No se deben
considerar los placeres
físicos como algo pecaminoso en si
mismos, pues si disponemos de ellos en el camino de la vida, es porque Dios lo
ha dispuesto así, y lógicamente debe ser para
acompañar a la función de la procreación, así como para su uso y
disfrute fortaleciendo los lazos de amor
y de entrega con otra persona, con la que se comparte lo más íntimo y
preciado de nosotros mismos: la sexualidad con nuestro propio cuerpo. Pero no se debe olvidar que una búsqueda obsesiva y desbocada de esta clase de placeres, nos termina ligando
excesivamente a lo material y a lo mundano, lo que nos dificulta para seguir nuestra normal evolución
espiritual en este mundo, con la meta de
alcanzar alguna vez la categoría de Seres Superiores sin ataduras ni
influencias de la materia. No olvidemos
que en los mundos materiales estamos de paso para evolucionar, y los placeres materiales no son nunca
la meta definitiva del alma humana, por lo que el demorarnos en ellos con
las ligaciones materiales que se
establecen a causa de los excesos o
abusos de esta clase de placeres , supone
un retardo evolutivo; algo que nos puede costar muchos años de
sufrimiento y dolor enredados en
repetitivas deudas kármicas originadas por este abuso o mal uso.
El sexo en la actualidad se ha popularizado como un divertimento más o
como un simple medio de relación social al uso, despojándolo de cualquier
sentido moral, y sin embargo lo tiene por ser el sagrado medio que estableció
Dios para posibilitar nuestras reencarnaciones y con ellas nuestro progreso
espiritual. Vivimos en un mundo materialista y ateo en el que parece que encauzar el uso del sexo como algo
trascendente por encima de cualquier aspecto relacionado con el placer sensual,
parece que con esta moda ideológica tan hábilmente extendida, el sentido ético
o trascendente que tiene el sexo es algo vergonzoso y anormal que ya no se lleva. Ahora la
promiscuidad es la moda que se estila como un bien de consumo más, y de ahí al
consumo masivo de píldoras reguladoras, de anticonceptivos, o lo que es peor, la
asistencia a clínicas abortivas, a las que se acude bajo el amparo de leyes
permisivas impulsadas por la propia sociedad, y se cometen en todo el mundo cada año, millones de esta monstruosa clase de crímenes, acudiendo a dichas clínicas como quien va a sacarse una muela, solamente
hay un paso muy pequeño.
El uso del sexo en su contexto
lógico y racional es algo positivo no
solamente como método procreativo natural común en todas las especies, sino
como manifestación del Amor y de la fusión física y espiritual, como un impulso o necesidad física y psíquica impulsada por esos sentimientos
sublimados en la pareja humana situada
en el actual nivel evolutivo de nuestro mundo.
La actividad amorosa conlleva una concentración de energía psíquica durante las
relaciones íntimas de los cuerpos y
almas de los amantes que expresan el Amor, mediante el deseo de aproximación,
de caricias, de contacto o de acercamiento físico en general. Todo
el juego sexual previo, es como un prólogo sensual que llega a exacerbar
las hormonas sexuales, dando suelta al instinto más básico en el reino animal,
que no es otro que el deseo sexual, antes de llegar a la unión carnal y al
estallido orgásmico final. Así las sensaciones del intercambio físico vienen a ser como un
descubrimiento mutuo entre el que los prodiga con Amor, y el que los
percibe, dando a su vez respuesta a través del mismo
lenguaje. Por eso se le ha llamado al acto sexual de la pareja enamorada,que experimenta una mútua atracción, “hacer el amor”, pero la mayoría de nuestra degenerada sociedad se ha quedado
solo con el aspecto de la fornicación o morbosidad que tiene dicho acto natural.
La relación sexual amorosa es
positiva y necesaria para la relación feliz y equilibrada de la pareja
humana en nuestra actual etapa evolutiva, aunque no es algo absolutamente
indispensable, pues siendo el sexo una necesidad física y psíquica, sin embargo
se podría prescindir de él, sin riesgo
de hacer peligrar la salud física ni la psíquica, siempre que esto sea llevado a
efecto voluntariamente por convencimiento
de querer reservar las energías genésicas para encauzarlas en una actividad de
dedicación y trabajo altruista hacia los demás. Sin agua o sin alimento no se
puede vivir mucho tiempo, pero de las relaciones sexuales si se puede
prescindir cuando se pone a prueba la fuerza de voluntad, sin poner en peligro ningún aspecto de la salud, siempre y cuando
se haga por un ideal elevado.
Es de señalar que
cuando se abusa indiscriminadamente del
sexo sin un control ético, buscando solamente las sensaciones físicas, pero
lejos de cualquier sentimiento amoroso dentro de una pareja, este se convierte en algo
negativo porque rebaja el instinto
humano al simple nivel del instinto de
celo sexual de las bestias y promueve al egoísmo, dejando
como poso la insatisfacción interna .
El mal uso y el abuso sexual conduce a desviaciones viciosas y a pornografía, que es la búsqueda de la excitación y del placer sexual a través de imágenes y textos en cualquier medio impreso o audiovisual. También conduce a mal educar a los hombres con respecto al papel de la mujer y les conduce a considerar a todas como a potenciales prostitutas. Y a las mujeres también les distorsiona el concepto de su papel sexual, que reducen al de la promiscuidad que confunden con libertad; o sea que para ser libres sexualmente, tienen que sentirse con la libertad de los hombres, promiscuas como ellos y llegar a utilizarlos sexualmente del modo que ellos las utilizan a ellas; así también existe la prostitución masculina ( los famosos Gigolos ) que se mantiene del "servicio" sexual a sus clientas.
Algo tan bonito como es la relación sexual sana, acompañada por el amor o el enamoramiento, se ve así convertida en un camino de degeneración humana.
La relación sexual
sana dentro de la pareja que se ama y se entrega mutuamente es una de
las formas más saludables y profundas de contribuir a la humanización de los
sentimientos y se refleja en un estado de plenitud y felicidad.
Hay que tener en cuenta que la sexualidad en sí
misma, por si sola, no es amor , sino solamente un ejercicio físico placentero común en todas las especies animales con el cual
cumplen de modo irracional con su instinto de procreación, pero que cuando el ser humano lo practica sin amor pierde todo el sentido natural que tiene en nuestra especie, pues el uso del sexo en el ser humano, además
de servir para la procreación como en cualquier especie animal, tiene además la
finalidad de promover y expresar
elevados sentimientos de Amor
entre ambos amantes..
En nuestra sociedad actual, con su excesiva
permisividad, a veces nos encontramos “programas educativos o de
entretenimiento”, en los que el sexo es presentado casi como una obligación de
uso social y un juego en el que quien se
atreve a decir que no participa por razones religiosas o éticas, es mirado como
un “bicho raro”, sin embargo aquí quiero dejar muy claro que el sexo no es un
juego ni tampoco es un bicho raro quien opta voluntariamente por reservarlo en
el uso o abstención que le dicte su conciencia. Cuando el sexo es solo la búsqueda de placer físico, vacío de sentimientos positivos, finalmente termina por convertirse en aburrimiento e insatisfación
. Más aún, el uso del sexo como un
simple juego social para el placer físico, o sea la promiscuidad, lleva
finalmente a un estado de egoísmo y de deshumanización entre las personas
enredadas en ese laberinto sin salida. La única salida que la relación sexual
tiene en su justificación moral, es el
Amor, ya que
este como un sentimiento que
es, si se puede expresar en la
sexualidad, porque en este caso, esta implica a todo el Ser en cuerpo y alma.
La sexualidad debe regirse por unas normas lógicas
de comportamiento, según dictamine la inteligencia, la ética y la conciencia.
De hecho las sociedades humanas siempre han establecido al respecto normas
reguladoras del comportamiento sexual,
en relacción al nivel ético y religioso que ha existido, y las
han impuesto socialmente como obligatorias.
El
uso y abuso del sexo en una sociedad sin
orientación moral, que solo busca la
exacerbación y el placer de los sentidos
físicos de un modo egoísta, que rehúye cualquier compromiso moral de vivir para y por la persona compañera de
la vida o por la familia que cada uno
debe forjar, es desde luego un serio
escollo que dificulta el necesario proyecto de la reencarnación a tantos
Espíritus que la esperan y necesitan, y
a los que esta postura egoísta
puede suponer un impedimento para su evolución por dificultarles la
necesaria experiencia humana; esto traducido en
tiempo, a veces puede suponer
hasta cientos de años en estado
errante en el plano astral, a la espera de la oportunidad adecuada y la
responsabilidad de los que con su egoísmo vienen siendo causantes de estas
demoras que por su actitud , tal vez más adelante ellos mismos se verán en esa
tesitura de necesitar la reencarnación y sentir
una demora interminable para poder conseguirla.
Jose Luis Martín
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“Aquel que no sabe valorar
los placeres de la vida, es que no los merece”
-Anónimo-
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