Sufrimientos y Adversidades
Queridos amigos, hola buenos días, el sufrimiento forma parte de nuestras vidas, el nos visita y casi siempre lo hace sin pedirnos permiso, porque si lo hiciera nunca nos parecería bien para recibirle.
Siempre el hombre camina en busca de la felicidad que se le escapa, porque la felicidad real en la Tierra no existe. Sin embargo en las vicisitudes que forman el cortejo inevitable en nuestras vidas, es donde podríamos encontrar una felicidad relativa; porque muchas veces lo que nos parece un sufrimiento, una contrariedad, es a veces una llamada de atención, para cambiar ciertas cosas, y una de ellas la mayoría de las veces es el rumbo de nuestras vidas.
Todos hablamos de nuestras desgracias, todos la hemos experimentado y creemos conocer su carácter múltiple. Sin embargo lo que nos parece una desgracia la mayoría de las veces no lo es. Nosotros vemos la desgracia, en la miseria, en el hogar sin fuego, en la enfermedad, en el acreedor que llama a nuestra puerta, en la cuna del niño que falleció, en la traición del amigo, en el orgullo resentido, sobre todo del menesteroso que quisiera ser más de lo que es y solo consigue ser un pobre desvalido sin oficio ni beneficio, todo esto, y por aun muchas otras cosas, nos sentimos desgraciados los humanos. Pero según el Evangelio esto es una desgracia para aquellos que solo ven el presente; pero la verdadera desgracia consiste antes en las consecuencias de una cosa, que en la cosa misma.
Es decir si alguna contrariedad viene a visitarnos y esta nos produce tristeza, si viéramos sus consecuencias, quizás no opinaríamos igual. Es una desgracia muy grande el perder a un hijo recién nacido, pero a cuantas madres les hemos oído decir, más valdría que no hubiera nacido, porque ese hijo, siempre está enfermo, es un maleante, un asesino, un delincuente, que les parte el corazón a todas horas. El hijo que al poco de nacer parte para la otra vida, vive los minutos que debía vivir, Dios sabe qué hacer con sus criaturas, pues sabemos que nada sucede porque si.
Muchas de nuestras alegrías, derivan en tristezas. Para juzgar una cosa, es menester ver sus consecuencias. De esto deducimos que para saber lo que es realmente feliz o desgraciado para nosotros los hombres, es preciso transportarnos más allá de esta vida; pues todo lo que nos parece una desgracia, cesa con la vida, y encontramos su compensación en vidas futuras.
La desgracia, es el placer, la alegría, el ruido, la vana agitación, la loca satisfacción de la vanidad, que acallan nuestra conciencia, que comprimen la acción del pensamiento y que nos aturde sobre el porvenir; la desgracia es el opio del olvido al cual el hombre llamamos con todos nuestros deseos.
Las almas que son indiferentes y están dominadas por el egoísmo son las verdaderamente desgraciadas, Porque a Dios no se le engaña, no se esquiva su destino; y las pruebas más temibles que la jauría del hombre desencadena , acechan su reposo y lo sumerge de repente en la agonía que es la verdadera desgracia.
Entonces el Espiritismo nos esclarece, y nos muestra la realidad de las cosas, nos enseña la verdad y nos marca el error que muchas veces está desfigurado por nuestra ceguera. Entonces ante la adversidad, debemos actuar como el bravo soldado que lejos de huir de la lucha, la enfrenta con valentía, agradece los improperios y los contratiempos que lo pueden ayudar a crecer, que la paz que no puede darnos glorias ni ascensos.
¿Qué nos importa ser perdedores en la vida, si ganamos el cielo, que le importa al soldado perder sus armas en la lucha, quedarse desnudo en la adversidad si sale de ello glorioso y vencedor? ¿Qué nos importa perder los bienes materiales que son perecederos, si conseguimos entrar triunfantes por haber tenido fe y conseguimos entrar triunfantes en el reino de Dios?
Sepamos ser buenos luchadores en la adversidad, recordemos siempre, que Dios escribe derecho en renglones torcidos, cuantos ingratos mantenemos una actitud indiferente hacia hermanos que nos aman, y llegado el momento en que otro ocupa nuestro lugar y estamos a punto de perderlos, vemos su valor, y cambiamos de reacción, volcándonos en amor lo que antes era petulancia y desdén. Ese dolor, esa contrariedad, nos duele, pero es gracias a ella, que nos damos cuenta de cuánto los amamos, de lo mucho que significan en nuestras vidas, y si podemos recobrar su amor y cariño, al paso del tiempo, cuando la nube paso, agradecemos el que esa persona que intentaba ocupar nuestro lugar, nos hizo valorar a la persona que desdeñábamos y a la que no tomábamos en consideración. Dejamos de odiarla, por lo que intentaba robarnos, y la bendecimos porque es gracias a ella que nosotros despertamos. Así sucede en un montón de cosas, en el viaje frustrado, al cual no pudimos acudir por la visita inoportuna, y en el cual perecen sus ocupantes, por un accidente siniestro. Infinidad de cosas que nos contrarían en el momento que suceden y nos hacen sufrir, después al paso del tiempo las bendecimos, porque vemos en que derivaron. Por eso ante todas las situaciones de la vida, debemos actuar debidamente, hacer nuestra parte, de una forma civilizada, para que nunca tengamos que arrepentirnos y sentirnos desgraciados de verdad, por no haber sabido responder como un buen cristiano, que sabe resignarse y luchar ante la adversidad.
Amigos os deseo un lindo viernes, que Dios nos ilumine a todos. Un abrazo fraternal de Merchita
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Tenemos que ser lo suficientemente humildes para escuchar las opiniones ajenas, pero sobre todas las cosas debemos de tener integridad para mantenernos firmes en lo que creemos que es nuestra Mission de vida.
Nunca debemos tener miedo de expresar nuestro criterio, aunque no todos estén de acuerdo. Caminemos nuestro propio camino aunque tengamos que hacerlo a solas de vez en cuando.
Nunca debemos tener miedo de expresar nuestro criterio, aunque no todos estén de acuerdo. Caminemos nuestro propio camino aunque tengamos que hacerlo a solas de vez en cuando.
- Mercy Ingaro -
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CONCEPTO DE SALUD Y ENFERMEDAD
Siguiendo la corriente de pensamiento que determina que lo que ocurre en el cuerpo de un ser viviente es la expresión de una información de la imagen correspondiente, cuyo punto de partida es la conciencia, tenemos que salud es el resultado de la armonía entre un conjunto de funciones comandadas por el alma o inconciente, que permanecen en armonía entre sí. Así pues enfermedad es la pérdida o trastorno de esa armonía que se origina en el alma o espíritu y se manifiesta en el cuerpo físico como síntoma.
El antiguo concepto de “enfermedades del espíritu” es erróneo ya que el espíritu nunca enferma; se trata exclusivamente de síntomas que se manifiestan en el plano psíquico o conciencia individual. La medicina académica ha tratado de convencer a los enfermos de que un síntoma es un hecho fortuito y que por sí sólo no tiene significado por lo que no hay que interpretarlo sino eliminarlo. Se destinan muchos recursos para tratar órganos y partes del cuerpo dañadas, descuidando al individuo enfermo que requiere atención.14
En el libro “En el mundo mayor”, de André Luiz y psicografiado por Fco. Candido Xavier, encontramos una explicación del Instructor Calderero al respecto de una persona diagnosticada de esquizofrenia: “El sistema nervioso, que se une a la cámara encefálica a través de procesos indescriptibles en la técnica de la ciencia humana, no es más que la representación de importante sector del organismo periespiritual. La mente fallida de Fabricio, experimentando insistentes remordimientos y aflictivas preocupaciones, intoxicó esos centros vitales con la incesante emisión de energías corruptoras. Consecuentemente, se verificó lo que en buena psiquiatría podríamos designar como “lesión generalizada del sistema nervioso”. Tal desastre alcanzó, en primer lugar, las sedes de las conquistas más recientes de la personalidad, esto es, las células y los estímulos más jóvenes, que se localizan en los lóbulos frontales en la corteza motora, inutilizando temporalmente a nuestro amigo, para la meditación elevada y para el trabajo saludable, y obligándolo a retroceder en el terreno espiritual, hacia dentro de sí mismo.” La Dra. Marlene Nobre, en El Alma de la Materia, nos dice al respecto de la enfermedad llamada cáncer: “Las producciones mentales negativas generan irradiaciones impropias, semejantes a las proyecciones de rayos X o de rayos ultravioleta, que son lesivas a las células, perjudicando el trabajo sinérgico de ellas, y provocando consecuentemente, su desarticulación.”
Sólo una visión del hombre integral puede darnos la respuesta a las dolencias que afectan al hombre. Nuestro cuerpo, mente y espíritu están interconectados entre sí formando una sola unidad y un síntoma es una señal o aviso de que algo “invisible” “no palpable” reclama nuestra atención. Necesitamos ampliar nuestra visión parcial para comprender la dimensión de las cosas que nos ocurren.
Amalia Domingo Soler dice en un artículo de La Luz del Porvenir: “[…] todo tiene su razón de ser, todo tiene su historia, entonces la vida tiene un interés palpitante, entonces se estudia y se aprende en todos los hechos que se realizan en torno nuestro, se ensancha el horizonte que contemplamos y apreciamos la vida en su inmenso valor”.
Cuando un individuo comprende la diferencia entre enfermedad y síntoma, su actitud en relación a la enfermedad o la incapacidad que nos provoca, se modifica hasta el punto de participar activamente en su proceso de recuperación, dejando de luchar en contra de ella. La enfermedad se convierte en una oportunidad para aprender más de nosotros mismos y de nuestros propios procesos de transformación y evolución. “La curación- dice Carolina Myss, Intuitiva Médica15- no siempre significa que el cuerpo físico se recupera de una enfermedad. Curación puede significar también que el espíritu de la persona se libera de miedos y pensamientos negativos, hacia sí misma u otras personas, que ha tenido durante mucho tiempo. Este tipo de liberación y curación espiritual puede producirse aunque el cuerpo físico muera”.
Recordemos que nacer, crecer, morir y renacer es la base de la evolución y el aprendizaje. El objetivo de cuanto nos ocurre en la vida, es la expansión de la conciencia hacia un concepto cada vez más unitario, libertador y emancipador.
“Sólo la adquisición paulatina de una conciencia responsable puede lograr cambios integrales que modifiquen de manera importante los hábitos de vida, único camino para lograr la salud”-
Elsa Lucía Arango. Médica Bioenergética.
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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TERRORISMO
Hidra de Lerna, de la mitología griega, en su insaciable sed de sangre, resurge, en la actualidad, multiplicándose en forma de hediondo terrorismo.
Los fantasmas del miedo, de la rebeldía, de las luchas sin cuartel, toman cuerpo en las masas alucinadas gritando venganza, sin importarles el número de vidas que sean destrozadas, ni con las formas cruentas a que sean sometidas.
Los derechos del hombre y de la mujer, dolorosamente conseguidos a lo largo de la Historia, ceden lugar al abuso del poder desenfrenado, de la locura fanática de minorías infelices, que encienden la mecha del barril de pólvora de los odios mal contenidos.
Entre las elevadas conquistas del desarrollo ético y moral de la Tierra, destaca la libertad, representada en las organizaciones políticas por los regímenes democráticos, veladores de la honra y del bien vivir y dejar que los demás también lo vivan. De entre esos derechos inalienables, la libertad de expresión alcanzó un nivel superior para el comportamiento humano.
No hay, por lo tanto, límite sagrado o profano, prohibido o permitido, dependiendo, exclusivamente, del estado intelecto-moral de la sociedad y de sus ciudadanos, que optaron por lo ético, por lo saludable y por lo favorable al desarrollo espiritual de la humanidad.
Sofista por excelencia y ético en su esencia, Sócrates defendía la libertad de expresión en un periodo de intolerancia y de sujeción, de arbitrariedades, que él condenaba, pagando con la noble existencia la elevada condición de exaltar la belleza y la verdad.
Jesús, en su impar condición, respetó esa gloriosa conquista – la libertad de expresión – no permitiéndose quedar afectado por los desdichados comportamientos de sus opositores contumaces… Y se hizo víctima espontánea de la crueldad y lo primario de aquellos que lo temían y, en consecuencia, lo odiaban.
Nos legó, sin embargo, en el memorable discurso de las bienaventuranzas, las directrices éticas para la conquista de la existencia feliz a través de la adquisición de la paz.
En momento alguno limitó, torturó o luchó contra la madurez espiritual del ser humano.
Su doctrina, conforme previó, fue sometida al talante de los poderes temporales y transformada en arma terrorista aplastante que dominó las masas humanas durante largos siglos de miedo y de horror.
Hace poco más de 200 años, sin embargo, Francia y, después, los Estados Unidos de América del Norte desplegaron la bandera de los derechos a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad. Y hubo, desde entonces, avances incontestables en el comportamiento de los pueblos, diversas veces ahogados en la sangre de sus hijos en insurrecciones internas, en guerras internacionales, aunque con muchos intereses subalternos, para que les fuesen preservados esos soberanos derechos.
Los temperamentos primarios, sin embargo, todavía predominantes en expresivo número de Espíritus rebeldes, incapaces de comprender los valores humanos, han impuesto su terrible y cobarde daga en actos de terrorismo, teniendo como paño de fondo las falsas y mórbidas confesiones políticas y religiosas, que dicen abrazar, esparciendo el caos, el terror, en los cuales se complacen.
La fuerza de sus armas destructivas jamás fijará sus postulados hediondos, ya que siempre enfrentarán otras cuadrillas más nefastas y sanguinarias que los vencerán. Después del triunfo de una banda de bárbaros por un tiempo y ahí están, apeados de la dominación por disidentes no menos crueles…
Así ha sido en la Historia en todos los tiempos.
Los mongoles, por ejemplo, conquistaron la India, la embellecieron, realizaron esplendidas construcciones como el Taj Mahal, por el emperador Shah Jahan, la llamada fortaleza inexpugnable, guardando la ciudad y las minas de diamantes de la Colconda, mientras se mataban para mantenerse o para conquistar el trono – hijos que asesinaron a los padres o los encarcelaron, o los enviaron al exilio, como era habitual en otras naciones – para después sucumbir bajo el guante de otros voluptuosos dominadores más hábiles y más salvajes.
Crearon armas terribles, como los cohetes con láminas afiladas y los inmensos cañones, terminando vencidos, después de algunas glorias, por las tropas inglesas que invadieron el país, sometiendo durante más de un siglo al Reino Unido, desde el reinado de Victoria.
Más tarde, la grandeza moral de Mahatma Gandhi, con su misericordiosa no violencia, la liberó, restituyéndola a sus primitivos hijos. No obstante, después de su asesinato, la India continuó y permanece hasta hoy víctima del terrorismo político y religioso desenfrenado, sin la bendición de la paz, la dilecta hija del amor.
Solamente cuando el amor se instale en el corazón del ser humano es que el terrorismo perverso desaparecerá y los ciudadanos de todas las patrias y de todas las confesiones religiosas se permitirán la verdadera libertad de pensamiento, de palabra y de acción.
En efecto, ese sublime sentimiento no usará la gloria de la libertad para denigrar o castigar con el ridículo, porque respetará todos los derechos que la Vida concede a aquellos que genera y mantiene.
Para que ese momento sea alcanzado, es urgente que todos, mujeres y hombres de bien, religiosos o no, se mantengan en armonía, se respeten mutuamente y contribuyan unos para la plenitud de los otros.
Infelizmente, sin embargo, en la actualidad, en que predominan el individualismo, el consumismo, el exhibicionismo, ilegítimos descendientes del egoísmo, facciones terroristas degeneradas diseminarán en la Tierra el crimen y el pavor, hasta que sus comandantes y comandados sean todos exiliados a mundos inferiores, compatibles con su estado de evolución.
Merece, igualmente, en este grave momento, recordar la frase de Jesús: - ¡Yo he vencido al mundo! (Juan, 16:33)
Todos desean, por ignorancia, vencer en el mundo.
Él no fue un victorioso en el escenario engañoso del mundo, sino el triunfador sobre todas sus aún perversas imposiciones.
El terrorismo pasará como todas las victorias de la mentira, de las pasiones inferiores y de la violencia, porque sólo el amor es portador de perennidad.
Vianna de Carvalho.
(Página psicografiada pro el médium Divaldo Pereira Franco, en la sesión mediúmnica de la noche del 7 de enero de 2015. (Cuando ocurrió el ataque terrorista en París), en el Centro Espírita Camino de la Redención, en Salvador, Bahía).
Traducción: Johnny M Moix
Hidra de Lerna, de la mitología griega, en su insaciable sed de sangre, resurge, en la actualidad, multiplicándose en forma de hediondo terrorismo.
Los fantasmas del miedo, de la rebeldía, de las luchas sin cuartel, toman cuerpo en las masas alucinadas gritando venganza, sin importarles el número de vidas que sean destrozadas, ni con las formas cruentas a que sean sometidas.
Los derechos del hombre y de la mujer, dolorosamente conseguidos a lo largo de la Historia, ceden lugar al abuso del poder desenfrenado, de la locura fanática de minorías infelices, que encienden la mecha del barril de pólvora de los odios mal contenidos.
Entre las elevadas conquistas del desarrollo ético y moral de la Tierra, destaca la libertad, representada en las organizaciones políticas por los regímenes democráticos, veladores de la honra y del bien vivir y dejar que los demás también lo vivan. De entre esos derechos inalienables, la libertad de expresión alcanzó un nivel superior para el comportamiento humano.
No hay, por lo tanto, límite sagrado o profano, prohibido o permitido, dependiendo, exclusivamente, del estado intelecto-moral de la sociedad y de sus ciudadanos, que optaron por lo ético, por lo saludable y por lo favorable al desarrollo espiritual de la humanidad.
Sofista por excelencia y ético en su esencia, Sócrates defendía la libertad de expresión en un periodo de intolerancia y de sujeción, de arbitrariedades, que él condenaba, pagando con la noble existencia la elevada condición de exaltar la belleza y la verdad.
Jesús, en su impar condición, respetó esa gloriosa conquista – la libertad de expresión – no permitiéndose quedar afectado por los desdichados comportamientos de sus opositores contumaces… Y se hizo víctima espontánea de la crueldad y lo primario de aquellos que lo temían y, en consecuencia, lo odiaban.
Nos legó, sin embargo, en el memorable discurso de las bienaventuranzas, las directrices éticas para la conquista de la existencia feliz a través de la adquisición de la paz.
En momento alguno limitó, torturó o luchó contra la madurez espiritual del ser humano.
Su doctrina, conforme previó, fue sometida al talante de los poderes temporales y transformada en arma terrorista aplastante que dominó las masas humanas durante largos siglos de miedo y de horror.
Hace poco más de 200 años, sin embargo, Francia y, después, los Estados Unidos de América del Norte desplegaron la bandera de los derechos a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad. Y hubo, desde entonces, avances incontestables en el comportamiento de los pueblos, diversas veces ahogados en la sangre de sus hijos en insurrecciones internas, en guerras internacionales, aunque con muchos intereses subalternos, para que les fuesen preservados esos soberanos derechos.
Los temperamentos primarios, sin embargo, todavía predominantes en expresivo número de Espíritus rebeldes, incapaces de comprender los valores humanos, han impuesto su terrible y cobarde daga en actos de terrorismo, teniendo como paño de fondo las falsas y mórbidas confesiones políticas y religiosas, que dicen abrazar, esparciendo el caos, el terror, en los cuales se complacen.
La fuerza de sus armas destructivas jamás fijará sus postulados hediondos, ya que siempre enfrentarán otras cuadrillas más nefastas y sanguinarias que los vencerán. Después del triunfo de una banda de bárbaros por un tiempo y ahí están, apeados de la dominación por disidentes no menos crueles…
Así ha sido en la Historia en todos los tiempos.
Los mongoles, por ejemplo, conquistaron la India, la embellecieron, realizaron esplendidas construcciones como el Taj Mahal, por el emperador Shah Jahan, la llamada fortaleza inexpugnable, guardando la ciudad y las minas de diamantes de la Colconda, mientras se mataban para mantenerse o para conquistar el trono – hijos que asesinaron a los padres o los encarcelaron, o los enviaron al exilio, como era habitual en otras naciones – para después sucumbir bajo el guante de otros voluptuosos dominadores más hábiles y más salvajes.
Crearon armas terribles, como los cohetes con láminas afiladas y los inmensos cañones, terminando vencidos, después de algunas glorias, por las tropas inglesas que invadieron el país, sometiendo durante más de un siglo al Reino Unido, desde el reinado de Victoria.
Más tarde, la grandeza moral de Mahatma Gandhi, con su misericordiosa no violencia, la liberó, restituyéndola a sus primitivos hijos. No obstante, después de su asesinato, la India continuó y permanece hasta hoy víctima del terrorismo político y religioso desenfrenado, sin la bendición de la paz, la dilecta hija del amor.
Solamente cuando el amor se instale en el corazón del ser humano es que el terrorismo perverso desaparecerá y los ciudadanos de todas las patrias y de todas las confesiones religiosas se permitirán la verdadera libertad de pensamiento, de palabra y de acción.
En efecto, ese sublime sentimiento no usará la gloria de la libertad para denigrar o castigar con el ridículo, porque respetará todos los derechos que la Vida concede a aquellos que genera y mantiene.
Para que ese momento sea alcanzado, es urgente que todos, mujeres y hombres de bien, religiosos o no, se mantengan en armonía, se respeten mutuamente y contribuyan unos para la plenitud de los otros.
Infelizmente, sin embargo, en la actualidad, en que predominan el individualismo, el consumismo, el exhibicionismo, ilegítimos descendientes del egoísmo, facciones terroristas degeneradas diseminarán en la Tierra el crimen y el pavor, hasta que sus comandantes y comandados sean todos exiliados a mundos inferiores, compatibles con su estado de evolución.
Merece, igualmente, en este grave momento, recordar la frase de Jesús: - ¡Yo he vencido al mundo! (Juan, 16:33)
Todos desean, por ignorancia, vencer en el mundo.
Él no fue un victorioso en el escenario engañoso del mundo, sino el triunfador sobre todas sus aún perversas imposiciones.
El terrorismo pasará como todas las victorias de la mentira, de las pasiones inferiores y de la violencia, porque sólo el amor es portador de perennidad.
Vianna de Carvalho.
(Página psicografiada pro el médium Divaldo Pereira Franco, en la sesión mediúmnica de la noche del 7 de enero de 2015. (Cuando ocurrió el ataque terrorista en París), en el Centro Espírita Camino de la Redención, en Salvador, Bahía).
Traducción: Johnny M Moix
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La búsqueda de Dios
En todas las épocas de la Humanidad, no hubo cultura, pueblo, tradición que no tuviese un profundo sentimiento acerca de la Divinidad.
Al principio, ese Ser superior era confundido con Sus obras. Por eso, la idea era que había muchos. Eran dioses en acción la tempestad, las tormentas marinas, la erupción del volcán. Por otras partes, eran concebidos como casi humanos en su aspecto, en sus pasiones, deseos, anhelos.
En la dificultad de trascender al pensamiento, la idea de la Divinidad no se apartaba de lo que estaba al alcance de los sentidos. Fue la madurez frente de la vida que permitió una comprensión del monoteísmo, de un Dios Creador de todo y de todos.
Sin embargo, todavía se tenía la concepción de ese Dios como vengativo, capaz de imponer castigos; un Dios que se quedaba al acecho de las minucias de la vida de los hombres, condenando a unos y otros según Su estado de ánimo. Como un ser en constante vigilancia, la idea de Dios era de alguien a quien temer considerando que, en cualquier momento, Su ira podría caer sobre la Humanidad por cualquier infracción cometida.
* * *
Entonces, Él llegó. Vino de las tierras de Galilea, cantando la grandiosidad de las obras de Dios y llamándolo Padre.
Como el Hermano Mayor enseñando la lección a los más pequeños, trajo el mensaje de que el Padre es misericordia y bondad, proveyendo a todas las necesidades de Sus hijos. A partir de Su mensaje, dejamos de temer a Dios. Empezamos a buscarlo como al Padre siempre dispuesto a ayudar y apoyar a los que creó y sostiene por amor. Y es ese Jesús que nos llama a cumplir con nuestra parte, asumir nuestra responsabilidad delante del mundo, no acomodándonos en el ocio improductivo.
Nos alerta para que no caigamos en la ilusión de un Dios de milagros infantiles, que dispone favorablemente, a cambio de pequeños obsequios y ofrendas. Sin embargo, también calma nuestro corazón diciéndonos que no nos inquietemos por el mañana, porque cada día tiene su propia preocupación.
A partir de entonces comenzamos a entender la grandeza de Dios y Su Providencia. E, incluso cuando imaginamos que algo nos falta, la aparente carencia es nada más que la oferta de la Divina Providencia creándonos oportunidades de crecimiento.
Es verdad que seguimos entendiendo a Dios de maneras diferentes, cada uno de acuerdo a sus valores y necesidades íntimas. Sin embargo, antes del Galileo, nadie había cantado, con tanta claridad, las glorias del reino de los cielos, los recursos de la Divina Providencia y Su bondad insuperable. Además, nadie después de Él logró vivir en tal pureza las enseñanzas del Padre, como ejemplo incomparable.
Así, caminar hacia Dios es atracción inevitable, pues traemos Su esencia en nuestra intimidad, como hijos de Él. Sin embargo, no llegaremos al reino de los cielos sino a través del Pastor Celestial, Jesús. Al presentarse como el Camino, la Verdad y la Vida, Él se establece como derrotero seguro para que logremos entender a Dios en plenitud, edificando Su reino en la intimidad de nuestro corazón.
Redacción del Momento Espírita.
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nos dijo que somos la luz del mundo y dejó la orientación de
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