Cuando yo participaba en un grupo en una casa espírita, todos los meses donábamos alimentos para formar cestas básicas que eran distribuidas a familias carentes de la comunidad.
Cada mes, un grupo se encargaba de traer arroz, otro, alubias, y así sucesivamente para componer la cesta.
En determinado mes le tocó a mi grupo traer café. Nada podía ser más simple: un kilo de café, no importaba la marca. En esto, que la coordinadora alertó: " Coordinen entre ustedes para traer café o un poco de café soluble. Porque las personas han reclamado que lo recibieron de un tipo y las otras de otro. Entonces, mejor que sea todo igual."
Durante mucho tiempo reflexioné sobre esto. Las familias eran carentes, recibían cestas de alimentos que con certeza suplían sus necesidades inmediatas. ¿ Entonces, por qué reclamaban?. ¡ Si al final no pagaban nada!. Un día me cayó en las manos un libro titulado "Traperos de Emaús". Contaba la historia de una comunidad iniciada por un padre, para personas que eran de los que llamaríamos "Sin techo". Un tramo me llamó la atención.
El padre contaba sus experiencias de la caridad.
De pequeño, él acostumbraba acompañar a su padre, que todos los meses donaba un día de su tiempo para atender personas necesitadas. El padre era médico, pero como ya había quien atendiese a las personas en ese sector, él se dedicaba a cortar el pelo, profesión que también ejerció. El pequeño percibía que aunque su padre ejecutaba su servicio, gratuito y con amor, las personas reclamaban mucho. Exigían tal o cual corte y a veces aun encima, se metían con mi padre porque no les había gustado el corte.
Pero el padre tenía una paciencia infinita, intentaba atender lo que le pedían y jamás devolvía las ofensas, llegando incluso a pedir disculpas, cuando a alguien no le gustaba el trabajo que realizaba. Entonces un día, el niño preguntó al padre por qué actuaba así. Y por qué las personas reclamaban de algo que recibían de gracia, que no obtendrían de otra forma. " Para esas personas, dice el padre, recibir es muy difícil. Ellas se sienten humilladas porque reciben sin dar nada a cambio. Por eso reclaman y es una forma de mantener la autoestima, de dejar claro que aun conservan su propia dignidad". Es preciso saber dar, dice el padre. Dar de modo que la persona que recibe no se sienta herida en su dignidad".
Después leí un libro de Brian Weis, en donde cuenta que una muchacha estaba muy molesta con Dios. La madre de ella había muerto tras varios años de vida vegetativa, siendo cuidada por los demás como un bebé indefenso. "Mi madre siempre ayudó a los demás, nunca quiso recibir nada, no merecía eso"- decía ella.
Entonces recibió un mensaje de los Maestros:
La dolencia de su madre fue una bendición, ella pasó la vida ayudando a los demás pero no saía recibir. Durante el tiempo de la dolencia, ella aprendió. Era necesario eso para su evolución.
Después de leer esos dos libros, comencé a entender la actitud de las personas que reclamaban por lo que recibían en las cestas básicas. Comencé también a reflexionar sobre ese fragil y necesario puente entre las personas que se llama "Dar y recibir".
Cuando ayudamos a alguien en dificultad, cuando damos alguna cosa a alguien que la necesita, sea material o inmaterial, estamos teóricamente en posición de superioridad. Somos nosotros los donadores, eso nos hace bien y a veces tendemos a no dar importancia a la forma como esa ayuda es dada. Por otro lado, cuando somos nosotros los que recibimos, o nos sentimos disminuidos, o lo recibimos como si aquello nos fuese debido. ¿ Y cuantas veces hacemos de ese puente una vía de dirección única?. ¿ Cuantas veces somos solo aquello que damos, aparentemente con generosidad, pero guardando en el fondo nuestro sentimiento de superioridad sobre otro?. O esperando su eterna gratitud. Y nos negamos orgullosamente a recibir,¿por qué?.¿ No necesitamos de nada ni de nadie? O por qué nos da vergüenza mostrar nuestra fragilidad, como si eso nos hiciese menores a los ojos de los demás. Y ¿ cuantas veces somos solo los que lo recibimos todo, sin dar nada a cambio, egoistamente convencidos de nuestros derecho a ello?. La Ley es "dar con libertad y recibir con gratitud", enseña San Pablo.
Que cada uno de nosotros consiga entender las lecciones de "Dar, de recibir y de agradecer" a Dios las oportunidades de aprenderlas.
Texto de Tania Vernet aportado por Luciana Quessada
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PARA REFLEXIONAR
Él todo lo creó.... ¡ Para mí !
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1).
Un hombre de negocios dio la razón por la cual él sabía que existía un Dios. Ha estado considerando seriamente la perfección de las estrellas y planetas, su sistema y orden.
Entonces él dijo: "En nuestra fábrica, una chica lleva más o menos dos días para aprender a montar los 17 entremeses de un moledor de carne. Puede ser que algunos crean que ésos millones de mundos, cada uno con sus órbitas separadas, perfectamente equilibrados en el espacio, se hayan agitado por mil millones de años y se organizado maravillosamente como están hoy. Soy meramente un fabricante de instrumentos
cortantes, pero, una cosa yo sé: puede agitar las 17 partes de un moledor de carne en una tina por los prójimos diecisiete mil millones de años y nunca tendrá un moledor de carne."
¡Cómo son de explêndidas las cosas creadas por nuestro Dios!
¡Como de maravilloso es el Dios qué todo creó! ¡Como somos de privilegiados y bienaventurados por poder llamar a ése Gran Dios de Padre y Amigo!
¿Como podría haber un universo tan perfecto y tan impresionante sin que haya habido un Creador de todo lo qué existe? ¿Como podríamos creer que el sol, la luna, los planetas y sus satélites naturales, y todo lo más de que tenemos conocimiento -- afuera lo que no conocemos, haya surgido por acaso o haya existido desde una explosión?
Alguien creó todo lo que existe, nos dio el aire para respirar, el agua para saciar nuestra sed, y una grande
variedad de alimentos para el sostén de nuestro cuerpo.
Alguien creó el universo y a nosotros también. Creó todo para nuestro bienestar y dicha. Ése alguien es Dios Todo Poderoso, nuestro Padre celestial, nuestro Amigo de todas las horas.
Él creó, sostiene y gobierna todo. Creó todas las cosas para nosotros. ¡Nuestro Dios es maravilloso!
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