domingo, 9 de octubre de 2022

¿Somos médiums ?

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Regeneración de la humanidad

2.- En qué se basa la doctrina espiritista

3.- Cada uno puede y debe expresar su opinión

4.-¿Somos médiums ?


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         Regeneración de la Humanidad


                                                                                  



Los acontecimientos se precipitan con rapidez, y por lo tanto, no os decimos como otras veces: "Los tiempos están próximos", sino que os decimos: "Los tiempos han llegado"
.

Por estas palabras no entendáis un nuevo diluvio, ni un cataclismo, ni una revuelta general. Las convulsiones parciales del globo han tenido lugar en todas las épocas y se producen aún, porque tienden a su constitución; pero estos no son los signos de los tiempos.

Y no obstante, todo lo que fue predicho en el Evangelio debe cumplirse y se cumple en este instante, como vosotros lo conoceréis más tarde; mas no toméis los signos anunciados sino como figuras de las que es necesario buscar el espíritu y no la letra. Todas las Escrituras contienen grandes verdades bajo el velo de la alegoría, y por esto los comentaristas que se han aferrado a la letra, se han equivocado. Les faltaba la clave para descifrar el sentido verdadero. Esta clave se halla en los descubrimientos de las ciencias y en las leyes del mundo invisible que os revela el Espiritismo. De hoy en adelante, con la ayuda de estos nuevos conocimientos, lo que está oscuro se hará claro e inteligible.

Todo sigue el orden natural de las cosas, y las leyes inmutables de Dios no serán por ningún concepto interrumpidas. No veréis, por consiguiente, ni milagros, ni prodigios, ni nada sobrenatural en el- sentido vulgar que se da a estas palabras.

No miréis al cielo para buscar los signos precursores, porque no los hallaréis, y aquellos que os los anuncien os engañarán; pero mirad en torno de vosotros, entre los hombres, y aquí los hallareis.

¿No sentís un viento que sopla sobre la tierra y agita todos los Espíritus? El mundo está atento y como en expectativa de un presentimiento vago acerca la proximidad de la tormenta.
No creáis por esto que venga el fin del mundo material: la tierra ha progresado después de su transformación, debe progresar aún y no puede ser destruida; pero la humanidad ha llegado a uno de esos períodos de transformación, y la tierra va a elevarse en la jerarquía de los mundos.

No es, pues, el fin del mundo material lo que se prepara; es el fin del mundo moral, esto es, del viejo mundo, del viejo mundo de los prejuicios, del egoísmo, del orgullo y del fanatismo. Cada día se lleva algunos restos. Todo concluirá para él con la generación que se va, y la generación nueva elevará el nuevo edificio que las generaciones siguientes consolidaran y completaran.

De mundo de expiación, la tierra está llamada a ser un día un mundo de felicidad, y su habitación será una recompensa en lugar de ser un castigo. El reinado del bien debe suceder-al reinado del mal.

Para que los hombres sean felices sobre la tierra, se hace preciso que no sea poblada más que por Espíritus encarnados y desencarnados que sólo quieran el bien. Este tiempo ha llegado ya. Una grande emigración, de entre los que la habitan se está realizando en este momento. Aquellos que hacen el mal por el mal y a los que el sentimiento del bien no les atañe, son indignos de la tierra transformada y serán excluidos, porque le llevarían de nuevo las revueltas y confusiones, siendo un obstáculo a su progreso. Irán a expiar su endurecimiento en mundos inferiores, donde portarán el caudal de sus conocimientos y servirán a la causa del perfeccionamiento. En la tierra serán reemplazados por Espíritus mejores, que harán reinar entre ellos la justicia, la paz y la fraternidad.

La tierra, hemos dicho ya, no debe ser transformada por un cataclismo que acabe súbitamente con una generación.

La actual desaparecerá gradualmente y la nueva le sucederá del mismo modo, sin que nada se altere en el orden ordinario de las cosas. Exteriormente todo pasará en su forma habitual con la sola y esencial diferencia de que una parte de los Espíritus que en ella se encarnaban, no volverán a encarnarse. En el niño que nazca, en vez de encarnar un Espíritu atrasado y con tendencias al mal, encarnará un Espíritu adelantado y portador del bien. Se trata, por lo tanto, menos de una generación corporal que de una nueva generación de Espíritus; y aquellos que esperan ver operarse esta transformación por efectos sobrenaturales y maravillosos, sufrirán una decepción.

La época actual es de transición: los elementos de dos generaciones se confunden.

 Colocados en el punto intermedio, asistís a la partida de una y a la llegada de otra, y cada cual se manifiesta en el mundo por los caracteres que le son propios.

Las dos generaciones tienen ideas y puntos de vista diametralmente opuestos. En la naturaleza de las disposiciones morales, y, sobre todo, de las intuitivas e innatas, es fácil distinguir a cual de las dos pertenece cada individuo.

La nueva generación, debiendo fundar la era del progreso moral, se distingue por una inteligencia y una razón generalmente precoces, aunadas a un sentimiento innato del bien y de las creencias espiritualistas; todo lo cual es signo indubitable de cierto grado de progreso anterior. No se crea por esto que toda ella la compongan Espíritus eminentemente superiores, pero si de aquellos que habiendo progresado lo bastante, están predispuestos a asimilarse todas las ideas progresivas y sean aptos para secundar el movimiento regenerador.

Se distingue, por el contrario, a los Espíritus atrasados, por su rebelión desde el primer instante contra Dios, negando la providencia y todo poder superior a la humanidad; y después, por la propensión instintiva a las pasiones degradantes, a los sentimientos antifraternales del orgullo, la malevolencia, los celos, la lujuria, en fin, por el predominio, por el deseo vehemente en ellos hacia todo lo que es material.

De estos vicios debe la tierra purgarse por el alejamiento de aquellos que rehúsan su enmienda y son incompatibles, por lo mismo, con el reino de la fraternidad y con los hombres de bien, que sufrirían con su contacto. La tierra será libertada y los hombres marcharán sin trabas hacia el porvenir mejor, que les está reservado en ese planeta como premio a sus esfuerzos y perseverancia, en tanto que una depuración más completa les abre la entrada en los mundos superiores.

Por esta emigración de los Espíritus no debéis entender que todos los retardatarios serán expulsados de la tierra y relegados a mundos inferiores. Muchos, por el contrario, reencarnarán para ceder al empuje de las circunstancias y del ejemplo, porque su corteza era peor todavía que el fondo. Una vez sustraídos a la influencia de la materia y de los prejuicios del mundo corporal, la mayor parte, y de esto lograréis muchos ejemplos, verán las cosas de una manera totalmente diferente de cuando vivían. En esto serán ayudados por los Espíritus buenos que se interesan por su bien y que se prestan a mostrarles el falso camino que habían seguido. Por vuestras preces y vuestras exhortaciones podéis también contribuir a su mejoramiento, estableciendo de este modo la solidaridad perpetua entre los muertos y los vivos.

Para aquellos, pues, que puedan volver de nuevo, esta vuelta les será un bien, porque será una recompensa. ¿Qué importa lo que ellos hayan sido ni lo que hayan hecho, si están animados de mejores sentimientos? Lejos de ser hostiles a la sociedad y al progreso, serán auxiliares útiles porque pertenecerían a la nueva generación.

No habrá, pues, exclusión definitiva mas que para los Espíritus profundamente rebeldes, para aquellos a quienes el orgullo y el egoísmo, más que la ignorancia, les tiene sordos a la voz del bien y de la razón. Y aun estos mismos no serán condenados a una inferioridad perpetua, sino que vendrá un día en que repudiarán su pasado y abrirán los ojos a la luz.

Rogad por estos endurecidos a fin de que se enmienden ahora que es tiempo, porque el día de la expiación se les aproxima.

Desgraciadamente, desconociendo la voz de Dios, la mayor parte de ellos persistirán en su ceguera, y su resistencia señalará el fin de su reinado por el de las luchas terribles. En su error correrán presurosos a su propia perdición. Apelarán a la destrucción que engendra multitud de males y de calamidades; y de este modo, sin quererlo, precipitarán el advenimiento de la nueva era, pero como la destrucción no será tan rápida como sus deseos, se multiplicarán los suicidios hasta en los niños, en una proporción desconocida. La locura no habrá arrebatado jamás tan gran número de hombres al libro de los vivos aun antes de que estén muertos. Estas serán las verdaderas señales de los tiempos. Y todo se cumplirá por el encadenamiento de las circunstancias, sin que nada se derogue en las leyes de la naturaleza, tal como os lo llevamos dicho.

Entretanto, a través de la densa sombra que os envuelve y en medio de la grande tempestad que os amenaza, ¡ved aparecer los primeros fulgores de la era nueva! La fraternidad sienta sus fundamentos en todos los puntos del globo y los pueblos se tienden la mano; la barbarie se familiariza al contacto de la civilización; los prejuicios de razas y sectas, que han hecho derramar lagos de sangre, se extinguen; el fanatismo y la intolerancia pierden terreno, mientras que la libertad de conciencia se abre paso entre los buenos y se proclama como un derecho. Por todas partes las ideas fermentan: se ve el mal y se ensaya remediarlo, pero muchos caminan sin brújula y se engolfan en utopías. El mundo se halla empecinado en un inmenso trabajo de transformación que durará un siglo; en este trabajo, todavía confuso, se ve, no obstante, dominar una tendencia desde el principio: la de la unidad y uniformidad que predispone a la fraternidad.

Éstos serán los signos de los tiempos que han de venir, bien contrarios, por cierto, a los precedentes, pues mientras estos son los de la agonía del pasado, aquellos son los primeros lamentos del niño que nace, los precursores de la aurora que lucirá sus galas en el siglo próximo, porque entonces la nueva generación estará en todo su apogeo. Mientras, el aspecto del siglo decimonono diferirá del aspecto del decimoctavo desde ciertos puntos de vista, como el siglo vigésimo diferirá del actual por otros que le serán propios.

Uno de los caracteres distintivos de la nueva generación será la fe innata; no la fe exclusivista y ciega que divide a los hombres, sino la fe razonada que esclarece y fortifica, que une y confunde en un común sentimiento de amor a Dios y al prójimo. Con la generación que se extingue desaparecerán los últimos vestigios que la incredulidad y del fanatismo; contrarios por igual al progreso moral que al social.

El Espiritismo es el camino que conduce a la renovación, porque derroca los dos más grandes obstáculos que a ella se oponen: la incredulidad y el fanatismo. Como innato o en estado de intuición en el corazón de sus representantes, desenvuelve todos los sentimientos e ideas que corresponden a la nueva generación y da una fe sólida y esclarecida. La era nueva le vera engrandecer y prosperar por la fuerza misma de las cosas; viniendo a ser la base de todas las creencias y el punto de apoyo de todas las instituciones.

Pero hasta entonces, ¡que de luchas no habrá de sostener contra sus dos más encarnizados enemigos, la incredulidad y el fanatismo! Aunque parezca extraño, estos principios tan antitéticos, estos polos tan opuestos, se dan la mano para no ser vencidos en la lucha. Presienten el porvenir y su muerte, y no quieren dejar ondear sobre las ruinas del egoísta viejo mundo la bandera que ha de unir a todos los pueblos. En la divina máxima: Fuera de la caridad no hay salvación, ellos leen su propia condenación, porque es el símbolo de la nueva alianza fraternal proclamada por Cristo, símbolo que se les presenta como la sentencia fatal del festín de Baltasar. Y sin embargo, esta máxima les garantiza que no han de ser víctimas de las represalias de aquellos a quienes hoy persiguen; esta máxima debieran hacerla objeto de su culto. Pero no, una fuerza ciega les impele a rechazar lo único que pudiera salvarles.
¿Qué podrán contra el ascendiente de la opinión que les repudia? El Espiritismo saldrá triunfante de la lucha, no lo dudéis, porque está en las leyes de la naturaleza, y es por eso mismo imperecedero. Ved porque en multitud de medios, la idea se esparce y penetra en todas partes; estos medios, creedlo, no son fortuitos, sino providenciales, y si al principio parece deben servirles de obstáculo, es precisamente porque así ayudan a su propagación.
Dentro de poco surgirán campeones acreditados que apoyarán su autoridad en su nombre y en su ejemplo e impondrán silencio a los detractores, quienes no osarán calificarles de locos. Estos hombres harán sus estudios en el silencio y no se mostrarán hasta el momento propicio. Hasta entonces, es útil que permanezcan ignorados.

Dentro de poco veréis a las artes acudir al Espiritismo como una mina fecunda, y traducir sus pensamientos y los horizontes que descubre por la pintura, la música, la poesía y la literatura. Ya se os ha dicho que habrá un día para el arte espírita, como lo hubo para el arte pagano y para el arte cristiano, en que los más grandes genios se inspirarán en esta verdad. Pronto veréis los primeros resplandores y más tarde alcanzará el apogeo que debe alcanzar.

Espiritistas, el porvenir es vuestro y de todos los hombres de corazón, y de confianza. No os arredren los obstáculos, porque no hay ninguno que pueda obstruir los designios de la Providencia. Trabajad sin interrupción y dad gracias a Dios por haberos colocado a la vanguardia de la nueva falange. Este es un puesto de honor que habéis pedido y del que os haréis dignos por vuestro valor, vuestra perseverancia y vuestro desinterés. Aquellos que sucumban valerosamente en esta lucha contra la fuerza, obtendrán su galardón; a los que sucumban por debilidad o miedo, la confusión les rodeará en el mundo de los Espíritus. Las luchas son necesarias para fortificar el alma; el contacto del mal hace apreciar mejor las ventajas del bien. Sin las luchas que estimulan las facultades, el Espíritu se entregaría a una apatía funesta para su progreso. Las luchas contra los elementos desarrollan las fuerzas físicas e inteligentes; las luchas contra el mal desenvuelven las fuerzas morales.

(Paris. - Resumen de las comunicaciones dadas por monsieures M y T, en sonambulismo el 25 de abril de 1866)

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EN QUÉ SE BASA LA DOCTRINA                                    ESPIRITISTA

      La doctrina espiritista, en lo que concierne a las penas futuras, no se funda en una teoría preconcebida.-
      Como en sus otras partes, no es un sistema sustituyendo  a otro sistema, sino que todos los hechos se apoyan en observaciones, y esto es lo que constituye su autoridad.

      Ninguno ha imaginado que las almas, después de su muerte, vengan a encontrarse en tal o cual situación. Los mismos seres que han dejado la Tierra son los que vienen hoy a iniciarnos en los misterios de la vida futura, a describir su posición, feliz o desgraciada, sus impresiones y su transformación después de la muerte del cuerpo. En una palabra, a completar sobre este punto la enseñanza de Cristo.
      No se trata aquí de la relación de un solo espíritu, que podría ver los acontecimientos desde su punto de vista, bajo un solo aspecto, o estar todavía dominado por las preocupaciones terrestres, ni de una revelación hecha a un solo individuo que podría dejarse engañar por las apariencias, ni de una visión extática, que se presta a las ilusiones y muchas veces no es más que resultado de una imaginación exaltada, sino de innumerables ejemplos suministrados por toda categoría de espíritus, desde lo más alto hasta lo más bajo de la escala, con ayuda de innumerables intermediarios diseminados sobre todos los puntos del globo, de tal modo que la revelación no es privilegio de nadie, sino que cada uno está en disposición de ver y de observar, y nadie está obligado a creer en la palabra de otro.

El cielo y el infierno
Allan kardec



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 CADA UNO PUEDE Y DEBE EXPRESAR                          SU OPINIÓN

"Queda, pues, bien entendido, que cada uno puede y debe expresar su opinión; pero hay personas que discuten para imponer la suya, y no para esclarecer. Es contra del espiritu de oposición sistemática que nos levantamos; contra las ideas preconcebidas, que no ceden ni siquiera ante la evidencia. Tales personas indiscutiblemente son una causa de perturbación, que hay que evitar. A este respecto, las reuniones Espíritas están en condiciones excepcionales. Lo que ellas requieren sobre todo es el recogimiento. Ahora bien, ¿cómo estar en recogimiento si, a cada momento, somos distraídos por una polémicas? Si, entre los asistentes, reina un sentimiento de polemizar y cuando sentimos a nuestro alrededor seres que sabemos hostiles y en cuya fisonomía se lee el sarcasmo y el desdén por todo y cuanto no concuerde enteramente con ellos?
- Allan Kardec. Revista Espírita, diciembre de 1861.

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                   ¿Somos Médiums?

( Entrevista  de Luis Hu Rivas, para «La Revista Espírita»)



Inicio de la mediumnidad de Divaldo Franco

"Cuando contaba aproximadamente con cuatro años y medio de edad, cierto día por la mañana, mientras jugaba en la sala de entrada de mi casa, se me apareció una señora que me pidió que llamase a mi madre (Anna), que estaba en la cocina, puesto que deseaba hablarle. Me dijo que se llamaba Maria Senhorinha. Acto seguido llamé a mi madre y le informé al respecto. Ella acudió apurada y sin ver a nadie me reclamó, porque estaba muy ocupada, regresando a sus quehaceres domésticos. La señora, que permanecía en el mismo lugar, me repitió: «Llame a Anna y dígale que es Maria Senhorinha. Di (como era llamando en casa), yo soy su abuela». Como yo no conocía a ninguno de mis abuelos, ya que todos desencarnaron antes que yo naciera, no experimenté ninguna emoción, volviendo a llamar a mi madre con insistencia, quien vino a atenderme algo contrariada.

Le narré lo sucedido y ella se quedó sorprendida, al verificar que yo sabía el nombre de mi abuela, que nunca lo había mencionado, puesto que al nacer, su madre falleció víctima de fiebre puerperal, quedando huérfana y criada por una hermana mayor.

Viéndome que estaba pálido y algo agitado, me llevó a la casa de mi tía Edwiges, quien la crió y le explicó lo ocurrido.

Mi tía me preguntó a cerca de lo sucedido y le repetí conforme los hechos. Ella me interrogó: ¿Dónde se encuentra esa señora? Se quedó allá en casa respondí.

En ese momento la vi llegando, entonces lo informé. Mi tía me pidió que la describiera, lo cual hice con un lenguaje infantil, llamándome la atención algo que tenía en el cuello del vestido: un broche.

Ante lo ocurrido, mi tía confirmó: ¡Anna, es mamá! Ese camafeo fui yo quien se lo colocó en la indumentaria antes de ser sepultada.

A partir de ese momento, continuaron los fenómenos mediúmnicos hasta el día de hoy."


Los Médiums

La palabra médium viene del latín médium, medio, e indica precisamente el medio o puente por el cual los Espíritus pueden comunicarse con los hombres.

Todos somos médiums porque percibimos en mayor o menor grado la influencia de los Espíritus y porque transmitimos hacia el ambiente de la materia los más variados influjos de nuestro Espíritu, influenciando a los otros con nuestros pensamientos, actos y sentimientos.

1. Divaldo, si todos somos médiums, ¿a quién se debe aplicar el término «médium»?

En el sentido más profundo de la palabra médium, aunque todos poseen rudimentos de la facultad mediúmnica, genéricamente así denominamos a las personas portadoras de expresiones ostensivas, que tienen facilidad para comunicarse con los Espíritus, manteniendo un constante y continuo contacto con los mismos.

2. ¿Qué debemos hacer si detectamos la mediumnidad ostensiva en nosotros?

Debemos buscar inmediatamente conocer esta facultad, estudiando El Libro de los Médiums, de Allan Kardec, naturalmente después de haber tomado conocimiento de la Doctrina Espírita a través de El Libro de los Espíritus.

A medida que cada quien tome conciencia de las responsabilidades que le pesan sobre los hombros y del compromiso asumido con los Mentores Espirituales, debe dar inicio a la educación de la mediumnidad, participando de reuniones serias en organizaciones equipadas con los recursos necesarios.

3. En el caso de que no sintamos ningún tipo de manifestación espiritual, ¿algún día podrá aparecer dicha manifestación?

La mediumnidad, como lo definió el preclaro Codificador Allan Kardec «es una cierta predisposición orgánica», lo que equivale a decir que existen en el individuo órganos capaces de decodificar los contenidos provenientes de la interferencia de los Espíritus en nuestras existencias. Puede manifestarse en cualquier período de la jornada física, siendo de preferencia, en la infancia.

4. ¿Cuál es el camino que debe seguir todo médium?

Después de tener conciencia de las responsabilidades pertinentes, mediante el estudio y la reflexión de las lecciones edificantes del Espiritismo, mantener un comportamiento de acuerdo con el pensamiento espírita, de forma que se transforme en ejemplo dignificante, abrazando los valores morales y vivenciando la humildad, la pureza de sentimientos y el trabajo de dedicación al prójimo, encarnado y desencarnado.

5. ¿Cómo el médium es preparado en el mundo espiritual antes de reencarnar?

Cuando se trata de médiums trabajadores del Bien, antes de la reencarnación reciben directrices y orientaciones de seguridad para el buen ejercicio de la facultad.

Cuando se trata de médiums misioneros, en número más reducido, además del concurso de los Bienhechores Espirituales, son sometidos a un entrenamiento específico, recibiendo «baños» magnéticos en las áreas especiales del cerebro y de otros núcleos (chakras), con el fin de tener facilitadas las posibilidades de comunicaciones espirituales.

6. ¿Cuándo el médium puede publicar el contenido de los mensajes?

Cuando haya obtenido la suficiente experiencia, con una buena hoja de servicios prestados a la Causa, destituido de la vanidad de exhibir lo que no es de su procedencia, evitando los nombres de Entidades veneradas, presentando los mensajes a personas serias y conocedoras del Espiritismo, para la crítica saludable, y siendo portadoras de contenidos edificantes.

Es siempre un buen criterio esperar a que madure la facultad mediúmnica, mediante el ejercicio cuidadoso y entrenamiento continuo, sin dejar jamás de vigilar y orar.

7. ¿Cuál sería su consejo para los médiums?

Aunque no me sienta idóneo para dar consejos a los compañeros de mediumnidad, sugeriría que fuese mantenida la fidelidad doctrinaria al Espiritismo, evitando los modismos perturbadores, las discusiones estériles, el campeonato de la exhibición y de las disputas por lugares de destaque, la competitividad a través de la maledicencia con relación a los demás, nunca olvidando la simplicidad en el tratamiento con las demás personas.

De la misma forma, conducirse de manera que los nobles Espíritus encuentren facilidad para las comunicaciones, enriqueciéndolo de bendiciones de paz y buen ánimo para las luchas iluminativas.

Cuando sea atacado, jamás defenderse, no discutir con nadie, manteniéndose coherente con las enseñanzas de la Doctrina abrazada.

Serán las experiencias personales que equiparán a los médiums para una mejor y más feliz vivencia de su facultad, ejerciéndola al servicio de Jesús.

Entrevista de Divaldo P. Franco concedida a Luis Hu Rivas para «La Revista Espírita»

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