lunes, 4 de junio de 2018

Amor y Sexo




Hoy podemos ver aquí:

-  Reencarnación
- Ciclos de Reencarnación
- Prueba y Expiación
-Amor y Sexo





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                                      REENCARNACIÓN

La encarnación de los Espíritus esta en las leyes de la naturaleza, es precisa para su perfeccionamiento y también para cumplir los destinos de Dios. Por medio del trabajo que necesite la existencia corporal del Espíritu, perfecciona éste su inteligencia, y adquiere, observando la ley de Dios, los méritos que deben conducirle a la dicha eterna; resultando de esto que al paso que concurren a la obra general de la creación, los Espíritus trabajan en su propio perfeccionamiento y provecho. 

22. El -perfeccionamiento del Espíritu es el fruto de su trabajo, y adelanta en razón de su actividad o buena voluntad para obtener las cualidades que le faltan. 

23. No siendo posible al Espíritu obtener en una sola existencia corporal todas las cualidades morales e intelectuales que le son precisas para llegar a su objeto final, logra esto por medio de una serie de existencias, en cada una de las cuales adelanta más en la vía del progreso y se purifica de alguna de sus imperfecciones. 

24. A cada nueva existencia, el Espíritu lleva consigo el caudal de inteligencia y moralidad que adquirió en sus existencias anteriores, lo mismo que los gérmenes de las imperfecciones de que no se ha despojado todavía. 

25. Cuando una existencia ha sido mal empleada por el Espíritu, es decir, que no ha hecho ningún progreso en la vía del bien, no le sirve de provecho alguno y debe empezarla de nuevo en condiciones más o menos penosas en razón de su inteligencia o mala voluntad. 

Obras postumas. Allan Kardec.


                                 
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         CICLOS DE REENCARNACIÓN




                                             


     La vida del Espíritu es una sola e inmortal, compuesta de ciclos en concordancia con su necesidad de progreso. Cada uno de esos ciclos, comprende un programa amplio a realizar en el mundo donde baja a encarnar. 
     Cuando dicho programa se realiza en una sola existencia, como suele suceder en las encarnaciones de seres espirituales de gran evolución, el ciclo se circunscribe a esa sola existencia en ese mundo. Pero, dado el atraso evolutivo de nuestra humanidad, ninguno de nosotros realiza el programa en una sola existencia, por lo que necesario es volver una y otra vez, hasta realizarlo. 
     Este mundo nuestro, que dicho sea de paso, no es de los más adelantados pero tampoco de los más atrasados, es una escuela de aprendizaje para espíritus de mediana evolución. En cada vida venimos para hacer un curso (o completarlo) en el ambiente que corresponda a cada cual, de acuerdo con el estado de adelanto o atraso en que se encuentre. Y como somos malos estudiantes de la vida... Aun cuando la comparación no es exacta, consideremos cada ciclo un curso para una mejor comprensión. 
     ¿Cuál podría ser, entonces, el número de reencarnaciones para realizar ese programa? 
No hay número prefijado, ya que depende del mayor o menor esfuerzo y de la conducta de cada espíritu en la realización de ese programa trazado en el plano extrafísico. No obstante, debemos considerar que lo peor queda atrás en la noche de los tiempos. 
Supongamos que comienza un ciclo con un programa para la conquista de la paciencia, prudencia y cualidades análogas complementarias; que lleva implícito la superación de la impaciencia, irritabilidad, iracundia, etc. Puede que llegue a realizar dicho programa en cinco vidas humanas, puede que emplee diez, veinte o más. No está limitado, depende del propio esfuerzo. Y este número de vidas, componen un ciclo de reencarnaciones. Naturalmente que, en ese mismo ciclo de vidas, adquiere también múltiples experiencias que irán desarrollando su inteligencia y poder mental, a la vez que conquistando cualidades positivas que contribuirán a su progreso. 
      Supongamos que, ya realizados varios ciclos, haya llegado a un punto o grado de progreso intelectual y desarrollado una gran capacidad mental, pero le falta la conquista más valiosa en el progreso espiritual: el amor. Tendrá que comenzar un nuevo ciclo de encarnaciones para superar el EGOÍSMO, fuertemente enraizado en el alma humana, y tronco de cuyas ramas salen otras muchas imperfecciones, tales como; envidia, avaricia, amor propio, celos, orgullo, soberbia, etcétera. ¿Cuántas vidas puede necesitar para arrancar de sí, para superar todas esas imperfecciones y adquirir el amor fraterno? Muchas o pocas, depende del grado de imperfección en que cada cual se halle y el esfuerzo que ponga en ello. 
     Aquellos que creen conseguir la llamada salvación o la gloria en una sola vida, ¿han meditado sobre lo que es la salvación y lo que es la gloria? ¿Conocen acaso, el número de imperfecciones que aún arrastran? ¿Se consideran tan perfectos como para alcanzar ese estado sublime en el corto tiempo de unos años? ¿No será, acaso, que viven con la pueril esperanza de alcanzar graciosamente toda una eternidad de bienaventuranza y felicidad, lo que por el propio esfuerzo ha de conquistarse? 
     Nuestros errores, en pensamiento, palabras y acciones, productores de fuerzas psíquicas desequilibrantes que hemos hecho gravitar sobre nosotros mismos (según será demostrado al enfocar la Ley de Consecuencias), han impregnado nuestra propia naturaleza psíquica, han oscurecido y densificado el alma y producido un desequilibrio en nuestra sección del Cosmos, y cuyo equilibrio tiene que ser restablecido: ya voluntariamente con amor, amor sentido y vivido en nuestras relaciones humanas y con todo lo creado;» ya compulsoriamente por el dolor. 

Sebastián de Arauco.
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                                        PRUEBA Y EXPIACIÓN


- ¿Cuál es la diferencia entre prueba y expiación? 
La prueba es la lucha que enseña al discípulo rebelde y negligente el camino del trabajo y de la edificación espiritual. La expiación es la pena impuesta al malhechor que comete un crimen. 

- ¿La ley de la prueba y de la expiación es inflexible? 
Los tribunales de la justicia humana, a pesar de ser imperfectos, ¿a veces no conmutan las penas y no benefician a los delincuentes con “indultos”? La inflexibilidad y la dureza no existen para la misericordia divina, que, conforme a la conducta del Espíritu encarnado, puede dispensar de la ley en beneficio del hombre, cuando su existencia ya demostró ciertas expresiones de amor que cubre la multitud de pecados. 

- ¿Cómo se verifica la caída del Espíritu? 
Conquistada la conciencia y los valores racionales, todos los Espíritus son investidos de una responsabilidad, dentro de sus posibilidades de acción; sin embargo, son raros los que practican sus legítimos deberes morales, aumentando sus derechos divinos en el patrimonio universal. Colocada por Dios en el camino de la vida, como discípulo que termina los estudios básicos, el alma no siempre sabe actuar en correlación con los bienes recibidos del Creador, cayendo por el orgullo y la vanidad, por la ambición o por el egoísmo, quebrando la armonía divina por primera vez y penetrando en experiencias penosas, a fin de restablecer el equilibrio de su existencia. 

- ¿La caída del Espíritu solamente se verifica en la Tierra? 
La Tierra es un plano de vida y de evolución como otro cualquiera, y, en las esferas más variadas, el alma puede caer, en su ruta evolutiva, porque necesitamos comprender que la sede de todos los sentimientos buenos o malos, superiores o indignos, reside en lo profundo del espíritu imperecedero y no en la carne que se pudrirá con el tiempo. 

- ¿Cómo se procesa la prueba colectiva? 
En la prueba colectiva se verifica la convocación de los Espíritus encarnados, participantes de la misma deuda, con referencia al pasado delictuoso y oscuro. El mecanismo de la justicia, en la ley de las compensaciones, funciona entonces espontáneamente, a través de los colaboradores cercanos de Cristo, que reúnen a los cómplices en la deuda del pasado para los rescates en común, razón por la cual, muchas veces, intituláis “dolorosa casualidad” a las circunstancias que reúnen a las criaturas más dispares en el mismo accidente, que les ocasiona la muerte del cuerpo físico o las más variadas mutilaciones, en el cuadro de sus compromisos individuales. 251.- ¿La incredulidad es una prueba? 
El ateísmo o la incredulidad absoluta no existen, a no ser en los juegos de palabras de los cerebros desesperados, en las teorías del mundo, porque, en la intimidad, todos los Espíritus se identifican con la idea de Dios y de la supervivencia del ser, que les es innata. Esa idea superior sobrevolará por encima de todos los negativismos y saldrá victoriosa de todos los decretos de fuerza que se organicen en los Estados terrenos, porque constituye la luz de la vida y la más preciosa esperanza de las almas. 

- ¿Solamente se recibe la ofensa a la que se hizo merecedor en el cumplimiento de las pruebas? Y considerando la inmensidad de esa o de aquella prueba, ¿podrá alguien reencarnar destinado al suicidio o al crimen? 
Recibiremos el dolor de acuerdo con las necesidades propias, con vistas a la reparación del pasado y a la situación espiritual del futuro. En el tema de la ofensa, cuando la recibimos de alguien que se encuentra dentro de nuestro nivel de comprensión y de plano evolutivo, es cierto que se trata de una prueba muy amarga, indispensable para nuestro proceso de regeneración propia. Existen, sin embargo, en el mundo, las pedradas de la ignorancia y de la mala fe, saliendo de los sentimientos inferiores, y conviene que el cristiano esté preparado y sereno, de manera que no las reciba con sensibilidad enfermiza, sino con el propósito de trabajo y esfuerzo propio, conociendo que las mismas hacen parte de su plan de vida temporal, donde vino para educarse, colaborando al mismo tiempo en la educación de sus semejantes. Con relación al suicidio es oportuno repetir que la obra de Dios es la del amor y del bien, en todos los planos de la vida, y debemos reconocer que, si muchos Espíritus reencarnan con las pruebas de las tentaciones al suicidio y al crimen, es porque ellos deben actuar como alumnos que, habiendo perdido una prueba en su curso, vuelven al estudio de la misma al año siguiente, hasta obtener conocimiento y superioridad en la materia. Muchas almas efectúan la repetición de un mismo esfuerzo y, a veces, sucumben en la lucha, sin percibir la necesidad de vigilancia, sin que podamos, de modo alguno, imputar a Dios el fracaso de sus esperanzas, porque la Providencia Divina concede a todos los seres las mismas oportunidades de trabajo y de habilitación. 

EL CONSOLADOR – EVOLUCIÓN: PRUEBAS -. Por el Espíritu Emmanuel – Chico Xavier

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                                                   AMOR Y SEXO           



 El amor es la sustancia creadora y mantenedora del Universo, que está constituida por esencia divina.

Es un tesoro que, cuanto más se divide, más se multiplica y se enriquece a medida que se reparte.

El placer legítimo proviene  del amor pleno, generador de la felicidad,  en cuanto el común es devorador de energías y de formación angustiante.

Cuando el amor domina los paisajes del corazón, aun existiendo alguna dificultad de orden sexual, se hace posible superarla, mediante la transformación de los deseos y frustraciones  en solidaridad, en arte, en la construcción del bien, que tienen como mira el progreso de las personas,  así como de la comunidad, tornándose por lo tanto tales cuestiones irrelevantes.

El ser humano, aunque esté vinculado al sexo por el atavismo de la reproducción, está destinado al amor, que tiene más vigor que la simple comunicación genital.

Las magnificas edificaciones  de grandeza  de la humanidad tuvieron  en el sexo su vinculo de estimulo y de fuerza. No obstante, se persigue el triunfo, la gloria efímera, el poder  para disfrutar de los placeres que el sexo proporciona, cayendo en un equivoco lamentable y perturbador.

En su globalidad, el amor es un sentimiento vinculado al Yo superior  en cuanto que la búsqueda del placer sexual es más pertinente al ego, responsable por todo tipo de posesiones.

El sentimiento de amor puede llevar a una comunión sexual. Sin que eso se torne una condición imprescindible. Sin embargo, el placer sexual puede ser conseguido  por impulso meramente  instintivo,  sin un compromiso más significativo con otra persona que, normalmente  se siente frustrada y usada.

Los profesionales del sexo, porque pierden el componente esencial de los estímulos, en razón del abuso que portan, caen en las explosiones eróticas, buscando recursos visuales  que les estimulen la mente, a fin  de que la función pueda responder  de manera positiva.

El amor, como componente  para la función sexual, es tierno y juicioso, comenzando por acariciar  con la mirada que enternece y hace vibrar todo el cuerpo ante la expectativa  de la comunión renovadora.

Esa libido tormentosa, vinculada por la mediática y expuesta en los comercios en la forma de artefactos, se convierte  en una aberración que pasa a ser exigencia de la disipación, resbalando en los abismos de otros vicios que se le asocian.

Cuando el sexo se presenta exigente y tormentoso, el individuo recurre a las actitudes emocionales de la violencia, de la persecución, de la inmundicia.

Los grandes verdugos de la Humanidad, hasta donde se los puede entender, eran portadores de trastornos sexuales, que trataban de disimular, transfiriéndose hacia situaciones  de relevancia política, social, guerrera, tornándose temerarios, porque sabían de la imposibilidad de ser amados.

El amor es el dulce arrobamiento que embriaga de paz  a los seres y los promueve hacia las cumbres del auto realización, estimulando el sexo dignificado, reproductor y calmante.

El amor el arte y la belleza inspiró a Miguel Ángel a pintar la Capilla Sextina, entre otras obras magistrales, esculpir la Pietá y el Moisés; el amor a la ciencia condujo a Pasteur al descubrimiento de los microbios; el amor a la verdad  llevó a Jesús  a la cruz, trazando una ruta de seguridad para las criaturas humanas de todos los tiempos….

Sexo, en si mismo, sin los condimentos del amor es impulso violento y fugaz.

Cuando el sexo se impone sin amor, su pasaje es rápido, frustrante, insaciable…

Los días actuales son de libido desenfrenada, de pasión avasallante, de predominio de los deseos que desgobiernan las mentes  y aturden los sentimientos bajo el comando de Eros.

No obstante, el amor está siendo convidado a sustituir la ilusión  que el sexo automatista produce, calmando las ansiedades en cuanto eleva a los seres humanos a la planicie de las aspiraciones más libertadoras.

En una esfera más elevada, se convierte en sentimiento, gracias a la conquista de algún ideal, alguna aspiración, anhelos por alcanzar metas agradables y desafiantes, propensión a la realización ennoblecedora.

El deseo se impone como un fenómeno biológico, ético y estético, necesitando ser bien administrado en un caso como en el otro, a fin de tornarse motivación para el crecimiento psicológico y espiritual del ser humano.

Por tanto, es natural la búsqueda del placer, ese deseo interior de conseguir el gozo, el bienestar, que se expresa después de la conquista de la meta pautada.

El placer se presenta bajo variados aspectos: orgánico, emocional, intelectual, espiritual  y es, ahora físico, material  y en otros momentos de naturaleza abstracta, estético, efímero o duradero, pero que debe ser registrado muy fuerte en el psiquismo, para que la existencia humana exprese su significado.

Comúnmente, el placer depende  de cómo es considerado. Aquello que es bueno, genéricamente da placer, abriendo espacios para el miedo a la perdida, a la falta o a las situaciones en que puede generar daños, contribuyendo a la caída del individuo en zonas sombrías de aflicción.

Por una herencia atávica, un gran numero de personas tiene miedo del placer, de la felicidad, por asociarlos al pecado, a la falta de mérito, que se convertirá en una deuda a rescatar, ofreciendo  a la desgracia la oportunidad de venir o tal vez, como una tentación diabólica para retirar al alma del camino del bien.

Esto que sucedió durante siglos, en la actualidad, no es así, y vencida la conciencia de culpa, viene conduciendo a legiones de gozadores al desequilibrio, al abuso, a extremos de las aberraciones.

El deseo y el placer se transforman en palancas que impulsan al individuo a abismos que lo devoran.

No obstante, la esencia de la vida corporal, es la conquista de si mismo, la lucha bien dirigida para que se consiga la victoria del “Yo superior”, su armonía y no solamente el gozo breve, que se transfiere de un lado a otro, siempre más ansioso y perturbador.

El amor debe ser siempre el punto de partida de todas las aspiraciones  y la etapa final de todos los anhelos humanos

El clímax del amor se encuentra en aquel sentimiento que Jesús ofreció a la Humanidad y prosigue donando, en Su condición de Amante no amado.

 Extraído del libro “Amor Invencible Amor” de Divaldo Pereira Franco

                                                    
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