domingo, 13 de marzo de 2011
Liderazgos espíritas
Allan Kardec hizo una interesante exposición sobre las aristocracias que gobiernan nuestro mundo, desde las épocas más atrasadas de la humanidad. Recordemos que aristocracia significa, “gobierno o poder de los mejores”. Kardec analiza el poder de los ancianos, de los guerreros, de los nobles, del dinero, de la inteligencia, aspirando desaguar en una aristocracia intelecto moral, o sea, el poder de la inteligencia unida a una solida moral.
No tenemos dudas que esta será la mejor forma de gobierno, hasta que un día todos sepan y cumplan sus deberes, conozcan sus derechos, y no será preciso tener quien obligue al cumplimiento de las leyes. Con todo, hasta que lleguemos a ese punto, precisamos de líderes políticos, religiosos y del pensamiento.
Lógicamente el Movimiento Espirita aun no puede dispensar liderazgos. ¿Mientras tanto, cuál sería el perfil ideal para el líder espirita? ¿Un médium que realice aquello que fue dictado por los Espíritus? ¿Es una idea interesante, sin embargo, donde quedaría la responsabilidad de los encarnados? ¿Debería ser, entonces un intelectual, con profundos conocimientos doctrinarios? No, también, porque apenas el conocimiento intelectual no basta. Entonces pensemos en un místico capaz de arrastrar a las multitudes con sus discursos o sermones. La respuesta es, también, negativa.
A nuestro entender un líder espirita legitimo precisa tener algunas virtudes, que sumadas, le darán un grado elevado de conocimiento y vivencia. Lógicamente, para vencer el o ella precisará ser disciplinado y paciente. Tener una vasta cultura doctrinaria, amar la ciencia y ser amante de la sabiduría, eso es, tener cualidades de un filósofo.
Quien esté volcado para las conquistas de la ciencia moderna, que no desprecie las conquistas de los científicos pioneros. Que su espíritu practico e inquisitivo no le impidan de ser un poeta, y conversar con las criaturas, las flores y las estrellas, que sea capaz de soportar reuniones cansadas de intelectuales, más también sean capaces de gastar un poco de su tiempo con los sencillos.
Precisamos de hombres y mujeres que penetren con su pensamiento los mundos diseminados en el espacio, y puedan discurrir sobre las súper civilizaciones de los mundos felices y divinos, más que visiten las favelas, los cortijos, las mansiones, los hospitales, las prisiones, llevando el amor que cubre la multitud de los errores humanos.
Precisamos de líderes que amen a sus familias, y también a la gran familia humana. Que estén apasionados por la vida, que enamoren las estrellas, y que viven en el mundo, sin prenderse al mundo.
No basta al líder predicar las virtudes del Evangelio y hablar del amor a Jesús de Nazaret, más también ejemplificar a cada paso, el Evangelio que trae en el corazón. Misioneros que, como Cristo, permanezcan con los brazos abiertos para acoger en su seno a los sufridores, a los que piden luz, más que sus brazos no sean prisiones, y permanezcan abiertos para aquellos que se quisieran marchar.
Aspiramos a líderes que conozcan el camino y que caminen por él, además que, de sus sandalias se puedan desprender lluvia de estrellas, para que podamos seguirlos en la búsqueda del Reino de Dios.
Y así, un día, podremos repetir con Allan Kardec: “El Espiritismo Amplia los Horizontes de la Humanidad”. Con Emmanuel: “El Espiritismo es un proceso libertado de Conciencias”. Con Herculano Pires: “El Espiritismo es la plataforma para un nuevo tiempo”. Con Francisco de Asís: “Me hace instrumento de vuestra paz”. Con Jesús: “Dios es Padre”. Con Juan: “Dios es Amor”.
Correo Fraterno do ABC de Marzo/Abril de 2006
Por Amílcar Del Chiaro Filho
Traducido por M.C.R.
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