INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-La Doctrina dogmática
2.- Recuerdos e impresiones del Espíritu tras su desencarnación
3.- La confianza
4.- Memorias de Amalia
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LA DOCTRINA DOGMÁTICA
" El alma, independiente de la materia, es creada al nacimiento de cada ser; sobrevive y conserva su individualidad después de la muerte; desde ese momento, su suerte queda irrevocablemente fijada; sus progresos ulteriores son nulos, y en consecuencia, moral e intelectualmente y para toda la eternidad, es lo que era durante su vida. Los malos son condenados a castigos perpetuos e irrevocables en el infierno; el arrepentimiento les es completamente inútil, pareciendo que Dios se niega a concederles la posibilidad del mal que hayan hecho. Los buenos son recompensados con la visión y contemplación perpetua de Dios en el cielo. Los casos en los que puede merecerse eternamente el cielo o el infierno, depende de la decisión y juicio de hombres falibles, a quienes les es dado absolver o condenar."
( Nota: Si se objeta a esta última proposición, que Dios juzga en última apelación, puede preguntarse: ¿ Qué valor tiene la decisión pronunciada por los hombres, ya que puede ser anulada?)
" Separación definitiva de los condenados y de los elegidos. Inutilidad, respecto a los condenados, de los socorros morales y consuelos. Creación de ángeles o almas privilegiadas, exentas de todo el trabajo para llegar a la perfección, etc, etc."
CONSECUENCIAS: Esta doctrina deja sin solución los graves problemas siguientes:
1.- ¿ De donde proceden las disposiciones innatas, intelectuales y morales, que hace que los hombres nazcan buenos o malos, inteligentes o idiotas?
2.- ¿ Cual es la suerte de los niños que mueren a edad temprana?. ¿Por qué entran en la bienaventuranza sin el trabajo al que están sometidos otros durante largos años?, ¿ Por qué son recompensado sin haber podido hacer el bien, o privados de eterna dicha sin haber hecho el mal?
3.- ¿ Cual es la suerte de cretinos e idiotas, que no tienen conciencia de sus actos?
4.- ¿ Cómo se justifican las miserias y enfermedades desde el nacimiento, no siendo resultado de la vida presente?
5.- ¿ Cual es la suerte de los salvajes y de todos los que forzosamente mueren en estado de inferioridad moral en el que se encuentran por la misma Naturaleza, si no les es dado progresar posteriormente ?
6.- ¿ Por qué crea Dios almas más o menos favorecidas, una respecto a otras ?
7.- ¿ Por qué Dios llama a Sí, prematuramente, a los que hubieran podido mejorarse do hubiesen vivido más años, puesto que no les es permitido progresar después de la muerte ?
8,. ¿ Por qué habrá creado Dios, ángeles, llegados sin trabajo alguno a la perfección, mientras que otras criaturas están sometidas a las más rudas pruebas, en las que tienen más posibilidades de sucumbir que de salir victoriosos ?
- Allan Kardec- Obras Póstumas -
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RECUERDOS E IMPRESIONES DEL ESPÍRITU TRAS SU DESENCARNACIÓN
¿Recuerda el Espíritu todas las existencias que precedieron a la última que acaba de abandonar?
- Todo su pasado se desarrolla ante él, así como las etapas que el viajero ha recorrido.. Lo hemos dicho ya, no tiene presentes de una manera absoluta la totalidad de los hechos. Sólo los recuerda en virtud de la influencia que han tenido sobre su actual estado de Espíritu. En cuanto a las primeras existencias, aquellas que se pueden considerar como la infancia del Espíritu, se pierden en el vacío, desapareciendo en la noche del olvido.
309..¿Cómo considera el Espíritu al cuerpo que acaba de dejar? -Como una ropa inadecuada, que le molestaba, y de la cual está dichoso de haberse desembarazado.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC
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LA CONFIANZA.
Entre los factores psicológicos que contribuyen al bienestar de los seres humanos, la confianza moral se destaca como de fundamental importancia, sin la cual diversos problemas se establecen en lo íntimo del ser en forma de conflictos perturbadores. Biológicamente, la confianza se encuentra inherente en la constitución física procedente del Espíritu que es el ser causal. La confianza es una bendición que proporciona salud y paz, facultando que determinadas endorfinas contribuyan a la armonía general y a la ausencia de dolores que, normalmente, afligen a las personas.
El desarrollo cultural, muchas veces como resultado de las experiencias que se derivan de las relaciones, no siempre saludables, instala en el psiquismo la desconfianza, fruto espurio de conductas infelices que se vuelven aceptables en la agrupación social. Hija predilecta del miedo, de la pérdida, de la agresividad, de los desatinos e infamias, responde por la inseguridad que aturde a la mayoría de las personas. Algunas piensan que, resguardándose en la sospecha cautelosa, se conducen bien, en razón del expresivo número de insensatos, de explotadores, de aquellos que se complacen en causar infelicidad.
No obstante, la vida nos propone la confianza como valioso e indispensable recurso, para tornar larga la existencia, coronándola de armonía y de júbilos internos. Pero, esa conducta de ninguna manera elimina las precauciones necesarias, para que el hombre no sea perjudicado ni agredido en los sentimientos de honradez y de equilibrio emocional. Cuando el ser fue víctima de explotación indebida, realizada por el abuso en relación al sentimiento de fe y de respeto, el individuo se arma, evitando que se repita el incidente infeliz. Igualmente, herencias ancestrales, procedentes de existencias anteriores, dificultan la confianza en razón de sospechas provenientes de acciones nefastas que permanecen fijadas en lo más recóndito del alma. Aflorando en forma de conflicto de inseguridad emocional, crea dificultades para la entrega, la instalación de la confianza en su mundo interior, sufriendo inquietudes, inseguridades y recelos injustificables.
Es necesario tener cuidado de no cerrar la puerta de la afabilidad a todos, como mecanismo defensivo, a fin de que no se repita la deplorable conducta, característica de trastornos emocionales. El niño que se entrega totalmente a los cuidados de la madre es el más bello ejemplo de la confianza inconsciente, que le yace adormecida, preparándole para una existencia estable y saludable. Pero a medida que la razón produce discernimiento, recelos que proceden del pasado se liberan de los depósitos de la memoria anterior y surgen las sospechas, los celos y los recelos. La criatura humana, a consecuencia del instinto gregario, necesita verse en grupo, en sociedad, en confianza.
El sentimiento de la confianza es automático en la existencia física, excepto en los casos de desequilibrios psicopatológicos. Moviéndose de un lugar a otro, se confía en que todo irá bien y nada acontecerá. Cuando se alimenta, el individuo no desconfía que el alimento pueda estar envenenado, que el conductor del vehículo que usa vaya a chocar contra otro, o que el controlador del vuelo suministre instrucciones erradas… Casi todo, en la Tierra, ocurre de manera automática en forma de confianza, como resultado de la civilización, de la ética, de los principios honorables. Al someterse a un complejo tratamiento quirúrgico, el paciente es inducido a confiar en el equipo médico encargado de trabajar por la preservación de su vida, por la recuperación de su salud. Todos los individuos dependen unos de otros, porque se necesitan y, de esa forma, se completan.
En un análisis profundo de la Ley de Amor preconizada por Jesús, la confianza desempeña una función relevante, por hacerse indispensable en la vivencia del postulado a ser abrazado. Educando a felinos portadores de instintos destructivos, sus domadores confían en los resultados eficaces de los ensayos y viven a su lado en perfecta armonía. Lo mismo acontece con relación a otros animales agresivos cuya cadena alimentaria pone en peligro a todos aquellos que se les acercan. Ciertamente existen los enfermos emocionales, los dolientes del alma que, desconectados del honor y del Bien, se creen suficientemente astutos para burlar, traicionar, explotar a los demás que consideran ingenuos, ignorantes e indefensos Realmente, lo son de esa manera aquellos que actúan deshonestamente, que usurpan, engañan y confiesan estar complacidos en herir, en actuar con dolo e infamia. No descuides cultivar la confianza en la vida, en los valores éticos que te han sido propuestos por la reencarnación. Vivir en la Tierra es también experimentar riesgos.
Nadie evoluciona sin la experiencia de los riesgos e intentos de error y de acierto. El número de aquellos que constituyen la fauna humana de las aberraciones es menor que el de los que respetan y se conducen con la equidad posible. Confía en las bendiciones del Padre, que espera tu elevación progresiva y avanza en paz.
Toda la vida de Jesús fue una permanente lección de confianza. Convidó a la gente de mala vida y convivió con todos ellos, reunió a su alrededor a hombres y mujeres simples del pueblo, despreciados unos y otros, considerados de mala ralea, para edificar el Reino de Dios en la Tierra. Explotado por unos, anatematizado y perseguido por otros, traicionado y abandonado, permaneció confiando en la grandeza moral de todos los que un día despertarían a la realidad conforme viene aconteciendo.
Juana de Ángelis
(Comunicación psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, en la reunión mediúmnica de la noche del 22 de agosto de 2012, en el Centro Espírita Redención, en Salvador, Bahía, Brasil)
Mi Espíritu ha tenido predilección por encarnar muchas veces en este suelo
español; en él he gozado, en él he tenido el orgullo de ser tributado y agasajado por
aquellos sencillos espíritus que no comprendían el orgullo del mío; en este suelo he
recogido muchas flores, que convertía, por mi jactancia e ingratitud, en espinas para
aquellos pobres jardineros que se habían esmerado tanto en presentármelas. ¿Cómo
cambiar de lugar? ¿Cómo tomar diferente rumbo, si no es posible coger el fruto sazonado lejos del árbol que lo arroja? A la sombra del mismo árbol; a los rayos del mismo sol, bajo el mismo ambiente es donde se tienen que recoger, una a una, todas aquellas espinas que uno por su orgullo ha hecho brotar de las flores. Aquellas espinas, por justa ley, tienen que penetrar dentro de nuestras carnes, para sentir el mismo dolor que hemos producido a los demás. Así es de la única manera que el Espíritu puede dar el paso más agigantado; y aunque parezca que el Espíritu lo tenga todo vedado en el transcurso de la vida, no es así: en sus momentos de lucidez, se da verdadera cuenta de sus caídas y de sus promesas de quererse regenerar. Cuando el Espíritu empieza una nueva labor, gime el cuerpo y se sonríe el alma y esas dos entidades que al parecer no van unidad, dentro de la realidad funcionan en buena armonía, y poco a poco van cumpliendo esa gran misión llamada progreso.
La Tierra es un vergel de flores; sólo en sus troncos guarda las espinas, y esos troncos y esas espinas no son confeccionados por Dios, sino que es la obra de vuestra imperfección. Cuando el hombre quiera ser feliz, lo será; su felicidad consiste en el sagrado cumplimiento de sus deberes. Cuando el hombre comprenda que su paso por la Tierra es un trabajo de prueba, empezará su verdadera labor, fatigando el cuerpo y ensangrentándose las manos, para arrancar las espinas del tronco de la inmortalidad, del orgullo, de la envidia, etc., que él mismo ha fabricado. Es un trabajo rudo, pero para dejar el planeta limpio de imperfecciones, la obra ha de ser puramente vuestra. El hombre, sólo él es quien ha hecho crecer las espinas; sólo él es el que ha convertido ese jardín en un campo árido y sin placer ninguno. Pero el hombre se cansará de sufrir, sí; se cansará de llorar, y fatigado en la playa de su vida, escuchando el lenguaje de su conciencia, empezará su redención. Después de redimido bendecirá los contratiempos de la vida; bendecirá la tierra ingrata que con el arado en la mano ha ido removiendo, socavando y buscando el fruto de la semilla que él mismo sembró. Entonces es cuando cada Espíritu se encargará de quitar las piedras que ha puesto en su camino; entonces será el planeta Tierra ese vergel que os he mencionado antes. ¡Ah! Y entonces ¡Qué hermoso será descender a la Tierra! Todo se regularizará y marchará como es debido que marche, porque vuestro mundo también está enlazado con la rueda de otros mundos. También a los otros planetas les ha tocado pasar por la misma rotación que el vuestro, y ahora disfrutan sus moradores de esa plácida calma que necesitan los Espíritus para comprender a Dios.
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