sábado, 8 de octubre de 2022

Contactos con el Más Allá

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- De la crisis al cambio

2.-Instintos y tentaciones

3.- Ante la pérdida de seres queridos

4.-Contactos con el Más Allá

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                DE LA CRISIS AL CAMBIO

                                                                      


                           El equilibrio entre las leyes de conservación y progreso


No hay cambio sin crisis.  

  El hombre y las instituciones, aunque tienden al progreso, tardan en superar las etapas a las que han llegado.

De la misma manera que existe una ley de progreso, perdura una de conservación. Ambas desempeñan papeles de importancia. Si aquella impulsa al hombre hacia adelante, ésta consolida sus conquistas. Si aquella escribe la fascinante aventura del hombre sobre la Tierra, ésta fortalece los valores atesorados. Si aquella asume riesgos, ésta recomienda prudencia.

Pero es inevitable, en la historia de cada individuo y de cada una de sus instituciones, el momento del choque de las dos tendencias.

Inevitable es también la crisis derivada del choque Sin ella los cambios no se operan.

Un movimiento de ideas de las dimensiones del espiritismo no es inmune al entrechoque de los pensamientos, ni a la crisis, ni tampoco a los cambios.

Es cierto que en la base del pensamiento espírita existen sólidos principios que guían e identifican su filosofía. Pero los principios, aunque básicos, no pueden dar lugar al estancamiento del proceso de expansión de la propia comprensión y aplicabilidad de aquellos postulados.

Inmortalidad del espíritu, comunicabilidad, evolución a través de vidas sucesivas, son principios generales, de carácter permanente, grabados en nuestras conciencias y a los cuales llegamos por la vía de la racionalidad. Su comprensión, sin embargo, y su aplicación a la vida pueden servir tanto para la cristalización de ideas y procedimientos, como para el progreso y la actualización constantes.

En tiempos pasados, estos mismos principios se constituían en conceptos privilegiadamente compartidos por unos pocos iniciados que los guardaban bajo siete llaves.

 Su vulgarización es obra de religiones que, arbitrariamente, se apropiaron de ellos, rodeándolos  por el misterio de la sacralidad y lo sobrenatural.

La propuesta espírita es insertar a Dios, la inmortalidad y la idea de la vida futura en un mismo concepto de naturalidad y vida.    Sólo así estos principios se dinamizan y operan el efecto  objetivado por el espiritismo: la mejora del hombre y del mundo.

A pesar de la claridad de esta propuesta, el movimiento que institucionalizó el espiritismo lo hizo fascinado por una visión religiosa de sus principios.

Visto religiosamente, el espiritismo se disocia de la vida, que no es religiosa, sino natural.

Visto como ley natural, él ilumina la vida en todas sus manifestaciones, haciéndose dinámico como ella misma.

Es claro que esa visión natural de dogmas aprisionados durante siglos por las religiones como bienes de su exclusiva propiedad y administración, genera crisis. La crisis del cambio.

Incluso porque también se ha dogmatizado la idea de que el bien y la virtud son valores religiosos, cuando, en verdad, son conquistas que surgen de la propia comprensión de la vida, en su dinamismo e integralidad.

Al cristalizar la visión religiosa del espiritismo, el movimiento dio lugar al desequilibrio entre la ley de conservación y la del progreso.

La reacción que a esto hicieran, a lo largo del camino del espiritismo, algunos de sus segmentos, entre los cuales, y vigorosamente, CEPA, siempre dio lugar a crisis. Como regla general, estas crisis han producido y continúan produciendo cambios.

Vivimos, en el movimiento espírita contemporáneo, un típico momento de cambios.

Milton R. Medran Moreira                                                                                                              Asesor de Relaciones Internacionales de CEPA

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                            INSTINTOS Y TENTACIONES

Según la doctrina común, el hombre posee en sí mismo todos sus instintos. Éstos procederían, o de su organismo, del cual no podría ser responsable, o de su propia naturaleza, en la que puede buscar una excusa que lo satisfaga personalmente, alegando que no es culpa suya que sea él así. Con toda evidencia, la Doctrina Espírita es más moral. Admite en el hombre la existencia del libre albedrío en toda su plenitud. Y al decirle que si procede mal está cediendo a una mala sugestión extraña, le deja toda la responsabilidad del hecho, pues le reconoce el poder de resistir, cosa evidentemente más fácil que si tuviera que luchar contra su propia naturaleza. Así pues, conforme a la Doctrina Espírita no hay tentación que sea irresistible. El hombre puede siempre hacer oídos sordos a la voz oculta que en su fuero interno lo está incitando al mal, como podrá asimismo desatender la voz material de alguien que le hable. Lo puede por su voluntad, pidiendo a Dios la fuerza necesaria para ello y reclamando al efecto la ayuda de los buenos Espíritus. Es lo que Jesús nos enseña en el sublime ruego de la oración dominical, cuando nos hace decir: “No nos dejéis caer en tentación, mas líbranos del mal”.


EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC

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   ANTE LA PÉRDIDA DE SERES QUERIDOS

                                                                   


No cabe duda que el Espiritismo entiende la existencia en la Tierra como una etapa de nuestra vida como espíritus inmortales. Como bien consta en el libro “Cielo e Infierno”, en el capítulo II de la primera parte, los espíritas esperan la muerte del cuerpo como un “amanecer después de una noche tempestuosa”. Pero si los espiritistas tienen esta visión de la existencia terrenal, ¿por qué suelen llorar cuando un ser querido desencarna?

Por supuesto, no existe una respuesta única que pueda predecir lo que sucede en el corazón de cada uno de nosotros cuando “perdemos” a un ser querido. Sin embargo, una respuesta razonable al llanto sería la nostalgia¹, compatible con la certeza de que tus padres, abuelos, hermanos o amigos están realmente vivos, sin el cuerpo físico. El sentimiento es similar al de una madre que no quiere ver a su hijo que se ha mudado al extranjero por un largo período de tiempo. Está segura de que volverá a encontrar a este ser querido. No sabe con certeza cuánto tiempo tendrá que esperar, pero no tiene dudas de que en el futuro lo abrazará. Similar a alguien que se despide de un familiar que trabaja “a bordo”. Cuando ve alejarse el barco en el horizonte, lo pierde de vista… pero está seguro de que está en un lugar seguro, aunque los ojos no puedan ver.

El llanto que muchas veces baja de los ojos debe retratar el anhelo impuesto por la distancia física, debido al apego a las sensaciones de la carne que nosotros, espíritus en evolución, aún guardamos dentro de nosotros². Por otra parte, la tranquilidad es el resultado de la certeza de la inmortalidad del alma y del futuro reencuentro, un día, en la verdadera vida. El consuelo proviene de la cercanía espiritual a través del pensamiento, la oración y las vibraciones positivas. Además de la certeza de que el ser querido está muy bien apoyado en esta nueva etapa del camino. Sobre esta dualidad entre el anhelo natural y el dolor incesante, los espíritus aclaran que es esencial el equilibrio, fruto de la fe en el futuro y de la confianza en Dios, como pregunta 936 del “Libro de los Espíritus”: 936. sentimientos inconsolables de quien sobreviven se reflejan en los Espíritus que las provocan?

El Espíritu es sensible a recordar y extrañar a los que le fueron queridos en la Tierra; pero un dolor incesante e irrazonable lo toca dolorosamente, porque, en este dolor excesivo, ve falta de fe en el futuro y de confianza en Dios y, en consecuencia, un obstáculo para el avance de quienes lo lloran y quizás para su reencuentro con a ellos. Por nuestras limitaciones, aún no podemos hacer “esa fiesta” en el momento de la partida, como cuando llegan nuestros seres queridos, o mejor dicho, renacen entre nosotros. Pero si esto aún no es posible, ya estamos satisfechos, felices por el final de otro ciclo y el comienzo de una nueva etapa en la vida de quien amamos.

No juzguemos a nuestro prójimo diciendo que por creer en el Espiritismo no puede ni debe llorar ante la desencarnación de alguien a quien ama, porque llorar en sí mismo no es sinónimo de desesperación o de incredulidad en la inmortalidad del alma. Que podamos consolarnos y compartir amor en este momento, como verdaderos espíritus³. Que el fragmento de la letra de la canción espírita “Si me voy antes que tu” traiga consuelo en este momento de separación temporal.

SI ME VOY ANTES QUE TU (Autores: Vinícius Oliveira y Gabriela De Carli)

Si me voy antes que tú te pido, hazme un favor, Llora de nostalgia Y no… ¡no estés triste! El sol que se pone en el horizonte sale ahora al otro lado de las montañas Y volverá a salir mañana. Y hasta entonces, nos vemos pronto.
(…) Recuerda que no estás solo, recuerda que nada ha cambiado, seguimos juntos por amor.
No tengas miedo, adelante. Un día nos volveremos a ver. (…).

Los grados:
¹ Emmanuel habla de la nostalgia en este contexto en la respuesta a la pregunta 329 del libro “El Consolador”, psicografiado por Chico Xavier, alertándonos que en los espíritus superiores tal sentimiento tiene otra connotación, sublime y más fuerte, pues nace de una sensibilidad eso también es superior.

² El Tema 21, titulado “Pérdida de Personas Amadas”, del Capítulo V de la ESE, enfatiza la importancia de la oración como fuente de consuelo en este momento: Tú que comprendes la vida espiritual, escucha los latidos de tu corazón llamando a estos al bienestar. seres amados, y si pidiereis a Dios que os bendiga, sentiréis en vosotros fuertes consuelos, de esos que secan vuestras lágrimas; sentiréis aspiraciones grandiosas que os mostrarán el futuro que el soberano Señor os ha prometido. – Sanson, ex miembro de
la Sociedad Espírita de París. (1863.)

³ En relación al llanto por la desencarnación de un ser querido, Emmanuel trae una lección preciosa en el mensaje cuyo título es “Mortos Amados”, del libro “Na Era do Espírito”, psicografía de Chico Xavier, Editor del GEEM: (…) Llora, cuando no puedas evitar el llanto que brota de tu alma; empero, convertid vuestras propias lágrimas en bendiciones de trabajo y oraciones de esperanza, en la medida de lo posible, ya que todos escuchan vuestro corazón en la Vida Superior, deseosos de reunirse con vosotros para el reencuentro en el trabajo de su propio perfeccionamiento, en busca de amor sin adiós.

- Renata Mendes- 

Trabajo tomado de "Espiritismo del alma".


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                                  CONTACTOS CON EL MÁS ALLÁ


Acontece bastante a menudo que dormitando, se oyen palabras claras, nombres, algunas veces frases enteras y bastante fuerte, que nos despiertan con sobresalto. Aunque puede suceder que en ciertos casos, esto sea una manifestación muy real. Este fenómeno nada tiene que sea bastante positivo para que no se pudiese atribuir a una causa análoga a la que hemos manifestado en la teoría de la alucinación, capítulo VII, nº 111 y siguiente. Además de que lo que se oye de esta manera no tiene ninguna ilación; no sucede lo mismo cuando uno se despierta de repente, porque entonces si que es un Espíritu quien se hace oír, casi siempre se puede intercambiar algunos pensamientos y mantener una conversación regular.

Los sonidos espíritas o pneumatofónicos, tienen dos maneras bien claras de producirse: algunas veces es una voz íntima que resuena en el interior, pero aunque las palabras sean claras y distintas, sin embargo nada tienen de material; otras veces son exteriores y tan distintamente articuladas, como si proviniesen de una persona que estuviese a nuestro lado.

- El Libro de los Médiums, cáp. XXII-

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