lunes, 25 de febrero de 2019

El Espíritu y su llegada al Más Allá


ESPIRITISMO

-El significado de la educación
- Reunión Mediúmnica (1)
- Esquema evolutivo
- Periodos del Espiritismo
- El Espíritu y su llegada al Más Allá

   

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          EL SIGNIFICADO DE LA EDUCACIÓN

   Una de las expresiones registradas por el poeta latino Quinto Horacio Flaco (de 65 a 8 a.C.), en sus Epístolas tiene profundo significado: "¡Atrévete a saber!, ¡Comienza ya !". Es una invitación dirigida a los indecisos,a quienes están a la espera de los acontecimientos de la vida.
   Horacio tenía plena conciencia de sus palabras, Era hijo de esclavos libertos y por tal razón debió superar innumerables dificultades hasta llegar a ser uno de los mayores poetas satíricos de todos los tiempos. Invitaba a ejercitar la osadía de buscar el saber, pues de otro modo no estarían dadas las condiciones requeridas para la renovación de los paradigmas, ni tampoco los seres humanos hubiésemos accedido a las importantes conquistas de la historia.
    Atreverse a saber y dar comienzo equivale a salir de la parálisis mental y ponerse en camino hacia el conocimiento de otras leyes, en especial aquellas que rigen la felicidad humana. Significa quitarse la ropa envejecida representada por los hábitos perjudiciales, generadores de sufrimiento, para encaminarse con valentía por otras sendas todavía inexploradas que conducen al hombre a la suprema felicidad. La osadía de la bondad, por ejemplo, es portadora de serenidad para el campo de la conciencia; la osadía de la compasión titila como un foco de luz en la psiquis de las criaturas.
     Atreverse por los caminos de la rectitud de carácter es componer la incomparable sinfonía de la paz interior. Atreverse a saber y comenzar es, por lo tanto, poner el saber al servicio del amor al prójimo. A esa singular fusión entre el saber y el amor, se debe la plenitud del alma, predisposición que la capacita para incursionar en las cimas de la espiritualidad liberada de las lágrimas del dolor.
     La educación como agente promotor de los cambios necesarios,hace posible la transformación de la animalidad en  la condición humana, de los instintos en sentimientos, de las exigencias de los valores materiales, en valores espirituales.
     El vocablo significa "empujar hacia afuera, extraer, optimizar potencialidades". Los procedimientos educativos específicos serán de inmenso valor para mejorar las posibilidades humanas y orientar la toma de conciencia en direcciòn a una vida interior más rica en principios y más noble en sentimientos. El corolario de todos los sistemas educativos es alcanzar la meta propuesta. Si la Humanidad no ha llegado todavía a ser totalmente feliz, se debe a que la educación no se propuso ese objetivo, ni trabajó en esa dirección. Fijar la meta facilita en buena medida el perfeccionamiento del sistema, evita el desperdicio de energías en una improductividad generalizada.
     La FEB, por ejemplo, cuando lanzó a escala nacional la campaña del Estudio sistematizado de la Doctrina Espírita (ESDE), determinó su meta y se concentró en ella. En la actualidad los espíritas de todo el Brasil estudian el Espiritismo, con lo que acceden a un mejor conocimiento de su contenido así como también se califican cada vez más. Por consiguiente, si es nuestro deseo ver a la sociedad humana más plena y feliz, tendremos que establecer esa meta, volver a trazar los caminos de la educación en función de ella, y trabajar de la mejor manera posible para conquistar ese objetivo.
     Los escritores norteamericanos Lowenfeld y Brittain manifiestan en su obra Desarrollo de la Capacidad Creadora, que la educación ha omitido desarrollar ciertos valores responsables de los campos de las necesidades emocionales y espirituales de las personas. Una educación debidamente equilibrada- agregan- no puede limitarse a un conjunto de valores que desprecian esas necesidades inherentes a la criatura humana. En tal sentido se concluye que el modelo educativo del presente tendrá que ser enmendado en algunos de sus aspectos, para que pueda contribuir eficazmente al desarrollo de la sensibilidad y el bienestar espiritual de la sociedad.
     Cuando el hombre carece de educación moral,reacciona con egoísmo cada vez que su mecanismo de conservación es activado por una emergencia social y, en consecuencia, desata una sutil guerra de competitividad y aniquilamiento de la solidaridad. Atiende las necesidades que lo apremian sin importarle sus características, sean materiales, fisiológicas, profesionales o incluso afectivas. Para eso, obviamente, atropella el sentimiento de fraternidad y justicia y da lugar a un conflicto de intereses en la comunidad. Cada vez que el egoísmo sustituye a la solidaridad brotan los conflictos. El egoísmo es un cáncer social, es el promotor de la disolución en todos los niveles del sistema administrativo de las organizaciones humanas.
      Allan Kardec identificó en la educación moral la única salida para resolver la grave crisis existencial que se expandía por todo el planeta. Lograrlo implica que el sistema educativo incorporara otros objetivos y avanzara por caminos diferentes. Educar al hombre para ser más, no solo para tener más. Educarlo para que cultive valores éticos, no solo para conferir brillo a una dudosa inteligencia. Educarlo, en síntesis, para "desarrollar armónicamente todas sus facultades", no solo las facultades que son la expresión de la cultura de los seres humanos.
      Muchos han sido los educadores que alertaron en su momento acerca de esta grave deficiencia de los sistemas educativos en general. Rousseau comprendió que era necesario un conocimiento más profundo de los niños para generar las condiciones que  permitieran educarlos a conciencia. Con él nació la Psicología Infantil. Pestozi, Piaget y Kant fueron coincidentes al afirmar que la finalidad de la educación era conducir al hombre a un estado moral o de madurez de conciencia. Para Theodor Adorno el propósito de la educación residía en forjar una conciencia recta. Otros educadores transitaron ese camino y expusieron sus técnicas de aprendizaje, al mismo tiempo que destacaron los auténticos objetivos de la educación. En presencia del fermento de la discordia, del sufrimiento y de la disolución de los valores sociales, se impone la necesidad de trabajar con los otros valores, con aquellos que todavía no han sido convenientemente incluidos en los procesos educativos, pese a su relevancia en relación con el equilibrio del sistema vigente en la Tierra.

- Jasón de Camargo- Educación de los Sentimientos-

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                         REUNIÓN MEDIÚMNICA
                              Introducción

Allan Kardec utilizó las reuniones mediúmnicas no solamente para recibir instrucciones doctrinarias, sino también para asistir a los Espíritus sufridores y aquellos extraviados del bien.

   En la 2ª Parte de su obra "El Cielo y el Infierno" tenemos el relato de un expresivo trabajo en ese sentido, en donde él hábilmente dialoga, orienta y ora en beneficio de los Espíritus necesitados. En la Revista Espírita, el Codificador también se refiere a varios trabajos relativos a ese asunto.
     Con todo, también en la época de la Codificación, hubo compañeros que cuestionaron la validez de aquel procedimiento, opinando que el intercambio mediúmnico debería limitarse solo a las comunicaciones de los Espíritus Superiores para que nos instruyeran. Argumentaban, entre otras cosas, que el intercambio con los Espíritus vulgares podría dejar secuelas en los médiums, resultantes de la absorción de fluidos deletéreos irradiados por esa clase de entidades.

   El Codificador reaccionó de inmediato a tal argumentación, insertando en El Libro de los Médiums, en el item 281, el siguiente esclarecimiento:

    " La evocación de los espíritus vulgares tiene, además de eso, la ventaja de que nos pone en contacto con Espíritus sufridores, que podemos aliviar y cuyo adelantamiento podemos facilitar, por medio de buenos consejos. Todos, pues, podemos tornarnos útiles, al mismo tiempo que nos instruimos. Hay egoísmo en aquel que solamente atiende a su propia satisfacción buscando las manifestaciones de los Espíritus, y da prueba de orgullo aquel que deja de ofrecer una mano de socorro a los desgraciados(...)- ¿Qué sería de los pobres enfermos, si los médicos se negasen a tocar sus llagas?"

    Hay una pregunta muy frecuente que ocurre cuando se enfoca el asunto de socorro a los desencarnados, y es la siguiente:

¿No podrían los Benefactores espirituales realizar la asistencia a los desencarnados necesitados en la propia Espiritualidad, sin utilizar el concurso de los médiums, o sea, de elementos encarnados?
     En realidad, ese tipo de socorro acontece en escala significativa en el plano espiritual. Entretanto, suceden situaciones en las que realmente hay la necesidad de la participación de los colaboradores encarnados, sobre todo cuando se trata de Espíritus todavía muy "materializados", o sea, demasiado fijados en las cuestiones terrenas.El Espíritu Emmanuel. en la obra Emmanuel, cáp. 30, nos esclarece que "muchos desencarnados no se encuentran aptos para comprender el lenguaje de los Benefactores espirituales u precisan oír la voz materializada de los encarnados". Y enfatiza:

    "Conducimos, por lo tanto, y frecuentemente, hasta vuestro medio, a aquellos de nuestros semejantes que aquí se encuentran impregnados de las sensaciones corporales".

    Además, Allan Kardec ya había insertado una orientación equivalente a ese respecto, en el item 254, cuestión nº 5 de El Libro de los Médiums, cuando esclarece que ciertos Espíritus tienen la tendencia de aproximarse más a los humanos que a los desencarnados. "En esa aproximación de los humanos, cuando encuentran alguno que los moralice, al principio no lo escuchan y hasta se ríen de él; después, si aquel los sabe prender, acaban por dejarse tocar"

    Y luego, seguidamente resalta:

"Los Espíritus elevados, solo en nombre de Dios les pueden hablar y esto les causa pánico. El hombre, indudablemente, no dispone de más poder que los Espíritus superiores, pero su lenguaje se identifica mejor con la naturaleza de aquellos otros" (desencarnados infelices).

    Esa cuestión relativa a la participación de los humanos en la operación de socorro a los desencarnados en desequilibrio y aflicción, también fue cuestionada por André Luiz al inicio de sus actividades en el mundo espiritual, en aquel estadio suyo de aprendizaje. En respuesta a la pregunta que formuló sobre el asunto, respondió así Aniceto, su instructor espiritual, en el libro Los Mensajeros :
     " El servicio de socorro es más eficiente con el contacto de las fuerzas magnéticas de los encarnados<8,,,<9 ellos se consuelan con el auxilio de los Bernefactores, pero el calor humano está lleno de un magnetismo de tenor más significativo, para ellos. Por esto, el trabajo de cooperaación en casas de esa especie (se refiere a casas espíritas), ofrece proporciones que usted por ahora no conseguiría imaginar".

F.E.B. ( Continúa)....


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                                           ESQUEMA EVOLUTIVO

- Si hemos vivido otras vidas, y el nacimiento a la vida física no es el principio ¿cuál es entonces el principio de la vida del espíritu, si es que lo hay? 
* El espíritu es creado ignorante. En realidad lo que se crea es el principio espiritual, la chispa vital. A partir de ese momento, la chispa vital primigenia, a través de un proceso que dura millones de años, va experimentando un proceso de mejoramiento a través de la 
experiencia, que consigue al ligarse a las formas materiales adecuadas a su nivel evolutivo. 
Cuando el principio espiritual primigenio ya ha evolucionado bastante, y ya es mucho más que eso, le llamamos espíritu. El espíritu se liga a la forma material, que es el cuerpo, para aprender de esta experiencia. En etapas más primitivas, el principio espiritual primigenio se liga a formas materiales más simples, primero del reino mineral (primer nivel), luego del vegetal (segundo nivel), después del animal (tercer nivel), y más adelante, ya como espíritu en fase humana (cuarto nivel), y en cada una de esas experiencias físicas aprende. Este aprendizaje es retenido por el ser espiritual para siempre, de forma que cuando inicia una nueva encarnación lo hace con el conocimiento obtenido en la suma de las incontables encarnaciones anteriores. 


- ¿Qué es lo que se pretende conseguir con las encarnaciones sucesivas? 
* Que el ser espiritual avance tanto en conocimiento como en sentimiento, que crezca en sabiduría y en amor. 
- ¿Hay algún límite máximo al que podamos llegar? 

* El límite máximo al cual se puede llegar a través de la evolución progresiva es la capacidad de Dios. Y como ésta es infinita, llegamos a la conclusión de que no hay límites. Es un proceso de evolución constante e infinito. Pero si te refieres al proceso de encarnaciones materiales, a medida que el espíritu avanza, las encarnaciones se van espaciando cada vez más, y el tiempo que pasa el espíritu sin encarnar aumenta. Hasta que llega a un punto en el que el espíritu ya no necesita seguir encarnando en el mundo físico para evolucionar, y entonces continúa su evolución en los planos más sutiles de la existencia. 
Entraríamos entonces en el quinto nivel, habiendo otros dos más por encima de éste. Pero a los humanos de la Tierra todavía os falta bastante para llegar a ese punto, por lo que no tiene sentido que hablemos ahora de ello. 

- Si el espíritu tiene un principio, ¿tiene un final? Es decir, ¿el espíritu puede morir? 

* El espíritu no puede morir. Sería un contrasentido que, después de todo el esfuerzo realizado por el espíritu para avanzar, en el más elevado estado de su evolución dejara de existir. Tened clara una cosa: el espíritu es inmortal. Sólo mueren los distintos cuerpos en los que se encarna para evolucionar. 
- ¿Podría ocurrir que cuando estuviera muy evolucionado y cerca de Dios se fusionara con éste? 
*El espíritu, al evolucionar, se acerca a Dios, pero no se fusiona con él, es decir, no pierde su individualidad, ya que perder la individualidad sería casi como morir. Más bien su voluntad se vuelve cada vez más afín con la del Creador y se integra voluntariamente en el plan divino. 
V.G

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                               PERIODOS DEL ESPIRITISMO
                      LIBREPENSAMIENTO: LA MARCA DEL PERIODO INTERMEDIARIO

         En la Revista Espírita de diciembre/1863, Kardec proyectó seis periodos para el desarrollo del espiritismo. Después del periodo religioso, vendría el "intermediario" que recibiría mas tarde su denominación característica.  
¿Sería razonable denominarlo:    "Periodo de Libre Pensamiento"?

Los seis periodos
Con el título de Periodo de Lucha, en 1863, el artículo de Allan Kardec identificaba la fase entonces vivida por el espiritismo. El Auto de Fe de Barcelona (9/18/1860) fue la más característica señal de esa fase, cercada por un " rechazo de violencia increíble" materializado en "sermones furibundos. mandamientos, anatemas, excomuniones, persecuciones individuales, en las que libros, folletos, artículos de periódicos, nada lo fue en poca medida, ni tampoco la calumnia.
  Según Kardec el Espiritismo estaba viviendo su tercer periodo.Antes de él se había atravesado el periodo de la curiosidad, marcado por el fenómeno de las mesas giratorias, seguido del periodo filosófico, inaugurado en 1857 con el lanzamiento de El Libro de los Espíritus.

   Después del periodo de lucha que entonces transcurría, vendría el religioso. Este sería sucedido por el periodo intermediario, "que más tarde recibirá su denominación característica". "El periodo final, marcando la victoria definitiva de la unión, de la paz y de la fraternidad entre los hombres", o sea, el de la regeneración social.

Positivismo y Espiritismo
Con su artículo, Kardec no hizo ningún ejercicio de futurología. Usando el mismo método de análisis de los fenómenos sociales, del positivismo de Augusto Comte (periodos teológico, metafísico y positivo), pero con  base en la realidad del Espíritu y su evolución, el fundado del Espiritismo, proyecta la Historia como en donde la curiosidad del ser inteligente conduce, sucesivamente, al raciocinio, la lucha de ideas, las creencias, la renovación transformadora, y finalmente, a la unión y a la estabilidad, fundamentadas en el conocimiento.
     En la trayectoria del Espiritismo, el "periodo religioso· fue el de la fe en la " revelación espiritual ". A partir de sus ideas, se creó una nueva religión,capaz de dar soporte racional a las alegorías cristalizadas en dogmas de fe. En este periodo sobresalía el "criterio de la autoridad" de los espíritus y de instituciones que penosamente los representaban.
     El periodo intermediario, que parece que es el que vivimos ahora, invita al amplio ejercicio de la libertad de pensar. Parte de los principios básicos de la filosofía espírita, pero estimula el progreso de las ideas, construyendo un humanismo espiritualista que valora al ser humano, vislumbrando en el proceso reencarnatorio el eficaz instrumento de dignificación de ser y de perfeccionamiento de la sociedad.


- Opinión CEPA-
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El espíritu
Su llegada al más allá


   Inmensas caravanas de emigrantes de la Tierra, llegan al Más Allá, sin solución de continuidad.
     Procedentes de los más variados rincones del Orbe, llevan impreso en el espíritu, las señales vigorosas que reflejan los últimos instantes transcurridos en el vehículo celular.
      Llevan consigo el equipaje  de los hechos acumulados durante su tránsito por el mundo de las expresiones físicas. La desencarnación no modificó sus hábitos ni costumbres; no les otorgó títulos ni conquistas, no les quito méritos ni realizaciones. Cada uno se presenta  tal cual vivió. No existe el milagro de la transformación
       El deseo de la muerte es muy profundo cuando perdemos a un ser muy querido, la vida sin él, nos resulta imposible, y la primera opción es para muchos partir con él. Es el deseo interno de querer morir para   volver a encontrarse con el amor  en las regiones de la Espiritualidad.
     Con el corazón oprimido, inclinados hacia el ser que nos deja, , vemos extinguirse lentamente sobre sus facciones  la sombra del más allá. La lumbre interior solo lanza ya  pálidos y temblorosos resplandores; cada vez es más débil, y luego se extingue… Todos nos hemos preguntado alguna vez, sobre este misterio que es la muerte. Es un problema que a todos nos interesa, ya que en todos ha de cumplirse la ley. Nos interesa saber, si en esta hora, todo se ha terminado; si la muerte no es más que un taciturno reposo en el aniquilamiento o, por el contrario, es la entrada en otra esfera de sensaciones.
      Por todas partes se levantan problemas, en todas partes el sufrimiento reina como un soberano; por todas partes  el aguijón de la necesidad y del dolor estimula al movimiento desenfrenado, al vaivén terrible de la vida y de la muerte. La muerte es el signo de interrogación colocado siempre ante nosotros; la primea pregunta  a la cual suceden  innumerables preguntas y cuyo examen ha hecho la preocupación, la desesperación de las edades, la razón de ser de una multitud de sistemas filosóficos.
     Llorar a los muertos es hacerles sufrir, ya que la muerte no existe, a pesar del concepto  que tengan los materialistas  y muchos religiosos… Morir es renacer, volver el espíritu a su verdadera patria, que es la espiritual.  ¿Por qué entregarnos a la desesperación  o al desconsuelo, si los que suponemos muertos  están vivos?
      La ausencia del ser querido es la que nos suele torturar, a veces no existe en el ser la duda de que sigue viviendo. Pues lo que sentimos es la de su presencia a nuestro lado.
      Y este es el gran equivoco, la ausencia que nos falta es la del cuerpo, pues el Espíritu que ama  jamás se aparta de los que han quedado en la retaguardia, mientras se lo permitan sus nuevas posibilidades. Y cuando pueden  intentan, comunicarse…
      En las practicas  espiritas orientadas  según las enseñanzas de Kardec, los Espíritus se comunican sin ninguna evocación individual y siempre nos convocan a la meditación en torno a las responsabilidades que nos correspondan, reprendiéndonos con mansedumbre, guiándonos con sabiduría y hermanándose a nosotros  gracias a la experiencia que tienen, tras haber vencido  la jornada  en la densa organización corporal. Al testificar  la continuidad de la vida, comprueban que la justicia divina no falla y que concede a cada uno  lo que es merecedor, según como se haya conducido cuando estaba encarnado. Reaparecen con las características de la personalidad que les hemos conocido y se hacen identificar a la saciedad para que nos tranquilicemos, a fin de darnos coraje  para enfrentar nuestros necesarios embates.
   Es el Evangelio el que nos da exuberantes demostraciones de la inmortalidad y de la comunicabilidad de los pseudo-muertos. Toda la Biblia está salpicada de constantes noticias de la comunicación entre los dos planos de la vida.: el físico y el espiritual, expresándose de las más  variadas maneras: visiones, sueños, profecías, obsesiones, curas espirituales, bilocaciones, apariciones materializaciones, desmaterializaciones, intervenciones, etc.  Referida como un don por el Apóstol Páblo, la mediúmnidad está siempre presente en las páginas del Libro de los Libros, como un puente de luz entre los hombres encarnados y los Espíritu.
      Como una luz penetrante, la revelación de la vida más allá de la tumba es un incentivo y un consuelo para los que de la Tierra solamente conocen pruebas, dolores muy agudos, limitaciones y amarguras, y una bendición superior para los que dan amor al prójimo, sacrificándose por el bien general y practican la renuncia  y la dedicación a su prójimo.
       Son inherentes al hombre   las posibilidades  de los ideales superiores y sublimes, las aspiraciones mayores  y el tener el rostro vuelto  hacia las legítimas realidades espirituales.
       Nadie muere, la muerte es una ilusión de nuestros débiles sentidos, y de los  muy pobres códigos conque pretendemos  descifrar los designios divinos  no consiguen traducir l magnitud de las excelsas leyes de la vida.
      Siendo  la muerte un nuevo nacimiento  hace que los verdaderos amores, lejos de distanciarse ante la realidad del despertar espiritual, se estrechen aun más y se transformen en lazos de una incomparable belleza y en promesas de una luz insuperable y continúan palpitando los nobles sentimientos que se mantenían en la jornada vencida.
       Una vez que los tejidos se disgregan en el lodo del sepulcro y el espíritu liberado asciende si supo avanzar en las tareas elevadas, sin las amarras coercitivas de la retaguardia.
     Al principio, todo parece fascinante y deslumbrante. Es como una esfera de sueño y un país de encantamiento. Sin embargo, transcurridas las primeras horas y pasada la ligera turbación, se es atendido por dedicados amigos que han precedido y se empieza a comprender, a discernir y a establecerse, casi feliz, en la nueva realidad. Podríamos compararlo, como el que se despierta después de haber sufrido una operación quirúrgica, poco a poco se integra  en la Comunidad en la que se encuentre.
      Todo lo que poseemos es un préstamo de la vida. Todos poseemos  más fuerza y coraje de lo que suponemos. Las potencialidades del hombre  se desarrollan en la lucha. Además, con los espíritus Amigos, aprendemos, que  todos los dolores  y frustraciones  nos pertenecen por adquisición del pasado  y que podemos libertarnos  de los mismos en el presente o en el futuro.
     No conseguimos  entender las grandezas de nuestro Padre. En el Cielo  hay parajes, nidos de belleza, donde el espíritu ya supero las formas  y los límites  de la cárcel pegajosa de la carne, allí resplandecen el amor y la vida.
      ¿Por qué pensar solo apenas  en la encarnación transitoria, sin tener en cuenta  las expresiones del infinito? En el barro de la coyuntura actual  y en las altas temperaturas  del sufrimiento purificador, construyamos el indestructible castillo  de las venturas venideras.  Tengamos en mente que la Eternidad es el tiempo que es: ni pasado, ni futuro, y por lo tanto insistamos en la perpetua elaboración de lo correcto y de lo éticamente perfecto. Las aflicciones de ahora  se transformarán en tranquilidad para siempre  y el amor cantará su definitiva balada a los oídos de nuestra dichosa alegría.
   El alma una vez que termina su etapa reencarnacionista, continúa creciendo en amor y conocimiento, fuera de las vibraciones de la Tierra, en otros planos evolutivos.
      Se evoluciona por etapas. En una Encarnación adquirimos la corona de la cultura, en otra la palma del amor.  Son muy raros los que consiguen adquirir sabiduría y bondad, cultura  de la inteligencia y cultura del amor de en una sola vez.  Al conocimiento recogido en etapas anteriores y en la memoria, lo que no sucede con la cultura sin bondad.
    El hombre sabio, sin amor, puede tornarse un monstruo. Al desencarnar, notará  que habrá cultivado el cerebro, pero tendrá el corazón vacío, y deberá entonces iniciar una gran jornada  recorriendo la senda estrecha del sufrimiento, sin el conocimiento, en las expiaciones purificadoras.
El amor, en todas partes es el alma del Universo manifestación de Dios.
      Aun los espíritus  condenados a trabajos forzados, inveterados perseguidores de la paz de muchos otros espíritus - seres infelices que solo esparcen  la desdicha que poseen – no están privados del auxilio divino otorgado por los abnegados mensajeros que velan por ellos, los asisten y amparan.
     En cualquier lugar e incesantemente, la devoción de los buenos, refleja la paternal providencias Divina.
     Morir, lejos de significar  un descanso en las mansiones celestiales  o expurgar sin remisión en las zonas infernales, es pura y simplemente, comenzar a vivir…
       La muerte a todos nos espera, y la vida es la gran respuesta a todos los enigmas.
     Ya se ha escrito y hablado mucho sobre la vida más allá de la muerte, más es necesario repetir, divulgar, acostumbrar  al hombre a las cuestiones espirituales.
     En los tiempos actuales, el mensaje consolador y claro de las “Voces del Cielo” tiene régimen de urgencia y ante las perspectivas atrayentes del futuro con Jesús, se formulan votos de paz  con excusas sinceras hacia aquellos Espíritus valerosos, perspicaces y estudiosos, que ciertamente, no encontraran en la tierra lo que necesitan  para sedimentación de la cultura  y ampliación del conocimiento.
      La vida en el más allá prosigue sin grandes modificaciones, ofreciendo a cada alma  en el crisol evolutivo, las bendiciones o puniciones  a que se ha hecho acreedora.
     Están los atormentados por el sexo que continúan ansiosos. Esclavos del placer que prosiguen inquietos.
       Compañeros de la ilusión  que permanecen engañados.
       Aficionados a la mentira que se enloquecen  bajo la impresión de imágenes desordenadas.
       Amigos de la ignorancia que caminan perturbados.
    Solamente las almas esclarecidas y experimentadas en la batalla redentora, marchan en plena libertad, disfrutando de la dádiva de la esperanza entre sonrías y realizaciones.
    Allí se verifica el verdadero sentido de la fe. En vez de ser la aceptación pasiva de la creencia religiosa, es por sobre todas las cosas, un programa de ascensión y renovación interior.
     La conducción de la claridad pura del Cristianismo en la mente y en el corazón, es una elevada concesión del Cielo que nadie quebrantará impunemente.
     Para el hombre común, la felicidad se resume en el problema de la posesión. Generalmente se piensa que la felicidad es ser dueño de algunas monedas o esclavo de algunos millones. Muchos son los que anhelan el goce  que la posesión del dinero puede comprar. Otros se tranquilizan con lo que la posesión ya le dio. Sin embargo, se ha constatado, que los que poseen riquezas no son felices. La felicidad  no es una consecuencia  de lo que se tiene  o deja de tener. Es una construcción intima  que depende de nuestra actitud de encarar lo que tenemos o lo que dejamos de tener. Muchas veces, quien posee algo, queda dominado por lo que tiene, así como los otros que nada tienen, se tornan esclavos de ese “no tener nada”
       El hombre cuando desencarna es cuando comprende las palabras de Jesús cuando nos hablo de la “pureza de corazón” enseñándonos  a adquirir  los tesoros inalienables del espíritu, con los cuales el hombre es feliz.
     La vida espiritual es muy semejante a la corporal, a pesar de que la vida del encarnado no es semejante a la del más allá. Sin embargo, en el mundo de la erraticidad, el Espíritu puede adquirir  elucidaciones y enseñanzas  que no puede desdeñar, considerando el valor  de que son portadores.  Mientras marchamos por la carne, no disponemos  de los cuidados  especiales necesarios a la observación de los hechos, situándolos en su lugar correspondiente como beneficios celestiales a nuestros espíritus ansiosos de evolución. Es común que modifiquemos los conceptos de los mensajes que nos son dirigidos transfiriéndolos para el prójimo y jamás aceptándolo como rumbo cierto para nosotros mismos. Sin embargo, en la vida espirita eso no es posible, porque estando despiertos a la verdad y sedientos de ella, buscamos en cada acontecimiento o narración, aparentemente sin importancia lo que nos pueda ser útil, de manera  de poder apaciguar  los conflictos íntimos y disminuir las aflicciones del arrepentimiento.
    Desde la cuna al sepulcro, marchamos bajo la tutela del Señor, asistidos por abnegados desencarnados que no desfallecen en sus deberes de guiarnos por el rumbo ennoblecedor. Aquí, es la inspiración que nos llega ampliando el horizonte de nuestra alma, obligándonos a introducirnos en el sendero de las indagaciones fascinantes, levantando velos, aclarando conflictos, descifrando problemas, ofreciendo directivas. Allí, es la naturaleza vestida de luz: arroyos, ríos y mares, flores y pájaros, vetustos arboles y pequeños vegetales, animales e insectos  que existen en todas partes, alboradas y crepúsculos, sol y lluvia, minerales de diversos valores  que las ambiciones humanas, hijas del egoísmo y del orgullo convirtieron en preciosos  y vulgares, encendiendo el fuego de la posesión, por los cuales tantos se empeñan y luchan por obtener… Más allá, es el dolor – mensajero de la verdad, benefactor anónimo  e incomprendido – la voz del sufrimiento, invitando a la continencia  y al equilibrio, advirtiéndonos con relación al desgaste de la valiosa maquina física; el dolor moral, llamándonos a la meditación  y al análisis de las acciones; el dolor espiritual, manifestado en ausencias, frustraciones emocionales, agonías y soledad del alma, hablándonos en forma intuitiva sobre  el mal uso de la libertad, aprisionando la mente  en evocaciones dolorosas, que a pesar de esbozarse apenas en la tela mental, marcan los sentimientos con señales  angustiosas; el dolor  nostalgia y otros tantos dolores… todos perseverantes, llamándonos la atención, advirtiéndonos.
       Muchas almas cuando están al otro lado, se sumergen en los recuerdos, meditando seriamente sobre sus acciones en la tierra, y reparan en que el arrepentimiento es un gran colaborador para la paz interior, pero cuando solo nos ofrece la oportunidad del trabajo gracias al cual se opera nuestra renovación. Abatirse bajo  el peso del fardo de lo que está “hecho”, es desperdiciar la feliz oportunidad del resarcimiento. Hemos de tratar de resurgir íntimamente  del “túmulo de las cosas muertas”.
      Todos tenemos en el pasado, labores para reparar y caminos interrumpidos en la marcha evolutiva, que aun debemos vencer. El tiempo, ese amigo silencioso y confiado, nos enseña a no apresurarnos, para no sufrir el peligro de cansarnos y detenernos nuevamente, aunque también nos elucida con relación al estancamiento por las probabilidades que involucra criar raíces… Viajero incansable, él representa nuestras mejores y más caras esperanzas. Para nuestros espíritus endeudados, el tiempo, ligado al trabajo, es un tesoro que no podemos desdeñar, y a parte de ello, tenemos también la oración, ese tónico reconfortante que nos da coraje y que siendo de tan gran importancia, no sabemos valorizar.
        Con el tiempo, tenemos la oportunidad.
       Con el trabajo, conseguimos el aprovechamiento de la oportunidad.
       Y con la oración, santificamos la ocasión y la acción.
      Todos los que atraviesan el océano físico, se dan cuenta de cuan difíciles son los primeros tiempos después de la indumentaria carnal que nos vistió durante largos años, continua envolviéndonos y reteniéndonos en el laberinto cruel de la evocaciones y sensaciones habituales.
      La reencarnación, casi siempre, representa,  una inmersión en las aguas oscuras y peligrosas del mar del olvido. La gran mayoría de las almas vuelven a la carne como criminales en el exilio, para que dentro de ese olvido, logren considerar las actitudes mezquinas e infelices, rectificando pensamientos y aprendiendo a respetar la vida en el contacto con el dolor.
      El dolor físico desanuda químicamente  los lazos que encadenan al Espíritu en la carne; le aparta los fluidos groseros que le envuelven – aun después de la muerte – y le retienen en las regiones inferiores.
     No maldigamos el dolor; solo el nos arranca  de la indiferencia, de la voluptuosidad. Esculpe nuestra alma, le da su forma más pura, su más perfecta belleza.
     Estas enseñanzas nos hacen perder el carácter espantoso a la muerte; la dejan reducida a una transformación necesaria, a una renovación. En realidad, nada muere. La muerte no es más que aparente. Solo la forma exterior cambia; es el principio de la vida –el alma- continua en su unidad permanente, indestructible. Se recobra más allá de la tumba, ella y su cuerpo fluídico, en la plenitud de sus facultades, con todas sus adquisiciones, luces, aspiraciones, virtudes, potencias, con las que nos enriquecemos en las existencias terrenales. He aquí los bienes imperecederos del que nos habla el Evangelio cuando nos dice: “Ni los gusanos ni el moho corroen, y los ladrones no pueden arrebatárnoslos.” Estas son las únicas riquezas que nos es posible llevar con nosotros y utilizar en la vida del porvenir.
      La muerte y la reencarnación – esta que la sigue a aquella en un tiempo dado – son dos formas esenciales del progreso. Al romper  las costumbres estrechas que habíamos contraído, nos restituyen a otro medio diferente; dan a nuestro pensamiento un nuevo ímpetu: nos obligan a adaptar  el Espíritu a las mil fases del orden social universal.
      Cuando llega el atardecer de la vida; cuando nuestra existencia, semejante a la página de un libro, va a volverse para dejar su puesto a una página en blanco, a una página nueva, el bueno pasa revista a sus actos.
      El cuerpo humano, vestimenta de carne, despojo miserable, vuelve al laboratorio de la Naturaleza; pero el Espíritu, después de haber realizado su obra, se lanza a una vida más avanzada, hacia esa vida espiritual que sucede  a la existencia corporal como el día sucede a la noche, y separa cada una de nuestras encarnaciones.
      La muerte es la gran reveladora. En las horas de padecimiento, cuando la sombra se hace a nuestro alrededor, algunas veces nos hemos preguntado: ¿por qué nací? ¿por qué no me quedé en la profunda noche, allá donde no se siente,  donde no se sufre, donde se duerme el eterno sueño? Y en esas horas de dudas, de ahogo, de angustia, una voz suena en nuestro interior que nos dice:
       Sufre para engrandecerte y purificarte. Sabe que tu destino es grande. Esta fría tierra no será tu sepulcro. Los mundos que brillan en la superficie de los cielos son tus moradas del porvenir, la herencia que Dios  reserva a sus hijos. Eres por tanto un ciudadano del Universo; perteneces a los siglos futuros como a los siglos pasados, y en la hora presente  preparas tu elevación. Soporta, pues, con calma  los males elegidos por ti mismo. Siembra en el dolor  y en las lágrimas la semilla que brotará en tus próximas vidas; siembra también para los demás, como otros han sembrado para ti. Espíritu inmortal, avanza con paso firme por el sendero escarpado hacia las alturas desde donde el porvenir se te mostrará sin velo. La ascensión es ruda, y el sudor inundará con frecuencia tu rostro; pero, por la cima, veras asomarse la luz, verás brillar en el horizonte el sol de la verdad y de la justicia…
      La voz que  nos habla así es la de los muertos, la de las almas amadas que nos han precedido en la región de la verdadera vida, que muy lejos de dormir bajo las losas, velan por nosotros. Desde el fondo de lo invisible nos contemplan y nos sonríen. ¡Adorable y Divino misterio! Se comunican con nosotros. Nos dicen: Basta de dudas estériles; trabajad y amad, ¡Un día, cuando hayáis cumplido vuestra tarea, la muerte nos reunirá!
      Por la voz de los Espíritus, la voz de los muertos se ha hecho oír. La verdad ha salido de nuevo de la sombra, más bella y más esplendorosa que nunca. La voz ha dicho: muere para renacer, renace para engrandecerte y elévarte con la lucha y el sufrimiento. Y la muerte no es ya una causa de espanto, , pues detrás de ella vemos a la resurrección. Así, ha nacido el Espiritismo. A la vez ciencia experimental, filosofía y moral, que nos proporciona un concepto general del mundo y de la vida basado en la razón y en el estudio de los hechos y de las causas, concepto más vasto, más esclarecido y más completo que cuantos les han precedido.
       Las voces de nuestros hermanos mayores, nos dicen que recordemos que la vida es corta. Y que mientras dure debemos esforzarnos  en adquirir lo que venimos a buscar, que es el verdadero perfeccionamiento. Luchando con valor contra las viles pasiones, y de vemos hacerlo con el Espíritu y el corazón, corrigiendo nuestros defectos, suavizando el carácter y fortificando la voluntad. ¡ que el pensamientos se  aparte de las vulgaridades terrenales y se abra orientado hacia el cielo luminoso!
Recordando que todo lo que es material es efímero. Las generaciones pasan como las olas del mar; los imperios se derrumban, los mundos mismos desaparecen y los soles se apagan; todo pasa y se desvanece. Pero hay tres cosas que resplandecen por encima del espejismo de las glorias humanas, que son: la Sabiduría, la Virtud y el Amor. ¡ Conquistarlas con nuestros esfuerzos, y cuando las hayamos conseguido, nos elevaremos por encima de lo pasajero y transitorio, para empezar a gozar de lo que es eterno!

Trabajo realizado por Merchita, extraído del libro “Más Allá de la muerte” de Divaldo Pereira Franco y del libro “Después de la muerte” de León Denis

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