que nos robaran lo que es sagrado, y de gran estima para nosotros, y entonces colocarnos en el terreno de lo justo.

Parece que es por demás tratar estos asuntos entre espiritistas pero no es así. Cuando entramos en el Espiritismo no somos seres perfectos, muy al contrario, a veces tenemos grandes defectos que combatirnos; y mucho más cuando el espíritu de tinieblas, que es el que nos dominaba mientras permanecimos entregados sólo a las cosas del mundo, no quiere separarse de nosotros y se aferra a lo que él había dominado hasta entonces.

A veces sucede, y este fenómeno pasa a la mayoría de los que entran en el Espiritismo, que al momento de conocerlo sienten tan vivos deseos de ser el hombre o la mujer nueva, que tornan derroteros y echan de sí deseos ilícitos; forman grandes resoluciones de hacer vida nueva y lo consiguen; dura algún tiempo esta determinación y se limpian de todo; pero después de algún tiempo, la impresión del principio va extinguiéndose y vuelven a sentir poco a poco los mismos deseos, y a veces el espíritu que dominaba antes vuelve a tomar posesión de su antigua morada y vuelven a caer en lo de antes; si entonces el espiritista no se escuda en la oración, en el amor, la caridad y un fuerte deseo de ser libre, son a veces peores las últimas cosas que las primeras: por eso hemos visto a muchos que han empezado y no continuado, y si mal estaban antes de empezar, después han estado peor. A los que más les sucede esto son a los que han estado muy aferrados a los intereses, o sea, al dinero; esta pasión es muy difícil de desterrar y la más costosa de corregir; de manera que al egoísta o interesado le es muy difícil, por no decir imposible, entrar en el Espiritismo y sostenerse en él.

Aquí se puede aplicar la frase de gran trascendencia de Allan Kardec: “Sin caridad no hay salvación posible”; de manera que el espíritu que está aferrado y ama mucho los intereses materiales, casi se le puede decir que, mientras dure este estado, es inepto para comprender y entrar en el Espiritismo; he aquí la valla que retiene a la humanidad.

El amor al dinero es señal evidente de falta de caridad y de amor al prójimo, y el que se encuentra en este estado no realizará grandes progresos en su alma. El ser encarnado debe buscar la manera de subvenir a sus necesidades de una manera justa y honrosa; pero cuando estas están cubiertas no debe tener ambición ni entusiastas anhelos para los demás, y, mayormente, si es espiritista; todo cuanto pueda adquirir de más debe procurar que los medios sean completamente lícitos, y, de lo que atesore, debe procurar que participen en una gran parte los desgraciados; sólo así se le permitirá tener algo sobrante, sin caer en responsabilidad; de lo contrario, si no cuenta en sus ganancias a los pobres, éstas, aunque parezcan lícitas ante el mundo, son una usurpación ante Dios; y el que tal hace, si es espiritista, no progresa, sino que retrocede: “Sin caridad no hay salvación posible”, y que no les duelan prendas a los que están en condiciones de adquirir dinero.

El espiritista debe pensar que su felicidad no está en la tierra, sino en el espacio; así, pues, debe hacer todo lo posible para enriquecer a su espíritu de virtudes y de obras buenas, y para esto no debe olvidar que uno de los enemigos más grandes que puede mantener en él es el amor al dinero, mejor dicho, el egoísmo, que es el peor y más fatal enemigo que puede morar en él. Ya he dicho cómo se combate esta pasión y la tentación que puede traer, y es haciendo partícipes de una gran parte de nuestros ahorros a los desgraciados; esto hará que nuestras iniciativas y nuestros trabajos redunden en bien de los que sufren; el que tal haga tendrá la satisfacción de poseer algo para su bienestar terrenal y luego progresará su espíritu, porque con su iniciativa y su trabajo, además de proporcionarse lo necesario, hará mucho bien. De manera que cuando realice un buen negocio haga un trabajo que le valga mucho, ya ha de destinar al momento una cantidad proporcionada a las ganancias o a la cantidad adquirida a remediar los males o necesidades de los que sufren, y esto sin escuchar pensamientos egoístas, ni de conveniencia personal, sino tomar y ejecutar determinación rápida y realizarla; de lo contrario el espíritu de tinieblas acude y desbarata los buenos deseos y todo lo hace inútil.

En cuanto a la tentación posesiva, que es cuando el espíritu radica su influencia más bien en la conciencia que en el entendimiento, hay una manera de conocerla, y combatirla, y es oponer en estado de conciencia un deseo de justicia muy recta; por ejemplo; ¿es una repugnancia a una persona o personas determinadas? Aquí debe oponerse un espíritu de caridad a toda prueba; si es un amor desmedido debe combatirse con un espíritu recto de justicia; por ejemplo: ¿es justo que por esta persona sientas lo que te pasa? Si no es justo, se puede estar seguro que aquella impresión es sostenida por algún enemigo del espacio, mayormente si aquel deseo o amor desmedido puede dar lugar a hacer sentir los deseos de alguna pasión, o si bien las atenciones que se sienten por aquella persona pueden dar lugar a alterar la armonía, ya dentro de la familia, o dentro de nuestras relaciones íntimas.

Ya he dicho que la tentación tiene muchas maneras de emplearse entre los encarnados; pero si el espíritu se escuda con un verdadero espíritu de justicia, descubrirá en seguida la causa y podrá combatirla; y si con el querer solo no se logra separar influencias que perjudiquen a la moral y al cumplimiento del deber, entonces debe acudirse a la oración, evocar con entusiasmo y fe a nuestro guía espiritual y a influencias de espíritus elevados, que ellos acudirán con gusto a nuestro llamamiento y se verán satisfechos en sus deseos, que siempre son de que sus hermanos de la tierra progresen y se eleven; así pues, por afligida que sea nuestra situación, nunca debemos desconfiar de los socorros de arriba, y mucho más si éstos se piden. En estos casos es cuando están mejor aplicadas las palabras del Señor: «Pedid y se os dará; llamad y se os abrirá; velad y orad»; y al mismo tiempo, mientras se sufre, se debe poner una resignación a toda prueba y una paciencia inalterable, que es lo que más cansa al espíritu tentador; de manera que si en los estados de nuestro ánimo y en las tentaciones de nuestra mente oponemos siempre un espíritu de recta justicia y una resignación y paciencia a toda prueba opondremos una valla al espíritu de tinieblas que nunca podrá inducirnos al error y no nos podrá causar un trastorno ni retroceso ninguno; al contrario, obrando de esta manera, todas las molestias que el espíritu de tinieblas nos podrá causar tendrán un resultado contraproducente a lo que el tal espíritu se proponga, y es que con los sufrimientos de la tentación, sufridos y combatidos con espíritu de recta justicia, con paciencia y resignación, el ser encarnado progresa y da pruebas al Padre que por amor al cumplimiento de la ley sufre, se resigna y espera, suprema manera de obrar de los espíritus que han vivido, viven y vivirán en la tierra.

Con esta manera de obrar, el espíritu encarnado en la tierra no se evitará todas las molestias y sufrimientos que nos pueden causar los espíritus atrasados que pululan a nuestro alrededor, pero triunfará de todas sus acometidas, y los sufrimientos que le causen le servirán para progresar mucho.

Si obramos de la manera que dejo dicha, podremos repetir las palabras de un gran escritor antiguo; Cuando se resiste la tentación, es la Hormiga del León; más cuando el ser se entrega a ella, es el León de la Hormiga, pues sigamos siendo siempre el León y la tentación la Hormiga, y así no tendremos que temerla, sino al contrario, seremos dueños de nosotros mismos, pensando, sintiendo y queriendo o deseando únicamente lo que el deber nos imponga; así nos evitaremos muchas angustias en la vida y nos prepararemos para morar más tarde en el reino de Dios.

Sin embargo, no debemos olvidar nunca, mientras nos toque estar en la tierra, que hemos de ser contrariados; en todo la humanidad está muy atrasada y apenas se encuentra una persona que sepa cumplir con todos sus deberes, y como es indispensable vivir en relación con muchas, ya sean de familia, ya sean en nuestras relaciones de amistad, no nos han de faltar nunca contrariedades: por eso mientras estemos en la tierra es necesario vivir alerta, escudarse con un amor, una admiración y adoración al Padre sin límites, y poner toda nuestra esperanza en la grandiosidad de su obra, que es la casa en donde hemos de vivir eternamente; es necesario seguir la ley divina proclamada por el Señor y Maestro; es necesario ponerla en práctica y es necesario tener gran amor y fe en la palabra del Señor, y si algún día las angustias de la vida nos persiguen, no olvidemos sus palabras: “Bienaventurados los que sufren que de ellos será el reino de Dios”; procuremos que la confianza en sus promesas nos de valor y fuerza para soportarlo todo, pensando que la existencia terrenal no es más que un soplo, un período cortísimo de nuestra existencia universal y que por cada día y cada noche que pasamos de sufrimiento en esta tierra, si sabemos conformarnos y sabemos imitar a los mártires y a los justos, tendremos mil años de reposo y de felicidad.

Ánimo, hermanos míos; los que sufrís, dejad que el cuerpo se haga pedazos o sucumba por el dolor; mantened el espíritu fuerte en la práctica de la sumisión y del valor; permaneced enamorados de Dios, del gran Señor, y del cumplimiento de su ley; no olvidéis que la recompensa superará a todos vuestros deseos y vuestras esperanzas.

Por último, aconsejo que el hermano que se encuentre agobiado por la tentación busque a otro hermano que considere digno y de confianza y le abra su corazón, se lo explique todo y le pida su ayuda; pero considero que las personas que sean consultadas, llamadas en auxilio de estas almas enfermas, que bien pueden ser los presidentes de reuniones y Centros, deben ser calladas como una tumba, prudentes, misericordiosos, caritativos, dulces en el hablar y proceder, capaces de toda abnegación y con un entero amor al Padre y con una sumisión al Señor y Maestro y a su Ley, a toda prueba; debe considerar, el que sea consultado, que ejerce el deber de un guía espiritual, que puede hacer un gran bien al ser que le consulta, si sabe dirigirle con rectitud, mansedumbre y caridad. Es muy necesario que haya entre los espiritistas, hermanos de experiencia en la práctica de la virtud, de la caridad, del amor al prójimo y de la adoración al Padre y veneración al Señor, para que estos hermanos tengan suficiente luz para, en caso de necesidad, poder ayudar a sus hermanos y darles la mano en el intrincado sendero de la vida. Bienaventurado el que se esfuerza para llegar a tal estado, que éste ya no verá tinieblas y merecerá la confianza de los de arriba y de los de la tierra. Así es cómo después de esta morada terrestre, se llega a penetrar en el reino de Dios.

Del libro: Guía práctica del espirita /Miguel Vives

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