INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El Pase Espírita en los animales ( 2ª)
2.- Seamos sinceros con nosotros mismos
3.- El Espiritismo en grupo
4.- El gran enigma, Dios y el Universo
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EL PASE ESPÍRITA EN LOS ANIMALES
( 2ª mitad)
( viene de la anterior publicación en el blog )
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Fluido Vital.-
Por oportuna, recuerdo la pregunta 66 de El Libro de los Espíritus :
P.- " ¿El principio vital es el mismo para todos los seres orgánicos?.
R,. Sí, modificado según las especies.
Como respuesta, reflexiono que en el caso de pases en animales ( y en plantas), es posible que la "donación socorrista" mediúmnica humana, sea sometida por Protectores Espirituales especializados, a procesos de compatibilización fluídica, para la debida asimilación del necesitado animal o vegetal.
Conclusión.-
Por los items expuestos, la cuestión de los pases en animales presenta una aparente contradicción entre las reflexiones de arriba, de Erasto, André Luiz o Yvonne A.Pereira.
Erasto afirma que el pase en el animal lo fulminaría, por la diferencia fluídica.
Yvonne Pereira verificó la correspondencia vibratoria de hombres y animales, con miras al fluido magnético- el elemento etéreo- que a ambos penetra.
André Luiz proclama que los recursos terapéuticos y los de naturaleza mediúmnica para animales enfermos, son un acto de amor.
Aun una vez sería prematuro radicalizar la cuestión, siendo plano que constituye socorrer plantas , animales o criaturas humanas cuando son necesitados, con los recursos posibles, materiales y espirituales.
Ante la encrucijada, me socorrió el añorado Profesor José Herculano Pires (1914-1979). dirimiendo la citada contradicción, en su obra "Mediumnidad, Vida y Comnicación". (6ª edic. 1986, cáp.11. "Mediumnidad Zoológica"; las reflexiones son cristalinas y por eso las registro abajo.
En nuestros días, contrabalanceando la necesidad de la pretendida mediumnidad zoológica, comienza el amanecer en el campo mediúmnico, un tipo de mediumnidad para el que solo algunos espíritas se vuelven esperanzados. El Profesor Humberto Mariotti, filósofo espírita argentino, es un zoófilo enamorado. En su último viaje a Sao Paulo, pudimos intercambiar informaciones de lo que se podría llamar Mediumnidad Veterinaria. No podemos elevar a los animales a la condición superior de médiums, pero podemos concederles los beneficios de la mediumnidad. Mariotti poseía, como poseemos, episodios importantes de su experiencia personal en ese terreno. La asistencia mediúmnica a los animales es posible y grandemente provechosa. El animal enfermo puede ser socorriido por pases y oraciones, e incluso con los recursos del agua fluidificada. Los médiums veterinarios, médiums que se especializaron en el tratamiento de animales, ayudarían a la Humanidad a librarse de las pesadas consecuencias de su voracidad carnívora.
Kardec, se refiere en el Libro de los Médiums a los intentos de magnetizadores en Francia, de magnetizar animales y desaconseja esa práctica en vista de los motivos contra la mediumnidad animal. Entiende que la transmisión de fluidos vitales de humanos es peligrosa por el gran desnivel evolutivo entre las dos especies. Pero en la Mediumnidad Veterinaria la situación se modifica.
El Reino Animal es protegido y orientado por Espíritus humanos que fueron zoófitos en la Tierra, según numerosas informaciones mediúmnicas. El médium veterinario, como el médium humano, no transmite sus fluidos en el pase, por su propia cuenta, sino sirviendo de medio de transmisión a los Espíritus Protectores. La situación mediúmnica es así muy diferente de la situación magnética o hipnótica. Al socorrer al animal enfermo, el médium dirige su oración a los Planos Superiores, suplicando asistencia de los Espíritus Protectores del reino animal y poniéndose a disposición de estos. Aplica el pase con el pensamiento vuelto hacia Dios o hacia Jesús, el Creador y el responsable de la vida animal en la Tierra. Fluidifica el agua de la misma manera, confiado en la asistencia divina, No se trata de una teoría o técnica inventada por nosotros, sino naturalmente nacida del amor de los zoófilos y contando con numerosas experiencias en el medio espírita.
A continuación, el autor narra conmovedores episodios de socorro humano mediúmnico- veterinario, a animales gravemente enfermos o desahuciados que con eso se recuperaron.
Para no omitir nada, diré que desde niño ( nací en 1934), conviví con animales domésticos y vi a Espíritus bondadosos aplicar pases en animales enfermos que en la mayoría de los casos se recuperaban.
Igualmente, de mi parte, también he dispensado pases a animales enfermos y gracias a Dios no murió ninguno fulminado por eso . En esas ocasiones imploro a los Espíritus Protectores la cura del enfermo, y cuando eso ocurre, no sabría, sinceramente, afirmar si fue solo por animismo... En el 99,99 % de los casos imagino que no: ¡ el mérito es de ellos !.
Deduzco que cuando un médium no necesariamente veterinario, aplica el pase a animales necesitados, Amigos del Plano Mayor, zoófilos, se encargan de modificar el fluido humano en otro apropiado a la especie animal que se trate, añadiendo los de la Naturaleza, además de los de ellos mismos.
Y concluyo, recordando que San Francisco de Asís, considerado "padrino de los animales", en el siglo XII ya los bendecía, por los principios elevadísimos de su misión en aquella existencia.
( Tomado del libro " los animales, nuestros hermanos" de Eurípides Kui, 1995 Editora Petit )
Seamos Sinceros con nosotros mismos
Por
Colaboraciones -Revista A la Luz del Espiritismo (Puerto Rico)
La
filosofía espírita difiere de otras líneas filosóficas, religiosas y
espiritualistas en cuanto a señalar y adjudicar responsabilidad por el
comportamiento de cada hombre. El Espiritismo teoriza que el espíritu humano
surge sencillo e ignorante, en cuyas primeras encarnaciones aparece como un
infante, iniciándose en la humanidad. En la etapa primitiva prevalece lo
instintivo y, poco a poco, en su recorrer evolutivo su inteligencia y el
sentido moral se van desarrollando, calando y ampliando la conciencia. En
nuestras sucesivas apariciones en el mundo corporal, conforme a la progresiva
ley de reencarnación palingenésica, vamos cambiando y escalando diversos
mundos, con la aspiración de llegar lo más pronto a mundos celestes, propios de
los espíritus puros.
Hoy
nosotros habitamos este expiatorio planeta Tierra, que es un hospital de
enfermos del alma, donde venimos a curarnos del dolor causado por la plaga del
mayor de los vicios, el egoísmo y su descendiente, el orgullo; encarando
entonces las consecuencias de nuestros actos. En última instancia hemos hecho
uso del libre albedrío que nos obliga a responder a la ley de causa y efecto;
claro, con los debidos atenuantes alcanzados en la vida misma. Con nuevas
experiencias, estudios, lecciones, esfuerzo y voluntad nos vamos alejando cada
día de la ignorancia (natural causante de muchos males), aprendiendo,
corrigiendo y reparando.
Nos
dice Kardec que el verdadero espiritista es aquel que hace esfuerzos por
realizar el bien y superar sus malas inclinaciones, o sea, mejorarse
moralmente. Por otro lado nos dice, que el verdadero hombre de bien es aquél
que practica la ley de justicia, amor y caridad. La combinación del esfuerzo
constante por mejorarse y la práctica de la ley de justicia, amor y caridad
deben guiar el comportamiento o conducta de todo espírita.
Usando
como base las preguntas sugeridas por León Denís, al final de su magistral obra
literaria, “En lo Invisible”, ganamos una guía para interrogarnos, conocernos a
nosotros mismos y someternos al juicio de nuestras propias conciencias. Preguntémonos
y seamos sinceros con nosotros mismos.
Contestemos
a nuestras conciencias las siguientes preguntas:
1
¿He dado a mi tiempo y a mis facultades un empleo útil, inútil o perjudicial
para mí o para los demás?
2
¿He cometido alguna acción que me avergonzaría declarar?
3
¿He hecho a alguien lo que no hubiese querido que me hicieran a mí? ¿He hecho
por los demás lo que hubiese querido que me hicieran a mí?
4
¿Ha debido sufrir alguien las consecuencias de mi carácter, de mi cólera, de mi
mal humor, de mi irritabilidad, de mis excesos o de mi orgullo?
5
¿Me he procurado algún placer o alegría a costa de terceros, o bien ha sufrido
alguien por mí?
6
¿Me he negado alguna vez a hacer el bien, por haber sido anteriormente pagado
con ingratitud?
7
¿He sido más rígido para con los demás que conmigo mismo? ¿He tratado de
descubrir las faltas de los demás antes que las mías? ¿He reprochado a mi
prójimo aquello de lo que yo también soy culpable?
8
¿He hecho resaltar y puesto en evidencia las faltas de los demás en vez de
disimularlas o atenuarlas?
9
¿He dado algo que luego haya sido para mí una privación? ¿Me he alabado de
haber dado algo que no me hacía ninguna falta o bien de la privación que con
ello me impuse?
10
¿Han perdurado en mí los sentimientos de odio, de rencor o de animosidad contra
alguien? Si Dios resolviera sacarme hoy mismo de este mundo, ¿puedo estar
seguro de no llevarme ningún resentimiento?
11
¿He concebido ideas de venganzas contra alguien? ¿He ejercido alguna
venganza?
12
¿He deseado bien o mal a aquellos de quienes recibí un mal proceder? ¿Me he
alegrado o entristecido por el bien que han logrado mis enemigos? ¿He deseado
la muerte de mis enemigos?
13
¿Me he dejado dominar por la vanidad y el amor propio? ¿He buscado lo que podía
halagar mi orgullo y vanidad?
14
¿Me he envanecido de los bienes que me fueron concedidos, de la fortuna o las
buenas cualidades de mi físico, de mi inteligencia, de mi saber? ¿He procurado
poner en evidencia mis ventajas personales, haciéndolas valer en perjuicio de
otros, humillando a alguien con su comparación?
15
¿He hecho el bien por ostentación? ¿He buscado los aplausos por el bien que
cumplía? ¿Me he alabado por los servicios que hice a otros?
16
¿He sentido herida mi susceptibilidad por los consejos que me han sido dados,
por las críticas que se han hecho de mis ideas, de mis opiniones o de mis
producciones? ¿He concebido animosidad contra los que no han aprobado todo
ello?
17
¿He dado más importancia a las cosas temporales que a las espirituales? ¿Me
causó pena la pérdida de algún bien terreno? El Espiritismo invita al “conócete
a ti mismo” y una gran forma de hacerlo es interrogándonos constantemente, para
de esta forma identificar las malas inclinaciones y pasiones perniciosas que
retrasan nuestro desarrollo moral e intelectual.
Estimado
lector, al responder las preguntas sugeridas no te deprimas por tus
afirmaciones. Sabemos que paso a paso todos progresamos, unos más rápidos y
notables y otros de forma imperceptible, pero siempre adelantando. Nada se
pierde en el vacío, siempre hay ganancias, la vida en sociedad es el
complemento imprescindible para la asistencia mutua de todos los espíritus
encarnados, es la divina y moral Ley de Sociedad.
Las
respuestas nos deben ayudan a hacer profundas reflexiones y sobre todo a
establecer planes de acción para las conquistas de virtudes y la eliminación de
vicios. Todo es parte de la incesante lucha propia de la constante evolución
espiritual. Te invito a que todas las noches, antes del sueño reparador, te preguntes
además, ¿hoy hice todo el bien que pude?
Adelante
hermano lector, que tus revisadas contestaciones vayan inclinándote hacia la
total satisfacción del disfrute del bien en todas sus dimensiones. Recordemos,
seamos sinceros con nosotros mismos.
Hasta
el próximo CONVERSANDO*… Por José Colón - Art. publicado en la revista A la Luz
del Espiritismo, Publicación Oficial de la Escuela Espírita Allan Kardec de
Puerto Rico
( Art, tomado de Zona
Espirita)
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EL GRAN ENIGMA, DIOS Y EL UNIVERSO
La acción de Dios se revela en el Universo, tanto en el mundo físico como en el moral; no hay un solo ser que no sea objeto de su solicitud.- La hemos visto manifestarse en esta majestuosa ley del progreso que preside la evolución de los seres y de las cosas, llevándolos hacia un estado siempre más perfecto. Esta acción se demuestra igualmente en la historia de los pueblos.
Puede seguirse a través del tiempo esta marcha grandiosa, este empuje de la humanidad hacia el bien, hacia lo mejor. No hay duda de que en esta marcha secular hay muchos desfallecimientos y atrasos, muchas horas tristes y oscuras; mas es necesario no olvidar que el hombre es libre de sus acciones.
Sus males son casi siempre la consecuencia de sus yerros, de su estado de inferioridad.
¿No es acaso un designio providencial el que señala a los hombres destinados a traer las grandes innovaciones, los descubrimientos que contribuyen al desarrollo de las civilizaciones? Estos descubrimientos se encadenan; aparecen los unos después de los otros de una manera metódica, regular, y en la medida que pueden injertarse con éxito sobre los progresos anteriores.
Lo que demuestra de una manera clara la intervención de Dios en la historia, es la aparición -en los tiempos precisos, en las horas solemnes- de esos grandes misioneros que vienen a tender la mano a los hombres y a conducirles otra vez a la senda perdida, enseñándoles la ley moral, la fraternidad y el amor a sus semejantes, dándoles el gran ejemplo del sacrificio de sí mismos por la causa de todos.
¿Hay algo más imponente que este papel de los enviados divinos? Vienen, marchan en medio de los pueblos. En vano los sarcasmos y las burlas llueven sobre ellos. En vano el desprecio y los sufrimientos les esperan. ¡Marchan siempre! En vano se levantan su alrededor las horcas y los cadalsos. Las hogueras se encienden y a ellas van, alta la frente, serena el alma. ¿Cuál es, pues, el secreto de su fuerza? ¿Quién, pues, les incita a ir adelante?
Por encima de las sombras de la materia y de las vulgaridades de la vida, por encima de lo terreno, por sobre la humanidad ven resplandecer ese foco eterno del cual un rayo les alumbra y da ánimo para afrontar todos los dolores, todos los suplicios. ¡Han contemplado la verdad sin velos y, en adelante, no tendrán otro cuidado que el de derramar y poner al alcance de las muchedumbres el conocimiento de las grandes leyes que rigen a las almas y a los mundos!
LEÓN DENIS
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