sábado, 2 de noviembre de 2019

Carta de un muerto

    INQUIETUDES ESPÍRITAS


 1.- Apariciones de vivos y muertos
 2.- Jesús y el Perdón
 3.- Carta de un muerto
.4.-  Los Celos







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       APARICIONES DE VIVOS Y MUERTOS

    Las apariciones paranormales, son una realidad incuestionable.
     Gabriel Delanne en su obra "El Alma es Inmortal", relata lo siguiente :

     "Basta consultar algunas obras que tratan este tema, tal como el relato detallado en The Spiritual Magazine, de 1881, en los artículos  de M.Livermore, publicados en un folleto titulado Spiritualisme in América, o en la de Dale Owen, Debetable Land, con los detalles del manuscrito de M.Livermore.
      Es fácil consultar las obras citadas y convencerse de que la cantidad de testigos auténticos que relatan hechos de apariciones de vivos o muertos, es considerable. La mayor parte emanan de personas absolutamente dignas de fe, sin interés alguno en engañar, y por otra parte, la veracidad de sus afirmaciones ha sido comprobada con todo el cuidado posible, por hombres sabios, prudentes e imparciales, pero aun suponiendo que algunos de esos relatos sea falso o mal reproducido, aun hay muchos centenares de testigos para establecer la certeza del desdoblamiento del ser  humano y la supervivencia del alma después de la muerte.
     No ha sido fácil comprobar en casi todas las narraciones, que el cuerpo dormía mientras el espíritu manifestaba su presencia a lo lejos. La realidad del alma, es decir, del yo pensante y voluntario, al propio tiempo que su individualidad distinta del cuerpo, se afirman como corolario obligado del fenómeno de desdoblamiento.
     Hemos observado  por testigos de varios casos, que durante el sueño el alma humana puede desprenderse y manifestar su autonomía; es, por tanto, distinta del organismo material y es imposible explicar estos fenómenos psicológicos por una acción del cerebro, puesto que el sueño es, según la ciencia, caracterizado por la ausencia de actividad psíquica.
   
 
 Este yo que se desplaza no es una sustancia incorpórea, sino un ser bien definido que tiene una envoltura que reproduce las facciones del cuerpo; y cuando se deja ver es gracias a la identidad absoluta con la envoltura carnal, por lo que se le puede reconocer.
     El grado de materialidad del periespíritu es variable; unas veces es una simple niebla blanca que dibuja los rasgos, atenuándolos; otras tiene contornos muy claros y parece un retrato animado; sucede también que se muestra con todos los caracteres de la realidad, y se comprueba que tiene tangibilidad suficiente para ejercer las acciones físicas sobre la materia inerte, y para revelar la existencia de un organismo semejante al de un individuo vivo.
     La distancia que separa el cuerpo de su alma, no influye nada en la intensidad de las manifestaciones. Hemos visto de ello varios ejemplos completamente probatorios.
     Esa envoltura del alma que no acusa sus existencia distinta del cuerpo nada más que en circunstancias bastante raras, se encuentra, sin embargo, en el estado normal como indican los experimentos sobre la exteriorización de la sensibilidad y la acción e los medicamentos a distancia. Por otra parte, la certeza de la coexistencia del cuerpo y del periespíritu, resulta de la supervivencia de este último a la destrucción de la envoltura carnal. Esta inmortalidad está establecida por variadas experiencias que ofrecen todos los caracteres que imponen la convicción.
     Las apariciones de los vivos y los muertos son idénticas; obran de la misma manera, producen los mismos efectos; así pues, la causa a que son debidas es la misma; es el alma desprendida del cuerpo. Hay que observar que no podría ser de otro modo, puesto que en los dos casos es liberada de su prisión carnal.
    La continuidad que existe entre todos los fenómenos de la naturaleza, nos permitirá apreciar la relación que existe entre las manifestaciones del alma producidas por su acción a distancia, y las que son debidas a su salida del cuerpo. Transmisión de pensamiento; telepatía; exteriorización parcial; desdoblamiento, son fenómenos que forman una cadena ininterrumpida, una gradación de poderes anímicos.
     Las circunstancias que acompañan las materializaciones de los vivos son, en general, suficientemente demostrativas por ellos mismos, para establecer la objetividad del fantasma. Hemos puesto en evidencia este carácter en todos los casos, pero no ha sido posible  dar las pruebas absolutas de ello; estos fenómenos por su rareza y espontaneidad, se oponen a toda encuesta metódica. No ocurre lo mismo cuando esas apariciones se producen en las sesiones espíritas en que son solicitadas. Allí es donde se espera verles producirse, y todas las precauciones son tomadas para comprobar cuidadosamente la objetividad.
     La fotografía es una de las garantías más seguras que podemos ofrecer. Si, en rigor, es posible admitir para explicar las apariciones, una alucinación que obre sobre los cerebros predispuestos, esta explicación cae por tierra  ante la brutal realidad del retrato fotográfico. Pues bien, hemos fotografiado el cuerpo fluídico durante la vida y después de la muerte, lo cual nos da esa certidumbre absoluta de que el alma existe siempre, sobre la tierra o en el espacio.
     Por lo demás, la continuidad del ser se revela bien claramente por el hecho de las apariciones que siguen a la muerte ocurrida horas antes. Todo ocurre como si el indivíduo que aparece estuviese vivo aún; el periespíritu que acaba de dejar el cuerpo, traza fielmente no solo la imágen de él, sino también la configuración física que se revela por las huellas dejadas en el papel y en los moldes. ¡ Cuan maravilloso descubrimiento el e la posibilidad de convencerse por testimonios materiales de la supervivencia íntegra del ser pensante!-
     Vemos finalmente, en los experimentos de Crookes, que el espíritu materializado es, de todo punto, un ser que vive, temporalmente, como si hubiera nacido en la Tierra. Su corazón late, sus pulmones funcionan, va y viene, conversa, da un mechón de sus cabellos. Su periespíritu tiene pues, en sí todo lo que se requiere para crear todos sus órganos; es la realización completa del fenómeno que hemos visto esbozado solamente por las apariciones parlantes.

     Que los sabios oficiales cierren los ojos, que la prensa haga un silencio obstinado sobre estos hechos notables, ello no impedirá que la verdad salte a los ojos de la gente desprevenida. Esta demostración material de la  supervivencia tiene una importancia capital para el porvenir de la humanidad. Nadie podrá destruir el haz de pruebas que nosotros aportamos. Tarde o temprano será preciso que los más orgullosos se inclinen ante la evidencia y reconozcan que los espíritus, tan escarnecidos, sin embargo han dotado a la ciencia del más grande y fecundo descubrimiento que jamás se haya hecho sobre la Tierra.

Conclusión.- Nos parece, pues, establecido por la observación y la experiencia, que:
1º  El ser humano puede desdoblarse en dos partes:el cuerpo y el alma.
2º  El alma, al separarse del cuerpo, reproduce íntegramente su imagen;
3º  Las  manifestaciones anímicas son independientes del cuerpo físico; durante el desprendimiento, cuando el alma está totalmente exteriorizada, el cuerpo no es más que una masa inerte.
4º  La aparición puede presentar todos los grados de materialidad, desde una simple apariencia, hasta una realidad concreta que le permite andar,  hablar y obrar  sobre la materia bruta;
5º  La forma fluídica del alma puede ser fotografiada;
6º  La forma fluídica del alma, durante la vida o después de la muerte, puede dejar huellas o moldes;
7º  Durante la vida, el alma puede percibir sensaciones aparte de los sentidos;
8º  La forma fluídica reproduce no solamente el  cuerpo y facciones, sino que también toda la constitución interna del ser;
9º  La muerte no ha destruido el alma; persiste con todas sus facultades psíquicas y con un organismo físico, visible e imponderable, que posee en estado latente todas las leyes biológicas del ser humano.

Consecuencias.- ¿Qué hay que deducir de todos estos hechos? En primer lugar venimos obligados a admitir que el cuerpo y el alma son dos entidades absolutamente distintas, que se pueden separar ofreciendo cada una de ellas caracteres inequívocos de sustancialidad. Debemos observar aún que el organismo no es más que una envoltura que se vuelve inerte tan pronto como el principio pensanete se separa de él. La parte sensible, inteligente, del hombre, reside en el doble y se muestra como la causa de vida psíquica. ¿ Es, entonces, racional para explicar los fenómenos espíritas, imaginar otros factores que el alma humana?.
     Evidentemente no; y todas las teorías que hacen intervenir seres imaginarios: demonios, elementales, ideas colectivas, etc, no se pueden sostener en el examen de los hechos, ni dar cuenta de los fenómenos observados. En el caso en que un espíritu de un vivo se manifieste de una manera cualquiera, no es posible remontar el efecto a la causa y descubrir la razón eficiente; es, realmente, la psiquis humana, en salida temporal fuera de los límites de su organismo.
     Sabemos que saca del cuerpo material la fuerza necesaria para sus manifestaciones; que el alma acaba de abandonar definitivamente su cuerpo material, será obligada a recurrir a su médium para encontrar en él la energía indispensable. Así se explican claramente todas las manifestaciones. Hay en esos hechos que se desarrollan en series paralelas, no solo un evidente parentesco, sino también una gran semejanza que llega a la identidad, cuya causa, en buena lógica, es necesariamente la misma: en todos los casos es el alma.
     Se ha sentido tanto esa continuidad, que los incrédulos han intentado explicar todos llos hechos espíritas por la acción incorpooral e inconsciente del médium. Pero los fenómenos, en muy gran número, han respondido victoriosamente a esta inexacta aserción. Los Espíritus han revelado, mediante pruebas irrecusables, que tenían una personalidad completamente autónoma e independiente de la de los asistentes.Han demostrado claramente la supervivencia por una cantidad prodigiosa de comunicaciones fuera de los conocimientos de todos los experimentadores. Les ha sido posible establecer su identidad por su firma auténtica;por relatos que ellos solos podían conocer;por predicciones sobre el porvenir,que han sido cumplidas al pie de la letra; en uuna palabra, la inmortalidad ha sido probada científicamente.
     Este es, ciertamente,el más importante y el más fecundo descubrimiento del siglo XIX. Lle+9gar a conocimientos positivos acerca del más allá de la muerte, es revolucionar a la humanidad entera, dando a la moral una base científica y una sensación natural fuera de todo credo dogmático y arbitrario.
     Ciertamente cuando esas consoladoras certezas hayan penetrado en las masas, la humanidad no será bruscamente cambiada;no se volverá súbitamente mejor, pero poseerá la más poderosa palanca que exista para levantar el montón de errores acumulados en seis mil años.Sus institutos podrán hablar con más autoridad de los deberes que incumben a todo ser humano que viene a este mundo. Expondrán ante los ojos de los más recalcitrantes los destinos futuros y esta vida de ultratumba, en la que la mayoría no creía, resultará tan evidente como la claridad del sol. Entonces se comprenderá que  la morada terrestre no es más que una etapa en los destinos del espíritu humano; que hay algo más útil que la satisfacción de los apetitos materiales, y que de todos modos será preciso llegar a refrenar las pasiones y a domar los vicios. He aquí los beneficios que el Espiritismo lleva en sus flancos. 
     ¡ Doctrina bendita y emancipadora, ojalá pueda tu irradiación extenderse pronto sobre la tierra toda para traer la certeza a los que duden, calmar los dolores de los corazones torturados por la pérdida de seres queridos, dar a los que luchan contra las esperanzas de la vida el valor de vencer las duras necesidades de este mundo tan bárbaro !.

  - Gabriel Delanne- (El Alma es inmortal)
           

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                      JESÚS Y EL PERDÓN



    El perdón es uno de los capítulos más simples y al mismo tiempo uno de los más importantes de las enseñanzas de Jesús. Antes de Él no se había conferido a este tema la relevancia que merecía. El Nazareno ya sabía de los innumerables perjuicios que los resentimientos producen en el alma humana, y que solamente el perdón sería capaz de liberar al individuo de la esclavitud de sus penas y remordimientos. El Maestro apuntó a los aspectos fundamentales de esa virtud que necesitaba ser desarrollada. Conocía el atraso individual de la humanidad, e indicó los caminos necesarios para el cambio de paradigmas, para la aceptación de conceptos y conductas que ofrecieran al ser humano mejores condiciones para conquistar mayor felicidad. La felicidad habría de ser resultado de la pureza espiritual, pero ¿cómo llegar a ser puros, si se alimentan rencores, disgustos, remordimientos, resentimientos?. Por eso dijo Jesús "...depositad vuestra ofrenda al pie del altar e id a reconciliaros con vuestro hermano, y después volved a presentarla".   No se puede ir en busca de Dios cuando se conservan manchas en el altar de la conciencia.   Reconciliémonos primero con nuestro hermano, limpiemos nuestra conciencia, y después estaremos en mejores condiciones para hacer la ofrenda de nuestro trabajo al Creador.

   El Sublime Terapeuta indicó algunos aspectos importantes acerca del perdón que no podemos dejar de recordar:
    a) Todos cometen errores.- El Mesías se propuso que las personas tomaran conciencia de que todos cometen errores, que cometen faltas graves y por ese motivo no pueden acusar severamente ni punir a su prójimo sin compasión. Cuando Él dijo que "...no debemos juzgar para no ser juzgados", o que "... no arrojáramos piedras al tejado del vecino cuando el nuestro es de vidrio", estaba dirigiéndose a lo más profundo del ser humano, a la conciencia. Ese punto es importante en la medida que cada uno desea ser perdonado por sus errores, aunque no siempre esté dispuesto a perdonar las faltas cometidas por sus semejantes en contra de él. Si quiero ser perdonado deberé perdonar; con la misma medida con que yo mida seré medido; esos son elementales principios de justicia. En la famosa anécdota de la mujer sorprendida en aduterio, por ejemplo, los hombres querían apedrearla y el Maestro los reprendió al decirles: "Quien nunca haya pecado que arroje la primera piedra". Nadie osó lanzar ninguna piedra porque todos habían cometido errores. Él se limitó a hacer un llamado a sus conciencias.

   Jesús trataba de abrir la mente de las personas para que cumplieran las leyes de Dios, pues perdonar es un deber de los seres humanos. Quien no perdona infringe la ley y padecerá las consecuencias en sí mismo. El psiquiatra Mira y López opina que el deber tiene como pilares básicos los principios del orden y la justicia. Si no perdonáramos dejaríamos de cumplir con el orden social de Dios y pproliferaría el caos social en la Tierra, La confusión sería general; la venganza, la rabia y los rencores anidarían en la sociedad terrenal, hasta destruir el orden del sistema. El otro aspecto del deber reside en la justicia, Nos gusta ser perdonados por nuestras faltas, pero ¿con qué justificativo dejaríamos de perdonar las faltas de los demás?. Es un principio obvio de justicia: hacer al otro lo que nos gustaría recibir.

b) Cuantas veces perdonar.El segundo de los puntos abordados por el Maestro Galileo se refiere a perdonar siempre. La respuesta que dio a Pedro, en cuanto que debíamos perdonar setenta veces siete veces, establece que el perdón debe ser una praxis del ser humano que no tendrá límite. El perdón no puede ser una puerta que se abra o se cierre según nuestros caprichos. El perdón es de índole trascendente, espiritual, y forma parte de los cánones de la ley divina. Aunque omitiéramos perdonar una sola vez, eso produciría una inmensa energía rencorosa suficiente para destruir la armonía de la mente. Perdonar siempre significa haber convertido el perdón en un hábito sano de higiene espiritual.Significa estar abierto a la compasión y no considerar que el perdón es un acto reservado exclusivamente a los espíritus elevados, Jesús lo enseñó y eso indica que tenemos plenas condiciones para perdonar y ser perdonados.

c) A quien perdonar.-  Jesús no hacía distinciones entre los seres humanos. Sabía que la ignorancia de las leyes de Dios era la tónica de aquella época en que predominaba la pena del taión: " ojo por ojo, diente por diente". El perdón a los enemigos era inadmisible. Sin embargo, su propuesta consistía en perdonar tanto a los amigos como a los enemigos. Él mismo dio ejemplo en ese sentido al disculpar las indecisiones de Pedro, el acto irreflexivo de Judas y a quienes lo calumniaron y persiguieron hasta matarlo. Incluso en los instantes finales de su existencia rogó a Dios: ·Padre, perdónalos, no saben lo que hacen".
    Tan importante como perdonar a los otros es que nos perdonemos a nosotros mismos. Nos referimos al autoperdón de nuestros errores. Desde el punto de vista psicológico el autoperdón evita que lleguemos a penetrar en la terrible zona del remordimiento, capaz de provocar la destrucción absoluta del sistema de equilibrio psíquico. Como consecuencia de los sentimientos de culpa muy intensos aparecen las peligrosas psicosis, enfermedades tales como la esquizofrenia y otros trastornos del comportamiento. Lógicamente se debe evitar la repetición de un error que, sin embargo, podrá ser reparado mediante un trabajo sustancial en la dirección del bien. La bondad repara las faltas; el remordimiento destruye el alma.

d) Cuando debemos perdonar.- Jesús  nos recomendaba perdonar mientras estuviéramos en camino. Estamos en camino, en este viaje de perfeccionamiento. Por lo tanto el perdón debe ser realizado ahora, no después. Eso significa que este es el momento de perdonar, y si no perdonáramos estaremos sometidos a nuevas encarnaciones depuradoras en el futuro, porque es imposible crecer espiritualmente mientras se conserva rencor en el corazón. Emmanuel nos ha recomendado sabiamente que "expulsemos del corazón todos los resentimientos". Esa advertencia tiene un significado psicológico, porque perdonar equivale a liberarse de las cadenas forjadas por la intranquilidad y el sufrimiento guardado en los archivos de la mente.
     La escritora Robin Casagian sufrió por largo tiempo los tormentos interiores que le produjo un estupro del que había sido víctima en su juventud. Se transformó en una persona amargada, intranquila, prisionera del resentimiento que se había perpetuado en su alma. Su vida estaba desprovista del colorido de la alegría, hasta que cierta vez escuchó una conferencia acerca del perdón. A partir de entonces se interesó por el tema y dio comienzo a un trabajo con la finalidad de erradicar los sentimientos de rencor que había archivado en su corazón. Poco a poco fue constatando que el perdón ganaba espacio en su interior  y no volvió a separarse de él. Aprendió a perdonar al hombre que la había violado y, de tal modo pudo liberarse de las cadenas que la hicieron desdichada durante tantos años. "Perdonar es liberarse", manifestaba con el corazón renovado. Ofreció numerosos seminarios sobre el perdón; publicó además sus experiencias en una obra que tituló El Libro del Perdón.
( Continuará)
- Jasón de Camargo-(Educación de los Sentimientos)


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                  CARTA DE UN MUERTO

   Me pides noticias del cementerio en la conmemoración del día de los finados. Y como tengo en mis manos la carta de un amigo, hoy en la espiritualidad, dirigida a otro amigo que aún se encuentra en la Tierra, acerca del asunto, transcribo para usted esa misiva que en su texto puro y simple que dice:

   Mi querido, usted no se puede imaginar lo que es entregar a la Tierra el cuerpo yerto el día dos de Noviembre.

    Verdadera tragedia para un muerto inexperto. Se recordará usted cuando el entierro de mi viejo cuerpo, corroído por la enfermedad, se realizó en el crepúsculo, cuando el cementerio adornado parecía una casa de fiestas.
    Me encontraba triste dentro del coche fúnebre, vigilando mis restos, reflejando la miserabilidad de la Vida humana.
    Contemplando de lejos a mi esposa y mis hijos, que lloraban discretamente en un largo automóvil, meditaba en aquel antiguo apunte de Salomón “vanidad de vanidades, todo es vanidad” cuando a la entrada del cementerio, fui desalojado sorpresivamente.
     De la multitud ceremoniosa de los vivos en la carne, veía enorme manada de espíritus desencarnados, que se palmoteaban curiosos, entre el sarcasmo y la conmiseración. Algunos me hacían preguntas indiscretas, mientras que otros deploraban mi suerte.
     Con mucha dificultad, seguí el ataúd que me trasportaba el esqueleto y, en vano intenté llegar hacia mi esposa en lágrimas.
     Mal pude escuchar la oración que algunos amigos me consagraban, porque, de repente la onda tumultuosa me arrebató del círculo más íntimo de mis amigos y familiares encarnados.
     Infructuosamente procuré regresar al lugar humilde donde compartí las cosas de este Mundo… los visitantes terrestres de aquella mansión (cementerio) pertenecientes a los supuestos finados, traían consigo inmensas cantidades de almas en sufrimientos y rebeldes, perfectamente unidos a ellos mismos.
     Muchos de esos Espíritus, atados a nuestros compañeros humanos, gritaban al pie de las tumbas, contando los crímenes ocultos que los habían conducido a la puerta oscura de la muerte, otros traían en sus manos documentos acusadores, clamando contra la maldad de parientes o contra la venalidad de los tribunales que habían alterado las disposiciones y deseos.
     Padres arremetían contra sus hijos, hijos protestaban contra sus padres. Muchas almas, principalmente aquellas cuyos despojos se localizaban en monumentos de elevado precio, penetraban en la intimidad del sepulcro y, desde allá, lanzaban gemidos y sollozos aterradores, buscando inútilmente levantar sus propios huesos, intentando decir a los seres queridos verdades que el oído humano detestaba escuchar. Mucha gente desencarnada hablaba acerca de títulos y depósitos financieros perdidos en los bancos, de tierras desaprovechadas, de causas olvidadas, de objetos de valor y obras de arte que habían pasado por sus manos, ahora vacías y sedientas de cosas materiales.
     Mujeres desdeñadas clamaban venganza contra hombres crueles, y hombres débiles e inquietos vociferaban contra mujeres insensatas y delincuentes.
     Tal vez porque aún llevase el reflejo de mi cuerpo físico, muchos me tenían por vivo aún en la Tierra, me creían capaz de auxiliarlos en la solución de los problemas que les perturbaban la mente, comentándome alegatos y quejas, infamias y testimonios. Observé que los médicos, los padres y los jueces son las personas más discutidas y criticadas aquí, (cementerio) en razón a los votos de promesas, socorros y testamentos, los cuales no siempre correspondieron a la expectativa de los interesados.
     En muchas ocasiones, oí de amigos espíritus la afirmación de que hay siempre muchos muertos (espíritus desencarnados) observando o perturbando a los vivos, pero, constando en biografías y narraciones, escuchando el llanto y las quejas, y aún viendo el retrato real de muchos, creo hoy que hay más vivos flagelando a los muertos, amarrándolos a los desvaríos y pasiones de la carne que el menosprecio con que tratan la memoria y la hipocresía con que los visitan a los sepulcros.
     Grandes fueron mis obstáculos, que no pude volver a ver a mis familiares en aquellas horas solemnes e inciertas del recién-venido, y, solamente cuando los hombres y las mujeres, casi todos prototocolarios e indiferentes, se retiraron, es que las almas terriblemente atormentadas e infelices, desocuparon el recinto (cementerio), quedando en la retaguardia solamente, aquellos que aunque liberados de los vínculos terrenales, sentimos aún las dificultades propuestas por los vivos, llegado  a la conclusión de que el tumulto en el hogar de los muertos, es una simple consecuencia de la perturbación reinante en el hogar de los vivos.
     Apaciguado el ambiente, el cementerio me pareció un nido claro y acogedor, en el que faltaron brazos amigos respondiéndome a las súplicas, y la ciudad en trono se me figuró entonces, una basta necrópolis, poblada de mausoleos y cruces, en los cuales los espíritus encarnados y desencarnados (mal llamados muertos) viven el angustioso drama de la muerte moral, comprometidos moralmente con las sombras.
     Como observas, mientras la humanidad no se habilite para que entienda el respeto por la Vida Eterna, es muy desagradable embarcarse desde la Tierra para el Más Allá en el día dedicado por ella al culto de los muertos que le son simpáticos y antipáticos. Pida a Jesús para que no pase al Mundo del Espíritu, un día de dos de Noviembre. Cualquier otra fecha puede ser útil y valiosa. Ruegue también al Señor que si es posible, pueda usted viajar a nuestro encuentro, en un día nublado y lluvioso, porque tratándose de su paz, cuanto más reducido sea su séquito en el entierro, será mucho mejor.

Circulo de difusión del Espiritismo  Kardeciano Neiva - Huila - Colombia.


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                                LOS CELOS  



 Los Celos, como la envidia, son manifestaciones del amor propio y sobre todo de la inseguridad en uno mismo . Los celos vienen a ser  una forma encubierta de envidia  y  tienen una acción perturbadora que puede llegar a ser muy destructiva para quien los padece y mantiene.  La raíz de los celos radica en el egoísmo, que es el defecto espiritual que siempre está detrás de los demás defectos..

 Este, como todos los demás defectos espirituales y humanos, son una tara  espiritual con la  que venimos a este mundo como un auténtico “pecado original” que viene  acompañándonos  desde  vidas anteriores  porque, como todos los demás defectos no los hemos adquirido aquí, sino que forman parte de nuestras  carencias  espirituales aun no superadas.

Por ello, los celos suponen, más aún que otros defectos, algo intrínseco y natural, normal en el Ser humano poco evolucionado; vienen a ser  como un resíduo de los instintos animales que arrastra desde el pasado en su Alma  (los animales también los tienen naturalmente y lo manifiestan a menudo, sobre todo los que conviven en contacto con los seres humanos).  Sin embargo mediante  la educación y el ambiente adecuado  todos estos defectos del alma se pueden atenuar.

Los celos son el sentimiento opuesto al Amor consciente y verdadero, que debe ser generoso y auténtico, por tanto confiado, porque  tienen tal  poder que llegan a atormentar la vida de las personas ( de quien los siente y mantiene y de quien los sufre), entorpeciendo la mente del celoso y llegando a enturbiar  los sentimientos y pensamientos que dan forma a su conducta.  

Los celos de pareja  pueden ser desencadenados  por un complejo de inferioridad o de inseguridad en sí mismo y en la otra persona,  como por un deseo de posesión o de exclusividad hacia el otro.

  La envidia y el orgullo también les acompaña y por la misma razón los celos se pueden originar también en las relaciones sociales,  siendo un sentimiento negativo de deseo de dominio y de posesión; de desconfianza hacia los demás, con un afán de posesión y exclusividad, pues el que padece esta tara moral, a causa también del orgullo, se siente superior a otros y por eso desea controlarlos y tenerlos bajo su dominio,  sintiendo  la rivalidad como algo normal en muchos aspectos de la vida, y a los rivales que pueden llegar a sentir  como a auténticos enemigos a los que se puede llegar a aborrecer y a querer perjudicar por cualquier medio, porque el orgullo nos manda sentirnos por encima de los demás y poseer lo que los demás no poseen, lo cual  siempre supone un descontrol emocional y la creación de un karma negativo.

  De los celos  llegan a brotar sentimientos negativos de enfado y hasta de ira, así como el afán de posesión sobre otras personas  ante las que el celoso llega a adoptar el papel falso  de “víctima”, para atraer su atención o despertar su compasión,  y así poder manipularlas a su antojo, como si fuesen un objeto de su propiedad o tuviesen la obligación de  estar a su servicio. Cuando este afán de poseer o de dominar  no resulta satisfecho, vienen los resentimientos y las antipatías, la frustración y la rabia, con reproches, exigencias, presiones y deseos de venganzas, porque al celoso le llega a herir el afecto ajeno que se profesa entre personas de las que él no forma parte y siempre que cree que alguien le roba el afecto o el protagonismo, siente en sí mismo el pálpito angustioso de la frustración, porque en el fondo, el celoso es un gran egocentrista frustrado, que todo el afecto de los demás lo quisiera  para él en exclusiva.

Hay casos de celos pasionales que llegan hasta  la obsesión y  la locura, dando paso al crimen y al suicidio. El celoso de forma inconsciente intenta llenar un vacío espiritual debido en  el fondo,  a un complejo de inferioridad que le angustia.

Frecuentemente los celos se manifiestan bajo una forma de autoritarismo con el que buscan someter a otros ( orgullo)  y  curiosamente, en la mayoría de las  ocasiones  los celos hacia alguien están basados en hechos que son solamente producto de la  imaginación del que los crea.

Hay quien piensa, equivocadamente, que los celos demuestran amor o interés, cuando lo único que demuestran es egoísmo o envidia, porque cuando de verdad se ama a otra persona, precisamente se le desea lo mejor, y lo mejor siempre radica en otorgarle plena  libertad y  confianza.

 En el problema de los celos, ni el celoso ni el que es el blanco de sus celos, pueden  llegar a ser nunca felices, porque ambos viven en una atmósfera de desconfianza mutua.

- Jose Luis Martín-

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“Nunca hables mal de nadie y rehúsa escuchar a quien se expresa mal de otro, haciéndole observar con dulzura:”Quizá no sea verdad y si lo fuese, es más caritativo no hablar de ello”.
                                                                     -Krishnamurti-

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