miércoles, 10 de diciembre de 2025

La Reencarnación, concepto espirita fundamental

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1,-  Tiempos de confianza

2.- Supuestas dolencias en algunos médiums

3.-La realidad espiritual del hombre

4.- La Reencarnación, concepto espirita fundamental

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TIEMPO DE CONFIANZA 

"Y Les dice: ¿Dónde está vuestra fe?"-(Lucas, 8:25

La tempestad estableció la perturbación en el ánimo de los discípulos más fuertes. Desorientados, ante la furia de los elementos, se ampararon en Jesús, con altos gritos.

El Maestro, después de atenderlos, les preguntó:

- ¿Dónde está vuestra fe?

Esta escena sugiere ponderaciones de vasto alcance. La interrogación de Jesús indica claramente la necesidad de mantener la confianza, cuando todo parece oscuro y perdido. En tales circunstancias, surge la ocasión de la fe, en el momento adecuado.

Si hay oportunidades para el trabajo y el descanso, plantación y cosecha, se revelará igualmente la confianza en la hora adecuada.

Nadie ejercitará el optimismo, cuando todas las situaciones se conjugan para el bienestar. Lo difícil es demostrar amistades en los momentos difíciles.

Aguarden los discípulos, naturalmente, oportunidades de lucha mayor, en que necesitarán aplicar más extensa e intensivamente las enseñanzas del Señor. Sin eso, sería imposible esgrimir valores.

En la actualidad dolorosa, innumerables compañeros invocan la cooperación directa de Cristo. Y el socorro viene siempre, porque es infinita la misericordia celestial, pero, vencida la dificultad, esperen esta indagación.-¿Dónde está vuestra fe?

Y otros obstáculos sobrevendrán, hasta que el discípulo aprenda a dominarse, a educarse y a vencer serenamente, con las lecciones recibidas.

- CAMINO, VERDAD Y VIDA      Cáp- 40- "Tiempo de confianza"                                                                            Emmanuel ( Espíritu) a través de la mediumnidad de Chico Xavier

                                                                              COMENTARIO :                                         

   Tras la lectura y meditación  del texto anterior, basado en el episodio de la angustia y temor de los discípulos cuando iban en la barca con Jesús y se desencadenó la tormenta, comprendemos como es muy fácil ser optimista y estar alegres cuando las cosas nos son favorables y no enfrentamos pruebas difíciles.

   La auténtica fe se debe manifestar en nosotros precisamente en los momentos difíciles, ante las duras pruebas , preocupaciones y  sufrimientos que a veces nos depara la vida.

   Cuando todo nos va bien, o no nos acordamos de Dios, o nos acordamos superficialmente para apenas agradecerle, muchas veces como una rutina establecida pero vacía del auténtico sentimiento de gratitud hacia Él.

   Pensemos que las pruebas y problemas de la vida, además de ser muchas veces una consecuencia de nuestros errores pasados, sirven entre tanto para poner a prueba y fortalecer nuestra confianza en el Padre, convencidos de que Este nunca nos abandona y nos lo demuestra tantas veces con Su socorro en nuestras pruebas, sufrimientos y problemas. Otra cosa es que cuando el sufrimiento cede o amengua, esto lo achaquemos a factores abstractos como la casualidad o la suerte, mientras que tantas veces nos empeñamos en ignorar o  no querer  admitir, que por encima de todo tenemos un Padre que es todo Amor, un Amor Infinito que conoce nuestros problemas y angustias que al final siempre pasan o se solucionan del modo más impensable, pero todavía nos resistimos a comprender que tras lo que la vida nos pone por delante y el cómo se soluciona, hay un Poder , un Amor,  una Perfección y una Justicia infinitas.

   Jesús en el episodio de la tempestad en la barca, se sorprende ante la poca fe de sus discípulos que se angustian en esos momentos difíciles, pero esto no significa que esta reacción no sea humana y natural, pues el mismo Jesús, ante el dolor y la angustia de su agonía en la cruz, rogaba  al Padre que lo librase de aquella prueba terrible, pero que  no se hiciese lo que El pedía en esa situación de dolor, sino que se hiciese Su Voluntad.  Aquí Jesús nos da la gran lección de que ante las pruebas y sufrimientos de la vida, siempre debemos pedir y aceptar por encima de todo la Voluntad del Padre que sabemos que es infinitamente bueno, justo y sabio, y que nunca abandona a sus hijos a pesar de las apariencias que son las circunstancias duras o dolorosas de esta vida.

   Por tanto hasta que no aprendamos la lección de dejar de comportarnos como ciegos o de ignorar a ese gran Padre-Madre que todos tenemos, las pruebas, problemas y zozobras seguirán llamando a nuestras puertas y no dejarán de hacerlo para conducirnos a comprender, amar y confiar en  Aquel que todo lo puede y que tanto nos Ama.

- José Luis Martín-

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SUPUESTAS DOLENCIAS EN ALGUNOS MEDIUMS

1. ¿El médium que se sienta enfermo debe cuidarse, dejando de comparecer a la reunión?

Depende del tipo de problemas que esté enfrentando.

Si es una gripe fuerte, febril, es conveniente que se ausente, resguardando también a los compañeros, que pueden contraer su mal.

Pero hay síntomas físicos y psíquicos que apenas revelan la proximidad de un Espíritu sufridor,   no es extraño que sea traído por los mentores espirituales para un contacto inicial, para favorecer la manifestación.

2. ¿En ese caso, aunque no se sienta bien, el médium debe comparecer?

Sí, porque lo que está sintiendo es parte de su trabajo, expresando las angustias y sensaciones del Espíritu, relacionadas con la dolencia o los problemas que enfrentó en la vida física.

3. ¿Eso significa que un dolor en la pierna, por ejemplo, puede tener origen espiritual?

Es común. Ocurre principalmente con el médium que tiene la sensibilidad más dilatada. Al transmitir la manifestación de un Espíritu que desencarnó por problemas circulatorios, cuya pierna gangrenó, tenderá a sentir un dolor semejante, y no es extraño que sea antes de la reunión, debido a la aproximación de la entidad.

4. ¿Ocurre lo mismo en relación a las emociones?

Es frecuente. Sintonizado con el Espíritu, el médium capta lo que está en su interior. Si la entidad se siente atormentada, afligida, tensa, nerviosa o angustiada, experimentará algo de esas emociones.

5. ¿Y si el médium, imaginando que esos síntomas físicos y emocionales están relacionados con sus propios problemas, decide no comparecer a la reunión?

Si alguien nos confía un enfermo para llevarlo al hospital, y decidimos instalarlo en nuestra casa,   asumiremos la carga de cuidar de él.

Ciertamente nos dará, mucho trabajo, principalmente si es un enfermo mental.

6. ¿Es posible que esa unión con entidades perturbadas ocurra independientemente de la iniciativa de los mentores espirituales?

Es lo que más ocurre. Vivimos rodeados por Espíritus desajustados, sin ninguna noción de la vida espiritual, que se agarran a los hombres, como náufragos en una tabla de salvación. No es necesario tener una mediumnidad ostensiva. Todos estamos sujetos a sufrir esa influencia.

7. Digamos que el médium reciba una influencia de esa naturaleza el lunes y sólo aparecerá a la reunión el sábado. ¿Sufrirá durante toda la semana?

Con la experiencia y la dedicación al estudio, él aprenderá a tratar con ese problema, cultivando la oración y dialogando íntimamente con la entidad que, con el concurso de mentores espirituales, será amparada.

8. ¿Debemos informar a ese respecto a las personas que buscan el Centro, perturbadas por tales aproximaciones?

Es necesario tener cuidado. Las personas susceptibles, que guardan ideas equivocadas,   relacionadas con influencias demoníacas, pueden horrorizarse. En tal caso nunca más pondrán los pies en el Centro Espírita. Ya vimos ocurrir eso, por incapacidad de los que la atienden.

"Mediumnidad, todo lo que necesitas saber"

Por Richard Simonetti

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      LA REALIDAD ESPIRITUAL DEL HOMBRE

El proceso de la vida es tan complejo, que el hombre siempre se ha apegado al concepto negativo de la muerte como frustración de todas las posibilidades humanas. De ahí, la famosa frase de Sartre que se propagó por toda la cultura moderna: “El hombre es una pasión inútil”.

Ante lo inevitable de la muerte, el hombre actual no ha podido salir de la corta visión de considerarla como pura y simple destrucción. Y ello, a pesar de las innumerables concepciones que desde la antigüedad más remota han ido configurando el pensamiento humano. Sin embargo, las investigaciones científicas respecto a la naturaleza humana, particularmente en el campo de los fenómenos paranormales, han aportado las pruebas irrefutables de la supervivencia del hombre después de la muerte. Esa supervivencia implica la existencia de planos espirituales, de hipóstasis, donde la vida humana continúa, como ya consideró Plotino en su teoría de las almas viajeras.

 Hoy con los avances de distintas ciencias, en especial la física y la biología, se está rasgando el velo que nos impide observar de manera clara y distinta la realidad que nos constituye y nos circunda. La existencia de las hipóstasis ya no es una especulación filosófica, sino una verdad comprobada. El cuerpo espiritual del hombre, el periespíritu, según Allan Kardec, ha sido tecnológicamente demostrado en su existencia. Por consiguiente, los muertos ya no pueden ser considerados muertos. Ha sido declarado categóricamente que el hombre es inmortal. Con la muerte, lo que muere realmente es sólo el cuerpo carnal, el cuerpo físico. Por otra parte, desde el punto de vista del pensamiento, ya sería un absurdo pensar que en un Universo en el que nada se pierde pues, como enseña la física, todo se transforma, el hombre fuese la única excepción.

Cuando nos sorprende el fenómeno biológico de la muerte nuestra esencia espiritual, o sea nosotros, liberados del cuerpo material, nos transferimos a otros planos de existencia, que genéricamente llamamos Planos espirituales, formados  de una materia más sutil y rarefacta, en donde continuamos viviendo con más libertad y posibilidades de realización. Si el Espíritu encarnado, es decir, todos nosotros, actuando en el fondo de un océano de aire pesado logra realizar tantas cosas, ¿por qué dejaría de actuar con más provecho y visión más elevada en un plano donde todo confluye a su favor? Se engañan quienes piensan en los muertos como muertos. Ellos en realidad están más vivos que nosotros y poseen una visión más penetrante que la nuestra. Son seres más definidos que nosotros y pueden vernos, visitarnos y comunicarse con nosotros con toda naturalidad. Es preciso saber, entonces, que los hombres somos Espíritus y los Espíritus no son otra cosa que hombres liberados de las imposiciones de la materia, los mal llamados muertos. Tenemos que pensar en ellos como seres vivos y actuantes, que es  como realmente son. Ellos se angustian con nuestras tristezas y se sienten felices con nuestras alegrías. No quieren que pensemos en ellos con aflicción, porque eso los entristece. Se hallan en un mundo en que las vibraciones mentales son fácilmente perceptibles y desean que los ayudemos con pensamientos de confianza y alegría.

Desde los tiempos del hombre primitivo, los muertos se comunican con los vivos y estos tratan de instruirse con aquellos. El intercambio es normal entre los dos mundos y siempre ha existido. De ello da cuenta una vastísima literatura producida por los sabios antiguos y modernos que estudiaron el asunto y confirmaron la supervivencia. Pero, en la medida en que los métodos científicos se perfeccionaron, en la batalla de las ciencias contra las supersticiones del pasado milenario, la misma aceptación general de esa verdad originó mayores sospechas en el medio científico. Las propias religiones, parasitarias de aquella concepción negativa de la muerte, provocaron mayores inconvenientes para la comprensión del problema. Aún hoy, después de pruebas exhaustivas, confirmadas miles de veces por los más respetables investigadores, nuestra cultura rechaza presuntuosamente la flagrante realidad de todos los tiempos, como si ella no pasase de suposiciones inverosímiles.

¿Cuál es la razón de esa actitud irracional ante un problema tan grave? El de mayor importancia para la adecuación del pensamiento a la realidad, objetivo supremo de la filosofía. Es la “alergia al futuro” declarada por Remy Chauvin, director del Instituto de Altos Estudios de París, que tiene su origen histórico en el período inquisitorial. Esa influencia caló en el medio científico y en las ideologías materialistas como el positivismo, el pragmatismo y el marxismo. La prueba científica de la existencia del periespíritu, llamado por los investigadores soviéticos de la Universidad de Kirov (la más importante de Rusia) cuerpo bioplasmático, fue sencillamente asfixiada por el poder estatal. En los Estados Unidos no se intentó realizar las experimentaciones de Kirov porque el descubrimiento del cuerpo bioplasmático hiere los intereses teológicos y dogmáticos de las iglesias cristianas. La religiosidad fideísta (creer en que a Dios no se puede llegar por la razón, sino sólo por la fe) de las iglesias, junto con el  materialismo sociopolítico impide nuevamente el desarrollo de la ciencia, catapultando al ostracismo el sentimiento innato de la inmortalidad del Espíritu.

Pero la invasión de los “muertos” se hizo sentir en América y Europa. Los Espíritus contrarrestaron con sus apariciones la “herejía” de las investigaciones científicas. Fue cuando Allan Kardec –pseudónimo del emérito pensador y pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, discípulo de Pestalozzi sacudió los nuevos tiempos con la publicación de El Libro de los Espíritus, proclamando el restablecimiento de la verdad espiritual contra la devastación teológica. Según Kant, el filósofo de la razón por excelencia, al hombre le era impedido penetrar en los problemas metafísicos. Pero Kardec respondía con los hechos ante una avalancha de contradictores. Enseñaba sin cesar que los fenómenos mediúmnicos eran hechos, realidades palpables y no ensimismamientos imaginarios. El sabio inglés William Crookes, convocado a combatirlo, tuvo que confirmar la realidad del descubrimiento kardecista, después de estudiar durante tres años tales fenómenos. Zöllner hizo lo mismo en Alemania, confirmando las manifestaciones espíritas, así como Ochorowicz en Varsovia. El siglo XIX –como diría más tarde Léon Denis tenía la misión de restablecer científicamente la concepción espiritual del hombre. El movimiento Neoespiritualista invadió con fuerza Inglaterra y los Estados Unidos. Lombroso, el psiquiatra y antropólogo criminalista, se levantó irascible, en Italia, contra esa resurrección amenazadora de las antiguas supersticiones. Pero el profesor Chiaia, de Milán, lo desafió con las experiencias de la famosa médium Eusapia Paladino. Lombroso aceptó el desafío y tuvo la satisfacción de recibir en sus brazos a su propia madre, mediante un fenómeno de materialización realizado en una sesión mediúmnica. Charles Richet, en Francia, funda la Metapsíquica. Era el mayor fisiólogo del siglo, premio Nobel en medicina en 1913 y director de la Facultad de Medicina de París. Kardec ya no estaba solo. Numerosos científicos e intelectuales lo apoyaban, aunque quisieran desnaturalizar su fundamentación. No fue el caso de Conan Doyle, médico y escritor de renombre (creador del personaje Sherlock Holmes), que se convirtió en un apasionado propagador del Espiritismo. Víctor Hugo se pronunció a favor de la nueva doctrina. Estaba cumplida la misión del siglo XIX: el establecimiento de la era del Espíritu.

Tras la muerte de Richet, la prensa mundial prejuzgó que la Metapsíquica estaba muerta y había sido enterrada con él. Pero no sabían que cinco años antes, en 1930, Rhine y McDougall habían reiniciado las investigaciones metapsíquicas, en la Universidad de Duke, con la denominación de Parapsicología. En 1940 el profesor Rhine anunciaba la comprobación científica de la telepatía, seguida de las demostraciones de otros fenómenos. Declaró posteriormente la existencia de un componente extra físico en el hombre, con el beneplácito de los investigadores de las Universidades de Londres, Oxford y Cambridge. Siguiendo el esquema de las investigaciones de Kardec, pero ahora enriquecido con los nuevos métodos y el auxilio del avance tecnológico, hizo esta proclamación: “La mente no es física, pues por medios no físicos actúa sobre la materia. El cerebro es simplemente el instrumento de manifestación de la mente en el plano físico”. Eso equivale a decir que el hombre es Espíritu y no sólo un organismo biológico. Posteriormente a las demostraciones de la tesis de Kardec, siguieron las experiencias parapsicológicas. Uno a uno, los fenómenos investigados por Kardec fueron repetidos por aquellas. Surgió, entonces, la investigación más compleja y peligrosa: la de los llamados fenómenos theta, referentes a las manifestaciones de los Espíritus de los muertos. El profesor Pratt asumió la dirección del grupo theta de investigación, logrando resultados notables. Louise Rhine efectuó investigaciones de campo y confirmó la realidad de las apariciones y comunicaciones de Espíritus. Sólo faltaba la investigación de la reencarnación, más difícil aún por la imposibilidad de las pruebas materiales respecto a que una persona fuera realmente otra en una encarnación anterior. El profesor Ian Stevenson, de la Universidad de California, se encargó de este sector, publicando un volumen que, prácticamente, confirma las investigaciones del coronel Albert de Rochas, en Paris. Estaban convencidos de la existencia de la reencarnación. Fueron prácticamente confirmadas por las investigaciones actuales (siglo XX y XXI) las realizadas anteriormente por Kardec y corroboradas por Crookes, Richet y tantos otros del siglo XIX. Resurgió así en el seno de las mismas ciencias, la concepción del hombre como Espíritu y el concepto de la muerte como una fase del continuum de la vida. El Espiritismo uniendo la ciencia con la filosofía y la moral, ofreció un saber que deja atrás creencias supersticiosas, credos dogmáticos y esquemas materialistas que caracterizaron etapas anteriores y abre un nuevo rumbo para el progreso evolutivo de la humanidad.

El desarrollo de las ciencias dio espacio al restablecimiento de la verdad espiritual del hombre, devastada por las religiones tradicionales. Fue Allan Kardec, el emérito Codificador, quien configuró dicho rumbo con el descubrimiento de la fenomenología espírita, confirmada y repetida posteriormente por insignes cientificistas del mundo entero, estableciéndose las condiciones necesarias para un desarrollo integral del ser humano.

- Miguel Vera-

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      LA REENCARNACIÓN, CONCEPTO                    ESPÍRITA  FUNDAMENTAL

                              


     El Espíritu va utilizando diversos cuerpos a lo largo de su trayectoria progresiva, alcanzando  nuevos conocimientos y experiencias a través de miriadas  de vidas sucesivas. Así, el pasado y el presente, están enlazados por una relación causal, cuya comprensión es indispensable para el perfeccionamiento del ser y para la construcción de su porvenir humano. La vida terrena no es más que un rápido episodio de un extenso drama en el que cada muerte es un entreacto, como lo es el sueño de cada noche. Entre la cuna y la tumba, el Ser acumula nuevos materiales intelectuales y morales que incorpora a su espíritu y lleva al mundo invisible a trasponer las fronteras del más allá, La vida material es una escuela, y como tal, tiene sus grados, permitiendo al que se retrasa en el estudio, repetir el curso que perdió. La vida es corta, como corto es el año de curso escolar para adquirir todos los conocimientos. Llega la muerte y el Ser, después de haber pasado un periodo de su vida en el espacio, vuelve a nacer de nuevo en un organismo adecuado a sus condiciones, a sus nuevas experiencias, y en el ambiente que le corresponde, de acuerdo con su progreso y con la clase de vida que necesita para su perfeccionamiento.

    El progreso espiritual adquirido en las pasadas existencias no  lo pierde el ´Ser, aunque no recuerde en su  consciencia cerebral los detalles de esas experiencias de vidas pasadas. La memoria inconsciente o subliminal guarda todos esos conocimientos que durante los estados alterados de conciencia, como la inducción hipnótica profunda, se ponen de manifiesto, demostrando que el ser humano posee reservas de facultades psíquicas superiores, que no emplea explícitamente en su vida normal, pero si se muestran implícitamente en el conocimiento intuitivo o en circunstancias especiales que explican el talento precoz o las manifestaciones de genio creador en el arte o en la ciencia.

     La reencarnación es el elemento esencial e indispensable en el proceso de evolución psíquica y espiritual del hombre,  Nacer, morir y renacer de nuevo, son los términos de una misma ecuación: La Vida.

     " Pienso, luego existo"- decía Descartes, oponiéndose a las corrientes sensualistas que brotaron en el Renacimiento, y Platón, en los jardines de la Academia Ateniense, traspasando los límites de la investigación humana con la fuerza poderosa de la intuición superior del genio, había proclamado esta verdad, genuinamente reencarnacionista: " Aprender es recordar", lo que sería decir, " pienso, luego existí..."

    No hay marcha atrás en la evolución. Los espíritus pueden permanecer estacionarios temporalmente, pero nunca retroceden. La reencarnación excluye el concepto erróneo de la metempsicosis o transmigración del alma de un ser humano a un animal.

    La doctrina palingenésica se ha recomendado a sí misma, por su lógica y coherencia ante los grandes pensadores del mundo, desde la antigüedad hasta nuestros días.

´Jon Aizpúrua-

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