INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- La maledicencia
2.- Indicación fraterna.
3.- La decisión del aborto
4.- El Dr. Adolfo Bezerra de Menezes
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LA MALEDICENCIA
La maledicencia no tiene que ver con
la verdad ni con la mentira, sino con la aviesa manera de contarlas.
Nunca se vio contienda que no fuese procedida de murmuraciones inferiores. Es
hábito antiguo de la liviandad procurar la ingratitud, la miseria moral, el
orgullo, la vanidad y todos los flagelos que arruinan almas en este mundo para
organizar las conversaciones de la sombra, donde el bien, el amor y la verdad
son sofocados con malicia.
Desde tiempos inmemorables la maledicencia ha sido un mal ejercido en todas
partes. Desde el momento que están juntas dos personas, se genera una
conversación y en la mayoría de las ocasiones es para emitir juicios, hablar de
los demás esto es una práctica muy común. Aunque no se tengan argumentos, o
pocos conocimientos sobre el asunto que están tratando o de la persona que
están hablando, muchas personas rencorosas y frustradas se sienten aliviadas
hablando mal de los demás.
El diccionario de la real academia de la lengua española, define la
maledicencia como la acción o habito de hablar en perjuicio de alguien
denigrándolo. El hombre tiene un órgano minúsculo que es la lengua – lámina
diminuta envainada en la boca. Instrumento sublime, creado para loar e
instruir, ayudar e incentivar el bien, en cambio ¡cuántas veces el hombre se
vale de ella para censurar, flagelar, perturbar, herir!… Si el hombre
consiguiera dominarla, educarla la podría transformar en timón de paz y amor en
el barco de su vida. “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”
Proverbios 18:21 Con la lengua, podemos definir nuestra vida. Todo lo que
sucede en nuestra vida pasa por nuestra lengua. La Bendición o la maldición, la
muerte o la vida. La Biblia es muy clara cuando nos dice arriba que la vida y
la muerte están en el poder de la lengua. Infelizmente muy pocos creyentes la
utilizan bien, produciendo vida. Y muchos se destruyen a sí mismos, a su
familia y a otros utilizando mal a su lengua. Algunos no saben de la gravedad
de esta palabra, otros sabiendo, actúan sin el temor de Dios, hablando
tonterías, maldiciones, palabras de derrota y piensan que esto no trae ningún
problema.
La maledicencia es el ejercicio de denigrar, de manchar de negro la vida del
otro. Es la forma de consuelo más siniestra. La manera más zafia de elevar la
propia estima. En estos tiempos de libertad, vivimos su dictadura. Las tres
formas más corrientes de ejercer la maledicencia son la calumnia, el chisme, la
envidia, analicemos por separado estas faltas tan comunes entre los
hombres.
Cuando queremos causar un daño y hacemos una acusación falsa sobre alguien
calumniamos. El chisme se define como una noticia verdadera o falsa con que se
murmura o se pretende difamar a una persona o en muchos casos a una
institución.
La envidia es la tristeza causada en uno por el bienestar de otro.
Envidia es avinagrarse porque alguien la está pasando mejor que uno, lo que sea
que esto signifique: más dinero, fama, talento, etc. Para poder reflexionar
sobre el asunto analizaremos una historia, es la de un sabio que fue visitado
por un amigo que se puso a hablar mal de otro amigo del sabio, y este le dijo:
“Después de tanto tiempo, me visitas para cometer ante mí tres delitos:
primero, procurando que odie a una persona a la que amaba; segundo,
preocupándome con tus avisos y haciéndome perder la serenidad; y tercero,
acusándote a ti mismo de calumniador y maledicente”. Los cristianos deberíamos
actuar contra cualquier nuevo brote de maledicencia con firmeza.
En algunas situaciones deberíamos ser tan firmes y tajantes como los médicos
que luchan contra reloj para cortar el avance de un nuevo virus. Un virus puede
destruir una vida, y eso es muy grave. Pero sólo quien ha sufrido el veneno de
la calumnia, quien se ha visto insultado, señalado, abandonado por culpa de una
mentira que corre veloz de boca en boca, puede comprender que hay formas de
muerte moral más dolorosas que la misma enfermedad física.
De la envidia nace el odio, la maledicencia, la calumnia, el chisme y la
alegría causada por el mal del prójimo Los libros sagrados de las principales
religiones tales como la Biblia, condenan la maledicencia; veamos algunos
apartados al respecto:
-
Aquellos que amamos la vida y queremos ver días buenos, tenemos que refrenar
nuestra lengua de hablar mal de los demás y de decir calumnias (Pedro
3:10). - Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del
hermano y juzga a su hermano... (Santiago 4:11). Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería
y maledicencia, y toda malicia. (Efesios 4:31). Aquellos que
amamos la vida y queremos ver días buenos, tenemos que refrenar nuestra lengua
de hablar mal de los demás y de decir calumnias (Pedro 3:10).
La maledicencia, la calumnia y el chisme son propios de sociedades poco
evolucionadas y es la falta de ética lo que nos hace ocuparnos más de la vida
de los demás que de la propia, tal es así que pareciera que el chisme se ha
convertido en el deporte favorito de muchos de nosotros.
Hay gente que se pasa horas hablando o murmurando de otras personas, y muchas
veces sin darse cuenta del error que están cometiendo, y lo peor es que ellos
juran que no son chismosos. Otras veces el “error” es premeditado. Hay artistas
consumados en desprestigiar y hablar mal de los demás, y en hacer correr bolas
contra quien les cae mal, sin considerar el daño que causan a las reputaciones
y a la honra de las gentes. También están los que chismean sin maldad aparente,
sólo para sentirse importantes, (¿no sabes la última?), y otros lo hacen
maliciosamente, con la intención de causar daño a alguien en particular; puede
ser por rivalidad, celos, competencia, enemistad, oposición, antagonismo,
pugna, envidia, etc., todo ello empujado posiblemente por un gran complejo de
inferioridad.
Se sabe que el rasgo principal del chisme es la mentira o la verdad dicha a
medias, siendo parte importante, el infundio y la calumnia, y si a esto le
añadimos que cada oyente, al momento de contárselo a otro, le agrega un poco
más de sal de su propia cosecha, nos encontramos con monstruosidades que suelen
acabar con el honor y la dignidad de una persona.
Lo grave es que increíblemente se usa el chisme contra personas consideradas
amigas, actuando con hipocresía y perfidia que nadie entiende. Los seres
humanos somos generalmente egoístas y nos centramos en nuestros propios
problemas, pero cuando se trata de encontrar defectos y hacérselos saber a todo
el mundo, ahí sí sabemos centrar la atención en los demás y dejar nuestro yo de
lado. Todos somos expertos en las vidas ajenas; si hasta hay programas de
televisión y personas que viven de eso. ¿Será que mientras nos ocupamos de
hablar de los otros o de nuestros jefes no nos queda tiempo para mirarnos a
nosotros mismos? ¿Descargamos en los demás nuestras propias frustraciones?
¿Hablamos de las carencias de éste o de aquél para no tener que afrontar las
propias? ¿Nos escondemos en la broma y en sacarle filo a historias ajenas para
no asumir nuestras propias incapacidades? Cuando se genera un rumor, la bola va
creciendo y cada persona por la que pasa va añadiendo algo de su propia cosecha
y el mensaje original se ha convertido en algo irreconocible. ¿Se acuerdan del
juego del teléfono malogrado? Después de pasar por varias personas el recado
estaba totalmente tergiversado e irreconocible. Pues lo mismo pasa en muchas
ocasiones en nuestra vida. El daño causado por la maledicencia es muy difícil
de reparar. No siempre nos damos cuenta del perjuicio. Se agravia, ofende y
calumnia con un desparpajo increíble, si preguntamos a un chismoso de donde ha
sacado esas expresiones, responderá: “lo escuché”, “me dijeron”, “se comentó en
una conversación”, “me lo contó un amigo”.
En muchos casos la maledicencia se basa en afirmaciones sin sentido, pero
una vez que han sido pronunciadas causan un daño difícil de reparar. Los
chismes son informaciones deformadas, que tienen un ciclo similar a los
rumores: nacen como si fueran seres vivos, se desarrollan y mueren. Incluso
pueden reencarnarse con nuevos bríos o hasta con nuevo cuerpo.
El chisme es producto de la convivencia social y se aprende con el tiempo, y
todos de alguna forma lo hemos practicado. Un comentario infundado generalmente
está constituido por una serie de mentiras o exageraciones que tal vez lleguen
a perjudicar a uno o varios individuos, dependiendo de la intención de quien lo
genera. La estructura del chisme lo conforman: el chismoso, el receptor de la
habladuría y la víctima, de que se habla en forma negativa y sin fundamentos.
Esto puede ir desde una simple crítica hasta la invención de toda una historia
en torno a un sujeto determinado. O sea, se juega también a intentar cambiar la
realidad. Instituciones como la nuestra se convierten en verdaderos campos de
espionaje entre sus trabajadores, la inseguridad se intensifica, se pierde la
confianza entre los compañeros, se traicionan, se utilizan, compiten, se crean
ambientes en los que se siente que se camina entre vidrios.
El que murmura hace daño a tres personas, a él mismo, al que escucha sin
desmentir al hablante, y a la persona de quien se murmura. Si se tiene algo que
reprochar a alguien, él es la primera persona que debería escuchar el reproche,
pero lamentablemente por la falta de sinceridad que nos caracteriza, el
maledicente se encuentra con el compañero, le sonríe y le saluda con palabras
amables y hasta le adula, para después, apenas despedido, comenzar, de una
manera u otra a hablar mal de él.
En el caso de la calumnia, ésta es considerada como un modo de difamación
que destruye a la persona afectada, no sólo por las heridas que produce, sino
por la dificultad de repararlas. Aunque a uno le importe poco la opinión ajena,
la calumnia abre las puertas a la duda. La calumnia tiene su mejor cómplice en
el “piensa mal” y hace tambalearse hasta las más firmes convicciones acerca de
la rectitud o la honradez de una persona, incluso una vez aclarada la mentira.
Se sabe de amistades a prueba de bombas que han sucumbido al insidioso enredo
de las maledicencias deliberadas; el veneno de la calumnia ha roto parejas y ha
desmembrado familias, igual que ha provocado depresiones y sembrado discordias
irreparables. Antiguamente el honor y la honra eran los bienes más preciados de
las personas y su pérdida se consideraba irrecuperable, y cuando alguien
ofendía el honor y la honra de un individuo, esta ofensa se lavaba con sangre
generalmente en un duelo. En nuestros días estos conceptos pareciera que han
quedado anticuados y lo que ofrecemos a nuestros jóvenes es una sociedad en la
que todo se puede comprar y vender, donde prima la mediocridad y la falta de
valores morales.
¿Podemos tomar medidas radicales, firmes, profundas, contra la mentira, el
chisme, la calumnia espontánea o promovida de modo organizado y sistemático? Lo
primero que podríamos hacer es mirar nuestros corazones. Si guardamos rencores,
si la envidia asoma de vez en cuando su cabeza repugnante, hemos de pedir a
Dios un corazón bueno, que sepa perdonar, que sepa amar. Quien no ama a su
hermano no puede amar a Dios (1Jn 4,20). Del corazón malo sólo salen malas
cosas.
El virus de la calumnia se origina en mentes que viven fuera del
Evangelio, en fuentes incapaces de ofrecer el agua del amor (St 3,10-18). Por
lo mismo, hemos de decidirnos a no ser nunca los primeros en lanzar una crítica
contra nadie. ¿Para qué voy a decir esto? ¿Es sólo una imaginación mía? ¿Me
gustaría que alguien dijese algo parecido de mí? Al contrario, necesitamos
aprender a ser ingeniosos para alabar y defender a los demás. Esto es posible
si tenemos un corazón realmente cristiano, bueno, comprensivo, misericordioso.
En ocasiones veremos fallos, pero el amor es capaz de cubrir la multitud de los
pecados (1Pe 4,8). Cuando sea posible, podremos corregir al pecador, pero
siempre con mansedumbre, como nos enseña san Pablo: "Hermanos, aun cuando
alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con
espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser
tentado. Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de
Cristo" (Ga 6,1-2). Después, como ante una epidemia grave, hemos de
levantar una barrera firme, decidida, contra cualquier calumnia. Nunca divulgar
nada contra nadie, mucho menos una suposición, una mentira como tantas otras
lanzadas por ahí (a través de la prensa, de internet, a viva voz). Incluso
cuando sepamos que alguien ha sido realmente injusto (lo sepamos por haberlo
visto, no sólo de oídas), ¿para qué divulgarlo? ¿Es esto cristiano? ¿No es
mejor amonestar a solas al hermano para ver si puede convertirse, si puede
cambiar de vida?
Tendríamos
que ser firmes como muros: delante de nosotros nadie debería poder hablar mal
de otras personas. Si queremos vivir una vida más significativa, debemos buscar
la forma de dejar de “interesarnos” en las vidas ajenas y comenzar a
preocuparnos más de nuestras propias vidas, es decir dedicarnos a mejorar y a
corregir nuestros defectos.
Debemos ser más sinceros cuando hablamos a las personas, y más tolerantes
cuando hablamos de ellos. Si vemos algo con lo que no estemos de acuerdo o
alguna cosa nos molesta de aquellos que conviven a nuestro alrededor, debemos
ir directamente a él y hablarle claramente demostrando nuestros argumentos.
¡Cuántos males, sufrimientos y rencores serían evitados si habláramos con
sinceridad!
Este artículo ha sido extraído de Internet por
Mercedes Cruz Reyes y de diversos libros espiritas, como “Religión de los
Espíritus” de Chico Xavier, y de Viña de Luz.
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INDICACION FRATERNA
"Servid unos a
los otros, cada uno según el don que ha recibido...:-Pedro.(I de Pedro, 4:10).
Este es el camino para
el perfeccionamiento necesario: trabajar, aprender, sufrir, participar y
colaborar en la Causa del Bien.
El amor encierra en si
las Leyes del Universo y todo lo que hagamos contra el amor es algo que creamos
contra nosotros mismos. Por ello, acepta el sacrificio como la mas elevada
norma de acción.
No huyas de los
encargos que la Sabiduría de la Vida te entregó .
Por encima de todo,
promuévete, sirviendo mas.
El sudor del trabajo
confiere experiencia.
La lagrima de
aflicción enciende la luz espiritual.
Cuando el dolor te
visite, reflexiona en su mensaje.
No existe sufrimiento
sin significación.
Si no fuese por la
prueba, nadie conseguiría atesorar comprensión y discernimiento.
En los dias de
desacierto, aun cuando te reconozca en la sombra del fracaso, levántate, reinicia la tarea y contempla de nuevo la bendición del Sol, teniendo la
convicción de que el error fue superado nos enseña indulgencia,
enterneciéndonos el corazón, a fin que lleguemos a entender y disculpar las
posibles faltas de los semejantes. Incluso en las crisis que te estrangulan la
sensibilidad, se fiel al ideal de servir y no te desanimes.
No esperes el descanso externo, cuando no tengas la paz dentro de ti.
Pase lo que pase, no
interrumpas la tarea en ejecución, para dar oído al sarcasmo o a la censura.
Ofrece lo mejor de ti a los que comparten el camino contigo y, conservando la
conciencia tranquila, trabaja siempre, recordando, a cada momento, que, así como el fruto habla del árbol; el servicio es el testimonio del servidor.
Espíritu EMMANUEL. FRANCISCO CÁNDIDO XAVIER
Transcripta de la
obra, "Cosecha"
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LA DECISIÓN DEL ABORTO
¿En qué momento ocurre el milagro de la vida?
¿En qué instante el soplo Divino pasa a animar el cuerpo de aquel nuevo ser que pronto surgirá en la Tierra?
La respuesta a estas preguntas siempre inquietó a la Humanidad. Meditaron sobre ella filósofos, religiosos y científicos. Solamente la religión ofrece certezas.
Lo más interesante es que esas certezas son muy semejantes, lo que indica que las diversas tradiciones religiosas, alrededor del Mundo, guardan entre si muchas cosas en común.
Por ejemplo, casi todas las religiones enseñan que la vida se inicia en el momento de la concepción.
En aquel momento en que el
espermatozoide fecunda el óvulo, se inicia el más complejo y conmovedor
proceso: la formación de un nuevo cuerpo humano.
Y, lo aseguran los religiosos, es en ese instante sublime cuando el Espíritu se une al cuerpo que comienza a formarse
Por eso, también, las religiones son unánimes en reprobar el aborto. La única
excepción es cuando el embarazo amenaza realmente la vida de la madre. Y eso también es
una unanimidad entre las creencias.
Bueno, si es así, si todas las religiones humanas desaconsejan el aborto, ¿por
qué la Humanidad insiste en el abortamiento?
¿ El qué hace que un padre o una madre, decidan matar a su hijo?.¿Que nos mueve
a tomar una actitud que hace víctima a una frágil criatura desprotegida?
Respuesta: nuestro egoísmo. Cuando nos vemos en una situación que amenaza
nuestro confort, en general nos defendemos escogiendo una actitud defensiva.
El problema es cuando nuestra actitud viola los derechos de los demás. Y eso,
definitivamente, es lo que ocurre cuando se hace el aborto.
Sí, porque en el silencio del vientre crece un cuerpo que ya tiene dueño. Será
morada de un Espíritu inmortal, abrigará a un hijo de Dios.

¿Cuántas veces nosotros, los que
creemos en Dios, pensamos que aquel cuerpo en formación es la morada de un
hermano nuestro? ¿ Que es un ser especial que las manos de Dios depositaron en nuestros
brazos?
Y ¿ cómo recibimos esa nueva vida? ¿Qué hacemos con el Divino regalo que nos
llegó a las manos? ¿Será correcto sofocarlo cuando está todavía tan frágil y
pequeñito?
No. La vida pide protección, amparo.
En todos los países e idiomas del Mundo, la maternidad es alabada como sublime.
No podemos, en nombre de la modernidad, corromper los valores morales y éticos
que heredamos. La ley natural es la del progreso. Jamás de retroceso.
Hoy, el discurso de mucha gente es que la mujer debe tener poder de decisión
sobre su cuerpo, pero es que no es su cuerpo lo que se destruye, sino el de su hijo que viene a este mundo.
La legalización del aborto es tratada como un avance de los derechos humanos, pues
se alega que la medida va a proteger las mujeres pobres que hacen abortos
ilegales. Esto son argumentaciones equivocadas porque parten de principios erróneos.
Primero, porque el feto es otro ser, su cuerpecito no es parte del cuerpo de la madre.
Y cabe la pregunta: ¿De qué derechos humanos hablamos? Los derechos humanos están
para garantizar prácticas éticas y no para legalizar un asesinato de niños.
Y si deseamos de hecho proteger a las mujeres pobres de las consecuencias de un
aborto ilegal, deberíamos invertir en salud y educación, en vez de invertir en promover este crimen hediondo que es el aborto, por mucho que el ser humano lo legalice.
Esta inversión en salud y educación, constituye el antídoto para prevenir estos actos tan tristes y crueles. Mujeres correctamente informadas utilizarán diversos métodos contraceptivos porque tendrán
acceso a la información. No necesitarán matar para evitar la gestación.
Por otro lado, ¿ dónde está el amor del que tanto hablamos y aspiramos sentir? El
ejercicio del amor nos recomienda cuidar de los más débiles y protegerlos, ¿Qué clase de amor es ese
que se desvencija de la vida que florece?
El amor acoge, protege, bendice, fortalece; es la expresión máxima de solidaridad. El
amor seguramente no mata.
- Redacción de Momento Espírita-
Si Camilo Flammarión desarrolló con propiedad la ciencia espírita, si
León Denis profundizó y lanzó luces sobre la filosofía, debemos a Bezerra de
Menezes el abordaje del aspecto religioso que se tradujo en ejemplos a lo largo
de su vida.
Bezerra fue, sin sombra de duda, el precursor del Espiritismo Religioso, a quien debemos el florecimiento del Evangelio en el Espiritismo brasileño, repleto de obras asistenciales y de procedimientos pautado en las virtudes enseñadas por el Divino Maestro.
Si no fuera por Bezerra, el Espiritismo hoy estaría resumido a
las prácticas experimentales y discusiones estériles. Pablo de Tarso está para
Jesús, así como Bezerra está para Kardec.
Fue en la madrugada del 29 de agosto de 1831 que el pequeño
Adolfo vio la luz del día.
Nacido en un pueblo llamado ‘Riacho do Sangue’, en el Estado de Ceará, vivió en compañía de los padres hasta la juventud, recibiendo ejemplos de probidad y justicia.
Con 20 años, el joven Adolfo se dirigió para Rio de Janeiro, con la finalidad de estudiar medicina, enfrentando cinco años de sacrificios y renuncias, en que la voluntad de vencer era la única bandera en cuya sombra el estudiante se abrigaba.
Bezerra concluyó el curso de medicina a fines de 1856, cuando
tenía 25 años.
Se casó con Doña María Cândida Lacerda en 1858. Fue periodista,
colaborando en varios periódicos de la metrópoli; clínico filántropo y
estimadísimo en los medios militares; electo concejal por dos mandatos y, en
1867, aclamado en la Cámara, para donde fue electo diputado general.
Enviudó en 1863, quedándose con dos hijos pequeños. Se casó, posteriormente, con doña Cândida Augusta de Lacerda Machado, hermana materna de su primera mujer y con quien tuvo siete hijos.
Su conversión al Espiritismo se dio cuando recibió de las manos del Dr. Joaquim Carlos Travassos un ejemplar de El Libro de Los Espíritus: “Lo leía, pero no encontraba nada que fuera nuevo...”,afirmaba Bezerra. Años después, el 16 de agosto de 1886, en presencia de 2000 personas, en la sala de honra de la Guardia Vieja, en Rio de Janeiro, Bezerra proclama su adhesión al Espiritismo, causando una fuerte conmoción en la sociedad carioca.
Ingresó en el periodismo desplegando gran actividad en el periódico El País, defendiendo la Doctrina Espírita y exhibiendo las primicias de sus principios elevados, revestidos del caballerismo del más apurado lenguaje.
Fue presidente de la Federación Espírita Brasileña durante dos
gestiones, y luchó tenazmente por la concretización de su gran sueño: la unión
integral de la familia espiritista brasileña.
Fundó la primera Escuela de Médiums en la historia del Espiritismo y por eso fue combatido por muchos.
Lo decepcionaban los debates interminables sobre la ciencia
espírita, una vez que Becerra no comprendía la Doctrina sin la fe religiosa.
Proseguía, sin embargo, incansable, en la campaña sorda en pro de los ideales
superiores. Era, según Acquarone, el único batallador por la Religión Espírita.
Muy pobre y en pleno aislamiento, no desanimaba. De las propias
pruebas obtenía la fuerza necesaria para hacer frente a la lucha.
Tres años antes de iniciar el siglo veinte, Bezerra, aún cansado y enfermo, atendía en su consultorio, en la Estación Riachuelo, Rio de Janeiro, a centenas de clientes pobres que se aglomeraban en las puertas de la farmacia, de propiedad de su viejo amigo José Guilherme Cordeiro.
Fue allí, entre las cuatro paredes de aquella sala de trabajo, que la bondad de Bezerra alcanzó la cumbre de una auténtica misión apostólica.
“El Desfile de Gratitud” es el capítulo del libro de Acquaroneque relata los días finales de Bezerra en esa jornada de luz que emprendió en la triste noche de los hombres. Es un capítulo que debe ser leído para que el lector pueda vivir los momentos emocionantes que marcaron el cierre de una gran vida.
El día 11 de abril de 1900, después de tres meses, Bezerra se
vio libre de la parálisis que le paralizaba la lengua y le robaba el habla y
sin un gemido, sin una contracción, alzaba vuelo para la verdadera vida.
Cincuenta años pasados de su desencarne, el 11 de abril de1950, el mundo espiritual le presta un simple homenaje. Entre cánticos y alabanzas, en una asamblea integrada por trabajadores de Cristo, surge la imagen angelical de Celina, que, descendiendo del infinito, le dirige la palabra:
“Adolfo Bezerra de Menezes, la Madre Santísima, considerando tus luchas y aflicciones entre los hombres, te concede la ventura de nuevas experiencias en los orbes de eterna luz”.
Delante de la importante invitación – distanciarse de la Tierra y de sus pobrezas y mezquindades – se hizo silencio en el recinto... El buen viejito se levanta y contesta:
“Celina, ve y dile a la Madre de Nuestro Celeste Benefactor, que, si me es permitido pedir, rogaría permanecer en el bendito suelo del Cruzeiro: no me permito ser feliz mientras en Brasil llore alguien. ¡Qué pueda yo quedarme en la Patria del Evangelio entre los caídos y sufridores! Concédeme extender mis pobres manos sobre aquellos a quienes el soplo frío de la adversidad ha transformado en permanente llanto el camino de la vida... Hasta que la gran aurora de ventura inmortal corone la frente y enaltezca de luz todos los corazones!”.
Después de momentos de profundas emociones surge de lo Alto, en
letras luminosas, la respuesta:
“¡Te será concedido, por amor a tu propio amor!”
Fragmentos de la Biografía de Bezerra de Menezes, tomados del
libro Entendiendo el Espiritismo editora Alianza
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