domingo, 22 de abril de 2018

Muertes prematuras y pruebas colectivas




Hoy podemos ver aquí  los siguientes temas:

- Miedo a la soledad
-La puerta estrecha
-Perseverar
-Muertes prematuras y pruebas colectivas




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MIEDO A LA SOLEDAD
¿Sintió usted miedo alguna vez, en la vida?
Con frecuencia escucho a la gente a sentirse confesar algún tipo de miedo. Sea miedo de quedar solo, miedo a la muerte, miedo a la soledad y otros más.
Entre los diversos matices del miedo, se destacan el miedo a la soledad, que es muy común en la sociedad de hoy.
Dice un gran pensador, que “la soledad del hombre  de la metrópoli no es la soledad que lo rodea, si la soledad que lo posee.
Hay personas que se sienten solos aun estando rodeados de gente. Por esa razón percibimos que el problema no es externo, más si de la intimidad del ser.
¿Es porque se siente solo, aun mismo no estando solo?
Tal vez la soledad se instale en el alma porque encuentre  en ella un vacio propicio   para agasajarla. Si no hubiese espacio, es bien posible que ella allí no morase.
¿Más, al final, como es que podemos llenar ese vacío y espantar la soledad?
La formula es bien simple. Es tan simple que tal vez por eso mismo nadie asegure su eficacia.
Hace casi dos milenios oímos hablar  de ella, por tanto no se trata de ningún descubrimiento reciente.
Estamos hablando de la caridad, como prescribió Jesús.
 Si abandonásemos nuestro estrecho mundo, y buscásemos en contacto  con nuestros hermanos  carentes e infelices, por cierto  llenaríamos el vacío  en nuestro interior de tal forma, que la soledad no encontraría allí espacio para acomodarse, aunque lo intentase.
Y eso acontece de forma tan natural  que, al envolvernos con los sufrimientos ajenos, intentando aliviarlos, nos olvidamos de nosotros mismos y eso causa una satisfacción sana.
Quien aun no experimento esa terapia, inténtelo.
¡Vale la pena!  Y no cuesta nada, a no ser del esfuerzo de la voluntad firme  y de la disposición de vencer la soledad.
Y en ese caso, el campo es mucho más vasto. Es fácil encontrar a alguien que precise de usted.
Sea un enfermo solitario en un hospital, una criatura en un orfanato, una persona  anciana abandonada por la familia, una madre que precise de ayuda para cuidar de los hijos, un padre desesperado con los hijos  cuya madre falleció, un estomago vacio para saciar, un cuerpo tiritando de frio para agasajar, y así en adelante…
No es otra la razón por la cual Jesús recomendó el amor al prójimo como condición para quien desea conquistar el reino de los cielos, como El mismo afirmó, está dentro de cada uno de nosotros.
¿Piense en eso!
Si usted está triste porque perdió su amor, recuerde que hay tantos que no tienen un amor para perder.
Si usted está triste porque nadie lo ama, acuérdese que el amor es para ser ofrecido y no para ser exigido.
Si para usted la vida no tiene sentido, ofrézcasela a alguien, dedicándose a los infelices que luchan por un minuto  más de existencia física.
Y si le faltan las fuerzas necesarias para luchar contra la soledad, abra su corazón  al Divino Pastor y pídale para que lo ayude en ese propósito.
Recuerde siempre que fue el propio Cristo el que aseguro: “aquel que venga tras de mí, de ninguna forma yo lanzaré fuera.
 Equipo de Redacción de Momento Espirita.

                                                                   

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                            LA PUERTA ESTRECHA 

. Entrad por la puerta estrecha, porque la puerta de la perdición es ancha, y el camino que a ella conduce es espacioso, y hay muchos que entran por ella.- ¡Cómo es pequeña la puerta de la vida! ¡Cómo es angosto el camino que a ella conduce! ¡Y cuán pocos son los que la encuentran! (San Mateo, cap. VII, v. 13 y 14). 

.      Alguien le hizo esta pregunta: Señor; ¿habrá quienes se salven? Él le respondió: Haced esfuerzos por entrar por la puerta angosta, porque os aseguro que muchos procurarán entrar por ella y no podrán. Y cuando el padre de familia hubiere entrado y cerrado la puerta y que vosotros estando del lado de afuera, comenzareis a tocar diciendo: Señor, ábranos; y él os responderá: 
No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Comimos y bebimos en vuestra presencia y vos enseñasteis en nuestras plazas públicas. Y él os responderá: No sé de dónde sois; apartaos de mí, todos vosotros los que cometéis iniquidad. 
       Será entonces, que habrá llanto y crujir de dientes, cuando veréis a Abraham y a Isaac y a Jacob, y todos los profetas que estarán en el reino de Dios, y que vosotros seréis arrojados fuera. 
       Vendrán del Oriente y del Occidente, del Aquilón y del Austro, los que tendrán lugar en el festín del reino de Dios. Entonces, aquellos que son los últimos serán los primeros, y aquellos que son los  primeros, serán los últimos. (San Lucas, cap. XIII, v. de 23 a 30). 

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. La puerta de la perdición es ancha, porque las malas pasiones son numerosas y el camino del mal es frecuentado por la mayoría. La de la salvación es estrecha, porque el hombre que quiere trasponerla debe hacer grandes esfuerzos sobre sí mismo para vencer sus malas tendencias, y pocos se resignan a ello; este es el complemento de la máxima: Hay muchos llamados y pocos escogidos. 

   Tal es el estado actual de la Humanidad terrestre, porque siendo la Tierra un mundo de expiación, el mal domina; cuando sea transformada, el camino del bien será más frecuentado. Estas palabras, deben, pues, entenderse en el sentido relativo y no en 
sentido absoluto. Si tal debiese ser el estado natural de la Humanidad, Dios hubiera condenado voluntariamente a la perdición a la inmensa mayoría de sus criaturas; suposición inadmisible desde el momento en que se reconoce que Dios es 
todo justicia y todo bondad.* 

     Pero, ¿de qué acciones malas se hubiera hecho culpable esta Humanidad para merecer una suerte tan triste, en su presente y en su futuro, si toda estuviese relegada en la Tierra y si el alma no hubiese tenido otras existencias? ¿Por qué tantos inconvenientes sembrados 
en su camino? ¿Por qué esta puerta tan estrecha por la que sólo puede entrar el menor número, si la suerte del alma está fijada para  siempre después de la muerte? Así es que con la unidad de existencia, se está incesantemente en contradicción consigo mismo y con la justicia de Dios.. Con la anterioridad del alma y la pluralidad de los mundos, el horizonte se ensancha; se esclarecen los puntos más oscuros de la fe; el presente y el porvenir son solidarios con el pasado, y sólo entonces es cuando puede comprenderse todo el fondo, 
toda la verdad y toda la sabiduría de las máximas de Cristo. 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO 
ALLAN KARDEC 



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                         PERSEVERAR 

… perseveremos en el bien, sobre todo.

… la senda probablemente se nos erigirá lodosa o agresiva por los tropiezos y espinas que presente…. 

Perseveremos sirviendo para transponerla. 

… en el ambiente habrá surgido cargado de nubes, en la condensación de injurias o incomprensiones que nos circunden… 

Perseveremos ofreciendo a los demás lo mejor de nosotros en favor de los otros y los otros nos auxiliarán para vencer las sombras y disiparlas.

…ansiedades y esperanzas nos visitan el alma, transformándose en obstáculos para la obtención de la alegría que nos proponemos alcanzar… 

Perseveremos actuando en la práctica del bien y, dentro de ese ejercicio saludable de sublimación, sorprenderemos, por fin, la región de acceso a las bendiciones que buscamos. 

… las luchas y desafíos se nos hacen voluminosas en la marcha… 

Perseveremos en la humildad y en la paciencia que nos garantizan la seguridad y la tranquilidad de las cuales no prescindimos para seguir adelante … discordias y problemas repuntan de las tareas a las que consagramos nuestras mejores fuerzas… 

Perseveremos en la serenidad y en la elevación, dentro de las tareas que nos señalan la presencia donde estuviéramos, y seremos aquellos ingredientes indispensables de unión y de paz en los grupos del servicio del que participamos, atendiendo las obligaciones que nos competen al espíritu de equipo.… hijos, pruebas y tribulaciones, piedras y espinas, conflictos y lágrimas, desarmonías y obstáculos existirán siempre en la senda que se nos 
desdobla a la visión… 
No obstante, si es fácil comenzar el apostolado del amor, es siempre difícil continuar en dirección del remate victorioso. 

… perseverar es el impositivo del que no nos será lícito huir… 

Perseverar trabajando y sirviendo, entendiendo y edificando, aprendiendo y redimiendo… 
… perseverar siempre de modo a nunca desanimar en la construcción del bien a fin que merezcamos el bien mayor. 

Bezerra de Menezes
(BEZERRA, CHICO Y USTED) 


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  MUERTES PREMATURAS Y PRUEBAS                                COLECTIVAS

       La fatalidad que encontramos en algunos sucesos como las muertes prematuras o colectivas, tan rechazable por cualquier sentido común, nos desconcierta de tal forma que no conseguimos, a simple vista, una explicación razonable para entender por qué suceden. Empero, la Doctrina Espírita nos saca de la ignorancia de estos hechos, aportando claridad meridiana a un tema tan delicado. 

      Encontramos relatos de catástrofes y desastres naturales en toda la historia de la Humanidad desde los tiempos más remotos. Muchas fueron las noticias de desastres naturales que nos abatieron: los maremotos, los ciclones, los terremotos, las inundaciones, los tsunamis, los volcanes, los incendios, los deslizamientos de tierra... Sin embargo, también nos estremecen los sucesos que desencadenan muertes colectivas provocadas por el propio hombre, como los genocidios, lo que generará bajo la visión espírita una reparación indiscutible en el futuro. La pérdida de un hijo igualmente genera siempre conflicto, tanto si es en la tierna infancia, en la adolescencia como en la edad adulta, nos rompe los esquemas, ya que lo natural es que los padres fallezcan primero. 

      Uno se pregunta, cuando se enfrenta a un hecho de estas características, qué ley provoca estas catástrofes, qué motivos rigen estos fenómenos, por qué suceden las muertes prematuras y colectivas o las muertes accidentales. ¿Cómo entender tamaño sufrimiento a grupos de personas, a familias enteras, a toda una cuidad o incluso a una nación? ¿Por qué unos se salvan y otros padecen? A muchos los asolan las dudas y las indagaciones. 

     Los seres humanos que deben pasar por tal reparación se reúnen impulsados por fuerzas magnéticas invisibles para pasar por la prueba de la muerte trágica y rescatar las consecuencias de los actos que tienen relación con el pasado, muchas veces secular del espíritu encarnado. Periódicamente los deudores son agrupados por la fuerza del destino, que de forma masiva rescatan así sus débitos sin que sea necesario que intervengan otros seres humanos, siendo la Naturaleza el agente causante. Todos reunidos en el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar. Hecho absolutamente amoroso, pues no genera una nueva deuda a nadie, exime de cualquier compromiso a los seres humanos y a la vez facilita la restitución del deudor por la liberación de la falta. 

      ¿Cómo conciliar tales sucesos con la idea de una bondadosa Providencia, de la justicia Divina y la armonía universal? El Espiritismo explica de forma coherente y con extrema nitidez que estamos bajo la ley de causa y efecto, por lo tanto cada uno recibe según sus obras. Nos enseña que las aflicciones a que estamos sujetos tienen una causa anterior absolutamente justa, cuyo origen está vinculado a los actos de cada uno en esta vida o en una vida anterior. 

     Nos explicó el gran espiritista Léon Denis que las existencias interrumpidas prematuramente por causa de accidente llegaron a su debido tiempo y son, en general, complementarias a existencias anteriores truncadas por los excesos o abusos a consecuencia de hábitos insanos, donde los recursos vitales se agotaron antes del tiempo marcado por la Naturaleza. A continuación, surge la necesidad de volver a encarnar en una nueva existencia, eso sí más corta, para cumplir el lapso de tiempo que la existencia precedente acortó. (El Problema del Ser y del Destino, 1ª parte, 10, “La muerte”) 

     Si los espíritus están por todas partes, podríamos cuestionarnos sobre su intervención en los hechos. ¿Por qué los buenos espíritus no se afligen en estos acontecimientos? Ellos, conocedores de las Leyes Universales, no se desesperan o se rebelan, saben de antemano que una gran dificultad va a suceder y, al contrario de lo que se pueda pensar, esperan compadecidos y tranquilos que cada uno de los encarnados rescate sus débitos. Intervienen sí, cómo no, auxiliando a las víctimas de las catástrofes e infortunios, aprovechando estas circunstancias para servir al prójimo encarnado o desencarnado. Colaboran para que entren tranquilos y triunfantes en el Mundo Espiritual los que desencarnen y proporcionando estímulo y calma a los damnificados que permanecen encarnados. Los desencarnados seguirán su crecimiento moral y se prepararán para futuras experiencias, ya que la reencarnación es un hecho real, sin embargo los encarnados deberán seguir adelante con el aprendizaje que el siniestro proporciona. 

     Allan Kardec interrogó a los espíritus acerca de las pruebas colectivas en las cuestiones 737 a 741. Recomendamos indiscutiblemente tales ítems al atento lector. Acerca de estos flagelos destructores nos contestaron los buenos espíritus que estos fenómenos son permitidos para hacer progresar a la Humanidad. ¿Parece incoherente, verdad? Pero es necesaria la destrucción para que haya regeneración moral de los espíritus, las calamidades despiertan la conciencia humana hacia la solidaridad. 

       Fatalidad, destino, azar, casualidad, mala suerte como causa es lo primero que se suele pensar en estas situaciones. Las cuestiones 851 a la 867 de El Libro de los Espíritus, que tratan de la fatalidad, nos enseñan que este término concierne solamente a la elección del nacimiento y desencarnación del espíritu, y éste, al aceptar afrontar tal o cual prueba, sabe inconscientemente el génerode muerte que le espera. 

      ¿Qué finalidad tendrían esas tragedias? El espíritu San Luis afirma en la Revue Spirite de 1858 que, cuando una existencia ha sido puesta en peligro en una catástrofe, es una advertencia solicitada antes de la encarnación de este espíritu para evitar su desvío de conducta hacia el mal y proporcionar su mejoría moral por el cambio de conducta, favoreciendo las elevadas reflexiones, ampliando las inclinaciones solidarias y la autoiluminación. 

      La meta es por lo tanto impulsar el progreso. La forma de rescate colectivo es una manera más de desarrollo, de hacer avanzar más deprisa a espíritus estancados o cuyo progreso va muy lento, solicitado por el propio espíritu. Las calamidades proporcionan a los supervivientes ocasión de ejercitar su inteligencia, además son llamados a la transformación moral, a una interpretación de la vida, a demostrar su paciencia y resignación frente a Dios, despertando el sentimiento de altruismo, desinterés propio y amor al prójimo. Pero como todo en la vida, el padecimiento es pasajero si se compara la desgracia con la vida eterna del espíritu. 

      En el caso de muerte prematura los familiares tienen que vencer las dificultades, los sufrimientos y comprender la situación con aceptación para poder ir hacia adelante. El Evangelio Según el Espiritismo nos dice que las grandes pruebas son casi siempre un indicio de un fin del sufrimiento y de perfeccionamiento del espíritu (cap. 14, 9). Una educación para la aceptación de la muerte es fundamental, saber que estamos aquí de paso y que todos iremos por medio de la puerta de la muerte a adentrarnos en el verdadero mundo, el mundo de los espíritus. Si actuamos bien durante la encarnación tendremos un futuro espiritual mejor. 

      El alma es inmortal y las sucesivas encarnaciones son herramientas útiles y efectivas de evolución que proporcionarán el progreso del espíritu. Solamente la correcta educación del espíritu para el entendimiento del nacimiento, de la vida y de la muerte puede proporcionar consuelo y abnegación durante las pruebas. Cuando se comprende que se viene a la Tierra para progresar, se disuelve el enigma insoluble de la desencarnación. 

      Fundamentando nuestra reflexión en los principios de la Doctrina Espírita, las muertes prematuras o colectivas tienen un carácter sanador. De acuerdo con Joanna de Ângelis, renuevan las pesadas cargas psíquicas existentes en la atmósfera y significan la realización de la justicia integral, pues la justicia Divina para nuestro reequilibrio recurre a métodos purificadores y liberadores de los cuales no podemos fugarnos jamás. 

      Kardec resume en tres las condiciones necesarias para borrar los resultados de una falta frente a las Leyes Divinas: expiación, arrepentimiento y reparación: «El arrepentimiento suaviza la traba de la expiación, abriendo por la esperanza el camino de la rehabilitación, no obstante, solamente la reparación puede anular el efecto destruyéndole la causa». Podemos comprender pues la justicia de las muertes prematuras y pruebas colectivas como amortizadoras de los débitos pasados que amplían el área de servicio iluminativo individual y en favor de la Humanidad. Por tanto, cuando nos enteremos de una situación calamitosa como las antedichas, oremos y predispongámonos a ayudar siempre.

-Claudia Bernardes de Carvalho-
Revista de la F.E.E. nº 12

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