jueves, 23 de octubre de 2025

La toma de conciencia y el estado de necesidad

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Libertad, destino y predestinación

2.- El por qué del dolor y del sufrimiento humano

3.- Resumen histórico de la Mediumnidad ( 1ª Parte)

4.- La toma de conciencia y el estado de necesidad

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LIBERTAD, DESTINO Y PREDESTINACIÓN


¿ Somos verdaderamente libres ?

" Quien obra con pleno conocimiento de sí mismo y de las leyes que rigen el Universo, y ajusta su conducta a las normas de las mismas, podría considerarse tal "- dice Dethlefsen.

  El libre albedrío se hallaría incluso por encima del destino establecido. Así, una vida de entrega a los demás, como la del padre Damián o la madre Teresa, significaría pasos de gigante en la senda de la evolución personal, frente a una existencia cómoda e insulsa.

 De ahí la importancia de "no dormirse en los laureles" ni resignarse a lo que nos depare la suerte. Cada cual forja su propio destino, según su nivel de aspiraciones.

 La vida no es una lotería, sino un capital en nuestras manos. Podemos hacer lo que deseemos con él : enriquecernos o derrocharlo irresponsablemente.

 Gozamos de libre albedrío para optar por diversas opciones. Unos se inclinan a sus bajos instintos, a su egoísmo, a la ley del menor esfuerzo: otros se cultivan a base de sacrificios. Es lógico que cada uno recoja el fruto de sus obras.

  El destino sería, pues, la consecuencia de nuestro obrar. Así se podría hablar de un destino feliz o infeliz.

  Podría también definirse como el fin último por el que luchamos vida tras vida: la búsqueda de la perfección y la consecución de todas las virtudes humanas o espirituales en grado máximo.

  A veces nos preguntamos como "individuos dañinos" viven felizmente, mientras seres buenos y virtuosos sufren toda clase de desgracias.

  Los primeros, tal vez, estén recogiendo el resultado pasajero de buenas acciones pretéritas y aisladas, pero que no han influido lo suficiente para su transformación y mejora espiritual  pero sus existencias futuras no les serán tan cómodas. Ningún acto  se queda sin cobrar  o de pagar por el mismo, según  haya sido bueno o malo. Por esta misma razón, los segundos quizás expíen errores del pasado o bien sea porque han escogido vidas difíciles por ser estas una oportunidad evolutiva mayor o más eficiente, pero en las que a su vez, pueden triunfar o pueden fracasar, endeudándose más y debiendo en ese caso, repetir las vidas difíciles, no como aprendizaje evolutivo sino como expiación kármica.

  La lógica de la reencarnación hecha por tierra la teoría de la predestinación, que hace un autómata del ser humano. Nacer predestinado a salvarse o condenarse, por obra y gracia de un Dios prepotente y arbitrario, parece una idea absurda, porque eso no cabe en un Dios infinitamente justo y bueno. Con esa idea se podría considerar a Dios como Todopoderoso, pero no como Justo y Bueno.

  Si admitimos que es nuestro esfuerzo personal el que forja nuestro futuro, queda fuera de juego un Dios caprichoso e inflexible.

  Una vez más las religiones han jugado a hacer de lo divino una idea humana.  Así, Dios habría sido el iracundo y voluble Zeus, el cruel dios Baal, el belicoso Marte, vengador de sus enemigos, estandarte de guerras religiosas,  presidente honorífico de las hogueras de la Inquisición, vampiro sediento de sangre en los sacrificios humanos.... y un largo etcétera de "valores" negativos, pero el Dios Amor, ¿ dónde quedó ?.

José Luis Martín. Art, basado en el libro de Eliseo Nuevo, titulado "Vivimos de nuevo"

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  EL POR QUÉ DEL DOLOR Y DEL SUFRIMIENTO HUMANO                             


Antes de profundizar en este tema, debemos aclarar que el dolor puede ser físico, psíquico y espiritual o moral,  siendo estos últimos los referidos al sufrimiento interior que puede experimentar el alma y la mente humana, mientras que  el dolor físico, es consecuencia de nuestra sensibilidad, porque es un aviso necesario de que algo anda mal en nuestro organismo, y un estimulante para la actividad del ser humano.

       El dolor nos obliga a reconcentrarnos en nosotros mismos y a reflexionar, ayudándonos a vencer nuestras pasiones, por lo que resulta un camino para el perfeccionamiento espiritual
 El dolor que refleja el cuerpo físico puede tener un origen kármico en esta vida o en vidas anteriores, o sea, en la permanente actuación de la Ley de Causa y Efecto, bien por haber llevado una vida desordenada y antinatural, por excesos de alimentación, vida sedentaria, abuso de alcohol o de drogas, abuso y mal uso de la actividad sexual y situaciones desarmónicas en general, causadas por uno mismo.

Los males psíquicos constituyen el sufrimiento, tal como las depresiones, las psicosis y las psicopatías, que son en gran medida el resultado de tensiones emocionales, sentimientos y actitudes mentales negativas y desacertadas ante la vida, así como de intensos deseos de baja naturaleza. Otras veces, sin embargo, son causadas por un mal Espíritu.

    Los males espirituales son las  sensaciones de reproche y acusación íntima que el Ser experimenta  a través de su conciencia, en forma de angustia y malestar interior y al que de inmediato se etiqueta como depresión y se le intenta soslayar con medicamentos neurológicos que las más de las veces no hacen ningún efecto o si lo hacen, muchas veces  es negativo y empeoran aún más la situación. Este mal estar o esa angustia interior, vienen como resultado de haber sido débil ante su propio egoísmo o por cualquier  otro sentimiento negativo como lo es el rencor, etc.      A veces estos pueden ser tan intensos que pueden generar también sufrimientos psíquicos como la desesperación o una auténtica depresión psíquica.

    La base del sufrimiento moral es el apego hacia las personas u objetos hacia los que se siente un afecto mezclado con un sentimiento de posesión  cuando se experimenta el miedo  a perder esos apegos.
     También existen sufrimientos provocados por desequilibrios internos del Ser humano, cuyo origen está en una disfunción entre  las demandas del Ser espiritual, y las de su parte material, dando origen a la enfermedad de la  Depresión. Esto sucede cuando  se provocan ansias psicológicas e infelicidad al  no atender el llamado interior del espíritu que a través de la conciencia pide una cosa, mientras que la persona se deja llevar  por las tendencias materiales que le  inclinan hacia algo bien distinto.

      El sufrimiento ante el dolor  es obra de la mente, por eso lo trágico de la vida humana no es el dolor o el sufrimiento en sí mismos, sino el tiempo que perdemos mientras nos dedicamos a sufrir  o a quejarnos, sin hacer otra cosa,  porque nos implicamos en demasía como protagonistas en un problema,  abandonando mientras otras realizaciones que tenemos  comprometidas. El sufrimiento surge cuando nos enfrentamos al dolor, oponiéndonos a su  realidad, y cuanto más se sufre, mas incapacitado se está para afrontar la causa del sufrimiento.

     Ante el dolor y el sufrimiento irrevocables, solemos pasar por una serie de etapas que van desde la negación o el rechazo, seguido de la rebeldía contra Dios y contra la vida, hasta que finalmente intentamos una “negociación” y finalmente terminamos con la aceptación de lo que debemos atravesar, al intuir que ahí está precisamente  el aprendizaje que esa dolorosa situación nos aporta.
      Como antes se expuso, el dolor y el sufrimiento humano, no son un castigo o una venganza divina, sino un reajuste de nuestra conducta y una depuración de nuestro cuerpo espiritual, enfermo y lastrado con las energías negativas originadas por actos contrarios a la Ley del Amor.

      El dolor proporciona al Ser que lo padece la oportunidad de rescatar deudas del pasado, limpiando mediante el mismo su Cuerpo Espiritual (Periespíritu),  así como de probarse a sí mismo su fortaleza interior ante las dificultades de la vida.

    El dolor, en todo caso,  supone siempre una señal de alarma porque indica una violación del orden establecido por las leyes que rigen  al Ser espiritual que es el ser humano.  Supone un aviso de que algo va mal o que falla, y si se desoye esta llamada de atención, se intensifica cada vez más y llega a ser muy pertinaz cuando la ley del Amor ha sido violada muy intensamente, extendiéndose ese efecto desagradable, incluso hasta vidas posteriores, con arreglo a la citada ley de Consecuencias.   Cuando violamos las leyes Divinas se produce un desajuste  que nos lleva por el dolor a reencontrarnos con nosotros mismos y a reflexionar, indicándonos que nos hemos equivocado en algo, con el fin de que rectifiquemos.

    Desde un normal punto de vista humano, el dolor  es algo negativo que todos rechazamos, pero desde el punto de vista  espiritual sabemos que  el dolor no es ni una maldición ni un castigo Divino.  Cuando se presenta se deben tener en cuenta sus aspectos positivos, tal como la función benéfica para el progreso espiritual  y a veces  también para ayudarnos a vencer nuestras pasiones, por lo que resulta una herramienta útil para forjar nuestro perfeccionamiento espiritual y nuestro aprendizaje moral. Entre las funciones benéficas del dolor,  está la de tener un efecto ablandador del alma en personas soberbias, dominantes y orgullosas.  Por este motivo, ciertas circunstancias de la vida  que calificamos como desgracias, tal como enfermedades incurables o dolorosas, resultan espiritualmente benéficas. Ello no significa que no se deba de luchar humanamente por erradicarlas o al menos aliviarlas, y precisamente en ese esfuerzo para prevenir y curar con paciencia  y entereza estas enfermedades, es en donde radica su acción benefactora para el Ser.

      Además, durante el transcurso de esas enfermedades dolorosas, el Ser usa de su cuerpo físico y psíquico como válvula de escape y de drenaje del magnetismo mórbido que impregna su periespíritu y le incapacita para poder elevarse hasta planos más sutiles .

   Por remarcar lo anterior, repito que el dolor y el sufrimiento causados por la enfermedad, suelen ser el resultado de un necesario proceso purificador y depurativo del alma, pero jamás son un castigo de Dios. Otras veces estas enfermedades, dolores y sufrimientos, que se pasan en la vida humana,  los elige o acepta el Ser desde antes de nacer con el fin de afianzar o conquistar algún valor necesario para su evolución, tal como la resignación, la fe, la esperanza, la bondad, la paciencia, etc.  

    Cuando el dolor  y el sufrimiento aparezcan, por muy duro que resulte  afrontarlo, debemos aceptarlo considerando que es una oportunidad única y una enseñanza que se nos brinda para nuestro bien espiritual, porque  salvo en los casos de aceptación voluntaria de la enfermedad y del dolor para fortalecer el espíritu y evolucionar, las dolencias del cuerpo físico y psíquico  tienen una relación directa con el estado enfermizo del alma, y por eso el sufrimiento comienza a partir de un estado mental y anímico desequilibrado, pero significa que se produce un drenaje y un saneamiento del magnetismo denso que pesa sobre el alma..

      En definitiva, podemos estar seguros de que  solamente sufrimos o padecemos lo que necesitamos para impulsar nuestra evolución, crear experiencias y aprender en el desarrollo de los sentimientos de bien.

  No olvidemos que con este cuerpo que nos acompaña ahora o con los que podamos tener en el futuro, viviremos siempre, y nuestro estado de salud, dicha y bienestar, dependerá siempre de nuestro estado de progreso espiritual y de bondad.


- José Luis Martín-

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      RESUMEN HISTÓRICO DE LA MEDIUMNIDAD                                ( 1ª Parte )


     La facultad mediúmnica, tanto la natural  como la de pruebas, siempre existió desde que existe el hombre, y gracias a eso, los Espíritus directores de la evolución del mundo, pudieron interferir en ella, orientándolo, guiándolo y protegiéndolo.

     Ellos vinieron a convivir con el hombre, a través de la mediumnidad; les inspiraron y les dieron las enseñanzas necesarias; ellos, guías abnegados y solícitos, son los elementos decisivos en la evolución humana.

   La mediumnidad en sí, es una facultad que casi no se modifica desde hace milenios, manteniendo los mismos aspectos. Poco han variado los fenómenos y sus manifestaciones, lo que acredita que la evolución del hombre es muy lenta.

    Antiguamente el asunto no era bien conocido y era menos generalizado, por lo que dejó de ser admitido, estudiado y analizado, para provecho del colectivo.

    En las épocas, cuando la humanidad vivía en régimen patriarcal de clanes o tribus, la Mediumnidad era atributo de unos pocos que ejercían con ella un verdadero reinado espiritual sobre los demás.

    Después pasó a los círculos cerrados de los colegios sacerdotales, creándose castas privilegiadas de inspirados, para después poco a poco irse difundiendo por el pueblo, dando nacimiento a los videntes, profetas, adivinos y pitonisas, que pasaron a su vez a ejercer una notable influencia en los medios en donde actuaban.

   Siempre fue utilizada como instrumento de poder y dominación en Persia, Egipto, Grecia o Roma; tan apreciada era que originó la circunstancia de solo ser concedida por una iniciación a unos pocos individuos de determinadas sectas y fraternidades.

    Aun hoy se verifica la existencia de algunas sectas y fraternidades que prometen la iniciación bajo rigurosas condiciones de misterio y formalismo, todo con resultados mediocres, como es natural.

    Solo después del advenimiento del Espiritismo, las prácticas mediúmnicas se popularizaron y fueron puestas al alcance de todos, sin restricciones ni secretos.

    A partir de Homero, el poeta legendario de la antigua Grecia, indirectamente se refirió a la mediumnidad al narrar los episodios heroicos de la vida de Ulises, muchos otros pueden servirnos como ejemplo, así, Sócrates, quien decía tener sus "demonios familiares"; Pitágoras, que era visitado por los dioses; Apolonio de Triana, médium extraordinario de videncia y levitación; Simón de Samaria, contemporáneo de los apóstoles. Todos ellos ejercían públicamente en mayor o menor grado.

  En la antigüedad la mediumnidad se ejercía en templos en los que había lechos para acostarse los consultantes que a ellos concurrían para recibir inspiraciones durante el sueño.

   En Grecia los enfermos iban al templo de Esculapio; en Babilonia al templo de Mylata, en especial mujeres; en Esparta los magistrados procuraban el templo de Parsiphoe. Naturalmente que el obtener respuestas para las preguntas realizadas, dependía de la mediumnidad de cada uno.

   En la misma Roma Imperial, a pesar de su conocida amoralidad, los césares no olvidaban esa consulta, sometiéndose de buen grado a las inspiraciones y a los consejos de los "dioses".

  Actualmente, se sabe que los Espíritus del Señor, desempeñan en el plano material, y se comprende que los llamados demonios, dioses y genios. eran entidades operantes, no del todo benéficas, que actuaban como siempre suelen hacerlo: detrás de todos los fenómenos naturales y sociales.

   Es por eso tan positiva y evidente la antigüedad de las manifestaciones mediúmnicas, y precisamente son la prueba evidente de que la Doctrina Espírita ha sido una realidad en todas las épocas y la base fundamental de todas las religiones, a pesar de las restricciones que la desvirtuaron.

   En China, por ejemplo, 3000 años antes de Cristo, la mediumnidad era  practicada en ceremonias, mediante el uso de un dispositivo especial para recibir la palabra del muerto dirigida a sus descendientes. El culto a los antepasados es fundamental en China, Japón y otros países orientales.

   En cuanto al Cristianismo, valiéndose de un concepto de León Denis, "este afirma sobre hechos de apariciones y manifestaciones de fallecidos, y suministra inmensas pruebas de la existencia del Mundo Invisible y de las almas que lo pueblan".

   La misma Biblia está llena de semejantes manifestaciones espirituales obtenidas a través de la mediumnidad.

   En el Antiguo Testamento, vemos a los profetas videntes y oyentes inspirados, que transmitían al pueblo la voluntad de los guías, y es de señalar que de todos los tipos de mediumnidad, la videncia aparece como la más generalizada.

   Samuel IV, cáp 9, así lo demuestra diciendo : "Antiguamente en Israel, cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: "Venid y vamos al vidente, porque el que ahora se llama profeta, antiguamente se llamaba vidente".

   Es de citar la consulta hecha por Saúl al espíritu de Samuel en la gruta de Endor.

   Asimismo tenemos el llamativo relato bíblico de las "plagas sobre Egipto" y otros fenómenos ocurridos en el desierto sobre el pueblo hebreo durante los 40 años de travesía por el mismo, con Moisés al frente. Así, aparecen en el relato bíblico: la "columna de fuego" que marchaba al frente del pueblo errante ; la inscripción del "Decálogo" sobre las tablas de piedra entregadas a Moisés;  el "maná " y las bandadas de codornices que les eran arrojadas cada mañana desde una "nube" para su alimentación; las fuentes de agua que les hicieron brotar sobre las rocas, etc. Todo este relato bíblico son afirmaciones extraordinarias del poder mediúmnico del gran  receptor de la Primera Revelación, aunque modernamente también se han relacionado aquellos hechos con la presencia e intervención del fenómeno Ovni-Extraterrestres, pues parece lógico traducir que aquella " columna de fuego" que marchaba con ellos; que les daba de comer y de beber a diario desde una "nube", etc, sencillamente se trataba de una nave extraterrestre dirigida por un ser llamado "Yavé", ( al que tomaron por Dios en persona) . Tengamos presente además, que la presencia "Ovni" en la Tierra, no es un fenómeno moderno, sino histórico, tal como se acredita por las huellas visibles y evidentes que han dejado por muchos puntos de nuestro planeta.

   Volviendo al hecho mediúmnico en la Biblia, vemos también como Jeremías ofrece un claro ejemplo del fenómeno de incorporación, cuando tomado por un Espíritu, predicaba por las calles contra la guerra a los ejércitos de Nabucodonosor. Otro muy significativo de videncia es el de Juan. discípulo de Jesús-, cuando escribió el Apocalipsis.

  Se observa así que, desde los más remotos tiempos del Antiguo Testamento, los fenómenos en sí mismos, no se diferencian casi nada de los observados en los tiempos actuales. Se pueden citar los de transporte, los de levitación, los de escritura directa, los fenómenos luminosos, etc.

  Y tan semejantes eran las prácticas antiguas como las actuales, que incluso era empleada la música para la preparación del ambiente. El profeta Eliseo reclama un "tañedor" ( el que "tañe "un instrumento músico) para profetizar. Y es muy conocida la cita en la que el rey David  tañendo su arpa, calma y aleja a los Espíritus obsesores.

   Volviendo a citar a León Denis, este pregunta: ¿ Los apóstoles de Jesucristo fueron elegidos por ser sabios o notables, o porque tenían capacidades mediúmnicas?

  Estos apóstoles y sus discípulos, como sabemos, durante el periodo de sus trabajos, actuaron como verdaderos médiums. Basta citar a San Pablo y a San Juan, uno dinámico y culto, y el otro más místico.

 - Por Merchita- ( continúa en la segunda parte)

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   LA TOMA DE CONCIENCIA Y EL ESTADO DE NECESIDAD

                                    


      De entre los atributos que imprimen la figura del Ser Supremo, nos encontramos con la Sabiduría, la Justicia y la Bondad.
      La conjugación de estos tres predicados conlleva a la plasmación de Sus ideas en un acto de realización sublime, cuyo soplo divino gesta la aparición del espíritu sencillo e ignorante. Así, nos vemos compelidos a desarrollar nuestra actividad en un océano ilimitado en la inmensidad del universo.

      Cuando observamos a nuestro alrededor, percibimos que todo lo que nos envuelve se encuadra en un dualismo del que no podemos escapar. La noche y el día; el frío y el calor; el sueño y la vigilia. En toda la naturaleza se observan concatenaciones de valores opuestos cuya persistencia en unos ahora, y en otros después, desembocan al movimiento, al cambio, al progreso.
      Asimismo acontece con las ideas del Bien y del Mal, que reposan a uno y otro extremo de una balanza en constante movimiento, pues dependiendo de su mayor o menor relevancia la decantan hacia un lado o a otro.

      La existencia del mal es una obviedad y su análisis ha sido objeto de estudio en todas las corrientes filosóficas de todos los tiempos. Igualmente a nosotros nos es preciso adentrarnos en las causas de ese mal; ubicar su origen, su procedencia, su dirección, saber dónde está ubicado, de dónde ha venido y hacia dónde se dirige.
      Muchas son las corrientes del pensamiento que atestiguan que ante la magnanimidad del Ser Supremo, señalan a éste como el origen de la existencia del mal, pues es Él quien todo lo crea. Sin embargo, nuestra creencia espiritual, nos indica que de los atributos divinos no puede surgir ni una sola circunstancia que denote la presencia del mal. Entonces sólo nos cabría pensar en que el mal como atributo, podría recaer sobre un “ser especial”, que comúnmente se le otorga el nombre de Satanás en otras corrientes espirituales.
      Aquí existirían dos opciones a dilucidar. La primera sería situar a ese ser maléfico en el mismo nivel de superioridad que Dios. Si bien, Kardec afirma que “esta hipótesis es inconciliable con la unidad que revela el orden universal”.(1)
      La segunda hipótesis, nos haría pensar en un ser subordinado a la Figura Divina, aunque ello implicaría que su creación obedecería a la voluntad de Dios, cuestión que descartamos en atención a que pondríamos en tela de juicio la bondad de Dios “(…) ya que habría dado vida al espíritu del mal”.(2)
      Los diferentes males que asolan la humanidad en general, y a los espíritus encarnados en particular, pueden o no depender de su propia voluntad. Los segundos serían todos aquellos que escapan a las riendas libres de actuación de todo ser pensante. Así, tendríamos el caso de las catástrofes naturales.
      A lo largo de la evolución histórica de la humanidad, vamos observando como en el empeño de salvaguardar la propia existencia, el ser ha ido estableciendo mecanismos preventivos unos, de defensa otros y paliativos los últimos, a fin y efecto de contrarrestar todas y cada una de las consecuencias que determinados acontecimientos naturales pudieran afligir al hombre. En un claro ejercicio de su intelecto ha ido materializando vías tendentes a paliar o suprimir en la medida de lo posible las consecuencias de ese mal, en principio no generado por el espíritu a título individual.
      Como consecuencia de ello, es extraíble la conclusión que determinadas circunstancias adversas han conllevando al desarrollo de la inteligencia y por ende a evitar estados de ociosidad, pereza o estancamiento.
      El espíritu trabaja con la intención de salvar óbices en cumplimiento de su instinto de conservación, siendo incitado a salvaguardar igualmente la vida de cuantos le rodean y recaigan sentimientos de amor, provocando el estímulo de sus facultades psíquicas y morales que a lo largo de las experiencias carnales va desarrollando.
      La acumulación de experiencias reencarnatorias conjugadas con el libre albedrío, suponen que el ser reencarnado camina sobre una estrecha tabla y que cualquier paso en falso le conllevaría a una forzosa caída.
      Los verdaderos males de los que sufre el espíritu, son sin duda gestados por sí mismo, por sus vicios en el amplio concepto del término. La voz de la conciencia es la que indica en cada momento cuándo y dónde debe pisar sobre seguro, es el registro donde queda instaurada la Ley de Dios, es el mejor libro Espírita abierto.
      “Si el hombre actuase conforme a las leyes Divinas evitaría los males más agudos y viviría feliz sobre la Tierra. Si no lo hace, es en virtud de su libre albedrío y por eso sufre las consecuencias que merece”.(3)
      Sin embargo, junto a todo mal reside un remedio. Llega el instante en que el exceso de mal moral se vuelve intolerable y el hombre siente la necesidad de cambiar. Es precisamente este estado de necesidad en el que se sumerge el espíritu, reencarnado o en la erraticidad, lo que forzosamente lo empuja a su adelantamiento intelectual, psíquico y moral. La necesidad es la fiel compañera que le hace caminar firmemente y adoptar las mejores resoluciones una vez se haya precipitado en el angustioso abismo de sus errores y excesos.
      Para el materialismo el mal y el dolor es una constante universal que siempre ha recaído en la humanidad. Determinadas corrientes religiosas, personifican el mal y el dolor en un ser superior al espíritu reencarnado, amo y señor de lúgubres lugares donde residen aquéllas almas que han contravenido las leyes o dogmas de la correspondiente doctrina; mientras que raros elegidos son aptos para residir en determinados paraísos en los que reina la felicidad.
      Para el creyente de determinados movimientos religiosos, la separación definitiva de los seres que se aman con posterioridad a la desencarnación es tan perpetua como la de cualquier corriente materialista.
      Sin embargo, el Espiritismo enseña el carácter transitorio del mal, en atención a la propia voluntad del sufridor, teniendo presente que a más tardar este mal desaparecerá cuando resurja aquel estado de necesidad, y que la referida voluntad podrá ponerse en práctica y actuar gracias a la Ley de Justicia que recae sobre la Reencarnación.
      Urgente  es que el ser pensante se adelante con respecto a las condiciones adversas que le afligen ocasionadas por sus propios errores. La toma de conciencia para establecer nuevos rumbos es el centro y motivo principal de la experiencia en la vestidura carnal. No únicamente es la expiación por la que se sufre, no únicamente es la prueba por la que se aprende, sino que el tiempo reencarnatorio también sirve para la concientización a fin de que el ser reencarnado logre acortar su proceso expiatorio.
      La Ley de Acción y Reacción es sabia, justa y bondadosa. La Ley de la Reencarnación es el claro ejemplo de la nueva oportunidad concedida de forma satisfecha y envuelta con la Paciencia y la Confianza del Creador. Éste permanece paciente observando cómo nuestro espíritu deudor evoluciona gracias al movimiento inevitable de la balanza del Bien y del Mal cuyo vaivén provocamos a nuestra voluntad.

      Nuestra voluntad pondrá en marcha todos los mecanismos aptos para que acontezca aquél estado de concientización. Caso que no ocurra, nos veríamos abocados a la espera, surgimiento o resurgimiento de ese inevitable estado de necesidad, exponente de la Ley del Progreso.
      Gracias a la bondadosa Dádiva Divina, la Ley de Causa y Efecto permite al reencarnado moldear las características intrínsecas del dolor que se encuadran en su estipulada vivencia expiatoria. Así, toda expiación resulta maleable en atención al trabajo y al esfuerzo de su sufriente. Éste no queda punido en una sentencia proveniente de la aplicación de la ley del talión. Mas al contrario, dependiendo del rumbo que adopte en su marcha expiatoria podrá observar cómo se aminora la dureza de la prueba, mutando aquellas circunstancias a su alrededor, desapareciendo unas o surgiendo otras indicándole en consecuencia que sigue el camino correcto de su recuperación anímica, facilitándole por ello la labor, como respuesta a su toma de conciencia.
      Mientras el ser no se concientice ni mude su casa mental, las durezas de las pruebas y expiaciones continuarán su curso hasta que sea necesario, hasta que aparezca irremediablemente ese estado de necesidad.
      Joanna de Ángelis nos indica que en la edad temprana se sitúa el momento en que empiezan a movilizarse los mecanismos de discernimiento y de actuación del ser humano para trabajar de conformidad con la Ley Divina. En efecto, “la experiencia del Bien y del Mal comienza en la infancia delante de las actitudes de los padres y de los demás familiares”4. Ello puede acontecer por un lado gracias a las directrices de comportamiento que los adultos ofrecen a los menores y, por otro lado, a los ejemplos de que puedan valerse los primeros frente a la cálida y atenta observación de los segundos.
      Las correcciones comportamentales de los infantes, deben establecerse bajo el prisma seguro de estar obrando conforme al Bien. En caso contrario, la ausencia de explicaciones, respuestas o consecuencias adecuadas en el ánimo de corregir y educar pueden generar la incomprensión de lo suministrado y exigido al menor, interpretando éste dicha información o actuación requerida a cambio de la recriminada como apta simplemente por el hecho de evitar puniciones futuras. En estos casos, puede surgir el sentimiento de culpabilidad del menor que tendrá como única vía de escape reacciones enmascaradas con el odio o por el resentimiento cuando se sienta ya liberto de la imposición del “ascendiente moral”, acarreando con posterioridad posibles episodios depresivos o de trastorno de la personalidad.
      Ello indica que el Bien no se impone, que el Bien en ningún caso puede ser revestido de los caracteres de la represión. En razón de eso, continúa Joanna de Ángelis, “(…) se hace más difícil la asimilación e incorporación de los valores del Bien en un adulto aclimatado a la agresión, a las luchas, en las cuales predominó el Mal, tuvo su victoria, los resultados placenteros del ego, la vitalización de los comportamientos opresores, que generan héroes poderosos, pero que no escaparon de las áreas de los conflictos por donde continúan transitando”.(5)
      Así, en edad adulta la tarea es doble y más lenta “porque tendrá que modificar las constricciones del ego y a través de la reflexión, de los ejercicios de meditación y evaluación de la conducta, sustituir los hábitos enraizados por nuevos comportamientos compensadores para el yo superior”.
      Cuando quien pauta su existencia bajo los prismas de la negatividad, de la inquietud o de la enfermedad, bajo aspectos perturbadores y de insatisfacción, únicamente transmite desarmonía a su rededor, enfermedad, depresión y alucinaciones crueles, pudiendo, en su declive y por falta de la toma de conciencia en la adopción del rumbo correcto, constituir psicopatologías de los más diversos grados y adentrarse igualmente en las áreas de la obsesión espiritual o de la autoobsesión.
      Aquí la toma de conciencia sugiere al ser sufriente ya en estos términos, el indemorable cambio de actitud mental hacia el encuentro con el Bien, antes de ser abocado al estado de necesidad del cambio, cuando cansado del mal busque remedio en el Bien, dilatando y retardando sus estadías carnales con ocasión de no haber movilizado los recursos que tienden a aminorar las duras pruebas.
      Tales recursos reposan en la oscura conciencia del reencarnado, lugar que precisa ser iluminado por el Espiritismo como Consolador prometido por Jesús y que viene a traernos “el conocimiento de las cosas (…), el llamamiento a los verdaderos principios de la Ley de Dios y el consuelo por la fe y la esperanza”.(6)
      Tres estadios distintos nos ofrece la Doctrina Espírita entre los que nos podemos encontrar a título individual: el estadio del conocimiento doctrinario; una vez adquirido ese conocimiento aparece el estadio de la consolación de los dolores presentes ocasionados de pretéritas actuaciones; y finalmente el llamamiento a los verdaderos principios de la Ley de Dios, esto es, al cambio o mudanza de nuestro vida mental a fin y efecto que se vaya modificando nuestra vida comportamental.
      Lógicamente el primer paso es conocer la Doctrina, el segundo paso y una vez conocida, nos ofrece el consuelo necesario a nuestras atribuladas vidas, y finalmente una vez consolados, nos incita a responder a ese llamamiento a los verdaderos principios de la Ley de Dios a fin de no generar nuevas deudas. Pues como así elucidó Chico Xavier, aunque nadie pueda volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar ahora y hacer un nuevo fin.

      Y usted, ¿En cuál de los tres estadios se encuentra?

Xavier Llobet
Centro Espírita Irene Solans, Lleida

Artículo publicado en el nº4 de la revista Actualidad Espiritista

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