Jesús aseveró la necesidad de “nacer de nuevo”, a fin de que se paguen todas las deudas, moneda a moneda, hasta que el deudor- al encontrarse liberado – alcance el reino de los cielos, el cual implantará en su propia conciencia a través del auto purificación.
En las fajas experimentales de la evolución, las dimensiones del tiempo y del espacio constituyen límites, a fin de demarcar niveles y situaciones para la mente. Sin embargo, a medida que el Espíritu progresa, tales conceptos se amplían, y el adquiere incalculables percepciones de infinito y eternidad, al superar las líneas que necesita localizar y localizarse.
A través de los impositivos reencarnatorios, todo ultraje que se comete se ha de rescatar, aunque no necesariamente en una reencarnación inmediata o muy próxima, después del gravamen cometido, pero nadie engañará a la Justicia.
Los sufrimientos del pasado nos afligen de tal manera, que muchas veces el bálsamo de las incontables alegrías no consiguen cicatrizarnos definitivamente las innumerables heridas, que todavía supuran… es necesario olvidar para perdonar mejor, arrojando en el olvido el yugo del resentimiento y de las reminiscencias amargas. El mal que muchas veces nos pretenden hacer resulta un bien inestimable, a pesar de los incalculables sufrimientos.
En ocasiones no es el resentimiento ni los rencores, ya que el tiempo a lo mejor ha secado nuestras lágrimas; pero no ha podido apagar los tristes recuerdos que sofocó, evitando así nuestras tristezas.
Al ignorar las sutiles facultades de la intuición, de la premonición y las leyes de la reencarnación en que están basados todos los acontecimientos de la vida física, el devoto suele mantener como recurso pura y simplemente el argumento de la fe, sin los recursos más amplios para poder estructurar el consuelo con que sostenernos en el aturdimiento.
Los hombres débiles, que apenas son fuertes en la brutalidad, no saben luchar ni son capaces de examinar las circunstancias o dignidades. Solamente pueden tomar y agredir… Es por eso que su fuerza es su debilidad.
En una encarnación adquirimos determinada expresión de victoria, a pesar de las equivocaciones que se perpetre. Al ser sumadas las realizaciones dignificantes y sustraídas las deudas, el saldo de las conquistas personales se transfiere, ya sea positivo o no.
De una para otra existencia se trasladan las realizaciones, los problemas, las adquisiciones y las pérdidas que oportunamente aparecen cuando las circunstancias se hacen favorables; ; de ahí viene el adagio que dice: “Dios no da a nadie un fardo superior al de sus propias fuerzas”.
Como consecuencia, la calidad de vida resulta de las múltiples operaciones que el ser se impone al caer ahora y al levantarse después, manteniendo siempre un saldo que lo favorece o no con recursos para la redención final.
Los que menosprecian los valores éticos, en su insania, son incapaces de medir sentimientos y de caracterizar actitudes en toda su magnitud. Disculparse significa para ellos una humillación, como una credencial para acceder a nuevos desatinos, a los que se vinculan persistentemente. La distancia que existe entre una agresión y una explosión de generosidad es apenas una circunstancia de emotividad. Sin la sensatez necesaria, damos a los hechos la interpretación que nos conviene.
En la estela de las vidas sucesivas continúan las tramas de la evolución con sus enérgicas advertencias.
En cada primavera de bendiciones vuelven a florecer, sobre los charcos de las pasiones, los lirios de la paz, cuyas verdes ramas simbolizan la esperanza que nunca nos debe faltar, aun cuando todo parezca abismo y lodo bajo nuestros pies. En esas primaveras de misericordia, también vuelven a florecer los corazones.
A través de las benditas pruebas y de las expiaciones libertadoras, la Sabiduría Divina nos conduce al compromiso de ascender y progresar en las dimensiones de la Inmortalidad.
Si ayer los sectarismos religiosos incentivaron el materialismo, hoy el cientifismo debilita al hombre que lo elaboró, castigando su presunción. En esta hora, la Doctrina Espirita eleva al ser atormentado en dirección a los astros, liberándolo del charco en el que se detiene por un impositivo de su propia insania y finalmente lo hace feliz.
Miremos al horizonte y procuremos ver más allá de las estrellas fugaces, que son como un resplandor de las bellezas siderales que todos alcanzaremos cuando hayamos conseguido la sublime ascensión.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Sublime Ascensión” de Divaldo Pereira Franco
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Partiendo Jesús de ahí, vio a un hombre, llamado Mateos, sentado en la repartición pública, y le dijo: Sígueme! Él se levantó y lo siguió. (Mateos 9:9)
Es importante verificar que el Maestro no establece condiciones para que el discípulo le acompañe en la jornada.No pregunta si él se juzga dotado de la fuerza conveniente...
Si es débil de espíritu...
Si es demasiado imperfecto...
Si sufre en la familia...
Si posee deudas a saldar...
Emmanuel |
Si padece tentaciones...
Si está acusado de alguna falta...
Si retiene valores de educación...
Si es rico o pobre de posibilidades materiales...
El Señor dice apenas sígueme, como
quien afirma que, si el aprendiz se dispone realmente a seguirlo, será proveído de socorros eficientes, en todas sus necesidades. La lección es clara y expresiva. Reflexionemos en ella para que no vengamos a permanecer en la sombra de la indecisión.
Espirito: EMMANUEL
Médium: Francisco Cândido
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Observando esta sociedad nuestra, sin necesidad de ser espíritas, podemos darnos cuenta del egoísmo e intransigencia de los que gobiernan.
En estos momentos, en que estamos en el tercer milenio, las dificultades cada vez son mayores. Hay conflictos en muchos rincones del planeta y, como consecuencia: la guerra. ¡Qué aberración matarnos unos a otros! Ni siquiera en los animales vemos este comportamiento sin sentido, primitivo y contraria a la Ley Divina.
Como consecuencia de esta conducta nuestra, los que más sufren, son los más indefensos: ¡los niños!
Están muriendo miles de niños, ancianos, enfermos, por falta de alimentos, medicamentos, falta de higiene etc., Y, como no, como consecuencia del armamento que los hombres fabrican y utilizan, los hombres, para defender en la mayoría de las veces, causas absurdas e intereses propios.
Ya que no hay forma de detener esta barbarie, ¿por qué el hombre pone por encima de los sentimientos, los intereses materiales? Deberían al menos, ya que ellos no lo hacen, dejar que otros ayuden, especialmente, a los niños, por aquellos que no quieren sumarse a esta locura.
Puesto que los niños son la población más indefensa, ¿por qué dejarles morir, si eso se puede evitar? No caigamos en el error de hacernos indiferentes acogiéndonos a la ley de causa y efecto, que lo que tiene que pasar, pasará. Eso no es así, porque Dios nos da muchas oportunidades de alterar el curso de nuestras vidas, ya sea para bien o para mal, si es así como nosotros lo decidimos.
Hay muchas personas solidarias, dispuestas a ayudar en estos casos, de forma desinteresada y, en muchas ocasiones, arriesgando sus vidas. ¿Por qué no nos mentalizamos y nos ponemos en el lugar del que sufre, y hacemos algo?
Los niños están muriendo en las guerras, en proporciones exageradas y, los que no mueren, se quedan huérfanos, que es otra como otra forma de morir, ya que no se les puede atender en su mayoría.
¿Y por qué ocurre esto? Por dos razones:
la primera que no hay personal suficiente para esta tarea inmensa, ni medios, ya que se emplean en armamentos muchos recursos innecesarios. Estas catástrofes ocurren en lugares remotos, muy pobres y, casi olvidados de todos.
La segunda razón, es que los gobiernos no se ponen de acuerdo en sus tratados, pactos, leyes etc., y, por eso, por mucho que haya personas dispuestas a ayudar, resulta imposible, por la burocracia y egoísmo de los que gobiernan.
La solución a muchos problemas que tienen actualmente muchos niños en el mundo, sería la posibilidad de la adopción. Hay
muchos matrimonios sin hijos y, otros, que aún teniéndolos, desean ser solidarios, pero los que mandan lo impiden con su burocracia, sus demoras, sus leyes negando la adopción por motivos absurdos etc.
Qué diferente sería todo, si a los que gobiernan y a los que no lo hacemos, se nos removiera el corazón, al ponernos en el lugar de los que sufren. Cuantos hay que mentalizados ya, están dispuestos a trabajar con solidaridad, acogiendo a niños en su casa, apadrinando a los más desvalidos, visitando enfermos, ayudando incluso, a enfermos terminales, que viven sin esperanza y algunos están solos. Todos los gobernantes traen la misión de rectificar errores del pasado, haciendo el mayor bien posible, en la situación en que ellos están, pero, sin embargo, en muchos aumenta su egoísmo, sus inclinaciones de poder y ambición y, en vez de rectificar, se endeudan más, por su materialismo e indiferencia hacia sus semejantes.
No imitemos ese ejemplo de indiferencia y hagámosno solidarios, no hace falta que nos desprendamos de nuestros bienes, sino que compartamos algunas de las cosas que tenemos, que tal como esta nuestra sociedad, cada día somos más consumistas y materialistas. Damos de todo a nuestros hijos, para tenerles contentos, pero ¿sabemos lo que estamos haciendo con eso? Seres egoístas, que no saben apreciar lo que tienen, ya que ven a su alrededor ese ejemplo.
Gracias a Dios, nadie escapa a su justicia y, estos que hoy son los que gobiernan, causando tanto daño, en tantísimas ocasiones, un día vivirán ellos las mismas experiencias de las que hoy se hacen indiferentes y duros, por su irresponsabilidad, egoísmo y crueldad con su semejantes, un día sufrirán por no haber aprovechado esta posibilidad de hacer un bien muy grande a la sociedad, actuando con justicia y equilibrio.
Veremos en el futuro, sí así Dios lo permite, a muchos sufriendo lo que ahora sufren, los que ellos no quieren ayudar.
La Ley de Causa y Efecto es muy justa, demos gracias por haberla conocido y sigamos nuestro camino de hacer el máximo bien posible, sin preocuparnos qué será de estos gobernantes en el futuro, seamos caritativos y pidamos por ellos, que mucha falta les hace una buena vibración. Tengamos la esperanza de que algún bien les harán, y aprovechemos todas las posibilidades que asoman en nuestras vidas, de hacer algo por los demás, que son los que Jesús dijo que debíamos amar como a nosotros mismos.
Artículo de: Isabel Porras González
En estos momentos, en que estamos en el tercer milenio, las dificultades cada vez son mayores. Hay conflictos en muchos rincones del planeta y, como consecuencia: la guerra. ¡Qué aberración matarnos unos a otros! Ni siquiera en los animales vemos este comportamiento sin sentido, primitivo y contraria a la Ley Divina.
Como consecuencia de esta conducta nuestra, los que más sufren, son los más indefensos: ¡los niños!
Están muriendo miles de niños, ancianos, enfermos, por falta de alimentos, medicamentos, falta de higiene etc., Y, como no, como consecuencia del armamento que los hombres fabrican y utilizan, los hombres, para defender en la mayoría de las veces, causas absurdas e intereses propios.
Ya que no hay forma de detener esta barbarie, ¿por qué el hombre pone por encima de los sentimientos, los intereses materiales? Deberían al menos, ya que ellos no lo hacen, dejar que otros ayuden, especialmente, a los niños, por aquellos que no quieren sumarse a esta locura.
Puesto que los niños son la población más indefensa, ¿por qué dejarles morir, si eso se puede evitar? No caigamos en el error de hacernos indiferentes acogiéndonos a la ley de causa y efecto, que lo que tiene que pasar, pasará. Eso no es así, porque Dios nos da muchas oportunidades de alterar el curso de nuestras vidas, ya sea para bien o para mal, si es así como nosotros lo decidimos.
Hay muchas personas solidarias, dispuestas a ayudar en estos casos, de forma desinteresada y, en muchas ocasiones, arriesgando sus vidas. ¿Por qué no nos mentalizamos y nos ponemos en el lugar del que sufre, y hacemos algo?
Los niños están muriendo en las guerras, en proporciones exageradas y, los que no mueren, se quedan huérfanos, que es otra como otra forma de morir, ya que no se les puede atender en su mayoría.
¿Y por qué ocurre esto? Por dos razones:
la primera que no hay personal suficiente para esta tarea inmensa, ni medios, ya que se emplean en armamentos muchos recursos innecesarios. Estas catástrofes ocurren en lugares remotos, muy pobres y, casi olvidados de todos.
La segunda razón, es que los gobiernos no se ponen de acuerdo en sus tratados, pactos, leyes etc., y, por eso, por mucho que haya personas dispuestas a ayudar, resulta imposible, por la burocracia y egoísmo de los que gobiernan.
La solución a muchos problemas que tienen actualmente muchos niños en el mundo, sería la posibilidad de la adopción. Hay
muchos matrimonios sin hijos y, otros, que aún teniéndolos, desean ser solidarios, pero los que mandan lo impiden con su burocracia, sus demoras, sus leyes negando la adopción por motivos absurdos etc.
Qué diferente sería todo, si a los que gobiernan y a los que no lo hacemos, se nos removiera el corazón, al ponernos en el lugar de los que sufren. Cuantos hay que mentalizados ya, están dispuestos a trabajar con solidaridad, acogiendo a niños en su casa, apadrinando a los más desvalidos, visitando enfermos, ayudando incluso, a enfermos terminales, que viven sin esperanza y algunos están solos. Todos los gobernantes traen la misión de rectificar errores del pasado, haciendo el mayor bien posible, en la situación en que ellos están, pero, sin embargo, en muchos aumenta su egoísmo, sus inclinaciones de poder y ambición y, en vez de rectificar, se endeudan más, por su materialismo e indiferencia hacia sus semejantes.
No imitemos ese ejemplo de indiferencia y hagámosno solidarios, no hace falta que nos desprendamos de nuestros bienes, sino que compartamos algunas de las cosas que tenemos, que tal como esta nuestra sociedad, cada día somos más consumistas y materialistas. Damos de todo a nuestros hijos, para tenerles contentos, pero ¿sabemos lo que estamos haciendo con eso? Seres egoístas, que no saben apreciar lo que tienen, ya que ven a su alrededor ese ejemplo.
Gracias a Dios, nadie escapa a su justicia y, estos que hoy son los que gobiernan, causando tanto daño, en tantísimas ocasiones, un día vivirán ellos las mismas experiencias de las que hoy se hacen indiferentes y duros, por su irresponsabilidad, egoísmo y crueldad con su semejantes, un día sufrirán por no haber aprovechado esta posibilidad de hacer un bien muy grande a la sociedad, actuando con justicia y equilibrio.
Veremos en el futuro, sí así Dios lo permite, a muchos sufriendo lo que ahora sufren, los que ellos no quieren ayudar.
La Ley de Causa y Efecto es muy justa, demos gracias por haberla conocido y sigamos nuestro camino de hacer el máximo bien posible, sin preocuparnos qué será de estos gobernantes en el futuro, seamos caritativos y pidamos por ellos, que mucha falta les hace una buena vibración. Tengamos la esperanza de que algún bien les harán, y aprovechemos todas las posibilidades que asoman en nuestras vidas, de hacer algo por los demás, que son los que Jesús dijo que debíamos amar como a nosotros mismos.
Artículo de: Isabel Porras González
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