INQUIETUDES
1.- Historia de la idea de la Reencarnación.
2.- Mediumnidad natural y madiumnidad de prueba.
3.- La Homosexualidad
4.- Después de la muerte.
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Historia de la idea de la reencarnación
Hacia el siglo VI antes de Cristo, los filósofos de la Escuela Pitagórica y los practicantes de la doctrina Órfica ya sostenían esta antigua creencia.
Fue a través del Imperio Persa como parece ser que se introdujo en Occidente. El Imperio Persa, pudo ser a su vez influido por el Hinduismo y pudo actuar como puente en su difusión.
En realidad esta idea se remonta hasta un importante personaje griego llamado Orfeo. Este fue un poeta y profeta en el seno de la civilización y cultura Helénica, que vivió hacia el siglo VI antes de Cristo. En su doctrina se hablaba del concepto de “la penosa rueda de los renacimientos”, y parece ser que esta idea le llegó desde Oriente, dado su semejanza con la misma que mantenía el Induismo; no obstante este detalle pudo ser también al contrario de lo anteriormente expuesto, o sea, que pudo llegar a la India, pasando allí desde Grecia.
Posteriormente la adoptó Pitágoras, y de él pasó a Sócrates y a Platón, los cuales la desarrollaron más ampliamente en sus obras.
La transmigración de las almas era enseñada en las llamadas “Escuelas de Misterios” griegas, que enseñaban que el fin último del Ser humano era su purificación y elevación hasta niveles superiores de conciencia.
La Escuela Pitagórica la incluyó entre sus enunciados básicos, y constituyó una filosofía religiosa que se mantuvo en medio de la aquella civilización Según explicó Pitágoras, las evoluciones de los mundos y de las almas, son paralelas y concordantes, explicándose la una por la otra.
De su sabiduría se inspiraron Sócrates, Platón, Empedocles, Heráclito, los Gnósticos y numerosos místicos de la Iglesia Cristiana, como Sto. Tomás de Aquino, Orígenes, Fray Luis de León, Raimundo Lulio, Giordano Bruno, etc.
A Sócrates y Platón se les debe el mérito de haber logrado a través de la filosofía, una demostración teórica y racional de las vidas sucesivas. En el Fedón y otros diálogos se hace un serio esfuerzo por comprobar mediante ingeniosas deducciones filosóficas ,que se aprende mediante el recuerdo de lo antes vivido, que es el nacimiento en la consciencia de las reminiscencias de vidas anteriores que quedaron grabadas en la mente del alma.
En la época moderna- siglos XV al XIX, aparecieron corrientes de pensamiento en donde el hombre es el centro de todo. Entre estas están el Humanismo Renacentista de Galileo Galilei, y Kepler. El Empirismo de Hume. La Ilustración, el Idealismo, el Positivismo, el Marxismo, el Estoicismo, el Vitalismo etc. Y pensadores como Descartés, Kant, etc, hasta la aparición del Espiritismo de la mano de Allan Kardec.
También algunos pueblos de distintas zonas de África han contemplado desde antiguo la idea de la Reencarnación integrada en sus creencias religiosas como algo positivo y deseable.
En Asia también aparece la idea de la reencarnación en las grandes religiones de modo más o menos evidente, tal como el Taoismo y el Budismo.
En las islas de Oceanía, esta idea está tan extendida y con matices tan variados como los pueblos y geografía que la conforman.
En Australia, también aparece como idea ancestral básica entre los pueblos aborígenes.
En América, la sostuvieron algunas comunidades de esquimales en Alaska y Groenlandia, así como también la mantuvieron algunas tribus de América del Norte, como “los Hurones”. Igualmente en Sudamérica era creída y aceptada por los distintos pueblos de indígenas en su variante supersticiosa de la transmigración al mundo animal.
- Jose Luis Martín-
“Si un asiático me pidiese una definición de Europa, me vería obligado a decirle que es aquella parte del mundo en donde prevalece la increíble falacia de que el hombre fue creado de la nada y que su nacimiento actual constituye su primera entrada en la vida.”
⦁ Schopenhauer -
LA HOMOSEXUALIDAD
La
homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, siempre ha sido despreciada
por una sociedad llena de prejuicios, tal vez influida
por las religiones que han señalado la homosexualidad como
algo pecaminoso o vicioso y siempre anormal.
Ha sido muy mal vista y condenada por las religiones en general, que siempre la han despreciado y perseguido. Para el cristianismo católico y evangélico, estas personas están en pecado mortal debido a su inclinación sexual natural, no elegida por ellos sino por la propia Naturaleza, porque consideran imperdonable su actitud sexual, ( la de ser como son y de sentir como sienten). lo que consideran como anormal o como un vicio, porque dichas religiones afirman que se profana el cuerpo, que es templo de Dios (1 Cor. 3:9). Algunos clérigos destacados desde su posición jerárquica, más recientemente, también han afirmado con bastante ligereza que se trata de una enfermedad curable por la psiquiatría, pero sin embargo, después de tanto anatema y de tanta excomunión por este motivo, han salido a la luz los muchos escándalos de pederastia que han habido entre los eclesiásticos, así como los muchos casos de homosexualidad que se ocultan en seminarios y sacristías.
Particularmente creo que la homosexualidad no convierte a la persona en seres abominables, ni es ninguna enfermedad, pues demostrado está que, independientemente de su inclinación o actitud sexual, hay personas de estas características, llenas de grandes valores humanos y viceversa, de la misma forma que también existen muchos heterosexuales perversos y de muy baja condición moral. Un homosexual, por el hecho de serlo, no es ni mejor ni peor que nadie. Su naturaleza sexual no la han elegido ellos, como no la ha elegido nadie. Son así, y merecen tanto respeto y cariño como cualquier otra persona.
El homosexual solo se siente culpable de su condición, si tiene este complejo debido a una nefasta educación recibida que le ha hecho sentirse culpable o sucio, como un ser anormal, llegando a sentirse rechazado y señalado por la mayoría social. Muchos, en un extremo de desesperación ante el rechazo social percibido siempre, por su condición natural, han recurrido fatalmente a huir de ello escapando por la puerta falsa del suicidio.
Hay homosexuales
que viven en medio de una lucha interior de
conciencia, porque la religión y la misma sociedad, les han
infundido la idea de la
anormalidad y del pecado por el hecho de sentirse diferentes a las
demás personas heterosexuales..
Desde un punto de vista religioso así es el caso, pues por definición, pecado es la transgresión mas o menos grave de un precepto o de un dogma religioso, que si está clasificado como pecado leve o venial, se soluciona con una pequeña penitencia que puede consistir en hacer alguna oración o algún rezo, pero si es considerado como muy grave o “mortal”, la única perspectiva que les queda, además del rechazo social, es la condenación eterna y un ardiente infierno para toda la eternidad, si es que no se arrepienten de ello, pasan por un confesionario y hacen todas las penitencias impuestas y el propósito de cambiar, lo cual es tan imposible en la realidad como lo sería para una gallina volverse gallo. El organismo de los animales hembras fisiológicamente es diferente al de los animales macho y la parte psicológica va íntimamente unida e influenciada por el organismo físico, por tanto, por mucho que quisieran, cada uno es como es, y ellos no son ningún error de la Naturaleza. No son los órganos genitales los que determinan la sexualidad, sino que es la natural tendencia o inclinación de cada alma que se manifiesta en la parte física de la persona, con independencia de la genitalidad que cada uno tenga,
Hace tiempo, tras mucho meditar este delicado tema llegué a comprender que, sin duda, no es ningún pecado el ser naturalmente homosexual. Tengamos presente que Dios es un Padre infinitamente misericordioso, y que nosotros, siendo Seres imperfectos, somos , sin embargo, perfectibles y estamos dotados de inteligencia y de libre albedrío, por lo que en conciencia solamente somos responsables de la limpieza o maldad de nuestros actos e inclinaciones buenas o malas en la medida que sean aceptadas íntimamente y en principio hay que pensar que quien nace con esa naturaleza o tendencia psicológica, será por algo que trasciende a las apariencias de la vida y no porque Dios lo haya hecho así caprichosamente para mortificarlo o que la Naturaleza se haya equivocado.
Sabemos que el Ser espiritual en si mismo es asexuado, ( los Espíritus que dan vida a hombres como a mujeres, son los mismos, por tanto exactamente iguales), y que este posee los órganos genitales solamente en su cuerpo espiritual, que es el molde biológico del cuerpo físico, en donde durante su formación cuando va a reencarnar los desarrolla, porque en cada existencia humanas necesita de ambos sexos para adquirir las necesarias experiencias que le permitirán evolucionar, unas veces como hombre y otras como mujer.
La tendencia o inclinación bisexual, llamada también transexualidad, puede tratarse simplemente de una sexualidad viciada, que saturada de experiencias y de placeres sexuales repetitivos, busca la novedad por otros derroteros. Estos suelen ser también casos de mediana adaptación o estados de transición entre las dos polaridades sexuales. Normalmente se trata de inclinaciones naturales con las que nace la persona y lo son, o bien por reminiscencias e inclinaciones del sexo contrario que tuvo en una vida anterior, o también puede obedecer a otras causas kármicas para su correcto y equilibrado aprendizaje espiritual, como por ejemplo cuando estando en el mundo espiritual después de haber pasado por esta vida, el espíritu que ha sido hombre o mujer, comprende que ha abusado de su rol sexual, perjudicando y dañando por causa del mismo a otra u otras persona del sexo opuesto, por lo cual, en una nueva existencia renace con ese sexo al que perjudicó, para comprender y asimilar íntimamente en su alma el error de la actitud que sostuvo en aquella existencia ; el que fue hombre, tal vez nace mujer para que como tal, comprenda que hay que respetar a la mujer y a no abusar de ella y el que fue mujer, comprenda lo que es ser hombre para que asimile el respeto y fidelidad que se debe al hombre sobre el que tanta influencia ejerce normalmente la mujer . Y estas causas kármicas motivan que el espíritu que apoyándose en su sexualidad se portó mal con el sexo contrario, nazca en la siguiente existencia con sus anteriores tendencias intactas, pero con el sexo físico contrario al que psicológicamente aún conserva. Este cambio de polaridad sexual no es nunca un castigo, sino un proceso necesario de aprendizaje para la evolución y mejora de esos espíritus.
El homosexual, así como cualquier otra persona que se deja arrastrar por un vicio, por muy atávico que sea este, solamente con la fuerza de su voluntad, y aun conociendo estos matices que enseñan las Leyes Naturales, a pesar de todo no podría dejar de serlo ni de sentir de otro modo el rol sexual entre las dos polaridades sexuales que le toca vivir en la vida, comprendiendo al fin que su personalidad particular nunca es un error de la Naturaleza ni de Dios y que la genética no le dio esa inclinación natural con la que nació, aunque sí es cierto que existe un componente genético que la determina y le permite manifestarse cuando por causas espirituales debe aparecer precisamente en determinado ser reencarnante.
La persona homosexual podrá simplemente considerar su condición como una prueba difícil de superar en esta vida, pues en medio de una sociedad de mayoría heterosexual es a veces muy complicado desenvolverse sin discriminaciones o rechazos de algún tipo, pero si que lo puede conseguir, viviendo de modo digno y honrado, poniendo sus esfuerzos y afanes en hacer todo el bien posible a los demás, de modo que cuando lo haya conseguido, su Ser espiritual no volverá a encontrarse más con esta prueba en el camino de su evolución a través de las personalidades que deba de encarnar en cualquiera de los sexos.
La homosexualidad no es algo de esta época, sino que se ha manifestado siempre desde la antigüedad en todos los pueblos. En cada pueblo y en cada época ha sido aceptada o rechazada según el grado de tolerancia social o de represión que ha habido ante estas personas consideradas diferentes.
Hay países que consideran la homosexualidad como un atentado al pudor y hasta como un crimen contra la sexualidad y con arreglo a los postulados de una religión o de la tradición moralista, les llegan a condenar a muerte por este motivo. Sin embargo en países socialmente más avanzados, en los que se comprende que las uniones de hecho entre personas del mismo sexo vienen siendo un hecho desde siempre, se ha visto la necesidad de regular estas uniones y hacerlas lícitas, normalizándolas, con el fin de que no las exhiban causando escándalo en sitios públicos. Por ese motivo existen familias formadas por parejas homosexuales que viven en una normal convivencia y cooperación familiar y hasta criando hijos, unas veces de adopción (cuando se los permiten tener), y otras veces hijos naturales aportados por alguno de los miembros de la pareja a su hogar , en donde ambos ejercen, y a veces muy bien, los papeles de padre y de madre a la vez.
La unión civil matrimonial entre homosexuales, es un asunto que tiene aspectos políticos y sociales, particulares en cada país, así como unas delimitaciones éticas y jurídicas, que desde un punto de vista de este conocimiento espiritual, afectan esencialmente a la libertad de expresión y de desenvolvimiento humano, en cuanto a lo que a sus relaciones afectivas y sexuales se refiere, por lo que resulta necesario que esa unión sea jurídicamente lícita, con independencia de que se le llame matrimonio o de otra forma para diferenciarlas del matrimonio convencional ( el problema viene por el vocabulario, de modo que no hay dos palabras diferentes para dos ideas distintas, solo existe el vocablo “matrimonio” para la unión legal de todas parejas, tanto heterosexuales como homosexuales ).
El matrimonio formado por una pareja heterosexual,
facilita la convivencia de dos personas en la intimidad de un
hogar estable, evitando así espectáculos callejeros de cualquier
manifestación sexual desordenada, sea del orden que sea, pues esta clase de
actos antisociales, porque siempre deberían ser íntimos, pueden
resultar escandalosos o faltos de respeto
para otras personas y para ellos mismos,
por lo que es razonable y
lícito que estas parejas de homosexuales o
familias tengan los mismos derechos, obligaciones y consideraciones
sociales que cualquier otra. .
Tengamos presente que la homosexualidad, como la heterosexualidad, son tendencias naturales que las lleva el ser humano en el alma procedentes de vidas anteriores y no son apetencias o tendencias meramente sexuales o de índole psicológica. El homosexual como el heterosexual en cuanto a sus inclinaciones de este tipo, si quisieran, mediante su voluntad, podrían controlar al menos en parte, sus impulsos libidinosos, desviando sus energías sexuales para un trabajo de reeducación de su espíritu, utilizando esas energías para la ayuda desinteresada a los demás, así como controlando sus instintos animales en el campo de la sexualidad, lo cual eleva y engrandece espiritualmente a la persona, siempre y cuando esa actividad no le suponga un extremado sufrimiento psicológico, lo cual sería empeñarse en actuar “contra natura”, y no serviría de mucho.
No es que tengamos que ser partidarios, defensores, o simpatizantes de estas uniones, parejas o matrimonios entre homosexuales, (hombres o mujeres- gais o lesbianas), pero en nuestro enfoque espírita y reencarnacionista, debemos considerar a los homosexuales como hermanos dignos de todo nuestro respeto y cariño, así como de respeto a sus vidas y a sus uniones en parejas y núcleos familiares, sin caer en prejuicios infundados ni desprecios basados en su diferente inclinación hacia lo que muchos consideran como antinatural o vicioso.
Debemos estar dispuestos a ayudarles y a comprenderles siempre, poniéndonos en su lugar, muchas veces de un gran sufrimiento por la incomprensión y el desprecio de sus propias familias, pues no sabemos lo que a nosotros nos puede aguardar en la próxima curva del camino de las vidas múltiples y sobre todo no juzgar ni condenar nunca a nadie por este motivo, pues también nosotros mismos alguna vez en nuestra historia evolutiva hemos podido sufrir mas de una vez este trastorno psicológico al cambiar de sexo sin haber cambiado de sexualidad entre una vida y otra. Además es saludable que recordemos que “ con la vara que midamos seremos medidos”.
- Jose Luis Martín-
“
Prohibir y condenar, es siempre una forma contraproducente de examinar una
cuestión existente que merece orientación, educación y esclarecimiento” -Divaldo Pereira Franco -
DESPUÉS DE LA MUERTE
Libre el Espíritu del pesado fardo del cuerpo físico, la mente es la fuerza motora que le mueve, y le mueve con la rapidez del pensamiento. A donde dirija su pensamiento, allí se traslada instantáneamente con su envoltura o psicosoma; donde tenga su pensamiento o deseo, allí se halla. Los avaros, los coleccionistas, por ejemplo, luego de desencarnados, quedan automáticamente imantados a aquello que les fascinaba, al objeto de sus excentricidades, de sus aficiones.
Necesario es aclarar que, esto tiene múltiples facetas, como múltiples son las diversas condiciones intelectuales y morales de los humanos.
Y ahora, vienen estas preguntas, tremendas: ¿Ha utilizado esa vida para el progreso del Espíritu? ¿Ha sido útil a sus semejantes? ¿Ha sido su vida guiada por la «voz de la Conciencia«, o la ha ahogado para seguir en el camino de la «dolce vita», o dominado por el egoísmo y pasiones ha sido causa de dolor a sus semejantes?
Aquí, comienza a actuar el otro aspecto de la Ley de Consecuencias o de causa y efecto. Cuando se llega a esta fase de la Vida Una, cuando el «difunto» se da cuenta de su situación, de su realidad existencial, y se ve a sí mismo tal cual como antes era, se produce el fenómeno inverso de cuando encarnó: el alma (facultad sensitiva y emotiva) y la mente (facultad intelectiva, volitiva, racional), comienza a vibrar con mayor intensidad (ya que la materia orgánica actúa como reductor, por ser de vibración más lenta); y del fondo inconsciente comienzan a aflorar todos los detalles de la vida recién terminada. Entonces, toma conciencia del daño que haya hecho o deseado hacer y sufre intensamente; a menos que sea el tipo bestial, bruto, con una conciencia incipiente, poco desarrollada todavía, que continuará lo mismo, hasta su despertar. Asimismo, toda acción de bien, es motivo de felicidad en el grado del bien realizado.
La vulgar creencia de que va a encontrarse ante el tribunal de Dios, debe ser descartada como irreal. No obstante, cierto es que habrá de encontrarse ante el «tribunal» de su propia Conciencia (juez inexorable) pues, libre de la prisión y presión de la carne, que adquiere una mayor fuerza de manifestación. Y ante su vista se presentan en cuadros fluídicos y en movimiento (tal cual acontecieron) sus principales acciones, al igual que vemos en un cinema, y de los cuales no puede huir, no puede librarse, porque están grabados en su propia naturaleza psíquica, en su mente que se torna más lúcida, así como grabados también en los planos mental y emocional del éter cósmico. Y al recordarlos, son actualizados por sintonía. En muchos de los casos, surgen también (en cuadros fluídicos) algunas de sus vidas pasadas, a fin de que pueda apreciar el motivo y por qué de las vicisitudes en ésa su última existencia terrena.
Cuando se llega a este punto, comienza a recogerse la cosecha de la siembra. La siembra, es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria.
Si sembramos dolor, eso mismo recogeremos. Si sembramos amor, en la práctica del bien, la felicidad será la cosecha.
Las oraciones —dicen algunos— liberan de las penas y sufrimientos a las almas.
¡Cuan engañados viven quienes mantienen tal creencia!
Pues, si así fuese, aquellas almas que no dejan parientes ni amigos que oren por ellas, no tendrían las mismas posibilidades, lo cual no sería de verdadera justicia. Y por otra parte, aquellos que dispusieron de dinero, podrían pagar oraciones para cuando su alma desencarne, lo que equivaldría a comprar con dinero el progreso del alma (¡……!).
Además de ilógico, sería injusto.
Todo ser es responsable de sus actos ante la Ley Divina. Y LA LEY DIVINA, QUE ES SABIDURÍA Y AMOR, DA A CADA CUAL EXACTAMENTE LO QUE CADA CUAL MERECE.
¡No nos engañemos con espejismos!
La oración sincera, salida del alma con todo amor (y solamente así) es una vibración magnética que llega al alma desencarnada a la cual va dirigida y le produce una sensación de alivio, si sufre, y de alegría al apreciar que sus seres queridos le recuerdan con cariño. E importante también es, elevar el pensamiento a Lo Alto, pidiendo con verdadero amor sentido, ayuda para ese ser, a fin de que sea guiado en la nueva modalidad de vida.
La Ley de Consecuencias está inmanente en la propia naturaleza psíquica y espiritual de todo ser. Toda acción, tiene su reacción. Toda deuda, ha de ser saldada. Toda trasgresión a la Ley Divina del Amor, quiebra el equilibrio, y cuyo equilibrio tiene que ser restaurado por el mismo trasgresor. Esa es la ley, y lo demás son pamplinas.
CREENCIA EN EL DESCANSO ETERNO.—El concepto del
«descanso eterno», creencia bastante generalizada por desventura, puede haber
sido establecida en el pasado por la imaginación del hombre, al sentir la
necesidad del descanso después de una vida de sufrimientos y trabajos penosos,
como era en pasados siglos.
De ahí, esa frase tan común que oímos, cuando
asistimos a algún sepelio: ¡por fin, descansa! Frase que puede haber surgido
también de una apreciación errónea, al ver el cuerpo rígido del difunto.
¡Nada más incierto! Porque, al salir el cuerpo
espiritual que animaba ese cuerpo físico, ahora inerte, el primero sigue
sintiendo, sigue pensando; sigue viviendo, aunque en otra dimensión. No así el
segundo, como unidad.
Y como la vida es energía y ésta en movimiento, el
descanso tal como algunos lo entienden, no existe en el Más Allá, y menos
eterno.
Existen sí, moradas etéreas (porque el cuerpo
espiritual es también de sustancia etérea) tan o más reales que las de nuestro
plano físico; a las que son llevadas aquellas almas buenas que han sufrido y
aquéllas que han practicado el bien, y cuya belleza y felicidad están en
relación a la sensibilidad de esas almas y a sus obras de amor fraterno.
Y en esos ambientes de belleza y dicha inenarrables,
en esa otra vida del Espíritu, existe una actividad plena. Mas, esa actividad
es totalmente voluntaria, donde las almas buenas, vibrando en amor fraterno,
continúan practicando el bien, mediante ayudas a sus seres queridos que
permanecen en la Tierra, y contribuyendo en obras de progreso a otros seres.
Pero, también las almas poco evolucionadas, y las ruines y cargadas de odios,
continúan apegadas aquí al plano físico, perturbando a aquellas personas con
las cuales están unidas por los lazos del odio. Aun cuando no sea percibido por
nuestros sentidos físicos, esta actividad es tan real, cual la nuestra humana.
Sebastián de Arauco.
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