LA FELICIDAD ES UN PRÉSTAMO
No hay nada mejor que aquí. Cuando su allí se convierte aquí, usted simplemente encontrará otro allá que le parecerá nuevamente mejor que aquí.
Nunca estamos satisfechos con la vida, creemos que las cosas deben suceder siempre de la manera que deseamos.
La vida en la Tierra es un constante aprendizaje y el secreto es saber lidiar con las diferencias.
La búsqueda de la felicidad fuera de sí, trae terribles frustraciones al hombre moderno.
Hemos asistido casos muy tristes, de personas que buscan la belleza ideal, olvidándose de que el cuerpo también está sujeto a la ley de la gravedad, ley esa que se acentúa a medida que pasan los años.
Intentan mantener el cuerpo joven, cuando muchas veces la mente está envejecida.
Asistimos recientemente al vocalista de un conjunto de música joven, al quedar en coma por varios días, porque sufrió un choque alérgico después de pasar por una lipoaspiración. ¿ Será porque los ejercicios físicos no habrían audado a ese cantante?.
¿ Qué está pasando?
¿ Cual es el patrón de belleza ideal?. ¿ Por qué las personas no se aceptan como son?.
¿ Es más fácil hacerse una lipoaspiración que educar la boca ?
Otro día asistí a un programa de televisión donde un cirujano plástico, presentaba planos promocionales para reformarse el cuerpo.
Tenía una nariz perfecta en doce veces, y se sentía feliz.
Si usted se hace la nariz y se engruesa los labios, le haremos un descuento especial.
La mujer, hoy en día, sale de casa con la cara maquillada y vuelve como un clon de Juliana Páez.
Consulte nuestros precios. La felicidad está a su alcance. Aceptamos tarjeta de crédito.
Quien no adelgaza con esas locuras, y la cuenta bancaria del cirujano, cada vez más obesa con los delirios ajenos.
Velar por la salud es muy bueno, pero querer cambiar lo que la naturaleza ns concedió, es preocupante.
Existen personas que ya se hicieron tantas cirugías que andan durmiendo con los ojos abiertos, pues están estirados por demás.
Otras se están cayendo ¡ PUM ! del cuello.
La naturaleza es muy sabia, todos nacemos, envejecemos y morimos.
La angustia que se experimenta, por no aceptar las leyes naturales, debe ser muy grande.
Pero por una vez podemos afirmar, que los valores están invertidos.
No adelanta cambiar el exterior, la cáscara se marchita.
La esencia, el Espíritu, es lo que precisa renovarse, pues es en el propio ser donde podemos encontrar la felicidad.
No adelanta llegar allá, pues al llegar continuaremos sintiéndonos aún aquí.
Vivir en Guarujá, Lóndres o New york, no hace diferencias, pues la vida tiene el color que le damos.
Quien no da valor a la vida aquí, no irá a valorarla allá.
Le felicidad no está geográficamente localizada.
La felicidad no está en la adquisición de bienes materiales
La felicidad es una forma de caminar por el mundo, aceptando las diferencias.
El día que entendamos eso, nos dará igual estar aquí o allá, la felicidad estará dentro de cada uno.
Nunca estamos satisfechos con la vida, creemos que las cosas deben suceder siempre de la manera que deseamos.
La vida en la Tierra es un constante aprendizaje y el secreto es saber lidiar con las diferencias.
La búsqueda de la felicidad fuera de sí, trae terribles frustraciones al hombre moderno.
Hemos asistido casos muy tristes, de personas que buscan la belleza ideal, olvidándose de que el cuerpo también está sujeto a la ley de la gravedad, ley esa que se acentúa a medida que pasan los años.
Intentan mantener el cuerpo joven, cuando muchas veces la mente está envejecida.
Asistimos recientemente al vocalista de un conjunto de música joven, al quedar en coma por varios días, porque sufrió un choque alérgico después de pasar por una lipoaspiración. ¿ Será porque los ejercicios físicos no habrían audado a ese cantante?.
¿ Qué está pasando?
¿ Cual es el patrón de belleza ideal?. ¿ Por qué las personas no se aceptan como son?.
¿ Es más fácil hacerse una lipoaspiración que educar la boca ?
Otro día asistí a un programa de televisión donde un cirujano plástico, presentaba planos promocionales para reformarse el cuerpo.
Tenía una nariz perfecta en doce veces, y se sentía feliz.
Si usted se hace la nariz y se engruesa los labios, le haremos un descuento especial.
La mujer, hoy en día, sale de casa con la cara maquillada y vuelve como un clon de Juliana Páez.
Consulte nuestros precios. La felicidad está a su alcance. Aceptamos tarjeta de crédito.
Quien no adelgaza con esas locuras, y la cuenta bancaria del cirujano, cada vez más obesa con los delirios ajenos.
Velar por la salud es muy bueno, pero querer cambiar lo que la naturaleza ns concedió, es preocupante.
Existen personas que ya se hicieron tantas cirugías que andan durmiendo con los ojos abiertos, pues están estirados por demás.
Otras se están cayendo ¡ PUM ! del cuello.
La naturaleza es muy sabia, todos nacemos, envejecemos y morimos.
La angustia que se experimenta, por no aceptar las leyes naturales, debe ser muy grande.
Pero por una vez podemos afirmar, que los valores están invertidos.
No adelanta cambiar el exterior, la cáscara se marchita.
La esencia, el Espíritu, es lo que precisa renovarse, pues es en el propio ser donde podemos encontrar la felicidad.
No adelanta llegar allá, pues al llegar continuaremos sintiéndonos aún aquí.
Vivir en Guarujá, Lóndres o New york, no hace diferencias, pues la vida tiene el color que le damos.
Quien no da valor a la vida aquí, no irá a valorarla allá.
Le felicidad no está geográficamente localizada.
La felicidad no está en la adquisición de bienes materiales
La felicidad es una forma de caminar por el mundo, aceptando las diferencias.
El día que entendamos eso, nos dará igual estar aquí o allá, la felicidad estará dentro de cada uno.
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REENCARNACIÓN.
La encarnación de los Espíritus esta en las leyes de la naturaleza, es
precisa para su perfeccionamiento y también para cumplir los destinos de Dios. Por medio del trabajo que necesite la existencia corporal del Espíritu, perfecciona éste su inteligencia, y adquiere, observando la ley de Dios, los méritos que deben conducirle a la dicha eterna; resultando de esto que al paso que concurren a la obra general de la creación, los Espíritus trabajan en su propio perfeccionamiento y provecho.
La encarnación de los Espíritus esta en las leyes de la naturaleza, es
precisa para su perfeccionamiento y también para cumplir los destinos de Dios. Por medio del trabajo que necesite la existencia corporal del Espíritu, perfecciona éste su inteligencia, y adquiere, observando la ley de Dios, los méritos que deben conducirle a la dicha eterna; resultando de esto que al paso que concurren a la obra general de la creación, los Espíritus trabajan en su propio perfeccionamiento y provecho.
22. El -perfeccionamiento del Espíritu es el fruto de su trabajo, y adelanta en
razón de su actividad o buena voluntad para obtener las cualidades que le faltan.
28. No siendo posible al Espíritu obtener en una sola existencia corporal todas
las cualidades morales e intelectuales que le son precisas para llegar a su objeto
final, logra esto por medio de una serie de existencias, en cada una de las cuales
adelanta más en la vía del progreso y se purifica de alguna de sus imperfecciones.
24. A cada nueva existencia, el Espíritu lleva consigo el caudal de inteligencia
y moralidad que adquirió en sus existencias anteriores, lo mismo que los gérmenes de las imperfecciones de que no se ha despojado todavía.
25. Cuando una existencia ha sido mal empleada por el Espíritu, es decir, que
no ha hecho ningún progreso en la vía del bien, no le sirve de provecho alguno y
debe empezarla de nuevo en condiciones más o menos penosas en razón de su
inteligencia o mala voluntad.
26. Debiendo, el Espíritu, a cada existencia corporal, adquirir algo bueno y
despojarse de algo malo, resulta que al cabo de cierto número de existencias, se
encuentra llegado al estado de Espíritu puro.
27. El número de existencias corporales es indeterminado, pero depende de la voluntad del Espíritu el abreviarlas, trabajando activamente en su
perfeccionamiento moral.
28. En el intervalo de las existencias corporales el Espíritu está "errante" y
vive la vida espiritual, no teniendo la erraticidad duración determinada.
29. Cuando los Espíritus han adquirido en un mundo cualquiera la suma de
progresos que el estado de este mundo permite, lo abandonan para encarnarse en otro mas adelantado, donde adquieren nuevos conocimientos, y así sucesivamente hasta que no siéndoles necesaria la encarnación en un cuerpo material, viven exclusivamente de la vida espiritual, no dejando por eso de progresar, si bien en otro sentido y por otros medios. Llegados a la cumbre del progreso, gozan de la suprema felicidad y son admitidos en los consejos del Todopoderoso, saben sus pensamientos y son sus mensajeros y ministros directos para el gobierno de los mundos, teniendo a sus órdenes los demás Espíritus, en diferentes grados de perfeccionamiento.
OBRAS POSTUMAS. ALLAN KARDEC.
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MANIFESTACIONES DE LOS ESPÍRITUS.
1. Las almas o Espíritus de los que han vivido constituyen el mundo invisible que puebla el espacio y en medio del cual vivimos. De aquí resulta que desde que existen hombres, existen Espíritus, y que si éstos tienen el poder de manifestarse, han debido hacerlo en todas las épocas. Así lo patentizan la historia y las religiones de todos los pueblos. En estos últimos tiempos, empero, las manifestaciones de los Espíritus han adquirido un gran desenvolvimiento y un carácter de mayor autenticidad, porque estaba en las miras de la Providencia poner término a la plaga de la incredulidad y del materialismo con pruebas evidentes, permitiendo a los que han dejado la tierra, venir a atestiguar su existencia y revelar su situación feliz o desgraciada.
2. Viviendo el mundo visible en medio del invisible, con el que esta en perpetuo contacto, resulta que incesantemente reacciona el uno con el otro. Esta reacción es origen de una multitud de fenómenos que se han considerado como sobrenaturales por ignorarse su causa.
La acción del mundo invisible sobre el visible y viceversa, es una de las leyes, una de las fuerzas de la naturaleza, necesaria a la armonía universal como la ley de atracción; si cesara de funcionar se perturbaría la armonía, como si se separase una rueda de las de un mecanismo. Estando semejante acción fundada en una ley de la naturaleza, se deduce que todos los fenómenos por ella producidos, nada tienen de sobrenaturales. Sólo han parecido tales, porque no se conocía su causa, como así ha sucedido con ciertos efectos de la electricidad, de la luz, etc.
3. Todas las religiones tienen por base la existencia de Dios y por objeto el porvenir del hombre después de la muerte. Este porvenir, que es para el hombre de capital interés, esta necesariamente enlazado con la existencia del mundo invisible. Por esta razón, el conocimiento de semejante mundo ha sido en todo tiempo objeto de las investigaciones y preocupaciones de aquel. Su atención ha sido naturalmente atraída hacia los fenómenos que tienden a probar la existencia del mundo invisible, y no los había más concluyentes que los de la manifestación de los Espíritus, por cuyo medio sus mismos habitantes revelaban su existencia.
He aquí por que, los tales fenómenos han constituido la base de la mayor parte de
los dogmas de todas las religiones.
4. Teniendo naturalmente el hombre intuición de un poder superior, ha sido inducido, en todos los tiempos, a atribuir a su acción directa, los fenómenos cuya causa le era desconocida, y que eran para él prodigios y efectos sobrenaturales.
Esta tendencia es considerada por los incrédulos como consecuencia del apego del hombre a lo maravilloso, pero no inquieren la causa de tal apego, que reside sencillamente en la intuición mal definida de un orden de cosas extra corporal. Con el progreso de la ciencia y el conocimiento de las leyes de la naturaleza, esos fenómenos han pasado poco a poco del dominio de lo maravilloso, al de los efectos naturales, de tal modo, que lo que en otro tiempo parecía sobrenatural, no lo es en la actualidad, y lo que hoy lo es, no lo será mañana. pero había de llegar un tiempo en que, siendo conocida la ley que los rige, entrarían, como los otros, en el orden de los hechos naturales. Ha llegado el tiempo y, dando a conocer semejante ley, el Espiritismo ofrece la clave de la mayor parte de los pasajes incomprensibles de las sagradas Escrituras que a él hacen alusión y de los hechos considerados como milagrosos.
Pero había de llegar un tiempo en que, siendo conocida la ley que los rige, entrarían, como los otros, en el orden de los hechos naturales. Ha llegado el tiempo y, dando a conocer semejante ley, el Espiritismo ofrece la clave de la mayor parte de los pasajes incomprensibles de las sagradas Escrituras que a él hacen alusión y de los hechos considerados como milagrosos.
ALLAN. KARDEC.
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El fraude en los fenómenos físicos
Entre todos los fenómenos espíritas, los que más se prestan al fraude son los fenómenos físicos, por motivos que es conveniente considerar.- Primero, porque impresionan más a la
vista que a la inteligencia, de modo que son los que la prestidigitación puede imitar con mayor facilidad. Segundo, porque como estimulan más que los otros la curiosidad, ejercen mayor atracción sobre las multitudes y, por eso mismo, son más productivos.
vista que a la inteligencia, de modo que son los que la prestidigitación puede imitar con mayor facilidad. Segundo, porque como estimulan más que los otros la curiosidad, ejercen mayor atracción sobre las multitudes y, por eso mismo, son más productivos.
Por consiguiente, desde estos dos puntos de vista, los charlatanes tienen gran interés en simular ese tipo de manifestaciones. Los espectadores, que en su mayoría ignoran la ciencia espírita, por lo general recurren a esos fenómenos mucho más en busca de una
distracción que de una instrucción seria, pues es sabido que siempre se paga más por lo que divierte que por lo que instruye. Por otra parte, existe otro motivo no menos decisivo. Si bien la prestidigitación puede imitar efectos materiales, para los cuales no necesita más que habilidad, hasta la fecha no le conocemos el don de improvisar, que requiere una dosis de inteligencia poco común, ni el don de producir esos bellos y sublimes dictados, a menudo tan oportunos, que los Espíritus brindan en sus comunicaciones. Esto nos hace recordar el hecho siguiente:
Cierto día, un escritor bastante conocido vino a vernos y nos manifestó que era un excelente médium escribiente intuitivo, y que se ponía a disposición de la Sociedad Espírita de París.
Como tenemos por hábito sólo admitir en la Sociedad a médiums cuyas facultades conozcamos, le pedimos a nuestro visitante que primero nos diera pruebas de su facultad en una reunión particular.
En efecto, él concurrió. Durante la reunión, varios médiums experimentados ofrecieron disertaciones y respuestas de notable precisión a preguntas que se les formularon y acerca de temas que ignoraban. Cuando llegó el turno de ese señor, escribió unas pocas palabras sin sentido, dijo que ese día no se encontraba bien dispuesto, y nunca más lo vimos. No cabe duda de que comprendió que el rol de médium de efectos inteligentes era más difícil de representar de lo que él había imaginado.
*. En todas las situaciones, las personas a las que se engaña con mayor facilidad son aquellas que no pertenecen al oficio.
Lo mismo ocurre con el espiritismo. Las que no lo conocen se dejan engañar fácilmente por las apariencias, mientras que un estudio previo y atento las inicia no sólo en las causas de los fenómenos, sino también en las condiciones normales en que suelen producirse, proveyéndoles de ese modo de los medios para reconocer el fraude, en caso de que exista.
El libro de los Mediums
Allan kardec
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El Estudio
El estudio es la fuente de dulces y nobles goces; nos libera de las preocupaciones vulgares y nos hace olvidar los males de la vida. El libro es un amigo sincero que nos pone buena cara lo mismo en los días felices que en los de mala fortuna. Hablamos del libro serio, útil, que instruye, consuela y reanima, y no del libro frívolo que distrae y con harta frecuencia desmoraliza. No se penetra lo bastante en el verdadero carácter del buen libro. Es como una voz que nos habla a través del tiempo y nos relata los trabajos, las luchas y los descubrimientos de aquellos que nos precedieron en el camino de la vida, y que en provecho nuestro suavizaron sus asperezas.
¿No constituye una de las escasas felicidades de este mundo el poder comunicar por medio del pensamiento con los grandes espíritus de todos los siglos y de todos los países? Ellos pusieron en sus libros lo mejor de sus inteligencias y de sus corazones. Nos llevan de la mano por el interior de los laberintos de la historia, nos guían hacia las elevadas regiones de la ciencia, del arte y de la literatura. Al contacto con estas obras, que constituyen los bienes más preciosos de la humanidad, compulsando estos archivos sagrados, nos sentimos engrandecer, nos consideramos satisfechos de pertenecer a las razas que nos suministran tales genios. El esplendor de su pensamiento se extiende sobre nuestras almas, las reconforta y las exalta.
Sepamos elegir buenos libros y acostumbrémonos a vivir entre ellos, en relación constante con los espíritus elegidos. Rechacemos con cuidado los libros inmundos, escritos para halagar las bajas pasiones. Guardémonos de esa literatura relajada, fruto del sensualismo, que deja tras de sí la corrupción y la inmoralidad. La mayor parte de los hombres pretenden amar el estudio, y objetan que les falta tiempo para dedicarse a él. Sin embargo, muchos de ellos consagran veladas enteras al juego y a las conversaciones ociosas. Se arguye también que los libros cuestan caros, cuando se gasta en placeres fútiles y de mal gusto más dinero del que haría falta para hacerse de una rica colección de obras. Además, el estudio de la Naturaleza, el más eficaz y el más reconfortante de todos, no cuesta nada.
La ciencia humana es falible y variable. La Naturaleza no lo es. No se desmiente nunca. En las horas de incertidumbre y de desaliento, volvámonos y nos mecerá en su seno. Nos hablará un sencillo y dulce lenguaje, en el que aparecerá la verdad sin artificio ni desfiguraciones. Pero ese lenguaje apacible muy pocos saben escucharlo y comprenderlo. El hombre lleva consigo, hasta en el fondo de las soledades, sus pasiones y sus agitaciones interiores, cuyos rumores encubren la enseñanza íntima de la Naturaleza. Para discernir la revelación inmanente en el seno de las cosas es preciso imponer silencio a las quimeras del mundo, a esas opiniones turbulentas que perturban nuestras sociedades; es preciso recogerse, hacer la paz en sí y alrededor de si. Entonces, todos los ecos de la vida pública callan; el alma entra en sí misma, recobra el sentimiento de la Naturaleza y de las leyes eternas y comunica con la Razón suprema.
El estudio de la Naturaleza terrestre eleva y fortifica el pensamiento, pero ¿qué decir de la visión de los cielos? Cuando, en la noche apacible, se enciende la bóveda estrellada y comienza el desfile de los astros; cuando de los núcleos estelares y de las nebulosas perdidas en el fondo de los espacios desciende hasta nosotros la claridad temblorosa y difusa, una misteriosa influencia nos envuelve, un sentimiento profundamente religioso nos invade. ¡Cómo desaparecen en esa hora las vanas preocupaciones! ¡Cómo nos penetra, nos abruma y nos hace doblar las rodillas la sensación de lo inconmensurable! ¡Qué adoración muda se eleva de nuestro corazón!
La Tierra boga frágil esquife por los campos de la inmensidad. Boga, arrastrada por el potente Sol. Por todas partes, a su alrededor, existen profundidades inmensas que no se pueden sondear sin experimentar el vértigo. Por todas partes también, a distancias enormes, hay mundos y más mundos, islas flotantes mecidas por las olas del éter. La mirada se niega a contarlos, pero nuestro espíritu los considera con respeto y con amor. Sus sutiles rayos le atraen. Enorme Júpiter, y tú, Saturno, al que rodea una franja luminosa y coronan nueve lunas de oro; soles gigantescos de luces multiformes, esferas innumerables: os saludamos desde el fondo de los espacios… Mundos que brilláis sobre nuestras cabezas, ¿qué ocultáis?… Quisiéramos conoceros, saber qué pueblos, qué ciudades extrañas, qué civilizaciones se extienden sobre vuestra superficie… Una intuición secreta nos dice que reside en vosotros la felicidad, buscada en vano en la Tierra.
Más ¿por qué dudar y temer? Esos mundos son nuestra herencia. Estamos destinados a recorrerlos y a habitarlos. Visitaremos esos archipiélagos estelares y nos penetraremos de sus misterios. Nunca tendrá un término nuestra carrera, nuestros ímpetus, nuestros progresos, si sabemos ajustar nuestra voluntad a las leyes divinas y conquistar con nuestras acciones la plenitud de la vida, en posesión de los goces celestiales inherentes a ella.
¿No constituye una de las escasas felicidades de este mundo el poder comunicar por medio del pensamiento con los grandes espíritus de todos los siglos y de todos los países? Ellos pusieron en sus libros lo mejor de sus inteligencias y de sus corazones. Nos llevan de la mano por el interior de los laberintos de la historia, nos guían hacia las elevadas regiones de la ciencia, del arte y de la literatura. Al contacto con estas obras, que constituyen los bienes más preciosos de la humanidad, compulsando estos archivos sagrados, nos sentimos engrandecer, nos consideramos satisfechos de pertenecer a las razas que nos suministran tales genios. El esplendor de su pensamiento se extiende sobre nuestras almas, las reconforta y las exalta.
Sepamos elegir buenos libros y acostumbrémonos a vivir entre ellos, en relación constante con los espíritus elegidos. Rechacemos con cuidado los libros inmundos, escritos para halagar las bajas pasiones. Guardémonos de esa literatura relajada, fruto del sensualismo, que deja tras de sí la corrupción y la inmoralidad. La mayor parte de los hombres pretenden amar el estudio, y objetan que les falta tiempo para dedicarse a él. Sin embargo, muchos de ellos consagran veladas enteras al juego y a las conversaciones ociosas. Se arguye también que los libros cuestan caros, cuando se gasta en placeres fútiles y de mal gusto más dinero del que haría falta para hacerse de una rica colección de obras. Además, el estudio de la Naturaleza, el más eficaz y el más reconfortante de todos, no cuesta nada.
La ciencia humana es falible y variable. La Naturaleza no lo es. No se desmiente nunca. En las horas de incertidumbre y de desaliento, volvámonos y nos mecerá en su seno. Nos hablará un sencillo y dulce lenguaje, en el que aparecerá la verdad sin artificio ni desfiguraciones. Pero ese lenguaje apacible muy pocos saben escucharlo y comprenderlo. El hombre lleva consigo, hasta en el fondo de las soledades, sus pasiones y sus agitaciones interiores, cuyos rumores encubren la enseñanza íntima de la Naturaleza. Para discernir la revelación inmanente en el seno de las cosas es preciso imponer silencio a las quimeras del mundo, a esas opiniones turbulentas que perturban nuestras sociedades; es preciso recogerse, hacer la paz en sí y alrededor de si. Entonces, todos los ecos de la vida pública callan; el alma entra en sí misma, recobra el sentimiento de la Naturaleza y de las leyes eternas y comunica con la Razón suprema.
El estudio de la Naturaleza terrestre eleva y fortifica el pensamiento, pero ¿qué decir de la visión de los cielos? Cuando, en la noche apacible, se enciende la bóveda estrellada y comienza el desfile de los astros; cuando de los núcleos estelares y de las nebulosas perdidas en el fondo de los espacios desciende hasta nosotros la claridad temblorosa y difusa, una misteriosa influencia nos envuelve, un sentimiento profundamente religioso nos invade. ¡Cómo desaparecen en esa hora las vanas preocupaciones! ¡Cómo nos penetra, nos abruma y nos hace doblar las rodillas la sensación de lo inconmensurable! ¡Qué adoración muda se eleva de nuestro corazón!
La Tierra boga frágil esquife por los campos de la inmensidad. Boga, arrastrada por el potente Sol. Por todas partes, a su alrededor, existen profundidades inmensas que no se pueden sondear sin experimentar el vértigo. Por todas partes también, a distancias enormes, hay mundos y más mundos, islas flotantes mecidas por las olas del éter. La mirada se niega a contarlos, pero nuestro espíritu los considera con respeto y con amor. Sus sutiles rayos le atraen. Enorme Júpiter, y tú, Saturno, al que rodea una franja luminosa y coronan nueve lunas de oro; soles gigantescos de luces multiformes, esferas innumerables: os saludamos desde el fondo de los espacios… Mundos que brilláis sobre nuestras cabezas, ¿qué ocultáis?… Quisiéramos conoceros, saber qué pueblos, qué ciudades extrañas, qué civilizaciones se extienden sobre vuestra superficie… Una intuición secreta nos dice que reside en vosotros la felicidad, buscada en vano en la Tierra.
Más ¿por qué dudar y temer? Esos mundos son nuestra herencia. Estamos destinados a recorrerlos y a habitarlos. Visitaremos esos archipiélagos estelares y nos penetraremos de sus misterios. Nunca tendrá un término nuestra carrera, nuestros ímpetus, nuestros progresos, si sabemos ajustar nuestra voluntad a las leyes divinas y conquistar con nuestras acciones la plenitud de la vida, en posesión de los goces celestiales inherentes a ella.
Libro Camino Recto.
Leon Denis
Leon Denis
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