lunes, 9 de octubre de 2017

La inmortalidad



Hoy os presento:

- Cuando el tedio aparezca
- La necesaria reforma personal
- La inmortalidad
- Ser feliz




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             CUANDO EL TEDIO APAREZCA 
Cuando el desaliento te amenace el camino, piensa en los demás, en aquellos que no disponen de tiempo para ninguna entrevista con tedio. 


Si te crees amargando lecciones demasiado severas en el colegio de la vida, frecuenta, de cuando en cuando, la es cuela de las grandes pruebas, donde los aprendices se acomodan en la silla de las lágrimas. Muchos yacen en la calle, extendiendo las manos fatigadas a los que pasan con prisa. . . En la mayoría, son enfermos que la onda renovadora del grupo 
social arrojó a la playa de la asistencia púbica o madres afligidas a quienes las exigencias de niños pequeños aún no permiten la libertad de una profesión... 

Probablemente, alguien dirá que entre ellos se encuentran oportunistas y malhechores que se disfrazan de enfermos para asaltarte la bolsa en nombre da la piedad. Comprendemos semejante alegato y justificamos, porque el mal existe siempre donde queramos destacar su presencia y, aunque te roguemos el beneficio de la oración, en favor de los que actúan 
así, más por ignorancia que por maldad, apelamos para que consultes aun aquellas otras salas de aula que se enfilan en los recintos do los hospitales y en los albergues olvidados. 

Acompaña los estudios de aquéllos cuyo cuerpo se carga de heridas dolorosas para que agradezcas la piel saludable que te viste la figura o sigue la cartilla de agónicas emociones de los que se recogen en los manicomios, sorbiendo angustia y desespero en los   resbaladeros de la locura o de la obsesión, a fin de que valores el cerebro tranquilo que te corona la existencia. . . Visita los asilos que resguardan la chatarra del sufrimiento humano y observa las disciplinas de los que fueron entregados a las meditaciones de la penuria, para quienes un simple sándwich es un presente raro y comparte los ejercicios de nostalgia y de dolor de los que fueron abandonados por los seres que más aman, a fin de que bendigas el pan de tu casa y los afectos que te enriquecen los días. 

Cuando el tedio te procure, ve a la escuela de la caridad. . . Ella te despertará hacia las alegrías puras del bien y te hará luz en el corazón, librándote de las tinieblas que acostumbran descender sobre las horas vacías. 

Emmanuel 
Francisco Candido Xavier. -

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  LA NECESARIA  REFORMA PERSONAL


Desde la primera hora de la Doctrina Espirita los emisarios de los Planos Superiores reclaman una reforma urgente, improrrogable e intransferible: la reforma de cada uno de nosotros, sobre las bases establecidas por el Evangelio de Jesús. 

En efecto, toda reforma realizada con buena intención es respetable, pero sólo la reforma interna es fundamental. 

Todo lo que sea posible mejorar debe ser intentado, sin embargo, si nosotros no nos reformamos, todas las modificaciones efectuadas son meras conquistas superficiales. 
Todo beneficio exterior, para ser beneficio auténtico,depende de nosotros mismos. 

La luz que nos alumbra al escribir una página fraterna, puede ser aprovechada también por el compañero desorientado para redactar una carta que induzca al crimen. 

El dinero que nos proporcionó los medios y la movilidad para concurrir a los estudios de las leyes morales que rigen nuestro destino, es el mismo que está siendo disipado por quienes compran la enfermedad de su cuerpo y de su alma adquiriendo bebidas alcohólicas.

El automóvil que nos conduce al cenáculo de oración en donde loamos a la Bondad Divina, nos transporta igualmente a determinados locales donde se reúnen personas para la negación de la fe.

La morfina que alivia el sufrimiento en dosis adecuadas, no difiere de la que es utilizada por los viciosos como estupefaciente. 

Es justo que nadie trabe las medidas que procuran el bien común. 

La higiene es una prueba elocuente de que nadie puede ni debe vivir sin un permanente cuidado exterior. 

El Espiritismo, también, nos advierte que todos los cambios de forma, aun los más loables, son reformas a medias, pues permanecerán incompletos sin la reforma interior del mismo hombre, que es quien dirige y administra los valores. 

Reflexionemos en eso, observando el camino y la meta. 

Sin la vía no alcanzaremos el objetivo, puesto que la vía es el medio y el objetivo el fin. 

Para ser más precisos, resumamos el planteo con la lógica espírita de un raciocinio sintético y claro: Todos nosotros, los ignorantes y los sabios, los justos y los injustos, podemos y debemos hacer el bien, pero, por encima de todo, es preciso que seamos buenos... 

Espíritu André Luiz 
Mediúm Waldo Viera 

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LA INMORTALIDAD
   Cuando se medita  sobre  la enseñanza religiosa en las criaturas, algunos admiten que en la tierna edad, ellas no entienden y que se está perdiendo un precioso tiempo con tales asuntos.
 Creen que se debe esperar que ellas crezcan para que, solo entonces, puedan ser perturbadas con las ideas de Dios, de la inmortalidad, y de la vida espiritual; etc.
Con todo, frecuentemente, ellas nos dan muestras de que en la intimidad tienen conceptos y que si se les habla de las cuestiones espirituales,  ellos entienden, y muy bien, siempre que, naturalmente, se les hable con simplicidad.
Determinado agente de salud y profesor, que trabajó con criaturas infestadas por el virus del sida, narra una experiencia muy curiosa.
Cuenta que un niño, de nombre Tyler, nació infestado con el virus del sida, transmitido por su madre. Desde el inicio de su vida dependió de remedios farmaceuticos para poder sobrevivir.
A los cinco años, sufrió una cirugía para colocar un catéter en una vena de su tórax, a fin  de que la medicación fuese inyectada en la corriente sanguínea. El catéter se conectaba a una bomba que Tyler cargaba en una mochila que llevaba a cuestas.
Algunas veces, precisaba también de oxigeno para ayudarlo en la respiración. Pero nada de eso le hizo echar mano de un minuto de su infancia.
A pesar de que permanentemente llevaba la mochila a cuestas e iba  arrastrando el tanque de oxigeno en un carrillo, el brincaba y corría.
Todos los que lo conocieron se maravillaban con su alegría y con la energía que esa alegría le daba.
La madre de Tyler lo adoraba, mas frecuentemente se inquietaba por la agitación del hijo. Decía que él era tan dinámico que ella precisaba vestirlo de rojo para poder localizarlo rápidamente, entre las criaturas que brincaban en el patio.
El tiempo pasó y la dolencia venció a la pequeña dinamo que era Tyler. El y la madre se pusieron mal y fueron hospitalizados.
Cuando quedó claro que el fin de su vida física se aproximaba, la madre conversó con él sobre la muerte. El la confortó diciendo: entre otras tantas cosas, que el se quedaba tranquilo pues en  breve los dos estarían juntos en el cielo.
 Pocos días antes de morir, Tyler llamó a gente de la salud que lo auxiliaba en sus dificultades  y les pidió, casi en secreto: “me voy a morir enseguida, pero no tengo miedo.
Cuando yo muera, por favor, me ponen una ropa roja.”
Y después de una pausa y ante el espanto de quien lo oía, concluyó: “es que mi madre me prometió encontrarme en el cielo. Como yo tengo certeza que voy a estar brincado cuando ella llegue allá, quiero tener la certeza de que ella podrá encontrarme.
El no tenia solamente la certeza de que sobreviviría a la muerte, sino que hasta hacia planes de lo que haría en esa vida abundante para la cual se dirigía.
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El mensaje de la inmortalidad se encuentra en lo íntimo de cada persona, porque todos somos viajeros de la eternidad en las sucesivas existencias.
Recordar a los pequeños que reinician su jornada terrena  su destino glorioso de seres inmortales, es tarea que no nos cabe olvidar o dejar para más tarde.
 Podemos providenciar pólizas de seguros y herencias  de muchos bienes para nuestros hijos, pero, con certeza, el mejor legado que podemos dejarles es la certeza de la inmortalidad.
Con esa certeza, nuestros hijos enfrentarán el mundo con otros ojos. La muerte deja de ser la mala  mujer  que siega vidas preciosas.
Será vista, por el contrario, como la libertadora de las almas, que llega en la hora precisa. Ni antes, ni después.
La transitoriedad del cuerpo físico será mejor entendida, y así, la infancia será aprovechada como el periodo rosáceo de juegos, la juventud como una fase de grandes sueños y la madurez como el tiempo de concreción de los ideales abrazados.
Todo como una intensa preparación para la vida verdadera e inmortal del más allá del túmulo, el destino final.
Equipo de Redacción Espirita, a partir del texto “Por favor, pónganme una ropa roja”, de autoría de Cindy Dee
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                SER FELIZ

Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro.  A partir de aquel instante comenzó a buscarla.
Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.
 En un recodo del camino vio un letrero que decía:
 “Le quedan dos meses de vida”.
 Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo:
 – Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean.
Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.
 Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar y también razones para morir y descansar.
 Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ternura y la comprensión.  Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre está de salida y que para tenerla hay que gozar de paz interior.
Finalmente descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad y que sólo Dios es la fuente suprema de la alegría, por ser ÉL: amor, bondad, reconciliación, perdón y donación total.
 Y en su mente recordó aquella sentencia que dice: “Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuánto sufrimos por lo mucho que anhelamos.”
 Ser Feliz, es una actitud.
 “Cada hombre tiene un tesoro que lo está esperando”
De “El Alquimista” – Paulo Coelho.


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