¿Reunirá algún día el progreso a todos los pueblos de la Tierra en una sola nación?
- No, no en una sola nación, pues resulta imposible.- Porque de la diversidad de los climas nacen costumbres y necesidades diferentes, que constituyen las nacionalidades. De ahí que requieran siempre leyes apropiadas a tales necesidades y costumbres. Pero la caridad no conoce latitudes y no hace distinción entre los hombres por el color de su piel. Cuando la ley de Dios sea en todas partes la base de la ley humana, los pueblos practicarán la caridad recíproca, así como los individuos lo hacen de hombre a hombre. Entonces vivirán dichosos y en paz, porque nadie tratará de agraviar a su vecino ni de vivir a sus expensas.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC.
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¿ Qué es la
meditación?.-
Meditar no se debe confundir con orar, ni menos aún
con rezar; tampoco es pararse a pensar y analizar, pues aunque también eso es
muy necesario, la diferencia es que en
el pensamiento y el análisis solo interviene el intelecto, mientras que en la meditación interviene sobre
todo el corazón; es como si
contempláramos a nivel de sentimientos
algo que está dentro de nosotros, pero viéndolo desde fuera. No obstante se podría decir que es una forma
de oración pero con la particularidad diferenciadora de que en la oración se habla con el alma y quien
medita solamente escucha y percibe, pero
no dice nada desde su mente. A través
de la meditación se recibe poder espiritual, información intuitiva y
esclarecimiento de la dirección que debemos seguir a cada paso por la vida.
El acto de meditar supone una introspección íntima, un reencuentro
consigo mismo, o mejor dicho, con esa parte de
Dios que se halla oculto en el corazón de cada uno. Es de vital
importancia su práctica para mantener despierta nuestra salud moral y aprender
a través de ella las lecciones que la
vida nos ofrece cada día.
Cuando nos recojamos en la noche, inmediatamente
antes de dejarnos mecer por la placidez
del sueño, intentemos elevar la mirada de nuestra conciencia a menudo dormida,
y preguntémonos cuán piadosos fuimos en ese día, lo tolerantes que fuimos con
otras personas que tal vez están también luchando interiormente consigo mismas
y con las situaciones que plantea la vida, cuales han sido nuestras debilidades
en ese día y lo benévolos que fuimos con
quienes decidimos amar. Seguramente
encontraremos que aún nos queda mucho camino por andar y que muchas
imperfecciones morales nos acompañan asomando en momentos puntuales, debiendo proponernos una mejora íntima que nos capacite para poder
ayudar más y mejor a los demás, despertando en el alma la poderosa sensibilidad del Amor que nace en
medio del silencio y de la serenidad de la conciencia que nace en lo
más profundo del corazón.
Si nos sentimos mal,
conviene reflexionar y meditar sobre los
motivos de ello, contemplando
serenamente las situaciones, para verlas con mayor claridad y
así darnos cuenta de que tantas veces por causa de nuestras creencias,
actitudes y emociones negativas, a
menudo somos nosotros mismos los culpables de no haber actuado como en realidad quisiéramos
haberlo hecho y de no abrirnos a la
experiencia de una vida más plena
Cuando
por la meditación uno se encuentra a sí
mismo, se descubre menos soberbio y más
necesitado del Amor, tolerancia y
comprensión de los demás seres humanos con los que se cruza en la vida y
siente como en el corazón de cada Ser humano existe como
una pequeña llama que se alimenta de Amor, y que lo realmente importante
es encontrar el camino para llegar hasta ella. Se podría decir que es la Esencia de Dios que existe en cada uno de
nosotros.
- Jose Luis Martín -
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“ Hay una cosa mas grande que el mar, y es el cielo; y hay una cosa más
grande que el cielo: el interior del alma humana”
- Victor Hugo -
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869. ¿Con qué propósito le es ocultado al hombre el porvenir?
- Si el ser humano conociera el futuro descuidaría el presente y no obraría con la misma libertad, porque estaría dominado por la idea de que si una cosa debe ocurrir no ha de ocuparse de ella; o si no, trataría de ponerle obstáculos. Dios no ha querido que fuese así, a fin de que cada cual coadyuve en la realización de las cosas, incluso aquellas a las que querría oponerse. De modo, pues, que tú mismo preparas muchas veces, sin sospecharlo, acontecimientos que sobrevendrán en el curso de tu vida.
870. Puesto que resulta útil que desconozcamos el porvenir ¿por qué Dios consiente, en ocasiones, el que nos sea revelado?*
- Es cuando ese conocimiento anticipado debe facilitar la realización de algo en lugar de ponerle trabas, comprometiendo a actuar de otro modo del que se hubiera hecho de no mediar tal revelación del futuro. Por otra parte, a menudo suele ser una prueba. La perspectiva de un suceso puede despertar pensamientos más o El Libro de los Espíritus 372 menos buenos. Si un hombre debe saber, por ejemplo, que recibirá una herencia con la que no contaba, podrá ser tentado por la codicia, por el júbilo aumentar sus goces materiales, por el deseo de poseer antes esa fortuna, deseando tal vez la muerte de aquel que ha de legársela. O, por el contrario, tal perspectiva suscitará en él buenos sentimientos e ideas generosas. Si la predicción no se cumple, representa otra prueba: la de cómo soportará su desengaño. Pero no por ello dejará de tener el mérito o el demérito de los pensamientos buenos o malos que la creencia en el hecho haya engendrado en él.
871. Visto que Dios todo lo sabe, sabrá igualmente si un hombre debe fracasar o no ante determinada prueba. Pues bien, ¿para qué se necesita esa prueba, si no puede mostrar a Dios nada que ya no sepa acerca de esa persona?
- Tanto valdría preguntar por qué Dios no creó al hombre perfecto y realizado o por qué pasa el hombre por la niñez antes de llegar a la edad adulta La prueba no tiene por objeto instruir a Dios respecto al mérito de ese individuo, por cuanto Dios sabe perfectamente lo que vale, sino dejar a ese hombre toda la responsabilidad de su acción, puesto que es él libre de realizarla o no. Sabiendo que el ser humano posee la facultad de optar entre el bien y el mal, la prueba tiene por efecto el de confrontarlo con la tentación del mal y dejarle todo el mérito de resistirse a él. Ahora bien, aunque Dios sepa perfectamente, de antemano, si fracasará o no, no puede en su justicia ni penarlo ni recompensarlo por un acto que no ha realizado.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC
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