miércoles, 2 de agosto de 2017

El Pase Magnético







 Hoy compartimos  los siguientes temas:

-Conexión entre cuerpo y alma
-Entrevista a una suicida.
- Materialismo
- El Pase Magnético


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    CONEXIÓN ENTRE CUERPO Y ALMA

Nuestro cuerpo físico es como una cárcel para el Espíritu, una verdadera cárcel, de la que sólo sale a intervalos para recuperar fuerzas en los planos sutiles del Espíritu, en el espacio, cuando el cuerpo físico duerme y también en los estados de éxtasis. Y los sentidos físicos son como aberturas o ventanales, por los cuales puede percibir y comunicarse en este plano físico. El cuerpo carnal, es tan sólo una vestidura, una forma física, un instrumento de manifestación en el plano físico, instrumento del cual se vale el Espíritu inmortal, para su progreso. 
El cuerpo humano es una maravillosa organización celular, biológica, muestra tangible e irrefutable de la sabiduría divina, dentro de la cual, interpenetrado, existe un cuerpo fluídico o alma que mantiene esa cohesión celular. Desprendida esa alma, ese psiquismo animador de la forma, en el trance llamado muerte, éste pierde cohesión y comienza a desintegrarse. 
Hay quien considera que su cuerpo es el causante de sus debilidades. Débil puede ser el Espíritu, por no haber desarrollado aún la fortaleza necesaria para controlarlas y superar las atracciones del medio ambiente circundante (mal llamadas atracciones de la carne). No es en el cuerpo carnal donde radican los deseos y las pasiones, ya que éste no es más que el instrumento de manifestación imprescindible para la evolución del Espíritu en el plano físico. Los deseos y pasiones están en el psicosoma o alma humana, que trae de sus vidas pasadas. Así pues, no consideremos inmundo a nuestro cuerpo, ya que, siendo formado dentro de las leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica, no puede ser inmundo. Inmundo puede ser el mal uso que de él hagamos. 
Y por último, aunque brevemente, daremos a conocer que, entre el alma y el cuerpo físico existe un agente de unión, al cual se le denomina «cuerpo vital» y también «duplo etérico», y que es una contraparte del cuerpo físico sumamente importante, compuesto de sustancia etérea densa o éter físico emanado de la tierra, y cuya función es vitalizante para el cuerpo físico, al absorber de la atmósfera la energía vital o prana y distribuirla en todo el sistema orgánico; así como también comunicante al cerebro, de las vibraciones que el cuerpo psíquico (periespíritu) recibe del Espíritu. Siendo por tanto intermedio indispensable entre el cuerpo psíquico y físico. 

Durante las horas de sueño, cuando el Espíritu con su cuerpo fluídico o alma se desprende a vivir en libertad, queda unido a este cuerpo vital y cuerpo físico por un hilo magnético o lazo fluídico, conocido también con el nombre de «cordón plateado», al cual no se le conoce límite de extensión. Cuando este lazo de unión se rompe o es cortado (por entidades espirituales), sobreviene la llamada muerte, no antes; y entonces, este cuerpo vital paraliza también sus funciones, comenzando a desintegrarse con el cuerpo físico. 

Sebastián de Arauco.


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                     ENTREVISTA A UNA SUICIDA


           Aquí va, mi amigo, la entrevista rápida que usted solicitó al viejo periodista desencarnado con una suicida común. Sabe usted, como yo, que no existen casos absolutamente iguales. Cada uno de nosotros es un Mundo de por sí.
           Para nuestro esclarecimiento, sin embargo, debo decirle que se trata de una joven señora que, hace precisamente catorce años, despidió el cuerpo físico, por deliberación propia, ingiriendo formícida.
          Algunos apuntes más, ya que no podemos transformar el doloroso asunto en una novela de gran porte: ella se envenenó en Río, a los treinta y dos años de edad, dejando esposo y un hijito en casa; no era persona de cultura excepcional, desde el punto de vista del cerebro, pero se caracterizaba, en la Tierra, por nobles cualidades morales, moza tímida, honesta, laboriosa, de instrucción regular y extremadamente devota por los deberes de esposa y madre.

       Pasemos, entre tanto, sus once cuestiones y veamos las respuestas que ella nos dio y que transcribo, en su integridad:


     ¿La hermana poseía alguna Fe religiosa, que le diese convicción en la Vida después de la muerte?
     Seguía la Fe religiosa, como acontece a mucha gente que acompaña a los otros en la manera de creer, en la misma situación con que se atiende a los caprichos de la moda. Para ser sincera, no admitía que fuera a encontrar la Vida aquí, como la veo, tan llena de problemas o, tal vez, más llena de problemas que mi existencia en el Mundo.

       Cuando sobrevino la muerte del cuerpo, ¿quedó inconsciente o consciente?
       No conseguía siquiera mover un dedo, pero, por motivos que aún no sé explicar, permanecí completamente lúcida y por mucho tiempo.

       ¿Cuáles fueron sus primeras impresiones al comprobarse desencarnada?
       Al lado de terribles sufrimientos, un remordimiento indefinible tomó cuenta de mí. Oía los lamentos de mi esposo y de mi hijo pequeñito, en vano gritando también, suplicando socorro. Cuando la carroza me arrebató el cuerpo inmóvil, intenté quedar en casa pero no pude. Tenía la impresión de que yo yacía amarrada a mi propio cadáver por los nudos de una cuerda gruesa. Sentía en mí, en un fenómeno de repercusión que no sé definir, todos los golpes del cuerpo en el vehículo en carrera; lanzada con él a un compartimiento del mortuorio, lloraba hasta enloquecer. Después de pocas horas noté que alguien me cargaba para la mesa de exámenes. Me vi súbitamente desnuda y temblé de pudor. Pero la vergüenza se  fundió en el terror que pasé a experimentar al ver que dos hombres jóvenes me abrían el vientre sin ninguna ceremonia, a pesar del respetuoso silencio con que se entregaban a la pavorosa tarea. No sé qué me dolía más, si la dignidad femenina recortada ante mis ojos, o si el dolor indescriptible que me recorría la forma, en mi nuevo estado de ser, cuando los golpes del instrumento cortante me rasgaban la carne. Pero el martirio no quedó en ese punto, porque yo, que horas antes me encontraba en la comodidad de mi lecho doméstico, tuve que aguantar duchas de agua fría en las vísceras expuestas, como si yo fuera un animal de los que viera morir, cuando pequeña, en el pueblo de mi padre… Entonces, clamé aún más por socorro, pero nadie me escuchaba, ni veía…
         ¿Recurrió a la oración en el sufrimiento?
          Sí, pero oraba, a la manera de los locos desesperados, sin ninguna noción de Dios…Me hallaba en franco delirio de angustia, atormentada por dolores físicos y morales… Además de eso, para salvar el cuerpo que yo misma destruyera, la oración era un recurso al que echaba mano, muy tarde.
         ¿Encontró parientes o amigos desencarnados, en sus primeras horas en el plano espiritual?
         Hoy sé que muchos de ellos procuraban auxiliarme, pero inútilmente, porque mi condición de suicida me ponía en plenitud de fuerzas físicas. Las energías del cuerpo abandonado me eran devueltas por él y me hallaba tan materializada en mi forma espiritual como en la forma terrestre. Me sentía completamente solitaria, desamparada…

        ¿Asistió a su propio entierro?
        Con el terror que mi amigo es capaz de imaginar.

       ¿No había Espíritus bienhechores en el cementerio?
        Sí, pero no podía verlos. Estaba mentalmente ciega de dolor. Me sentí bajo la tierra, siempre ligada al cuerpo, como alguien debatiéndose en un cuarto estrecho, lodoso y oscuro…

       ¿Qué aconteció enseguida?
        Hasta ahora, no consigo saber cuánto tiempo estuve en la celda del sepulcro, siguiendo, hora a hora, la descomposición de mis restos… Hubo, sin embargo, un instante en que la cuerda magnética cedió y me vi liberada. Me puse de pie sobre la cueva. Me reconocía débil, hambrienta, sedienta, dilacerada…No había tomado posesión de mis propios raciocinios, cuando me vi cercada de una turba de hombres que, más tarde, vine a saber eran crueles obsesores. Me dieron voz de prisión. Uno de ellos me notificó que el suicidio era falta grave, que yo sería juzgada en corte de justicia y que no me restaba otra salida, sino acompañarlos al Tribunal. Obedecí y, poco después, fui encarcelada por ellos en tenebrosa urna, donde pude oír el llanto de muchas otras víctimas.
         Esos malhechores me guardaron en cautiverio y abusaron de mi condición de mujer, sin ninguna noción de respeto o misericordia… Solamente después de mucho tiempo de oración y arrepentimiento obtuve el auxilio de Espíritus misioneros, que me retiraron de la cárcel, después de enormes dificultades, a fin de internarme en un campo de tratamiento.

         ¿Por qué razón decidió matarse?
         Celos de mi esposo, que había pasado a simpatizar con otra mujer. ../..
         ¿Juzga que su actitud le trajo algún beneficio?

         Solamente complicaciones. Después de seis años de ausencia, herida por terribles nostalgias, obtuve permiso para visitar la residencia que yo juzgaba como siendo mi casa en Río. ¡Tremenda sorpresa!... En nada me adelantó el suplicio. Mi esposo, joven aún, necesitaba de compañía y escogiera para segunda esposa a una rival que yo abominaba… Él y mi hijo estaban bajo el cuidado de la mujer que me provocaba odio y rebeldía… Sufrí mucho en mi orgullo abatido. Me desesperé. Auxiliada pacientemente, con todo, por instructores cariñosos, adquirí nuevos principios de comprensión y conducta…
          Estoy ahora aprendiendo a convertir la aversión en Amor. Comencé a proceder así por devoción a mi hija, a quien ansiaba extender las manos, y sólo poseía, en el hogar, las manos de ella, habilitadas para prestarme semejante favor… Poco a poco, noté sus cualidades nobles de carácter y de corazón y hoy la amo, de veras, como hermana, de mi alma… Como puede observar, el suicidio me intensificó la lucha íntima y me impuso, de inmediato, duras obligaciones.

         ¿Qué aguarda para el futuro?
         Tengo hambre de olvido y de paz. Trabajo de buena voluntad en mi propio mejoramiento y cualquiera que sea la prueba que me espere, en las correcciones que merezco, ruego a la Compasión Divina me permita nacer en la Tierra, otra vez, cuando entonces espero retomar el punto de evolución en que me estacioné, para reparar las terribles consecuencias del error que cometí.


         Aquí, mi hermano termina el curioso testimonio en que figuré en la posición de su secretario.
        Sinceramente, no sé por qué usted desea semejante entrevista con tanto empeño. Si es para curar a una enferma de ansiedad en una persona querida, inclinada a matarse, es posible que usted alcance el objetivo deseado. ¿Quién sabe? El Amor tiene fuerza para convencer e instruir. Pero si usted supone que este mensaje puede servir de instrumento para alguna transformación en la sociedad terrena, sobre los fundamentos de la verdad espiritual, no estoy muy seguro en cuanto al éxito del intento. Digo eso, porque, si estuviese ahí, en mi cuerpo de carne, entre el pollo asado y el café caliente, y si alguien me trajese a leer la presente documentación, sin duda yo juzgaría que se trataba de una historia para dementes

Hermano x. Espíritu.

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                                                  MATERIALISMO

147.* ¿Por qué los anatomistas, fisiólogos y, en general, aquellos que profundizan las ciencias de la Naturaleza son llevados tan a menudo al materialismo? 
- El fisiólogo relaciona todo con lo que ve. Orgullo de los hombres que creen saberlo todo y no admiten que algo pueda exceder a su entendimiento. Su ciencia misma los torna presuntuosos. Piensan que la Naturaleza no puede ocultarles nada. 

148. ¿No es lamentable que el materialismo sea una consecuencia de  unos estudios que debieran, por el contrario, mostrar al hombre la superioridad de la inteligencia que gobierna al mundo? ¿Habrá que concluir de ahí que tales estudios son peligrosos? 
- No es cierto que el materialismo sea una consecuencia de esos estudios. Es el hombre el que extrae de ellos falsas conclusiones, porque puede abusar de todo, hasta de las mejores cosas. Además, la nada los aterra más de lo que quieren aparentar, y los “espíritus fuertes” son muchas veces más pedantes que valientes. La mayoría de ellos sólo son materialistas porque no tienen nada con que llenar el vacío de ese abismo que ante ellos se abre. Mostradles una tabla de salvación y se aferrarán a ella con prisa. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 
ALLAN KARDEC 

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                             EL PASE MAGNÉTICO

El pase magnético no es solamente una transfusión de energías anímicas. Es también un equilibrante ideal de la mente y un apoyo eficaz de todos los tratamientos. 
Desánimo y tristeza, tanto como insatisfacción y rebeldía, son síndromes de la enfermedad del alma que ocasionan desequilibrios y favorecen las molestias del cuerpo. 
Si se tiene salud, esos estados del Espíritu producen desastres orgánicos; si se está enfermo, son factores que predisponen a una desencarnación prematura. 
Mas no es eso solamente. 
Cuando se produce un desequilibrio en la mente las fuerzas negativas entran más facilmente en acción, dando origen, así, a procesos obsesivos de una duración indeterminada. 
Si utilizamos el antibiótico como medicamento para detener la proliferación de microorganismos en nuestro cuerpo físico, ¿por qué no adoptar el pase magnético como agente eficaz para impedir las alucinaciones depresivas en el alma? 
La aplicación de las fuerzas magnéticas curativas es una efluvioterapia con la misma 
importancia que se da al empleo sanador de los fluidos eléctricos. 
Espiritas y médiums espiritas: Cultivemos el pase magnético unido siempre al vehículo eficaz de la oración, respetándolo como uno de los más legítimos complementos de la terapéutica corriente. 
Es dable reconocer los abusos realizados con la hipnosis, lo cual ha dado motivo a múltiples liviandades y lamentables truhanerías de salón en nombre de la ciencia, constituyéndose así en un nuevo caso de confusión para el mundo ;pero el pase magnético, con la autoridad moral de la oración, fue siempre un auxilio divino para con las necesidades humanas. Basta recordar para ello, que el Evangelio nos presenta a Jesús atendiendo a los enfermos extendiéndoles sus manos luminosas. 

Espíritu Benefactor ANDRÉ LUIZ 
Medium WALDO VIEIRA 



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