miércoles, 20 de septiembre de 2017

El Espiritismo y las fuerzas radiantes



Hoy podremos leer :

- El desarrollo de la bondad
- Ayuda evolutiva de los Planos Superiores
- El Espiritismo y las fuerzas radiantes
- La Beneficiencia


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        EL DESARROLLO DE LA BONDAD

La bondad ha estado en mi vida de espírita entre los temas que más me llamaron la atención, por su importancia en el desarrollo moral del indivíduo. Fue siempre uno de los objetivos que me propuse. Es accesible al entendimiento de las personas y fácilmente asimilable en el sentido intelectual. La bondad es una virtud sencilla aunque profunda al mismo tiempo: tenemos facilidad para entenderla pero cierta dificultad para aplicarla objetivamente.

La bondad es uno de los sentimientos superiores del alma, Es una virtud dinámica, de acción en el bien. La bondad es el amor en acción. Por su intermedio nos conquistamos a nosotros mismos y templamos la conciencia. Sus efectos se manifiestan en variadas formas y pueden ejercer un efecto armonizador en los ámbitos, saciar la sed espiritual de muchos, establecer el equilibrio de la sociedad, iluminar nuestro corazón o atenuar el sufrimiento de millones.

Cierta vez, un médium espírita con poco tiempo de militancia, estaba preocupado por comprender y perfeccionar sus facultades mediúmnicas. A medida que leía El Evangelio según el Espiritismo, fue creciendo en él la inquietud, pues notó que debería desarrollar numerosas virtudes. Entonces meditaba : "Tardaré decenas de encarnaciones para desarrollar tantas virtudes".
Su vida en el hogar y en su empleo presentaba las dificultades naturales del ser humano: discusiones, incomprensiones, resentimientos y todo lo habitual. Juan, tal era su nombre, comenzó aplicarse a esa vida nueva que el Espiritismo le mostraba y simultáneamente se impuso la responsabilidad de transformarse moralmente. Un día estaba Juan enfrascado en la lectura cuando se le presentó un espíritu. Con una sonrisa en los labios le explicó que era un amigo espiritual y a continuación le `preguntó a qué se debían tantas preocupaciones. El neófito espírita contestó que no sabía como hacer para desarrollar en la encarnación tantas virtudes como debía. El benefactor le dirigió una paternal mirada de complacencia, mientras le sugirió que solamente desarrollara una virtud, que se propusiera avanzar por etapas en esa fase de su vida, Solo le hizo una recomendación; ejercitarla durante las veinticuatro horas del día, o sea, que esa virtud debía estar presente en su pensamiento, en sus palabras, en su mirada, en sus actitudes. Juan se quedó satisfecho, porque elaborar una virtud le resultaría más sencillo que hacerlo a la vez con docenas de ellas y sintió curiosidad por saber que sentimiento era ese que tenía que desarrollar. El amigo espiritual interpretaba ese anhelo y el deseo de superarse del médium en formación, por lo que le respondió dulcemente; " ¡ La bondad Juan, la bondad !, No te vayas a olvidar: bondad en los pensamientos, bondad en las palabras, bondad en la mirada, bondad en las actitudes". Antes de desaparecer, el benefactor le hizo la promesa de regresar a los dos años para verificar los resultados.
   Juan tomó con mucha seriedad es encuentro y de ahí en adelante la bondad se convirtió en el proyecto más importante de su vida. La tuvo en cuenta a cada instante de su existencia y siempre era ella la que le indicaba la manera adecuada de conducirse. Fue su consejera en las dudas, en la magnanimidad del perdón, en la dulzura de las palabras, en la complacencia de la mirada y en la caridad de los gestos.

 Cada vez que pensaba en su esposa, en sus hijos, en quienes le daban disgustos, en las personas en general, lo hacía con respeto humano y con bondad, Los pensamientos de contrariedad fueron desapareciendo y se esfumaron por completo con la llegada de esas luces nuevas a la psíquis de Juan.
 Sus palabras transmitían matices novedosos, Comenzó a hablar desde el corazón. Evitaba las críticas ásperas y despechadas de las personas sin vigilancia. Reinició el diálogo casi interrumpido con su esposa e hijos, pero a partir de entonces sobre una base de comprensión, afecto, paciencia y bondad.

Se transformó su manera de mirar. Cambió la mirada desesperada de las preocupaciones y ansiedades por la mirada amistosa, benigna y dulce de la bondad. Comenzó a mirar con ternura a los pájaros, a los perros, a las flores. Modificó su expresión fisionómica al estar en contacto con quienes lo detestaban. Transmitía mensajes de amistad con la mirada y con los pensamientos, poniendo en evidencia un nuevo modo de relacionarse con el otro.
   Desde que se puso a observar con una mirada tierna a los sufrientes del mundo, intentó exteriorizar actitudes de solidaridad humana. El centro espírita donde colaboraba fue el punto de partida para su acercamiento a los dolores ajenos. Se incorporó a los servicios asistenciales y espirituales con el corazón impregnado de fraternidad. Sus actitudes diarias, insignificantes o no, dentro del hogar o fuera de él, eran gestadas con el aroma de la bondad.

 Pasó el tiempo y Juan logró modificarse. Había sido ansioso, irritable,con muchas susceptibilidades, pero empezaba a emerger en medio de la sociedad terrestre como un hombre más bondadoso, tranquilo, desbordante de paz. de la paz que brota del corazón, de la conciencia tranquila, del perdón de las ofensas. La bondad fue, en efecto, el detonante, el motor que desencadenó la aparición de otras virtudes. Junto con ella asomó la solidaridad, la tolerancia, el afecto, la caridad, la ternura, el perdón y otras energías saludables que impregnaron su alma y su cuerpo con promesas de salud física y espiritual.

 Los dos años transcurrieron velozmente y el amigo espiritual regresó, tal como lo había prometido. Estaba Juan en oración serena y confiada cuando se le apareció. Analizó las transformaciones profundas en la psiquis del médium espírita y el esfuerzo hecho para mejorar. Le dirigió una mirada de intensa dulzura y aprobación, esbozó una sonrisa y tan solo dijo: "Sigue así hijo" y volvió a desaparecer.

 Una vez que el ser humano prueba el sabor del elixir de la bondad, jamás querrá retornar a los escalones de la intemperancia mental. El sentimiento inferior de la maldad se expresa en diversas maneras en el individuo, desde las simples irritaciones hasta las venganzas y actitudes hostiles. Hace siglos que la maldad se encuentra en la psiquis humana, esperando el florecimiento de la bondad, esa energía nueva que puede disolver los restos de agresividad de la Tierra. Es suficiente con que percibamos que tanto la maldad como la bondad están dentro de nosotros. Crece el sentimiento que recibe nutrientes de similares características; en pocas palabras, la maldad solamente se incrementará si recibiese el refuerzo de pensamientos malos. Igual sucede con la bondad, crecerá en la medida que reciba pensamientos generosos. El entrenamiento en la bondad y la motivación hacia el bien orientarán el proceso de transformación interior. De modo que podemos afirmar que  la bondad es una fuerza fecunda porque construye, remueve obstáculos y conduce rápidamente al individuo por los caminos de la evolución.

-Jason de Camargo- Educación de los Sentimientos

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 AYUDA EVOLUTIVA DE LOS PLANOS SUPERIORES

LEÓN DENIS 


Cuando un ser desencarnado alcanza un plano elevado, es fácil para él enviar ese pensamiento a aquellos cuya sensibilidad es igual a la suya.. Pero en los planos superiores, el brillo de ciertos espíritus llega a un punto que no podría ser soportado por espíritus 
inferiores... 

Las corrientes que provienen de planos elevados fluyen a través de las diversas capas que forman los planos estelares y no siempre hasta nosotros. Sin embargo, vuestra Tierra es atravesada, diariamente, por haces de ondas que transportan los mensajes y los   pensamientos de seres muy evolucionados a otros seres, también evolucionados. 

Algunas radiaciones atraviesan, periódicamente, vuestra masa terrestre sin rodearla, para alcanzar un mundo opuesto, en el zénit. Ya sabéis bien que ciertas ondas producidas por los instrumentos terrestres, atraviesan todos los obstáculos. Dios ha permitido que tuvieseis una orientación, pero lo que sabéis en ese sentido es poco. Yo mismo he aprendido a adaptarme a esos rastros de ondas; yo los sentía como un soplo, pero no podía 
comprenderlos; ha sido preciso, para esto, un trabajo ininterrumpido. 


Por eso me he dedicado, en primero lugar, a estudiar el derrotero de los pensamientos que parten de los seres desencarnados. Si he seguido vuestras luchas políticas es porque tenía necesidad de analizar la marcha de los fluidos que se desprenden de cada ser, según la naturaleza de sus pensamientos. 


Actualmente, puedo recibir y leer las instrucciones de espíritus que habitan un determinado plano, en ciertos mundos y he constatado que, además de las entidades que fluctúan en el Espacio y que os envían inspiraciones más o menos buenas, según su grado de adelanto, os envuelven proyecciones de pensamientos, que constituyen haces de ondas, provenientes de mundos muy superiores al vuestro, con una luz frecuentemente muy bella, pero  que vosotros no percibís. 


Hay muy pocos hombres que sean impresionados por ellas. 


Algo importante: la acción de estos haces representa un lento trabajo de mejoramiento del globo terrestre y de los seres que lo habitan. Cualquiera que sea la distancia recorrida, ellos penetran e impregnan todos los elementos de vuestro planeta, sin tener en cuenta su relieve.. Para mi comprensión, esos haces son esencialmente regeneradores porque dejan, por su acción refleja, fluidos especiales sobre vuestro suelo y vuestros seres, y así   resultará, tarde o temprano, una gestación latente que ayudará a la  evolución de vuestra Humanidad. 

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“la inspiración es una sugestión de los Espíritus que nos revela el porvenir y todas aquellas cosas que están escondidas”
- Pitágoras-


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          EL ESPIRITISMO Y LAS FUERZAS                                RADIANTES

La Naturaleza, en sus diversos aspectos, nos ofrece un eterno encanto. Nuestra vista, órgano al mismo tiempo delicado y grosero, no percibe las formas de conjunto. Pero si, provistos de un microscopio, estudiamos la estructura íntima de los cuerpos, ¿qué ocurrirá? Estaremos obligados a reconocer que todos esos cuerpos están compuestos por una cantidad casi incalculable de partículas de una sutileza prodigiosa, animadas de movimiento constante, que se entrechocan, continuamente, en un vertiginoso torbellino.13 


Por ejemplo, cuando la Ciencia descubra la causa de la desintegración molecular de las partículas del radio, los científicos conocerán las fuerzas profundas de la naturaleza universal, fuerzas misteriosas que, desde el centro de la Tierra hasta la más distante estrella, interconectan todos los mundos en una formidable unidad. 


Las desintegraciones de átomos generan enormes cantidades de energía, mayores que todas las reacciones químicas. Por ejemplo, la desintegración de un átomo de uranio libera 400.000 veces más energía que la combustión de un átomo de carbono, según los químicos. Los rayos catódicos, dicen éstos, son producidos por una especie de “bombardeo” continuo de partículas infinitesimales a que llamamos electrones. Al producirse un vacío suficiente en 
ampollas de vidrio, como demostró William Crookes, se devuelven esas partículas al estado de libertad y de actividad, tanto más acentuado cuanto mayor sea la rarefacción. Con un vacío mayor, bajo la influencia de una corriente eléctrica, esas radiaciones presentan colores delicados, carmines y violetas, y se producen, entonces, fluorescencias que llegan al prodigio. 


Esos fenómenos luminosos vienen a confirmar lo que nos dicen los espíritus sobre las propiedades de la materia sutil y los efectos de luz, el empleo de los colores que desempeñan tan grande papel en todas las situaciones de la vida del Espacio.* 


Aumentando más la rarefacción, se obtienen radiaciones más poderosas. Los rayos catódicos, al chocar con las paredes de vidrio, aumentan de intensidad y toman el nombre de rayos X.14   Su poder de penetración sobrepasa todo lo que se conocía anteriormente; ellos atraviesan la madera, los tejidos, los metales e incluso las paredes; y se ha verificado que su acción se hacía sentir hasta 50 metros desde el punto de emisión. Su uso necesita cuidados   minuciosos, pues, si bien contribuyen a tratar varias dolencias, causan también, a veces, enfermedades mortales. 


Todos estos descubrimientos nos revelan la existencia de fuerzas evidenciadas por la disociación de la materia, que eran utilizadas por los espíritus, desde mucho tiempo atrás, en los fenómenos familiares a los estudiosos del mundo invisible.
 
No está de más insistir en el hecho de que los cuerpos llamados sólidos tienen tan solo una densidad aparente, que resulta de la imperfección de nuestros sentidos, y que, en realidad, ellos se componen de moléculas separadas unas de otras, por intervalos más o menos grandes, según la naturaleza de esos cuerpos. Esto nos explica su penetrabilidad por radiaciones de la materia sutil y de los fluidos, en particular. El fenómeno de transporte, de materialización de espíritus y todos los hechos de esa clase encuentran ahí su explicación; y todos aquellos que estudian, con atención, esta Ciencia de lo invisible, llegan a comprender y a admirar la armonía de las leyes que unen el mundo sensible con las fuerzas y las manifestaciones del Más Allá. 
Léon Denis 


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                                        LA BENEFICIENCIA

No hay mayor alegría para el espíritu evolucionado que la de hacer el bien a sus semejantes.
El espíritu imperfecto siente de vez en cuando esa sensación de alegría y regocijo, cuando  participa en las empresas a favor de sus semejantes,  ya que todos sabemos que Es un deber de todo cristiano dilatar la generosidad en el ejercicio de la beneficencia sin muchas interrogaciones  ni exigencias.
Para que nuestros corazones estén con regocijo, no tenemos que tener en él, remordimiento por no haber hecho el bien que podríamos haber hecho, ni por la indiferencia que hemos prestado a aquel que vino a llamar a nuestra puerta.
Hemos de aprovechar el tiempo y ayudar, pues la oportunidad pasa y ya es un tiempo irreparable.
Fuera de la caridad no hay salvación, la verdadera alegría reside en la caridad, en el bien practicado en pos de nuestros semejantes.  
Por eso cuando un pobre se acerque a nosotros, cuando un enfermo quejicoso reclame un servicio, cuando un vecino ofuscado irrumpa en nuestro camino, lejos de amonestarle, aprovechemos la oportunidad  de nuestra sonrisa gentil, de nuestra palabra  amiga, de la audición comprensiva, de nuestro interés por el dolor ajeno, de la paciencia fraternal…
Con el pretexto de no querer compactar con las sombras, no desdeñemos la ocasión de hacer el bien, recordemos que hay más fiesta en el Cielo por la entrada de uno malo convertido al bien, que por la entrada de cien justos, entonces procuremos acercarnos a esos hermanos infelices, exteriorizando todo nuestro amor, y el día que logremos hacerles cambiar, desistir de sus malas obras sentiremos el regocijo de la beneficencia, del bien que hemos realizado.
Seamos generosos con los que han sucumbido en la lucha contra sus pasiones y han sido arrastrados por el mal; seamos generosos para con los pecadores, los criminales y los duros de corazón, ya que no sabemos por las fases que han pasado y todo lo que han tenido que soportar para llegar al punto en que están, por eso a los que languidecen ante sus sufrimientos y aislamiento es que debemos procurar hacer el bien, y un día cuando les veamos fortalecidos sentiremos en nuestro interior la alegría y satisfacción que causa el bien hecho.
Dios nos da para que aprendamos a distribuir. El Señor agradece la bondad que podamos ejercer con la poca cosa que podamos entregar en el servicio del bien de los que sufren, como también por la palabra de ánimo que podamos grabar en los corazones torturados que nos solicitan fuerzas y esperanza.
La beneficencia  se expresa mediante el anonimato de las acciones dignificantes, para  que su práctica no reciba el premio de la gratitud del beneficiado ni el reconocimiento del grupo social, ofreciendo mecanismos de exaltación de la persona, que siente  regocijo con los homenajes, dificultando al “Yo” superior que pueda lograr la plenitud con Dios, por haber disfrutado de la recompensa del orgullo y de la vanidad a través de la glorificación de los hechos.
… Tengamos cuidado en no practicar las buenas obras delante de los hombres, ocultando con sabiduría en la naturalidad los momentos  de beneficencia y de amor que sean ofrecidos con relación a quien sufre.
Ofrezcamos nuestras manos, donemos las posibilidades  a la beneficencia, y comprenderemos que el mal no merece consideración, porque, predestinados a la luz y a la verdad, sean cuales sean nuestras limitaciones de hoy, el tiempo y el trabajo en nombre del amor a Dios, nos conducirá a la felicidad verdadera donde mueren todas las aflicciones, practicando la beneficencia que también es caridad.
Trabajo realizado por Merchita
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