IV.- Diversidad de las razas humanas
52.¿De qué provienen las diferencias físicas y morales que distinguen a las distintas razas de hombres existentes en la Tierra?
- Del clima, la vida y los hábitos. Lo mismo sucede con dos hijos de una misma madre que, educados lejos uno del otro y en forma diferente, no se asemejarán en nada, en lo que respecta a lo moral.
53.El hombre ¿apareció en varios puntos del globo?
- Sí, y en diversas épocas. Es esta una de las causas de la variedad de las razas. Después los hombres, al dispersarse y establecerse en diferentes climas, mezclándose con otras razas, han formado tipos nuevos.
53 a. Esas diferencias ¿constituyen especies distintas?
- Por cierto que no: todos son de una misma familia. Las diversas variedades de un mismo fruto ¿le impiden acaso pertenecer a una misma especie?
54.Si la especie humana no procede de un solo individuo, ¿deben los hombres dejar de considerarse hermanos?
- Todos los hombres son hermanos en Dios, por cuanto se hallan animados por el Espíritu y marchan hacia un mismo objetivo. Vosotros queréis siempre interpretar las palabras literalmente.
V.- Pluralidad de los mundos
55.¿Todos los globos que giran en el espacio están habitados?
- Sí, y el hombre de la Tierra se halla lejos de ser –como cree- el primero en inteligencia, bondad y perfección. Sin embargo, hay seres humanos que se consideran muy grandes e imaginan que este pequeño globo es el único que posee el privilegio de tener seres racionales. ¡Orgullo y vanidad! Piensan que Dios creó el Universo para ellos solos…
Dios ha poblado los mundos con seres vivientes, todos los cuales concurren al objetivo final de la Providencia. Creer que los seres vivos se hallan confinados al único punto que habitamos nosotros en el Universo equivale a poner en duda la sabiduría de Dios, que nada inútil hizo. Él debió asignar a esos mundos una finalidad más importante que la de recrear nuestra vista. Por otra parte, nada, ni en la posición, ni en el volumen, ni en la constitución física de la Tierra, puede razonablemente llevar a suponer que sólo ella posea el privilegio de estar habitada, con exclusión de tantos millares de mundos similares. (negritas)
56.Los diversos cuerpos celestes ¿poseen una misma constitución física?
- No. No se asemejan en modo alguno.
57.Visto que la constitución física de esos mundos no es igual en todos, ¿se deduce de ello que los seres que los habitan tengan una organización diferente?
- Sin lugar a dudas, así como, entre vosotros, los peces se hallan constituidos para vivir en el agua, y los pájaros en el aire.
58.Los mundos que se encuentran más distantes del Sol ¿están privados de luz y calor, ya que el Sol se muestra a ellos sólo con la apariencia de una estrella?
- ¿Creéis, entonces, que no existan otras fuentes de luz y calor que el Sol? ¿Olvidáis por completo la electricidad, que en algunos mundos desempeña un rol que desconocéis, harto más importante que en la Tierra? Por lo demás, no se ha dicho que todos los seres sean iguales a vosotros y con órganos conformados similarmente a los vuestros.
Las condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser adecuadas al medio en que son llamados a vivir. Si nunca hubiéramos visto peces no comprenderíamos que ciertos seres pudieran vivir en el agua. Lo mismo ocurre en los otros cuerpos celestes, que poseen sin duda elementos que nos son desconocidos. ¿Acaso no vemos en la Tierra las prolongadas noches polares, que son iluminadas por la electricidad de las auroras boreales? ¿Es por ventura imposible que en ciertos globos la electricidad abunde más que en la Tierra y represente en ellos un papel general cuyos efectos no podemos comprender? Así pues, tales mundos pueden contener en sí mismos las fuentes de calor y de luz necesarias a sus habitantes. (negritas)
Allan Kardec ( El Libro de los Espíritus)
DISCUSIONES Y DESAVENENCIAS
Herencia de la naturaleza animal que predomina en el ser humano, la tendencia a la discusión, a competir, a la desaveniencia, se tranforma poco a poco en agresiva y sórdida, con esa característica del primitivismo del cual no se liberó.
Muchas veces, disentir es una actitud saludable cuando no se está de acuerdo por una u otra razón. Entre tanto, transformar la discrepancia en un motivo de litigio es injustificable, sólo comprensible porque se trata de un remanente de la inferioridad moral de la personalidad del opositor.
Con el fin de mantener su punto de vista, el litigante generalmente, urde mecanismos de violencia y recurre a la calumnia, a la infamia, a la agresión injustificable.
Vestigio de las fases iniciales de la evolución en la lucha por la vida, el ser racional permanece, cuando se encuentra así, en actitud de autodefensa en razón de la inseguridad que posee, y se inclina por la agresividad, por el litigio perturbador en el cual el ego predomina y se satisface.
A medida que el adversario ve el triunfo del otro, de aquel a quien combate, se torna más despiadado, y recurre a actitudes de desmoralización ante la imposibilidad de superarlo a través de los valores del espíritu.
Ayer se utilizaba la emboscada, el duelo o el combate físico para satisfacer las pasiones inferiores.
Hoy, guardadas las proporciones, aún se valen de recursos equivalentes, en forma solapada, con el pretexto de defender nobles ideales, para librarse de los peligrosos enemigos que son aquellos a los cuales se combate.
Los litigios son reminicencias del pasado, señales para la identificación del atraso en que permanece un gran número de miembros de la sociedad humana.
- jUANA DE ANGELIS-
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MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO
La vida futura. – La realeza de Jesús. – El punto de vista.
– Instrucciones de los Espíritus: Un reinado terrestre. 1. Pilatos, volviendo a entrar en el pretorio, y llamando a Jesús dijo: ¿Eres tú el rey de los Judíos? Jesús le respondió: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo mi pueblo habría combatido para impedir que cayese en manos de los Judíos; pero mi reino no es de aquí. Entonces Pilatos le dice: Luego ¿eres rey? Respondió Jesús: Vos habéis dicho que soy rey, pero yo no he nacido, ni he venido a este mundo sino para dar testimonio a la verdad; todo aquel que es amante de la verdad, escucha mi voz. (San Juan, cap. XVIII, v. 33, 36, 37).
LA VIDA FUTURA
2. Con estas palabras Jesús designa claramente la vida futura, que presenta en todas las circunstancias, como el término hacia donde tiende la Humanidad, y como debe ser el objeto de las principales preocupaciones del hombre sobre la Tierra; todas sus máximas se dirigen a este gran principio. En efecto, sin la vida futura, la mayor parte de sus preceptos de moral no tendrían ninguna razón de ser; por esto aquellos que no creen en la vida futura, imaginando que sólo habla de la vida presente, no los comprenden o los encuentran pueriles. Este dogma puede ser considerado como eje de la enseñanza de Cristo; por eso está colocado como uno de los primeros en esta obra, porque debe ser el blanco de todos los hombres; sólo él puede justificar las anomalías de la vida terrestre y concordar con la justicia de Dios.
3. Los Judíos sólo tenían ideas muy inciertas en cuanto a la vida futura; creían en los ángeles, a quienes consideraban como los seres privilegiados de la Creación, pero no sabían que los hombres pudieran ser un día ángeles y participar de su felicidad. Según ellos, la observancia de las leyes de Dios era recompensada con los bienes de la Tierra, con la supremacía de su nación y las victorias alcanzadas sobre sus enemigos; las calamidades públicas y las derrotas eran el castigo de su desobediencia. Moisés no podía decir otra cosa a un pueblo pastor e ignorante que debía conmoverse, ante todo, por las cosas de este mundo. Más tarde vino Jesús a revelarles que hay otro mundo donde la justicia de Dios sigue su curso; éste es el mundo que promete a los que observan los mandamientos de Dios, y donde los buenos encontrarán su recompensa; ese mundo es su reino; allí es donde está en toda su gloria y a donde regresará al dejar la Tierra.
Sin embargo, Jesús, conformando su enseñanza al estado de los hombres de la época, no creyó deber darles una luz completa que les hubiera deslumbrado sin iluminarles, porque no la habrían comprendido; de cierto modo se limitó a anunciar en principio la vida futura como una ley natural a la cual nadie puede escapar. Todo cristiano cree, pues, forzosamente, en la vida futura; pero la idea que muchos hacen de ella es vaga, incompleta y por lo mismo falsa en varios puntos; para un gran número, sólo es una creencia sin certeza absoluta; de ahí se siguen las dudas y la misma incredulidad.
El Espiritismo vino a completar en este punto como en muchos otros, la enseñanza de Cristo, cuando los hombres estaban maduros para comprender la verdad. Con el Espiritismo, la vida futura ya no es un simple artículo de fe, una hipótesis; es una realidad material demostrada por los hechos, porque son testigos oculares los que vienen a describirla en todas sus fases y con todas sus peripecias, de tal modo que no sólo no es posible la duda, sino que la inteligencia más vulgar puede hacerse una idea de su verdadero aspecto, como si se imaginase un país del cual se leyó una descripción detallada. Ahora, esta descripción de la vida futura es tan circunstanciada, y las condiciones de existencia feliz o infeliz de los que se encuentran en ella son tan racionales, que podemos decir, a pesar de eso, que no puede ser de otra forma, y que está allá la verdadera justicia de Dios.
De El Evangelio según el Espiritismo-
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