jueves, 13 de octubre de 2022

Ley de Evolución y Progreso

  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- En la hora de la muerte

2.- La recriminación y el suicidio

3.- Desobsesión: Psicoterapia espiritual

4.-  Ley de Evolución y Progreso


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EN LA HORA DE LA MUERTE

En el momento de la despedida, no hay nada que pueda compararse con la sorpresa de la continuidad de la vida.
Todavía hoy, más de cuarenta años después de mi despedida, y por muy adaptado que esté a este lado, y lo estoy, sigue resonando en mi corazón cuando recuerdo el momento de aquel "adiós", que hoy sé que fue un ¡hasta pronto!
La muerte es tan sorprendente, porque cuando uno fallece, queda ese sentimiento de querer revelar al mundo su profundo misterio para los que se quedaron en la estación material.
Recuerdo que en algunos momentos de mi traslado aquí, en las horas más difíciles me puse a gritar: "Estoy vivo, te veo, te extraño...".
Quiero explicarlo de forma más sencilla: es como si hubiera "hilos" invisibles de amor que no se rompen, cuando ya no formamos parte del grupo de los "vivos", los que se quedaron en la "estación de despedida".
Funciona así: Cuando alguien piensa en nosotros con amor y afecto, estos "hilos" vibran en ambos lados y experimentamos alegría y paz, aunque hay anhelo.
Cuando los pensamientos son de desesperación, estos "hilos invisibles" se vuelven densos y elásticos y nos arrastran por los caminos de la amargura, las lágrimas y la revuelta.
Es como sentir una atracción muy fuerte y, por mucho que queramos, es difícil resistirse.
Sólo el tiempo puede ajustar estos "hilos invisibles".
La aceptación con gratitud acomoda todo a su debido tiempo.
Lo que más he observado en estos días de transición es la falta de espiritualidad en el corazón de las personas.
Muchos jóvenes llegan aquí con densos lazos que los atan en la retaguardia de los placeres y las adicciones.
Además de las intensas luchas por superar la revuelta familiar, lo más grave es la falta de preparación para vivir el momento del adiós.
¿Aún no ha comprendido el hombre que no está en la Tierra para quedarse?
Todo el mundo vivirá su despedida, porque este momento forma parte de la vida.
Algunos tienen su momento de forma repentina y sorprendente, otros se despiden cuando la enfermedad supera sus fuerzas físicas.
Ser consciente de la posibilidad de salir en cualquier momento debería aumentar el sentimiento de fraternidad entre las personas.
Debemos aprovechar cada momento para amar sin cobrar y sin exigir.
Cuántos dolores, cuántas lágrimas, cuánta rebeldía en la vida de los que se creen dueños de las cosas del mundo.
Los equipos espirituales se despliegan en acciones de emergencia para minimizar la locura que sobreviene a una familia cuando alguien vive la hora del adiós.
Siempre falta algo, un abrazo que no se dio, un sentimiento no resuelto, una palabra olvidada.
Estoy aquí sin el cuerpo físico y lo que nos une es el psiquismo del médium que escribe lo que te estoy pasando, cree en estas palabras.
No desprecie estas señales de advertencia.
Vive con un profundo respeto por la vida, por las personas que te rodean, por el planeta que te acoge.
Nunca te imagines superior a nadie, cuanto más nos creamos superiores a los demás, mayor será nuestra decepción cuando descubramos que en realidad sólo tenemos el amor que llevamos en el corazón.
Cada palabra, cada gesto desafortunado llama a las puertas de nuestra conciencia a la hora del adiós.
Es algo sorprendente la velocidad de nuestros pensamientos, y la capacidad del espíritu para revisar sus registros emocionales.
En este mismo momento, en el instante en que usted lee este mensaje, miles de personas en todo el mundo están viviendo el momento de su despedida.
Tal vez incluso alguien que conoces.
Intentemos vivir en plenitud, en comunión con Dios, en sintonía con lo que es bueno.
Cuando llegue el momento de cruzar la aduana de la muerte, lo que llevemos en el corazón será el pasaporte a la paz.
A la hora de la despedida vendrás solo a tu verdadera patria.
Disfruta de cada nuevo día, porque nadie sabe cuándo llegará el momento de decir adiós.
¡Vive en la fe, vive en el bien!
Extraído por Johnny M. Moix de: https://espiritas.es

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            LA RECRIMINACIÓN Y EL                     SUICIDIO

El suicidio es un acto grave para el que debemos tener una amplitud de espíritu y una actitud de comprensión y tolerancia. Sabemos que poner fin a sus días, es interrumpir una evolución que de todos modos tendrá que continuar. Sabemos el riesgo de encontrarse después de esta desencarnación en un estado de turbación más o menos profundo; resumiendo, sabemos que el suicidio no arregla nada, pero al mismo tiempo conocemos la dificultad y el dolor de vivir ciertas existencias.

Los espíritus no han dejado de llamar nuestra atención respecto a las verdaderas causas del suicidio. Léon Denis, en un mensaje de 1989, viene a establecer un diagnóstico espírita sobre este asunto. He aquí sus palabras: “Estamos frente a un problema real que no puede resumirse en una respuesta moral simplista. Dios no prohíbe el suicidio, pues solamente el hombre es responsable ante su muerte, el suicidio no es pues un acto inmoral y no debe ser considerado como una falta. El suicidio es un estado de desamparo enfermizo cuyas causas son a menudo extrañas al sujeto que va a cometer ese acto.

Las principales causas del suicidio son las siguientes: la falta de amor procedente esencialmente de la familia, de los amigos cercanos que no lo son o que ya no lo son más; el decaimiento en el trabajo si el trabajo es envilecedor, repetitivo y vuelve al espíritu esclavo; el sentimiento de inutilidad en una sociedad no igualitaria que no reconoce el valor de un hombre sino su éxito financiero, tratando al otro de «fracasado»: este adjetivo hace mucho mal y mata ; el sentimiento de inferioridad, marcado por el odio social y la negativa de las diferencias, y por último el despertar repentino de una vida anterior ya suicida podría llevar a una neurosis obsesiva que conduce al acto. En realidad, y en la mayoría de los casos, el suicidio es un crimen familiar, social y político. Es pues tiempo de considerar la desesperación como un llamado a la esperanza, es pues tiempo de considerar el suicidio como una enfermedad del alma que se ahoga en el cuerpo social. No comprometáis nunca vuestro porvenir en este campo, pues la ausencia de amor es una enfermedad que acecha a todos los hombres”.

No maltratéis aquellos que se equivocan, que  no aciertan en su  forma de comportarse, están los que siendo padres fracasan en su función educadora, están los que en su misión de  amigos, defraudan la amistad con la traición despiadada, están los que en su función  de médicos  por su poca dedicación a la tarea de  curar y sanar, se  equivocan por no prestar la debida medicación, enfermando aun más a los que acudieron para que los cure, todos tenemos una labor y una tarea  que no siempre efectuamos debidamente, y lejos de emitir la reprobación es un deber  el tratar con la dulzura reparadora y animadora, desechando el látigo de la reprimenda rígida, que hace al enfermo lanzarse muchas veces a la desesperación, al suicidio, sin apenas hacer ruido.

Procuremos aliviar  a los que enferman, o no cumplen bien su cometido, acordémonos del Padre que apiadado de sus criaturas no deja a nadie desamparados dejados a su suerte.

 El reproche a la ingratitud es una animación para la caída incontrolada en la desesperación, en cambio el amor hace el milagro de animar al enfermo para que de nuevo  recobre la salud, y la esperanza en un mañana más esclarecedor y más luminoso. Nadie debe entregarse a la desesperación ella es mala consejera, ni tampoco ofrecer la  recriminación a los hermanos desafortunados, siempre hemos de emitir un hilo de esperanza, de luz para que el enfermo se anime y deje de verse como  un vicho raro, que no merece la conmiseración.

El suicidio es un acto de cobardía, y no debemos reflejarlo como solución a nuestros problemas, él por el contrario los agrava, nos encierra en la cárcel de la amargura, del fracaso, de la desesperación, lejos de encontrar en la muerte el fin con todo, nos pone frente al verdugo de nuestra conciencia haciéndonos sentir de nuevo el mismo mal, más acentuado, menos fácil de solución, agravado por nuestra actitud que nos hace revivir el instante de la muerte y sus efectos dañinos en nuestro organismos periespiritual, que los siente y manifiesta con más intensidad.

Amemos la vida, hasta el punto de que si ella no nos sonríe, nosotros si que  lo hagamos, ofreciéndole luz y coraje para enfrentarla en toda sus manifestaciones, porque debemos recordar que Dios no nos da una cruz que no podamos portar sobre nuestros hombros, eso nos debe animar a estudiar todas las oportunidades bajo un prisma de ánimo y esperanza, sin creer que todo está perdido, por nuestro mal actuar, todo lo que tenga que ser será, y mucho más si está escrito en el libro de nuestra vida, aquel que  comenzamos a escribir y en el cual anotamos nuevos datos conforme la vida se desarrolla sea de luz o de  sombras, todo queda escrito y nada se perderá, no esperemos a ser más adultos para comenzar la tarea de nuestra redención la vida pasa deprisa y no podemos esperar a que el tiempo pase sin productividad positiva que nos pueda vivificar el espíritu, que en fin es el que permanece siempre pese a que no nos guste. Nadie muere, solo por esa gran verdad, debemos ser fieles a nuestro organismo físico, tratándolo como es debido, para que al volver al otro lado de la vida, cuando miremos nuestro comportamiento sobre la verdad de la vida, podamos sentir que fuimos fuerte y que pese a todas las contrariedades supimos mantenernos en pie, intentando por todos los medios llegar hasta el fin, no el fin marcado por nosotros, y si el fin que Dios nos señalo para volver a la patria del espíritu.

Si tu estas perdido, despreciado por los que te rodean, no dudes en consolarte con Jesús, El, fiel cumplidor de Su tarea Redentora, en su Evangelio de Amor, te da la oportunidad de esclarecerte y de proporcionarte una respuesta acertada para tus pesares, perdona sin dudarlo a aquellos que no te comprenden, piensa que un día  tendrán la oportunidad de comprender que los que se equivocan y caen deben ser levantados y nunca recriminados. La recriminación en un mal que muchos sufren y  a través del cual se arrojan a la desesperación una puerta farsa, por la que entramos al foso de las lamentaciones, donde la comprensión de nuestra cobardía, nos lleva a desesperarnos aun más.

Frente a la imperfección de aquello que te rodean, ofrece el ejemplo oportuno, la palabra edificante, la llamada de atención en tu gesto amable, de amor y de ternura, y sentirás un día la alegría y el bienestar de haber servido a la causa de Cristo, con amor y dedicación, y no con el látigo de reproche que puede siempre agravar y generar un mal mayor, del cual aunque tú no lo hayas cometido, influenciado por ti, arrojaste al desespero a tu atribulado hermano, que no supo soportar tu descaro tu recriminación. Es como tratar al enfermo en vez de con la medicina que cura, con el analgésico severo que lo puede empeorar aun más. 

Acordémonos de la conducta de Jesús ante los pecadores, que era siempre de amor y luz, frente a la pecadora el se dirigió a los que la acusaban, diciéndoles que los que estuviesen libres de culpas le lanzasen la primera piedra. Todos portamos  la imperfección, y si queremos comprensión, hemos de ofrecerla, por eso amemos a los débiles y ayudémosles, no desechándoles de nuestro lado, Dios nos ha puesto en la Tierra a todos juntos, para conseguir el mismo fin, que es llegar a El, ofreciéndonos el libre albedrio, para que nunca podamos echar a nadie la culpa de nuestros pesares y desequilibrios. Solo en la amonestación severa, encontraremos el látigo de la desesperación que nos acusará de haber causado males mayores y del cual sentiremos nuestras culpas.

 

Trabajo realizado por Merchita de su sentir. 

                                                              

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      DESOBSESIÓN: PSICOTERAPIA ESPIRITUAL

                                         

El hombre es un paradigma situado entre dos aspectos yuxtapuestos de la realidad: el plano físico y el espiritual.

La Doctrina Espírita vino a anunciar que comenzaba un tiempo nuevo, no solo en el terreno de la necesaria renovación moral, sino también en el campo de la ciencia humana, pues a pesar de sus conquistas, le era y le es imperioso aún, imprimir un cambio más: la ineludible hora de modificar las teorías clásicas, válidas durante un tiempo, sobre la energía y la materia, que desmoronaba el dogma de la indivisibilidad del átomo mucho antes de las primeras consideraciones de la cuántica.

Existe la comunión de pensamiento como producto de una ley natural, y la sigue habiendo una vez la persona pasa el umbral que culturalmente entendemos como muerte.

Los "muertos" y los "vivos" permanecen unidos por la misma ley de atracción que mantiene a los satélites y a los planetas en una misma órbita.

La marcha de quien abandona el cuerpo es siempre aparente; abandona la configuración biológica que envolvía su ser... pero al mismo tiempo, continúa inmerso en la vida.

La diferencia entre el hombre y el Espíritu es puramente cuántica.

El Espiritismo nos enseña algo que ya sabían los iniciados de pretéritos cultos, al margen de la ortodoxia oficial: que la comunicación entre los que se van y los que se quedan, prosigue. Y esto, una veces para bien y otras para mal, en analogía a como sucede en nuestro día a día, donde las personas son capaces de establecer vínculos de lo más ennoblecedores, como también, a veces, asociaciones malsanas... Y esto es así desde que el ser humano despertó en nuestro mundo.

Todos guardamos lazos con ese Más Allá, tan próximo a nuestra realidad, más aparente y cotidiana, y la calidad positiva o perjudicial de ellos depende de dos factores: la naturaleza de nuestros pensamientos, que por Ley de Sintonía atraerán aquellos afines emitidos en la misma frecuencia, y aquellas tareas pendientes que a nivel de relaciones, dejamos sostenidas en pasadas existencias, las mismas que por Ley de Acción y Reacción, retornan a nuestro mundo íntimo, exigiendo reparación.

El Espiritista sabe que los lazos del amor se extienden más allá de esta vida, desafortunadamente de manera parecida los lazos de odio, son a veces tan fuertes, que perviven durante muchas existencias, hasta que "deudor" y "verdugo", son colocados en la misma sintonía, con la única finalidad de la compasión y el perdón.

En esto consisten las tareas espíritas de desobsesión: liberarnos de las cargas, (abusos y desaciertos) del ayer, y liberarnos de las heridas del pasado.... heridas que a menudo eclosionan, como trastornos  y neurosis de variada etiología.

En una sesión espírita de carácter mediumnico, son esclarecidas tanto entidades desorientadas, como aquellas que permiten hacer daño ( consciente o inconscientemente), al encarnado al que se imantan.

Con Kardec y la vasta literatura espírita estudiamos y reflexionamos sobre ese gran contingente de mentes, que una vez regresan a la esfera espiritual, se demoran entre las dos dimensiones de la vida, vinculados mental y /o emocionalmente a aquellos que aún están encarnados en la esfera terrenal, constituyendo esta imantación psíquica una pandemia casi desconocida y uno de los más grandes y antiguos flagelos de la humanidad.

A menudo, determinadas obsesiones no terminan con la extinción del cuerpo, sino que forman parte del patrimonio mental de algunos espíritus perturbados que persisten al otro lado, uniéndose a otras mentes desajustadas y provocando entre los hombres los más diversos cuadros de neurosis, depresiones, suicidios, etc que encuentran en la terapia espírita el medio más adecuado e integral para su tratamiento.

Solo en la Doctrina Espírita, el patrimonio psíquico-mediúmnico, presente en todas las culturas, se dignifica y ennoblece, hasta el punto dde colocarse al servicio del necesitado, no solo del cuerpo, sino del alma... realizando una elevada y casi desconocida labor de gran utilidad pública

Estudiando el Espiritismo en sus vertientes filosófica, moral y científica, comprendemos que el esfuerzo de la ciencia materialista y del quimismo, como simple tratamiento, pues en muchos casos, resulta del todo inútil al no alcanzar la matriz del trastorno, que es la parasitosis psíquica que algunas mentes establecen con elementos efectivos de su pasado anterior.

Gracias a la llegada de la Doctrina de los Espíritus, la mediumnidad es ahora apartada de lo meramente adivinatorio, enfocándose como recurso ennoblecedor de la criatura humana, y como valioso paradigma que es, capacitado para abrir caminos en las ciencias de la salud y aportar a la Psicología la renovación necesaria para su papel más útil.

- Juan Manuel Ruiz González-

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 LEY DE EVOLUCIÓN Y PROGRESO 

La evolución es una fuerza conductora e impulsora de la Ley del Amor, que plasma y estructura todo lo material y sirve para impulsar el progreso espiritual, conduciendo y sintonizando al ser humano hacia mundos más elevados, puros y sabios, en un periodo de crecimiento del alma, continuo, lento, largo, pero inexorable.

Supone un proceso continuo de transformación hacia formas más complejas en lo morfológico y un proceso de desarrollo constante en lo psíquico, que no culmina con el hombre, sino que va más allá de él.

Toda manifestación de vida está en constante movimiento y transformación, como vemos en los muchos casos de mutaciones genéticas que constantemente aparecen en la Naturaleza de forma espontánea, aunque estas mutaciones están reguladas y encauzadas por medio de la Ley de Selección Natural.

Las formas materiales son solamente un medio para que el espíritu evolucione, reflejando el progreso en las formas materiales que anima.

Según biólogos y filósofos, la evolución afecta no solamente a los organismos vivos, sino a todo en el Cosmos. Este es un proceso gradual, comenzando en la naturaleza inorgánica, y alcanzando hasta el ser humano con toda su cultura e historia, y afecta a los dos planos, físico y espiritual.

La evolución se produce siempre en sentido progresivo y nunca retrógrado, tanto cuando el alma está encarnada como cuando lo está desencarnada en el plano espiritual correspondiente, pues ambas situaciones son fases sucesivas de la vida continua, que se extiende tanto dentro del espacio sin tiempo de los mundos espirituales, como a lo largo del tiempo durante muchas vidas en la materia, vividas en los diversos planos o mundos físicos. Los planetas son lugares de aprendizaje para el Espíritu, y sus habitantes y ambientes son los adecuados al nivel evolutivo de los Espíritus que los habitan, debiendo esforzarse en la conquista de su evolución a través de muchas vidas, luchas y experiencias, alcanzando un desarrollo moral y espiritual paralelos y acordes al nivel medio de los demás Espíritus encarnados en su mundo. El desarrollo espiritual solamente lo puede ir realizando por medio de las insustituibles experiencias que le proporcionan las vidas en el plano físico.

Esta ley conduce al Espíritu  a través de múltiples existencias, desarrollándose y perfeccionándose, dando así lugar a personalidades cada vez más destacadas, porque el Espíritu necesariamente está destinado a progresar y perfeccionarse en los diversos aspectos positivos que finalmente se funden en un Todo: Ciencia, Moralidad, Armonía, Sabiduría y Amor, caminando así a la Perfección en todos estos aspectos y a la unión mística con la Fuente de Origen, conquistados por su esfuerzo y tesón.

Todos nacemos con los talentos, capacidades y poderes adquiridos en otras vidas, pero con el paso del tiempo, finalmente llegará un día en que los seres humanos que actualmente evolucionamos en este planeta, nos igualaremos en el nivel espiritual, uniéndonos en armonía de Amor y de Unión Mística o Comunión.

En nuestro globo, la vida apareció al principio en sus aspectos más sencillos y elementales que se fueron desarrollando poco a poco, en una progresión constante, desde unas formas más simples a otras más complejas y perfectas. La cadena evolutiva ascendente alcanza todas las creaciones, desde el mineral hasta el ser humano, por lo que se deduce que el alma se elaboró partiendo de sus experiencias en organismos rudimentarios. Acorde a esto, hay un adagio chino que dice: "La consciencia y la vida, duermen en la piedra, sueñan en la planta, despiertan en el animal y saben que están despiertas en el hombre".

Cuando el alma habita todavía formas animales, se podría considerar como un alma en embrión, un proyecto de alma humana en el futuro, que ya siente, pero que no razona ni tiene conciencia de sí misma. En el ser humano este alma ya ha adquirido conocimiento, razón y consciencia, con sentido del deber y de la responsabilidad moral.

La evolución dio paso de unas especies a otras, hasta llegar al ser humano, que comenzó a serlo cuando comenzó la evolución de su "Chispa Divina", en una especie de primates humanoides, que nos legaron un cuerpo y unos instintos que al paso del tiempo, por evolución ha ido modificando, diferenciándose por ello en lo morfológico y en lo psíquico de aquellos primates antepasados nuestros, así como de los demás animales. Una vez conquistado el nivel de su etapa hominal, el alma ya no puede retrogradar o descender a etapas anteriores en el reino animal, pues la evolución solamente actúa de forma ascendente y progresiva, de modo que el Espíritu va perfeccionándose un poco en cada vida, subiendo peldaño a peldaño la infinita escalera de la evolución, pasando así por múltiples vidas en múltiples mundos adecuados a su nivel evolutivo y adquiriendo cada vez un mayor nivel de expansión de Conciencia, de Sabiduría y de Amor, al tiempo que va dejando en cada existencia material algo de lo malo e imperfecto que aún queda en él.

Los vicios que no domina en una vida, los arrastra a la siguiente, y cuando es lo bastante fuerte para dominar los problemas que se presentan en las vidas, deja de padecerlos en las siguientes existencias, o sea, que las dificultades mientras que no se vencen totalmente no dejan de ser dificultades pendientes de superar.

El Espíritu se ve afectado por la misma dinámica evolutiva de la Naturaleza; vemos que esta tiene tendencia a manifestarse cíclicamente, lo cual también afecta al Espíritu en su evolución, de modo que este se manifiesta también cíclicamente en la materia.

Mientras estamos en la vida física, también tenemos evidencia de la evolución humana y física que experimentamos: Como prolongación de la vida espiritual que vivimos en los planos o mundos espirituales, accedemos a la vida física tomando el cuerpecito de un bebé; después cambiamos su aspecto por el de un niño; luego lo cambiamos por el de adulto; más tarde lo volvemos a cambiar por el de anciano; en un paso siguiente abandonamos el de anciano y seguimos solamente con el cuerpo espiritual, para luego recomenzar de nuevo el ciclo descrito a través de muchas vidas y muchos mundos, hasta que todos estos aprendizajes no sean ya necesarios por tenerlos ya asumidos, en cuyo momento prescinde definitivamente de los cuerpos físicos que le acompañaron durante sus pasos por el plano físico. El alma entonces, puede continuar su evolución a través de otros planos espirituales superiores, asumiendo un estado angélico definitivo.

- Sebastián de Arauco-


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