Mundos inferiores y mundos superiores
La clasificación de mundos inferiores y mundos superiores es más bien relativa que absoluta, porque un mundo es inferior o superior con relación a los que están encima o debajo de él en la escala progresiva.
Tomando la tierra como un punto de comparación, podemos formarnos una idea del estado de un mundo inferior, suponiendo al hombre en el grado de las razas salvajes o de las naciones bárbaras que aun se encuentran en su superficie, y que son restos de su estado primitivo.
En los mundos más atrasados los seres que los habitan son de algún modo rudimentarios; tienen la forma humana, pero sin ninguna hermosura; los instintos no están templados por ningún sentimiento de delicadeza ni de benevolencia, ni por las nociones de lo justo y de lo injusto, la única ley es allí la fuerza brutal. Sin industria y sin invenciones, los habitantes emplean su vida en conquistar su alimentación. Sin embargo, Dios no abandona ninguna de sus criaturas: en el fondo de las tinieblas de la inteligencia yace
latente la vaga intuición de un Ser supremo, más o menos desarrollada.
Este instinto basta para hacer que unos sean superiores a otros, pre parando su aparición a una vida más completa, porque éstos no son seres degradados, sino niños que crecen.
Entre estos grados inferiores y los más elevados, hay innumerables escalones, y entre los espíritus puros desmaterializados y resplandecientes de gloria con dificultad se reconocen aquellos que animaron esos seres primitivos, de la misma manera que en el hombre adulto es difícil reconocer el embrión.
Extracto del libro: El Evangelio Según El Espiritismo, por Allan Kardec.
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EL TRASTORNO BIPOLAR Y SU ABORDAJE MÉDICO-ESPÍRITA
Dr. Roberto Lúcio Vieira de Souza *
Es habitual que los legos espíritas o espiritualistas miren hacia las enfermedades psiquiátricas e, inmediatamente, vean en ellas procesos provocados por obsesiones – acciones demoníacas o de espíritus inferiores – o sino como fruto de una mediúmnidad atormentada, creyendo, por eso, que la intervención espiritual o el desarrollo mediúmnico sean suficientes para lograr la cura de estas enfermedades. Y cuanto más severos son los síntomas presentados por el individuo, es más evidente ese convencimiento.
Pero la verdad es que el Trastorno Afectivo Bipolar o Trastorno del Humor Bipolar, antiguamente denominado Psicosis Maníaco-Depresiva, es una de las patologías más graves en el área de la Psiquiatría, alcanzando del 3 al 10% de la población mundial.
Los estudios más recientes diferencian los cuadros unipolares de depresión y manía, de los bipolares, cuya característica principal es la presencia de episodios cíclicos de depresión y manía, con intervalos de ausencia de los síntomas.
Para nosotros, los psiquiatras, hay algunas diferencias en los diversos subtipos que son importantes para la determinación de la terapia, los cuales son irrelevantes en estas líneas.
Hay mucha gente que piensa que el término “manía”, tiene relación con los caprichos y rituales que algunas personas tienen y que son característicos, según su intensidad, de uno u otro tipo de enfermedad – el “trastorno obsesivo-obsesivo”, muy diferente del Trastorno Bipolar pero que, sin embargo, se puede presentar simultáneamente en algunos pacientes. Pero en lenguaje técnico, la palabra “manía” significa euforia, esto es, alegría excesiva o patológica.
La verdad es que los trastornos del humor son un gran problema de salud pública.
Scott (1995), presentó un trabajo en el que, estimativamente, llegó a la conclusión de que un portador de este cuadro clínico en el cual la enfermedad se manifieste a los 20 años de edad, perderá 9 años efectivos de vida, 12 años de salud normal y 14 años de capacidad para el trabajo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en una investigación dirigida por Murray (1996), anunció que de las diez patologías que más incapacitaban a las personas, cinco pertenecían al fuero psiquiátrico, con la Depresión encabezando la lista y los Trastornos Bipolares en el sexto lugar.
Es de destacar que los estudios más importantes sobre la prevalencia de esta patología o la validación de los diagnósticos de “manía” y de “hipomanía” son bastante recientes, lo que significa que una gran parte de los conocimientos adquiridos están siendo revisados y ampliados, trayendo a la luz la realidad del diagnóstico hasta ahora indefinidos o mal caracterizados.
La preocupación con la mejoría de los pacientes, en la práctica, enfrenta dos obstáculos a saber: el error del diagnóstico y la insuficiencia o inadecuación de la terapia – lo que aumenta el prejuicio social, principalmente por mantener los síntomas psicóticos y por la frecuencia de los internamientos, acarreando una mayor estigmatización para los pacientes. Esto se da mucho, porque la mayor parte de los pacientes son atendidos por profesionales que no son psiquiatras y que no los envían a los especialistas.
En términos generales, podemos decir que el cuadro clínico se caracteriza por episodios de depresión y de “manía” que se intercalan, acompañados por períodos de ausencia de síntomas, en que los pacientes no aparentan sufrir de la enfermedad. Frecuentemente, estos períodos son responsables por la interrupción del uso de los medicamentos debido a la creencia de estar curado, facilitando la aparición de nuevos episodios. Es importante destacar que cada nueva crisis empeora el pronóstico de la patología, agravando los síntomas residuales en las fases de calma, volviendo más cortos los períodos entre las crisis.
Por lo tanto, la enfermedad tiene dos fases, pero los cuadros clínicos son bastante diferentes:
La depresión, que se caracteriza por una disminución de la energía, la motivación y la capacidad de sentir placer y alegría, por un humor depresivo (tristeza patológica), por una disminución del raciocinio, de la atención, de la concentración, de la memoria y de la capacidad de organización y planeamiento; por un aumento de la preocupación, así como con situaciones banales; por el aislamiento y retraimiento social; por la falta de iniciativa, de interés y de placer (anhedonia); por la pérdida o disminución del deseo sexual; por el insomnio o hipersomnias; por el aumento o pérdida del apetito; por el aumento de la sensación de cansancio; por el sentimiento de pereza; por la dificultad en realizar tareas que anteriormente hacían parte de su quehacer cotidiano, optando por quedarse la mayor parte del tiempo en la cama, con el cuarto a oscuras; por la pérdida de interés en tratar con los demás, evitando la higiene personal; por el sentimiento de pesimismo, de desánimo, de tristeza, de inseguridad, de miedo, de falta de esperanza, de baja auto-estima, de culpa exagerada, de sensación de vacío y aún por el deseo y la tentativa de suicidarse;
La manía, que se caracteriza por un aumento de la energía; por un humor irritable; por la euforia; por oscilaciones afectivas; por la disminución de la capacidad de sentir afectos negativos o de sentir empatía con el sufrimiento ajeno; por un razonamiento acelerado; por una atención focalizada, aunque el paciente no consiga mantenerla por mucho tiempo; por una disminución de la concentración; por alteraciones de la memoria, que puede abarcar el aumento de la capacidad de recordar o la disminución de esta; por súbitos cambios de pensamientos, de intereses y de conducta; por sentimientos positivos; por la verborrea (locuacidad exagerada); por una tendencia hacia el uso de malas palabras; por una irritabilidad exacerbada que genera conflictos; por la impaciencia; por la desinhibición social; por el aumento de la impulsividad; por el abuso del alcohol y de las drogas; por el aumento de los gastos, debido a la compulsión de comprar; por el aumento de la libido y por un discurso erotizado; por la disminución de la necesidad del sueño, con reducción del tiempo del mismo; por la disminución de la sensibilidad al dolor; por el aumento excesivo de la capacidad de realización; por la desorganización, confusión y actividad repetitiva. En esta fase, pueden ocurrir también la idealización y tentativa de suicidio.
En los dos cuadros pueden surgir síntomas psicóticos, siempre ligados al tipo de sentimiento dominante: en los casos de depresión, los contenidos del delirio y de las alucinaciones son de ruina; en los de manía, son de grandeza. Los delirios son más frecuentes que las alucinaciones.
El tratamiento envuelve un equipo multidisciplinar, compuesto por psiquiatras, terapeutas y trabajadores sociales. El uso de estabilizadores del humor especialmente del litio, mejora el control de los cuadros, reduciendo el número de recaídas. Aún no hay ningún tratamiento que consiga la cura, por lo que las medidas terapéuticas utilizadas son solo paliativas.
Bajo el punto de vista espiritual, el Trastorno Bipolar tiene origen en las malas acciones cometidas por el enfermo en vidas pasadas.
Cuando reencarnó, el enfermo trajo consigo la predisposición hacia la enfermedad, que generalmente aparece después de los 25 años. La carga genética es una marca que él decidió tener y que se debe a las acciones del pasado, donde recurrió al abuso de la inteligencia y a la falta de respeto por la vida.
Y es que la gran mayoría de los casos de Trastorno Bipolar están relacionados con abortos criminales, aunque también haya muchos pacientes que fueron suicidas y asesinos, en repetidas ocasiones.
Sólo por si, esta trayectoria anterior de los actuales enfermos, da pié para que puedan instalarse procesos obsesivos que envolverán sentimientos de venganza y donde aparecerán espíritus que fueron perjudicados por ellos y que aún no les han perdonado.
Como los enfermos son como “antenas averiadas” (pues por su propia dinámica psíquica, irradian sentimientos y vibraciones complicadas) y no habiendo cualquier proceso obsesivo relacionado con sus vidas anteriores (lo que no es muy habitual) pueden proporcionar una abertura para la acción de espíritus que se encuentren en su misma faja vibratoria, o si no, para los llamados espíritus oportunistas – unos y otros agravando las situaciones de esos pacientes.
S concluimos que la causa real de estos Trastornos se debe al comportamiento moral de sus portadores, se hace claro que la terapia más importante, es la de fondo moral. En realidad, la Evangelio-terapia, o sea, la utilización de la moral cristiana como instrumento para la renovación interior, es la única terapia eficaz, pues va a alcanzar el núcleo central de la enfermedad.
Muchos pacientes también presentan, concomitantemente, sensibilidad mediúmnica. Pero como no están psíquicamente equilibrados, es contraproducente llevarlos hacia las reuniones de desarrollo de la mediúmnidad, ya que muchas veces estas pueden agravar el proceso de desequilibrio, debido a las condiciones psíquicas de los enfermos.
Lo mejor y más eficaz es invitarlos a las actividades de asistencia social y aconsejarles el uso de la oración, de la lectura edificante y de la fluidoterapia (pases y agua fluidificada).
* Psiquiatra, director clínico del Hospital Espírita André Luiz, en Belo Horizonte (MG), vice-presidente de la Asociación Médico-Espírita del Brasil (AME) y autor de varios libros.
Bibliografía:
- “Da Psicose Maníaco-Depressiva ao Espectro Bipolar”. Moreno, Ricardo A. e Moreno, Doris H (coordenadores).São Paulo, 2005.
- “Transtorno Bipolar na infância e na adolescência”. Lee Fu-I (coordenador). Segmento Farma Editores.São Paulo, 2007.
- “Depressão – Abordagem Médico-Espírita”. Associação Médico-Espírita do Brasil. São Paulo, 2005.
Traducción al Español: Oscar Cervantes Velásquez
Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís- Santa Marta – Colombia
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Confiesas que no será difícil la relación con los demás, aquellos que forman la gran comunidad humana. Pero con los tuyos… Con aquellos que constituyen el equipo doméstico, afirmas encontrar obstáculos que se te figuran casi imbatibles para la convivencia en paz y seguridad.
Entre tanto, considera: aquellos que nos erigen como familiares son las criaturas con las cuales nos interligamos, a veces, en los más intricados compromisos.
Los tuyos son tus afectos, antagonismos, encargos y deudas del camino. Casi siempre, restos de existencias anteriores, solicitándote amor y ejemplo, apoyo y cooperación.
Cuando se te revelen como desafíos y obstáculos, ámalos y auxílialos cual se te presentan. Para eso, sin embargo, es necesario que abras el espíritu a la gran comprensión.
El padre que recibiste estimaría vivir en las más altas demostraciones de superioridad; la mujer que te acogió en los brazos desearía catalogarse en la condición de los ángeles; los hermanos que te cargan el nombre querrían ser modelos de perfección a tus ojos y los parientes en general quedarían felices desempeñando la función de tus benefactores, no obstante, son todos ellos seres humanos, falibles como nosotros mismos.
Sin duda, en algunas circunstancias surgirán errados y tal vez te decepcionen, tanto como nosotros somos pasibles de fallas, desilusionando a muchos. Ama a los que te comparten la experiencia en lo cotidiano, aprendiendo entendimiento y tolerancia.
Si problemas de convivencia aparecieren en tus áreas de acción más íntima, conserva paciencia y bondad para con los que te rodean. En cualquier dificultad, compadécete de los tuyos para que los tuyos igualmente se compadezcan de ti.
Espíritu Meimei
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro “Palabras del corazón”
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Queridos amigos, hola buenos días, son muchos los hermanos que no aceptan nuestra doctrina, entre ellos, muchos son amigos de toda la vida, y aunque cada uno tiene ideas sobre Dios distintas, no por eso nuestra amistad deja de ser sincera, porque hemos progresado y sabemos que el libre albedrío nos permite optar a cada uno lo que creemos más conveniente, según sobre la concepción de la vida, que hemos sentido inclinarse nuestro corazón.
Lo que mantiene vivo el antagonismo entre las religiones es la idea de que cada una posee un dios particular y su pretensión de contar cada cual con el único verdadero y el más poderoso, que se encuentra en constante hostilidad con los dioses de los demás cultos y ocupados en combatir sus influencias.
Todo va en función de nuestro grado de adelanto, y de la edad de nuestro espíritu, un niño que está en el primer curso del colegio, no puede tener los mismos conocimientos que uno que ya ha llegado a un grado superior, hemos de dar tiempo al tiempo, porque el discutir con personas de temas que aun no han tratado es una pérdida de tiempo. Hay que tener psicología para tratar de temas que no son conocidos por aquellos que conviven a nuestro alrededor. De hecho la Doctrina Espirita cuenta con la simpatía de muchas personas ilustradas, que solo la exponen con aquellos que tienen conocimientos para poder tratar del tema en cuestión.
La divulgación espirita cuenta hoy en día, con muchos medios para esparcirse por todas partes, es una señal de que el progreso se está realizando, somos muchos los hermanos que desde distintos puntos de la tierra sentimos en nuestro interior que ella va adentrándose en nosotros como una filosofía de vida que marca muchas diferencias en la forma de vivir y en la relación con las personas.
El hombre debe cooperar al progreso general y ciertos acontecimientos deben resultar de su colaboración, puede ser de utilidad, pero no hemos de olvidar que la finalidad debe ser siempre útil, nunca para satisfacer una mera curiosidad. No todos los espíritus están encargados de divulgar la doctrina, pero sí de aplicarla en su vida, para sentir sus efectos, y tocar los corazones de aquellos que aun no despertaron y a través de su comportamiento sean atraídos a ella, sin forzar nunca voluntades.
Para comprender las cosas espirituales, es decir, para tener una idea clara de las mismas como la que podemos tener de un paisaje que estamos observando, nos falta un sentido, así como al ciego le falta el sentido necesario para comprender los efectos de la luz, de los colores y de la visión. Sólo por un esfuerzo de la imaginación podemos llegar a comprenderlas, ayudados por ciertas comparaciones con cosas que nos son familiares.
El espíritu que se encuentra sobre la Tierra, a nuestro lado, puede poseerla facultad de entender la filosofía espirita, pero puede diferir de nosotros en comprensión, es como el que está en la cima de una montaña y contempla toda la ciudad y el que está en medio de la montaña que solo percibe una parte, todo va en función de los conocimientos y de el grado de elevación. La visión de los espíritus no se puede comparar con la del hombre, pues su horizonte visual es otro. Precisamente ése es el sentido que nos falta para poder concebirlo: el espíritu, comparado con el encarnado, es igual al vidente en relación con el ciego. Esta percepción no se limita a la extensión, sino que comprende la penetración de todas las cosas.
De acuerdo con la magnitud de las facultades del espíritu, el encarnado poseerá una aptitud mayor o menor para comprender las cosas espirituales. No obstante, esta aptitud no depende del desarrollo de la inteligencia, razón por la cual vemos hombres de gran saber tan ciegos para las cosas espirituales como otros lo son para las materiales.
Los acontecimientos comunes de la vida privada son, generalmente, consecuencia de la manera de actuar de cada cual; éste triunfará con su capacidad, su prudencia, su perseverancia y su energía. Aquél, en el mismo caso, fallará en razón de su ineptitud. De manera que se puede decir que cada uno es artífice de su propio destino, el cual no está sujeto a ninguna regla ciega y fatal independiente de la persona. Conociendo el carácter de un individuo, se puede intuir con facilidad la suerte que le espera en el camino tomado.
El hombre es libre de cumplir o no lo que le ha sido confiado y por él mismo aceptado. Si no lo hace, pierde los beneficios que hubiera podido obtener y asume la responsabilidad del retraso que resulta de su propia negligencia o mala voluntad.
La unidad se logrará en religión como tiende a realizarse en los órdenes social, político y comercial mediante la caída de las barreras que separan a los pueblos y por la asimilación de los hábitos, las costumbres y el uso de la lengua. Los pueblos del mundo entero fraternizan ya, como las gentes de las provincias de un mismo país. Se intuye esta unidad, se la desea, y ella será lograda por la fuerza de las cosas, porque devendrá una necesidad para solidificar los lazos fraternales entre las naciones.
Para alcanzar la unidad, las religiones deberán reencontrarse en un terreno neutral, aunque común a todas. Para ello, todas deberán realizar concesiones y sacrificios más o menos importantes, de acuerdo con la multiplicidad de sus dogmas particulares. Desde hace algún tiempo se opera un movimiento de descentralización que va adquiriendo una fuerza arrolladora.
En el estado actual de la opinión y los conocimientos, la religión que deberá unir un día a todos los hombres, bajo una misma bandera, será la que satisfaga mejor a la razón y a las legítimas aspiraciones del corazón y del espíritu. La que no pueda ser desmentida en ningún aspecto por la ciencia positiva; la cual, en vez de inmovilizarse, siga a la Humanidad en su marcha progresiva sin dejarse aventajar; la que no sea exclusiva ni intolerante; la que emancipe a la inteligencia aceptando sólo la fe razonada; aquella cuyo código de moral sea el más puro, el más racional, el más armonioso con las necesidades sociales, el más adecuado para establecer sobre la Tierra el reino del bien, por la práctica de la caridad y de la fraternidad universales.
Cuando se convenzan que sólo hay un Dios en el Universo y que se le adore como Jehová, Alá o Dios es, en definitiva, el mismo; cuando lleguen a un acuerdo sobre sus atributos esenciales comprenderán que un ser único sólo puede tener una voluntad única, y entonces habrá llegado el momento de darse la mano como los servidores de un mismo Amo y los hijos de un mismo Padre, siendo ése el primer gran paso que ha de llevar a la unidad.
-Merchita- (EXTRAÍDO DE LA GÉNESIS Y DE SU SENTIR.)
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“Nacer, morir, renacer, aun, y progresar siempre, tal es la ley.”
- Allan Kardec -
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