sábado, 4 de octubre de 2025

Ciclos de Reencarnación

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Fatalidad y libre albedrío

2.- ¿ Hay motivo para temer el Espiritismo ?

3.- Caridad y amor al prójimo.

4.- Ciclos de reencarnación.

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        FATALIDAD Y LIBRE ALBEDRÍO

     Antes del regreso a la experiencia en al plano físico, nuestra alma en oración ruega al Señor la concesión de la  lucha para el trabajo de nuestro propio reajuste.

     Solicitamos la reaproximación de antiguos adversarios.

     Imploramos el retorno al círculo de obstáculos que nos presenció la derrota en romerías mal vividas...

     Suplicamos la presencia de verdugos con quienes cultiváramos el odio, para intentar la cultura santificante del Amor...

     Pedimos sea de nuevo llevado a nuestros labios, el cáliz de las pruebas en que fracasamos, esperando ejercitar la Fe y la Resignación, la Paciencia y el Valor...

     Y con la intercesión de variados amigos que se transforman en confiados avalistas de nuestras promesas, obtenemos la bendición de la vuelta.

     Efectivamente en tales circunstancias, el esquema de la acción sigue trazado.

     Somos herederos de nuestro pretérito y, en esa condición, construimos nuestros propios destinos.

     Entretanto, imantados temporalmente al vehículo terrestre, acariciamos nuestras antiguas tendencias de fuga al deber ennoblecedor.

     Instintivamente, nos tornamos despreocupados, a la caza de ventajas físicas, de caprichos perniciosos, de mentiroso dominio y de nefasto placer.

     El egoísmo y la vanidad acostumbran retomar el timón de nuestros destinos el sufrimiento y el trabajo, como si nos fuesen duros verdugos, cuando solamente con el auxilio de ellos conseguimos volver a erguir el corazón hacia la victoria espiritual a que somos dirigidos.

     Es por eso, que la fatalidad y el libre albedrío coexisten en los mismos ángulos de nuestra jornada planetaria.

     Generamos causas de dolor o alegría, de salud o enfermedad, en variados momentos de nuestras Vidas.

     El mapa de regeneración vuelve con nosotros al Mundo, conforme a las responsabilidades asumidas por nosotros mismos, en un pasado remoto y próximo; con todo, el modo por el que nos libramos de los efectos de nuestras propias obras, facilita o dificulta nuestra marcha redentora en la senda que el Mundo ofrece.

     Aceptemos los problemas y las inquietudes que la Tierra nos impone ahora, atendiendo a nuestros propios deseos, en la planificación que ayer organizamos, fuera del cuerpo denso, y tengamos cautela con el modo de nuestra movilización en el campo de nuestras propias tareas, porque, conforme a nuestras directrices de hoy, en la preparación del futuro, la Vida nos ofrecerá mañana, Paz o luchas, Felicidad o pruebas, Luz o tinieblas, Bien o mal.

- Emmanuel- Espíritu-

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¿HAY MOTIVO PARA TEMER AL ESPIRITISMO?


                                                                          


      Al desconocer lo que es Espiritismo, es natural que se tenga miedo de entablar contacto con los espiritistas o con los libros de esa Doctrina. Aún más cuando ella es confundida con brujería, cartomancia, curanderismo.
     Es por motivo de esas confusiones que muchos miran de reojo a aquellos que se atreven a dedicarse a esos temas del Espiritismo. Por eso hay que tener coraje para presentarse como espiritista hoy día.
     Cuando surgió el Cristianismo, anunciado por el propio Cristo, pasaba lo mismo. La sociedad criticaba a los primeros cristianos y hacia chistes con ellos. Movidos por los intereses de la política dominante de la época, hubo quienes condenaban a los primeros cristianos que eran muertos en circos por fieras hambrientas o quemados vivos como antorchas humanas. Y, a pesar de todo, el Cristianismo triunfó.
     Cuanto más eran perseguidos, más cristianos surgían; hasta el momento en que Constantino, emperador romano, tuvo la infeliz idea de unir la religión naciente al estado decadente. A partir de entonces el Cristianismo empezó a perder su pureza primitiva presentada por el Cristo y vivenciada por los primeros cristianos.
     Hoy ya no hay más persecuciones como en aquellos tiempos, pero aún es grande la ignorancia de lo que sea la verdadera enseñanza de Jesús que nada tiene que ver con dogmas o sacramentos. Su Doctrina es simple, pues anuncia, sin misterios, "el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos".
     El Espiritismo viene a recordar a los hombres de buena voluntad, la importancia de esa vivencia del amor, de la fraternidad. Mas, para eso, es necesario que el hombre aprenda a pensar en el bien de los demás al revés de pensar solamente en sí mismo o en los de su propia sangre. Todas las religiones enseñan que somos hijos del mismo Dios, por lo tanto somos hermanos. Pero son muy pocos los que piensan en ello. Menos aún los que se dedican a ello.
     Con la enseñanza de los Espíritus superiores podemos aprender como vivir esas enseñanzas sin sufrir perjuicios, logrando el paso necesario para que uno se sienta más útil, más valorado por el hecho de saber que es mejor de lo se creía muchas veces. Porque son muchos los que tienen ganas de hacer el bien, pero, acostumbrados a prácticas religiosas exteriores que nada dicen al corazón o al alma, vacilan delante de las oportunidades por miedo, por no creer que valga la pena, por no encontrar claros los motivos para auxiliar a los demás, por no ver y no meditar en los ejemplos de aquellos que ya se dedican al bienestar de otros.
    Al estudiar el Espiritismo, uno lo encuentra muy claro, comprendiendo los motivos de los sufrimientos humanos y de la necesidad de la solidaridad entre todos. El nada tiene que ver con esas prácticas de brujería, cartomancia u otras semejantes, pues que es una filosofía de vida que propone al hombre el ejercicio del bien, la búsqueda del conocimiento de uno mismo, de los motivos que dan origen a las acciones y reacciones en las distintas situaciones de la vida, sea en familia o en sociedad.
     No hay motivos para temer al Espiritismo, pues sus enseñanzas objetivan el bien de todos sin distinciones. De hecho esa es la parte más fácil de ser vencida porque no es difícil comprender que la Doctrina Espírita objetiva el bien. El temor de la opinión de los demás, sí que es difícil de vencerse. Pero, cuando uno sabe lo que es mejor para sí, gana el coraje de enfrentarse a las opiniones habituales, pues muchas veces las gentes están acomodadas en sus costumbres y alejadas del esfuerzo necesario a su progreso y adelantamiento.
     Por eso podemos afirmar con Allan Kardec, el Codificador de la Doctrina Espírita, que para comprender la parte esencial de las enseñanzas espíritas se requiere "cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la madurez del sentido moral, madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del Espíritu encarnado".
La ignorancia produce el temor y la pereza. El conocimiento lleva a la plena conciencia de su papel en la vida y promueve la liberación del hombre.


( Obtenido del blog  Organización espírita. Encuentros por Amor)

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CARIDAD Y AMOR AL PRÓJIMO

El verdadero sentido de la palabra caridad, tal como la entendía Jesús: Benevolencia para con todos, indulgencia para las imperfecciones de los otros, perdón de las ofensas.

Nota de Allan Kardec: El  amor y la caridad son el complemento de la  ley de justicia. pues amar al prójimo es hacerle todo el bien que nos sea posible y que desearíamos que nos fuese hecho. Tal es el sentido de estas palabras de Jesús: Amaos los unos a los otros como hermanos.

La caridad, según Jesús, no se limita a la limosna, abraza todas las relaciones en que nos hallamos con nuestros semejantes, sean ellos nuestros inferiores, nuestros iguales o nuestros superiores. Ella nos prescribe en nosotros mismos, y nos prohíbe que humillemos los desafortunados, contrariamente a lo que se acostumbra a hacer. Se presenta una persona rica y todas las atenciones y deferencias le son dispensadas. Si fuere pobre, todos vemos como que entienden que no es preciso preocuparse por ella. No obstante cuanto más lastimosa sea su posición, tanto mayor cuidado debemos tener por aumentar el infortunio por la humillación. El hombre verdaderamente bueno procura elevar a sus propios ojos a aquel que le es inferior, disminuyendo la distancia que los separa.
   Jesús también dijo: Amad también a vuestros enemigos. Ahora nadie puede amar a los enemigos un amor tierno y apasionado. No fue eso lo que Jesús entendió . Amar a los enemigos es perdonarles y retribuir el mal con el bien. El que así procede se hace superior a sus enemigos, al paso que colocándose por debajo de ellos, se procura tomar venganza.
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"Condenándose a pedir limosna, el hombre se degrada física y moralmente : se embrutece. Una sociedad que se basa en la ley de Dios y en la justicia debe proveer la vida del pobre, sin que haya para él humillación. Debe asegurar la existencia de los que o pueden trabajar, sin dejarlos en la vida a merced del acaso y de la buena voluntad de algunos.

"La limosna no merece reprobación, lo que merece reprobación es la manera de la que habitualmente es dada. El hombre de bien, que comprende la caridad de acuerdo con Jesús, va al encuentro del desgraciado, sin esperar que este le extienda la mano.

"La verdadera caridad es siempre bondadosa y benévola; está tanto en el acto como en la manera en que es practicado. Doble valor tiene un servicio prestado con delicadeza. Si fuese con altivez puede ser que la necesidad obligue a quien lo recibe a aceptarlo, pero su corazón poco se conmoverá.

" Recordar también que a los ojos de Dios la ostentación hecha por tierra  el mérito del beneficio. Dice Jesús: Ignore vuestra mano izquierda lo que la derecha diese. Por esa forma, él nos enseñó a no tiznar la caridad con el orgullo.

Se debe distinguir la limosna propiamente dicha, de la beneficencia. No siempre el más necesitado es el que pide. el temor de una humillación detiene al verdadero pobre, que muchas veces sufre sin quejarse. A ese es a quien el hombre, verdaderamente humano, sabe ir, sin ostentación.

"Amaos los unos a los otros, es toda la ley divina, mediante la cual gobierna Dios los mundos. El amor es la ley de atracción para los seres vivos y organizados. La atracción es la ley de amor para la materia orgánica.

"No olvidéis nunca que el Espíritu, cualquiera que sea el grado de adelantamiento, su situación como encarnado, o en la erraticidad, está siempre colocado entre un superior, que lo guía y perfecciona, y un inferior, para con el cual tiene que cumplir esos mismos deberes. Sed pues, caritativos, practicando no solo la caridad que os hace dar fríamente o el óbolo que tiráis del bolso al que osa pedirlo, sino que os lleve al encuentro de la miseria oculta. Sed indulgentes con los defectos de vuestros semejantes. En vez de mostrar desprecio  a la ignorancia y al vicio, instruid a los ignorantes y moralizar a los viciados. Sed blandos y benevolentes para con todo lo que os sea inferior. Sedlo para con los seres más ínfimos de la creación y habréis obedecido la ley de Dios". San Vicente de Paul.

Hay hombres que se ven condenados a mendigar por culpa suya, sin duda, pero una buena educación moral les hubiera enseñado a practicar la ley de Dios, les podría haber evitado caer en los excesos causantes de su perdición. De eso sobre todo, es que depende la mejoría de nuestro planeta.

      707. Es frecuente que a ciertos indivíduos les falten los medios de subsistencia, aun cuando los tengan cerca en abundancia. ¿ A que se debe atribuir eso ?.
     " Al egoísmo de los hombres, que no siempre hacen lo que les cumple. Después, las más de las veces, lo deben a sí mismos. Buscad y hallareis; estas palabras no quieren decir que para encontrar lo que se desee, basta que el hombre mire para la tierra, sino que le es preciso procurarlo, no con indolencia y sí con ardor y perseverancia, sin desanimar ante los obstáculos, que muy a menudo son simples medios de los que utiliza la Providencia, para experimentarle la constancia, la paciencia y la firmeza."

534. ¿Será por influencia de algún Espíritu que, fatalmente, la realización de nuestros proyectos parece encontrar obstáculos?
"Algunas veces es el efecto de la acción de los Espíritus; muchas más veces, sin embargo, es que andais errados en la elaboración y en la ejecución de vuestros proyectos. Mucho influyen en esos casos la posición y el carácter del individuo. Si os obstináis en ir por un camino que no debéis seguir, los Espíritus ninguna culpa tienen de vuestros errores. Vosotros mismos os constituís en vuestros malos genios".

Puede que no consigamos la total transformación Moral en esta encarnación. Pero esto no significa que debemos desanimarnos, y sí persistir en el ideal del esfuerzo para conseguirla.
- Elio E. Mollo-
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    CICLOS DE REENCARNACIÓN         
                                             Por SEBASTIAN DE ARAUCO




La vida del Espíritu es una sola e inmortal, compuesta de ciclos en concordancia con su necesidad de progreso. Cada uno de esos ciclos, comprende un programa amplio a realizar en el mundo donde baja a encarnar. Cuando dicho programa se realiza en una sola existencia, como suele suceder en las encarnaciones de seres espirituales de gran evolución, el ciclo se circunscribe a esa sola existencia en ese mundo. Pero, dado el atraso evolutivo de nuestra humanidad, ninguno de nosotros realiza el programa en una sola existencia, por lo que necesario es volver una y otra vez, hasta realizarlo. Este mundo nuestro, que dicho sea de paso, no es de los más adelantados pero tampoco de los más atrasados, es una escuela de aprendizaje para espíritus de mediana evolución.

En cada vida venimos para hacer un curso (o completarlo) en el ambiente que corresponda a cada cual, de acuerdo con el estado de adelanto o atraso en que se encuentre. Y como somos malos estudiantes de la vida,  Aun cuando la comparación no es exacta, consideremos cada ciclo un curso para una mejor comprensión.

 ¿Cuál podría ser, entonces, el número de reencarnaciones para realizar ese programa? No hay número prefijado, ya que depende del mayor o menor esfuerzo y de la conducta de cada espíritu en la realización de ese programa, trazado en el plano extra-físico. No obstante, debemos considerar que lo peor queda atrás en la noche de los tiempos.

Supongamos que comienza un ciclo con un programa para la conquista de la paciencia, prudencia y cualidades análogas complementarias; que lleva implícito la superación de la impaciencia, irritabilidad, iracundia, etc. Puede que llegue a realizar dicho programa en cinco vidas humanas, puede que emplee diez, veinte o más. No está limitado, depende del propio esfuerzo. Y este número de vidas, componen un ciclo de reencarnaciones. Naturalmente que, en ese mismo ciclo de vidas, adquiere también múltiples experiencias que irán desarrollando su inteligencia y poder mental, a la vez que conquistando cualidades positivas que contribuirán a su progreso.

Supongamos que, ya realizados varios ciclos, haya llegado a un punto o grado de progreso intelectual y desarrollado una gran capacidad mental, pero le falta la conquista más valiosa en el progreso espiritual: el AMOR.

Tendrá que comenzar un nuevo ciclo de encarnaciones para superar el EGOISMO, fuertemente enraizado en el alma humana, y tronco de cuyas ramas salen otras muchas imperfecciones, tales como; envidia, avaricia, amor propio, celos, orgullo, soberbia, etcétera. ¿Cuántas vidas puede necesitar para arrancar de sí, para superar todas esas imperfecciones y adquirir el amor fraterno? Muchas o pocas, depende del grado de imperfección en que cada cual se halle y el esfuerzo que ponga en ello.

Aquellos que creen conseguir la llamada salvación o la gloria en una sola vida, ¿han meditado sobre lo que es la salvación y lo que es la gloria? ¿Conocen acaso, el número de imperfecciones que aún arrastran? ¿Se consideran tan perfectos como para alcanzar ese estado sublime en el corto tiempo de unos años? ¿No será, acaso, que viven con la pueril esperanza de alcanzar graciosamente toda una eternidad de bienaventuranza y felicidad, lo que por el propio esfuerzo ha de conquistarse?

Nuestros errores, en pensamiento, palabras y acciones, productores de fuerzas psíquicas desequilibrantes que hemos hecho gravitar sobre nosotros mismos (según será demostrado al enfocar la Ley de Consecuencias), han impregnado nuestra propia naturaleza psíquica, han oscurecido y densificado el alma y producido un desequilibrio en nuestra sección del Cosmos, y cuyo equilibrio tiene que ser restablecido: ya voluntariamente con amor, amor sentido y vivido en nuestras relaciones humanas , con todo lo creado; y movidos por el dolor.

Concluiremos con la siguiente tesis: el número de vidas futuras o renacimientos necesarios para llegar a la meta, no está determinado por la Ley. Como dijimos al comienzo, la vida del Espíritu es una sola; y las encarnaciones o vidas en los planos físicos, se suceden durante esa vida, que es eterna, en procura de purificación y sabiduría, que elevarán al Espíritu hacia la perfección. Meta hacia la cual TODOS VAMOS; y le liberará de la necesidad de encarnaciones en los mundos atrasados, primero, y más adelantados, después.

Necesario es aclarar que, el tiempo que media entre una y otra vida física, tampoco está fijado cronológicamente, como alguien pueda creer: ya que son varios y variados los factores que influyen en ello.

Mientras algunos seres deseosos de progreso vuelven con frecuencia, otros permanecen largos períodos en el ASTRAL, esa otra dimensión extra-física.

Como regla general, podemos decir que, los que más necesitan, los más atrasados, reencarnan con relativa frecuencia (aunque mucho depende de las “disponibilidades”). Y a medida que el alma se purifica y el intelecto se desarrolla, es decir, a medida del progreso del Espíritu, el intervalo de tiempo entre una existencia y otra, es mayor.

Lo mismo puede ser de cinco, cincuenta, como de quinientos o más años. En las primeras fases de la etapa humana, las reencarnaciones son más frecuentes por la necesidad que el Espíritu tiene de adquirir experiencias. A medida que va saliendo de esa primera fase bestial de la vida tribual, completamente salvaje y va entrando ya en civilizaciones semisalvajes, y luego en ambientes con mayores facilidades de progreso, comienza a acentuarse más en su alma el egoísmo, con su secuela de: ambición, deseo de dominio, etc.; que endurecen su alma al punto de llegar al crimen, en las diversas modalidades.

En el estado salvaje, apenas infringe las leyes de la vida, ya que actúa instintivamente; pero, ya en esta otra fase, las transgrede con harta frecuencia, adquiriendo deudas para con la Ley y aferrándose a su modalidad egoísta, se niega a aceptar una vida de rectificación y dolor, permaneciendo largos períodos en el astral inferior, interviniendo casi siempre en el plano humano, incidiendo en la mente de los humanos, azuzando sus pasiones, etc.

Son los demonios de las religiones. Empero, como no pueden permanecer eternamente en esa condición, porque ello es contrario a la Ley de Evolución, llega un momento en que la Luz penetra en su mente, enseñándoles el verdadero camino del progreso espiritual y haciéndoles sentir la necesidad de avanzar hacia él. Entonces, arrepentidos, rectifican su rumbo y comienzan su expiación en nuevas vidas de dolor. 

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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