viernes, 6 de mayo de 2022

El olvido de los sueños

     INQUIETUDES

1.- La Vid

2.-El olvido de los sueños

3.-Caso de locura por miedo al diablo

4.-Código penal de la vida futura


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                                                           LA VID

      "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador", - Jesús. (Juan, 15:1.)


  Dios es el Creador Eterno, cuyos designios permanecen insondable a nosotros. Pero su amor desvelado ha creado a todos los seres; por su sabiduría se mueven los mundos en el Universo ilimitado.
 Pequeña y oscura, la Tierra no puede escudriñar la grandeza divina. El Padre, entretanto, nos envuelve a todos en las vibraciones de su bondad gloriosa.
  Él es el alma de todo, la esencia del Universo.
  Permanecemos en el campo terrestre, del que Él es el dueño y supremo dispensador.
  Sin embargo, para que  sintamos Su presencia en nuestra comprensión limitada, nos concedió a Jesús como su personificación máxima.
  Útil sería que el hombre observase en el Planeta su inmensa escuela de trabajo; y todos nosotros ante la grandeza universal, debemos reconocer nuestra condición de seres humildes necesitados de mejora e iluminación.
  Dentro de nuestra pequeñez sucumbiríamos de hambre espiritual, estacionados en la sombra de la ignorancia, si no fuese esa vid de la verdad y del amor que el Supremo Señor nos concedió en Jesús Cristo. De su savia divina proceden nuestras realizaciones elevadas en los servicios de la Tierra. Alimentados por ese hambre sublime, nos compete reconocer que sin el Cristo, las organizaciones del mundo se perderían por falta de base. En Él encontramos el pan vivo de las almas, y desde el principio, su amor infinito en el orbe terrestre es el fundamento divino de todas als verdades de la vida.
  

(Del libro Camino, Verdad y Vida - Capítulo 54.)

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        EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS

¿Por qué no se recuerdan siempre los sueños?

«Lo que tú llamas dormir no es más que descanso del cuerpo; porque el espíritu está
siempre en movimiento. Así recobra algo de su libertad, y se comunica con los que aprecia ya en éste, ya en otros mundos; pero como el cuerpo es materia pesada y grosera, con dificultad conserva las impresiones que ha recibido el espíritu; porque no las ha percibido por medio de los órganos del cuerpo».

¿Qué debe pensarse de la significación atribuida a los sueños?

«Los sueños no son verdaderos en el sentido que entienden los que dicen la buenaventura; porque es absurdo creer que soñar tal cosa anuncia tal otra. Pero son verdaderos en el sentido de que presentan imágenes reales al espíritu, pero que con frecuencia no tienen relación con lo que ocurre en la vida corporal. A menudo también, según tenemos dicho, son un recuerdo y pueden ser también y por fin un presentimiento del porvenir, si Dios lo permite, o el espectáculo de lo que ocurre en aquel momento en otro lugar al que transporta el alma. ¿No tenéis numerosos ejemplos de personas que se aparecen en sueños y advierten a sus parientes o amigos lo que les pasa? ¿Qué son esas apariciones sino el alma o espíritu de
esas personas que comunica con la vuestra? Cuando tenéis la certeza de que realmente ha
sucedido lo que habéis visto, ¿no es una prueba de que ninguna parte ha tomado la
imaginación, sobre todo si lo ocurrido está muy lejos de vuestro pensamiento, durante la
vigilia.

El LIbro de los Espíritus- Allan Kardec

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CASO DE LOCURA, POR  MIEDO AL DIABLO

 

En una pequeña ciudad de la antigua Bourgogne,, que nos abstenemos de nombrar  pero que `podríamos dar a conocer si fuese necesario, existe un pobre viejo al que la fe espirita sustenta en su miseria, viviendo también aunque mal del mediocre producto que le ofrece la venta ambulante  de pequeños objetos  en las localidades vecinas. Es un buen hombre,  compasivo, prestando servicio cada vez que haya ocasión, y, ciertamente, por encima de su posición  por la elevación de sus pensamientos. El espiritismo le dio la fe  en Dios  y en la inmortalidad, el coraje y la resignación.

Un día, en una de sus audiencias, encontró a una joven viuda, madre de varias criaturas, que, después de la muerte de su marido al que ella adoraba, loca de desesperación, y viéndose sin recursos, perdió completamente la razón. Atraído  por la simpatía para con ese gran dolor, procuró ver a esa infeliz mujer, a fin de juzgar si su estado era sin remedio. La privación en la cual la  encontró redobló su compasión; más él, siendo también pobre, no podía darle sino consuelo.

“Yo  la vi varias veces, dijo él a uno de nuestros colegas de la Sociedad de Paris que lo conocía, y habiendo ido  a verla; un día yo le dije, con acento de persuasión, que aquel que ella añoraba no estaba perdido sin retorno; que estaba  junto a ella aunque no pudiese verlo y que yo podía si ella lo quisiese, hacerla conversar con él. Ante estas palabras, su rostro pareció alegrarse; un rayo de esperanza brillo en sus ojos apagados.” ¿No me engañáis? Dijo ella; “ ¡Ha!  ¡si esto pudiese ser verdad!” . “Siendo muy buen médium escribiente, obtuve, durante la sesión, una corta comunicación de su marido que le causó una dulce satisfacción. Venía a verla con frecuencia, y cada vez su marido conversaba con ella por mi intermedio, ella lo interrogaba, y él le respondía de manera que lo le dejaba ninguna duda sobre su presencia, porque le  hablaba de cosas que yo mismo ignoraba; la aconsejaba y la exhortaba a la resignación y le aseguraba que se encontrarían un día.

“Poco a poco, bajo el imperio de esa dulce emoción y de esas palabras consoladoras, la calma  se hizo en su alma, su razón retorno  a los ojos de todos, y, al cabo de algunos meses, ella estaba completamente curada y pudo entregarse al trabajo con el cual se alimentaria y podría alimentar a sus hijitos. “Esta cura causó una gran sensación entre los campesinos de la aldea. Todo, iba, pues bien. Yo agradecía a Dios  el haberme permitido arrancar a esa infeliz de la consecuencias de su desesperación; agradecía también a los buenos espíritus  por su asistencia, porque todo el mundo sabía  que esta cura había sido producida por el Espiritismo, y con ello yo me regocijaba; pero yo tenía el cuidado de decirles que no había nada de sobrenatural, explicándoles de la mejor manera los principios de la sublime doctrina que da tantas consolaciones  e hizo a gran número de hermanos felices.

“Esa cura inesperada emocionó vivamente  al cura del lugar; este visitó a la viuda que él había abandonado completamente desde su enfermedad, supo por ella  cómo y por qué  a ella le había sido restituida la salud  y a sus hijos;  que ella ahora tenia la certeza de no estar separada de su marido; que la alegría que ella con esto sentía, la confianza que esto  le daba  en la bondad de Dios, la fe de la cual estaba animada, había sido la cusa principal de su restablecimiento.

-¡Hay de mi! Todo el bien en el que yo había puesto tanta perseverancia en producir iba a ser destruido. El cura hizo acudir a la pobre viuda a la residencia parroquial; comenzó por sembrar  la duda en su alma; después le hizo creer que yo era un cómplice de Satanás, que yo operaba en su nombre,  que ella estaba ahora en su poder; y lo hizo tan bien que la pobre mujer, que había tenido necesidad de las mayores reservas, enflaqueció por tanta emoción, recayó en un estado peor que el de la primera vez. Hoy ella no ve nada más que por todas partes  diablos, demonios y el infierno; su locura es completa, y deben conducirla a un hospicio para alineados.”

¿Qué había causado la primera locura de esa mujer? El desespero. ¿Qué le había restituido la razón? Las consolaciones del Espiritismo. ¿Qué la hizo recaer de nuevo en la locura incurable? El fanatismo, el miedo al diablo y al infierno. Ese hecho dispensa todo comentario. El clero, como se ve, tuvo la mala ocurrencia  de pretender, como hizo  en muchos escritos y sermones, de que el espiritismo lleva a la locura, cuando se puede con razonamientos aclarar los argumentos. Las estadísticas oficiales están ahí, para probar que la exaltación de las ideas religiosas causan  una parte notable de los casos de locura. Antes de lanzar la piedra contra alguien, seria sabio ver si esta no puede caer sobre si mismo.

¿Qué impresión  debió producir ese hecho  sobre la población de esa aldea?

Ciertamente no estarán a favor de la causa que sustenta el Sr. Cura, porque el resultado material allí está bajo sus ojos. Si él piensa reclutar partidarios a la creencia en el diablo, se engaña mucho, y es triste que la Iglesia haga de esa creencia una piedra angular de la fe.

(Ver la Génesis, según el espiritismo, capitulo XVII, 27.)

Extraído de la  Revista espirita de ALLAN KARDEC, DÉCIMO-SEGUNDO ANO. – 1869  INSTITUTO DE DIFUSÃO ESPIRITA

 

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       Código penal de la vida futura 

Impreso en la conciencia del ser llevamos la noción del bien y del mal, así como la existencia de un Dios creador y dador de vida. Siendo el hombre un ser trascendente, desde la aceptación de una vida futura se planteó cómo sería la vida después del túmulo. El destino, más allá de la tumba, ¿sería igual para el justo que para el que no se ajustó a las leyes divinas? 
El sentido común y la intuición de las leyes divinas llevaban a considerar que la situación sería muy diferente y así, en función de la evolución que en cada momento presentaban las sociedades, se intentó dar explicación a esta cuestión. Con diversas interpretaciones de acuerdo a las diferentes filosofías, religiones y según también el grado de adelanto de las sociedades, se daba una coincidencia en una suerte de “paraíso” de paz y felicidad para el justo y un sufrimiento para aquellos que faltaron a la ley divina, a los que se les suponía una localización física. 
Las visiones de los místicos, extáticos, sensitivos, médiums en definitiva, fueron interpretadas ajustándolas a sus preconceptos religiosos (Dante Alighieri, Santa Teresa, Swedenborg …) Allan Kardec en el capítulo VII del libro El Cielo y el Infierno nos habla del código de las penas futuras en la interpretación del espiritismo. Explica que –al igual que con el resto de las obras espíritas- siguió un método de observación y análisis, sin preconceptos previos, fruto de la observación, a través de numerosas comunicaciones recibidas por una cantidad ingente de médiums, en lugares diversos: «No se trata aquí de la relación de un solo espíritu, que podría ver los acontecimientos desde su punto de vista, bajo un solo aspecto, o estar todavía dominado por las preocupaciones terrestres, ni de una revelación hecha a un solo individuo que podría dejarse engañar por las apariencias, ni de una visión extática, que se presta a las ilusiones y muchas veces no es más que resultado de una imaginación exaltada, sino de innumerables ejemplos suministrados por toda categoría de espíritus, desde lo más alto hasta lo más bajo de la escala, con ayuda de innumerables intermediarios diseminados sobre todos los puntos del globo, de tal modo que la revelación no es privilegio de nadie, sino que cada uno está en disposición de ver y de observar, y nadie está obligado a creer en la palabra de otro». 
Establecida una gradación en los “goces” y en las “penas”, según se deduce de las manifestaciones de los espíritus (recomendamos al lector la lectura de la Parte II de El Cielo y el Infierno, donde se recogen, a modo de ejemplo, algunas comunicaciones), surge la cuestión de si esa situación es puntual, eventual o será ya permanente, para el resto de la eternidad, como preconizan ciertas religiones. A través de un análisis racional y lógico, Kardec demuestra que un Dios bueno, justo, misericordioso no casa con la idea de un Dios vengativo, incapaz de sentir misericordia por sus hijos extraviados; que ante una caída condena para siempre cuando Él pide el ejercicio del perdón a todos sus hijos. 
Por otro lado, el Divino Pastor nos dijo que no se perdería ni una sola de sus ovejas. Si se admitiera la teoría de las penas eternas estaríamos ante una discriminación, por cuanto si el hombre se arrepiente durante su vida aún puede aspirar a la dicha eterna, pero si el arrepentimiento le llega después de la muerte ya todo para él está determinado y no hay nada que hacer. ¿Por qué el arrepentimiento no ha de tener eficacia sino durante la vida, que no es más que un instante, y no lo ha de tener durante la eternidad que no tiene fin? En estas circunstancias, estaríamos ante un Dios inclemente, menos misericordioso que el propio hombre que permite la rehabilitación y la reinserción del delincuente en la sociedad. 
Del análisis de todas las comunicaciones se llega a una serie de conclusiones en las que nos parece importante señalar cuanto sigue: La dicha y el sufrimiento de los espíritus son directamente proporcionales al grado de perfección e imperfección que presentan. Esta situación es eventual, pues sometido el espíritu a la Ley del progreso, y con destino final la Felicidad, irá progresando, deshaciéndose de sus imperfecciones para alcanzar la dicha que a todos nos está reservada. «Ninguna oveja se perderá» nos dijo el Divino Pastor. 
Las penas y sufrimientos inherentes a las imperfecciones, entre las que se incluye la falta de práctica del bien cuando se tuvo ocasión y no se hizo, se pueden padecer tanto en el mundo físico –en la misma encarnación o en sucesivas reencarnaciones– como en el mundo espiritual. El arrepentimiento supone el punto de inflexión para cambiar el estado de “penalidad”, ya que la ayuda se manifiesta de forma más activa y se modifica la situación en que está el espíritu. Puede darse tanto durante la vida material como en la espiritual. Cuanto antes se dé el arrepentimiento antes se acortará el tiempo del sufrimiento del culpable. Además del arrepentimiento, son necesarios la expiación y la reparación para que la falta y sus consecuencias queden totalmente “borradas”, superadas más bien, porque todo formará parte de nuestros archivos personales. 
Si a cada cualidad corresponde una dicha y a cada falta una pena, la determinación de ésta no es automática, rígida, por cuanto entran en juego los agravantes o atenuantes aplicables al caso, entre los que se contempla el grado de responsabilidad, de madurez intelecto-moral del espíritu, así como la propia actitud, ya que las situaciones, en función de la ley de causa y efecto, se están modificando a cada momento. Recordemos las palabras de Jesús: «El amor cubre la multitud de pecados». Y no olvidemos que la duración también se podrá acortar con un arrepentimiento temprano. 
Las penas no se imponen como medio vengativo, sino que tienen una finalidad, como no podría ser de otra manera ante un Dios infinitamente justo y misericordioso: hacer reflexionar al espíritu para que se produzca un cambio de actitud; por eso son temporales. La dicha y el sufrimiento son inherentes al espíritu, no hay localizados geográficamente un “cielo” o un “infierno”, aunque existan diversos mundos con diferente grado de adelanto en donde concurren espíritus con el mismo grado de evolución. El mensaje que nos trae el espiritismo, desde el razonamiento lógico y la experimentación –que se ha seguido manteniendo vigente a lo largo de las comunicaciones y revelaciones en obras mediúmnicas– es esperanzador. 
Sin ocultar las consecuencias que alcanzan a los espíritus infractores, nos muestra una limitación en la duración de las penas, duración que depende únicamente de nosotros, pues somos los arquitectos de nuestro futuro. La ayuda divina nunca falta. En cuanto el espíritu se muestra arrepentido y decidido a cambiar, la ayuda se le muestra más activamente, permitiendo una reparación, una superación mediante la vuelta al bien, “al camino recto”: es el regreso del hijo pródigo. 
Día a día, momento a momento con nuestros pensamientos, nuestras acciones así como con las omisiones en la práctica del bien, estamos creando nuestro futuro, preparando “la morada” en la que habitaremos al desencarnar. Afanémonos, pues, para encontrarnos plenos y dichosos por la labor bien hecha y agradezcamos a Dios Padre su misericordia infinita, que nos ofrece infinitas oportunidades, tiempo ilimitado para que podamos rectificar, volver al camino y avanzar hacia su encuentro, lo que nos llevará a estar liberados de toda penalidad y sufrimiento. ¡Bendito destino el que Dios preparó a todos sus hijos! «Tal es la ley de la justicia divina: A cada uno según sus obras, así en el cielo como en la tierra» 


- Belén Peytavi-                                                                                                                                (Revista Espírita de la FEE)



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FANTASÍAS ESPIRITUALES
...Son herederos de Dios los pacificadores, los
pobres de espíritu, los perseguidos, los afligidos, los que
lloran, los sedientos de justicia, los hambrientos, los
puros de corazón, quienes reciben insultos, injurias y
desprecios porque son fieles a la Verdad, y
bienaventurados porque triunfan sobre las vicisitudes
transitorias...
FANTASÍAS ESPIRITUALES
...Son herederos de Dios los pacificadores, los
pobres de espíritu, los perseguidos, los afligidos, los que
lloran, los sedientos de justicia, los hambrientos, los
puros de corazón, quienes reciben insultos, injurias y
desprecios porque son fieles a la Verdad, y
bienaventurados porque triunfan sobre las vicisitudes
transitorias...

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