jueves, 15 de noviembre de 2018

Espiritismo sin fronteras


    Sumario de temas:

1.-  Las Parábolas del Evangelio no se deben tomar literalmente
      ¿Uniones de almas predestinadas?
2.-  Justicia y Progreso 
3.-  Melodía de la nostalgia
4.-  El Orgullo
     ¿Quien es feliz?
5.-  Espiritismo sin fronteras


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 LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO NO
   SE  DEBEN TOMAR LITERALMENTE


Contemplad las aves del cielo
No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra: donde orín y polilla los consume; y en donde ladrones los desentierran y roban. - Atesorad para vosotros tesoros en el cielo; en donde ni los consume orín ni polilla; y en donde ladrones no los desentierran ni roban. - Porque en donde. está tu tesoro, allí está también tu corazón.
Por tanto os digo, no andéis afanados por vuestra alma, que comeréis, ni para vuestro cuerpo, que vestiréis. ¿No es más el alma que la comida, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan, ni allegan entrojes; y vuestro padre celestial las alimenta: ¿Pues no sois vosotros mucho más que ellas? - ¿Y quién de vosotros, discurriendo, puede añadir un codo a su estatura?
¿Y por qué andáis acongojados por el vestido? Considerad como crecen los lirios del campo; no trabajan ni hilan. - Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria fue cubierto como uno de éstos. - Pues si al heno del campo, que hoy es, y mañana es echado en el horno, Dios viste así: ¿Cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
No os acongojéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? - Porque los gentiles se afanan por estas cosas. Y vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de todas ellas.
Buscad, pues, primeramente, el reino de Dios y su justicia: y todas estas cosas os serán añadidas. - Y así no preocupados  por el día de mañana. Porque el día de mañana a sí mismo se traerá su cuidado. "Le basta a cada día su propio afán". (San Mateo, cap. VI, v. de 19 a 21, y de 25 a 34).
 

Estas palabras, tomadas literalmente, serían la negación de toda previsión, de todo trabajo y de consiguiente de todo progreso. Con tal principio, el hombre se reduciría a un estado pasivo espectante; sus fuerzas físicas e intelectuales, no tendrían actividad; si tal debiese ser su condición normal en la tierra, nunca hubiera salido de su estado primitivo, y si de ello hiciera su ley actual, no tendría otra cosa que hacer sino vivir sin hacer nada. No pudo ser tal el pensamiento de Jesús, porque estaría en contradicción con lo que dijo en otra parte y con las mismas leyes de la naturaleza. Dios ha creado al hombre sin vestido y sin abrigo, pero le ha dado la inteligencia para que se lo fabrique. (Cap. XIV, núm. 6; cap. XXV, número 2.) 
Es preciso, pues, no ver en estas palabras sino una poética alegoría de la Providencia, que nunca abandona a los que ponen en ella su confianza, pero quiere que trabajen por su parte. Si no viene siempre en ayuda para un socorro material, inspira las ideas con las cuales se encuentran los medios de salir del paso. 
Dios conoce nuestras necesidades y provee según lo que se necesita; pero el hombre, insaciable en sus deseos, no siempre sabe contentarse con lo que tiene; no le basta lo necesario, sino que le es indispensable lo superfluo, y entonces la Providencia le abandona a sí mismo. Muchas veces es desgraciado por su causa y por haber desconocido la voz que le avisaba por medio de su conciencia, dejándole Dios que sufra las consecuencias con el fin de que le sirva de lección para el porvenir. (Cap. V, núm. 4.) 

8. La tierra produce lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes; cuando 
los hombres sepan administrar los bienes que da según las leyes de justicia, de caridad y de amor al prójimo, cuando la fraternidad reinará entre los diversos pueblos, como entre las provincias de un mismo imperio, lo superfluo momentáneo del uno servirá para el otro, y cada uno tendrá lo necesario. El rico se considerará entonces como teniendo una gran cantidad de semillas, que si las siembra, producirán el céntuplo para él y para los otros; pero si él solo se come las semillas, si malgasta y deja perder lo sobrante de lo que coma nada producirán, y no habrá para todos, y si las encierra en su granero, los gusanos las comerán: por esto ha dicho Jesús: No acumuléis tesoros en la tierra, que son perecederos, pero sí en el cielo, porque son eternos, o en otros términos: no deis más importancia a los bienes materiales que a los bienes espirituales y saber sacrificar los primeros en provecho de los segundos. (Cap. XVI, núm. 7 y siguientes.) 

La caridad y la fraternidad no se decretan con leyes y si no están en el corazón, el 

egoísmo las ahogará siempre; hacérselas penetrar, es obra del Espiritismo. 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.

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 ¿UNIONES DE ALMAS PREDESTINADAS ?


Las almas que deben unirse ¿se hallaban predestinadas para esa unión desde su origen, y cada uno de nosotros posee, en alguna parte del Universo, su mitad, con la cual inevitablemente se reunirá algún día? 
- No, no existe unión particular y fatal entre dos almas.. La unión es entre todos los Espíritus, pero en grados diferentes, según el rango que ocupen, vale expresar, de acuerdo con la perfección que hayan alcanzado: cuanto más perfectos son, más unidos están. Todos los males de los humanos nacen de la discordia.. En cambio, de la concordia resulta la felicidad completa. 


EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 
ALLAN KARDEC 
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            JUSTICIA Y PROGRESO

    La ley superior del Universo, es el progreso incesante, la ascensión de los seres hacia Dios, hogar de las perfecciones. Profundidades del abismo de vida, por un camino infinito y una evolución constante, nos le acercamos. En el fondo de cada alma es depositado el germen de todas las facultades, de todas las fuerzas; le corresponde a ella hacerlos nacer por sus esfuerzos y sus trabajos. Contemplado bajo este aspecto, nuestro adelanto, nuestra felicidad futura es nuestra obra. La gracia no tiene más razón de ser. La justicia irradia sobre el mundo; porque, si todos nosotros luchamos y sufrimos, todos nosotros seremos salvados.
     También se revela aquí en toda su grandeza el papel del dolor, su utilidad para el   adelanto de los seres. Cada globo que rueda en el espacio es un vasto taller donde la   sustancia espiritual es trabajada sin cesar. Así como un mineral grosero, bajo el efecto del  fuego y las aguas, se convierte poco a poco en un metal puro, así el alma humana, bajo los martillos pesados del dolor se transforma y se fortifica. Es en medio de las pruebas que se forjan los grandes caracteres. El dolor es la purificación suprema, el horno donde funden todos los elementos impuros que nos manchan: el orgullo, el egoísmo, la indiferencia. Es la sola escuela donde se afinan las sensaciones, donde se aprenden la piedad y la resignación estoica. Los goces sensuales, atándonos a la materia, retrasan nuestra elevación, mientras que el sacrificio y la abnegación, nos sueltan con anticipación de esta pesada carga, nos preparan para nuevas etapas, a una ascensión más alta. El alma, purificada, santificada por las pruebas, ve terminar las encarnaciones dolorosas. Abandona para siempre los globos  materiales y se eleva en la escala magnífica de mundos felices. Recorre el campo ilimitado de los espacios y de las edades.
     A cada paso adelante, ve ensanchar su horizonte y aumentar su radio de acción; percibe cada vez más, de forma distinta, la gran armonía de las leyes y de las cosas, participa en ellas de forma más estrecha, más efectiva. Entonces el tiempo se borra para ella; los siglos fluyen como las horas. Unida a sus hermanas, compañeras de eterno viaje, persigue su ascensión intelectual y moral en el seno de una luz siempre creciente.
     De nuestras observaciones y de nuestras búsquedas se deduce así una gran ley: la pluralidad de las existencias del alma. Vivimos antes del nacimiento y reviviremos después de la muerte. Esta ley da la clave de problemas hasta ahora insolubles. Sólo ella explica la desigualdad de las condiciones, la variedad infinita de las aptitudes y de los caracteres.
     Conocimos o conoceremos sucesivamente todas las fases de la vida social, atravesaremos  todos los medios. En el pasado, estábamos como estos salvajes que pueblan los continentes retrasados; en el futuro, podremos elevarnos a la altura de los genios inmortales, los espíritus gigantes que, semejantes a faros luminosos, alumbran la marcha de la humanidad. La historia de ésta es nuestra historia.
     Con ella, recorrimos las vías arduas, sufrimos las evoluciones seculares que relatan los anales de las naciones. El tiempo y el trabajo: he aquí los elementos de nuestros progresos.
     Esta ley de la reencarnación muestra de manera brillante la justicia suma que reina sobre todos los seres. Por turno forjamos y quebramos nosotros mismos nuestras cadenas.
     Las pruebas horrorosas entre las que sufren algunos de nosotros son, en general, la consecuencia de su conducta pasada. El déspota renace esclavo; la mujer alta, la vanidosa de su belleza, repetirá un cuerpo informe y miserable; el ocioso volverá mercenario, encorvado a una tarea ingrata. El que hizo sufrir sufrirá a su vuelta. Inútil buscar el infierno en regiones desconocidas o lejanas, el infierno está en nosotros, se esconde en los pliegues ignorados del alma culpable, y sólo la expiación puede dar término a sus dolores. No hay penas eternas. Pero, diremos, ¿ Si otras vidas precedieron al nacimiento, por qué perdimos la memoria? ¿Cómo podremos expiar con éxito las faltas olvidadas?
 ¡La memoria! ¿No sería un pesado grillete atado a nuestros pies? ¿Saliendo apenas de etapas de furor y de bestialidad, que debió ser este pasado de cada uno de nosotros? ¡A través de las etapas pasadas, cuantas lágrimas vertidas, cuanta sangre derramada por nuestros hechos! Conocimos el odio y practicamos la injusticia. ¡Qué carga moral sería esta perspectiva larga de faltas para un espíritu todavía endeble e inseguro! 
 ¿Y además, la memoria de nuestro propio pasado no estaría vinculada íntimamente a la memoria del pasado de los demás? ¡Qué situación para el culpable, señalado al hierro candente para la eternidad! Por la misma razón, los odios, los errores se perpetuarían,cavando divisiones profundas e imborrables, en el seno de esta humanidad ya tan desgarrada. Dios hizo bien de borrar de nuestros cerebros débiles la memoria de un pasado temible. Después de haber bebido el brebaje del olvido, renacemos a una nueva vida. Una educación diferente, una civilización más amplia hacen desvanecerse las quimeras que frecuentaron en otro tiempo nuestros espíritus. Aliviados de tan pesado equipaje avanzamos con paso más rápido por las vías que nos son abiertas.
     Sin embargo, este pasado no es borrado tanto que no pudiéramos entrever algunos vestigios. Si, separándonos de influencias exteriores, descendemos al fondo de nuestro ser; si analizamos con cuidado nuestros gustos, nuestras aspiraciones, descubrimos cosas que nada en nuestra existencia actual y con la educación recibida puede explicar. Por lo tanto, de ahí logramos reconstituir este pasado, si no en sus detalles, por lo menos en sus grandes líneas. En cuanto a las faltas arrastran en esta vida una expiación necesaria, aunque momentáneamente sean borradas de nuestra vista, la causa primera no deja de subsistir, siempre visible, es decir nuestras pasiones, nuestro carácter fogoso, que las nuevas encarnaciones tienen por objeto amaestrar, suavizar.
     Así pues, si dejamos en las puertas de la vida los recuerdos más peligrosos, traemos por lo menos con nosotros el fruto y las consecuencias de trabajos realizados, es decir una conciencia, un juicio, un carácter tales como les dimos forma nosotros mismos. Lo innato no es más que la herencia intelectual y moral que nos legan las vidas desvanecidas.
     Y cada vez que se abren para nosotros las puertas de la muerte; cuando, liberada del yugo material, nuestra alma escapa de su prisión de carne para volver al mundo de los Espíritus, entonces el pasado reaparece poco a poco delante de ella. Una tras otra, sobre la ruta seguida, revisa sus existencias, las caídas, las paradas, las marchas rápidas. Ella misma se juzga midiendo el camino recorrido. En el espectáculo de sus vergüenzas o de sus méritos, mostrados ante ella, encuentra su castigo o su recompensa.
     ¿Siendo el fin de la vida el perfeccionamiento intelectual y moral del ser, qué condición,qué medio es el más conveniente mejor para conseguir este fin? El hombre puede trabajar en este perfeccionamiento en todas las condiciones, en todos medios sociales; sin embargo, tendrá éxito más fácilmente en ciertas condiciones determinadas.
     La riqueza proporciona al hombre medios poderosos de estudio; le permite dar a su  espíritu una cultura más desarrollada y más perfecta; pone entre sus manos las facilidades más grandes para aliviar a sus hermanos desgraciados, de participar, con vistas al mejoramiento de su suerte en fundaciones útiles. Pero son raros los que consideran un deber trabajar en el alivio de la miseria, en la instrucción y en la mejora de sus semejantes.
    La riqueza deseca demasiado a menudo el corazón humano; extingue esta llama interior, este amor al progreso y a las mejoras sociales que alberga toda alma generosa;eleva una barrera entre los poderosos y los humildes; hace vivir en un medio que no alcanzan los desheredados de este mundo y donde, por consiguiente, las necesidades, los dolores de éstos son casi ignorados, desconocidos siempre.
     La miseria tiene también sus peligros espantosos: la degradación de los caracteres, la desesperación, el suicidio. Pero mientras que la riqueza nos hace indiferentes, egoístas, la pobreza, acercándonos a humildes, nos hace compadecernos con su dolor. Sí, hay que haber sufrido para apreciar los sufrimientos de otro. Mientras que los poderosos, en el seno de los honores, se envidien entre ellos y procuren rivalizar en brillantez, los humildes,vecinos por la necesidad, viven a veces en conmovedora confraternidad.
     Mira a las aves de nuestros climas durante los meses de invierno, cuando el cielo es sombrío, cuando la tierra está cubierta de un abrigo blanco de nieve; apretadas unas contra otras, al borde de un tejado, se calientan mutuamente en silencio. La necesidad les une.
     Pero vienen los bellos días, el sol resplandeciente, la comida abundante, pían a cual mejor, se persiguen, se pelean, se hieren. Así es el hombre. Dulce, afectuoso para sus semejantes en los días de tristeza; la posesión de los bienes materiales lo hace demasiado a menudo duro y olvidadizo.
     Una condición modesta convendrá mejor al espíritu deseoso de progresar, de adquirirlas virtudes necesarias para su ascensión moral. Lejos del remolino de los placeres mentirosos, juzgará mejor la vida. Preguntará a la materia qué es necesario para la conservación de sus órganos, pero evitará caer en costumbres perniciosas, hacerse presa de las necesidades innumerables y ficticias que son las plagas de la humanidad. Será sobrio y laborioso, contentándose con poco, atándose por encima de todo a los placeres de la inteligencia y a las alegrías del corazón.
     Tan fortificado contra los asaltos de la materia, el sabio, bajo la luz pura de la razón,verá resplandecer su destino. Alumbrado sobre el fin de la vida y el por qué de las cosas, se mantendrá firme, resignado ante el dolor; sabrá usarla para su depuración, para su adelanto.
    Se enfrentará a la prueba con coraje, sabiendo que la prueba es saludable, que es el choque que desgarra nuestras almas, y que, por este rasgón solo, puede derramarse la hiel que está en nosotros. Si los hombres se ríen de él, si es víctima de la injusticia y de la intriga, aprenderá a soportar pacientemente sus dolores trasladando sus miradas hacia nuestros hermanos mayores, hacia Sócrates bebiendo la cicuta2, hacia Jesús en la cruz,hacia Juana de Arco en la hoguera. Se consolará en el pensamiento que los más grandes,más virtuosos, los más dignos, sufrieron y murieron para la humanidad.
     Y cuando por fin, después de una existencia bien cumplida, vendrá la hora solemne, será con calma y sin pesar que acogerá a la muerte; la muerte, a la que los humanos rodean de un aparato siniestro; la muerte, el espanto de los poderosos y de los sensuales, y que, para el pensador austero, es sólo la liberación, la hora de la transformación, la puerta que se abre al imperio luminoso de los Espíritus.
     Este umbral de las regiones supraterrenales, lo atravesará con serenidad. Su conciencia, libre de las sombras materiales, se levantará delante de él como un juez, representante de Dios, pidiéndole: "¿que hiciste de tu vida? Y responderá: luché, sufrí, amé, enseñé el bien, la verdad, la justicia; les di a mis hermanos el ejemplo de la rectitud, de la dulzura; alivié a los que sufren, consolé a los que lloran. Y ahora, que El Eterno me juzga,

¡heme aquí en sus manos!"                   
- León Denis-"El por-qué de la vida",Cáp.IV

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MELODÍA  DE LA NOSTALGIA 

La pérdida de una persona amada siempre causa una gran desarmonía, un  desequilibrio emocional, psicológico y físico.

Es un dolor moral muy difícil de ser soportado. Sin embargo debemos recordar que la pérdida real no existe; ellos pasan a habitar un plano de Vida con vibraciones más sutiles, "El Mundo Espiritual".
Debemos recordar los momentos agradables que vivimos a su lado. Continuemos demostrando nuestro Amor, pues la Vida no se extingue en la sepultura; la conciencia no se consume con la muerte biológica. "Un día volveremos a verlos".
No podemos morir por dentro, fallecer íntimamente. Procuremos salir del laberinto en que nos encontremos.
"Recuerdo bien... intentando salir del laberinto en el que me encontraba, pasé a buscar a Dios. Busqué en la lectura de Santo Tomás de Aquino, en la Vida y Obra de Gandhi, en la lectura de la Bíblia... Pero nada adelantaba, la persona que tanto amaba había partido. Era un hecho brutal en mi visión materialista. Las sombras tomaban cuenta de mis sentimientos."
"Pero un día Dios habló conmigo. NO podía morir emocionalmente, porque aquél que tanto amaba hubiese muerto biológicamente. No debía amarlo menos por haber desaparecido fisicamente aquél que yo tanto amaba. Debería amarlo todavía más, porque ahora  mi corazón conocerá el sufrimiento de aquellos que perdieron a su Ser querido."
Comprendí que Dios no estaba en las páginas de un libro, sino en el corazón humano. Dios-Amor pasó a ser parte de Mi Ser.
Aunque esté sufriendo el dolor de la ausencia de quien tanto ama, en su corazón todavía hay Amor. NO permita que ese sentimiento se seque o se pierda por falta de uso.
Caminamos rumbo a la inmortalidad. Busquemos vencer las ásperas etapas. Estamos avanzando hacia la Angelitud.
Nuestros afectos del más allá se acercan a nosotros con inmensa ternura y nos inspiran, en tentativas de ser percibidos. Aquiete sus ansiedades y armonice sus emociones para que los pueda oír y sentir.
No te desesperes.... la vida terrena es temporal. En el momento adecuado nosotros también tomaremos el estrecho corredor, rumbo al retorno a la Patria Espiritual.
Vivamos de una manera saludable, para que nuestros días sean bien aventurados y para que la edificación del futuro sea coronada con la Paz.

Doniseti Hencklein
( Tomado de Vera Luz )



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                                                EL ORGULLO



  El terrible adversario de la humanidad es el orgullo. Si Cristo prometía el Reino de los Cielos a los más pobres, es porque los grandes de la Tierra se figuran que títulos y riquezas son recompensas que se han concedido a su mérito, y que su esencia es más pura que la del pobre. Creen que todo eso se les debe, de ahí que cuando Dios se lo quita lo acusen de injusto. ¡ Oh, irrisión y 
ceguera! ¿ Acaso hace Dios distinción entre vosotros por el cuerpo? La envoltura del pobre, ¿ no es la misma que la del rico? El Creador, ¿ ha hecho dos especies de hombres? Todo lo que Dios creó es grande y sabio. No debéis atribuirle nunca las ideas que acunan vuestros orgullosos cerebros.
    ¡Oh, rico! mientras tú duermes bajo un cielo raso con adornos dorados, a cubierto del frío, ¿ no sabes que millares de hermanos tuyos, que valen tanto como tú, yacen en jergones? El desventurado que padece hambre, ¿no es acaso tu igual?
Ante esta palabra tu orgullo se subleva, bien lo sé.
    Consentirás en darle una limosna, pero jamás le estrecharías fraternalmente la mano. ¡Qué! -exclamas- " ¡Yo, nacido de noble casta, uno de los grandes de la Tierra!, ¿ puedo ser el igual a ese miserable que viste andrajos? ¡Vana utopía de presuntos filósofos! Si fuéramos iguales, ¿por qué lo puso Dios tan bajo y a mí, en cambio, tan arriba?"
 Cierto que las ropas que uno y otro vestís no se asemejan mucho, pero si ambos os despojáis de ellas,¿que diferencia habrá entre
vosotros?
"La nobleza de sangre "- alegarás. Pero la química no ha encontrado ninguna diferencia entre la sangre del gran señor y la del plebeyo, entre la del amo y la del esclavo. ¿ Quien puede asegurarse de que tu no has sido  tan miserable e infeliz como él ?   
¿ Qué pedías limosnas ? ¿ O que no la pedirás algún día, a ese mismo a quien hoy menosprecias?; ¿Son eternas las riquezas? ¿No concluyen junto con el cuerpo, envoltura perecedera de tu espíritu? 
¡ Oh, vuelve a la humildad! Pon al fin los ojos en la realidad de los asuntos de este mundo, en lo que constituye la grandeza y la humillación en el otro.
   Piensa que la muerte no dejará de alcanzarte, igual que a los demás, y que tus títulos no te preservarán de ella. Que puede herirte mañana mismo, hoy o dentro de una hora. Y si te amortajas en tu orgullo, ¡oh, entonces lo siento por ti, pues serás digno de piedad!
¡Orgullosos ! ¿ Qué erais antes de ser nobles y poderosos?
Quizá estabais más abajo que el último de vuestra servidumbre. Inclinad, pues,vuestra altiva frente, que Dios puede bajarla en el momento mismo en que más alta la ponéis .

El Evangelio según el Espiritismo.

Allan kardec.    
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                                      ¿ QUIEN ES FELIZ ?


                                 

Espinela (a Fenelón) :


A un sabio de gran valía 

le preguntó su aprendiz: 

-“¿Quién en la vida es feliz? 

¿Quien llena bien su alcancía? 

¿Quien gran mansión poseía? 

¿Quien cuya fama resuene? 

¿O quien mejor ropa estrene?” 

El sabio habló de esta forma: 

-“Es feliz quien se conforma 

tan solo con lo que tiene.



(Anteriormente publicado por Nieves García Sanchez)



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Espiritismo Sin Fronteras


3157501_GLas voces del infinito vinieron a dar tea a nuestra oscuridad. Con sus voces de fuego, reavivaron la chispa de nuestra eternidad. Como un nuevo Pentecostés, libre de la censura eclesiástica, libre de su intento de dominio, como si sólo fuera cosa de santos o propio del genio maligno. Estas voces amigas, hermanas, queridas, son las de los seres que abandonaron esta vida antes de nosotros. Que nos aguardan.
Ellos hablaron a los corazones, trajeron luz al siglo de la incertidumbre, de la incredulidad, el de la muerte de Dios, la muerte del dios que ya no servía, pues es el fin de la época de sumisión y vana servidumbre. La humanidad ha crecido y se rige por su propio razocinio. Tiene cultura, cosa que no tenía antes. Tiene posibilidad de verificar lo que les dicen, cosa que antes era imposible; el dogma acampaba por todas partes. 
Estas voces queridas, libres ya para la comunicación continua, trajeron a la humanidad el clamor de la nueva esperanza. La que tanto había sido sepultada y que sólo unos pocos conocían. Fuera logias, fuera secretismos. ¡A plena luz del día!
Las religiones que violaron su mensaje de amor fraternal, cerniendo muros insondables, se desquebrajaban ante las verdades que ellas en sí contienen. Recordadas por los seres de ultratumba.
Nació el espiritualismo moderno, Espiritismo bautizado por Allan Kardec, el codificador de los mensajes que llegaban por doquier. Y las viejas pasiones reprimidas rompieron los yugos que las mantenían subyugadas. Europa se cernía en múltiples revoluciones y guerras. Pues todo era cambio en el siglo XIX, el siglo de su nacimiento.
Se habló de la religión de los espíritus, craso error, nada nuevo traía el espiritismo, sino desbancar las falsedades añadidas a los credos ya existentes, debidos a la mano humana, interesada en mezclar los intereses políticos con las directrices de sus religiones.
Los espíritus hablaron del fin de la esclavitud, del fin de la pena de muerte, de verdadera igualdad entre hombres y mujeres, de la necesidad de un mundo más justo a través de la educación universal, la cual había de asentarse más en la comprensión y estimulación emocional, que en la adquisición alocada de conocimientos impersonales.
No habló de un credo superior a ninguno, ni de la necesidad de ser religión; filosofía espiritualista puso Kardec en el frontispicio del libro clave: Libro de los Espíritus; y dijo que era ciencia, pues los nuevos tiempos ya eran llegados.
Cualquier persona, sea cual sea su credo o no credo, podía abrazar los postulados base del espiritismo. Pues su voz era clara y contundente, maciza; lejos de la melifluidad de otras doctrinas.
Hoy día hay corrientes que se engañan y tratan de hacer religión al espiritismo. Cuando éste es de todos y todas, no sólo de un credo, sea el que fuera. Jesús es un modelo a seguir según la respuesta 625 del Libro de los Espíritus, pero ello no indica nada más al respecto. Para el espiritismo no es Dios, sino un enviado. Y se nos presenta su doctrina depurada de los intereses mundanos, como una base racional para guiar nuestra conducta. No como la única posible, sino que en ella, tal cual la explicaban los espíritus, se halla la esencia de todas las demás habidas. Pues se va a la pureza de la enseñanza: la pureza del mensaje de Jesús, la del profeta Mahoma, la de las máximas de Confucio, o de la sabiduría de Buda, etc. Sin ser ninguna tal cual las conocemos lo que el espiritismo nos revela.
Siendo todas respetables, pero con la mira puesta en la existencia clara de un mundo extracorpóreo; que el espiritismo demostraba con fehacientes hechos y datos, dado su carácter científico: en los investigadores serios que no se arredraban ante las inconveniencias de un paradigma científico todavía precario, para poder abarcar toda la riqueza que nos proponían los efectos investigados.
Dados estos hechos, la posibilidad de la comunicación con nuestros seres queridos, éstos se comunicaban según habían sido, pero con su concepción un tanto maravillada ante los nuevos hechos que vivenciaban en el otro plano. Ahí al comunicarse, seguían con sus antiguas creencias, pero con matices diferenciados. Algunos se sentían engañados, por su falso celo en actitudes premiadas por los humanos, pero no acordes con la “justicia divina”; justicia muchas veces de sentido común, que cualquiera lejano del fanatismo sabe aprehender cabalmente. Y muchos sentían liviandad, al ver que era todo mucho más hermoso de lo que pensaban. O sentían pesar si su actitud había sido mezquina para sus allegados.
He aquí la grandeza de esta gran enseñanza espiritual. El Consolador Prometido, en palabras de Jesús. Pero no únicamente para los cristianos, sino para todos, sean cuales fuera su credo. Pues la hermandad más allá de la muerte, la libertad de elección del libre albedrío, la posibilidad de comprender, conocer y estudiar, hacen esta filosofía espiritualista, todo un compendio que aglutina el buen hacer de todo librepensador/a.
Corazones listos para el amor, mentes dispuestas para la comprensión. Ser humano en evolución.
Tomado de  Zona Espírita

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