domingo, 25 de octubre de 2020

Las Oraciones por los difuntos

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- La Oración por los difuntos

2.- Testimonio desde el "Más Allá"

3.- Memoria extracerebral y Reencarnación

4.-¿Penas eternas?- Visión espírita

5.- El sufrimiento y las cárceles





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CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS.                             FUNERALES 

                             ORACIONES POR LOS FINADOS

664 – ¿Es útil orar por los muertos y por los Espíritus que sufren, y en ese caso, cómo pueden proporcionarle alivio nuestras oraciones y abreviar sus sufrimientos? ¿Tienen el poder para hacer que se desvíe la justicia de Dios? 

La oración no puede producir el efecto de cambiar los designios de Dios, pero el alma por la que se ora, experimenta alivio, porque es un testimonio del interés que se le da, y el infeliz se siente aliviado siempre que encuentra almas caritativas que se compadecen de sus dolores. Por otra parte, por medio de la oración se le excita al arrepentimiento y al deseo de hacer aquello que es necesario para ser feliz. En este sentido es como puede abreviarse su pena, si a su vez secunda con su buena voluntad. Ese deseo de mejorarse, excitado por la oración, atrae antes que a Espíritus que sufren, a Espíritus mejores que vienen a ilustrarle, a consolarle y a darle esperanza. Jesús oró por todas las ovejas descarriadas, mostrándoos con eso, que seríais culpables, si no lo hicieseis por aquellos que más lo necesitan. 

665 – ¿Qué debe pensarse de la opinión que rechaza la oración por los muertos, porque no está prescrita en el Evangelio? 

– Cristo dijo a los hombres: “Amaos unos a los otros”. Esta recomendación encierra la de emplear todos los medios posibles de demostrarles afecto, sin entrar con ello en ningún detalle sobre la manera de alcanzar ese objetivo. Si es verdad que nada puede impedir al Creador de aplicar su Justicia, cuyo modelo es, a todas las acciones del Espíritu, no es menos cierto que la oración que le dirigís por aquel que os inspira afecto es para él una prueba de que le recordáis, que sólo puede contribuir para aliviar sus sufrimientos y consolarlo. Desde  el momento en que da señales del más leve arrepentimiento, y solamente entonces, es socorrido. Pero nunca se le hace ignorar que un alma simpática se ocupó de él y le deja el dulce pensamiento de que su intercesión le ha sido útil. Resulta necesariamente, de su parte, un sentimiento de gratitud y de afecto hacia el que le ha dado esa prueba de amis-tad o de piedad, y por consiguiente, el amor que Cristo recomendó a los hombres no hace sino aproximarlos. Por tanto, los dos han obedecido a la ley de amor y unión de todos los seres, ley divina que debe conducir a la unidad, objetivo y fin del Espíritu (1). 

666 – ¿Se puede orar a los Espíritus? 

– Se puede orar a los buenos Espíritus porque son los mensajeros de Dios y los ejecutores de su voluntad; pero su poder está en razón de su superioridad y depende siempre del Señor de todas las cosas, sin cuyo permiso nada se hace y por esto las oraciones que se le dirigen sólo son eficaces si son agradables a Dios.

-El Libro de los Espíritus- Allan Kardec


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TESTIMONIO DESDE "EL MÁS ALLÁ"


Burdeos, abril de 1 862
“Soy un espíritu olvidado desde hace muchos siglos. He vivido en la Tierra en la miseria y el oprobio. He trabajado sin descanso para llevar cada día a mi familia un pedazo de pan insuficiente. Pero amaba a mi verdadero dueño, y cuando el que me cargaba en la Tierra aumentaba el peso de mi dolor, decía: Dios mío, dame la fuerza de soportar este peso sin quejarme. Expiaba,amigos míos, pero al salir de esta ruda prueba, el Señor me ha recibido en la paz, y mis fervientes votos han sido para reuniros a todos a mi alrededor, mis queridos hijos y hermanos, para deciros:
    Por muy alto que elevéis su precio, la dicha que os espera está aún mucho más alta.
    “No tenía estado. Hijo de una numerosa familia, he servido a quien podía ayudarme a soportar mi vida. Nacido en una época en que la servidumbre era cruel, he soportado todas las injusticias, todos los vasallajes. todas las cargas que querían imponerme los subalternos del Señor.
    He visto a mi mujer ultrajada, a mis hijas arrebatadas y después abandonadas sin que me pudiera quejar. He visto llevar a mis hijos a las guerras de pillaje y de crímenes, ahorcados por faltas que no habían cometido. ¡Si supieseis, pobres amigos, lo que he sufrido en mi bastante larga existencia!
     Pero esperaba, esperaba la dicha que no está en la Tierra, y el Señor me la ha concedido. Así pues, a todos, hermanos míos, os encargo valor, paciencia y resignación.
    “Hijo mío, tú puedes conservar lo que te he dado. Es una enseñanza práctica.       Al que predica, le escuchan mejor cuando puede decir. «He sufrido más que vosotros y he sufrido sin quejarme.»”
P. ¿En qué época vivíais?
R. De 1400 a 1460.^
P. ¿Habéis tenido otra existencia después?
R. Sí, he vivido también entre vosotros como misionero, sí, misionero de la fe. Pero de la verdadera, de la pura, de la que sale de Dios, y no de la que los hombres han hecho.
P. ¿Ahora, como espíritu, tenéis todavía ocupaciones?
R.¿Podríais creer que los espíritus permanezcan inactivos? La inacción, la inutilidad, sería para ellos un suplicio. Mi misión es la de guiar centros de obreros al Espiritismo. Inspiro a éstos buenos pensamientos, y me esfuerzo en neutralizar los que los malos espíritus desean sugerirles..
Bernardin.

El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo
Allan Kardec

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Memoria extracerebral y reencarnación


                                                                                      


     El avance de la Parapsicología ha logrado éxitos indiscutibles en el área de la interpretación del hombre y de sus problemas ante la vida.

     Superando los condicionamientos ancestrales de la Psicología freudiana, propone una conducta más compatible con el conocimiento de la Física Nuclear, mediante los conceptos einstenianos y los de la dinámica quántica, de Max Planck.

     Demostrada la fragilidad de la materia y la realidad de la energía con sus variaciones innumerables, la Psicología tiene que ahondar sus investigaciones en un campo más amplio del ser, intentando entender la vida, aun antes de su presentación física.

     Fue lo que hizo la Parapsicología, detectando, así, que el hombre tiene su existencia real, no solamente a partir del momento de la concepción genética, sino que ésta, a la vez, ya es una consecuencia del ser en sí mismo, organizando la forma con la que se presentará en el mundo corporal.

     Para eso, se valió de técnicas especializadas, teniendo por objeto demostrarlo, tales como la equimenesia o regresión de memoria, espontánea o provocada, conforme establecía Pitres, anteriormente; los recuerdos automáticos o deja vu, la xenoglosía y otros, constatando que «aprender es recordar», como informaba Platón con su concepto del mundo de las ideas, mundo aparte de la mente.

     Con el aporte de haber encontrado vida antes de la vida, algunos parapsicólogos propusieron, además del concepto tradicional de la memoria cerebral, la existencia de otra, llamada extracerebral, en la cual se encuentra archivadas las experiencias anteriores a la organización física actual.

     Al principio, fue grande la reacción de los negadores. Pero, delante de los hechos que se repiten devastadoramente, no se pueden sostener viejas teorías para explicarlos, tales como la telepatía, la heperestesia indirecta del inconsciente, atribuyéndole capacidades casi adivinatorias en el afán de desconocer las nuevas conquistas.

     Con esa contribución de la memoria extracerebral, se proponen nuevas informaciones para la siquiatría y el Psicoanálisis, que enfrentan tremendas dificultades en el estudio del comportamiento humano y de la salud mental.

     Terapias basadas en el conocimiento de las vidas pasadas, ayudan en la aclaración de psicosis, neurosis, patologías esquizofrénicas, autismos, catatonías, llevando al paciente al origen de la enfermedad, que normalmente tiene sus matrices en los engranajes sutiles de su psicosoma, órgano responsable del archivo de sus realizaciones pretéritas, anteriores, por lo tanto, a la existencia actual.

      Así también se explican la genialidad y la estupidez, las aptitudes, las tendencias artísticas y culturales, las predisposiciones éticas e impulsos criminales, el conocimiento antes del aprendizaje y las resistencias o debilidades morales, los ideales innatos y el carácter violento en unos y amable en otros, las simpatías y las antipatías?

     Desde el punto de vista filosófico, se aclaran los enigmas sociales y económicos a los que se vinculan, o bajo los cuales nacen los seres: poder y esclavitud, fortuna y miseria, salud y enfermedad, felicidad y desdicha?

     Y, por encima de todo, bajo un examen ético y moral, la justicia divina, sin la lógica de la preexistencia del ser, se presentaría caótica, pues tales son los disparates aparentes que existen entre las criaturas, diferenciándolas.

      Además, la moral del bien y del mal adquiere un empuje nuevo y profundo, por ser el bien un efecto inmediato de las leyes naturales, que son las leyes de Dios, mientras que el mal es el olvido de ellas o el atentado en contra de las mismas.

     Esa conquista dignifica al hombre, porque le hace responsable de sus propios actos, ofreciéndole la oportunidad de producir mediante su siembra, cosechando de acuerdo con lo que ha realizado.

     Por ello, ninguna persona está predeterminada al sufrimiento ni a la desgracia; la única fatalidad real es la paz, que se conseguirá con rapidez o lentamente, según la utilización del libre albedrío individual.

     El determinismo es siempre para el bien, pero cómo vivirlo, es de elección personal.

     La adquisición parapsicológica vino a confirmar las doctrinas de las múltiples existencias, conocidas desde la más remota edad cultural de los pueblos y que Allan Kardec actualizó, por intermedio de la Revelación Espirita, en el siglo pasado.

     En un análisis filosófico profundo, el Espiritismo demuestra la anterioridad del hombre al concepto bíblico, manejando con mucha propiedad el Transformismo, de Lamarkc, el Evolucionismo, de Darwin y el Creacionismo espiritualista.

     Confirma que el hombre es el heredero de sí mismo y que los códigos genéticos asimilan las impresiones psíquicas de su ser en el programa de su reencarnación, obedeciendo a leyes de genes y cromosomas que, a la vez establecen, bajo la vibración kármica de cada uno, los estereotipos y biotipos correspondientes a los méritos y deméritos personales.

     Esto en el sentido orgánico – fisiológico y psicológico, alcanzando también a la programación de los grupos familiares, social, económico y cultural donde cada criatura desarrollará su proceso evolutivo.

     La memoria extracerebral, por tanto, o memoria de las reencarnaciones, documenta que el ser espiritual es un viajero de los tiempos y de los mundos.

     Iniciada la existencia, desde que es solamente una chispa divina en proceso de crecimiento, «simple e ignorante», como esclareció el maestro Allan Kardec, no cesa su programación evolutiva, marchando siempre hacia adelante hasta el infinito?

     Lo que adquiere, jamás lo pierde, aunque temporalmente duerma en un ser, cuando la expiación sea impuesta para reparar las faltas que le pesan en la economía moral, volviendo a los planos de la conciencia y de la razón, tan pronto estén superados esos impedimentos.

     De esa forma, gracias a las experiencias parapsicológicas, la reencarnación deja de ser una creencia ancestral para ir al laboratorio de investigaciones psíquicas, contribuyendo en la solución de los enigmas humanos.

     Con ella se aclaran muchas oscuridades del proceso evolutivo del ser e interpretadas diversas dificultades del conocimiento antropológico.

     La presencia en la Tierra, en el pasado remoto, de hombres de alta cultura y salvajes, confirma que los primeros adquirieron antes el conocimiento, que los últimos, recién creados, aún no lograron; cual sucede, igualmente, en nuestros días con el hombre tecnológico y el de la Nueva Guinea, los pigmeos, los esquimales y otros pueblos primitivos que se encuentran en la Tierra?

     Si todos ellos hubiesen sido creados al mismo tiempo, sus logros serían iguales, o estaríamos ante una grave equivocación del Gran Hacedor de todas las cosas.

     Ante la reencarnación, los Espíritus son más antiguos – lo que no siempre es atributo de sabiduría – y más nuevos – lo que no significa que sean ignorantes -, pero todos son hermanos, esto es, iguales delante de Dios, con las diferencias que resultan de sus conquistas morales, en su marcha progresiva.

     Conforme es sabido y Gustavo Geley afirmó, en las leyes universales «no hay reposo; todo se transforma y progresa», unos cediendo paso a otros, que los sustituyen y, al mismo tiempo, les impulsan a avanzar «sin cesar».

      La reencarnación o memoria extracerebral puede ser poéticamente llamada el eslabón perdido del mecanismo antropológico de la evolución, porque partiendo del principio que el cuerpo es el efecto, la transmutación de uno a otro espécimen se dio en el mundo causal o espiritual, haciéndose en la Tierra el cambio de formas tan rápido que no quedaron suficientes fósiles como en las demás etapas.

     Aún más, es muy probable que en el momento en que el Pithecantropus erectus evolucionó hacia el homo sapiens, el Espíritu que se reencarnó en ese intermedio no era terrícola, sino que estaba momentáneamente exiliado, ayudando, al mismo tiempo, en la elaboración de la forma para los viajeros del planeta que los hospedaba en su doloroso rescate?

     Impulsaron los moldes y organizaron el cuerpo, pero también dejaron huellas de conocimiento y cultural a lo largo de los tiempos, en intercambio interplanetario, ya que las distintas moradas del Cosmos pertenecen a la misma «Casa del Padre», como bien lo afirmó Jesús.

Revista F.E.E.

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   ¿ PENAS ETERNAS ?

      Visión espírita  


Una persona a quien aprecio, me decía: ¿crees que cuando muera, si fuera al cielo, sería feliz viendo a mi hijo sufrir eternamente en el infierno?

Esta persona con ideas religiosas, se hallaba en situación de desamparo y enferma. Su hijo la había echado de casa y había renegado de ella, cuando  consiguió todos sus bienes y propiedades.

Le pregunté: ¿crees, de verdad, que si así fuera, eso sería un acto de Justicia Divina?

Me respondió que no podía creer en un Dios Justo que permitiera estas circunstancias.

Entonces, ¿de dónde viene la idea o doctrina de las penas eternas?


Habría que remontarse a tiempos remotos cuando el hombre, más material que espiritual, debía tener unas ideas religiosas similares a su naturaleza.

Su Dios sólo podría ser poderoso a través de su fuerza material, porque estaba creado a su imagen, por tanto un Dios misericordioso, sólo sería un ser débil. Siendo el ser humano en su estado primitivo, implacable en sus resentimientos, cruel con sus enemigos, sin piedad para los vencidos, su Dios, muy superior a ellos, debería ser todavía más duro y cruel. De manera que, para ellos, no era extraña la idea de las penas eternas ni la del fuego material, ya que era una manera de someter a una humanidad poco adelantada moral e intelectualmente.

¿Qué argumentos, entonces, pueden apoyar, todavía, en el Siglo XXI semejante idea? ¿Y, habiéndolos, se pueden rebatir?

Allan Kardec, en El Cielo y El Infierno nos deja las siguientes ideas:

-La primera explicación que algunas personas dan a favor es: “que esta admitido entre los hombres que la gravedad de la ofensa es proporcionada a la condición del ofendido”, o dicho con un ejemplo, si la falta cometida contra un soberano, se considera más grave que la realizada contra un particular, la perpetrada contra Dios, que es infinito, debe ser castigada con una pena infinita, es decir, eterna.

Pero si Dios es único, eterno, inmutable, inmaterial, todopoderoso, soberanamente justo y bueno, infinito en todas sus perfecciones, sin lo cual no sería Dios porque habría otro superior a él, ¿cómo va a permitir que por una ofensa, aunque fuera infinita, la castigara eternamente? ¿No le convertiría este acto en un Dios vengativo? Si es así no sería perfecto. No sería Dios.

Porque si Dios impone al hombre como ley el perdón, la razón nos hace pensar que es porque Él debe aplicarla.

-Otra expresión a favor de la condena interminable sería: “Si la recompensa concedida a los buenos es eterna, debe tener por contrapeso una sanción interminable”

Evidentemente la dicha de la criatura debe ser el objeto de su creación, sino, Dios no sería bueno.
Esta recompensa es consecuencia de la inmortalidad. Y para llegar a ella, el ser debe conseguirla por su propio mérito. Para ello debe mantener luchas contra sus imperfecciones, ya que no ha sido creado perfecto. Sus caídas, por tanto, son consecuencia de su debilidad natural.

¿Cómo una de ellas va a ser sancionada para siempre? La corrección debería ser una advertencia para volver al camino adecuado y lograr el objetivo de la Creación, el bien, cuyo precio es lograr la felicidad. 
Por el contrario, el castigo que es un medio para aprender, debe ser temporal.

Una última teoría es :
“...el temor del castigo eterno es un freno. Si se quita, no temiendo nada, el hombre se entregará a todos los excesos.”

Ante esto, si no se cree en una penalidad, poca utilidad puede tener. Y aún creyendo en ella, sería preciso ver su eficacia sobre aquellos que la pregonan y se esfuerzan en demostrarla. Sin embargo, ¿cuántos de ellos no demuestran con sus actos que no se asustan? Así pues, ¿qué influjo puede tener sobre los que no creen?

Ante esto, podemos deducir que la Doctrina de las Penas Eternas, ha tenido su utilidad en  otros tiempos; hoy en día no solo carece de razón, sino que además genera más incrédulos que adeptos.
Ana Mª Sobrino Talavera
Centro espírita Entre El Cielo y la Tierra


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 El sufrimiento y las cárceles

El sufrimiento  es una cárcel, en donde la desdicha y a veces la desesperación, hacen de verdugo, que a veces nunca deja oportunidad para el sosiego.
¿Has estado alguna vez preso?
¿Tienes a algún familiar, o ser querido entre rejas?
Unos de los seres más desgraciados de la tierra son los presos.
Solo con habitar en este planeta,  ya venimos condenados, por ser la tierra un planeta de expiación y de pruebas. Todos los que la habitamos venimos a saldar deudas del ayer, y si tras de nuestra expiación  cometemos nuevas faltas, redoblamos  nuestro cautiverio pues tenemos sobre nosotros el castigo de la Ley, que nos hace a veces estar dos veces presos, una por el planeta que habitamos y otra por los hombre de la tierra, que nos encierran entre rejas, para pagar nuestras faltas cometidas, privándonos de la libertad, del aire, de la luz.
Es necesario haber estado preso en la cárcel de los hombres, para  saber el hondo abismo  en el cual se lanza al hombre, unas veces por su propia voluntad, otras impelido por la ignorancia o dominado por adversas circunstancias, hijas de diversas circunstancias, cuyo resultado siempre es fatal.
Entre los grandes problemas sociales que hay que resolver en la tierra, el primero de todos es la subsistencia;  en todas las épocas ha habido ricos muy ricos y pobres muy pobres, siendo los ricos en muchas ocasiones odiados por los pobres. Del hombre que carece de todo se puede esperar todos los crímenes, pasando a ser instrumentos  del mal. Si la sociedad es la madre de todos los vicios, la desesperación es la peor consejera que pude tener el hombre. El hambre nos irrita, la sed nos enloquece, y de un loco se puede esperar todas las locuras. Los hurtos y los homicidios, son actos de locura,  los criminales son dementes, infelices, enajenados cuya enfermedad nunca ha sido estudiada, y por lo tanto no ha podido ser comprendida. En las diferentes épocas de la vida ha habido criminalidad en la tierra. Crímenes se cometieron en el ayer, se cometen hoy, y se cometerán mañana, mientras los ricos sean muy ricos, y los pobres sean muy pobres. Los primeros, demasiado felices, hastiados de lo que les proporciona sus riquezas, se entregan al desorden para sentir nuevas sensaciones. Y los pobres, en su desencanto, amargados dicen con ironía: ¡Ya que Dios no se acuerda de nosotros, vivamos como si El no existiera; olvidemos  sus leyes, ya que para nosotros no sonríe la Providencia!
En esa desarmonía social, en ese descontento interior en la que vive el hombre,  es la cuna de espinas donde se tejen  muchos desaciertos.  En la tierra se vive muy mal; ya que en ella viven  espíritus muy inferiores, y por ello han creado tormentos  muy notables, que si lo hubieran empleado en el bien,  la tierra seria un Paraíso de la leyenda bíblica.
Si crueles son los homicidios que vemos ocurrir todos los días, por los medios de la tv y noticiarios, inclementes se ven los jueces, en sus severos castigos para martirizar a los culpables, las cárceles han mejorado, su vida allí también. Pero no deja por eso, ser un lugar deprimente, donde se dan muchísimas circunstancias que tornan aun peor al culpable.
Debemos procurar trabajar en todas las aéreas, y la cárcel es un lugar al que podemos concurrir para auxiliar, inspirar resignación y esperanza  a los moradores de los presidios, que son sin duda los seres más desgraciados de este planeta; unos porque son víctimas de las torpezas, de la ignorancia; los otros han influido en su destino la soledad, el abandono, el desprecio social; aquellos  porque son espíritus rebeldes  inclinados al mal, de instintos tan perversos que en torno de ellos ni la hierba crece, porque su aliento envenenado infecciona el aire.
¡Cuánta perversidad hay en algunos seres! y estos son los que precisamente los que necesitan más atención y el consejo de los Espíritus. Si Cristo vino a la Tierra para salvar a los pecadores, los que seguimos sus pasos  debemos imitarle. Los justos, ellos solos saben el camino de Cristo y los impíos son los que necesitan que los guíen; los ciegos si van solos, pueden  tropezar y ceder.  Pero ante las fuerzas armadas, suelen ser humildes y no oponen resistencia, ua que el castigo que se les aplica, los predispone  a la enmienda, en muchos casos. Por eso quien pueda hacerlo, ayudad a los presos, procurad su instrucción, moralizarlos, porque si son criminales es muy justo que sea castigado,  pero al mismo tiempo que se le impone la pena, el abrirles el camino de la redención. Si se flagela su cuerpo no debemos hacer desesperar su alma, sin la debida orientación y ayuda, pues no se puede esperar acciones generosas de espíritus desesperados.
No podemos esperar días de libertad, ni podremos trabajar para la unión de los pueblos, ni ser iniciadores de la fraternidad universal, si no mejoramos la suerte de los criminales; mientras sigan existiendo en la tierra, presidios que son semilleros  de crímenes,  focos de corrupción, habitados  por hombres, que no se les deja ni pensar, todos los planes de reforma fracasaran, será un trabajo perdido. Muchas veces el daño que causa el sistema deficiente penitenciario, es muy grande, un hombre desesperado atrae fatales influencias, y en los presidios hay tal aglomeración de espíritus inferiores  que su perniciosa influencia envuelve a todos los que allí se encuentran, los aprisionan de tal forma, que a veces nos inspiran lastima, los presos, sin saberlo, muchas veces se vengan del abandono de la sociedad enviando con sus fluidos toda la hiel que guardan en su corazón.  Siendo que en la realidad los criminales son solo dementes. Y deben ser sometidos a un plan  curativo, cosa que muy raramente se hace. Ellos deberían ser sometidos a un plan moral por infringir las leyes.  Sin emplear con ellos la violencia, pues nada se consigue. Si tenemos inteligencia, si tenemos el don de la palabra, si sois redentores, debéis empezar el trabajo de regeneración universal, sin solo las miras  de abrir ateneos  y universidades, sin tratar de instruir a los criminales, cuya ignorancia les condena  a perpetua servidumbre. Si el hombre comprendiera sus verdaderos intereses, la Tierra no sería  una penitenciaría de la Creación, sino uno de los mundos regeneradores, una de las moradas donde el Espíritu sonreiría, pues los justos saben el camino del progreso, los culpables solo son ciegos perdidos en las sombras de la ignorancia. Por eso aquel que realmente pueda hacerlo, debe procurar hacer llegar a los presos, a las penitenciarias, materiales, para guiarlos, para despertar en su corazón, la sed del agua viva, pues son también dignos de compasión….
Merchita Cruz-
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