lunes, 23 de septiembre de 2019

La Homosexualidad

    
 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.-  El por qué del Espiritismo
2.-  ¿Somos espíritus inmortales?.La Inmortalidad a debate
3.- La Virtud
4.- ¿En qué consiste la adoración?
5.- La Homosexualidad





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            EL POR QUÉ DEL ESPIRITISMO

                                    
La palabra Espiritismo es relativamente moderna. Fue el gran estudioso Allan Kardec quien bautizó con este nombre sus inigualables trabajos.

   Espiritismo, no solo significa diálogo o intercambio de ideas e informaciones con los espíritus. Es mucho más.

   Necesario y esencial es estar completamente convencido de la existencia del espíritu o alma, como algunos también lo denominan.

   El Ser, como Hijo del Creador, es el espíritu; el cuerpo es la herramienta temporal que utiliza para progresar en su existencia universal. Definir algo cuyo plano y sutileza es diferente a nuestro mundo material y con el pobre idioma terrestre, significa tener que entrar en comparaciones que merman mucho la idea inicial que se intenta expresar.

   Espiritismo, como moral cristiana ante todo, porque parte de las enseñanzas de Jesús Cristo, que recomiendan un comportamiento digno. Ellas nos dicen “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y de ahí es donde sus raíces toman su máxima fuerza.

  También se define como filosofía, que con su búsqueda de la lógica nos explica la supervivencia del Ser, con sus anteriores y futuras reencarnaciones, la pluralidad de mundos habitados, que demuestran la grandeza de la Creación Universal y nuestra descendencia de un Único Padre Creador.

   Esto tiene como respaldo la Ciencia, que aclara a través de constantes y minuciosos estudios, la razón de hechos que por su conformación se salen de las costumbres y hábitos materiales.

   No es la primera vez que se presenta al Espiritismo como Moral, Filosofía y Ciencia, por ser la forma más expresiva de hacerlo y quizás la única que lo haga con cierta claridad. También suele ser presentado con la forma imaginaria de un triángulo equilátero, tanto de Moral como de Filosofía y  Ciencia.

   También se podría presentar esa idea con la forma imaginaria de una gran palanca que mueve el mundo. En el punto de apoyo estará la Ciencia, la Filosofía ocupará el lugar de contacto y la Moral será el brazo de palanca, que cuanto más grande sea más fuerza hará..

  La Ciencia que por sí sola tiene avances maravillosos: Naves que surcan el espacio en dirección a otros planetas; el control de átomo; los rayos gama, laser, etc. Pero todo esto puede ser peligroso- y de hecho lo es-, si no van acompañados de la Moral, porque también la Ciencia ha preparado grandes máquinas de destrucción y de guerra.

  La Filosofía, si no es moralizadora, ¿para qué sirve?. Ella anima al estudio útil y para que este sea beneficioso tiene que estar dentro de la Moral.

   La Moral por sí sola es capaz de grandes creaciones y hermosos sacrificios en beneficio del mundo, que podrían incluso llegar a parecer milagros, todo ello sin necesidad de las otras compañeras ya mencionadas, ( aunque sea más completo el conjunto de las tres).

   Ahí podríamos mencionar muchos ejemplos de amor y abnegación, pero sirva solo el mayor de todos y el que está en todas las mentes: el amado Maestro Jesús con su vida dedicada a sembrar amor.

   Una vez explicado este planteamiento y haciendo uso de la imaginaria palanca, se presenta la forma principal de Espiritismo verdadero- forma de vida- porque ese es el concepto que se puede poner al comportamiento del  espíritu sincero, que trata por todos los medios de que su vida tome una forma más en consonancia con las leyes Divinas y Naturales, poniendo en práctica su transformación interna y externa, en un estado mental limpio de perturbaciones erróneas o egoístas, desechando ideas que pueden perjudicar a alguien y poniendo en práctica la Ley de Caridad, tanto espiritual como material-como ya fuera dicho: “Fuera de la Caridad no hay salvación”.

  Sabiendo el Espíritu la influencia y la energía que emana del pensamiento y de que del buen o mal empleo que haga de ella, será responsable, procurará acondicionarse para producir el mayor bien que pueda alrededor, incluso aprovechando la fuerza de esa energía mental, y poder ayudar a distancia con Fe y con Amor.

   La finalidad  del Espiritismo es llevar a las personas hacia un buen comportamiento y buen pensamiento.

   Los que ya llevamos mucho tiempo preocupados de este tema estamos convencidos de que el Espiritismo es el Consolador que prometió Jesús; por tanto, es la Tercera Revelación, y esta vez no solo está limitada a Galilea, sino que está por todo el mundo; hasta en los rincones más alejados se habla de Espiritismo, y así surge la Luz, una Luz de Amor que transformará el planeta y hará comprender el por qué de la vida y el por venir que nos aguarda como resultado de nuestros comportamientos.

   De la etapa difícil que atraviesa la Tierra no es necesario dar muchas explicaciones: guerras, violencia, drogas, crímenes, abortos a millares, hambre, crueldad. Todo esto es reflejo de un materialismo inseguro del futuro, queriendo controlar un insignificante presente que se le escapará de las manos sin darse apenas cuenta.

   Por eso, no faltará incrédulos que pregunten: Espiritismo, ¿por qué ?.

  Porque, si todas las personas del mundo practicaran el amor desinteresado a los demás, el planeta sería, lógicamente, un lugar perfecto para vivir, pues eso es lo que buscamos los espiritistas, la Unión Universal por el Amor, porque él nos enseña el camino del progreso, aunque nosotros, tendremos que recorrerlo.

-         Manuel de Paz Martinez-
Centro de Estudios y divulgación Espírita de Madrid.

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¿Somos espíritus inmortales? La inmortalidad a debate

                                                                      
      Entre las diversas preguntas que el ser humano se realiza a lo largo de su vida cuando se tienen inquietudes espirituales destaca la cuestión de si existe vida después de la vida, y en el supuesto de que así sea, de qué forma y cómo se manifiesta.
En la historia de las religiones vemos coincidencias en el axioma de la transcendencia del hombre después de la muerte, pero existen profundas divergencias en cuanto a la forma de acceder a ese nuevo estado y cómo se vive en él. También la semántica en este tema, define de forma diferente conceptos que significan lo mismo pero a los que se denominan de distintas maneras.
Dando por supuesto que existe vida después de la muerte, lo que es exactamente cierto es que la misma no puede ser biológica de ninguna manera, pues la ciencia nos demuestra que cuando una persona fallece su cuerpo va desintegrándose hasta desaparecer por completo, disgregándose sus átomos hasta pasar a formar parte de la naturaleza, al igual que ocurre con cualquier ser vivo, planta, mineral u organismo que acaba un ciclo y se transforma.
De esta reflexión anterior se infiere que la parte del ser humano que sobrevive a la muerte no puede ser biológica, pero sí podría ser mental, psicológica, emocional o de otra índole. La complejidad del cerebro humano es tal que en pleno siglo XXI la neurología moderna sólo alcanza a comprender, y con un enorme esfuerzo; un 10% de su funcionamiento. Esto nos indica que si la mente humana tiene su lugar de “residencia” en el cerebro, cuando el cuerpo fallece la mente debería desaparecer igualmente.
Por ello, si alguna parte del ser humano sobrevive a la muerte ésta debería ser un compendio psíquico que no sólo abarque las facultades mentales, sino las emocionales, y psíquicas, ya que desde la aparición de la psicología moderna y el psicoanálisis posterior la ciencia acepta con rotundidad que la persona está formada por aspectos mentales, emocionales y psicológicos que nos diferencian de otros seres vivos. Y que todos estos aspectos no tienen un lugar de ubicación en ningún órgano biológico del ser humano sino que forman parte del ser integral, de la personalidad del individuo y lo diferencian por completo del resto de seres humanos. Desde antiguo se ha denominado de diversas formas (alma, espíritu, mente, etc.) a la parte no biológica que sobrevive a la muerte según las religiones. La preocupación del hombre por saber acerca del alma viene desde los albores de la historia. De hecho no podría comprenderse la misma sin los acontecimientos ligados o relacionados con las explicaciones de las religiones y la filosofía en todas las épocas de la humanidad, desde el antiguo Egipto, pasando por Grecia, Roma, el judaísmo, el cristianismo en occidente, el islam en medio oriente o el budismo e hinduísmo en Asia. En todas las grandes religiones monoteístas o politeístas existe definido el “daimon” de la antigua Grecia, que no es otra cosa que el alma humana o espíritu que sobrevive a la muerte. Las diferentes interpretaciones que dan las religiones a su forma de ingresar en la otra vida y cómo se desenvuelve en ella son cuestiones de debate pero en lo sustancial se coincide de forma sorprendente.
Dentro de la variedad de explicaciones existen unas más racionales, menos dogmáticas y que resisten el análisis de la razón y la lógica mejor que otras, sin que ello signifique que haya que creer en ellas al 100%. Una cuestión es creer y otra razonar y comprender la lógica de los planteamientos que nos llevan a deducir que el ser humano no aparece en la Tierra por generación espontánea sino que su desarrollo es fruto de su evolución no sólo física sino también mental, psicológica y espiritual.
Entre las múltiples teorías que podríamos destacar sobresalen fundamentalmente dos que explican como ninguna otras la lógica de la vida en el más allá, de dónde venimos y hacia dónde vamos, cual es el sentido de nuestro paso por la Tierra y qué nos encontraremos en ese “más allá” al que llegaremos.
La primera de ellas es la Reencarnación o “palingenesis “(nacimiento de nuevo) griega. Concepto que encontramos desde el antiguo Egipto, Grecia, India, China, etc.. El sentido de la reencarnación se enmarca en un concepto más amplio que permitiría al ser humano (en su parte transcendente, aquella que sobrevive la muerte) un proceso evolutivo de perfeccionamiento desde mundos primitivos a mundos evolucionados a través de las experiencias de muchas vidas en la tierra (siempre con forma humana) con el fin último de la perfección y por ende la felicidad.
La reencarnación también es aceptada no sólo por muchas religiones sino que está en la base de muchos movimientos espirituales y se acepta comúnmente como una ley que rige la evolución del espíritu humano. La ciencia ha estudiado igualmente la reencarnación demostrando fehacientemente su existencia en infinitos casos de reencarnación comprobada, terapias de vidas pasadas, casos de muerte clínica y vuelta a la vida, etc, y mediante el método científico más riguroso llevado a cabo por prestigiosos neurólogos, psiquiatras, médicos, entre otros: los doctores Raymond Moody, Elísabeth KlüberRoss, Helen Wambach, Hamendra Banarjee, Edith Fiore, Mª Julia de Moraes Prieto, Carol Bowman, etc.
Las manifestaciones psíquicas del siglo XIX en Estados Unidos y los fenómenos de médiums en toda Europa despertaron el interés de un gran científico y pedagogo francés llamado Hipólito Denizart Rivail, que adoptó el seudónimo de Allan Kardec. Y, después de una investigación de años con multitud de médiums en diferentes países, se propuso la tarea de dar a conocer al mundo el resultado de sus investigaciones a través de la Codificación Espírita, compendio de varias obras que tratan del origen y naturaleza de los espíritus, de su relación con el mundo físico y las consecuencias filosóficas y morales que este conocimiento comporta.
Esta doctrina conocida como Espiritismo, es junto a la Reencarnación, la explicación más lógica y coherente que podemos encontrar acerca de la vida después de la vida y de la forma en cómo nuestra personalidad abandona de forma integral la vida física cuando se fallece y se incorpora a un mundo no tan diferente como el que tenemos en la Tierra, para seguir evaluando nuestro progreso, recomponer aspectos desviados del mismo y prepararnos para nuevos retos de evolución y desarrollo personal.
El espiritismo no se limita únicamente a dar explicaciones sino que a través de las comunicaciones con aquellos que nos precedieron en el más allá nos ofrece la valiosa información de las leyes que rigen la evolución del espíritu humano, y una de las más importantes es precisamente la reencarnación que junto a la ley de causa y efecto (similar a la ley del karma de los orientales) regula no sólo el proceso evolutivo del espíritu sino las consecuencias de las actuaciones del mismo en la Tierra y su repercusión en el “más allá” y en las próximas existencias en la Tierra.
Así pues, cotejando lo que las religiones nos han venido diciendo acerca de la sobrevivencia del espíritu después de la muerte, analizando las conclusiones de materias como la metapsíquica de Charles Richet en el siglo XIX, o las investigaciones de Williams Crookes (ambos premios Nobel) la parapsicología de Rhine en el siglo XX y revisando las investigaciones y métodos científicos que desde hace más de un siglo se vienen realizando sobre vida después de la vida, llegamos a un punto en el que la observación y el análisis nos llevan a aceptar como mucho más lógica la transcendencia del ser después de la muerte que la inexistencia de la vida después de la vida.
Esto significa que muchos fenómenos ahora no explicados por la ciencia tendrían una explicación racional, lógica y coherente si se valorara el estudio de la personalidad humana bajo el prisma de su supervivencia como ser integral después de la muerte del cuerpo físico. Afrontando este ángulo de investigación, algunos neurólogos ya los han llevado a cabo en sus estudios sobre terapias de vidas pasadas y han obtenido excelentes resultados para solucionar problemas psicológicos cuyo origen se remonta a las vidas anteriores de los individuos.
Se nos ofrecen pues los razonamientos necesarios para afirmar con rotundidad y desde la lógica, no desde la creencia que el ser humano sobrevive a la muerte mediante un proceso natural. Podemos afirmar sin duda alguna que somos espíritus inmortales inmersos en un proceso evolutivo que contempla etapas de desarrollo con cuerpo físico y otras sin él.
Para profundizar en cómo son esas etapas, de qué manera nos vemos afectados por las leyes que rigen este proceso y cómo podemos dirigir y forjar un futuro mejor, les invitamos a conocer el contenido del espiritismo de Kardec; en la seguridad de que encontrarán las respuestas lógicas y coherentes a muchas de las dudas existenciales que se hayan planteado alguna vez, así como el consuelo y la esperanza de la inmortalidad del ser humano y la confianza en la justicia divina.
La aceptación de estas leyes espirituales y la incorporación de las mismas a sus propios principios es algo que solamente compete a ustedes en el ejercicio de su libre albedrío y que, como no podría ser de otra forma, respetamos profundamente.
- Grupo Villena-
“El espiritismo, marchando con el progreso nunca se desbordará, pues si la ciencia demostrara su equivocación sobre un punto, se modificará sobre ese punto, y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría.”
Allan Kardec. El libro de los Espíritus
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                      LA VIRTUD

 Para Cicerón, virtud es la fuerza viril o valor moral que se sobrepone al sufrimiento y a la muerte..
Y afirmaba Aristóteles que el "el hombre virtuoso es aquel que encuentra placer en hacer actos de virtud".
Con eso, la virtud se transforma en el hábito del bien, pues se incorpora al modus operandi del individuo, tornándose parte integrante de su naturaleza.
La virtud siempre trabaja fiel a las manifestaciones psicológicas y delante de las leyes, creando necesidad de actuar y produciendo placer al realizarlo´
El hombre la adquiere con el esfuerzo dirigido al bien que lo inspira, e, insistiendo en practicarla, conforma su vida a sus dictámenes.
Para conseguir esa disposición es imprescindible adquirir el conocimiento del bien: es decir, que el hombre sepa del valor moral de sus actos, de acuerdo con las leyes morales.
Así, la tendencia al bien es el primer paso para la virtud: su realización se transforma en experiencia estimuladora; pero, sólo es virtud cuando se constituye en un hábito natural, consciente y placentero.
El motivador de la virtud y su alimento es el amor al bien, como afirmaba Aristóteles, que el "hombre virtuoso es aquel que hace del bien, una necesidad imprescindible, que pone su felicidad en el bien"
Solamente los hombres libres interiormente poseen la virtud, porque sus actos son resultado de su libre determinación, por orden intima de su voluntad personal.
San Agustin, que la adquirió con gran esfuerzo y perseverancia, repasando mentalmente, antes de acostarse, todos sus actos para verificar en cuales no fuera correcto y poder corregirlos al día siguiente, enseñaba: "Virtud es la buena cualidad del ánimo, por la cual se vive bien y la cual nadie usa mal" de acuerdo con su razonamiento moral.-
Así el hombre se inclina moralmente a una constante acción del bien que le hace bien a través de los actos buenos .
Extraído del libro Hacia las Estrellas.
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                  ¿En qué consiste la adoración?

  Es la elevación del pensamiento hacia Dios. Mediante la adoración acercamos nuestra alma a Él.
650. La adoración ¿es resultado de un sentimiento innato, o producto de una enseñanza?

- Sentimiento innato, como el de la Divinidad. La conciencia de su debilidad lleva al hombre a prosternarse ante Aquel que puede protegerlo.

651. ¿Han habido pueblos carentes de todo sentimiento de adoración?

- No, porque jamás hubo pueblos de ateos. Todos comprenden que hay por encima de ellos un Ser Supremo...

652. ¿Se puede pensar que la adoración tenga su origen en la ley natural?

- Está en la ley natural, puesto que es el resultado de un sentimiento innato en el hombre. De ahí que la encontremos en todos los pueblos, si bien con formas diferentes..

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS.
ALLAN KARDEC.


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                                 La homosexualidad 



     La homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, siempre ha sido despreciada por una  sociedad llena de prejuicios, tal vez  influida por las religiones que han señalado la homosexualidad como algo  pecaminoso  o vicioso  y siempre anormal.  
Es muy mal vista y condenada por las religiones en general, que siempre la han despreciado y perseguido.  Para  el cristianismo católico y evangélico, estas personas están  en  pecado  mortal   porque consideran   imperdonable su actitud  sexual, que  consideran  como anormal,   porque afirman que se  profana el cuerpo, que es templo de Dios (1 Cor. 3:9). Algunos clérigos destacados desde su posición jerárquica, más recientemente, también han afirmado con bastante ligereza que es una enfermedad curable por la psiquiatría.
 Particularmente creo que  la homosexualidad no convierte a la persona en ningún ser abominable, ni es ninguna enfermedad,  pues demostrado está  que, independientemente de su inclinación o actitud sexual, hay personas  de estas características,  llenas de grandes valores humanos y  viceversa, como  también  existen muchos  heterosexuales perversos y de muy baja condición moral.      
        El  homosexual  solo  se  siente  culpable de su condición,  si  tiene  este sentimiento  debido a una  nefasta educación recibida  que le ha hecho sentirse como un ser anormal y culpable, llegando a sentirse rechazado y señalado por la mayoría social. Hay  homosexuales que  viven en  medio de una  lucha  interior  porque  la religión  y   la  misma   sociedad  les  ha infundido la  idea de la anormalidad  y del pecado.   Desde un punto de vista  religioso, así es el caso,  pues  por definición, pecado  es  la  transgresión  mas  o  menos  grave  de  un precepto o dogma  religioso,  que   si    está   clasificado  como   leve   o   venial,   se   soluciona  con   una   pequeña   penitencia   que   puede  consistir   simplemente  en   hacer   alguna  oración o  rezo,   pero  si   es  considerado como muy grave o  “mortal”,  como  es en el caso  del  tema que  nos ocupa,  la  única  perspectiva que les queda es la condenación eterna y un  ardiente  infierno para toda la eternidad, si es que no se arrepienten de ello, pasan por un confesionario y hacen próposito de cambiar, lo cual es tan imposible en la realidad como lo sería a una gallina volverse gallo. El organismo de los animales hembras fisiológicamente es diferente a de los animales macho y la parte psicológica va íntimamente unida e influenciada por el organismo físico, por tanto, por mucho que quisieran, cada uno es como es, y ellos no son ningún error de la Naturaleza.

                     Hace tiempo , tras mucho meditar este delicado tema, llegué a comprender  que no es ningún pecado el ser naturalmente homosexual.  No perdamos de vista que  Dios es infinitamente misericordioso,  y  que  somos  Seres  perfectibles dotados  de  inteligencia  y    libre albedrío, por  lo que en conciencia solo  somos responsables  de  la  limpieza  o  maldad  de  nuestros  actos  e inclinaciones  buenas o malas que sean aceptadas íntimamente  y en principio hay que pensar que quien  nace con esa naturaleza o tendencia psicológica, será  por algo  que trasciende a las apariencias de la vida  y no porque Dios lo haya hecho así caprichosamente o se haya equivocado.

         Sabemos que  el  Ser  espiritual  en  si mismo es asexuado,  y  este  posee los órganos genitales solamente en  su  cuerpo espiritual, que es el molde biológico del cuerpo físico, en donde durante su formación los desarrolla, porque  en  cada  existencia humanas lo necesita para adquirir las necesarias experiencias para evolucionar, unas veces como hombre  y otras  como mujer.
                      La tendencia o inclinación homosexual o bisexual, llamada también transexualidad, puede  tratarse simplemente de una sexualidad viciada,  que saturada de experiencias y de placeres  sexuales repetitivos, busca la novedad de los mismos por otros derroteros. Esto  suele ser mas frecuente en los casos de bisexualidad, que son también casos de mediana adaptación o de transición entre las dos polaridades sexuales. Normalmente  se trata de inclinaciones naturales con las que nace la persona  y lo son, o  bien  por   reminiscencias  e inclinaciones que  conserva  del  sexo  contrario  que  tuvo  en  una  vida  anterior, o  por  causas  kármicas  para  su  correcto  y  equilibrado  aprendizaje espiritual,  como por ejemplo,  cuando  estando en   el mundo   espiritual  después de haber pasado por esta vida, el  espíritu  que  ha sido hombre o  mujer, comprende que  ha  abusado de su  rol  sexual,  perjudicando y dañando por medio del mismo a otra u otras persona del sexo opuesto, por lo cual, en una nueva existencia  renace con  ese sexo al que perjudicó, para comprender y asimilar íntimamente en su alma el error de la actitud que sostuvo en aquella existencia ;  el que fue hombre, tal vez nace mujer para que como tal, comprenda que hay que respetar a la mujer y a no abusar de ella  y el que fue  mujer, comprenda lo que es ser hombre  para que  asimile el  respeto  y  fidelidad  que  se  debe  al  hombre sobre el que  tanta influencia ejerce normalmente la mujer .   Y estas causas kármicas  motivan que el espíritu que  apoyándose en  su sexualidad se portó mal con el sexo contrario, nazca en la siguiente existencia con sus anteriores tendencias intactas, pero con el sexo  contrario al que psicológicamente  aún conserva,  no son nunca un castigo, sino un proceso necesario de aprendizaje para  la evolución y mejora de esos espíritus.
              El homosexual, así como cualquier otra persona que se deja arrastrar por cualquier otro vicio, por muy atávico que sea, con la fuerza de su  voluntad,   y  aun  después de conocer  estos  matices   que  enseñan   las  Leyes Naturales, a pesar de todo no podría dejar de serlo ni de sentir de otro modo  el rol sexual que le toca vivir en la vida,  comprendiendo al fin que  su personalidad particular nunca es un error de la Naturaleza ni de Dios   y que la genética no le dio esa inclinación con la que nació, aunque sí que existe un factor genético que la determina y le permite manifestarse cuando por causas espirituales debe aparecer precisamente en determinado ser reencarnante.
         Según sea el grado de inclinación o de influencia de su sexualidad anterior, el hombre a veces se podrá sentir mujer y femenino, mientras otros se sienten como hombres aunque les atraiga el mismo sexo, como hay mujeres lesbianas que se sienten hombres en un cuerpo femenino, mientras otras se sienten mujeres, pero con una atracción y gusto por otras mujeres como ellas. 
      La persona homosexual  podrá simplemente  considerar  su condición como una prueba difícil de superar en esta vida, pues en medio de una sociedad de mayoría heterosexual es a veces muy complicado desenvolverse sin discriminaciones o rechazos de algúon tipo,  pero  si  lo puede conseguir, viviendo de modo digno y honrado, poniendo sus esfuerzos y afanes en hacer todo el bien posible a los demás,  de modo que cuando lo haya conseguido,  su Ser espiritual no  volverá a encontrarse más  con esta prueba en el camino de su  evolución  a través de  las personalidades que deba de encarnar en cualquiera de los sexos.
              La homosexualidad no es algo de esta época, sino que se ha manifestado siempre desde la antigüedad en todos los pueblos.  En cada pueblo y en cada época ha sido aceptada  o rechazada según el grado de tolerancia social o de represión que ha habido  ante estas personas consideradas diferentes.
         Hay países que consideran  la  homosexualidad como un atentado al pudor y hasta como un crimen contra la sexualidad, y en  países socialmente más avanzados, en los que comprende que las uniones de hecho entre personas del mismo sexo vienen siendo un hecho desde siempre, se ha visto la necesidad de regular estas uniones y hacerlas lícitas, normalizándolas, con el fin de que no las exiban  causando escándalo en sitios públicos. Por ese motivo existen familias formadas por parejas homosexuales que viven en una normal cooperación familiar y hasta criando hijos, unas veces de adopción (cuando se los permiten), y otras veces hijos naturales aportados por alguno de los miembros de la pareja a su   hogar , en el que ambos ejercen, y a veces muy bien, los papeles de padre y de madre a la vez.
           La  unión  civil o  matrimonial  entre  homosexuales,   es  un  asunto  que  tiene unos  aspectos    políticos   y   sociales,   particulares  en  cada  país,   así  como  unas  delimitaciones   éticas   y   jurídicas,     que    desde    un    punto   de   vista   de  este  conocimiento   espiritual,    afectan  esencialmente  a    la   libertad   de  expresión  y  de  desenvolvimiento  humano,  en  cuanto  a   sus relaciones  afectivas   y  sexuales   se   refiere,    por   lo   que   parece  necesario   que   esa   unión    sea    jurídicamente   lícita, con independencia de que se le llame matrimonio o de otra forma para diferenciarlas del matrimonio convencional  formado por una pareja heterosexual,  facilitando  la  convivencia  en   la  intimidad  de  un   hogar   estable  y  evitando  así   espectáculos  callejeros de cualquier manifestación sexual desordenada, sea del orden que sea, pues esta clase de actos antisociales  pueden   resultar  escandalosos o  faltos de   respeto   para  otras  personas  y  para  ellos  mismos,  por  lo que    es   razonable  y lícito   que   estas  parejas  o familias  tengan  los  mismos derechos  y consideraciones sociales que cualquier otra.                       .                     
      Tengamos presente que la homosexualidad, como la heterosexualidad, son tendencias naturales que las lleva el ser humano en el alma procedentes de vidas anteriores  y no son apetencias o tendencias  meramentes sexuales o psicológicas. El   homosexual   como  el   heterosexual en cuanto a sus apetencias de este tipo,   si   quisieran, podrían   controlar al menos en parte,  sus    impulsos    libidinosos,    transfiriendo   sus   energías   sexuales   en   un   trabajo   de   reeducación    de   su  espíritu, mediante la ayuda desinteresada a los demás,   y  controlando los   instintos   animales en el campo de la sexualidad,   lo  cual   eleva  y engrandece espiritualmente a la persona, siempre que  esa actividad no le suponga  un  extremado  sufrimiento   psicológico ,   lo cual sería  “contra natura”,  y  no   serviría  de   mucho.
            No es que tengamos que ser partidarios, defensores, o simpatizantes de estas uniones, parejas o matrimonios entre homosexuales, (hombres y mujeres- gais y lesbianas), pero en  nuestro enfoque espírita y reencarnacionista, debemos considerar a los homosexuales como hermanos  dignos de todo nuestro respeto y cariño, así como de respeto a sus vidas y  a sus uniones en parejas y núcleos familiares, sin caer en juicios infundados ni desprecios basados en su diferente inclinación hacia lo que muchos consideran como antinatural o vicioso.
         Debemos estar dispuestos a ayudarles y a comprenderles siempre, poniéndonos en su lugar, muchas veces de gran sufrimiento por la incomprensión y el desprecio de sus propias familias,  pues no sabemos lo que a nosotros nos puede aguardar en la próxima curva del camino de las vidas múltiples y sobre todo no juzgar ni condenar nunca a nadie por este motivo, pues también nosotros mismos alguna vez en nuestra historia evolutiva hemos podido sufrir  mas de una vez  este trastorno psíquico al cambiar de sexo sin cambiar de sexualidad entre una vida y otra. Además es saludable que recordemos que  “ con la vara que midamos seremos medidos”.

- Jose Luis Martín -


 Prohibir y condenar, es siempre una forma contraproducente de examinar una cuestión existente que merece orientación, educación y esclarecimiento”

Divaldo Pereira Franco -

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