jueves, 27 de enero de 2022

La cuestión de Dios

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Hoy

2.- El espírita y el mundo actual

3.- La cuestión de Dios

4.- Principios que sostienen los miembros de Zona Espírita.com



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                                                               HOY

( Psicografía de Carlos A. Baccelli )

Hoy es tu mejor oportunidad.
No te angusties por el pasado, ni te inquietes por el futuro.
La cosecha es siempre una consecuencia natural de la siembra.
Piensa en la transitoriedad de la vida física y no desperdicies los minutos.
Vivir, todos viven, pero vivir conscientemente es privilegio de pocos.
Dijo Jesús: "Donde esté vuestro tesoro, ahí estará también vuestro corazón".
Que tu presencia en el mundo sea un punto de orientación para los que vagan sin rumbo.
Utiliza tus conocimientos y ejercita la paciencia.
Cultiva las flores de la alegría en el jardín de la esperanza.
La comprensión es la luz del espíritu.
El hombre es igual a la simiente que existe en función de los frutos que produce.
Vive como si hoy fuese el día señalado para tu encuentro definitivo con Dios, ante el cual no debes comparecer con las manos vacías.
Si te sientes solitario, acuérdate del Señor caminando solo entre la multitud y sigue cargando el fardo que te comprime el pecho.
Todos seremos llamados individualmente al testimonio de la fe.
El secreto de la felicidad es saber esperar.

- Carlos Torres Pastorino-( Espíritu) Psicografia de Carlos. A. Baccelli

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             El espírita y el mundo actual


La Tierra está pasando por un período crítico de crecimiento. Nuestro pequeño mundo, cerrado en concepciones mezquinas y obtusos y estrechos límites, madura para el infinito. Sus fronteras se abren en todas direcciones. Estamos en vísperas de una Nueva Tierra y un Nuevo Cielo, según las expresiones del Apocalipsis.

El Espiritismo vino para ayudar a la Tierra en esa transición. Procuremos, pues, comprender nuestra responsabilidad de espíritas, en todos los sectores de la vida contemporánea. No somos espíritas por acaso, ni porque precisamos del auxilio de los Espíritus para la solución de nuestros problemas terrenos. Somos espíritas porque asumimos en la vida espiritual graves responsabilidades para esta hora del mundo. Ayudémonos a nosotros mismos, ampliando nuestra comprensión del sentido y de la naturaleza del Espiritismo, de su importante misión en la Tierra. Y ayudemos al Espiritismo a cumplirla.

El mundo actual está lleno de problemas y conflictos. El crecimiento de la población, el desarrollo económico, el progreso científico, el aprimoramiento técnico y la profunda modificación de las concepciones de la vida y del hombre, colócanos delante de una situación de asustadora inestabilidad. Las viejas religiones se sienten avaladas hasta lo más hondo de sus cimientos. Amenazan ruina, al impacto del avance científico y de la propagación del escepticismo. Descreyentes de los viejos dogmas, los hombres se vuelven para la fiebre de los instintos, es una inútil tentativa de regresar a la irresponsabilidad animal.

El espírita no escapa a esa exposición del instinto. Mas el Espiritismo no es una vieja religión, ni una concepción superada. Es una doctrina nueva, que apareció precisamente para cimentar el futuro. Sus bases no son dogmáticas, más científicas, experimentales. Su estructura no es teológica, más filosófica, apoyada en la lógica más rigurosa. Su finalidad religiosa no se define por las promesas y las amenazas de la Teología, más por la consciencia de la libertad humana y de la responsabilidad espiritual de cada individuo, sujeta al control natural de la ley de causa y efecto.

El espírita no tiene el derecho de temer y apavorarse, ni de huir a sus deberes y entregarse a los instintos. Su deber es uno solo: luchar por la implantación del Reino de Dios en la Tierra. ¿Más, como luchar? Este libro procuró indicar, a los espíritas, varias maneras de proceder en las circunstancias de la vida y en vista de los múltiples problemas existentes en la hora presente. No se trata de ofrecer un manual, con reglas uniformes y rígidas, más de presentar el esbozo de un rotero, con base en la experiencia personal de los autores y en la inspiración de los Espíritus que los auxiliaron a escribir estas páginas. La lucha espírita es incesante.

Sus frentes de batalla comienzan en su propio interior y van hasta los límites del mundo exterior. Mas el espírita no está solo, pues cuenta con el auxilio constante de los Espíritus del Señor, que presiden la propagación y el desarrollo del Espiritismo en la Tierra. La mayoría de los espíritas llegarán al Espiritismo acometidos por el dolor, por el sufrimiento físico o moral, por la angustia de problemas y situaciones insolubles. Mas, una vez integrados en la Doctrina, no pueden y no deben continuar con las preocupaciones personales que motivaran a su transformación conceptual.

El Espiritismo les abrió la mente para una comprensión enteramente nueva de la realidad. Es necesario que todos los espíritas procuren alimentar, cada vez más, esa nueva comprensión de la vida y del mundo, a través del estudio y de la meditación. Es necesario también que aprendan a usar la poderosa arma de la oración, tan desmoralizada por el automatismo habitual a que las religiones formalistas la relegaran.

La oración es la más poderosa arma de que disponemos los espíritas, como nos enseñó Kardec, como lo proclamó León Denis y como lo acentuó Miguel Vives. La oración verdadera, brotada del íntimo, como la fuente transparente brota de las entrañas de la tierra, es de un poder no calculado por el hombre. El espírita debe utilizarse constantemente de la oración. Ella le calmará el corazón inquieto y aclarará los caminos del mundo. La propia ciencia materialista está hoy probando el poder del pensamiento y su capacidad de transmisión al infinito.

El pensamiento empleado en la oración lleva aún la carga emotiva de los más puros y profundos sentimientos. El espírita ya no puede dudar del poder de la oración, pregonado por el Espiritismo. Cuando algunos «maestros» ocultistas o espíritas desavisados llamen a la oración de muleta, el espírita convicto debe recordar que Cristo también la usaba y también la enseñó. ¡Bendita muleta es esa, que el propio Maestro de los Maestros no arrojó a la margen del camino, en su luminoso pasaje por la Tierra! El espírita sabe que la muerte no existe, que el dolor no es una venganza de los dioses o un castigo de Dios, más una fuerza de equilibrio y una ley de educación, como explicó León Denis. Sabe que la vida terrena es apenas un período de pruebas y expiaciones, en que el espíritu inmortal se prepara, con vistas a la vida verdadera, que es la espiritual.

Los problemas angustiantes del mundo actual no pueden perturbarlo. El está amparado, no en una fortaleza perecible, más en la seguridad dinámica de la comprensión, del apercibimiento constante de la realidad viva que le rodea y de que él mismo es parte integrante. Las mudanzas incesantes de las cosas, que nos revelan la inestabilidad del mundo, ya no pueden asustar al espírita, que conoce la ley de evolución. ¿Cómo puede él inquietarse o angustiarse, delante del mundo actual? El Espiritismo le enseña y demuestra que este mundo en el que ahora nos encontramos, lejos de amenazarnos con la muerte y la destrucción, nos acecha con la resurrección y una vida nueva.

El espírita tiene que enfrentar el mundo actual con la confianza que el Espiritismo le da, esa confianza racional en Dios y en sus leyes admirables, que rigen las constelaciones atómicas en el seno de la materia y las constelaciones astrales en el seno del espacio infinito. El espírita no teme, porque conoce el proceso de la vida, en sus múltiples aspectos, y sabe que el mal es un fenómeno relativo, que caracteriza los mundos inferiores. Sobre su cabeza ruedan diariamente los mundos superiores, que le esperan en la distancia, y que los mismos materialistas hoy procuran alcanzar con sus cohetes y sus sondas espaciales. No son, por tanto, mundos utópicos, ilusorios, más realidades concretas del Universo, visible.

Confiante en Dios, inteligencia suprema del Universo y causa primaria de todas las cosas -poder supremo e indefinible, al que las religiones dogmáticas dieran la apariencia errónea de la propia criatura humana-, el espírita no tiene lo que temer, desde que procure seguir los principios sublimes de su Doctrina. Dios es amor, escribió el apóstol Juan.

Dios es la fuente de Bien y de la Belleza, como afirmaba Platón. Dios es aquella necesidad lógica a la que se refería Descartes, que no podemos quitar del Universo sin que el Universo se deshaga. El espírita sabe que no tiene apenas creencias, pues posee conocimientos. Y quien conoce no teme, pues sólo lo desconocido nos asusta. El mundo actual es el campo de batalla del espírita. Más es también su oficina, aquella oficina en la que él forja un mundo nuevo. Día a día él debe batir en la bigornia del futuro. A cada día que pasa, un poco del trabajo estará hecho.

El espírita es el constructor de su propio futuro, es el auxiliar de Dios en la construcción del futuro del mundo. Si el espírita recula, si teme, si vacila, puede comprometer la gran obra. Nada le debe perturbar el trabajo, en la turbulenta más promisoria oficina del mundo actual. En resumen: El espírita es el consciente constructor de una nueva forma de vida humana en la Tierra y de vida espiritual en el Espacio; su responsabilidad es proporcional a su conocimiento de la realidad, que la nueva Revelación le dio; su deber de enfrentar las dificultades actuales y transformarlas en nuevas oportunidades de progreso, no puede ser olvidado un momento siquiera; ¡espíritas, cumplamos nuestro deber!

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 (El libro cristiano es el alimento de la vida eterna.- André Luiz)

Extraído del libro ” El tesoro de los espiritas”
Miguel Vives

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                                LA  CUESTIÓN DE DIOS

CREER O NO CREER
creer en una fuerza espiritual trascendente es la pregunta siempre hecha que sostiene el debate centenario entre materialistas y espiritualistas. Pensadores, filósofos y científicos, siempre han estado muy divididos sobre este tema, haciendo valer razonamientos muy elaborados tanto en la demostración de una creencia como en la del ateísmo. En ambos casos, se trata de establecer la prueba intelectual de la existencia de un Dios que crea todas las cosas o las pruebas de su inexistencia.

 Desde los pensadores de la antigüedad griega, hemos hecho muy pocos progresos en esta cuestión que divide a la humanidad en dos, con fenómenos religiosos en segundo plano basados en una creencia impuesta por la tradición en un universo cultural fijo, respondiendo al uso de costumbres inmutables.

 En la etapa religiosa, es pura y simple fe, se siente de acuerdo con la gente, y a menudo admitido de hecho, porque fue transmitido a lo largo de las generaciones. La fe es entonces parte de un ambiente inmutable, en un entorno cultural que no ha variado durante varios siglos. 

Hay, sin embargo, personas de religión que, con el tiempo, han cuestionado sus propias creencias, sometiendo todos los dogmas a una nueva reflexión, ya sea para aprobarlos o para contradecirlos.

 Referido a la cristiandad, ya los Padres de la Iglesia de los primeros siglos habían cuestionado las epístolas de San Pablo y los cuatro evangelios sinópticos, produciendo el cisma disidente del arrianismo, basado en la negación de la divinidad de Jesús. Más tarde, varios teólogos, como San Agustín o Tomás de Aquino, llevaron a cabo una investigación que finalmente basó con mayor precisión los principios del catolicismo.

 Entonces los filósofos a su vez reflexionaron sobre estos principios, y de Kierkegaard a Teilhard de Chardin, muchos de ellos expresaron su propia visión de una creencia en un Dios, más o menos cerca de las teologías religiosas oficiales. Para algunos de ellos, la idea estaba muy alejada, como en Spinoza con su concepción de un Dios panteísta según el cual, el alma humana después de la muerte se mezcla en un gran todo, un poco como en los principios del budismo. 

Y luego también se desvela el deísmo arreligioso, como el de Voltaire, quien, tomando la imagen de Descartes, habló de un Dios gran relojero del Universo sin el cual el mundo no habría existido. 

Se trata del deísmo haciendo intervenir lo racional y la razón, a diferencia del teísmo (de la teología), que se basa en la fe en una verdad revelada. 

Voltaire habla de efectos que no pueden venir de la nada: “Una causa sin efecto es una quimera, un absurdo, así como un efecto sin causa”. Aquí tenemos una prefiguración de la idea de Dios según el Espiritismo, cuando Allan Kardec insistirá en la relación causa-efecto: “Cualquier efecto inteligente tiene una causa inteligente, el poder de la causa está en razón de la grandiosidad del efecto.” 

CUANDO SE IMPONE LA FE 
“Dios existe, lo encontré”, así, en 1969 André Frossard llamó a su testimonio una experiencia a la vez inasible y manifiesta, afirmando en su otro libro “Dios en cuestión” (1990): “Esta luz que no he visto con los ojos del cuerpo, no es aquella que nos ilumina, era una luz espiritual, es decir, como una luz didáctica y como la incandescencia de la verdad… Desde que lo he vislumbrado, casi podría decir que para mí sólo existe Dios y que el resto es sólo hipótesis… No tengo fe en Dios, lo he encontrado.”   Esta fue la experiencia de André Frossard en 1935 a la edad de veinte años cuando entró en una capilla en busca de un amigo. Tuvo entonces una especie de iluminación repentina, que se presentó en forma de certeza: Dios se impuso a él como una evidencia no reflexionada ni razonada, no, una realidad que no habría sufrido ninguna objeción posible.
 De una manera algo similar, Bernard Tapie testificó recientemente su experiencia espiritual, cuando en su juventud a veces tocaba el violín en una iglesia en los suburbios de París: “… un domingo por la mañana, me embargó una emoción, algo que no puedo describir, que me hizo ejecutar como si estuviera en otro lugar, y traté de entender, y me encontré con un sacerdote que era un tipo extraordinario, me dijo: Bernard, has realizado el encuentro… Este encuentro es incomprensible para quien  no cree… Esta fe es la convicción de que existe alguna otra cosa.” 

Y en un registro diferente, el anciano presidente François Mitterrand, en sus últimos deseos a los franceses, dijo: “El año próximo será mi sucesor quien os expresará sus deseos, allí donde yo esté, con el corazón lleno de reconocimiento por el pueblo francés que me ha confiado su destino durante tanto tiempo, y lleno de esperanza en vosotros. Creo en las fuerzas del espíritu y no me separaré de vosotros.” 

Estos testimonios, entre los más llamativos, a menudo provienen de personalidades con una sensibilidad literaria o artística, y otros han atestiguado un sentimiento indescriptible que les dio la certeza de una trascendencia que los superó, que también fue la experiencia de muchos místicos en la historia. 

EL APORTE ESPÍRITA 
Más allá de la fe que a veces se impone fuera de todo pensamiento reflexivo, también hay todo un campo de reflexión que hace intervenir a la razón, concerniente a la creación, el diseño inteligente del Universo o la trascendencia de un Dios. Fue aquí donde el Espiritismo estableció una concepción más precisa, evocando las leyes divinas que presiden la existencia del alma, su preexistencia y su vida futura. Todos los principios del Espiritismo están conectados con lo divino, desde el origen de todo espíritu creado “simple e ignorante” hasta su propósito lejano de amor total en el seno de la creación divina, a través de un largo viaje palingenésico en la lenta evolución intelectual y moral del ser. Esto es lo que Allan Kardec definía como leyes divinas que podrían ser afirmadas por el más allá expresándose a través de la mediumnidad. Así, todo no responde más que a las leyes universales teniendo una dirección inteligente y amorosa, leyes que contradicen la idea del mero azar que algunos todavía reclaman, pero que no puede satisfacer la razón. Son estas leyes universales las que se describen y explican en El Libro de los Espíritus, constituyendo los principios de una doctrina sobre la inmortalidad del alma… de acuerdo con la enseñanza dada por los Espíritus Superiores con la ayuda de diversos médiums. (Subtítulo de El Libro de los Espíritus) 

LOS GRANDES PRINCIPIOS 
El primer principio que enseñaron los Espíritus fue el de la existencia de un Dios afirmado en “Las causas primeras” al comienzo de El Libro de los Espíritus. Las primeras experimentaciones espíritas destacaron la supervivencia del espíritu después de la muerte y su posible manifestación, que sólo podía plantear la cuestión de una fuerza trascendente presidiendo las leyes naturales relativas a la creación y a la evolución. 

Detrás de la supervivencia del espíritu estaba necesariamente la cuestión de Dios. Y dado que la palabra de los muertos podía ser recibida a través del canal mediúmnico, también era evidente que los espíritus de los difuntos liberados de la condición material serían más capaces de responder a las grandes preguntas filosóficas, incluyendo la de una fuerza creativa en el origen de todas las cosas. Y esto es lo que sucedió gracias al trabajo metódico de Allan Kardec, quien, dirigiéndose a los Espíritus más esclarecidos, conocidos como Los Espíritus Superiores, obtuvo respuestas detalladas sobre todas las áreas esenciales de la metafísica: Dios y el Universo; el principio de un impulso espiritual del amor infinito, la fuerza de la creación y el motor de la evolución; las leyes de la evolución, incluida la ley fundamental de la reencarnación; el principio de solidaridad contenido en la relación entre los vivos y los muertos con la noción del guía espiritual; y finalmente la expansión de la vida encarnada a otros mundos habitados en el Universo Infinito. Y es a través de otra ley divina que todos estos principios han sido promulgados, el de la posible comunicación con los desencarnados gracias a sensibilidades particulares inherentes a las personas llamadas médiums.

 Fue a través del estudio de la mediumnidad y su funcionamiento, y por el análisis de los resultados obtenidos, que el fundador del espiritismo puso en evidencia las leyes que, hasta entonces, nunca habían sido realmente aprehendidas. Por lo tanto, está claro que las leyes universales se han actualizado como un principio inmutable, que han sido confirmadas y reafirmadas en la continuación de la historia espírita, con los sucesores de Allan Kardec y hasta hoy. 

También se destacó otro elemento inherente a las leyes naturales y divinas, el de un fluido imponderable, llamado fluido vital o fluido universal, elemento del cual el espíritu extrajo su energía en el mismo momento en que fue creado por un impulso divino. En este momento inicial, el espíritu naturalmente extrajo del fluido universal los elementos constitutivos de su periespíritu. Así nació al mismo tiempo un espíritu “simple e ignorante” extrayendo la energía necesaria para constituir su envoltura fluídica llamada semimaterial, el periespíritu. Es un doble etérico que sirve de intermediario entre el espíritu y la materia, un organismo indispensable para la manifestación de un espíritu a través de un médium, indispensable también durante el proceso de la encarnación cuando el Espíritu necesita este intermediario fluídico para animar la materia en el momento de la fecundación y así pulsar la vida. 

EL SIGNIFICADO DE UNA SÍNTESIS 
A través del acceso al otro mundo, se definieron los principios divinos, habiendo hecho posible determinar el sentido de la evolución universal, y al tiempo de haber encontrado un Dios que ya no era el de una pertenencia religiosa o mística.

 El Dios de San Agustín había engendrado una religión fijada sobre sus dogmas; que sintió André Frossard y otros testigos similares, seguía siendo el resultado de una experiencia personal excepcional pero indefinible; en cuanto a Voltaire, en su imagen algo mecanicista del gran relojero del Universo, prefiguraba las leyes de la causalidad puestas en evidencia más tarde por Allan Kardec

De hecho, desde la antigüedad hasta hoy, hubo una búsqueda de significado, que en todas las épocas planteó la cuestión de una fuerza espiritual en el origen del mundo y de la vida. Ya la metafísica de Platón fue en sí misma decisiva en varios aspectos, evocando por ejemplo la transmigración de almas o el mundo superior de las ideas en el mito de la cueva. 
Al hacer algunas extensiones, uno no está muy lejos de la doctrina espírita, y entonces se puede evocar a su maestro Sócrates, que habló de su daimôn, una especie de inspirador o voz consejera que sugiere las resoluciones correctas a tomar y las cosas que no se pueden hacer. Esto está cerca de la noción del guía espiritual. 

En las diversas religiones que más tarde han visto el día, esta noción ha persistido, y se trata de un buen genio, del ángel guardián, o de un antepasado protector. En la noción de Dios y las leyes universales en el Espiritismo, encontramos parcelas de lo que se adivinó en filosofía o religión. Esto nos indica que existe la intuición fundamental de otra realidad, que fue percibida o presentida por muchos seres humanos a lo largo de la historia. 
Sin embargo, Dios a menudo ha permanecido esquivo y no perceptible, por lo que era necesario buscarlo y adivinarlo a través de una reflexión más intelectual. Esto es lo que encontramos a través de los primeros principios espíritas poniendo en evidencia las leyes espirituales universales mucho más precisas y claramente definidas, gracias a la comunicación post mortem, y se podrá igualmente referir a lo que Allan Kardec llamó los atributos de la divinidad (Libro de los Espíritus, capítulo primero). 

Escrito por Jacques Peccatte. (Francia) Publicado en Le Journal Spirite en Español nº123 Abril/Junio 2021
( Art. tomado de Zona Espírita )
  
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          PRINCIPIOS QUE MANTIENEN LOS MIEMBROS DE "ZONA ESPÍRITA.COM"
                                     

Para nosotros el espiritismo es diálogo, como bien indica el ítem 14 de capítulo I de «La Génesis», el espiritismo "no establece ninguna teoría preconcebida", sino que utiliza el método experimental como el que siguen las ciencias materiales, pero aplicado al plano espiritual.

 Por tanto ante unas premisas claras, toda opinión respetuosa es bienvenida, ya que nadie está en posesión de la verdad absoluta, tan solo poseemos nuestro prisma de percepción.

 Para nosotros el espiritismo es ante todo una doctrina que esclarece y consuela, con pruebas de la existencia espiritual claras. No nos metemos en como lo vive cada adepto; el ser humano es muy rico para estar ceñido a un único patrón de vivencia: los hay más religiosos, los hay más laicos, los hay más sentimentales o sobrios, etc.; pues esto forma parte de cada ser humano. 

Sabemos diferenciar entre lo que es espiritismo y lo que es espiritualismo, y no nos duele que no todo el mundo sea espírita; el espiritismo no se impone, se siente. 

Y desde este portal abogamos por una actitud abierta, donde la tolerancia hacia las diferencias es nuestra bandera, y en donde nuestro espiritismo es más social que de gabinete, todo el mundo es bienvenido a participar si lo hace con respeto. 

No somos excluyentes, ni exclusivistas. Ofrecemos un lugar abierto a toda opinión espírita, donde prime lo sincero y humano, frente a la lección aprendida que no aporta. Porque lo relevante es crecer como seres espirituales, no ser meros depositarios de conocimientos, que son vanos si no se ponen en práctica, ni se comprende su fin.

zonaespirita.com 

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martes, 25 de enero de 2022

Personas, soledad y vida.

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Ley del Trabajo

2.-¿ Podríamos tener  algún día, una igualdad  económica y social?

3-  Personas, soledad y vida.

4.- Hay que distinguir entre los Espíritus buenos y los imperfectos




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                    LEY DEL TRABAJO

El  hombre  que tiene  bienes suficientes para asegurar su subsistencia está libre de la ley del trabajo ?

- Del trabajo material, tal vez; pero no de la obligación de volverse útil conforme a los medios de que disponga, ni de perfeccionar su inteligencia o la de los demás, lo que también es trabajo. Aquel a quien Dios facultó la posesión de bienes suficientes que le garanticen la existencia, no está obligado a alimentarse con el sudor de su rostro, pero mayor le es la obligación de ser útil a sus semejantes, en cuanto que más ocasiones de practicar el bien le proporciona la situación que le fue dada.

(El Libro de los Espíritus- Leyes Morales - Allan Kardec)


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¿ Podríamos llegar a tener  algún día, una igualdad  económica y social?

 Cada persona estamos en la posición  económica y social que nos corresponde estar, porque de habernos correspondido otra  diferente o mejor, habríamos nacido en  el seno de otra familia y de otra sociedad,  e incluso me atrevería a afirmar que ya la tendríamos  en este mundo  y  si hubiésemos tenido  una mayor capacidad intelectual y volitiva, tal vez podríamos haber  superado  ya nuestro actual nivel social y económico. 

Hay quien piensa que la riqueza está mal repartida, pero sin embargo, sabemos que nada sucede por casualidad, sino que en todos los aspectos de la vida, hay una causalidad  previa.

Creer que puede llegar un día en que pueda haber  una igualdad total en el reparto de riquezas, posiblemente sea una utopía y el sueño irrealizable del marxismo, porque siempre habrán pobres al lado de ricos, tal como lo anunció Jesús de Nazaret, y habrán dirigentes y dirigidos, según las diferentes capacidades de cada cual, lo que supone una lógica  diferencia en este reparto, pues es de justicia que el trabajo mas complejo y responsable  sea remunerado a mas nivel que el trabajo de menor esfuerzo o responsabilidad, aunque todos los trabajos son  igualmente importantes, dignos  y necesarios en nuestras sociedades humanas . 

Yo entiendo que una cosa es la igualdad en las riquezas, lo que además de imposible, sería injusto, y otra  cosa bien distinta es aspirar a que exista un reparto equitativo y proporcional, según las capacidades y esfuerzos de cada persona, con arreglo a cualquier noción humana de justicia. Todos no nacen con la misma capacidad intelectual, ni hacen el mismo esfuerzo para lograr las mismas metas, por tanto  vemos  como en  nuestro conglomerado humano actual existe tal variedad de aptitudes que resulta inaplicable y sería injusta esta pretendida igualdad en el reparto de riquezas económicas, de modo que si este igualitario e injusto  reparto fuese posible, el acicate por hacer un  mayor esfuerzo y asumir mayores  responsabilidades  en el trabajo  se perdería, porque "¡¿Para qué esforzarse más o por qué asumir más riesgos, si al final todos tenemos igual remuneración y la sociedad nos sitúa a todos al mismo nivel?!".  La diferencia de las capacidades humanas y laborales supone una división y reparto de responsabilidades  como del  trabajo a realizar dentro de la sociedad, y esto supone por tanto una diferencia en la posición social y económica de cada uno, así como en la diferencia de esfuerzos y responsabilidades, merecedores de un particular nivel económico y social.

Para que la absoluta igualdad en el reparto económico fuese algún día una realidad, sería necesario que todos tuviésemos exactamente iguales las  capacidades intelectuales, volitivas y físicas, lo que evidentemente no es así; además todos tendríamos el mismo derecho y la capacidad  para  ejercer los cargos más complejos y responsables, de modo que todos pudiésemos aportar la misma cantidad de trabajo y esfuerzo a la sociedad, lo que es imposible porque existe una amplia gama de capacidades humanas y responsabilidades sociales, así como de trabajos y oficios, aunque  todos son necesarios para el sostenimiento y el progreso de la Humanidad.

- Jose Luis Martín-

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  PERSONAS, SOLEDAD Y VIDA               

¿ Por qué la vida a veces se le hace tan complicada al ser humano?.-

Porque el ser humano hace todo difícil, pudiendo con un poco de buena voluntad hacer las cosas más simples y más llevaderas.

Hacemos daño innecesariamente, nos burlamos de los demás, nos quejamos de todo, vivimos del materialismo.

Creemos que nuestros sufrimientos son los más importantes, que nos deben poner más atención. - No reflexionamos, actuamos por impulsos, - No pensamos.- Actuamos sin pensar si lo que decimos le hará bien a las otras personas.- Padres, hijos, hermanos, amigos, no pensamos si la persona que tenemos al frente es feliz o solo finge esa alegría.

¡ Oh Dios, Por qué somos así !....

Porque no sabemos entender a los demás y porque los demás no nos entienden, no sabemos escuchar, no sabemos el dolor de los demás, somos burlones, somos incoherentes, irreverentes, impulsivos, materialistas, petulantes, maliciosos, caprichosos, cada uno con una cuota de más o de menos, pero somos todo eso y más.

¿Por qué no entendemos a los demás?, ¿Por qué no podemos entenderlos?, ¿Por qué nos cuesta ser más libres y vivir felices con lo poco que podemos, y disfrutar con lo mucho que Dios nos ha dado?.

Empecemos a cambiar actitudes; empecemos a modificar nuestra estructura mental; empecemos a vivir bien y a darle un poco de alegría a esta vida llena de problemas, para complicarla más siendo tercos, testarudos y amargos..... Dar a nuestros amigos, padres, hermanos, y en general a todos, alegría y amor los días que tengan que vivirse, porque mañana nadie sabe ....

Debemos vivir la cuota de vida que nos toca, pero además nosotros debemos poner la cuota de más, que es nuestro mejoramiento personal.

Todo tiene un efecto y una causa, del presente o de vidas pasadas, y hay que entenderlo así.

- Susana Gómez-

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       HAY QUE DISTINGUIR ENTRE LOS ESPÍRITUS BUENOS Y LOS IMPERFECTOS

      Dios envía a los espíritus para que instruyan a los hombres, pero lo hace con el fin de que se esclarezcan acerca de sus deberes, así como para mostrarles el camino en el que podrán abreviar sus pruebas y, de esa manera, apresurar su adelanto. Ahora bien, del mismo modo que el fruto llega a madurarse, también el hombre alcanzará la perfección. No obstante, junto a los espíritus buenos, que desean vuestro bien, también hay espíritus imperfectos, que desean vuestro mal. Mientras que aquellos os impulsan hacia adelante, estos os empujan hacia atrás. Por eso debéis poner toda vuestra atención para saber distinguirlos. La forma es sencilla: sólo tratad de comprender que de un espíritu bueno no vendrá nada que sea perjudicial, y que todo lo que sea malo sólo provendrá de un espíritu malo. Si no escucháis los sabios consejos de los espíritus que os quieren bien, si os ofenden las verdades que os transmiten, es evidente que quienes os inspiran son espíritus malos. Sólo el orgullo puede impedir que os veáis tal como sois. Con todo, si vosotros mismos no lo veis, otros están viéndolo por vosotros. Así, os reprueban los hombres, que se burlan de vosotros por detrás, y también los espíritus.

Un espíritu familiar
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS (XXXI, IV)
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lunes, 24 de enero de 2022

El gran objetivo en este mundo: el dinero y la riqueza

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

   Frase de Kardec

1.- La carne es débil. Estudio filosófico y moral

2.-Historia del Espiritismo en España y Colonias de América.(1853 a 1888)

3.- ¡ El Faro de los Siglos !

4.- El gran objetivo en este mundo: el dinero y la riqueza




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                                                     FRASE DE KARDEC

Los Espíritus siempre dijeron: “La forma no es nada, el pensamiento lo es todo._ Orad, cada uno según vuestras convicciones y del modo que más os conmueva, pues un buen pensamiento vale más que numerosas palabras extrañas al corazón”.

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 La Carne es Débil – Estudio Filosófico y Moral


Hay pensamientos viciosos que evidentemente son inherentes al Espíritu, porque tienden más a lo moral que a lo físico: otros más bien parecen la consecuencia del organismo y por esta razón, se cree que en ellos hay menos responsabilidad. Tales son las predisposiciones a la cólera, a la malicie, a la sensualidad, etc.

Esta perfectamente reconocido hoy por los filósofos espiritualistas que los órganos cerebrales, correspondiendo a las diversas aptitudes, deben su desarrollo a la actividad del Espíritu; que este desarrollo es, pues, un efecto y no una causa.

Un hombre no es músico porque tiene la protuberancia de la música, sino que tiene la protuberancia de la música porque su Espíritu es músico.

Si la actividad del Espíritu obra sobre el cerebro, debe obrar igualmente sobre las demás partes del organismo. El Espíritu es así el artista de su propio cuerpo, que amolda, por decirlo así, con objeto de apropiarlo a sus necesidades y a la manifestación de sus tendencias. Dado esto, la perfección del cuerpo en las razas adelantadas sería el resultado del trabajo del Espíritu, que perfecciona su organismo a medida que aumenta sus facultades. (El Génesis según el-Espiritismo, Cáp. II; Génesis Espiritual).

Por una consecuencia natural de este principio, las disposiciones morales del Espíritu deben modificar las cualidades de la sangre, darle más o menos actividad, provocar una secreción más o menos abundante de bilis o de otros fluidos. Así es, por ejemplo, como el glotón se siente venir la saliva o, como vulgarmente se dice, el agua a la boca, al ver un manjar apetitoso. No es el manjar quien puede sobrexcitar el órgano del gusto, puesto que no hay contacto: es, pues, el Espíritu, cuya sensualidad se ha despertado, quien obra por el pensamiento sobre este órgano, mientras que la vista de este manjar no produce efecto alguno .en otro Espíritu. Lo mismo sucede con todos los apetitos, con todos los deseos provocados por la vista. La diversidad de las emociones no puede explicarse en muchos casos sino por la diversidad de las cualidades del Espíritu. Tal es la razón por la que una persona sensible vierte fácilmente lágrimas: no es la abundancia de las lágrimas la que da la sensibilidad al Espíritu, sino la sensibilidad del Espíritu es la que provoca la secreción abundante de lágrimas. Bajo el imperio de la sensibilidad se ha modelado el organismo sobre esta disposición normal del Espíritu, como se ha modelado sobre la del Espíritu glotón.

Siguiendo este orden de ideas, se comprende que un Espíritu irascible debe infundirse en un temperamento bilioso: de donde se deduce que un hombre no es colérico porque es bilioso, sino que es bilioso porque es colérico. Lo mismo sucede con todas las demás disposiciones instintivas. Un Espíritu débil e indolente dejará a su organismo en un estado de atonía en relación con su carácter, en tanto que si es activo y enérgico, dará a su sangre y a sus nervios cualidades completamente distintas. La acción del Espíritu sobre el físico es de tal modo evidente, que se ve con frecuencia producirse por el efecto de violentas conmociones morales grandes desórdenes orgánicos. La expresión vulgar: La emoción le ha vuelto la sangre, no es tan desnuda de sentido como pudiera creerse; luego, ¿Quién ha podido volver la sangre sino las disposiciones morales del Espíritu?

Este efecto es sensible, especialmente en los grandes dolores, las grandes alegrías y los grandes sustos, cuya reacción puede hasta causar la muerte. Se ven gentes que mueren de miedo de morir; ¿ qué relación existe, pues, entre el cuerpo del individuo y el objeto que causa su espanto, objeto que, con frecuencia, no tiene realidad alguna? Se dice: es efecto de la imaginación: sea; pero, ¿ qué es la imaginación sino un atributo, un modo de sensibilidad del Espíritu? Difícil parece atribuir la imaginación a los músculos y a los nervios, porque entonces no se explicaría por qué estos músculos y estos nervios no tienen siempre imaginación; por qué no la tienen ya después de la muerte; por qué lo que en unos causa un espanto mortal, excita el valor en otros, etc.

De cualquier sutileza que se use para explicar los fenómenos morales por las solas propiedades de la materia, se cae inevitablemente en un laberinto, en cuyo fondo se percibe, en toda su evidencia y como única solución posible, el ser espiritual independiente, para quien el organismo no es sino un medio de manifestación, como el piano es el instrumento de las manifestaciones del pensamiento del músico. Del mismo modo que el músico armoniza su piano, puede decirse que el Espíritu armoniza su cuerpo para ponerlo al diapasón de sus
disposiciones morales.

Es curioso, en verdad, ver al materialismo hablar incesantemente de la necesidad de levantar la dignidad del hombre, cuando se esfuerza por reducirlo a un pedazo de carne que se pudre y desaparece sin dejar ningún vestigio; reivindicar para él la libertad como un derecho natural, cuando le considera solo un mecanismo sin responsabilidad de sus actos.

Con el ser espiritual independiente, preexistente y sobreviviendo al cuerpo, la responsabilidad es absoluta; pues, para la mayoría, el primero, el principal móvil de la creencia en la nada, es el espanto que causa esta responsabilidad, fuera de la ley humana, y a la cual creen escapar cerrando los ojos. Hasta hoy ninguna buena definición tenía esta responsabilidad: no era mas que un terror vago, fundado, es preciso reconocerlo, en creencias no siempre admisibles por la razón: el Espiritismo la demuestra como una realidad patente, efectiva, sin restricción, como una consecuencia natural de la espiritualidad del ser; por eso ciertas gentes tienen miedo al Espiritismo, que les turbaría en su inquietud, colocando frente a ellos el terrible tribunal del porvenir. Probar que el hombre es responsable de todos sus actos, es probar su libertad de acción, y probar su libertad, es elevar su dignidad.

La perspectiva de la responsabilidad fuera de la ley humana es el elemento moralizador más poderoso; a este fin conduce el Espiritismo por la fuerza de las cosas.

Según las precedentes .observaciones fisiológicas, puede, pues, admitirse, que el temperamento es, en parte al menos, determinado por la naturaleza del Espíritu, que es causa y no es efecto. Decimos en parte, porque hay casos en que el físico influye evidentemente sobre lo moral; por ejemplo, cuando un estado mórbido o anormal esta determinado por una causa externa accidental, independiente del Espíritu, como la temperatura, el clima, los vicios hereditarios de constitución, un mal pasajero, etc. La moral del Espíritu puede entonces estar afectada en sus manifestaciones por el estado patológico, sin que su naturaleza intrínseca sea modificada.

Excusarse de las malas acciones por la debilidad de la carne, no es, pues, más que un pretexto para escapar a la responsabilidad. La carne no es débil sino porque el Espíritu es débil, lo que cambia la cuestión y deja al Espíritu la responsabilidad de todos sus actos. La carne, que no tiene pensamiento ni voluntad, no prevalece nunca sobre el ser pensador y que quiere; el Espíritu es quien da a la carne las cualidades correspondientes a sus instintos, como un artista imprime a su obra material el sello de su genio. El Espíritu, libre de los instintos de la bestialidad, se amolda un cuerpo que ya no es un tirano para sus aspiraciones hacia la espiritualidad de su ser: entonces es cuando el hombre come para vivir, porque vivir es una necesidad, pero no vive ya para comer.

La responsabilidad moral de los actos de la vida, queda, pues íntegra; pero la razón dice que las consecuencias de esta responsabilidad deben ser proporcionadas al desarrollo intelectual del Espíritu; cuanto más ilustrado, le es menos excusable, porque con la inteligencia y el sentido moral nacen las nociones del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto. El salvaje, muy próximo todavía a la animalidad, que cede al instinto del bruto comiéndose a su semejante, es, sin duda, menos culpable que el hombre civilizado que comete simplemente una injusticia.

También en la medicina encuentra esta ley su aplicación y da la razón del mal éxito de aquella en ciertos casos. Desde el momento que el temperamento es un efecto y no una causa, los esfuerzos intentados para modificarlo pueden ser paralizados por las disposiciones morales del Espíritu, que opone una resistencia inconsciente y neutraliza la acción terapéutica. Es, pues, preciso obrar sobre la causa principal: si se consigue cambiar las disposiciones morales del Espíritu, el temperamento se modificará él mismo bajo, el imperio de una voluntad diferente o, por lo menos, la acción del tratamiento médico será secundada en vez de ser contrarrestada. Dad, si es posible, valor al poltrón y veréis cesar los efectos fisiológicos del miedo: lo mismo sucede con las demás disposiciones.

Sin embargo, ¿se dirá, el médico del cuerpo, puede hacerse médico del alma?
¿Está en sus atribuciones hacerse el moralizador de sus enfermos? Si, indudablemente, hasta cierto punto; es hasta un deber que un buen médico no desatiende nunca, desde el instante que ve en el estado del alma un obstáculo al restablecimiento de la salud del cuerpo; lo esencial es aplicar el remedio moral con prudencia, tacto y oportunidad, según las circunstancias. Desde este punto de vista, su acción es forzosa- mente circunscrita, porque, además de no tener el médico sobre el enfermo más que un ascendiente moral, una transformación del carácter es difícil en cierta edad: a la educación primera es a quien incumbe esta clase de cuidados. Cuando desde la cuna la educación se dirija en este sentido,
cuando se trate de ahogar en su germen las imperfecciones morales, como se hace para las imperfecciones físicas, el médico no encontrará ya en el temperamento un obstáculo contra el cual es impotente su ciencia las mas de las veces.

Este es, como se ve, todo un estudio pero un estudio completamente estéril, en tanto que no se cuide de la acción del elemento espiritual en el organismo.

Participación incesantemente activa del elemento espiritual en los fenómenos de la vida: tal es la clave de la mayor parte de los problemas contra los que se estrella la ciencia; cuando la ciencia tenga en cuenta la acción de este principio, verá abrirse ante ella horizontes completamente nuevos. El Espiritismo demuestra esta verdad.

Allan Kardec

(Este estudio se publicó en la Revue Spirite de París, en 1869 (Sociedad Anónima Propagadora del Espiritismo)

- Trabajo aportado por Juan Carlos Mariani-     

         

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HISTORIA DEL ESPIRITISMO EN ESPAÑA Y COLONIAS DE AMÉRICA  ( 1853  1888)                


Los salones europeos no salían de su asombro de ver a Napoleón III como nuevo emperador de Francia, cuando caen inmersos en la fascinante moda de las mesas danzantes, a lo que siquiera Isabel II logra sustraerse, tal lo registra La España, Aranjuez, 1853. 

Entre otros manuales por ese tiempo se conocía Mesas Danzantes y Modo de Usarlas. Respuesta de los Espíritus a preguntas que se les sometiera obtenidas por la tiptología, Cádiz, 1854. Complementa al movimiento de las mesas la gira europea de los grandes médiums de efectos físicos, las hermanas Fox, Home, los Davenport que causan sensación y encienden la polémica. 

Incómodo Pío IX por lo que concibe un abuso del espiritualismo reclama severas medidas. No obstante habrá de desarrollarse un nuevo período de investigación científica de estos fenómenos, con la participación de médiums como Miss Florence Cook y la señora Eusapia Paladino que reúne sabios de la talla sir William Crookes y Cesare Lombroso, al que seguirá otro de apertura masiva animado por escritores, León Denis y Rochester que se vale de la médium Mlle. 

Krijanowski, de San Petesburgo o Amalia Domingo y Soler, quienes dejan inaugurada la gran etapa de admisión a la que Allan Kardec hiciera referencia. 

Desafiando no escasos riesgos en el exterior se imprimen dos pequeños volúmenes, de Jotino y Ademar, Luz y Verdad el Espiritualismo, Imprenta Calpense, Gibraltar, 1857, 47 p., pero muchos libros se pierden al ser incautada una partida, que aquel mismo año el obispo de Cádiz habrá de lanzar al fuego.

 El otro por Joaquín Huelbes Temprado, Nociones de Espiritismo, Bayona, 1867, in 8-84 p., parcialmente detenido al trasponer la frontera serán también condenados a las llamas. Ambos títulos serían más tarde reeditados. 

El Espiritismo ingresa en España a través de las obras de Allan Kardec que recalaban en Le Monarch, mercante de astilleros catalanes, que distribuía en Barcelona el capitán Ramón Lagier y Pomares. Por aquellos tiempos las distintas mercadería se acomodaban en barriles. Los catalanes naturalmente se ven favorecidos por hablar la antigua lengua limosina, idioma de las provincias meridionales de Francia a la que alguna vez estuvieran unidos. 

El licenciado Néstor A. Rodríguez Escudero, en Historia del Espiritismo en Puerto Rico, ofrece detalles de particular interés,

 «¿Cómo penetraron esas ideas en Puerto Rico a pesar del celo oficial? Probablemente por medio del contrabando. El gobierno español no podía ejercer estrecha vigilancia sobre las costas de Puerto Rico, que abundan en bahías, dársenas y ensenadas por donde pueden recalar barcos de todo calado. Como las leyes opresoras del gobierno de turno no permitían al criollo (los nacidos en el lugar) el desarrollo de su libre comercio, la gente tenía que recurrir al contrabando que se hacía por los puertos de mar. 

Este contrabando fue el que dio lugar a que surgieran los piratas Cofresi, Almeyda y otros, que también trajo en libros que penetraban a escondidas ideas nuevas que se discutían en otros países libres, entre ellas las del médico francés (el autor se refiere a Allan Kardec) y a la libertad de pensamiento». 

«…No existen marcas que establezcan con toda seguridad la fecha en que se fundó el primer centro, pero el escritor espiritista don Vicente Geigel Polanco, dice en un luminoso ensayo… el conocimiento de esta filosofía se inicio con la introducción clandestina en la isla de algunos libros de Allan Kardec. Las leyes españolas de la época prohibían la importación de tales libros, pero tanto en la metrópoli como en los territorios ultramarinos los mismos llegaban de contrabando».

 En Sinopsis del Desarrollo del Movimiento Espirita Puertorriqueño, para Teresa Yañez Vda. de Otero, en su obra El Espiritismo en Puerto Rico precisa, que el movimiento inicial habría surgido en 1871 en Mayagüez, siendo su principal intérprete don Rodulfo Espinoza. Revista Unión Espiritista, Caguas, Puerto Rico, junio 1897. 

En un erudito ensayo titulado Evolución del Espiritismo en Cuba, que la escritora y periodista cubana Ofelia León Bravo presentara ante la VIIIª. Conferencia Regional de la Confederación Espiritista Panamericana CEPA, Miami, 1980, expresó al respecto,             «… rememorar las actividades de la Cuba colonial, mientras que en la península ocurría lo que queda dicho en sus entonces provincias de ultramar Cuba y Puerto Rico, repercutía el movimiento y desde 1857, se fueron fundando centros en La Habana, etc.»

La autora agrega que «penetró el Espiritismo por varios puntos de la isla, dividida en seis provincias y como una confirmación de ello, nos encontramos que en 1888, al celebrarse en Barcelona el Primer Congreso Internacional Espiritista, tres inquietos caballeros fueron el heraldo del Espiritismo cubano, Tomás Oña, Eulogio Prieto y Juan J. Garay».

 Tomando del libro de José Braga, Cuba de la Mano, enumera que «durante el pasado siglo, circularon doce periódicos espiritistas y que la Federación Espiritista Cubana que se cuenta entre las más antiguas, quedó constituida en junio de 1890». Esta excepción podría encontrarse en las posesiones africanas de las que se consiguen noticias, tal vez también en Filipinas colonia española hasta 1898. En un detallado informe de Carolina L. Afan, jefa de la división Filipinas y Asia de The National Library, de Manila, incluye una nomina de autores locales que nos permite inferir que el Espiritismo tuvo sus comienzos en el siglo XX. 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial desde los arrozales de la isla de Luzón, surge Eleuterio Terte, miembro de la Unión Espiritista Cristiana, primero en practicar esas intervenciones mediúmnicas que tanta nombradía le dieron a ese país, dejando formada una escuela de jóvenes sanadores que reconoce entre sus seguidores a Alex Orbito. 

M. Lachâtre establecido como librero en Barcelona, acuerda con José María Fernández Colavida presidente de la Sociedad Espiritista Barcelonesa, normalizar el ingreso de libros y periódicos espiritistas, para ello se remitió una orden de compra al Bureau de la Revue Spirite, pero la aduana retuvo la expedición y notificó de la custodia. 

El obispo de Barcelona impaciente por ver expuestos a los espiritistas a la pública vergüenza, les comisiona ante el santo oficio. Para dar curso a una ejecución en la que debían exhumarse ceremonias de triste recuerdo. debieron realizarse una serie de consultas, entre ellas al obispo de Tarragona del que dependía la capitanía general de la provincia a cargo de la seguridad, sin olvidar algún nivel en la corona porque estando satisfechos los aranceles podía dar lugar a reclamos. Quemar públicamente los libros, concluye, extraviándole en uno de esos laberintos a que solía referirse Jorge Luis Borges donde termina valiéndole el juicio de la historia. 

 


Era frecuente, ver arder libros frente a los atrios o que las casas parroquiales con ellos alimentaran sus hogares, acciones repudiables pero que no se apartaban de lo que eran los quehaceres domésticos, celo siempre relacionado con la sacralización del poder.

 Cuando todo indicaba en España que el Espiritismo había escrito su última página, Fernández Colavida agita en alto el primer ejemplar en español de El Libro de los Espíritus, Imprenta Espiritista, Barcelona, 1863- 64, en una edición posiblemente clandestina, que no por ello deja de provocar un acaloramiento al nuevo obispo de Barcelona que debe dar explicaciones. …

Comienza el despertar del movimiento con una misiva abierta de Alverico Perón, seudónimo de Enrique Pastor y Bedoya, Carta de un Espiritista a don Francisco de Paula Canalejas, Imprenta Manuel Galeano, Madrid; 1865, seguido por José Sansón, Poemas Espiritistas, Madrid, 1865. 

También le cupo impulsar a Perón las publicaciones periódicas al editar El Criterio Espiritista, Madrid, 1867, órgano de la Sociedad Espiritista Española. A pesar de las adversas condiciones, los años sesenta y setenta darán muestra de notables progresos. Se ofrece acto seguido una muestra de lo expresado.

 Entre las mayores demostraciones de convicción en la reforma moral sustentada por la filosofía espiritista, merece señalarse la enmienda propuesta a la Ley de Educación (Titulo II, art. 3°, párrafo 3°) presentada el 26 de agosto de 1873 ante las Cortes Constituyentes del gobierno provisional español, ella propiciaba introducir el estudio de la doctrina espiritista en la enseñanza media y superior, proyecto de los diputados José Navarrete, Antonio García López, Luis F. Benítez de Lugo, Manuel Corchado y Juarbe y Manes Redondo Franco.  El diputado Navarrete de reconocida elocuencia esperaba realizar su defensa en el próximo período legislativo, pero esas cortes se disolvieron y la iniciativa resultó archivada. 

Memoria del Primer Congreso Internacional Espiritista (1888). 

Una tenue apertura permite que circulen los periódicos con mayor libertad, coyuntura de la que los espiritistas se sirven para difundir las nuevas ideas: El Criterio Espiritista – Alverico Perón, Madrid, 1867. El Espiritismo – José Gómez, Sevilla, 1869. Revista Espiritista. Diario de Estudios Psicológicos José Maria de Fernández Colavida, Barcelona, 1869. Boletín del Círculo Magnetológico-Espiritista, Madrid, 1869. El Progreso Espiritista – Joaquín Bassols y Marañosa, Zaragoza, 1871. Almanaque El Criterio Espiritista – Alverico Perón, Madrid, 1873, 1874, 1875. La Luz de Ultratumba, La Habana, 1874. EI Buen Sentido – José Amigó y Pellicer, Lérida, 1875. La Revelación – Dr. Manuel Ausó y Monsó, Alicante, 1875. La Fraternidad – Murcia, 1875. La Ilustración – José A. Pérez Carrión, La Habana, 1878. La Luz del Porvenir – Amalia Domingo y Soler, Gracia (Barcelona), 1879. El Faro de Sevilla – Julio Fernández, Sevilla, 1880. La Luz de los Espacios – N.B. y José A. Pérez Carrión, La Habana, 1880. 

Tres periódicos resultan sancionados por las autoridades El Criterio Espirita, La Luz del Porvenir y El Buen Sentido. Amigó y Pellicer fue condenado a prisión y pago de multa por publicar artículos considerados como ofensivos para la Iglesia, quedando el autor de Roma y el Evangelio separado de su cátedra. M. Pierre G. Leymarie, director de la Revue Spirite, de Paris, luego de un sonado juicio debió cumplir un año de cárcel, aunque recibiera más tarde la pública reparación de la justicia francesa, se le inculpó por publicar una colección de fotografías mediúmnicas tomadas como fraudulentas. Procès des Spirites, por Mme. Marina P.G. Leymarie, Librairie Spirite, Paris, 1875. 

No obstante las dificultades en solo tres lustros, que corren entre 1865 y 1880, aparecen en España catorce periódicos, quince en América Latina, cuarenta y seis en Europa continental en más de diez idiomas, dos en África, dos en Asia y uno en Oceanía, que de sumarse los de origen británico y norteamericanos, aunque admitiendo con ellos algunas variantes exceden el centenar de publicaciones independientes que han de sostener similares fundamentos. 

Al llegar España a la década de los años ochenta cuenta con una relación de primerísimos nombres, los mismos que con tanto éxito en septiembre de 1888 estructuraron el Primer Congreso Internacional de los Espiritistas, pilar importante en la organización del movimiento en que se dieran cita sus más prominentes figuras. Es así como la ciudad de Barcelona, tal mudo testigo asiste una vez más al cumplimiento de la ley de la acción y la reacción, aliada natural del progreso que todo lo armoniza. 

Escrito por Florentino Barrera. Publicado en su libro “El Auto de Fe de Barcelona”.
( Tomado de Zona Espírita )

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                 EL FARO DE LOS SIGLOS

  Desde que los primeros pobladores de la Tierra se refugiaron en las profundidades de los bosques vírgenes y en las lóbregas cavernas escondidas en las laderas de las montañas; desde que la raza humana, cumpliendo la divina ley de la reproducción, fue formando numerosas familias y los niños alegraron los bosques con sus gritos y los gérmenes de la vida universal fueron llenando los campos, y se formaron las tribus y los hombres comenzaron a disputarse los primeros frutos y a trazas las primeras divisiones entre las futuras ciudades, desde aquellos tiempos remotísimos comenzaron a comunicarse los muertos con los vivos. ¿De qué modo?, ¿de qué manera?, ¡ Quien sabe!. Pero lo cierto es que hubo profetas, adivinos, augures, magos, sibilas, seres superiores a la generalidad de los hombres, cuyos mandatos eran obedecidos fielmente y eran, puede decirse, los guías de aquellas multitudes que sentían ya la imperiosa e imprescindible necesidad de tener quien los guiara en el tormentoso mar de la vida.

  Pasaron los siglos, los hombres se fueron posesionando del vasto territorio de este mundo, las ambiciones levantaron su cabeza de águila, la lucha por la existencia se fue haciendo cada vez más despiadada y más cruel; se despertaron todas las innobles pasiones, convirtiendo la Tierra en una casa de fieras, donde  vencían los más fuertes, los más sanguinarios, los más crueles, y no bastando ya con las predicaciones de los profetas y de los oráculos, fueron viniendo sucesivamente los Enviados, los Mesías, los Elegidos, los seres verdaderamente superiores, para encauzar los desbordados ríos de todas las concupiscencias, de todos los atropellos, de todas las crueldades imperantes en una sociedad donde todavía no se apreciaba el valor de las virtudes, altruismos y sacrificios; era el caos con todos sus horrores. Pero en medio de aquel desorden, en medio de tan encontradas y diversas pasiones, no faltaba algún inspirado. algún iniciado en el ocultismo y el más allá, que reuniese en torno suyo algunos hombres de humilde condición; les hablaban de un mundo mejor, donde las almas renacían de nuevo y desde su nueva morada protegían a sus deudos, para que estos a su vez, pr a gozar lo que no habían gozado practicando todas las virtudes, fueran merecedores de llegar a la tierra de promisión a gozar lo que no habían gozado en este destierro.

  Las guerras ensangrentaron la superficie de la Tierra, las ciudades más florecientes fueron pasto de las llamas; pero en medio de todas las hecatombes siempre resonaron las voces proféticas de los guías de la Humanidad.

  La sombra de las monstruosidades ocultaba los rayos del sol; pero brillaba siempre el faro de los siglos; la comunicación de los muertos con los vivos jamás se vio interrumpida; el Espiritismo ejercía su acción moralizante en todas las esferas sociales, unas veces envuelto en el mayor misterio, aterrando sus manifestaciones a la masa indocta del pueblo que no se podía explicar lo que ante ellos se desarrollaba, y otras veces se juntaban en apretado grupo hombres eminentes, y los sabios se esparcían por la Tierra, fundando Escuelas Filosóficas, llenando el mundo con los resplandores de su ciencia, divulgando secretos ante sus numerosos discípulos, que miraban todos a un punto, a la cumbre de una montaña elevadísima en donde brillaba un faro alimentado por una sustancia divina, un faro cuyos luminosos resplandores nunca palidecieron, porque el faro de los siglos tiene un torrero inmortal.

  ¿ Cuando brilló por vez primera?, 

¿ Cuando su vivísima claridad dominó las tinieblas terrestres?

¿ Cuando los primeros muertos se comunicaron con los vivos?

 ¡ Nadie puede precisar la fecha!. No hay números suficientes para formar la suma de los siglos que han transcurrido desde que la raza humana se enseñoreó y se posesionó de la Tierra; pero sí estamos plenamente convencidos de que cuando el sol brilló en Oriente, el faro de los siglos ya compartía con él su soberanía, puesto que los hombres siempre han estado sujetos a la ley de  transformación.

 Se han ido sucediendo las civilizaciones; lo que ayer era misterioso e inadmisible, hoy se acepta como la manifestación más sencilla y más natural de la eterna vida del Espíritu.

  Hoy estamos al habla, como dicen los marinos, con nuestra gran familia del espacio; hoy los sabios se confiesan vencidos y dicen, a pesar suyo, que el Espiritismo es una verdad.

 ¿ Se puede negar que brilla el Sol?. No.

 Pues de la misma manera no puede negarse que los muertos hablan con los vivos.

 El faro de los siglos brilla en la cumbre más alta de las montañas del infinito. Su luz eterna no morirá jamás, y cuando llegue el momento en que la Tierra, cumpliendo las eternas leyes, quede reducida a un montón de ruinas, sobre sus piedras heladas irradiará aún la luz del faro eterno guardando las cenizas de las humanidades que un dia vivieron protegidas por el faro de los siglos, faro eterno cuya luz jamás se extinguirá, porque el ¡ torrero que se cuida de ella es Dios mismo !.

 Si, ¡ el Espiritismo es el faro de los siglos !

 ¡ Bendita sea su inextinguible luz !

 ¡ Benditas sean las comunicaciones de los muertos, pues ellas son la VIDA de los vivos !.

-Amalia Domingo Soler-

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El gran objetivo en este mundo: el dinero y la riqueza

  Las personas, en medio de esta sociedad humana actual, hemos hecho del dinero y la fortuna un dios y una meta que todos alguna vez hemos anhelado lograr, y mientras tanto nos hemos olvidado y hemos ignorado la auténtica meta a alcanzar por todos, cual es la evolución y mejora en pos de la perfección del Espíritu humano, y por tanto del ser humano.

La riqueza, aunque humanamente deseable, es una prueba espiritualmente muy difícil para el caminar evolutivo sin tropiezos del Espíritu. . Por esta prueba  todos tendremos que pasar alguna vez, o tal vez ya la hemos pasado algunos anteriormente. La cuestión, si la pasamos ya,  es si la aprovechamos correctamente desde un punto de vista espiritual, o más bien nos ha servido para contraer nuevas deudas para el futuro.

Su gran peligro reside en que suele hacer que el Ser humano- todavía muy apegado  a la materia-  se incline hacia el materialismo, la holgazanería, la pereza espiritual y sobre todo que se deje dominar por ese gran monstruo moral que es el egoísmo. Todas estas posiciones negativas son defectos espirituales de los que solo nosotros mismos nos podemos curar, porque estos defectos  nos atan a las cosas materiales de este mundo con tan fuertes lazos que ni siquiera la muerte nos libera de la enorme atracción que ejercen sobre el Espíritu desencarnado que  continúa apegado a la materia.

Es de tener en cuenta que, como cualquier otra herramienta o utensilio material, la riqueza es una situación transitoria del Espíritu encarnado que por si misma no es mala ni buena, porque también tiene su aspecto positivo, como por ejemplo el que  puede ser  un medio que facilita el estudio, la investigación y la cultura para beneficio de los demás,  lo cual son factores positivos para la evolución del Ser. La riqueza es un instrumento que se puede considerar como una herramienta para la evolución, difícil de manejar pero que  bien empleada en beneficio de los demás,  aliviando las carencias y necesidades de lo esencial en los que lo necesiten, puede resultar por ello un poderoso medio para la propia evolución espiritual.

La riqueza viene a ser como un arma de doble hoja, porque si facilita la vida, por otra parte también es una carga que la oprime cuando en determinados momentos de la vida llama a la conciencia alertando de su responsabilidad, lo que quita el sosiego del alma.

Deberíamos comprender todos, que los bienes materiales y las riquezas que poseemos, vienen a ser solamente una apariencia, una sombra que se diluye con la muerte. Antes de existir nosotros en este  mundo, muchos otros también creyeron entonces ser dueños de las mismas, y sin embargo las tuvieron que abandonar un día con la muerte y al plano espiritual donde quedaron, no pudieron llevar absolutamente nada material de este mundo, por lo que  debiéramos pensar que eso, antes o después, nos sucederá también un día a todos nosotros.

Hay que comprender que las únicas adquisiciones verdaderas que nos llevaremos de esta vida y que valoraremos realmente después de la muerte, son los valores morales conquistados con  las buenas obras y lo que hayamos desarrollado a nivel intelectual y moral, o sea, los valores espirituales que son valores eternos.

Para triunfar en la prueba de la riqueza material es necesario saber liberarse de las ataduras del dinero, que son una esclavitud para el Espíritu,  y debiéramos considerar que el dinero  debe ser solamente un medio para beneficio de los seres humanos, pero nunca un fin en sí mismo, porque el dinero, solo es dinero.

Una vez meditado y comprendido este asunto, tal vez debiéramos comenzar por querer liberarnos de las cosas materiales que tenemos innecesarias y superfluas, de modo gradual, como solo de modo gradual se puede conquistar la perfección, por lo que al mismo tiempo debiéramos auto examinarnos con frecuencia para detectar nuestros defectos y fallos morales, y así poder ir gradualmente liberándonos de ellos; al mismo tiempo podemos adoptar algún ideal para llevar a cabo o participar en alguna noble causa, en pro de los demás, siempre de modo altruista y desinteresado. Así nos liberaríamos de la esclavitud de lo superfluo y de la vida frenética que suelen llevar las personas que viven con esta prueba de la abundancia.

      La felicidad no reside en la riqueza, aunque a veces se aparente lo contrario, ni tampoco en los medios materiales y físicos, que pueden aparentar que otorgan felicidad, porque es una felicidad falsa que resulta hueca y efímera. La felicidad verdadera cada uno puede hallarla, experimentarla y gozarla según la cantidad de Amor que damos y recibimos, porque para ser realmente felices solamente lo podemos ser en la medida en que sepamos amar y ser amados, haciendo felices a los demás.

Los ricos suelen tener mucho apego a sus bienes materiales, y de este apego nacen las envidias, los celos y la prepotencia del orgullo que roban la paz y la tranquilidad a quien los padece. Además el apego a la riqueza da paso a la codicia, con lo que el que la padece, nunca se siente lo bastante rico y  vive en un permanente estado de inquietud, por tener y acumular, cada vez, más y más.

El rico que vive solo, puede ser por egoísmo, pensando solamente en sí mismo y en sus riquezas. En realidad, muchas veces bajo la apariencia de riqueza y poder humano, se suele ocultar un Ser moralmente muy pobre, porque vive internamente aislado como un enfermo psíquico o un psicópata inconsciente de su propia condición, por lo que en el fondo, difícilmente estas personas son felices en lo más profundo de su alma, debido a su permanente estado de egoísmo y soledad que los mantiene en continua desarmonía, siendo esta situación fruto de una gran pobreza psíquica y moral.

Una cosa es ser dueño de bienes materiales sin permitir que su posesión suponga una exacerbación del egoísmo, de la vanidad y del orgullo, y otra bien distinta es ser esclavo de los mismos, por eso el rico en el más amplio sentido de la palabra , debiera estar por encima de su fortuna y bienes materiales, siendo generoso y altruista con los demás, siendo el administrador de su fortuna al servicio de los demás, sin posturas absurdas de orgullo , sin dejar de ser humilde y sin faltar a la dignidad de cualquier semejante menos favorecido por la fortuna. Si la persona rica sabe invertir su fortuna para hacer el bien a otros menos favorecidos, creando puestos de trabajo para que otros puedan ganarse el pan de cada día y vivir dignamente, o bien poner su fortuna al servicio de entidades benéficas para auxiliar a los que nada tienen, entonces sí que se puede decir que esa riqueza en sus manos ha sido una bendición de Dios para él y para los demás, por lo que la prueba de la riqueza aunque difícil, la habrá superado, y para él supondrá un gran paso en su evolución espiritual, pues de sus bienes materiales- como ya se ha dicho-,  nada se llevará al más allá, pero las acciones de bien que haya hecho con ellos en su vida y las bendiciones de aquellos que favoreció, serán la mayor fortuna con la que contará después de esta vida y que nadie le podrá arrebatar.

No olvidemos que como espíritus que somos todos, nadie es dueño de nada material; si acaso solamente somos meros administradores de lo que Dios confió a nuestras manos, y de cuyo uso tendremos que responder después de esta vida.

- Jose Luis Martín-

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