miércoles, 3 de septiembre de 2025

El Dr. Adolfo Bezerra de Menezes

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-  La maledicencia

2.- Indicación fraterna.

3.- La decisión del aborto

4.- El  Dr. Adolfo Bezerra de Menezes

                                        ********************************


                LA MALEDICENCIA   

 La maledicencia no tiene que ver con la verdad ni con la mentira, sino con la aviesa manera de contarlas. 

  Nunca se vio contienda que no fuese procedida de murmuraciones inferiores. Es hábito antiguo de la liviandad procurar la ingratitud, la miseria moral, el orgullo, la vanidad y todos los flagelos que arruinan almas en este mundo para organizar las conversaciones de la sombra, donde el bien, el amor y la verdad son sofocados con malicia. 

  Desde tiempos inmemorables la maledicencia ha sido un mal ejercido en todas partes. Desde el momento que están juntas dos personas, se genera una conversación y en la mayoría de las ocasiones es para emitir juicios, hablar de los demás esto es una práctica muy común. Aunque no se tengan argumentos, o pocos conocimientos sobre el asunto que están tratando o de la persona que están hablando, muchas personas rencorosas y frustradas se sienten aliviadas hablando mal de los demás. 

  El diccionario de la real academia de la lengua española, define la maledicencia como la acción o habito de hablar en perjuicio de alguien denigrándolo. El hombre tiene un órgano minúsculo que es la lengua – lámina diminuta envainada en la boca. Instrumento sublime, creado para loar e instruir, ayudar e incentivar el bien, en cambio ¡cuántas veces el hombre se vale de ella para censurar, flagelar, perturbar, herir!… Si el hombre consiguiera dominarla, educarla la podría transformar en timón de paz y amor en el barco de su vida. “La muerte y la vida están en poder de la lengua...” Proverbios 18:21 Con la lengua, podemos definir nuestra vida. Todo lo que sucede en nuestra vida pasa por nuestra lengua. La Bendición o la maldición, la muerte o la vida. La Biblia es muy clara cuando nos dice arriba que la vida y la muerte están en el poder de la lengua. Infelizmente muy pocos creyentes la utilizan bien, produciendo vida. Y muchos se destruyen a sí mismos, a su familia y a otros utilizando mal a su lengua. Algunos no saben de la gravedad de esta palabra, otros sabiendo, actúan sin el temor de Dios, hablando tonterías, maldiciones, palabras de derrota y piensan que esto no trae ningún problema. 

  La maledicencia es el ejercicio de denigrar, de manchar de negro la vida del otro. Es la forma de consuelo más siniestra. La manera más zafia de elevar la propia estima. En estos tiempos de libertad, vivimos su dictadura. Las tres formas más corrientes de ejercer la maledicencia son la calumnia, el chisme, la envidia, analicemos por separado estas faltas tan comunes entre los hombres. 

  Cuando queremos causar un daño y hacemos una acusación falsa sobre alguien calumniamos. El chisme se define como una noticia verdadera o falsa con que se murmura o se pretende difamar a una persona o en muchos casos a una institución.

   La envidia es la tristeza causada en uno por el bienestar de otro. Envidia es avinagrarse porque alguien la está pasando mejor que uno, lo que sea que esto signifique: más dinero, fama, talento, etc. Para poder reflexionar sobre el asunto analizaremos una historia, es la de un sabio que fue visitado por un amigo que se puso a hablar mal de otro amigo del sabio, y este le dijo: “Después de tanto tiempo, me visitas para cometer ante mí tres delitos: primero, procurando que odie a una persona a la que amaba; segundo, preocupándome con tus avisos y haciéndome perder la serenidad; y tercero, acusándote a ti mismo de calumniador y maledicente”. Los cristianos deberíamos actuar contra cualquier nuevo brote de maledicencia con firmeza. 

  En algunas situaciones deberíamos ser tan firmes y tajantes como los médicos que luchan contra reloj para cortar el avance de un nuevo virus. Un virus puede destruir una vida, y eso es muy grave. Pero sólo quien ha sufrido el veneno de la calumnia, quien se ha visto insultado, señalado, abandonado por culpa de una mentira que corre veloz de boca en boca, puede comprender que hay formas de muerte moral más dolorosas que la misma enfermedad física. 

  De la envidia nace el odio, la maledicencia, la calumnia, el chisme y la alegría causada por el mal del prójimo Los libros sagrados de las principales religiones tales como la Biblia, condenan la maledicencia; veamos algunos apartados al respecto: 

- Aquellos que amamos la vida y queremos ver días buenos, tenemos que refrenar nuestra lengua de hablar mal de los demás y de decir calumnias (Pedro 3:10).  - Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano... (Santiago 4:11).  Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. (Efesios 4:31).  Aquellos que amamos la vida y queremos ver días buenos, tenemos que refrenar nuestra lengua de hablar mal de los demás y de decir calumnias (Pedro 3:10). 

  La maledicencia, la calumnia y el chisme son propios de sociedades poco evolucionadas y es la falta de ética lo que nos hace ocuparnos más de la vida de los demás que de la propia, tal es así que pareciera que el chisme se ha convertido en el deporte favorito de muchos de nosotros. 

  Hay gente que se pasa horas hablando o murmurando de otras personas, y muchas veces sin darse cuenta del error que están cometiendo, y lo peor es que ellos juran que no son chismosos. Otras veces el “error” es premeditado. Hay artistas consumados en desprestigiar y hablar mal de los demás, y en hacer correr bolas contra quien les cae mal, sin considerar el daño que causan a las reputaciones y a la honra de las gentes. También están los que chismean sin maldad aparente, sólo para sentirse importantes, (¿no sabes la última?), y otros lo hacen maliciosamente, con la intención de causar daño a alguien en particular; puede ser por rivalidad, celos, competencia, enemistad, oposición, antagonismo, pugna, envidia, etc., todo ello empujado posiblemente por un gran complejo de inferioridad. 

  Se sabe que el rasgo principal del chisme es la mentira o la verdad dicha a medias, siendo parte importante, el infundio y la calumnia, y si a esto le añadimos que cada oyente, al momento de contárselo a otro, le agrega un poco más de sal de su propia cosecha, nos encontramos con monstruosidades que suelen acabar con el honor y la dignidad de una persona. 

  Lo grave es que increíblemente se usa el chisme contra personas consideradas amigas, actuando con hipocresía y perfidia que nadie entiende. Los seres humanos somos generalmente egoístas y nos centramos en nuestros propios problemas, pero cuando se trata de encontrar defectos y hacérselos saber a todo el mundo, ahí sí sabemos centrar la atención en los demás y dejar nuestro yo de lado. Todos somos expertos en las vidas ajenas; si hasta hay programas de televisión y personas que viven de eso. ¿Será que mientras nos ocupamos de hablar de los otros o de nuestros jefes no nos queda tiempo para mirarnos a nosotros mismos? ¿Descargamos en los demás nuestras propias frustraciones? ¿Hablamos de las carencias de éste o de aquél para no tener que afrontar las propias? ¿Nos escondemos en la broma y en sacarle filo a historias ajenas para no asumir nuestras propias incapacidades? Cuando se genera un rumor, la bola va creciendo y cada persona por la que pasa va añadiendo algo de su propia cosecha y el mensaje original se ha convertido en algo irreconocible. ¿Se acuerdan del juego del teléfono malogrado? Después de pasar por varias personas el recado estaba totalmente tergiversado e irreconocible. Pues lo mismo pasa en muchas ocasiones en nuestra vida. El daño causado por la maledicencia es muy difícil de reparar. No siempre nos damos cuenta del perjuicio. Se agravia, ofende y calumnia con un desparpajo increíble, si preguntamos a un chismoso de donde ha sacado esas expresiones, responderá: “lo escuché”, “me dijeron”, “se comentó en una conversación”, “me lo contó un amigo”.

   En muchos casos la maledicencia se basa en afirmaciones sin sentido, pero una vez que han sido pronunciadas causan un daño difícil de reparar. Los chismes son informaciones deformadas, que tienen un ciclo similar a los rumores: nacen como si fueran seres vivos, se desarrollan y mueren. Incluso pueden reencarnarse con nuevos bríos o hasta con nuevo cuerpo. 

  El chisme es producto de la convivencia social y se aprende con el tiempo, y todos de alguna forma lo hemos practicado. Un comentario infundado generalmente está constituido por una serie de mentiras o exageraciones que tal vez lleguen a perjudicar a uno o varios individuos, dependiendo de la intención de quien lo genera. La estructura del chisme lo conforman: el chismoso, el receptor de la habladuría y la víctima, de que se habla en forma negativa y sin fundamentos. Esto puede ir desde una simple crítica hasta la invención de toda una historia en torno a un sujeto determinado. O sea, se juega también a intentar cambiar la realidad. Instituciones como la nuestra se convierten en verdaderos campos de espionaje entre sus trabajadores, la inseguridad se intensifica, se pierde la confianza entre los compañeros, se traicionan, se utilizan, compiten, se crean ambientes en los que se siente que se camina entre vidrios.

   El que murmura hace daño a tres personas, a él mismo, al que escucha sin desmentir al hablante, y a la persona de quien se murmura. Si se tiene algo que reprochar a alguien, él es la primera persona que debería escuchar el reproche, pero lamentablemente por la falta de sinceridad que nos caracteriza, el maledicente se encuentra con el compañero, le sonríe y le saluda con palabras amables y hasta le adula, para después, apenas despedido, comenzar, de una manera u otra a hablar mal de él.

   En el caso de la calumnia, ésta es considerada como un modo de difamación que destruye a la persona afectada, no sólo por las heridas que produce, sino por la dificultad de repararlas. Aunque a uno le importe poco la opinión ajena, la calumnia abre las puertas a la duda. La calumnia tiene su mejor cómplice en el “piensa mal” y hace tambalearse hasta las más firmes convicciones acerca de la rectitud o la honradez de una persona, incluso una vez aclarada la mentira. Se sabe de amistades a prueba de bombas que han sucumbido al insidioso enredo de las maledicencias deliberadas; el veneno de la calumnia ha roto parejas y ha desmembrado familias, igual que ha provocado depresiones y sembrado discordias irreparables. Antiguamente el honor y la honra eran los bienes más preciados de las personas y su pérdida se consideraba irrecuperable, y cuando alguien ofendía el honor y la honra de un individuo, esta ofensa se lavaba con sangre generalmente en un duelo. En nuestros días estos conceptos pareciera que han quedado anticuados y lo que ofrecemos a nuestros jóvenes es una sociedad en la que todo se puede comprar y vender, donde prima la mediocridad y la falta de valores morales. 

  ¿Podemos tomar medidas radicales, firmes, profundas, contra la mentira, el chisme, la calumnia espontánea o promovida de modo organizado y sistemático? Lo primero que podríamos hacer es mirar nuestros corazones. Si guardamos rencores, si la envidia asoma de vez en cuando su cabeza repugnante, hemos de pedir a Dios un corazón bueno, que sepa perdonar, que sepa amar. Quien no ama a su hermano no puede amar a Dios (1Jn 4,20). Del corazón malo sólo salen malas cosas.

   El virus de la calumnia se origina en mentes que viven fuera del Evangelio, en fuentes incapaces de ofrecer el agua del amor (St 3,10-18). Por lo mismo, hemos de decidirnos a no ser nunca los primeros en lanzar una crítica contra nadie. ¿Para qué voy a decir esto? ¿Es sólo una imaginación mía? ¿Me gustaría que alguien dijese algo parecido de mí? Al contrario, necesitamos aprender a ser ingeniosos para alabar y defender a los demás. Esto es posible si tenemos un corazón realmente cristiano, bueno, comprensivo, misericordioso. En ocasiones veremos fallos, pero el amor es capaz de cubrir la multitud de los pecados (1Pe 4,8). Cuando sea posible, podremos corregir al pecador, pero siempre con mansedumbre, como nos enseña san Pablo: "Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo" (Ga 6,1-2). Después, como ante una epidemia grave, hemos de levantar una barrera firme, decidida, contra cualquier calumnia. Nunca divulgar nada contra nadie, mucho menos una suposición, una mentira como tantas otras lanzadas por ahí (a través de la prensa, de internet, a viva voz). Incluso cuando sepamos que alguien ha sido realmente injusto (lo sepamos por haberlo visto, no sólo de oídas), ¿para qué divulgarlo? ¿Es esto cristiano? ¿No es mejor amonestar a solas al hermano para ver si puede convertirse, si puede cambiar de vida? 

Tendríamos que ser firmes como muros: delante de nosotros nadie debería poder hablar mal de otras personas. Si queremos vivir una vida más significativa, debemos buscar la forma de dejar de “interesarnos” en las vidas ajenas y comenzar a preocuparnos más de nuestras propias vidas, es decir dedicarnos a mejorar y a corregir nuestros defectos. 

  Debemos ser más sinceros cuando hablamos a las personas, y más tolerantes cuando hablamos de ellos. Si vemos algo con lo que no estemos de acuerdo o alguna cosa nos molesta de aquellos que conviven a nuestro alrededor, debemos ir directamente a él y hablarle claramente demostrando nuestros argumentos. ¡Cuántos males, sufrimientos y rencores serían evitados si habláramos con sinceridad! 

Este artículo ha sido extraído de Internet por Mercedes Cruz Reyes y de diversos libros espiritas, como “Religión de los Espíritus” de Chico Xavier, y de Viña de Luz.

                                                           *****************************

                                       

  

                    INDICACION FRATERNA

"Servid unos a los otros, cada uno según el don que ha recibido...:-Pedro.(I de Pedro, 4:10).

Este es el camino para el perfeccionamiento necesario: trabajar, aprender, sufrir, participar y colaborar en la Causa del Bien.

El amor encierra en si las Leyes del Universo y todo lo que hagamos contra el amor es algo que creamos contra nosotros mismos. Por ello, acepta el sacrificio como la mas elevada norma de acción.

No huyas de los encargos que la Sabiduría de la Vida te entregó .

Por encima de todo, promuévete, sirviendo mas.

El sudor del trabajo confiere experiencia.

La lagrima de aflicción enciende la luz espiritual.

Cuando el dolor te visite, reflexiona en su mensaje.

No existe sufrimiento sin significación.

Si no fuese por la prueba, nadie conseguiría atesorar comprensión y discernimiento.

En los dias de desacierto, aun cuando te reconozca en la sombra del fracaso, levántate, reinicia la tarea y contempla de nuevo la bendición del Sol, teniendo la convicción de que el error fue superado nos enseña indulgencia, enterneciéndonos el corazón, a fin que lleguemos a entender y disculpar las posibles faltas de los semejantes. Incluso en las crisis que te estrangulan la sensibilidad, se fiel al ideal de servir y no te desanimes.

No esperes el descanso externo, cuando no tengas la paz dentro de ti.

Pase lo que pase, no interrumpas la tarea en ejecución, para dar oído al sarcasmo o a la censura. Ofrece lo mejor de ti a los que comparten el camino contigo y, conservando la conciencia tranquila, trabaja siempre, recordando, a cada momento, que, así como el fruto habla del árbol; el servicio es el testimonio del servidor.

Espíritu EMMANUEL. FRANCISCO CÁNDIDO XAVIER

Transcripta de la obra, "Cosecha"

                         **************************************


                     LA DECISIÓN DEL ABORTO

                                    


  ¿En qué momento ocurre el milagro de la vida?       

¿En qué instante el soplo Divino pasa a animar el cuerpo de aquel nuevo ser que pronto surgirá en la Tierra? 

La respuesta a estas preguntas siempre inquietó  a la   Humanidad. Meditaron sobre ella filósofos,  religiosos y  científicos. Solamente la religión  ofrece certezas. 

Lo más interesante es que esas certezas son muy semejantes, lo que indica que las diversas tradiciones religiosas, alrededor del Mundo, guardan entre si muchas cosas en común. 

Por ejemplo, casi todas las religiones enseñan que la vida se inicia en el momento de la concepción. 

En aquel momento en que el espermatozoide fecunda el óvulo, se inicia el más complejo y conmovedor proceso:  la formación de un nuevo cuerpo humano. 

 Y, lo aseguran los religiosos, es en ese instante sublime  cuando el Espíritu se une al cuerpo que comienza a formarse

Por eso, también, las religiones son unánimes en reprobar el aborto. La única excepción es cuando el embarazo amenaza realmente la vida de la madre. Y eso también es una unanimidad entre las creencias.

Bueno, si es así, si todas las religiones humanas desaconsejan el aborto, ¿por qué la Humanidad insiste en el abortamiento?

¿ El qué hace que un padre o una madre, decidan matar a su hijo?.¿Que nos mueve a tomar una actitud que hace víctima a una frágil criatura desprotegida?

Respuesta: nuestro egoísmo. Cuando nos vemos en una situación que amenaza nuestro confort, en general nos defendemos escogiendo una actitud defensiva.

El problema es cuando nuestra actitud viola los derechos de los demás. Y eso, definitivamente, es lo que ocurre cuando se hace el aborto.

Sí, porque en el silencio del vientre crece un cuerpo que ya tiene dueño. Será morada de un Espíritu inmortal, abrigará a un hijo de Dios.

¿Cuántas veces nosotros, los que creemos en Dios, pensamos que aquel cuerpo en formación es la morada de un hermano nuestro? ¿ Que es un ser especial que las manos de Dios depositaron en nuestros brazos?

Y ¿ cómo recibimos esa nueva vida? ¿Qué hacemos con el Divino regalo que nos llegó a las manos? ¿Será correcto sofocarlo cuando está todavía tan frágil y pequeñito?

 No. La vida pide protección, amparo.

En todos los países e idiomas del Mundo, la maternidad es alabada como sublime. No podemos, en nombre de la modernidad, corromper los valores morales y éticos que heredamos. La ley natural es la del progreso. Jamás de retroceso.

Hoy, el discurso de mucha gente es que la mujer debe tener poder de decisión sobre su cuerpo, pero es que no es su cuerpo lo que se destruye, sino el de su hijo que viene a este mundo.

La legalización del aborto es tratada como un avance de los derechos humanos, pues se alega que la medida va a proteger las mujeres pobres que hacen abortos ilegales. Esto son argumentaciones equivocadas porque  parten de principios erróneos. 
 

Primero, porque el feto es otro ser, su cuerpecito  no es parte del cuerpo de la madre.

Y cabe la pregunta: ¿De qué derechos humanos hablamos? Los derechos humanos están para garantizar prácticas éticas y no para legalizar un asesinato de niños.

Y si deseamos de hecho proteger a las mujeres pobres de las consecuencias de un aborto ilegal, deberíamos invertir en salud y educación, en vez de invertir en promover este crimen hediondo que es el aborto, por mucho que el ser humano lo legalice.

Esta inversión en salud y educación, constituye el antídoto para prevenir estos actos tan tristes y crueles. Mujeres correctamente informadas utilizarán diversos métodos contraceptivos porque tendrán acceso a la información. No necesitarán matar para evitar la gestación.

Por otro lado, ¿ dónde está el amor del que tanto hablamos y aspiramos sentir? El ejercicio del amor nos recomienda cuidar de los más débiles y protegerlos, ¿Qué clase de amor es ese que se desvencija de la vida que florece?

El amor acoge, protege, bendice, fortalece; es la expresión máxima de solidaridad. El amor seguramente no mata.

- Redacción de Momento Espírita- 

 

                                 *******************************


 

EL DR. ADOLFO BEZERRA  DE MENEZES
                                                       

Si  Camilo Flammarión desarrolló con propiedad la ciencia espírita, si León Denis profundizó y lanzó luces sobre la filosofía, debemos a Bezerra de Menezes el abordaje del aspecto religioso que se tradujo en ejemplos a lo largo de su vida.

Bezerra fue, sin sombra de duda, el precursor del Espiritismo Religioso, a quien debemos el florecimiento del Evangelio en el Espiritismo brasileño, repleto de obras asistenciales y de procedimientos pautado en las virtudes enseñadas por el Divino Maestro.

Si no fuera por Bezerra, el Espiritismo hoy estaría resumido a las prácticas experimentales y discusiones estériles. Pablo de Tarso está para Jesús, así como Bezerra está para Kardec.

Fue en la madrugada del 29 de agosto de 1831 que el pequeño Adolfo vio la luz del día.

Nacido en un pueblo llamado ‘Riacho do Sangue’, en el Estado de Ceará, vivió en compañía de los padres hasta la juventud, recibiendo ejemplos de probidad y justicia.

Con 20 años, el joven Adolfo se dirigió para Rio de Janeiro, con la finalidad de estudiar medicina, enfrentando cinco años de sacrificios y renuncias, en que la voluntad de vencer era la única bandera en cuya sombra el estudiante se abrigaba.

Bezerra concluyó el curso de medicina a fines de 1856, cuando tenía 25 años.

Se casó con Doña María Cândida Lacerda en 1858. Fue periodista, colaborando en varios periódicos de la metrópoli; clínico filántropo y estimadísimo en los medios militares; electo concejal por dos mandatos y, en 1867, aclamado en la Cámara, para donde fue electo diputado general.

Enviudó en 1863, quedándose con dos hijos pequeños. Se casó, posteriormente, con doña Cândida Augusta de Lacerda Machado, hermana materna de su primera mujer y con quien tuvo siete hijos.

Su conversión al Espiritismo se dio cuando recibió de las manos del Dr. Joaquim Carlos Travassos un ejemplar de El Libro de Los Espíritus: “Lo leía, pero no encontraba nada que fuera nuevo...”,afirmaba Bezerra. Años después, el 16 de agosto de 1886, en presencia de 2000 personas, en la sala de honra de la Guardia Vieja, en Rio de Janeiro, Bezerra proclama su adhesión al Espiritismo, causando una fuerte conmoción en la sociedad carioca.

Ingresó en el periodismo desplegando gran actividad en el periódico El País, defendiendo la Doctrina Espírita y exhibiendo las primicias de sus principios elevados, revestidos del caballerismo del más apurado lenguaje.

Fue presidente de la Federación Espírita Brasileña durante dos gestiones, y luchó tenazmente por la concretización de su gran sueño: la unión integral de la familia espiritista brasileña.

Fundó la primera Escuela de Médiums en la historia del Espiritismo y por eso fue combatido por muchos.

Lo decepcionaban los debates interminables sobre la ciencia espírita, una vez que Becerra no comprendía la Doctrina sin la fe religiosa. Proseguía, sin embargo, incansable, en la campaña sorda en pro de los ideales superiores. Era, según Acquarone, el único batallador por la Religión Espírita.

Muy pobre y en pleno aislamiento, no desanimaba. De las propias pruebas obtenía la fuerza necesaria para hacer frente a la lucha.

Tres años antes de iniciar el siglo veinte, Bezerra, aún cansado y enfermo, atendía en su consultorio, en la Estación Riachuelo, Rio de Janeiro, a centenas de clientes pobres que se aglomeraban en las puertas de la farmacia, de propiedad de su viejo amigo José Guilherme Cordeiro.

Fue allí, entre las cuatro paredes de aquella sala de trabajo, que la bondad de Bezerra alcanzó la cumbre de una auténtica misión apostólica.

“El Desfile de Gratitud” es el capítulo del libro de Acquaroneque relata los días finales de Bezerra en esa jornada de luz que emprendió en la triste noche de los hombres. Es un capítulo que debe ser leído para que el lector pueda vivir los momentos emocionantes que marcaron el cierre de una gran vida.

El día 11 de abril de 1900, después de tres meses, Bezerra se vio libre de la parálisis que le paralizaba la lengua y le robaba el habla y sin un gemido, sin una contracción, alzaba vuelo para la verdadera vida.

Cincuenta años pasados de su desencarne, el 11 de abril de1950, el mundo espiritual le presta un simple homenaje. Entre cánticos y alabanzas, en una asamblea integrada por trabajadores de Cristo, surge la imagen angelical de Celina, que, descendiendo del infinito, le dirige la palabra:

“Adolfo Bezerra de Menezes, la Madre Santísima, considerando tus luchas y aflicciones entre los hombres, te concede la ventura de nuevas experiencias en los orbes de eterna luz”.

Delante de la importante invitación – distanciarse de la Tierra y de sus pobrezas y mezquindades – se hizo silencio en el recinto... El buen viejito se levanta y contesta:

“Celina, ve y dile a la Madre de Nuestro Celeste Benefactor, que, si me es permitido pedir, rogaría permanecer en el bendito suelo del Cruzeiro: no me permito ser feliz mientras en Brasil llore alguien. ¡Qué pueda yo quedarme en la Patria del Evangelio entre los caídos y sufridores! Concédeme extender mis pobres manos sobre aquellos a quienes el soplo frío de la adversidad ha transformado en permanente llanto el camino de la vida... Hasta que la gran aurora de ventura inmortal corone la frente y enaltezca de luz todos los corazones!”.

Después de momentos de profundas emociones surge de lo Alto, en letras luminosas, la respuesta:

“¡Te será concedido, por amor a tu propio amor!”

Fragmentos de la Biografía de Bezerra de Menezes, tomados del libro Entendiendo el Espiritismo 📚✍️editora Alianza

                                              ***************************************




No hay comentarios: