martes, 2 de septiembre de 2025

La confianza

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La Doctrina deísta

2.- Metempsicosis

3.- Jesús anunció la venida de un Consolador

4.- La confianza

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                         LA DOCTRINA DEÍSTA

   El deísmo comprende dos categorías distintas de creyentes: Los deístas independientes y los deístas providenciales.

Los deístas independientes creen en Dios y admiten todos sus atributos como Creador. Dios-dicen- ha establecido las leyes generales que rigen el Universo, pero creadas estas leyes, funcionan por sí solas y su autor no se ocupa más de ellas. Las criaturas hacen lo que quieren o lo que  pueden, sin que Dios se preocupe de ello. No hay providencia, y no ocupándose Dios de nosotros, ni debemos darle gracias ni pedirle nada.

 Los que niegan toda intervención de la Providencia en la vida del hombre, son como niños que se creen bastante juiciosos para emanciparse de la tutela de sus consejeros y de la protección de sus padres, o que se figuran que sus  padres no han de ocuparse de ellos una vez que los han puesto en el mundo.

 So pretexto de glorificar a Dios, demasiado grande, dicen, para relajarse hasta sus criaturas, hacen de Él un gran egoísta y lo rebajan al nivel de los animales. que abandonan a sus pequeñuelos a los elementos.

 Esta creencia es resultado del orgullo, y la idea de verse sometido a un poder superior, del que procuran emanciparse, es lo que lastima su amor propio. Mientras que unos recusan semejante poder. otros consienten en reconocer su existencia, pero condenándola a la nulidad.

 Existe una diferencia esencial entre el deísta independiente, del que acabamos de hablar, y el deísta presidencial. En efecto, este último cree, no solamente en la existencia y virtud creadora de Dios desde el origen de las cosas, sino que también en su intervención incesante en la Creación, y le dirige súplicas, pero no admite el culto externo ni el actual dogmatismo.

- Allan Kardec- ( Obras Póstumas )

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METEMPSICOSIS 

Algunas personas hay que, desconociendo la Ley Palingenésica, son prontas a exclamar: —¡Ah, sí; la metempsicosis de Pitágoras. O la creencia de reencarnar en un animal, como castigo a los seres malvados! 

Nada tan incierto. 
Pitágoras, jamás sostuvo tal concepto. Explicaba, sí, el renacimiento de las almas, en cuerpos concordantes con su naturaleza psíquica; y que, a medida que el alma se perfeccionaba en inteligencia y bondad, se manifestaba en cuerpos más perfectos. Explicaba a sus discípulos más adelantados, ya en el grado teogónico: «Una vida en la carne, no es más que una anilla en la larga cadena de la evolución del alma». 
Según la definición en el Diccionario de la Real Academia Española, metempsicosis es: «Doctrina religiosa y filosófica de varias escuelas orientales y renovada por otras de Occidente, según la cual transmigran las almas, después de la muerte, a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia anterior». 
La creencia de la retrogradación a las formas animales, es una superstición creada en el Asia por la casta sacerdotal de los brahamanes, como espantajo para amedrentar a los débiles y crear esos privilegios sacerdotales y aristocráticos, que han tenido al Asia en un letargo de siglos, del cual comienza a despertar. 

Las formas inferiores de vida, son etapas del psiquismo, de la chispa divina o mónada, y una vez superadas estas etapas no vuelve a ellas. Una vez alcanzada la etapa humana, no retrocede. Por ello, es desacertado suponer que la metempsicosis pueda ser la vuelta del alma humana a animar la vida de un animal. 

Sebastián de Arauco.

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 JESÚS ANUNCIÓ LA VENIDA DE UN 
                    CONSOLADOR

35. “Si me amáis, guardad mis mandamientos, y yo rogaré a mi Padre, y Él os enviará otro Consolador, a fin de que quede eternamente con vosotros; el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve. Pero vosotros lo conocéis, porque permanecerá con vosotros, y estará en vosotros. Pero el Consolador, que es el Santo Espíritu, al que mi Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas, y os hará recordar todo lo que 
yo os he dicho.” (San Juan, 14:15 a 17; 26). – El Evangelio según el espiritismo, Capítulo VI.) 

36. “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá hasta vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no han creído en mí; en lo referente a la justicia, porque me voy hacia mi Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el príncipe de este mundo ya está juzgado. 

Predicciones del Evangelio 

411 ”Tengo aún muchas otras cosas para deciros, pero por el momento no las podéis soportar. 
”Cuando venga ese Espíritu de Verdad, él os enseñará toda la verdad, porque no hablará de sí mismo, sino que dirá todo lo que haya escuchado, y os anunciará lo que ha de venir. 
”Él me glorificará, porque recibirá de lo mío, y os lo anunciará.” (San Juan, 16:7 a 14.) 

37. Esta predicción es, sin discusiones, una de las más importantes desde el punto de vista religioso, porque demuestra sin ningún equívoco que Jesús no dijo todo lo que tenía para 
decir, puesto que no lo habrían comprendido ni siquiera sus apóstoles, ya que era a ellos a quienes Él se dirigía. Si les hubiese dado instrucciones secretas, los Evangelios harían alguna mención al respecto. Ahora bien, dado que Jesús no dijo todo a sus apóstoles, los sucesores de estos no pudieron saber más que ellos en relación con lo que Él dijo. Es posible, pues, que se hayan confundido en cuanto al sentido de sus palabras, o que hayan interpretado falsamente sus pensamientos, en muchas ocasiones velados bajo la forma de parábolas. Por consiguiente, las religiones que se basaron en el Evangelio no pueden considerarse en posesión de toda la verdad, visto que Jesús reservó para sí la tarea de completar posteriormente sus enseñanzas. El principio de la inmutabilidad de esas enseñanzas constituye un desmentido de las palabras mismas de Cristo. 

Con el nombre de Consolador y de Espíritu de Verdad, Jesús anunció la venida de aquel que habría de enseñar todas las cosas y de recordar lo que Él había dicho. Por consiguiente, su enseñanza no estaba completa. Además prevé que su mensaje sería olvidado, y que sus palabras serían desvirtuadas, ya que el Espíritu de Verdad vendría a recordar todo lo que Él dijo y, de común acuerdo con Elías, a restablecer todas las cosas, es decir, a ponerlas de acuerdo con el verdadero pensamiento de Jesús. -La Génesis - Capítulo XVII 

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38. ¿Cuándo vendrá ese nuevo revelador? Es evidente que, si en la época en que Jesús hablaba, los hombres no se encontraban en estado de comprender las cosas que a Él le quedaban por decir, no sería en unos pocos años que podrían adquirir los conocimientos 
necesarios para ello. A fin de que se comprendieran ciertas partes del Evangelio, con excepción de los preceptos de moral, se necesitaban conocimientos que sólo el progreso de las ciencias podía otorgar, y que debían ser obra del tiempo y de muchas generaciones. 
Por consiguiente, si el nuevo Mesías hubiese venido poco tiempo después de Cristo, habría encontrado el terreno en las mismas condiciones, es decir, poco propicio, y no hubiera podido hacer más de lo que hizo Jesús. Ahora bien, desde aquella época hasta nuestros días, no se ha producido ninguna revelación importante que haya completado el Evangelio y elucidado sus partes ininteligibles, indicio seguro de que el Enviado aún no ha aparecido. 

39. ¿Quién habrá de ser ese enviado? Al decir: “Rogaré a mi Padre y Él os enviará otro Consolador”, Jesús indicó claramente que ese Consolador no sería Él mismo, pues de lo contrario hubiese dicho: “Volveré para completar lo que les he enseñado”. 

Sólo agrega: A fin de que permanezca eternamente con vosotros, y él estará en vosotros. Sería imposible que esta expresión se refiriera a una individualidad encarnada, puesto que no podría permanecer eternamente con nosotros, ni menos aún estar en nosotros; pero se comprende a la perfección si se refiere a una doctrina que, en efecto, cuando la hayamos asimilado podrá estar eternamente en nosotros. El Consolador es, pues, según el pensamiento de Jesús, la personificación de una doctrina soberanamente consoladora, inspirada por el Espíritu de Verdad. 

40. El espiritismo reúne, como ha quedado demostrado, todas las características del Consolador que Jesús prometió. No es una doctrina individual, una concepción humana; nadie puede considerarse su creador. Es el fruto de la enseñanza colectiva de los Espíritus, enseñanza que conduce el Espíritu de Verdad. No suprime nada del Evangelio, sino que lo completa y lo explica. Con la ayuda de las nuevas leyes que revela, conjugadas con las que la ciencia ya ha descubierto, conduce a la comprensión de lo que era ininteligible y   hace que se admita la posibilidad de aquello que la incredulidad consideraba inadmisible. Tuvo sus precursores y profetas, que presagiaron su llegada. Por su poder moralizador, el espiritismo prepara el reinado del bien sobre la Tierra. 

La doctrina de Moisés, incompleta, quedó circunscrita al pueblo judío; la de Jesús, más completa, se extendió a toda la Tierra mediante el cristianismo, pero no convirtió a todos; el espiritismo, más completo aún, con raíces en todas las creencias, convertirá a toda la humanidad.98 

41. Al decir a sus apóstoles: “Otro vendrá más tarde para enseñaros lo que yo ahora no os puedo enseñar”, Jesús proclamaba la necesidad de la reencarnación. ¿Cómo podrían aquellos hombres aprovechar la enseñanza más completa que sería impartida más tarde? ¿Cómo llegarían a ser más aptos para comprenderla si no hubiesen de vivir nuevamente? Jesús habría dicho algo ilógico si, de acuerdo con la doctrina vulgar, los hombres futuros debieran de ser hombres nuevos, almas salidas de la nada con ocasión de su nacimiento. Admítase, por el contrario, que los apóstoles y los hombres de su tiempo vivieron después; que aún hoy vuelven a vivir, y entonces la promesa de Jesús estará plenamente justificada. 
     Su inteligencia, desarrollada al contacto con el progreso social, puede admitir ahora lo que antes no podía. Sin la reencarnación, la promesa de Jesús hubiese sido una quimera. 
EL GENÉSIS 
ALLAN KARDEC 

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         LA CONFIANZA.

Entre los factores psicológicos que contribuyen al bienestar de los seres humanos, la confianza moral se destaca como de fundamental importancia, sin la cual diversos problemas se establecen en lo íntimo del ser en forma de conflictos perturbadores. Biológicamente, la confianza se encuentra inherente en la constitución física procedente del Espíritu que es el ser causal. La confianza es una bendición que proporciona salud y paz, facultando que determinadas endorfinas contribuyan a la armonía general y a la ausencia de dolores que, normalmente, afligen a las personas.

El desarrollo cultural, muchas veces como resultado de las experiencias que se derivan de las relaciones, no siempre saludables, instala en el psiquismo la desconfianza, fruto espurio de conductas infelices que se vuelven aceptables en la agrupación social. Hija predilecta del miedo, de la pérdida, de la agresividad, de los desatinos e infamias, responde por la inseguridad que aturde a la mayoría de las personas. Algunas piensan que, resguardándose en la sospecha cautelosa, se conducen bien, en razón del expresivo número de insensatos, de explotadores, de aquellos que se complacen en causar infelicidad. 

No obstante, la vida nos propone la confianza como valioso e indispensable recurso, para tornar larga la existencia, coronándola de armonía y de júbilos internos. Pero, esa conducta de ninguna manera elimina las precauciones necesarias, para que el hombre no sea perjudicado ni agredido en los sentimientos de honradez y de equilibrio emocional. Cuando el ser fue víctima de explotación indebida, realizada por el abuso en relación al sentimiento de fe y de respeto, el individuo se arma, evitando que se repita el incidente infeliz. Igualmente, herencias ancestrales, procedentes de existencias anteriores, dificultan la confianza en razón de sospechas provenientes de acciones nefastas que permanecen fijadas en lo más recóndito del alma. Aflorando en forma de conflicto de inseguridad emocional, crea dificultades para la entrega, la instalación de la confianza en su mundo interior, sufriendo inquietudes, inseguridades y recelos injustificables.

Es necesario tener cuidado de no cerrar la puerta de la afabilidad a todos, como mecanismo defensivo, a fin de que no se repita la deplorable conducta, característica de trastornos emocionales. El niño que se entrega totalmente a los cuidados de la madre es el más bello ejemplo de la confianza inconsciente, que le yace adormecida, preparándole para una existencia estable y saludable. Pero a medida que la razón produce discernimiento, recelos que proceden del pasado se liberan de los depósitos de la memoria anterior y surgen las sospechas, los celos y los recelos. La criatura humana, a consecuencia del instinto gregario, necesita verse en grupo, en sociedad, en confianza.

El sentimiento de la confianza es automático en la existencia física, excepto en los casos de desequilibrios psicopatológicos. Moviéndose de un lugar a otro, se confía en que todo irá bien y nada acontecerá. Cuando se alimenta, el individuo no desconfía que el alimento pueda estar envenenado, que el conductor del vehículo que usa vaya a chocar contra otro, o que el controlador del vuelo suministre instrucciones erradas… Casi todo, en la Tierra, ocurre de manera automática en forma de confianza, como resultado de la civilización, de la ética, de los principios honorables. Al someterse a un complejo tratamiento quirúrgico, el paciente es inducido a confiar en el equipo médico encargado de trabajar por la preservación de su vida, por la recuperación de su salud. Todos los individuos dependen unos de otros, porque se necesitan y, de esa forma, se completan.

En un análisis profundo de la Ley de Amor preconizada por Jesús, la confianza desempeña una función relevante, por hacerse indispensable en la vivencia del postulado a ser abrazado. Educando a felinos portadores de instintos destructivos, sus domadores confían en los resultados eficaces de los ensayos y viven a su lado en perfecta armonía. Lo mismo acontece con relación a otros animales agresivos cuya cadena alimentaria pone en peligro a todos aquellos que se les acercan. Ciertamente existen los enfermos emocionales, los dolientes del alma que, desconectados del honor y del Bien, se creen suficientemente astutos para burlar, traicionar, explotar a los demás que consideran ingenuos, ignorantes e indefensos Realmente, lo son de esa manera aquellos que actúan deshonestamente, que usurpan, engañan y confiesan estar complacidos en herir, en actuar con dolo e infamia. No descuides cultivar la confianza en la vida, en los valores éticos que te han sido propuestos por la reencarnación. Vivir en la Tierra es también experimentar riesgos.

Nadie evoluciona sin la experiencia de los riesgos e intentos de error y de acierto. El número de aquellos que constituyen la fauna humana de las aberraciones es menor que el de los que respetan y se conducen con la equidad posible. Confía en las bendiciones del Padre, que espera tu elevación progresiva y avanza en paz.

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Toda la vida de Jesús fue una permanente lección de confianza. Convidó a la gente de mala vida y convivió con todos ellos, reunió a su alrededor a hombres y mujeres simples del pueblo, despreciados unos y otros, considerados de mala ralea, para edificar el Reino de Dios en la Tierra. Explotado por unos, anatematizado y perseguido por otros, traicionado y abandonado, permaneció confiando en la grandeza moral de todos los que un día despertarían a la realidad conforme viene aconteciendo.

Juana de Ángelis

(Comunicación psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, en la reunión mediúmnica de la noche del 22 de agosto de 2012, en el Centro Espírita Redención, en Salvador, Bahía, Brasil)


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