miércoles, 6 de agosto de 2025

Mediumnidad

 INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.-La influencia de los malos

2.- El polémico tema de la cremación

3.- Bienestar y felicidad

4.- Mediumnidad

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LA INFLUENCIA DE LOS MALOS

 

Será cierto aun afirmar que el mundo sufre más la influencia de los malos que de los buenos, como ponderó Kardec a sus interlocutores espirituales, en la pregunta 932 de El Libro de los Espíritus

       Ellos respondieron que si. Y que eso se debía a la timidez de los buenos, en contraste con las actitudes de los malos que, según los espíritus, son “intrigantes y audaces”.

       Esas ponderaciones, pueden ser la llave para un inicio de reflexión, con base en la filosofía espírita, sobre la situación que vivimos en este mundo, donde, atónita, la opinión pública se depara, a cada paso, con nuevas revelaciones al respecto de golpes y negocios protagonizados por poderosos.

            La respuesta que dieron, también abre perspectivas esperanzadoras, a tantos cuantos creen en el avance de la ética sobre la corrupción: “Cuando los buenos quisieran, habrán de preponderar”. Así hablaron los espíritus, preanunciando los nuevos tiempos.

PROGRESO DE LA LEGISLACIÓN

¿Será que los buenos ya están queriendo? Pienso que ese deseo está en el aire y se expresa a través del perfeccionamiento de las instituciones. Poco a poco, el andamio legislativo de una nación que busca superar sus defectos éticos, vi formando un cerco contra los desmanes de ayer. En sentido contrario a ese movimiento progresista, actúa la resistencia de una elite social que, hasta hace poco, disponía de un sistema legal concebido para garantizarles ventajas e impunidad.

 Romper ese cerco, no es tarea fácil para un pueblo que ya es capaz de soñar, con un nuevo orden de cosas. De ahí las seguidas frustraciones que, en el plano de los hechos, se expresan no sueltan prenda, en los habeas-corpus, en los recursos judiciales de toda  orden, que aún permiten el aplazamiento de la realización de la justicia y la perennización de la impunidad.

“En los tiempos de barbarie, son los mas fuertes los que hacen las leyes y ellos la hacían para si. Con todo en la proporción, en que los hombres fueron comprendiendo mejor la justicia, fue preciso modificarlas”. (L.E.p.795). Así hablaron los espíritus, esquematizando el proceso lento y gradual del progreso del ser humano y de sus instituciones.

INTELIGENCIA Y MORAL

Bajo el influjo mismo de ese movimiento ascendente, el mal ejerce un poder corrosivo sobre toda una sociedad. En cuanto impunes sus agentes, la corrupción y la violencia actúan como enfermedades contagiosas. De ahí la sensación de retroceso y  de deterioro, que comúnmente, toman en cuenta los buenos que, con el avance del mal, sucumben ante la incredulidad en el bien.    De eso dejó vibrante exposición Ruy Barbosa: “De tanto ver triunfar a las nulidades, de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injusticia, de tanto ver agigantarse los poderes en las manos de los malos, el hombre llega a desanimarse de la virtud, a reírse de la honra y a tener vergüenza de ser honesto”.

       Ocurre que el progreso moral, no es lineal. Retrocesos forman parte del proceso. En épocas como esta, de gran avance del conocimiento, fruto del desenvolvimiento de la inteligencia humana, parece incrementarse el mal.

 La pregunta 785 de el Libro de los Espíritus describe ese estadio e identifica en el orgullo y en el egoísmo los mas serios obstáculos al progreso: “À primera vista, parece que el mismo progreso intelectual redobla la actividad de aquellos vicios, desenvolviendo la ambición y el gusto de las riquezas, que, a su vez, incita al hombre a las pesquisas que le esclarecen el Espíritu.

Y así que todo se interrelaciona, tanto en el mundo moral como en el mundo físico, y que del propio mal puede nacer el bien”.

Así hablaron los espíritus, retratando la época que vivimos, donde los delitos económicos y la criminalidad organizada llenan el alto grado de inteligencia de sus mentores o ejecutores.

SENSACIÓN DE RETROCESO

Lo que no podemos, en momentos como este, es  dejarnos dominar por el derrotismo o aceptar como verdadera esa sensación de retroceso.

Cuestionados por Kardec si no les parecía que el hombre retrocedía moralmente en vez de avanzar, sus entrevistados fueron enfáticos: “Te engañaste” – le dijeron en la pregunta 784 – “Observa bien el conjunto y verás que el avanza, pues comprende mejor que es el  mal, y día a día va corrigiendo los abusos. Es preciso que el mal llegue al exceso, para que se torne comprensible la necesidad del bien y de las reformas”.

Así hablaron los espíritus, alertándonos de que no todo está perdido. O de que nada está perdido. Pues si es cierto que vivimos un típico momento, en  el cual la corrupción y la violencia parecen habernos tirado en el fondo de un pozo.

También estamos conscientes de que sólo un esfuerzo conjunto, cimentado en la conciencia de la excelencia y de la indispensabilidad del  bien, puede de allá sacarnos para que inauguremos una nueva fase de esa caminata colectiva.

 Milton Rubens Medran Moreira

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

                       

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                 EL POLÉMICO TEMA DE LA

                    CREMACIÓN
                                                                             

                                  


        LA DESUNIÓN DEL ALMA  CON EL CUERPO NO ES SÚBITA


    Los lazos que unen el espíritu al cuerpo se deshacen lentamente. De una forma general todos sienten esa transición que se convierte en un periodo de perturbaciones variando de acuerdo con el estado evolutivo de cada uno. Para algunos se presenta como un bálsamo de liberación, en cuanto que para otros son momentos de terribles convulsiones. El desligamiento  total sólo ocurre cuando el lazo fluídico se rompe definitivamente. 

     Delante de la Nueva Revelación presentada por la Doctrina de los Espíritus y teniendo en consideración la perturbación que envuelve el periodo de transición, se preguntó: ¿incinerado el cuerpo cómo es la situación del Espíritu? 

Consultado, el Mundo Espiritual se expresó así: 

"Es un proceso legítimo. Como el Espíritu y el cuerpo físico estuvieron unidos mucho tiempo, permanecen hilos de sensibilidad que precisan ser respetados". 
Esas palabras revelan que aunque el cuerpo muerto no transmita ninguna sensación física al Espíritu, sin embargo, la impresión de lo ocurrido es percibida por este, teniendo la posibilidad de surgir traumas psíquicos. Se recomienda a los adeptos de la Doctrina Espírita que desean optar por el proceso de incineración que se prolongue el acto en un tiempo al menos de 72 horas, después de la desencarnación. 

Aunque la Inhumación continúe siendo el proceso más utilizado, la milenaria cremación, por mucho tiempo olvidada, volvió a ser practicada en los tiempos modernos. Este procedimiento se viene difundiendo ampliamente, en función de la falta de espacio en las grandes ciudades. Con el crecimiento de la población las áreas que antes eran destinadas para ser un cementerio se volvieron escasas.

- Ángeles Calatayud-


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              BIENESTAR Y FELICIDAD

                                                               


     

Entiendo que no debe confundirse el término bienestar con el de felicidad, pues se trata de  conceptos diferentes. A lo largo de este artículo buscaré establecer diferencias palpables entre uno y otro concepto. Yo diría, básicamente, que el bienestar encara aspectos materiales de la existencia, mientras que la felicidad incide, en mayor medida, en los aspectos espirituales.

El bienestar implica, entre otras opciones: vivir en un país desarrollado, tener una aceptable situación económica, un buen trabajo, un hogar bien equipado, vehículo, vacaciones, alguna que otra salida con amigos o conocidos y un adecuado servicio sanitario.

Y aunque estos condicionantes por sí mismos no implican, intrínsecamente, que se pueda alcanzar ese punto de felicidad, lo cierto es que el bienestar íntimo no puede comprarse, y que tampoco depende de una elección personal. Influyen determinadas circunstancias, un cúmulo de factores que el hombre no puede controlar.

El ser humano, a lo largo de la historia, ha demostrado ser un ente gregario; depender de otras personas, necesitar ligarse con otros individuos a quienes se supedita. Citaré el ejemplo de la amistad, especialmente entre niños y jóvenes, los cuales, cuando se encuentran sin amigos, se sienten melancólicos, tristes, les falta algo esencial. Fijémonos hasta dónde llega tal sentimiento, que ellos valoran más su relación de amistad que los adultos las cosas materiales. Necesitan pertenecer a un grupo, compartir juegos, deporte, entretenimiento o paseos. Y si les falta ese amigo o no consiguen adscribirse a un círculo de ellos, se sienten vacíos, infelices; añoran compartir vivencias, ilusiones, anhelos; se sienten discriminados.

En la medida que el ser humano desarrolla su carácter, forja su personalidad, soporta mejor la soledad, se hace más fuerte. Puede incluso habituarse a ella, ya que los bienes materiales ayudan a suplir, aun parcialmente, las carencias de la vida en sociedad.

No obstante, quienes consiguen mantener a lo largo de su vida relaciones de amistad y familia, se sienten más arropados, protegidos; sienten formar parte de algo insustituible que no cambiarían por nada. Estas relaciones hacen que el individuo se sienta más dichoso, satisfecho, y que necesite, en menor medida, el disfrute de las cosas materiales, de bienes que en el fondo ni necesita ni echa en falta.

La pérdida de una amistad infantil o la ruptura con algún familiar a causa de un imprevisto llega a romper la salud del individuo y socavar su capacidad de relación. Incide también y, especialmente, en los principios que sustentan dicha amistad, al modificar las bases que la soporta y traducirlas en infelicidad.

Disponer de una economía saneada, utilizarla convenientemente, acceder a bienes materiales; todo ello suele generar seguridad y bienestar, incluso momentos de felicidad si se comparte con seres queridos. Aunque eso representa, únicamente, instantes sutiles de felicidad. Momentos fugaces, quizás los únicos que se puede conseguir, pues la felicidad continua y plena es una utopía en la fase actual de la experiencia humana.

La búsqueda de la felicidad es un recurso extraordinario capaz de poner en jaque las energías del individuo y llevarle a estudiar sus objetivos y metas, con lo que su progreso sería mucho más difícil; opciones sin las que se encontraría bloqueado, paralizado. Por otro lado, el hecho de sentirse querido, valorado, o confiar en el círculo familiar −también en las amistades− le proporciona gran estabilidad y seguridad ante las dificultades. Y tal seguridad le lleva a desestimar caprichos y lujos; veleidades que muchas personas sustituyen por la amistad y el afecto.

El ser humano ha sobrevivido gracias a pertenecer a una especie de “tribu”, un conglomerado social y humano del que forma parte y al que se siente vinculado. No obstante, y pese a las tecnologías, sigue necesitando a sus iguales. Pondré un ejemplo: Un niño −salvo que sufra una ludopatía severa−, cuando es reclamado por su círculo de amigos, dejará todo cuanto esté realizando para atender a ese llamado. Resulta evidente: necesita sentirse valorado por los componentes de su tribu, de su grupo social.

Y en el caso de la vida en pareja, de producirse una ruptura sentimental, ambos pueden experimentar el −posiblemente− mayor fracaso de su vida. Situación que no superarán hasta encontrar su −nueva− media naranja. Igual sucede con las relaciones sociales, en especial al manifestarse ante los iguales. Ese sentimiento de confianza genera plenitud, felicidad interior; nada comparable al producido por los placeres y bienes materiales.

La felicidad percibida esas veces en las que hemos triunfado con un amigo, con nuestra pareja, en los estudios, en el trabajo, en la familia, no se puede comparar con nada, y además es  inexplicable aquello que sentimos por dentro. Diré incluso que los bienes materiales, en su justa medida, no deben despreciarse. Lamentablemente, no todas las personas llegan a disfrutarlos en igual medida, consecuencia de las desigualdades humanas.

Observamos que surgen, también, algunas tendencias basadas en la tecnología que pretenden sustituir las relaciones sociales, las relaciones humanas. Sucede que se da más relevancia al contacto tecnológico que al contacto humano, personal. Sin embargo, observamos también una vuelta a la naturaleza, a la vida en núcleos humanos reducidos; lugares donde se respira y vive mejor; lugares donde se comparten experiencias y donde las enfermedades sociales desaparecen como por arte de magia. Hablo de presiones de todo tipo, estrés, fobias, angustias ante los compromisos de pago, miedo a perder el trabajo, etc. Observamos así que ciertas personas abandonan su medio de vida en busca de otro más natural, más acorde a sus anhelos íntimos.

A causa de la gran ignorancia del ser humano sobre su yo interior, es decir, sobre sus potencialidades íntimas, termina confundiendo bienestar con felicidad. Dedica más y más tiempo a buscar la felicidad: adornar su vivienda, equiparla más y mejor, hacerla más atractiva, incluso deseable al resto de personas. Vemos como el ser humano solapa cuanto le falta en la intimidad. Y qué duda cabe que al hacerlo se equivoca de manera supina.

La sociedad actual −fruto del desequilibrio y las desigualdades− se muestra más individualista, menos gregaria; defiende los valores individuales y desprecia los comunitarios. Olvida su tribu, el grupo sin el cual sería incapaz de subsistir. Sucede que el ser humano nunca podrá sustituir los valores sociales por los materiales.

Dedica excesivo tiempo y esfuerzo a conseguir bienes materiales, a intentar vivir lo más cómodamente posible, “sin que falte de nada”. No obstante, sigue adoleciendo de lo esencial, de lo más importante, la armonía de vivir con una conciencia tranquila; con la sensación de trascender, de cuidar el yo espiritual, la entidad que encarna para evolucionar.

Así que yo recomiendo: Mejor dediquémonos a adornar el espíritu de esas cualidades que alberga rudimentariamente, y cuidemos también la armonía con el Creador y con la Naturaleza. Porque cuidando la felicidad ajena haremos que este sea un mundo mejor, un mundo solidario y feliz.

En la medida que el hombre desarrolla su parte espiritual, se conecta en mayor medida a la fuente de luz y amor que es el Padre Universal. Comienza, de ese modo, a sentirse dichoso; le es posible captar ya, aunque de modo diferente, el universo que le rodea. Las cosas materiales pierden su valor y estatus original. Entonces, el ser humano, el ente evolutivo, comienza a percibir el sentido, la razón de ser de su vida física en la materia; a conocer de dónde viene, cuál es la razón de su existencia y hacia dónde se dirige.

El individualismo lleva a la comodidad, a no presentar cuentas a nadie; el individuo hace lo que desea –no importa quien diga y piense lo contrario−; desaparece la necesidad de ponderar o discutir con nadie. Pero ¿cómo saber si se equivoca? Por ello, yo pregunto: ¿No será mejor debatir las cosas en grupo que hacer valer la opinión propia, equivocada o no?

¿De qué sirven ciudades cada vez mayores y más modernas? ¿De qué sirve tanta tecnología si el hombre es incapaz de convivir con sus semejantes? La felicidad es algo que llega, quizás, sin buscarlo; es la consecuencia de abrir el corazón a la vida, de expresar las potencialidades individuales, libre y responsablemente; de mostrar el fruto de un trabajo bien realizado a lo largo de siglos.

Todos sabéis que un momento de felicidad exige enorme trabajo. Es el caso del virtuoso, con sus inacabables horas de práctica y estudio para lograr la perfección que busca. La excelencia implica enormes dosis de sudor cuando se quiere la perfección.

Laurie Santos, una de las mayores expertas y más conocida en psicología positiva y en la búsqueda de la felicidad, describe 5 pautas necesarias para el desarrollo de la felicidad en el ser humano, que son el fruto de sus investigaciones, entrevistas e infinidad de estudios y estadísticas con base científica; son las siguientes:

1/ Ser agradecido.

2/ Centrarnos en los demás y dejar de ser tan egoístas.

3/ Socializar. Las personas más felices pasan mucho tiempo con otros.

4/ Pensar más en los demás, en transmitir y desear el bien ajeno.

5/ Hacer buenas acciones.

Como vemos, son pautas de conducta nada nuevas, que se hallan en los principios y postulados de las grandes religiones y filosofías; no obstante, tienen que venir estos estudios de expertos para descubrirnos lo que ya sabemos.

Fermín Hernández Hernández .-Amor, Paz y Caridad.

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766.     La vida social, ¿está en la naturaleza?  –Sin ninguna duda. Dios ha hecho al hombre para vivir en sociedad. No en vano lo ha dotado del habla y de las demás facultades necesarias para la vida de relación”. L. E., Allan Kardec.

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                  MEDIUMNIDAD

                                                                       


    Como es sabido, la mediumnidad no es un fenómeno moderno. Si lo es en cuanto al nombre, que significa mediador, medio o canal de transmisión. Sin embargo esta existe desde que el ser humano consciente, deambula por este planeta, conectando la dimensión de los llamados muertos, o de los dioses, con la dimensión humana en este mundo nuestro. También estas personas recibieron otros nombres, como brujos, sibilas, hechiceros, etc.

   Tan antigua como el hombre, la mediumnidad tuvo y aún tiene el papel de despertar el sentido religioso del ser humano  al descubrirle una realidad mas allá de este mundo material.   

   Sin embargo en el libro titulado “Hechos de los apóstoles”, se afirma que hacia el final de los tiempos, como preludio y señal de que los plazos  para el cambio  de ciclo evolutivo, la mediumnidad sería un fenómeno popular y abundante, como así está sucediendo en la actualidad..

   Vemos como desde los primeros años del siglo XIX,  ciertos fenómenos  paranormales relacionados con la mediumnidad, se popularizaron e hicieron abundantes, hasta que pocos años después llamaron la atención del pedagogo y sabio francés llamado Hipólito  León Denizart Rivail, que pasó a la historia bajo el pseudónimo de Allan Kardec. Éste no fue médium pero  analizó y clasificó las manifestaciones inteligentes obtenidas de estos fenómenos, con ayuda precisamente de los médiums que participaron y colaboraron en  su trabajo de codificar las enseñanzas  dadas por el Espíritu de Verdad y otros Seres espirituales de gran elevación, que conformaron con sus respuestas y comunicaciones la Doctrina Espírita o Espiritismo.

Este hecho es indicativo de que el cambio de ciclo espiritual de la Tierra, conocido como final de los tiempos, comenzó  hace ya casi dos siglos y aún no ha concluido, como es evidente. 

    Los médiums tienen la misión importante de dar a conocer el mundo espiritual, como prueba de nuestra inmortalidad, precisamente mediante su particular constitución periespiritual, que les confiere la necesaria constitución orgánica del sistema nervioso en su cuerpo físico, necesaria para poder cumplir con sus cometidos mediúmnicos.  No por el hecho de que posean una facultad o capacidad espiritual o psíquica, esto suponga que sean personas moralmente superiores a quienes no la poseen, sino que por el contrario, muchas veces se trata de personas cuyos espíritus están muy endeudados con la justicia Divina, y se les otorga la mediumnidad precisamente para que la utilicen como una valiosa herramienta para su propio adelanto, pero de la cual son responsables por el uso que le puedan dar.

El principal escollo que tienen los médiums por su facultad, es el de la obsesión espiritual en diversos grados, pero esta les puede acometer  por falta de una recta instrucción sobre el por qué y el para qué de su facultad, así como por sus propios defectos morales, tal como la vanidad, el orgullo, la soberbia, etc. Por eso el médium que aspira a utilizar  con provecho su facultad, debe conducir su vida personal de modo recto y sencillo, atrayendo con su comportamiento y estado anímico, solamente a Espíritus buenos que le guiarán  rectamente, rechazando a su vez a los espíritus inferiores o malvados que traten de manipularlo, obsesándolo  para desviarlo de sus cometidos.

    Cuando los buenos espíritus no se sienten escuchados o atraídos por el médium, terminan retirándose, dejando paso a otros espíritus inferiores que sintonizan mejor con él.

    El médium responsable y consciente, no se enorgullece por su facultad, porque sabe que es solo un préstamo que se le ha dado, y que no siendo dueño de su facultad, esta le puede ser retirada en cualquier momento.

( Autoría desconocida)

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