En el intercambio mediúmnico, una de las facetas más importantes es la del diálogo que se puede establecer entre el portavoz o portavoces del grupo y los espíritus que se manifiestan.
Allan Kardec nos aclara en el Libro de los Médiums, que no hay que esperar las comunicaciones de una forma pasiva, es decir, que sean siempre los espíritus los que deban explayarse en sus disertaciones sin participar lo más mínimo con preguntas. Y añade: “No cabe la más mínima duda de que los espíritus ofrecen instrucciones espontáneas de muy alto vuelo, y que no estaría bien que las descuidásemos, pero hay explicaciones que con frecuencia habría que esperar muchísimo tiempo antes de obtenerlas, si no fuese porque las pedimos.” Y añade: “A no ser por las preguntas que les hemos planteado, El Libro de los Espíritus y el Libro de los Médiums estarían aún por escribirse, o al menos serían mucho más incompletos de lo que son.” (Capítulo XXVI; 287).
Es muy importante ser previsores y concretar, en la medida de lo posible, las preguntas que se desean realizar a los seres espirituales, teniendo muy en cuenta tanto la forma como el fondo para que el diálogo sea ordenado y con un sentido lógico que permita desglosar uno o varios temas de forma coherente y útil. Si el tema propuesto por el hermano espiritual suscita interrogantes y no ha habido ocasión para expresarlas, no está de más analizar y estudiar posteriormente la comunicación, y si se considera conveniente, estructurar unas preguntas a la espera de una nueva oportunidad para exponerlas. El mundo espiritual, siendo previsor y atendiendo el interés sincero y la intención noble de aprendizaje, salvo que existan motivos de causa mayor que se nos puedan escapar, ellos mismos buscarán el momento para que puedan ser formuladas dichas preguntas.
A los espíritus superiores no les mueve la vanidad ni el amor propio, sino que su afán consiste en ayudarnos en el crecimiento espiritual, estimulando el aprendizaje, y sobre todo, la localización y superación de nuestras imperfecciones; ese es su interés fundamental. No obstante, se alejan o no contestan a las preguntas fútiles, o aquellas movidas por la curiosidad, o también las que tratan de poner a prueba su valía, olvidando el axioma de que el mensaje dibuja las características del mensajero. Es por ello que, no les molestan las pesquisas y las indagaciones razonables sobre el tema expuesto porque las consideran justas y necesarias; pero pretender, como así pueden actuar algunos poco experimentados, garantizarse la autenticidad del ser manifestante con preguntas para ponerlos a prueba, además de una falta de tacto y respeto, supondría una manifestación clara de desconocimiento de la mecánica espiritual. Por poner un ejemplo, es como si un señor respetable, culto y noble, que con buena voluntad se prestara a darnos una explicación, dudáramos de su identidad pidiéndole un documento personal acreditativo o que nos mostrara títulos oficiales que demostraran su cualificación académica.
Por otra parte, tampoco se prestan a intervenir en discusiones o debates de grupo cuando las posiciones pudieran estar enfrentadas y sobre todo si se trata de cuestiones materiales. En esos casos suelen demostrar gran prudencia; dejan toda la responsabilidad y la libertad de obrar y decidir entre los componentes del grupo, no inmiscuyéndose en sus problemas cotidianos. Ellos no están para sustituir lo que debe representar un esfuerzo de entendimiento y una obligación para las personas que colaboran y participan en el grupo mediúmnico. Si en algún caso comentan algo, será espontáneamente y con carácter conciliador, recordando por encima de todo, la necesidad de que primen los valores morales, imprescindibles en un grupo, para que este sea capaz de funcionar y avanzar; cualidades como son: la tolerancia, el respeto, la comprensión, la caridad, la fraternidad, etc.
Al otro lado de la balanza se encuentran los espíritus engañosos y de condición moral inferior; se suelen manifestar con aires de grandeza, algunos con una aureola mística, otros con una verborrea repetitiva extensa pero sin contenido sustancial. Ese tipo de espíritus se suelen sentir incómodos cuando se les pregunta, por el riesgo de caer en contradicciones o en falacias.
Aunque esto ya lo hemos analizado en otros artículos, no está de más recordar la necesidad de estar muy atentos para no dejarse engañar; los buenos médiums no están exentos de este tipo de comunicaciones apócrifas. El mundo espiritual superior las permite para que no nos relajemos, no nos consideremos infalibles y para estimular el estudio y el análisis de los mismos. Precisamente, el hábito de comentar y analizar con los compañeros de trabajo las comunicaciones así como las respuestas a las preguntas formuladas, es una garantía para evitar, en la medida de lo posible, ser engañados, y al mismo tiempo son una fuente de información, de crecimiento espiritual que no se puede desaprovechar.
Hay que incidir en la prudencia respecto al tipo de preguntas que deseamos formular. Algunas son imposibles como son las relacionadas con fechas concretas futuras, con acontecimientos que están por suceder. El mundo espiritual superior es capaz de prever los acontecimientos con meridiana claridad, sin embargo, los plazos y sobre todo las fechas, están supeditados al libre albedrío de las personas, a los derroteros, decisiones y caminos que decidamos transitar los seres humanos. A ellos les resulta casi imposible concretar en el tiempo, porque estamos hablando de distintas dimensiones, la espiritual y la material, en donde el concepto de espacio y tiempo varía notablemente. Casi siempre, salvo rarísimas excepciones, desconocen el momento exacto de los acontecimientos, sin embargo los ven aproximarse como si los observaran desde una ventana que les permite tener una perspectiva de lo que ocurre aquí abajo.
Nos estamos refiriendo a los acontecimientos mundiales que afectan a la humanidad. No existe un fatalismo que convierta en algo inamovible los acontecimientos futuros. Sabemos que nos encontramos en pleno proceso de Cambio de Ciclo Planetario, y para ello, los espíritus superiores son claros respecto al resultado final que debe de acontecer, pero cautos y prudentes en otros pormenores o detalles. Su intención es la de concienciar para que nos ajustemos urgentemente a los nuevos parámetros morales y espirituales que nos permitirán formar parte de esa nueva humanidad prometida. No obstante, su intención no está en generar miedo o ansiedad, sino inquietud, reflexión, por cuanto, los cambios morales, de actitud espiritual no se realizan de la noche a la mañana. Siendo espíritus tan inferiores en la escala evolutiva, nos cuesta mucho avanzar y progresar, es por ello que, el mundo espiritual no hable de urgencia, de apremio, porque nadie excepto Dios sabe cuándo se producirán esos cambios definitivos. Un proceso global que, sin duda alguna, ya se está produciendo en el planeta de manera irreversible.
Esa misma prudencia nos debe llevar también a ser cautos respecto a lo relacionado con las existencias anteriores. Salvo que espontáneamente puedan manifestar alguna información, no debe de ser un motivo de indagación ni preocupación este tema. Cuando revelan algo al respecto suele ser porque lo consideran que puede ser útil para uno o varios miembros del grupo, y siempre con una finalidad constructiva. La curiosidad en este apartado no tiene ningún valor práctico. Generalmente, si estamos aquí es porque hemos cometido errores en el pasado y venimos a depurarlos, es lo único que le importa al espíritu y es su finalidad fundamental, lo demás es accesorio y anecdótico.
Respecto a ciertos asuntos materiales como pueden ser conflictos familiares, ellos no nos pueden eximir de las pruebas que como todo el mundo estamos expuestos; no somos una excepción. Sin embargo, a través de la oración y sin alterar la dinámica y el interés general del grupo, podemos realizar alguna pregunta mentalmente, por si el mundo espiritual superior, sobre todo los espíritus familiares que nos asisten, tuvieran autorización para hacernos alguna indicación, pero siempre desde la discreción y el recogimiento, sin ninguna pretensión. Comprendiendo que hay cosas que deben seguir su curso, han de madurar. Muchas veces no dependen de uno; o simplemente son pruebas que debemos de dirimir nosotros, ejercitando la inteligencia y ciertas cualidades, paciencia, tolerancia, resignación muchas veces, etc. Sin olvidar que aunque el trabajo mediúmnico finalice, los espíritus bienhechores que nos aprecian, si tienen permiso y lo consideran justo y necesario, buscarán la forma de orientarnos o de facilitarnos la solución al problema, de manera que ya no represente un entorpecimiento para uno mismo ni para los demás.
Para ir concluyendo, es importante destacar a nivel general la necesidad de ajustar las preguntas a un contexto que sea realista, sin pedir explicaciones o aclaraciones que atañen a nuestro esfuerzo, trabajo, análisis y estudio. No somos seres excepcionales, estamos expuestos a los mismos interrogantes, a los mismos problemas y vicisitudes que el resto de mortales. Dios actúa siempre con sabiduría y con justicia para todos por igual. Todo tiene un porque y un motivo de ser, para que ejercitemos, como hemos comentado ya, la inteligencia, la paciencia, la resignación, la fe, la constancia, y la esperanza.
La doctrina espirita nos proporciona un tesoro de informaciones y de posibilidades que nadie en una sola existencia es capaz de aprovechar al cien por cien. Esa es la principal fuente de donde debemos beber, sin pretender reescribirla o someter al mundo espiritual a un trabajo que nos compete exclusivamente a nosotros. Ellos no son apuntadores y nosotros no somos unos privilegiados; al contrario, la misericordia divina nos concede la posibilidad de sacarnos de la inoperancia y de la lentitud de progreso a la que muy probablemente hemos estado instalados durante mucho tiempo. Es un regalo, pero que si no se aprovecha bien se puede convertir en una responsabilidad más, en un agravante que nos puede pesar en el futuro; por tanto, no nos podemos descuidar. Esforcémonos por convertir la mediumnidad en un instrumento fecundo de progreso.
José Manuel Meseguer
Revista, Amor, Paz y Caridad
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FACULTADES MORALES
E
INTELECTUALES
En el hombre sus cualidades morales, buenas o malas, son del Espíritu que está encarnado en él; cuanto más puro es ese Espíritu, más es propenso al bien el hombre. Resulta de ahí que el hombre de bien es la encarnación de un Espíritu que ya conquistó durante las otras encarnaciones, buenas cualidades y el hombre vicioso es la de un Espíritu aún imperfecto.
Los Espíritus burlones y livianos (algunos los llaman duendes) cuando están encarnados, normalmente son atolondrados, torpes y algunas veces maliciosos.
Los Espíritus no tienen pasiones extrañas a la humanidad; si así fuese, nosotros también las tendríamos.
El Espíritu que posee buenas cualidades morales y es inteligente, cuando encarnado, seguramente era lo mismo, en razón del grado a que haya llegado, pues el hombre no tiene en sí dos Espíritus.
Existen hombres inteligentes que parecen revelar que un Espíritu superior está encarnado en ellos, pero que al mismo tiempo son profundamente viciosos. Y que el Espíritu que encarna a cada uno de esos hombres, aun no es suficientemente puro, y el hombre cede a la influencia de otros Espíritus aún peores. El Espíritu progresa en una marcha ascendente insensible, pero el progreso no se realiza simultáneamente en todos los sentidos; en un periodo él puede avanzar en ciencia, y en otro en moralidad.
Como ya vimos, en un hombre está encarnado un único Espíritu, por tanto no se debe creer que existen dos o más Espíritus encarnados en un mismo hombre, eso es absurdo. El Espíritu debe tener todas las aptitudes. Para progresar necesita de una voluntad única. Si el hombre fuese un conjunto de Espíritus, esa voluntad no existiría y el no tendría individualidad, pues a su muerte, todos esos Espíritus serían como un bando de pájaros escapando de la jaula. El hombre se queja muchas veces por no comprender algunas cosas, pero es curioso ver como él multiplica las dificultades cuando tiene en la mano una explicación muy simple y natural. Eso es tomar el efecto por la causa: hacer con el hombre lo que los paganos hacían con Dios. Ellos creían en tantos dioses como fenómenos había en el universo. Pero igualmente entre ellos, personas sensatas no veían en esos fenómenos nada más que efectos, teniendo por causa a un Dios único.
NOTA DE ALLAN KARDEC: El mundo físico y el mundo moral nos ofrecen, al respecto, numerosos puntos de comparación. Se creyó en la multiplicidad de la materia, en cuanto el examen se detenía en la apariencia de los fenómenos; hoy se comprende que esos fenómenos tan variados pueden no ser mas que modificaciones de una materia elemental y única. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, como los diferentes sonidos del órgano son producto de una especie de aire y no de tantas clases de aires como de sonidos. De ese sistema resultaría que cuando un hombre pierde o adquiere ciertas aptitudes, ciertas tendencias, eso significaría que otros tantos Espíritus lo poseerían o dejarían, lo que lo volvería un ser múltiple, sin individualidad y consecuentemente sin responsabilidad. Esto, además, es contradicho por los tan numerosos ejemplos de manifestaciones en que los Espíritus prueban su personalidad y su identidad.
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RESUMEN (SÍNTESIS DE EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, B. Godoy Paiva)
Las cualidades morales, buenas malas, del hombre, son las del Espíritu en él encarnado. Cuanto más puro es ese Espíritu, tanto más propenso al bien es el hombre. El hombre vicioso es la encarnación de un Espíritu imperfecto; por eso el carácter de los individuos en que encarnan Espíritus viciosos, desajustados o livianos, no es raro que sea el de criaturas viciosas, desajustadas, malvadas, o livianas. El Espíritu siempre progresa en insensible marcha ascendente, pero el progreso no se efectúa simultáneamente en todos los sentidos. Durante un periodo de su existencia podrán adelantar en ciencia, y en otro en moralidad.
Estudio con base en El Libro de los Espíritus, Libro Segundo, qq. de 361 à 366.
Obra codificada por Allan Kardec
Trabajo de : Elio Mollo
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EL
ESPIRITISMO Y EL EVANGELIO
EL ESPIRITISMO LEJOS DE NEGAR O DESTRUIR EL EVANGELIO LLEGA PARA
CONFIRMARLO , EXPLICARLO Y DESARROLLARLO .
El estudio de las propiedades del periespíritu, de los fluidos
espirituales y de los atributos fisiológicos del alma abre nuevos horizontes a
la ciencia y explica una infinidad de fenómenos incomprensibles hasta hoy,
debido a la ignorancia de la ley que los gobierna. Estos fenómenos son negados
por el materialismo porque se relacionan con lo espiritual, a la vez que
calificados de milagros o sortilegios por otras creencias. Tales son, entre
otros, los fenómenos de doble vista y de visión a distancia, de sonambulismo,
ya sea natural o provocado, de efectos físicos, catalepsia y letargia,
presciencia, presentimientos, transfiguraciones, apariciones, transmisión de
pensamiento, fascinación, curas instantáneas, obsesiones y posesiones,
etcétera.
Demostrando que tales fenómenos obedecen a leyes tan naturales como
las que rigen para los fenómenos eléctricos, así como las condiciones normales
en que se producen, el Espiritismo destruye el imperio de lo maravilloso y
sobrenatural, y, en consecuencia, la fuente de la mayor parte de las
supersticiones. Al mismo tiempo que hace comprender la posibilidad de ciertos
hechos hasta hoy considerados quiméricos, rechaza otros, demostrando su
imposibilidad e irracionalidad.
El Espiritismo, lejos de negar o destruir el Evangelio, llega
para confirmarlo, explicarlo y desarrollarlo, ayudado por las nuevas leyes
naturales que revela. Clarifica los puntos oscuros de la doctrina de Cristo, de
manera que para quienes no entendían o resultaban inadmisibles ciertos pasajes
del Evangelio ahora podrán comprenderlos y admitirlos gracias al Espiritismo.
Sabrán mejor su alcance y diferenciarán lo real de lo alegórico. Cristo les
parecerá más grande: ya no será para ellos un simple filósofo, sino el Mesías
divino.
El Espiritismo posee, además un poder moralizador incalculable
en razón de la finalidad que asigna a todas las acciones de la vida y de las
consecuencias que nos demuestra respecto a la práctica del bien y del alma.
Asimismo nos brinda, en los momentos penosos, gracias a una inalterable
confianza en el futuro, fuerza moral, valor y consuelo. El poder moralizador
está, también, en la fe de saber que tenemos cerca nuestro a los seres que
hemos amado, la seguridad de reencontrarlos y la posibilidad de relacionarnos
con ellos. En resumen: la certeza de que todo lo que hemos hecho o adquirido en
inteligencia, conocimientos o moral, hasta el último día de nuestras vidas, no
se perderá, nos ayudará a progresar. Vemos, por tanto, que el Espiritismo
cumple con todas las promesas de Cristo cuando anunció al Consolador. Y como es
el Espíritu de Verdad quien preside este importante movimiento regenerador, la
promesa de su llegada se ve plenamente cumplida, ya que él es el verdadero
consolador
·
Muchos padres deploran que las muertes prematuras de
sus hijos hagan inútiles todos los sacrificios realizados para educarlos.
Quienes creen en el Espiritismo, no lamentan esos esfuerzos, e incluso estarían
dispuestos a realizarlos aunque tuviesen la certeza de que sus hijos morirían a
temprana edad, ya que saben que si sus hijos no aprovechan esa educación en la
vida terrestre, les servirá para adelantar como espíritus o en una nueva
existencia, y que cuando reencarnen, poseerán un bagaje intelectual que les
ayudará a adquirir nuevos conocimientos más fácilmente.
·
Esos son los niños que traen al nacer ideas ya
formadas, que saben sin aprender. Si los padres no tienen la satisfacción
inmediata de ver a sus hijos aprovechar la educación dada, saben que la
utilizarán más adelante, ya sea en el estado de espíritus o en el estado de
hombres. Quizás sean nuevamente padres de esos mismos niños, a quienes se les
llama dotados y deben sus aptitudes a una educación anterior. Si, por el
contrario los han descuidado, éstos sufrirán
Si sumamos a todos estos resultados la rápida e insólita
propagación del Espiritismo, a pesar de todo lo que se intenta para destruirlo,
no se puede dudar de que su llegada es providencial, ya que triunfa sobre las
fuerzas contrarias y la mala voluntad humana. El Espiritismo se basa sólo en el
poder de una idea. Sin embargo, es aceptado con facilidad por un gran número de
personas, lo que prueba que responde a una necesidad: la de creer en algo
después de vacío dejado por una etapa de incredulidad, razón por la que podemos
afirmar que llegó en el momento preciso.
- El Génesis- Allan Kardec
m
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MANIFESTACIÓN DE LOS ESPÍRITUS
Los Espíritus se manifiestan
espontáneamente o por evocación. Se pueden evocar a todos los Espíritus,
lo mismo a los que animaron a hombres oscuros, como a los de los más
ilustres personajes, cualquiera que sea la época en la que hayan vivido;
así los de nuestros parientes y amigos como a los de nuestros
enemigos, y obtener en comunicaciones escritas o verbales, consejos,
informaciones sobre su situación en el más allá, de sus pensamientos
respecto a nosotros, así como las revelaciones que les son permitidas
hacernos.
Los Espíritus son atraídos en razón de
su simpatía por la naturaleza moral del medio que los evoca.
Los Espíritus superiores se alegran en las
reuniones serias donde prevalece el amor al bien y el deseo
sincero de instruirse y mejorarse. Su presencia ahuyenta a
los Espíritus inferiores que encuentran, por el contrario, libre
acceso y pueden actuar con toda libertad entre las personas frívolas o
guiadas tan solo por la curiosidad y donde quiera que encuentren malos instintos.
Lejos de obtener de ellos buenas advertencias o enseñanzas útiles, pues no
se deben esperar sino futilidades, mentiras, bromas pesadas
o mistificaciones, porque con frecuencia usurpan nombres venerables
para mejor inducir en el error.
Es sumamente fácil distinguir los Espíritus buenos de los
malos. Pues, el leguaje de los Espíritus superiores es constantemente digno,
noble, inspirado por la más alta moralidad, libre de toda pasión
inferior; sus consejos exaltan la más pura sabiduría, y tienen siempre
como objetivo nuestro progreso y el bien de la Humanidad.
El de los Espíritus inferiores es, por el contrario,
inconsecuente, con frecuencia trivial y hasta grosero; si dicen a veces
cosas buenas y verdaderas;con más frecuencia las dicen falsas y absurdas
por malicia o por ignorancia. Se divierten con la credulidad y se
distraen a expensas de los que los interrogan, alardeando de su vanidad,
alimentando sus deseos con falsas esperanzas. En resumen, las
comunicaciones serias, en la total acepción de la palabra, sólo se obtienen
en los centros serios, en aquellos cuyos miembros están unidos por una
comunión de pensamientos para el bien.
La moral de los Espíritus superiores se resume, como la de
Cristo, en esta máxima evangélica: “Hacer a los demás lo que quisiéramos que a
nosotros se nos hiciese”; es decir, hacer el bien y no el mal. En
este principio encuentra el hombre la regla universal de conducta,
hasta para sus menores acciones.
(Maifestaciones espíritas) RESUMEN DE LA DOCTRINA ESPÍRITA.
COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS.. Allan Kardec.
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